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Madres con niños hacen cola para sacar frutas de camión de basura en Guarenas

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Madres con sus niños se sientan en un escalón cada tarde a esperar que llegue el camión de la basura a sacar los desechos de los dos locales de El Mundo de las Frutas en el centro de Guarenas. Uno queda cerca del bulevar La Paz y otro en la calle Ricaurte. Hacen una cola organizada para sacar de las bolsas lo que sea “salvable” y así llevar algo de frutas y verduras a sus hogares.

No son indigentes, son habitantes de los barrios Las Clavellinas, La Guairita y El Tamarindo, entre otras zonas populosas de Guarenas. No quieren hablar con el equipo de El Pitazo; apenas murmuran entre dientes que no cuentan con el respaldo de un padre que colabore con la manutención de sus hijos y que antes les rendía más la plata, pero como ahora todo está tan caro, revisan los desechos. Juran que lo que sacan de allí no está malo sino “aporreado”. Si estuviera malo no se lo darían a sus hijos, afirman.

 

La cola es organizada, como si fueran a comprar. Todos saben que las mencionadas fruterías sacan sus desechos como a las 5:30 pm, que es cuando pasa el camión. Las mujeres con niños llegan desde las 4 pm y se sientan al lado del negocio, en un escalón. Todas llevan bolsos relativamente grandes. Quieren meter lo más que puedan de “mercancía”.

Al grupo de madres de familia se van sumando hombres, algunos de ellos también están limpios y se nota que trabajan. No quieren foto y mucho menos quieren hablar. Otros son indigentes. Estos últimos, en su mayoría, son jóvenes de entre 18 y 30 años, en plena edad productiva. Dicen que no hay empleo, aunque tampoco recuerdan cuando buscaron trabajo por última vez.

Ramón Aladejo, residente de Guarenas, fue quien primero dio la alerta a El Pitazo acerca de la gente “bien vestida y limpia” que hacía cola para revisar el camión de la basura. Está preocupado por la salud de esas personas y pide a las autoridades que atiendan el problema del hambre con urgencia.

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AFP: Comer de la basura, el drama de los más pobres en Venezuela

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Foto: Williams Marrero – El Nacional

 

El camión de la basura frena y Rebeca corre hacia el contenedor para hurgar las bolsas. Es su carrera diaria contra el hambre, que tiene a muchos en Venezuela viviendo de sobras. Antes de que los desechos sean triturados, revisa veloz y encuentra un poco de pasta.

Rebeca León tiene 18 años, actualmente termina la secundaria y vive en Petare, en una casa que pese a su miseria cuenta con servicios básicos.

Un hijo de dos años desnutrido, una madre discapacitada y semanas “a punta de agua” la llevaron a las calles desde hace seis meses. Recorre sectores acomodados para buscar comida en la basura.

“Mi mamá no lo quería aceptar, pero qué más se hace con lo mal que está el país. Se iba a morir de hambre, se le veían los huesos. Mi hijo se me estaba desnutriendo”, contó a la AFP.

Su rutina es agobiante. Estudia en las tardes y del colegio sale a cazar carros recolectores y a escarbar desperdicios en restaurantes, de donde saca restos de pollo, pan, pescado o queso.

Duerme en la calle y vuelve a casa en la mañana para limpiar lo que recogió, descansar y echar a andar de nuevo el engranaje.

“Vivimos de la basura”

Esta joven morena de ojos vivaces dejó la vergüenza a un lado para sobrevivir a una angustiosa crisis, en la que escasean 68% de los productos básicos y la inflación crece incontrolable (según el FMI llegará a 1.660% en 2017).

“Lloraba porque me sentía humillada. Ya no le paro (no me preocupa), porque si no trabajas o buscas algo en la basura, no comes”, dijo mientras aguardaba un camión que nunca llegó.

Con ella, unas 70 personas -incluidos varios niños- esperan los carros recolectores y se reparten el control de la basura de restaurantes.

Rebeca registra las sobras de una marisquería de Altamira. Cerca de allí, en un local de comidas rápidas, un hombre fue apuñalado hace poco en una pelea por una bolsa, cuenta un empleado.

En ese lugar José Godoy, albañil desempleado de 53 años, lame ansioso un plato desechable. Lo acompañan dos hijas de seis y nueve años que beben jugo sacado de un bote. Están anémicas. Una vez al día comen yuca o plátano.

“Me daba pena, pero una noche nos acostamos sin comer. No se lo deseo a nadie. Los niños lloraban: ‘tengo hambre’. Vendí las herramientas, todo, y por último salí a la calle. Miles vivimos de la basura”, relató José, quien dice estar cansado de hacer en vano colas para comprar productos subvencionados.

Unos 9,6 millones de ciudadanos de Venezuela -casi un tercio de la población- ingieren dos o menos comidas diarias. La pobreza por ingresos aumentó casi nueve puntos entre 2015 y 2016 a 81,8% de los hogares, según la Encuesta sobre Condiciones de Vida. Un 51,51% están en pobreza extrema.

93,3% de las familias no les alcanza para comprar alimentos, mientras siete de cada diez personas perdió en promedio 8,7 kilos de peso en el último año, detalla el estudio de un grupo de universidades.

“Yo era gordo, ahora mire: flaquito. A ella tuve que sacarla del colegio porque no podía darle comida para que llevara”, dice Godoy señalando a una de las hijas, quien tímida dice que hace mucho no come carne.

“Desmayados de hambre”

La nutricionista Maritza Landaeta, coautora de la investigación, sostiene que 10% de las personas en pobreza extrema (unos 1,5 millones) comen de lo que les regalan familiares, o de la basura y sobras de restaurantes, exponiéndose a enfermedades.

Pero el presidente Nicolás Maduro asegura que en 2016 la pobreza en el país con las mayores reservas petroleras del mundo bajó de 19,7% a 18,3%, y la miseria de 4,9% a 4,4%, pese al desplome del crudo, prácticamente único ingreso en una economía dependiente de las importaciones.

El gobierno socialista, que atribuye la escasez a una “guerra económica”, reivindica que Naciones Unidas reconoció en 2015 sus esfuerzos contra el hambre.

Además, que su programa de venta de productos subsidiados en zonas populares -creado hace un año-, beneficiará a seis millones de hogares en 2017.

Sin embargo, esas bolsas de alimentos solo han llegado dos veces a la vivienda de Rebeca, donde una nevera dañada sirve de alacena para proteger la comida de los ratones.

Con el semblante roto por el trasnocho, el hambre y la desazón por no haber hallado nada, vuelve a su barrio -el más peligroso de Caracas-, desde donde debe caminar una hora hasta el liceo por calles empinadas. Allí, cuenta, algunos compañeros “se desmayan de hambre”.

“No quiero quedarme así”, dice con el uniforme escolar que está ansiosa por dejar para estudiar turismo. Por ahora se alista para otra jornada de esta lucha que no vislumbra su fin.

Manuela Bolívar: Los niños que hoy no comen nacieron con Chávez y mueren con Maduro

Manuela Bolívar en la AN

La diputada de Voluntad Popular, Manuela Bolívar, denunció durante su intervención en la sesión de la Asamblea Nacional de este martes la crisis alimentaria que se registra en los niños venezolanos producto de la crisis humanitaria.

«Según cifras de la Fundación Cáritas la desnutrición en Venezuela está causando el decrecimiento de 18% en los niños menores de 5 años, lo que significa que ellos no podrán desarrollar todas sus capacidades en el futuro», denunció Bolívar.

A su juicio los niños que hoy no comen «nacieron con Chávez y mueren con Maduro. Son niños que por más que se les de complementos y acompañamiento jamás podrán alcanzar un nivel de competencia ni rendimiento adecuado debido a un modelo político corrupto”.

La dirigente de Voluntad Popular denunció que según el diagnóstico realizado por la Fundación Cáritas en 4 estados del país (Miranda, Zulia, Vargas y Distrito Capital) 61% de los hogares del país tuvieron que cambiar su forma habitual de adquirir alimentos y 71% reportó que han tenido que deteriorar su alimentación. “¿Es que acaso no son decenas de padres que dejan de comer para alimentar a sus hijos? Así como también vemos a niños que en vez de estar en la escuela están colas para comprar comida”, agregó.

Bolívar subrayó que estas víctimas del hambre no son responsabilidad del imperio o la oposición, sino de ministros y presidentes que han colocado a Venezuela en un modelo económico fracasado basado en el comunismo.

“El único responsable de esas familias hurgando en las bolsas de basura es el Gobierno. Por eso, es nuestro deber moral restituir la democracia para que haya vida y progreso en este país”, concluyó.

 

Los basureros son campos de batalla para quienes tienen hambre en Venezuela

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La profunda crisis que aqueja a Venezuela trajo como consecuencia escasez y hambre, lo que a su vez ha llevado a familias enteras a buscar restos de alimentos en los basureros y, muchas veces, a pelear con otras personas sin recursos, por un desecho comestible o algún material reciclable que se pueda vender.

Al conversar con algunas de las personas que hoy en día hurgan en la basura, muchos aseguraron a Efe que aunque hay muchos basureros, no cualquiera es provechoso.

Los “mejores” lugares con “comida buena” son aquellos en los que restaurantes, panaderías y mercados vierten sus desperdicios, y son justamente estos los “territorios” más concurridos y más “peleados” por los necesitados, y también por algunas “bandas” que, aseguran, se aprovechan de la situación de ellos.

Los horarios de estos establecimientos son más que conocidos por quienes buscan comida y se atrincheran alrededor para escarbar en cada nueva tanda de desechos.

Los infortunados narraron que ha habido enfrentamientos entre quienes “tienen hambre” cuando los negocios tiran sus desperdicios, y que hay algunos “abusadores” que sacan provecho de la situación y preparan bolsas de “comida” de la basura para venderlas a quienes no lograron conseguir nada.

Una mujer de 26 años que dijo llamarse Brayan “cuida” autos en el centro de Caracas y vive en “situación de calle” desde hace casi un año, aseguró a Efe que por su “zona” son 45 las personas que están en la misma circunstancia, sin trabajo, muchos con niños y todos sin nada qué comer.

Yo me la quemo (lucha) aquí todos los días, peleando por una bolsa porque yo sé que viene comida cocida y buena para darle a mis hijos, y nos hemos caído hasta a puñaladas por este punto”, dijo la mujer en una esquina llena de la basura de un restaurante.

Brayan es madre de dos niños de 8 y 9 años y declaró que tiene que buscar comida para ellos en la calle ya que, aunque estudió para ser auxiliar de enfermería, aseguró que no ha conseguido empleo debido a la crisis.

Y aunque tuviera un empleo, se queja de que pagan poco dinero y que este no alcanza para subsistir.

“Te pagan unos reales, pero ¿qué haces tú con 20.000 bolívares? (alrededor de 30 dólares) Dos harinas y un kilo de sardina (…) y tú no vas a calarte una cola desde las 2 de la mañana hasta las 3 de la tarde para que te digan que se acabó la harina”, expresó.

El salario mínimo en Venezuela se ubica en 27.092 bolívares, equivalentes a 40 dólares, en una nación con una inflación galopante que en 2015 cerró en 180,9 %, con una severa escasez de productos básicos de todo tipo, especialmente de alimentos.

En el basurero en el que está Brayan, las personas encuentran jamón, queso, huesos y “cueros” de pollo y, muchas veces, la comida aún conserva el calor de su cocción, por lo que muchos critican que estos locales prefieren botar la comida que regalársela a ellos.

Entretanto, Jesús, de 15 años que vive en una localidad en las afueras de la capital venezolana, se traslada a una avenida en el este de la ciudad en busca de comida para llevarle a su mamá y a su hermano de pocos meses.

Este chico estudia segundo año de bachillerato y en las tardes va a esta avenida con sus primos de 8, 9 y 17 años que están en la misma situación que él.

Mientras hurgan entre los desechos, separan cartones para venderlos al “cartonero”, un camión que pasa todos los días a la misma hora por esa vía recolectando este material y que paga por él 22 bolívares el kilo (unos 3 centavos de dólar).

Sin embargo, los jovencitos no han tenido este ingreso las últimas semanas debido a la escasez de dinero físico que afecta al país caribeño desde mediados de noviembre.

Las batallas de estos muchachos no han sido, hasta ahora, por comida, sino con la policía.

El adolescente contó a Efe que los funcionarios de la policía militar venezolana los han detenido para requisarlos y que, si no tienen dinero los dejan seguir hurgando en la basura, pero que en muchas ocasiones, afirmó, los han despojado de lo que han logrado con las ventas al “cartonero”.

Lo mismo dijo Carlos González, un hombre de 27 años que se dedica a la colecta y venta de papel, cartón y plástico de la basura como forma de vida.

González le dijo a Efe que la “nacional” (policía estatal) muchas veces le “decomisa” el material o el dinero.

Él vive a las afueras de Caracas y afirma que entre semana prefiere dormir debajo de un puente, ya que ahí puede “cuidar” el “material de trabajo” que recolecta con algunos compañeros todos los días, que es lo que le permite llevar de comer a su hija de 6 años y a su esposa.

Carta abierta al General Rodolfo Marco Torres, por Carlos Paparoni

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Seguramente usted nunca ha visto esta imagen, no porque no se haya tropezado con esta realidad, si no porque prefiere no verla. Siento en mí, como representante de los merideños y los venezolanos, la responsabilidad de abrirle los ojos, de hacerle entender que hoy más de 17 millones de venezolanos comen menos de dos veces al día, y otros cinco millones, no corren con esa misma suerte, que la conocida “dieta de Maduro” en los hogares venezolanos es más una preocupación que un motivo de risa. Le escribo porque me niego a ser cómplice o espectador de estas injusticias.

Señor General, le hago llegar esta imagen que hoy esta a la vista de todos, es una triste realidad que quienes no viajamos con escoltas, ni carros blindados, ni máscaras, no podemos escapar. Usted es parte de un sistema social que ha permitido que unos privilegiados se aprovechen de la vida de los demás.

Pero han llegado demasiado lejos, se metieron con la salud, con el futuro de nuestros jóvenes, retrocedieron el país, y continuaron pecando. Acabaron con la mal llamada revolución en el momento en que nos quitaron el pan de la boca.

¿Cómo duerme usted, señor General? Si dirige la cartera ministerial que ha logrado que 19 millones de venezolanos pierdan entre cinco y 20 kilos de peso en los últimos seis meses.  ¿Cómo duerme usted, señor General? Mientras 318 mil niños dejan de ir a la escuela porque no tienen que comer ¿Cómo duerme usted, señor General? Mientras es parte de un Gobierno que ha cometido el mayor delito en la historia de nuestro país: tener a los venezolanos pasando hambre. Es importante recordarle que la tarea del Estado es garantizar la soberanía y la seguridad alimentaria.

Se confunde si cree que los venezolanos somos tontos, aquí no nos creemos más sus mentiras. Intentaron engañarnos con los CLAP, y ahora con el PAC, dos sistemas de distribución de alimentos que solo llegan a 20% de los venezolanos, pero que a ustedes les conviene porque gobiernan para una élite política y económica que no incluye el 80% de los venezolanos, que ni son beneficiarios de las bolsas, ni tienen suficiente dinero para seguirles el juego sucio de estar comprando productos importados, traídos con dólares preferenciales y vendidos a dólar libre. Señor General, deje de apostar al negocio de la importación y crea en lo hecho en Venezuela.

Señor General, si algo de consciencia le genera esta foto, permita que en el país se logren los cambios necesarios que necesitamos para salir de la crisis alimentaria, de salud, de seguridad en la que vivimos sumergidos. Esta imagen es ejemplo de un sistema que fracasó, liderado por unos hipócritas  que mientras tienen las neveras llenas, mantienen su negocio con el hambre de los venezolanos.

Señor General no existe un poder que pueda detener a un pueblo que se decidió a cambiar. Usted y yo sabemos que ese cambio está por llegar. Más temprano que tarde recuperaremos la producción nacional, y volveremos a lo hecho en Venezuela, sembrando esperanza y cosechando futuro donde la gran mayoría de los venezolanos podremos progresar y vivir en paz.

Señor General con esta foto ya no quedan excusas para seguir mintiendo o evadiendo la realidad: en Venezuela hay hambre y usted es responsable de ello.

@CarlosPaparoni

 

Neoindigente y revolución basura, por Ibsen Martínez

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A quienes viven de la recolección de desperdicios, la jerga adoptada por el socialismo del siglo XXI llama “excluidos extremos”. En castizo se les llama “indigentes”. Las ciudades de Venezuela se han llenado de indigentes que prefieren hurgar en las bolsas de desperdicios a hacer fila inútilmente en procura de comida.

Los hábitos alimenticios distinguen a nuestro neoindigente —llamémosle así — del informal que recoge latas vacías o se ofrece a dirigirte en la maniobra de aparcar el automóvil, a cambio de una propinilla. Estos últimos gesticulan un servicio que nadie les ha pedido y que requiere de ellos fiera disposición a castigar rudamente la indiferencia del automovilista rompiendo, durante su ausencia, el espejo retrovisor. Con ellos se transa en moneda de curso legal, así esté hiperdevaluada. El neoindigente de que hablo, en cambio, está en el extremo más despojado y expuesto de la cadena alimenticia. Está por completo fuera de toda economía: por eso come basura.

Las bolsas de basura rotas y su contenido, regado en torno a ellas como resultado de una manipulación exhaustiva y desprolija, atestiguan una nueva relación, ya no comensal, entre los indigentes y la clase media, otrora replegada hacia las urbanizaciones asediadas por el hampa, pero que hoy se traga el sapo vivo de su antiguo decoro y compite, ya sin pudores, con quienes en Venezuela llamamos “pelabolas”.

Característico de la nueva indigencia bolivariana es su tropismo orientado hacia las avenidas principales de las urbanizaciones de clase media, hacia los portales de los condominios exclusivos. El neoindigente no evoca al pobretón de antaño que, fiel a la tradición hispánica, mendigaba socorro “por el amor de Dios” en el atrio de la iglesia. Con el mendigo “clásico”, con el “hombre caído”, puede entablarse, teóricamente al menos, un diálogo en el que el donante encarna al moralizador y al paupérrimo le toca el regaño.

Con el neoindigente del “proceso bolivariano” no valen moralinas del tipo “¡respétese, hombre: busque trabajo!”. Su absorta reticencia nos disuade de esa futilidad. Su ruptura con toda convención samaritana, su desengañada enemistad con las nociones “redistributivas” que invoca Maduro; su renuncia, en fin, no sólo a la urbanidad, sino también a la ciudadanía y a todo trámite con el Estado “benefactor”, han hecho del neoindigente un súbdito a la intemperie de un petroestado en bancarrota, tema que últimamente fascina a los fotógrafos extranjeros.

Tema de arte conceptual, digno de una bienal en cualquier Museo de Arte Contemporáneo, la bolsa de basura abandonada después de haber hurgado alguien minuciosamente en ella, podría representar cabalmente a la Venezuela de hoy, esa que muchos esperan sea ya “tardochavista”. Un click sobre la etiqueta Venezuela en las ediciones digitales de The New York Times, ¡y hastaThe Guardian!, nos remite infaliblemente a portafolios de estremecedoras fotos de venezolanos hambrientos con el costillar al aire, captadas por los Sebastiao Salgado de la Venezuela menesterosa y ruin.

Sin embargo, el chavismo aún tiene asesores extranjeros, como el economista español Alfredo Serrano, autor de El pensamiento económico de Hugo Chávez(¡!), que insisten en decir que los índices de pobreza han bajado en los últimos 16 años. Si la pobreza en Venezuela ha retrocedido, ¿a qué atribuir entonces la explosión de indigencia? ¿No existe correlación demostrable entre pobreza extrema e indigencia masiva, realenga y callejera? ¿De qué colosal y palabrero fracaso son síntoma los neoindigentes?¿Responde esta cohorte de macilentos, acuclillados día y noche, ante las bolsas de basura, a un nuevo plan desestabilizador de la CIA para desacreditar a la revolución bolivariana a la que Dios guarde y Pablo Iglesias bendiga?

@ibsenmartinez

El País

FOTOS Venezolanos buscan comida en basureros ante la crisis

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En esta imagen, tomada el 31 de mayo de 2016, Pedro Hernández (izquierda) y su amigo Luis Daza recogen tomates de entre los desperdicios del mercado de Coche, en Caracas, Venezuela.

 

Maestro panadero, Julio Noguera hacía una vida plácida hasta que la panadería donde trabajaba cerró por falta de harina de trigo. Hoy, este hombre de 50 años se ve obligado a buscar alimentos descartados en un basural de un mercado pues no ha vuelvo a conseguir trabajo.

«Vengo a buscar alimentos aquí porque si no me muero de hambre», dijo Noguera tras rescatar del suelo una decena de papas que estaban en medio de un lote repleto de barro y con fuerte olor a humedad. «Con esta situación nadie ayuda a nadie, y nadie le da un plato de comida a alguien».

La comida que rescata, señaló, la consume o la vende en la calle para llevar algo de dinero a su humilde vivienda en la popular barriada capitalina de Antímano donde vive junto a su hermana.

 

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Noguera no está solo. El derrumbe de la economía como consecuencia de la caída de los precios del petróleo ha obligado a los venezolanos a convivir con una nueva realidad, en la que alimentarse resulta una batalla diaria y con frecuencia no queda otra alternativa que buscar comida en los basurales, desafiando la suciedad y el pútrido olor a alimentos descompuestos.

Una desbordada inflación, que se estima podría rondar este año el 720%, y una escasez de la mayoría de los artículos básicos están golpeando el estómago de más de la mitad de la población, según reveló una encuesta nacional sobre condiciones de vida de los venezolanos que realizaron en el 2015 tres de las principales universidades del país. El estudio también reveló que un 12% de la población hace dos o menos comidas al día.

Las filas cada vez más largas de personas que se aglomeran desde la madrugada a las puertas de los supermercados y los crecientes casos de saqueos e intentos de saqueos de comercios han pasado a ser moneda corriente. Según la organización Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, en mayo pasado ocurrieron 52 saqueos y 36 intentos de saqueo, comparado con los 10 saqueos y 13 intentos de enero. Esas cifras han ido aumentando cada mes.

El fenómeno de la recolección de alimentos en los basureros no es algo nuevo en Venezuela y no está debidamente cuantificado, pero analistas coinciden en que en los últimos tiempos puede haber habido un aumento en este tipo de casos debido a la crisis económica.

«Parece bastante claro que hay proporciones muy importantes de la población que están empezando a intentar sobrevivir de la basura» en medio de la crisis, expresó el sociólogo Carlos Aponte, profesor-investigador del Centro de Estudios del Desarrollo de la estatal Universidad Central de Venezuela, quien estima que las condiciones de vida de los venezolanos se han agravado aún más este año en comparación con el 2015 y 2014.

Cada tarde, poco antes del anochecer, una inusual actividad atrapa la atención de centenares de presurosos transeúntes en la popular barriada de La Candelaria, en el centro de la capital. Un pequeño grupo de jóvenes, ancianos, y mujeres con niños pequeños, trajeados con humildes vestimentas y de delgada contextura, se aglomera en los alrededores de un improvisado depósito de basura instalado en medio de una acera al aire libre y comienzan a escarbar entre los desperdicios.

 

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En el antiguo y anárquico mercado mayorista de Coche, al oeste de Caracas, los espacios dedicados al depósito de frutas y verduras descompuestas también se han convertido en centro de recolección para enfermeras, estudiantes, pequeños comerciantes, desempleados y hasta grupos familiares de origen humilde que viajan desde localidades vecinas como Charallave y Santa Teresa del Tuy, que están a unos 30 kilómetros al oeste de la capital, para rescatar alimentos de la basura.

La encuesta sobre condiciones de vida de los venezolanos del 2015, que elaboraron las Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, Universidad Central de Venezuela y la Universidad Simón Bolívar, reveló que un 76% de la población está en pobreza de ingresos, superando considerablemente el registro del 2014, que fue de 52,6%. Desde el 2013 las autoridades no difunden cifras sobre pobreza.

 

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A pesar de la compleja situación económica, el mandatario Nicolás Maduro ha insistido en la defensa de los diferentes programas sociales, conocidos como las «misiones», que creó su antecesor, el fallecido Hugo Chávez, para atender a los sectores más vulnerables del país.

Maduro sostiene que la crisis que enfrenta Venezuela es consecuencia de una «guerra económica» promovida por empresarios y sectores opositores que buscan desestabilizar el gobierno y golpear a los mayoritarios sectores pobres, donde se concentra el grueso de los seguidores del oficialismo.

En uno de los basurales, Mónica Espinosa, madre soltera de 38 años, desempleada y quien reúne algún dinero preparando salsas que vende a comercios, escarba entre los desperdicios junto con sus dos hijas, de 12 y 13 años. Agregó que antes de consumir los alimentos rescatados los limpia con agua caliente.

«Con la inflación que está pasando ahorita, la situación se pone bastante difícil hasta para la gente que trabaja», comentó la delgada mujer de tez morena.

 

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Jesús Armas: Mala gerencia de Jorge Rodríguez tiene a Caracas llena de basura

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Jesús Armas, concejal de Caracas, criticó la gerencia de la alcaldía Libertador por la situación de la basura en la ciudad. “La agenda política y no social en la que está sumergido el alcalde Jorge Rodríguez tiene a nuestro municipio Libertador lanzado al abandono”.

“Hoy la mala gestión del alcalde ha convertido a Caracas en una ciudad que ha involucionado en estos últimos años. Basta caminar por algunas de sus 22 parroquias para observar cómo pululan malos olores, calles sucias y con huecos, aceras rotas, con escombros, animales muertos y caos vial”, denunció.

Armas señaló que la alta generación de basura unida a la deficiente recolección de la misma por parte de la alcaldía de Libertador ha convertido a Caracas en la capital de la basura.

El municipio Libertador cuenta con un área de 435,7 Km2 y tiene una población superior a los 3 millones 700 mil habitantes, quienes generan diariamente entre 2.500 y 3.000 toneladas de basura diarias.

Durante el año 2010 la NYC Asociación Consulting elaboró la clasificación de las 30 ciudades más sucias del mundo. Caracas se ocupa el número 17 en este ranking.

Los  1.800 barredores y las 302 rutas de recolección de desechos sólidos que dispone la Alcaldía de Caracas para recolectar la basura en calles y avenidas de fácil acceso, no suelen hacerlo en las zonas populares y barriadas de Caracas donde se genera la mayor cantidad de desechos sólidos provenientes de la capital.

Vertedero de Las Mayas está colapsado

Armas resaltó la situación del vertedero de Las Mayas, planta de transferencia de desechos sólidos, ubicado en la parroquia Coche, que se encuentra colapsada debido a las casi 3.000 toneladas de basura que genera el municipio Libertador.  Los otros 4 municipios de la ciudad (Baruta, Chacao,  Sucre y Hatillo) no utilizan este vertedero porque en el año 2007 se les prohibió transferir su basura al lugar.

El concejal destacó que entre los meses de octubre y noviembre de 2015, en plena campaña electoral, se vació el vertedero Las Mayas. “Esta noticia debería ser la regla y no la excepción. Pero lamentablemente se trató de una promesa electoral que se desvaneció en el tiempo, porque el vertedero nuevamente está a su máxima capacidad”.

En cuanto a la situación de la empresa Supra Caracas creada en 2011 por el fallecido expresidente Hugo Chávez con una inversión de 111 millones de bolívares para solucionar el problema del procesamiento de basura en Caracas, Armas destacó que hoy tiene la tarifa más alta de la Gran Caracas y “su costo no corresponde con la eficiencia del servicio”.

“De los 140 vehículos de Supra, que se encargan de trasladar y recolectar la basura en la ciudad capital, solo se encuentran trabajando 90, los demás están paralizados por la escasez de repuestos, cauchos y baterías”, puntualizó el concejal. Además, agregó que en sectores populares como en Catia los vecinos deben pagarle a particulares para que se la lleven hasta un contenedor porque no pasan los camiones.

Propuestas para una Caracas más limpia

Armas aseguró que urge modernizar todo el sistema de recolección de basura de Caracas. “Ya es hora de concertar un esfuerzo mancomunado que provea a la ciudad de nuevas plantas de trasferencia. En reiteradas oportunidades hemos insistido en parroquializar el servicio de aseo urbano, con el cual se crearán rutas internas que sean mucho más cortas y más eficientes”, detalló.

Entre las propuestas presentadas por el concejal está la promoción de un Programa de concientización en la comunidad, relacionado con el respeto al hábitat, la limpieza y el reciclaje y campañas de información que contemplen los horarios y las rutas de recolección. Además,   promover el contacto directo entre los supervisores de cada zona y las comunidades para que pueda ejercerse la contraloría social sobre este servicio y, finalmente, la conformación de un equipo multidisciplinario que diagnostique la situación de Caracas.

“Algunos expertos en el área aseguran que nuestro municipio Libertador tiene más de 20 años de atraso con el problema de la recolección de los desechos sólidos. Esta realidad es producto de la mala gerencia, desinversión, falta de personal, unidades, carencia de equipos y materiales para las faenas, entre otros aspectos fundamentales. Los caraqueños no tenemos que resignarnos ni acostumbrarnos a vivir en una ciudad en la que reina la basura, el caos y la anarquía”, concluyó.