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Enfermeros rechazan último aumento salarial y exigen vacunas contra la COVID-19
En el Día Internacional de la Enfermería, las enfermeras de Caracas expresaron que «no hay nada que celebrar, pero sí mucho que denunciar y protestar»

 

Este miércoles 12 de mayo, el gremio de enfermeros de la ciudad capital rechazó el último aumento salarial decretado por el Ejecutivo nacional y exigió la inmediata reivindicación de «beneficios salariales dignos y pasados en divisa».

Desde las afueras del Ministerio para la Salud, Ana Rosario Contreras, presidenta del Colegio de Enfermería del Distrito Capital, advirtió: «Si el Nicolás Maduro no atiende nuestro llamado y exigencias, nos veremos obligados a suspender nuestro compromiso laboral en todo el país».

Asimismo, las enfermeras de Caracas expresaron que en el Día Internacional de la Enfermería «no hay nada que celebrar, pero sí mucho que denunciar y protestar. El 80% de nuestros hospitales no cuenta siquiera con el servicio de agua».

Gladis Rosales, con casi 40 años de profesión, dice que estudió con mucho orgullo la carrera pero alega que: «hoy mis compañeros y yo estamos en las peores condiciones, como nunca antes».

El personal de la Clínica de Caricuao, está presente en la jornada de protesta nacional que se realiza a esta hora. Señalaron que «nosotros sí fuimos vacunados pero pedimos ser dotados de todos los insumos necesarios, para atender a los pacientes con COVID-19 que son muchos».

Los enfermeros venezolanos llevan años denunciando la precariedad de las condiciones en las que trabajan y que es consecuencia de una crisis que se registra desde hace años con falta de equipos médicos, escasez de medicamentos y materiales, así como fallas en las infraestructuras de los centros de salud.

La situación se agudizó con la llegada del covid-19 al país pues no cuentan, según relatan, con el equipamiento adecuado para protegerse del virus y, además, hasta la fecha no se ha cumplido con la vacunación de todo el personal de salud.

*Con información de EFE y EP

Salario justo para una atención digna en los hospitales
Trabajadores de la salud marcharán este miércoles 10 de febrero desde el Hospital J.M. de los Ríos hasta la Defensoría del Pueblo
Exigen homologación de salarios, dotación de insumos y mejora en los servicios públicos 

@franzambranor

Otra protesta más del gremio de salud para reclamar derechos fundamentales del trabajador. Este miércoles 10 de febrero, médicos, enfermeros y demás personal sanitario marcharán desde el Hospital J.M. de los Ríos hacia la Defensoría del Pueblo en Caracas.

Durante 2020, el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social registró 9.633 protestas. De esa cantidad 8.193 fueron por reivindicaciones laborales, mejora de servicios básicos, acceso a la salud, alimentación y rechazo a la escasez de gasolina.

La cuarentena ordenada por el gobierno a raíz de la pandemia del Covid-19 no fue impedimento para las demostraciones de descontento social. 81% de las protestas (7.789) se produjeron entre el 13 de marzo y el 31 de diciembre de 2020.

De acuerdo al trabajo de la Alianza Rebelde Investiga, La Crisis de los Hospitales no es un caso importado, publicado por Runrunes, El Pitazo y Tal Cual, para en junio de 2020 había 162 enfermeras disponibles en 47 hospitales centinela o señalados por el gobierno de Maduro para atender a pacientes con coronavirus. Se estima que en septiembre de 2019, 30 mil médicos agremiados a la Federación Médica Venezolana emigraron, 53% de ellos correspondientes a centros asistenciales públicos.  

La paz del salario digno

“Fetrasalud, la Intergremial de Trabajadores de la Salud, la Federación Nacional de Bioanalistas, Sindicato de Trabajadores de Hospitales y Clínicas de Caracas, Medicos Unidos de Venezuela y el Colegio de Enfermeras hemos convocado una movilización y la hemos denominado Encuentro por la Paz”, dijo Pablo Zambrano, secretario ejecutivo de Fetrasalud.

Zambrano sostuvo que nombraron a la marcha así por el carácter pacifico que tendrá. “Paz significa un salario digno, jubilaciones y pensiones dignas, alimentación para el pueblo, tener derecho a la salud y a la vida, a no ser criminalizado por ejercer el derecho a la protesta”.

El miembro de Fetrasalud anunció que llevarán a cabo protestas en todas las fechas emblemáticas como el Día de la Mujer, del Bioanalista, del Médico, entre otras. 

El dirigente sindical de Hospitales y Clínicas de Caracas, Mauro Zambrano, expresó a través de sus redes sociales que seguirán alzando la voz en contra de las injusticias. 

“Nos hemos ayudado entre nosotros para seguir adelante y superar un año que nos ha marcado. Aquí seguimos, dando la cara por el sector salud, por nuestros trabajadores y los pacientes. Estar en paz significa tener un salario digno, que podamos mantener a nuestras familias y vivir en paz. El llamado es a perseverar”, escribió en Twitter. 

Este martes 9, el Colegio de Enfermeras entregó un comunicado a la Defensoría del Pueblo, exigiendo entre otras cosas, mejoras salariales. 

“Hacemos responsable al Estado venezolano de lo que pase en materia de salud. Una estrategia que vamos a ejercer con estas manifestaciones es la visibilización del trabajo de la enfermera en el esquema de salud”, dijo Ana Rosario Contreras, presidenta del Colegio de Enfermeras del Distrito Capital.

No paga ni el pasaje

Pablo Zambrano manifestó que los trabajadores de la salud han puesto el reclamo por un salario digno en primera fila porque la administración de Nicolás Maduro no ofrece respuestas al respecto.

“El gobierno acabó con el salario de los trabajadores. El ingreso de un empleado público es de 1 millón 200 mil bolívares, la gente va a trabajar gratis. La política económica del gobierno es devastadora, ha hundido en la miseria a la clase trabajadora”, sostuvo. 

De acuerdo a la Oficina Nacional de Planificación y Presupuesto, desde el 1 de noviembre el salario mínimo es de 1 millón 200 bolívares. El tope de un empleado público (Universitario Nivel III) es de 3 millones 648 mil bolívares, mientras que el sueldo de un profesor universitario oscila entre 2 millones 736 mil y 3 millones 648 mil bolívares. Al salario básico se le agrega el bono de alimentación de 1 millón 200 mil bolívares. 

“Estamos en el umbral de la pobreza, con un sueldo mínimo que ronda los 0,80 centavos de dólar. Lo que devengamos no nos permite siquiera pagar el transporte público”, dijo Contreras. 

La presidenta del Colegio de Enfermeras del Distrito Capital sentenció que en agosto de 2019 presentaron ante la vicepresidencia de la República una propuesta salarial de 600 dólares mensuales, tomando en cuenta el costo de la canasta básica, que de acuerdo al Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (Cenda) en diciembre de 2020 estaba por el orden de los $276. 

“El gobierno se ufana en decir que se han dado 53 aumentos salariales, pero ninguno toma en cuenta la Canasta Básica como lo ordena el artículo 91 de la Constitución”, señaló Contreras. 

La enfermera y estudiante de derecho Mabel Castillo sostuvo que ya escapa de las manos de los profesionales de la salud el poder atender de manera acorde a los pacientes. «La moneda nacional para nosotros es simplemente un símbolo, la moneda que realmente circula y el gobierno lo permite es la divisa. El sueldo promedio de un enfermero está entre los 3 y 4 dólares y todos sabemos que eso no alcanza. Un profesional bien pagado y motivado no abandona su puesto de trabajo».

Zambrano aseveró que ante la ineficacia de la administración pública, el propio trabajador de la salud ha tenido que procurar su dotación para protegerse de la Covid-19.

“Hemos tenido que fabricar y comprar tapabocas y demás equipos de seguridad”, indicó. 

El dirigente aseveró que los recintos hospitalarios sufren cada día los embates de la crisis de los servicios públicos. “Es muy difícil conseguir un baño funcionando en un centro de salud. El problema del agua azota a los hospitales y dependen de cisternas”. 

Entendimiento para soluciones concretas

Para el secretario ejecutivo de Fetrasalud, una salida a esta problemática pasa por un cese de hostilidades entre gobierno y oposición. “Nosotros no creemos en la confrontación. Nos hemos salido de ese esquema. Si hubiese un acuerdo entre Juan Guaidó y Nicolás Maduro, los recursos que están fuera de Venezuela pudiesen retornar al país y parte de eso podría ser usado para elevar el sueldo de los trabajadores”.

Zambrano aseguró que la ayuda humanitaria proveniente del extranjero de la que hacen alarde tanto gobierno como oposición, no ha llegado a la mayoría de los hospitales del país.  

Contreras sostuvo que es menester evitar la fuga de talentos en el área de la salud como consecuencia de los paupérrimos salarios. “Cada día se incrementa el número de renuncias. Más de 60% del personal de enfermería se ha ido, el Hospital Vargas pasó de tener 1.500 enfermeras a 350, el Luis Razzeti pasó de 800 a 180 y el Hospital de Niños de 1.600 a 446. Algunas no se van del país, sino que migran hacia otros emprendimientos que le reportan mayor beneficio económico. Cuando baja el número de enfermeras en un hospital, sube entre 2 y 3% el riesgo de muerte en los pacientes”.

Zambrano informó que están invitando para la marcha de este miércoles 10 a otros sectores laborales, como el de la educación. 

“Este en efecto es otro pliego más que vamos a presentar ante el gobierno, la gente me pregunta por qué seguimos acudiendo a esas instancias si no nos prestan atención, pero no vamos a desfallecer en el intento porque consideramos que es lo apropiado, no nos vamos a dejar a vencer. Tiene que llegar el momento en que los trabajadores y el pueblo venezolano entiendan que debemos juntarnos para buscar soluciones concretas”.

“Para poder salvar vidas, tenemos que tener calidad de vida”, sostuvo Contreras. 

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«Las renuncias en el gremio de enfermería son altísimas. Lo que estamos viendo es la destrucción del sistema de salud exclusivamente desde el punto de vista del recurso humano. Ni hablar del equipamiento y la infraestructura”

Jaime Lorenzo, especialista en Salud Pública y actual director de la ONG Médicos Unidos de Venezuela.

Amnistía Internacional denuncia que enfermeras trabajan en condiciones inhumanas
Según la organización, las condiciones de trabajo de las enfermeras son inhumanas y las autoridades deben tomar medidas

Amnistía Internacional denunció este miércoles, 28 de octubre, que las enfermeras venezolanas trabajan en condiciones «inhumanas».

El movimiento lanzó la campaña “Enfermeras para Cuidarte”, para movilizar la solidaridad de la sociedad civil para lograr cambios en la protección de la vida de las profesionales de la salud y la superación de las condiciones en las que las enfermeras trabajan.

Al respecto, Marcos Gómez, director de Amnistía Internacional Venezuela, señaló que las autoridades «deben tomar medidas urgentes que garanticen que las demandas de las enfermeras sean escuchadas».

«La labor de las enfermeras es esencial para enfrentar la pandemia y la emergencia humanitaria, por lo que merecen salarios dignos que las alejen del umbral de pobreza, de al menos 1,25 dólares diarios, establecidos en los compromisos internacionales que Venezuela ha suscrito”, añadió Gómez.

 

Por otra parte, el movimiento advirtió sobre al alta posibilidad de que las enfermeras se contagien de COVID-19, debido a la insuficiencia de equipos de bioseguridad, jornadas excesivamente largas y sobrecarga de trabajo por falta de personal.

Asimismo, Amnistía Internacional destaca las fallas en el suministro de agua en hospitales, no funcionan los equipos de ventilación y no hay suficientes productos de limpieza como jabón y cloro para asear las áreas comunes.

Según la organización, hasta octubre «se reportó el fallecimiento de 237 profesionales de la salud por COVID-19 en todo el país, según estimaciones de organizaciones de la sociedad civil».

“Después de siete meses de pandemia, es importante que las autoridades venezolanas comiencen a tomar en serio las vidas de estas trabajadoras de la salud, garantizándoles un salario digno, condiciones laborales que observen las leyes, prevención y atención de calidad en caso de contagio”, puntualizó Gómez.

Con información de Amnistía Internacional

Madres enfermeras celebran la vida que dan y lamentan la que no pueden proteger

@franzambranor / Vídeo Abrahan Moncada @Monkda92

 

Con la misma dedicación que inyectan a un paciente le cogen el ruedo al pantalón de un hijo. Así como le toman la tensión a una persona le preparan la lonchera al chamo. Son enfermeras y también madres. Hoy 12 de mayo celebran con un sabor agridulce por partida doble.

El ínfimo sueldo que perciben las profesionales no les permite festejar a como dé lugar el Día de las Madres y el Internacional de la Enfermera, este último en ocasión del natalicio de la inglesa Florence Nightingale, precursora de la práctica en el mundo.

Desde 2014, las enfermeras venezolanas han protagonizado una cruzada para obtener un salario justo, pero hasta ahora la respuesta del gobierno de Nicolás Maduro ha sido infructuosa. Protestas se perciben a diario en los recintos de salud del país. Las enfermeras alegan que el dinero que les pagan no les alcanzan ni para lavar su uniforme. Por apenas 15 mil bolívares quincenales les exigen dedicación y entrega.

Enfermera, profesora y futura abogada y aún así…

Mabel Castillo sube las escaleras de la casa de su hermana en la vereda San José de Bello Campo de lado. Una lesión en la rodilla la ha tenido alejada desde febrero de su cargo como coordinadora de emergencia nocturna en el Hospital Pérez Carreño. “Chico tengo que operarme esa rodilla y entiendo que son 1500 dólares. De dónde voy a sacar yo eso”, pregunta.

Mabel tiene 11 años trabajando en el HPC y en condiciones normales labora de 7 de la noche a 7 de la mañana. Ha visto de todo en la emergencia del recinto. Desde un hombre con casi la totalidad de su cuerpo quemado luego que la moto donde iba explotara hasta otro con la mano tendiendo de un hilo tras el disparo de una escopeta.

La enfermera vive en El Junquito, pero suele pernoctar en casa de una hermana que hace poco se fue a Chile. Sus padres viven en la parte de abajo de la vivienda de dos plantas.

Su familia está regada por el mundo. Además de la que se encuentra en Chile, tiene a un hermano en Canadá y a otra que planea irse a finales de mayo a Argentina. Dice que aún posee la bendición de tener a sus tres hijos aquí. Quién sabe hasta cuándo.

El mayor es Elio de 20 años, estudia Letras en la Universidad Católica Andrés Bello, pero cree que se mudará pronto a la Universidad Central de Venezuela porque ya es cuesta arriba costearle la carrera. “Y eso que está becado”, dijo Mabel.

Le sigue Paul de 12 años, quien está en el liceo y Paola de 11 años.

Muchas de sus compañeras tienen a hijos viviendo en el extranjero, otras más infortunadas los han perdido a causa de la violencia en Caracas.

“Si no es por el papá de los niños no sé que haría. Porque con mi sueldo ni modo”, dijo Mabel.

Además de laborar en la emergencia del HPC y devengar un promedio de 6 dólares mensuales (30 mil bolívares soberanos). Mabel también es profesora universitaria y está estudiando segundo año de derecho en la Universidad Bicentenaria de Aragua con sede en El Paraíso.

La diáspora, la hiperinflación, la inseguridad y la criminalización de la protesta aún no le han quitado su deseo de seguir hacia adelante.

“Yo me enamoré de la mística con la que se trabaja en el Pérez Carreño. He estado en otros sitios como Salud Chacao, pero considero al hospital como mi hogar”, dijo Mabel.

Castillo considera que el trabajo de enfermera es desgastante. “Hay que estar mucho tiempo de pie”. Eso probablemente le haya generado el desgaste en una rodilla.

La gente cuando sale sana de un hospital no le da las gracias a las enfermeras sino al médico”, dijo Mabel.

Para Mabel, las enfermeras son las primeras y las últimas que atienden al paciente y las que realmente monitorean la evolución de un enfermo cuando está hospitalizado.

Aseguró que en la actualidad el déficit de enfermeras es tal que en el HPC hay una relación de dos enfermeras por 40 pacientes, cuando el protocolo internacional dice que por cada tres pacientes corresponde una enfermeras. “Nosotras a veces pasamos por cómplices porque tenemos que romper ese protocolo. Suele pasar que hay que decidir entre reusar una inyectadora, cambiándole solo la aguja, o la vida de un paciente. Colocar una cinta testigo para tomar una vía o no ponerle nada. Reciclar unos guantes o agarrar a los pacientes con la mano”.

Indicó que hoy en día en el Pérez Carreño no se hacen exámenes de sangre ni radiológicos porque no hay equipos. “He visto que a pacientes les dan de comida una porción de arroz con remolacha y un cambur”.

Mabel y sus colegas están habituadas a cumplir su faena sin insumos, equipos, medicinas y a veces hasta sin agua. “El tema del agua es un problema. No hay agua corriente. Regularmente es del tanque y a veces por horarios. El lavado de las manos es fundamental para atender enfermos. Por supuesto tampoco contamos con jabón antiséptico”.

Mabel considera que ya es hora de ir a un “paro serio”.

“Tiene que ser donde todos se comprometan. Yo entiendo que hay miedo a quedarse sin trabajo, a no tener acceso ni siquiera a esa miseria que dan. Y por supuesto temor a amedrentamientos y amenazas por parte de colectivos que rondan los hospitales. Pero es hora de actuar”.

La enfermera está de acuerdo con la solicitud de ayuda humanitaria al extranjero en materia de salud. “Al Pérez Carreño no ha llegado nada. Pero entiendo que será uno de los beneficiados. Tengo reservas en cuanto a la distribución de estos. Ojalá si llegan se los den a quienes en verdad los necesitan”.

Vendió su oro para poder comer

Delia Alejos tiene dos trabajos desde hace poco más de tres lustros. 25 años tiene en el Hospital José María Vargas de Cotiza y 17 en la Maternidad Santa Ana de San Bernardino. Al año de haber comenzado en la Maternidad nació su único hijo, Christian.

En junio de 2018, Delia decidió salir a la calle para protestar con el resto de sus compañeras. El precio de un producto en comparación con su sueldo fue el detonante. “Me percaté que el valor del cartón de huevos en aquel entonces, que estaba en 1000 bolívares era superior a mi sueldo de 600, eso me generó mucha rabia y tristeza a la vez”.

Actualmente de reposo por una dolencia en la cervical producto de años de trabajo, Delia suele tener jornadas de trabajo de hasta 30 horas continuas. En el Hospital Vargas labora de 7 de la noche a 7 de la mañana y en la Maternidad de 7 am a 1 de la tarde. Pese al esfuerzo, la remuneración mensual apenas pasa los 60 mil bolívares soberanos.

“En el pasado con mis dos sueldos le compré una casa a mi mamá. Empleaba uno de los salarios para comprar comida y el otro lo ahorraba. Ahora juntando los dos no me da ni para comer”, dijo Delia quien sacó la licenciatura en enfermería en la universidad Rómulo Gallegos de San Juan de los Morros en Guárico y tiene una especialidad como instrumentista.

Su esposo también es empleado público. Trabaja desde hace 30 años en el Metro de Caracas, pero ya metió la jubilación. No tienen otras entradas de dinero.

“Con el dolor de mi alma tuve que pasar a mi hijo de un colegio privado a un liceo público. Hace poco me percaté que los zapatos que usa para el colegio estaban rotos. El no me quiso decir nada para que no me mortificara. Una persona se dio cuenta de la situación y nos regaló unos. Me da mucha impotencia no poder comprarle ni un par de zapatos a mi hijo”, dijo Delia.

Antes que la crisis económica se agudizara con la llegada de Nicolás Maduro al poder, Delia optó por comprar prendas de oro. Cuando se topó con el monstruo de la hiperinflación decidió vender en dólares sus joyas y con eso es que afirma ha podido hacerle frente a las necesidades cotidianas. “Las enfermeras sabemos que somos las peores pagadas y por eso comandamos esta lucha que la hemos tenido que llevar a la calle para hacerla visible. Ya yo no tengo miedo. Se me quitó ante tanta injusticia”.

Delia asegura que no planea dejar la enfermería y mucho menos irse de Venezuela. Si la incapacitan por el dolor en la columna, seguirá atendiendo pacientes por su cuenta.

“Es doloroso decir que en el Vargas no hay ni agua para bajar una poceta y en la Maternidad carecen de antibióticos y calmantes para las parturientas”, dijo Delia.

La enfermera coincidió con sus colegas y sentenció que los hospitales en Venezuela funcionan por la vocación de servicio de los profesionales de la salud. “Los médicos diagnostican enfermedades, nosotras jerarquizamos necesidades. En ese sentido mi compromiso es 100% y estoy segura que entre todas vamos a recuperar el país que teníamos”.

6 dólares mensuales le llevaron a hacer gelatina

Francis Guillén, enfermera del área quirúrgica del Hospital Pérez Carreño en La Yaguara, calcula que su más reciente mensualidad fue también de 6 dólares.

“A muchas de nosotras nos mantienen los esposos. Sinceramente no sé cómo hacen mis colegas que son padre y madre a la vez”, dijo Guillén, quien trabaja en el HPC desde 2012.

La necesidad obligó a que Francis y su familia apostaran por un emprendimiento. “Yo en lo personal me rebusco haciendo otro oficio. Unas venden tortas, otras bisutería. Yo vendo gelatina para el cabello”, afirmó.

Francis viene de una familia de enfermeros. Su papá, Marco Guillén, trabaja también en el HPC de noche y en el Hospital Doctor José Ignacio Baldó, conocido como El Algodonal. Su mamá, Zenir Gallardo, está jubilada y ofreció sus servicios en el Hospital Domingo Luciani de El Llanito. Su abuela también lo era.  

“Las enfermeras que estamos en los hospitales estamos por vocación y porque amamos nuestra carrera. Muy pocos profesionales nacen con esa devoción por lo que hacen”, dijo Guillén.

Francis trabaja de 7 de la mañana a 1 de la tarde en el Pérez Carreño. El resto del día se lo dedica a su hijo Diego de 3 años y al negocio de la gelatina que comanda su esposo, Angel Rojas.

“El tiene su mesita en Catia y allí vende la gelatina para el cabello, nosotros mismos la fabricamos”, dijo Francis. “Me ha ido mejor económicamente vendiendo gelatina que redoblándome en una guardia en el hospital. En febrero hice 60 mil bolívares en apenas un día”, agregó.

Francis dijo que antes podía vivir con el sueldo de suplente, hoy en día siendo personal fijo y calificado no puede. “Con mi sueldo y la ayuda de mi esposo, costeamos nuestra boda hace 7 años, por civil e iglesia. Ahorita es imposible”.

La enfermera recuerda una protesta que hizo el gremio recientemente en la Plaza Brión de Chacaito, donde con el uniforme puesto empezaron a vender chupetas y caramelos. “Impresionante la cara de las personas cuando nos veían vendiendo…es que la mayoría de nosotras tiene que recurrir a eso, sino no podemos vivir”.

Francis indicó que lo más duro es carecer de una póliza de seguro para su hijo. “Es difícil cuando se enferma el niño. Tenemos que venir al hospital y la gente cree que como uno trabaja aquí no vas a tener problemas y nos conseguimos con los mismos de toda la gente. Hay que comprar las medicinas y a la hora de convalidar un reposo tenemos que recurrir a una institución privada”.

La enfermera ha sido testigo de la diáspora de profesionales en el HPC debido a las escasas garantías laborales. “Solo del área quirúrgica la semana pasada renunciaron tres personas”.

Aseguró que residentes y enfermeras se van porque deben hacer una guardia nocturna durmiendo en colchones vencidos, no hay agua potable ni insumos, el personal es insuficiente y carecen de incentivo alguno.

“Una gana lo mismo que un TSU, sin ánimo de quitar mérito a nadie. No vale la pena que tengas un doctorado o un magister. Hay muchas supervisoras que son nombradas a dedo”.

Pese a la situación, Francis no quiere irse de Venezuela ni abandonar la enfermería. “Tuve la oportunidad en febrero de ir a Colombia y vi la diferencia del cielo a la tierra. Me afectó mucho porque recordaba que así era Venezuela. No me gustaría irme, pero si me veo en la obligación lo tendré que hacer. Tengo fe que esto va a cambiar”.

Después de haber celebrado su día, este lunes 13 de mayo a las 10 de la mañana es probable que Francis coincida con Mabel y Delia en una protesta que ha convocado el gremio de enfermeras frente al Hospital Clínico Universitario de Caracas. Una más de la tantas manifestaciones que han llevado a cabo solo en 2019.

Frente Amplio llama a gremios y partidos a unirse a las protestas

El Frente Amplio Venezuela Libre llamó este viernes a todos los movimientos sociales y organizaciones políticas a acompañar las protestas ciudadanas y gremiales que se vienen desarrollando en el país suramericano desde hace más de un mes.

“Hacemos un llamado a todas las organizaciones, a todos los partidos a acompañar las luchas que desarrollan en este momento los trabajadores del país y en especial las enfermeras” que iniciaron hace más de un mes las protestas por mejores salarios, dijo la vocera del frente, Belsaí Yánez.

La también representante del partido Bandera Roja, uno de los que agrupa el frente, indicó en rueda de prensa que el llamado de acompañamiento es para expresar solidaridad sin quitarle protagonismo a “los liderazgos naturales que han venido emergiendo”.

Venezuela, el país con mayores reservas petroleras en el mundo, atraviesa una grave crisis económica que se traduce en escasez de alimentos básicos, medicinas, repuestos de maquinarias y vehículos y hasta dinero en efectivo, así como fallos en los servicios públicos.

Esta crisis ha ocasionado que en el último mes, miles de trabajadores dependientes del Estado demanden en las calles sustanciales mejoras salariales que les permitan hacer frente a la rampante inflación, que según el Parlamento, es de 2,8 % diaria.

En ese sentido, Yánez indicó que desde el frente acompañan “esas luchas” y pidieron a los líderes de estas protestas que les indiquen “el camino para articular” y “unificar todas las luchas y protestas que se vienen desarrollando por el salario digno, pero también por los servicios”.

Profesionales venezolanos: todo a $1

Los zapatos del “profe” parecen de cartón

 

Profesión Sueldo ¿Qué puede comprar en un mes?
Profesor universitario con especialización en Gerencia de Proyectos de Investigación en Desarrollo, y maestría en la UNESCO. Estudia un doctorado en salud pública 2.916.107 bolívares 1 empanada y 1 malta o medio kilo de carne o ⅓ de desodorante

 

Una maremagno de comentarios de solidaridad desató el tweet del profesor de la escuela de Trabajo Social de la Universidad Central de Venezuela, José Ibarra, a finales de junio de este año. El docente escribió: “No me da pena decirlo, con estos zapatos me traslado a la UCV a dar clases. Mi sueldo como profesor universitario no me alcanza para pagar el cambio de suela, pues sale en 20 millones”.

La intención de Ibarra en las redes sociales no era generar lástima, sino plasmar la realidad de un profesor universitario en el presente, profesional alejado en salario del sueldo de entre 60 y 70 millones de bolívares de un coronel del Ejército, según cifras manejadas por Rocío San Miguel, presidenta de la Organización No Gubernamental, Control Ciudadano.

A raíz de su manifestación pública, el profesor Ibarra empezó a recibir donaciones de calzado tanto del interior como del extranjero y creó el movimiento “Zapatos de la dignidad”, para regalar no solo calzado, sino también útiles escolares a hijos de docentes universitarios.

En el más reciente recibo de pago de Ibarra, un especialista en Gerencia de Proyectos de Investigación y Desarrollo con una maestría en la Unesco y un doctorado en Salud Pública en camino, se refleja un monto neto a pagar de 2.916.107 bolívares, poco más de 1 dólar, empleando como referencia la escala para remesas familiares autorizada por el gobierno nacional.

El sueldo de Ibarra representa apenas el 1,59% de la canasta alimentaria que se ubicó en 164 millones de bolívares en junio de este año, de acuerdo a cifras manejadas por el Centro de Documentacion y Analisis para los Trabajadores (Cenda).

 

El desgaste de los zapatos de Ibarra no es casual, a veces el docente debe caminar desde Catia hasta la UCV porque el Metro de Caracas, ahora gratuito, está colapsado y no tiene para el pasaje.

A Ibarra no le gusta usar el transporte público subterráneo. Todavía recuerda cuando lo golpearon y asaltaron  en una estación.

El profesor vive en una zona periurbana entre Catia, El Junquito y La Guaira. Solo en traslado puede gastar diario hasta 100 mil bolívares.

Ibarra fue el primero en su promoción, tiene 10 años como profesor graduado y gracias a unos talleres que imparte calcula que devenga entre 3 y 4 dólares mensuales.

“El tema con los zapatos fue mi punto de inflexión”, dijo Ibarra. “Después de tanto estudiar, me siento tan pobre o peor que en los años ochenta”, añadió.

El docente asegura que puede sortear la crisis porque recibe el apoyo de familiares. “Es la única forma de sobrevivir. Le doy prestada la tarjeta de débito a mi mamá y ella me da el efectivo, además mis hermanos tienen negocios y me tienden la mano”.

Ibarra pudo comprar una casa con sus ahorros en 2010 de contado por 80 mil bolívares, donde vive con su mamá, dos hermanos y sus sobrinos. No tiene hijos. “Antes era yo quien ayudaba a mis hermanos, ahora son ellos los que me brindan apoyo. ¿Quién lo diría?”.

El licenciado califica el 2018 como el peor año de su vida en materia económica. Sin embargo, agradece que aún puede ejercer su profesión y llevar un bocado a la casa de vez en cuando.

“Yo soy un bendecido, conozco profesores que se desmayan de hambre”.

Recibo de pago de José Ibarra

 

Doctor con una comida diaria

 

Profesión Sueldo ¿Qué puede comprar en un mes?
Médico graduado en la Universidad de Oriente con especialización en la Universidad Central de Venezuela 2.600.000 bolívares Un refresco de 2 litros o medio cartón de huevos o un cachito en una panadería

 

Danny Golindano es un doctor egresado de la Universidad de Oriente en Puerto Ordaz. Hace siete años se graduó de médico e hizo una especialización en hematología en la Universidad Central de Venezuela. Tiene 31 años de edad, no tiene esposa ni hijos. Se pasea a diario por los pasillos del Hospital José María Vargas en Caracas, a veces pasa 7 horas de consulta y hace guardias de 24 horas. Todo por la bicoca de 2.600.000 bolívares mensuales.

“Hay días en que solo me alcanza para el almuerzo; he bajado como 8 kilogramos en los últimos dos meses”, dijo el oriundo del estado Bolívar.

Golindano asegura que hay una falsa creencia en cuanto a los profesionales de la salud. Alega que algunos consideran que los médicos que laboran en centros asistenciales públicos compensan sus ínfimos ingresos atendiendo consultas privadas. “Alguien que está haciendo un postgrado requiere dedicación exclusiva, no tiene tiempo para ponerse a trabajar en una clínica”, comentó.

Expuso que los médicos privados deben arrendar consultorios, pagar a secretarias, comprar suministros y papelería. “Lo que le dan a uno en un hospital no alcanza para eso”, alertó.

Danny es el único médico en su familia: su padre fue obrero en una de las empresas básicas de Puerto Ordaz, su madre es ama de casa. Tiene una hermana farmaceuta y otro que trabaja en una contratista en oriente. Sus padres le ayudaron a estudiar con mucho sacrificio. Ahora, el sueldo de un mes no le alcanza para comprarse una empanada y un café grande.

Aseveró que ha conseguido en colegas la solidaridad para obtener recursos adicionales. “Hago suplencias a algunos compañeros cuando se van de permiso o vacaciones, los ayudo en proyectos, pero eso es algo esporádico, no es todo el tiempo”.

A su juicio, las oportunidades en clínicas también han disminuido porque la mayoría de la gente no posee el dinero para pagar una consulta privada. “Antes, un médico con trabajar en un hospital tenía, hoy eso no alcanza. Tengo compañeros que están en bienes raíces o haciendo otras cosas para medio mantenerse”.

Para Golindano el drama más terrible no es el salario que cobra mensualmente, sino la cantidad de personas que ve morir por falta de recursos y medicamentos. “Yo manejo el área de oncología y duele ser testigo de gente que fallece porque no se hizo un tratamiento de quimioterapia a tiempo. El cáncer no perdona; hay que gente que me pide que la ayude, pero cómo hago yo”.

 

Gasta más en transporte de lo que cobra

 

Profesión Sueldo ¿Qué puede comprar en un mes?
Enfermera con 20 años de experiencia, especialista en terapia intensiva y con una maestría en Salud Pública 3.000.000 bolívares Un kilo de tomates o 500 gramos de detergente o un frasco de mayonesa

 

A la enfermera Adelys Urbina le sale más caro trasladarse a Caracas desde Guatire que cobrar la guardia nocturna de 300.000 bolívares que le pagan en el hospital Domingo Luciani. Urbina, una enfermera integral con 20 años de experiencia, devenga un sueldo cercano a los 3.000.000 de bolívares mensuales. Si bien le depositan unos bonos por profesionalización y transporte, también le descuentan por Seguro Social Obligatorio, Paro Forzoso y Fondo de Ahorro Obligatorio para la Vivienda. Al final, siente que va a trabajar gratuitamente.

Urbina es especialista en terapia intensiva, pero conoce de neurocirugía y pediatría. Además tiene una maestría en Gerencia de la Salud Pública en la Universidad Experimental de los Llanos Centrales Rómulo Gallegos.

“En los centros hospitalarios, la persona más importante es la enfermera, porque siempre está ahí. Los pacientes cuando necesitan algo buscan siempre es a una enfermera. No estamos reparando celulares, estamos tratando con personas y eso es un compromiso. A nosotras nos jubilan luego de décadas de servicios con unos sueldos paupérrimos”, dijo Urbina.

Aseguró que la jornada laboral de una enfermera puede llegar hasta 36 horas corridas, si se suman las pernoctas en los hospitales.

La enfermera ayuda a actualizar los libros de contabilidad de la empresa de transporte donde trabaja su marido para conseguir un dinero extra. Considera injusto que a militares les ajusten los sueldos periódicamente y no a los profesionales de la salud. “Yo no quiero bonos, yo quiero un sueldo digno. Si al presidente le gustan los uniformes, nosotros también tenemos; si le gustan las condecoraciones, aquí también hay”.

Urbina tiene dos hijos en edades adolescentes: uno se graduó de bachiller y el otro está por hacerlo. La posibilidad de enviarlos a universidades está cada vez más lejana. “Ellos han tenido que ayudarme vendiendo cigarrillos detallados y guarapos en la calle…Para nosotros ya no existe la diversión fuera de casa, se acabaron las idas al cine y a comer en un centro comercial”.

Pese a la situación por la que atraviesa, considera que hay gente con mayores calamidades. “Hay muchas compañeras que son madres solteras, que tienen familiares enfermos, con familias muy grandes”.

Alertó que la partida de colegas a otros países ha causado una crisis de personal sin precedentes. “Eso nos ha generado una carga adicional de trabajo. Lo peor es que seguimos cobrando el mismo sueldo”.

Al mal tiempo…

Pese a la imposibilidad de tener una calidad de vida similar a la de años atrás, el profesor universitario José Ibarra no desfallece en su afán de mantener los cánones de excelencia en las aulas de la Universidad Central de Venezuela.

“Con todo y crisis, en la UCV seguimos investigando. La educación es el muro de contención de todo esto, hay que fomentar el emprendimiento y las estructuras mentales, la gente no puede acostumbrarse a pedir”, dijo el especialista en Gerencia de Proyectos de Investigación y Desarrollo.

Ibarra reconoce que, como todo ser humano en Venezuela, algunos días amanece con el optimismo en cero. “A veces pienso que debo irme del país, pero veo el empeño de mis estudiantes y recapacito. Me desmoraliza la deserción escolar y el éxodo de profesores, es conocimiento que se está perdiendo”.

“Yo siempre he apostado porque acá debe haber un cambio, que vamos a tener una nación diferente, si todos decidimos irnos hay mucha gente que va a sufrir, cuando pienso en irme, estoy dejando atrás a un grupo de personas indefensas que probablemente mueran”, señala el doctor Danny Golindano. “Aplaudo la valentía de algunos colegas de salir de nuestras fronteras, pero esos mismos me dicen que si aquí hay un giro de timón, se regresan, porque el médico se debe a sus pacientes”, agregó.

“Hay un sentimiento encontrado, por un lado quieres tener una mejor vida y esa no se consigue hoy en día en Venezuela y por el otro está la vocación, estamos en la lucha diaria por la dignidad. Imagínate si acá se fueran todos, nosotros tenemos la esperanza de que esta vaina se acomode”, enfatizó la enfermera Adelys Urbina.

Sueldo de militares, mito o realidad

El diputado a la Asamblea Nacional, José Manuel Olivares, denunció en el fragor de una protesta de médicos y enfermeras para exigir salarios justos a principios de julio de este año que hay una brecha astronómica entre los ingresos de los militares en el gobierno de Nicolás Maduro y el resto de los trabajadores.

“Si un coronel de la República va a ganar 240 millones de bolívares, entonces un doctor también merece ganarlo; si un teniente va a ganar 230 millones, una enfermera también; si un mayor devenga 148 millones, un bioanalista también”, expresó.

“Un teniente coronel cobra como 25 dólares mensuales, poniéndolo a 3 millones, es decir 75 millones, lo demás es puro cuento”, asomó desde el anonimato un miembro de la FANB.

La presidenta de Control Ciudadano, Rocío San Miguel, corroboró la tesis del uniformado.

“Esos sueldos de militares que están circulando por ahí no son fidedignos. Los salarios de los miembros de la FANB se corresponden más con los de la administración pública, lo único cierto es que el presidente Maduro ha hecho ajustes paulatinos”.

Enfatizó que los salarios de los militares dependen de la antigüedad y el estatus. “Cada grado tiene cinco niveles, así que es algo difícil de determinar. Los incentivos que se dan no son generalizados e incide mucho el tema de la lealtad”.

Sostuvo que el pase a un ministerio u otra dependencia pública también puede vislumbrarse en el ámbito militar con una mejora económica. Según cifras de Control Ciudadano, 507 militares han sido responsables de distribución de alimentos desde que se creó la Gran Misión Abastecimiento Soberano en 2016.

Un informe de Transparencia Venezuela en febrero de este año reveló que de 127 empresas del Estado (agroalimentarias, básicas, de energía y financieras), en al menos 38 hay un militar activo o jubilado en la junta directiva.

San Miguel también informó que pese a la diferencia salarial entre militares y civiles en Venezuela, estos primeros siguen siendo los peor pagados en Latinoamérica. “Tal vez en los 80, el militar promedio gozaba de una condición de clase media, hoy en día no”.

Para San Miguel, la situación económica, aunada a las presiones en los comandos, han disparado las peticiones de baja, cifras imposibles de develar con exactitud en vista de la opacidad del ámbito castrense nacional.

 

Enfermeras venezolanas exhortaron a los ciudadanos a sumarse al paro

 

Las enfermeras venezolanas desde hace 22 días protestan por mejoras salariales y por la dotación de materiales médicos y fármacos a los hospitales. Exhortaron este lunes 16 de julio a los ciudadanos del país unirse a estas exigencias.

«Le hacemos un llamado al pueblo venezolano a que se sume a la lucha del sector salud, el derecho que usted tiene a tener insumos y materiales médicos en los hospitales», dijo la presidenta del Colegio de Enfermeras de Caracas, Ana Rosario Contreras.

En declaraciones a los periodistas, la vocera del gremio de enfermeras, acompañada de distintos trabajadores del sector salud, reiteró que se mantendrán en protesta y «paro presencial» hasta que el gobierno de Nicolás Maduro cumpla con la dotación de hospitales y aumente los salarios, debido  que lo que perciben equivalen a «dos dólares al mes».

Los médicos, trabajadores administrativos y obreros del sector salud reiteraron este lunes su preocupación por la crisis económica y la falta de medicinas, pues recordaron que son los pacientes quienes deben buscar por sus propios medios los medicamentos y materiales para poder ser atendidos en un centro de salud.

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