comunismo archivos - Página 2 de 9 - Runrun

comunismo

Que no se le llame ingenio a la normalización de la tragedia venezolana

@BrianFincheltub 

Recuerdo que cuando era niño escuchaba historias de cómo los cubanos se las “ingeniaban” para tener acceso a productos y servicios que el comunismo les había arrebatado.

En los tiempos del llamado “período especial” se hablaba, por ejemplo, de las “bicilavadoras”, que básicamente consistía en una bicicleta a la cual se le adaptaba un motor de lavadora rusa con la finalidad de aumentar su velocidad y así paliar un poco el grave problema de transporte público de la isla.

También de las planchas sin electricidad, de los calentadores autóctonos y hasta cámaras fotográficas, que eran improvisadas “made in cuba”. La “inventiva” cubana se extendía sobre todo al campo de la alimentación, donde la escasez de comida obligaba a hacer literalmente de tripas corazones. Se producía pasta dental con bicarbonato, carne con concha de plátano y refresco a base de hierbas.

Todo bien hasta aquí, nadie podría criticar a un pueblo que, sorteando todo tipo de obstáculos, es capaz seguir adelante. Pero una cosa es tener voluntad de continuar y otra muy distinta es acostumbrarse a vivir en semejantes condiciones.

Lamentablemente para los pueblos que viven sometidos a la miseria, el tiempo es su peor enemigo. Se pierde la brújula, la gente se olvida de que no es normal vivir sin servicios públicos, que no es normal ir de mercado en mercado buscando productos o medicinas que escasean, que no es normal que debamos readoptar procedimientos abandonados hace siglos y que a eso se le llame “ingenio”.

Quizás mi opinión sea impopular, pero mientras en Cuba se “inventaba” el helado de arroz, en otras naciones del mundo, y no hablo solo de naciones desarrolladas, sino de la propia Latinoamérica, había científicos trabajando en nuevas vacunas, estudiantes desarrollando softwares para la agricultura y escuelas formando ciudadanos con derechos. Cuando vives en comunismo se te olvida que eres un ciudadano con derechos, porque lo importante para ti es resolver tu día a día.

Es así como cuando el Estado dueño de todo no es capaz de proveer los servicios más básicos, lo esencial para el ciudadano domesticado en comunismo no es exigirle a ese Estado rendición de cuentas, sino “resolver».

Es esa cultura del resuelve la que se ha instalado en Venezuela desde hace años, una tendencia que aumenta a medida que la situación se hace más crítica.

Personalmente no me siento orgulloso de eso, lo podría entender como parte de un mecanismo de supervivencia, pero cuando se instala como parte de la “normalidad” no hace sino preocuparme.

Veía esta semana en redes sociales a una abuela que mostraba cómo con una botella de agua de plástico era capaz de improvisar un dispensador de agua. También cómo las bicicletas se hacen populares frente a la escasez de gasolina. Ni hablar de lo que sentí al leer que la sangre de res pasaba a formar parte de la dieta diaria del venezolano como sustituto de la proteína, carne o pollo.

Aunque sentía alivio por la abuela y orgullo por los profesionales que van a sus empleos así sea en bicicleta, no dejo de pensar que detrás de la cultura del resuelve hay derechos que desaparecen, que se dejan de exigir, como desaparecieron el derecho a la salud, a una educación de calidad, a la paz y la tranquilidad.

Los venezolanos nos merecemos más que simplemente sobrevivir y con trabajo lo podemos lograr. No nos acostumbremos a esto o ellos habrán ganado; si no, veámonos en espejo de los cubanos, quienes tienen 60 años “ingeniándoselas”.

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Alejandro Armas May 01, 2020 | Actualizado hace 3 semanas
¿Fin de la NEP caribeña? No tan de prisa

@AAAD25 

A la ya kilométrica cadena de desgracias en Venezuela ha sido añadido otro eslabón. Como si ya no bastara con años y años de catástrofe política, económica y social, más la llegada de la COVID-19 a nuestras costas, el régimen chavista reanudó el control de precios, una de las medidas con mayor cuota de responsabilidad por la destrucción de  la economía nacional. Silenciosamente se esfumaron estas regulaciones a finales de 2018 o principios de 2019. El resultado fue que, sin bien la inflación se mantuvo galopante, los anaqueles por primera vez en años estuvieron repletos. No hubo necesidad de filas interminables para comprar harina o arroz. Los revendedores informales (“bachaqueros,”, el efecto natural e inevitable de las leyes de mercado ante una regulación de precios y la carestía consiguiente) desaparecieron con los propios controles. Ahora, dependiendo de cuan severas y prolongadas sean las regulaciones, todos esos vicios volverán de una forma u otra para amargarle la vida al venezolano un poco más… Sin que se corrija la inflación.

Mucho se ha especulado sobre las razones detrás de esta marcha atrás en el laissez faire limitado que caracterizó la economía venezolana desde el año pasado. Hay quienes sostienen que siempre estuvo planificado. Que la elite chavista nunca renegó de sus inclinaciones ideológicas cuasi estalinistas. Solo permitió cierta apertura para oxigenar un poco la economía y luego retomar el control total. Así que no solo la libertad de productores y distribuidores para poner precio a su mercancía estaría en peligro. También el mercado de divisas no controlado por el régimen, la tolerancia a las transacciones en dólares y la facilitación burocrática y arancelaria a las importaciones. Además de saludar una vez más a anaqueles vacíos, colas interminables y “bachaqueros”, habría que despedirse de negocios repletos de café Dunkin’ Donuts y cerveza Heineken. Sería el fin de la “pax bodegónica”, por usar la expresión del politólogo Guillermo T. Aveledo.

Para fortalecer esta argumentación, quienes así ven las cosas recurren a ejemplos de regímenes de extrema izquierda en el pasado. Una de las ilustraciones más vistas en tal sentido es la de la Nueva Política Económica (NEP, por sus siglas en ruso con caracteres latinos) implementada por Lenin en la Unión Soviética en la década de 1920. A mi juicio este no es un símil adecuado. Para que el paralelismo tenga sentido, habría que omitir aspectos históricos importantes. A continuación explicaré por qué.

La naciente URSS emergió famélica y arruinada de la Guerra Civil Rusa. Para asegurarse de que el Ejército Rojo contara con alimentos y otros recursos en su contienda contra los “blancos”, los bolcheviques implementaron una política llamada “Comunismo de Guerra”, que consistió en la toma estricta de la producción agrícola e industrial por el Estado. Aunque Lenin, Trotsky y sus camaradas ganaron el conflicto, el resultado de esta política económica fue una escasez severa, debido a que los productores incurrieron en pérdidas graves.

Por eso, en 1921, Lenin ordenó la NEP, una reapertura parcial de la economía soviética. Algunos controles de mercado fueron retirados y se permitió a los ciudadanos mantener alguna forma de propiedad privada. Dado que Rusia seguía siendo una sociedad predominantemente rural, la NEP se manifestó sobre todo en el campo. Los pequeños campesinos rusos, los kulaks, pudieron administrar sus parcelas con mayor libertad. Pagaban impuestos en vez de tener que entregar toda su producción al Estado. Poco a poco, las condiciones económicas mejoraron.

Lenin murió en 1924. Siguieron años de pugna por el poder entre facciones del Parido Comunista, de las cuales las más notables fueron las encabezadas por Lev Trotsky y Iosiv Stalin. Fue este último quien finalmente se impuso. Mientras duró la competencia, la NEP se mantuvo vigente. Tuvo que consolidarse el liderazgo de Stalin para que la NEP fuese abandonada. El nuevo mandamás la sustituyó en 1928 con el primero de sus infames “planes quinquenales”. La agricultura y la industria fueron completamente colectivizadas. La oposición de los pequeños propietarios que se beneficiaron de la NEP, aplastada. Como se dice comúnmente en estudios de la historia soviética, de los kulaks se pasó a los gulags.

Como vemos, el ascenso y caída de la NEP no obedeció a ningún plan elaborado por una elite gobernante. El relajamiento de los controles no duró apenas unos meses para superar una coyuntura. Mediaron varios años y un cambio de elite. Por lo tanto, cuesta equipararlo a lo que aconteció en Venezuela entre 2019 y 2020 apenas. A mi juicio, más que consideraciones ideológicas, fue la búsqueda de estabilidad para el corto plazo lo que privó en la decisión reciente del régimen chavista. Me explico.

El detonante fue la paralización de la economía global para contener la pandemia de COVID-19 y el resultante desplome de los precios del petróleo. Ello redujo considerablemente el ingreso del régimen chavista, ya golpeado por las sanciones de Estados Unidos y los descuentos en el crudo venezolano para alentar su compra a pesar de dichas sanciones. En un contexto de acceso muy limitado o nulo al crédito internacional, a la elite gobernante no le quedó más remedio que monetizar el déficit fiscal. Es decir, cubrir sus gastos con bolívares emitidos por el Banco Central de Venezuela, sin ningún respaldo en bienes y servicios. Como resultado, la inflación, algo aplacada en 2019 con respecto a los dos años anteriores, se disparó de nuevo, al igual que el dólar.

A su vez, esto produjo un recrudecimiento en la pérdida del poder adquisitivo del empobrecido ciudadano común. Tal pérdida, combinada con una menor capacidad para suministrar alimentos mediante los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) y la escasez fuerte de gasolina, elevó el descontento social hasta niveles peligrosos. Prueba de ello fueron las protestas y saqueos en varias localidades venezolanas a mediados de abril. Así que el régimen, temiendo por su estabilidad, se vio urgido de buscar un chivo expiatorio y demostrar que está “haciendo algo”. Ese chivo expiatorio fue la industria privada de alimentos. De ahí el regreso del discurso antiprivados (aunque no tan hostil como antes, Empresas Polar aparte) y del control de precios. Es cierto que la escasez resultante pudiera terminar generando un malestar colectivo mayor. Pero quizás al régimen solo le interese ganar tiempo mientras piensa en alternativas para contener dicho malestar.

Si bien Fukuyama se apresuró al sentenciar el “fin de la historia”, algo de razón tuvo cuando auguró para el siglo XXI un papel menor para los dogmas ideológicos demostradamente fracasados, como el socialismo revolucionario. A estas alturas, a los cabecillas del chavismo lo único que les importa es mantenerse en el poder como sea. Las consideraciones ideológicas son accesorias, instrumentales y, sobre todo, mutables. El cuadro terriblemente complicado que se le presenta al régimen solo le permite ir de coyuntura en coyuntura, y con cada coyuntura distinta, cambian las necesidades. Eso es lo que le permitió a Nicolás Maduro aclamar la dolarización sin ningún miramiento, tras años de criminalizar las transacciones informales en dólares. La coyuntura de las sanciones obligó a tomar ciertas medidas, mientras que la del coronavirus obligó a tomar otras medidas. No es mi intención desvincular el socialismo revolucionario del régimen. Indiscutiblemente, esa fue su orientación ideológica y es responsable de la calamidad actual. Pero no es un criterio rector único, y en este momento, me parece, ni siquiera es el principal. Lo que Maduro y compañía hacen no se reduce en su totalidad a tramar planes comunistas malvados. Asumir tal cosa es simplista y más político que politológico.

Al momento de escribirse estas líneas, ni han sido revocadas las facilidades para importar ni ha vuelto el control de cambio. Algunos economistas han señalado que, con el predominio del dólar en las transacciones, es imposible que el régimen vuelva a tener el mismo control del que gozó antes. De paso, suceda lo que suceda con los precios del petróleo y el gasto público, la coyuntura de las sanciones no parece que irá a ninguna parte, lo que dificulta al chavismo retomar todas sus otras prácticas hostiles hacia el sector privado. Ya lo dijo Marx, en una de sus citas más conocidas, parafraseando a Hegel: la historia se da dos veces; primero como tragedia, y luego como farsa. Sin embargo, el daño específicamente vinculado con el control de cambios ya está hecho y al menos una consecuencia (las colas) ya es visible. Una prueba más del nulo interés en el bienestar colectivo por parte de la elite gobernante.

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Alejandro Armas Dic 27, 2019 | Actualizado hace 3 semanas

En la edición pasada de esta columna discutimos qué similitudes y diferencias hay entre el retiro informal de controles económicos llevado a cabo por el régimen chavista y las reformas de Mijaíl Gorbachov en la extinta Unión Soviética. Hoy toca discutir otro modelo sobre el cual, hipotéticamente, Miraflores puso el ojo, con el propósito de aproximarnos al tipo de orden que los jerarcas del PSUV aspiran a imponer en Venezuela. De nuevo, es necesario mirar en dirección hacia la tierra de Mussorgsky y el caviar de esturión.

Incluso antes de que Nicolás Maduro ensalzara las virtudes de una dolarización caótica y, con discreción, se interrumpiera la tradición navideña chavista de apretar las tuercas al control de precios y obligar a comerciantes a vender su mercancía con montos ruinosos hacia diciembre, se ha especulado sobre la posibilidad de que el régimen, solo por sobrevivir, reemplazara a Cuba como principal referente por China o Rusia, sus dos grandes amigos mucho más formidables. Sin embargo, emular a la China post Mao luce sumamente cuesta arriba. No hay ningún Deng Xiaoping en la elite chavista. La rapacidad y la ineptitud son tales que la idea de un crecimiento estratosférico como el de Pekín es risible. En el mejor de los escenarios, el chavismo podría aspirar a perfilarse como el equivalente tropical a la Rusia de Vladimir Putin. Es decir, tener una economía mediocre pero considerablemente mejor a la que hoy hay en Venezuela. China creció sin interrupciones durante esta década y el año pasado su producto interno bruto (PIB) fue el triple de lo que era en 2008, de acuerdo con cifras del Banco Mundial. En Rusia, ese mismo indicador ha sido una montaña… rusa, pues, con varios picos y valles. De hecho el PIB cerró el año pasado ligeramente por debajo de lo que alcanzó en 2008. Ello después de haber gozado del mayor boom de precios del petróleo en la historia. Seguramente el relato es familiar para los venezolanos, con la diferencia que la conclusión de los tiempos de vacas gordas en Rusia no supuso una tragedia humanitaria.

En fin, para seguir el ejemplo que Moscú dio, el chavismo tendría que renunciar explícitamente a buena parte de su bagaje ideológico, al menos en la práctica. Cuando la Unión Soviética se desplomó, Rusia, bajo la conducción de Boris Yeltsin, buscó integrarse al orden democrático y capitalista que en aquel entonces Fukuyama y otros creyeron imbatible. Sin embargo, el caos que supuso la desaparición de la URSS se tradujo en una oleada de privatizaciones no precisamente basada en principios de libre mercado. Personalidades que discretamente acumularon poder durante el ocaso del Estado soviético se hicieron con el control de varios de los sectores clave de la economía y los usaron para enriquecerse de forma grotesca. Esta fue la primera generación de los infames oligarcas rusos, que tantos quebrantos de cabeza le dio a Yeltsin, puesto que aplicó su influencia económica enorme para obtener del Gobierno lo que convenía a su bolsillo. En el proceso contribuyó con la durísima debacle de la economía rusa a finales de los años 90 y con la desilusión de sus compatriotas con el ensayo democrático. Se le atribuye a Lenin, otro hábil animal político eslavo, una expresión que describe el poder como un ente suelto por las calles cuando el descontento social es enorme, listo para ser recogido por alguien. En efecto, cuando terminó el segundo milenio después de Cristo, la mesa estaba servida para que un político de bajo perfil pusiera en práctica su talento perverso y oportunista.

En fin, para seguir el ejemplo que Moscú dio, el chavismo tendría que renunciar explícitamente a buena parte de su bagaje ideológico, al menos en la práctica. Cuando la Unión Soviética se desplomó, Rusia, bajo la conducción de Boris Yeltsin, buscó integrarse al orden democrático y capitalista que en aquel entonces Fukuyama y otros creyeron imbatible.

 

Putin centralizó la administración pública en detrimento de los gobiernos regionales, que se aprovecharon de la debilidad de su predecesor para captar ingresos por cuenta propia. También quebró el poder de los oligarcas de la era Yeltsin, persiguiendo a algunos, haciendo tratos con otros y formando su propio entorno de empresarios leales. Desde entonces, buena parte de la economía rusa ha estado en manos de oligarcas millonarios muy dependientes de sus vínculos con el Kremlin. A cambio de permitirles gozar de sus fortunas, tener un estilo de vida colmado de lujos y hasta fomentar agresivamente sus intereses dentro y fuera de Rusia, el gobierno espera de ellos no solo que se abstengan de usar su dinero para financiar actividades opositoras, sino que además colaboren activamente con la permanencia de Putin en el poder. Todo esto en un entorno de corrupción desbordada y dependencia de unos pocos recursos naturales. Un retrato, de nuevo, familiar para los venezolanos.

El chavismo, pese a sus fuertes inclinaciones marxistas, nunca abolió la propiedad privada ni ordenó una colectivización plena de los medios de producción. Es harto sabido la existencia de una élite empresarial favorable al régimen. Maduro los llama “empresarios patriotas”. Formaron organizaciones patronales y gremiales paralelas para mermar la influencia de las tradicionales e independientes. Hasta tienen un espacio en la ANC, el ente que el chavismo lleva dos años usando como intento de legitimación de su “medalaganaísmo”. Ahora, con el retiro de varios controles, estos señores podrían ver su lealtad recompensada en nuevas oportunidades de negocios. Más aun si la elite chavista le toma la palabra a una de sus “estrellas en ascenso”, Rafael Lacava, sobre privatizar servicios públicos. Privatizar en sí mismo no tiene nada de malo, pero no creo que nadie, excepto sus beneficiarios, lo vean como algo bueno si apesta a crony capitalism. No puede esperarse otra cosa. El chavismo no permitirá un empresariado autónomo fuerte, puesto que el empresariado es parte de la sociedad civil, y una sociedad civil autónoma alienta la democracia.

Así que no es descabellado imaginar que el régimen tenga en mente una relajación continua de regulaciones económicas y privatizaciones que sigan el manual de Yeltsin en cuanto a las preferencias por unos pocos empresarios selectos se refiere, pero que mantenga a estos sometidos, como hace Putin. Por cierto, dejando de lado los aspectos económicos, hay otro aspecto de la Rusia actual que el chavismo pudiera estar buscando imitar. En Rusia hay una distinción entre la oposición permitida y la proscrita. La primera está compuesta por todas o casi todas las organizaciones políticas ajenas a Rusia Unida (el partido de Putin) que cuentan con representación parlamentaria. Se les permite participar en elecciones y controlar algunos gobiernos regionales, siempre y cuando sigan las reglas del juego establecidas por el Kremlin y no lo desafíen realmente. Su principal motivación es el acceso a recursos públicos y a cuotas de poder minúsculas.

Así que no es descabellado imaginar que el régimen tenga en mente una relajación continua de regulaciones económicas y privatizaciones que sigan el manual de Yeltsin en cuanto a las preferencias por unos pocos empresarios selectos se refiere, pero que mantenga a estos sometidos, como hace Putin.

En cambio, la oposición proscrita está vetada de los comicios y es perseguida sistemáticamente con el pretexto de que constituye una amenaza para la seguridad del Estado. Su situación es muy parecida a la de partidos políticos venezolanos como Primero Justicia, Voluntad Popular o Vente Venezuela. Mientras tanto, siguen habilitados para elecciones las organizaciones que se han rehusado a desviarse del orden impuesto por el régimen y que “dialogan” con él. No puedo asegurar que lo hacen por motivos crematísticos, pues no me consta, pero, aunque sea por pura ingenuidad, están desempeñando el mismo papel que la oposición “oficial” en Moscú. Qué tristeza que colaboren con la metamorfosis de Venezuela en un pobre intento de Rusia caribeña. Tristísimo cambio para la que alguna vez fue la democracia modelo de América Latina. Recuperarla sigue siendo el deber de todos los ciudadanos.

Reuben Morales Nov 29, 2019 | Actualizado hace 3 semanas
I love communism!

¡Comunismo querido! No sé cómo agradecerte tantos beneficios que le das a mi Venezuela querida y que próximamente le darás a tantos países que desean conocerte.

Comunismo querido… no sé cómo agradecerte los constante racionamientos de agua potable. Son una genial forma de ceder el agua que usamos a países africanos que la necesitan mucho más que nosotros. Además, me hiciste entender lo mucho que reseca la piel el bañarse en exceso. Gracias a ti ya no gasto la poca agua que tengo en casa para bebérmela. Ahora hago cualquier esfuerzo y salgo a comprare una cerveza. Es mucho más rica y me nutre la barriguita.

Comunismo querido… no sé cómo agradecerte los extendidos cortes de luz que haces todos los días. Yo, que era adicto al trabajo, que estaba perdiendo mi vista a causa del monitor de la computadora, ahora aprendí a tomar pausas activas. La vida sin luz me ha hecho parte del beneficioso movimiento lento o “slow life movement”.

 

Comunismo querido… no sé cómo agradecerte el internet lento e intermitente. ¡Ahora ya no uso celular! ¡Converso con mis amistades viéndolas a los ojos! Ay, comunismo, vas de la mano con ese estudio de Harvard en donde dice que se envejece mejor teniendo tiempo de calidad con nuestros seres queridos. ¡Gracias a ti, lo estoy logrando! Además, no sabes cuánto te agradezco que mi hijo no tenga acceso a ver esos peligrosos retos de internet, como el juego de la “Ballena Azul”.

Comunismo querido… no sé cómo agradecerte el poco transporte público que hay en Venezuela. Ahora mi salud mejoró enormemente pues hago cardiovasculares todos los días caminando muchísimos kilómetros a todos lados.

Comunismo querido… no sé cómo agradecerte la falta de medicamentos en las farmacias y la precaria condición de nuestros hospitales públicos. Definitivamente es mejor la medicina preventiva, no la curativa. Como son tan caros la carne, el pan con gluten y las golosinas, ya no comemos porquería y por eso nunca nos enfermamos.

Comunismo querido… no sé cómo agradecerte que nuestros jóvenes ya no tengan profesores de física o química en sus liceos a causa de la fuga de cerebros. Gracias a ello estamos contribuyendo a la paz. Cualquiera sabe que fueron esas dos ciencias las causantes de la peor bomba conocida por la raza humana.

 

Comunismo querido… no sé cómo agradecerte la poca gasolina que hay en Venezuela. Gracias a ti estamos reduciendo la quema de combustibles fósiles y muy pronto lograremos revertir los efectos del calentamiento global. ¡Seguramente, muy pronto la activista Greta Thunberg emigre de Suecia para vivir en el ejemplar barrio de la Cota 905!

Comunismo querido, tras mucho pensarlo, ya sé cómo agradecerte. Lo haré viajando a otros países. ¡Pero, ojo!, no será para vivir en ellos. Será para contarle a todo aquel que conozca, lo rico que se vive contigo.

@ReubenMoralesYa

Brian Fincheltub Oct 12, 2019 | Actualizado hace 2 días
Ecuador y la izquierda hipócrita

VENEZUELA NO ES EL CENTRO DEL MUNDO ni pretendemos que así sea. Pero si de algo debe servir el drama venezolano es para mostrarle a quienes no lo han vivido directamente, el poder destructivo del comunismo. Si de algo fuimos víctimas los venezolanos fue de nuestra propia soberbia, esa que nos llevaba a repetir sin cesar que aquí no, que Venezuela “no era Cuba” y que lo nuestro era diferente porque “no éramos una isla”. Hoy la realidad es más que gráfica, hasta balseros tenemos.

Hay quienes en Latinoamérica dudan sobre la capacidad moral de los venezolanos para darle consejos a otros países. Quizás tengan razón, que el chavismo haya permanecido más de veinte años en el poder es responsabilidad de todos y cada uno de los venezolanos, lo que le votaron y los que no. Algo no hicimos bien como pueblo antes y durante esta etapa tan trágica de nuestra historia para que el resentimiento y el odio se hicieran un proyecto político y ganará elecciones. Pero que nos hayamos equivocado no nos prohíbe contar lo que hemos vivido y no se trata de creernos con superioridad moral, se trata de dar testimonio. Si la región prefiere no escucharlo, no podemos hacer más que esperar que el tiempo y el peso de los hechos hagan su trabajo.

Allí tenemos a Argentina, a las puertas de regresar al poder al kichnerismo, quienes volverán no solo a vengarse sino con pretensiones de no irse jamás, al menos por las buenas. El kichnerismo ya probó el sabor de abandonar el poder y no querrán comer otra vez de ese plato. El comunismo es así, llegan para destruir y destruyen para llegar, sino que lo diga Ecuador. El caso ecuatoriano es más que preocupante, porque hay quienes subestiman que esto se trata de un movimiento transnacional que en los últimos años ha perdido fuerza y que ha emprendido una ofensiva para regresar, utilizando todos los medios a su alcance.

Si ustedes quieren ver lo que significa descaro e hipocresía solo tienen que escuchar lo que decía el siempre ególatra y pretensioso Rafael Correa cuando se desarrollaban las protestas pacíficas en Venezuela pidiendo elecciones y escuchen lo que dice hoy de las actos vandálicos en Ecuador. Hasta adelanto de elecciones anda pidiendo, lo mismo que pedía la oposición venezolana en un tiempo y por lo cual fue calificada de “golpista” por Correa y sus compinches. Pero es normal en ellos, esta gente no sabe de vergüenza y su mejor trabajo siempre ha sido mentir. La región debe aprender no de nosotros, sino de la historia. Los hechos se producen para estudiarlos, no para ignorarlos, si no lo hacemos no saldremos de este círculo vicioso de ruina y destrucción que nos ha perseguido nuestra generaciones.

@BrianFincheltub

Venezuela S.A. por Armando Martini Pietri

PARA DECIRLO CON CLARIDAD, no es que haya un mal gobierno al cual se enfrenta una oposición acostumbrada que sus ofertas entren al olvido, sacarlas de nuevo, entre una y otra derrota, con palabras y organizaciones recicladas. La realidad es que en Venezuela hay una sociedad entre minorías, que comparten y usufructúan el poder en beneficio de intereses. 

Conjeturemos a Venezuela como una empresa que controla en teoría una asamblea de accionistas -no se sabe cuántos son, millones se han ido a otros sueños-, pero en la práctica hay dos pequeños grupos simulando críticas de la boca para afuera, que comparten directiva por mitad, la que controla el territorio, domina la estructura gerencial, y la otra, que insiste en asumirla sin un proyecto definido; lo que hace poco probable, tomar decisiones importantes sin acuerdos, -de allí la insistencia y justificación de la conversadera siempre fallida, en realidad, no buscan acuerdo, sino tiempo-. Unos mandan otros acompañan silenciosos, haciendo creer que nada reciben sino carencias y, si llegaran a encargarse de las decisiones ejecutivas, otro gallo no comunista cantaría.

Ambos se mueven entre la colectividad recabando voluntades. El chavismo, madurismo, socialismo, comunismo o como se quiera llamar al castrismo nacional, fue más original, eficiente al principio y consiguió en tiempos mejores votos suficientes para controlar la directiva, entonces concibió dos situaciones al mismo tiempo: se extendió conversando con la mayoría de pequeños accionistas ofreciendo dividendos maravillosos, consientes que jamás cumplirían, pero haciéndolos sentir eran ellos quienes manejaban la compañía, sólo hacían lo que esa mayoría crecida en número y bajaba en ganancias quería; y al fortalecerse, se instaló en la puerta de la sala de junta, guardias armados dispuestos a cualquier violencia para que nadie pudiera entrar, y en el salón de accionistas, para que no se atrevieran a realizar preguntas incómodas. Y quienes las hacían, eran reprimidos, duramente castigados.

Por la puerta de atrás y en secreto, entraban los miembros del otro grupo, que no sólo arreglan acuerdos en su favor e intereses que representan, sino que tienen como tarea la importante labor de distraer y apaciguar a los demás, ofreciendo algún día serán directores.

Los socios al mando no han sabido manejar la empresa, malbarataron haberes, sustrajeron la caja, la destruyeron, arruinaron, y para mantenerla en aparente prosperidad venden, sin consultar, validos de posición, activos de Venezuela S.A. que se agotan por su incompetencia gerencial, sin lograr producir alternativas, ni siquiera mantener productivo lo poco que quedan.

Los integrantes públicos y ocultos de la directiva son amigos, se conocen, acuerdan, se reúnen a diario, tienen años en el juego, algunos advierten sobre errores, pero nada hacen para evitarlos porque de los escasos aciertos y muchas equivocaciones sacan tajada.

Reunirse en la sede empresarial o en cualquier otra parte, no es más que montar un templete carnavalesco, lleno de papelillo y megáfonos para tratar de dar ánimos, distraer a los vecinos para que continúen pendientes, aunque no tengan música para bailar, los disfraces sean los menos y estén apretujados. Desde abajo es difícil conocer las máscaras y los rostros verdaderos, se parecen tanto.

Los directores notorios y disimulados de esta arruinada compañía nunca pierden, siempre ganan, aunque la empresa está quebrada. Por hablar que no quede, ya se sabe que hablando se entiende la gente, aunque sea sólo una minoría devastadora. Los demás que se sigan marchando, serán menos gastos para la gerencia incapaz de producir beneficios y el problema que lo resuelvan otros. 

Sin embargo, la empresa y sus directivos llegaron al límite, están en situación de insolvencia, desconfianza, legitimidad, representatividad, y requieren con urgencia abrirse a inversionistas que aporten capital social, credibilidad, profesionalismo, plan elaborado de recuperación, pero quienes hoy aun manejan la sociedad, pretenden tercos continuar al mando y se resisten cambiar al personal directivo, administradores y gerentes fracasos de siempre, no quieren modificar el plan estratégico, por el contrario, la intención es mantenerlo. El que venga no lo hará sólo por solidaridad, exigirá una ruta distinta, estrategia institucional confiable, con garantías, por supuesto, apartar a los fracasados, solicitando que el destino de los incompetentes, sea asumir sus errores.

 

@ArmandoMartini 

Venezuela′s communist club, por José Domingo Blanco

@mingo_1

Instagram: mingoblancotv

EN MAYO DE ESTE AÑO, antes de las elecciones que el régimen organizó para legitimar a Nicolás como Presidente de Venezuela, escribí un artículo que titulé La Patria del Carnet. En él alertaba que, más temprano que tarde, el Carnet de la Patria sería el único documento válido en Venezuela. Abría ese escrito diciendo: “¿Cuánto falta para que el Carnet de la Patria sea el documento obligatorio en Venezuela? Obligatorio para salir del país. Obligatorio para gestionar el pasaporte. Obligatorio a la hora de ir a los Registros o Notarías. Obligatorio y único documento requerido para cobrar las pensiones en los bancos. Exigido como identificación por los policías y guardias que se apostan en las alcabalas.  Solicitado junto con la tarjeta de débito a la hora de pagar nuestras compras. ¿Cuánto falta para que reemplace a nuestra cédula de identidad?”.

Cuando escucho a alguien decir “en el Banavih me pidieron el Carnet de la Patria para darme la solvencia que necesito para liberar la hipoteca que tengo con el banco” y observo la cara de asombro de quien lo comenta; cuando Nicolás insiste que, de la gasolina subsidiada sólo se beneficiarán quienes tengan el Carnet de la Patria, y veo a más de uno sacando las cuentas de cuántos millones se les irán llenando el tanque del carro si no tienen ese documento; cuando a los viejitos les condicionan el pago de la pensión y el bono, al registro de sus datos en el Sistema de la Patria; cuando oigo otras amenazas más en las que el documento revolucionario será obligatorio; entonces, con mucha tristeza compruebo que, en un plazo muy corto, el régimen avanzó hacia el fortalecimiento de su sistema comunista. Este modelo inédito que les comienza a dar resultados. Y, por supuesto, el Carnet de la Patria es, obligatoriamente, un paso importante que les permite consolidar sus objetivos y, a nosotros, ponernos a pensar si formaremos parte, o no, de la membresía del novedoso Venezuela′s Communist Club.

¡La venganza del comunismo! El régimen no ha dado puntada sin hilo. Venezuela ha sido el tubo de ensayo donde los comunistas del mundo mezclan lo mejor de su doctrina para volver a la vida un sistema de dominación prescrito y repulsivo. Como insistía la semana pasada, encontraron el ingrediente que le faltaba a la fórmula para que, esta vez, no fallara. Y Venezuela es su prueba piloto. Es la revancha de los comunistas derrocados en otros tiempos. Tiempos en los que no existían las criptomonedas, ni se hacía tanto dinero gracias al narcolavado. Por eso, celebran cada cuerpo que languidece ante la falta de comida o medicinas. Porque la pobreza incrementa su poder. Dominar es mucho más fácil cuando las dos únicas opciones que ofrece el opresor son obedecer o morir. “El comunismo te quiebra las rodillas para que tengas que darle las gracias por las muletas”, una frase contundente con la que cerraba mi programa de radio.

El pueblo venezolano huye. Los venezolanos huyen. Quieren librarse de la pobreza y de su amargura. Huyen de la maldad, del dolor y los gritos. Huyen de los golpes de la vida en dictadura. Huyen de la calle, del sufrimiento, de su tristeza. Huyen de un país rudo, desconocido, injusto…huyen.

Huyen, aunque Nicolás diga lo contrario e intente desmontar la realidad con su plan “Vuelta a la Patria”, una vulgar propaganda salida de los laboratorios del neo Goebbels criollo. La malicia, me susurra al oído: “¿cuánto les habrán pagado a esos venezolanos que recogieron en Perú para traerlos de regreso a Venezuela? Seguro les dieron su apartamento de Misión Vivienda, una caja Clap, algunos bonos y hasta un lingotico de oro. ¿Cuánto crees tú, Mingo? Porque a mí, malicia al fin, me huele a teatro”. Inevitable no pensar de esa manera, porque la realidad desborda el cerco propagandístico del régimen.

El cataclismo que generó la batería de anuncios que soltó Nicolás durante agosto, es planificado, premeditado, es una cucharada rebosante de comunismo que nos empujaron a todos los venezolanos. El régimen asesta nuevos golpes a las rodillas para doblegar la moral de quienes nos negamos a aceptar sus muletas. Porque Nicolás y sus secuaces saben que los responsables de la hiperinflación no son ni los comerciantes ni los empresarios. Sin embargo, gracias a sus medidas, arreciará la toma de fábricas y el cierre de empresas. Se abona el terreno para arremeter contra la propiedad privada. Es destruir lo que queda del aparato productivo. Y eso, por supuesto, afianza a Maduro en el poder. Mientras todo este proyecto avanza, la Vice “P” Delcy Rodríguez nos pide a los venezolanos que no pensemos más en el dólar. Que solo hablemos del Petro. Y, sin embargo, en la Asamblea Nacional Constituyente afirman que el nuevo salario se adaptará a los cambios del dólar paralelo.

Venezuela sufre una neodictadura. Necesario es comprenderlo. Somos víctimas de un experimento cultural / social sin precedentes en la historia contemporánea de la humanidad; incluso, fuera de cualquier fanatismo ideológico. Hoy tenemos una cita con nuestra historia para deslastrarnos de esta pesadilla, “arrancada de la vida misma”, que saltó de las psiquis de un grupo de comunistas psicópatas con mucho deseo de venganza.

 

 

D. Blanco Ago 24, 2018 | Actualizado hace 6 años
Hecho el pendejo, por José Domingo Blanco

 

Iniciaré estas líneas pidiéndoles que enumeren una sola cosa que a Maduro le haya salido mal desde que asumió la presidencia. ¿En qué ha fallado Nicolás? ¿Qué parte de su plan no ha salido como esperaba o no ha cristalizado en los tiempos establecidos? Lejos de debilitarse, Maduro y sus secuaces avanzan a grandes zancadas hacia la consolidación del nuevo modelo comunista -uno reinventado, repotenciado o reloaded– para el que nuestro amado y golpeado país ha servido de prueba piloto.

 

Desde antes de los anuncios del pasado 17 de agosto, me he dado a la tarea de desgranar minuciosamente la estrategia del régimen, intentando encontrar las razones de su éxito. Porque, aunque a muchos no les guste escucharlo, este desgobierno ha sido exitoso. Y pienso que ese, quizá, ha sido nuestro mayor error: no hemos querido reconocer que estamos frente a un enemigo muy astuto, al que hemos subestimado. Llevamos casi dos décadas creyendo que los “errores” –deliberados- que comente, la miseria que ha generado y las muertes que ha causado, son razones suficientemente convincentes que lo conducirán hacia el fin de sus días de opresión. Hemos creído que son los detonantes que provocarán el ansiado estallido social “porque esta situación, ahora sí es verdad, que no la aguanta nadie”. Y no es así. No será así. No lograremos cambiar el modelo, ni sacar a quienes tienen la responsabilidad de aplicarlo, hasta que no cambiemos el paradigma y dejemos de pensar que “Maduro es un bruto, que no sabe lo que hace”. Lamento contradecir a muchos: Nicolás sí sabe lo que hace, y está rodeado por unos cómplices, cohesionados e indolentes, dispuestos a llevar este sistema hasta sus últimas consecuencias.

 

Todo lo que ha hecho el régimen durante estos años le ha servido para arraigarse en el poder. No importa si está al margen de la justicia. No le interesan las acusaciones, ni las amenazas, ni las sanciones internacionales. Este régimen ha tenido suficiente tiempo gobernando como para edificar su fortaleza. Transformar a Venezuela en su bunker impenetrable, con suficientes riquezas y recursos como para vivir -ellos, los de la élite en el poder y sus encubridores- por 20 o 30 años más. Lo han logrado porque su Plan de la Patria, es el Manifiesto Comunista rediseñado, actualizado y mejorado, y lo han venido aplicando como una “fórmula mágica” que comienza a dar los resultados esperados.

 

Para salir de este régimen tenemos que dejar de subestimarlo. Entender que han tenido los recursos y el tiempo para poner a las mentes más brillantes -y fieles devotos del modelo comunista- a estudiar las causas que provocaron el derrumbe de la Unión Soviética; por ejemplo. Tenemos que dejar de decir que el modelo comunista fracasó en todos los países donde intentó imponerse. Tenemos que ver a Venezuela como una experiencia sin precedentes históricos, porque hemos sido la prueba piloto de una fórmula nueva diseñada por los fanáticos de Stanlin, Franco, Hitler, Hussein o Fidel, quienes han analizado minuciosamente los errores y debilidades que cometieron sus ídolos, para generar este modelo nuevo, en etapa experimental en nuestro país, y cuyos resultados, imagino, deben tenerlos muy complacidos.

 

Dejemos de decir “es que nadie hace nada” y comencemos a preguntarnos “¿qué puedo hacer yo para cambiar esta situación?”. Dejemos de pensar que la salida es un golpe militar, que no ocurrirá nunca; o que la solución será la intervención internacional –un procedimiento que tiene sus tiempos y pasos que cumplir. Comencemos a entender que Venezuela ha sido el tubo de ensayo de investigadores comunistas de las mejores universidades rusas, españolas, chinas e iraníes, dispuestos a no fallar esta vez en la fórmula. Insisto: el régimen ha tenido el tiempo, los recursos y el apoyo para lograr su cometido. Son 20 años, queridos amigos, generando pobreza, provocando el éxodo de nuestra gente talentosa, sembrando el miedo, la miseria, la destrucción y las muertes que se necesitan para afianzar el modelo. ¿Las medidas anunciadas el 17 de agosto? Maduro tiene razón: es su fórmula mágica, con la que hace una nueva razia contra el capitalismo, encarcela a más inocentes, ahuyenta a un nuevo grupo de venezolanos del país y expande su control a través del incremento de la pobreza.

 

En algún momento llegué a considerar que Nicolás era lo suficientemente escaso de cualidades como para darle continuidad al desastre iniciado por el difunto expresidente intergaláctico. Y no ha sido así: Maduro, hecho el pendejo, ha llevado al país con éxito al hundimiento y aislamiento que todo modelo comunista pretende. Amparado en el Petro –ese cripto invento virtual por el que nadie da ni medio- pero que le brinda el respaldo económico que no tuvo en su momento la Unión Soviética. Y protegido, además, por una sociedad de cómplices, a la que el régimen le descubrió el precio y es la que le ha dado las bases para edificar este sistema en etapa experimental que, si triunfa, será nuestro único producto de exportación.

 

@mingo_1

Instagram: mingoblancotv