aparato productivo archivos - Runrun

aparato productivo

Las ideas de todos debate soluciones a la crisis del aparato productivo de Venezuela
Distrito Capital, Falcón, Mérida, Nueva Esparta y Zulia discutieron el alcance de la crisis en el país. Aseguraron que ya ni siquiera Caracas es una burbuja, pues los padecimientos del interior del país ya alcanzaron a la capital

 

En el marco de «Las ideas de todos», iniciativa promovida por el Frente Amplio Venezuela Libre, actores del sector productivo del país debatieron este martes 22 de junio las posibles soluciones a la crisis que sufre la nación.

Los estados Bolívar y Guárico mantuvieron encuentros con representantes de los gremios productivos más importantes de las entidades, enmarcando ideas para avanzar en un Acuerdo de Salvación Nacional que genere la recuperación de Venezuela.

Desde Bolívar, se analizó la situación de los diversos componentes del sector laboral con la participación de sus representantes y de otros grupos de la sociedad civil. Además, contó con la presencia de los factores políticos del estado que también aportaron su contribución a las propuestas del sector productivo.

En Guárico, por su parte, plasmaron las necesidades de los trabajadores venezolanos, en especial el salario mensual que devenga un trabajador en estos tiempos, el cual señalan como un sueldo de hambre.

Manifestaron la necesidad de crear políticas que beneficien al empleado venezolano, que ayude a sustentar su hogar y su familia. En este tercer encuentro, los productores de cada entidad expresaron las posibilidades de recuperar el país, trabajando en unión y enfocados en un mismo objetivo: la reconstrucción de Venezuela.

Distrito Capital, Falcón, Mérida, Nueva Esparta y Zulia discutieron el alcance de la crisis en el país. Aseguraron que ya ni siquiera Caracas es una burbuja, pues los padecimientos del interior del país ya alcanzaron a la capital.

Los representantes de los trabajadores en cada región acordaron que solo en unidad se pueden lograr soluciones a la crisis que afecta al sector y a la sociedad venezolana.

El colapso de un modelo, por José Toro Hardy

bolivares_2

 

Bombardeados por la propaganda del régimen que pretende atribuir la crisis a una supuesta “guerra económica”, no aciertan muchos venezolanos a entender la verdadera razón de los males que los agobian y empobrecen.

En un extremo de simplificación procuraré resumir las causas de tan devastadora situación:

No conforme con ingresos petroleros casi inimaginables derivados de una cesta petrolera que llegó a superar los $ 114 por barril (más de un millón de millones de dólares),  el régimen endeudó irracionalmente al país (cerca de 150.000 millones de dólares). Sin embargo, lo que enfrenta hoy es un déficit fiscal inmanejable.

Desde luego, ante tal déficit, la prudencia indicaría que lo primero que se debería hacer es racionalizar y reducir el gasto público. Pero una meta de esa naturaleza escapa a la conformación ideológica del régimen socialista que padecemos.

La siguiente alternativa sería la de intentar aumentar el ingreso fiscal; pero, la triste realidad es que a la economía venezolana podemos compararla hoy en día con una esponja seca. Por más que se la exprima de ella ya no es posible extraer nada. Es el resultado de la destrucción masiva a que ha sido sometido el aparato productivo (una caída del orden de un 40% del PIB per cápita en cuatro años)

En el caso específico de Venezuela habría que procurar un aumento del ingreso petrolero. Recordemos que el sector aporta cerca del 96% de los ingresos de divisas que recibimos y que, además, se nos dice que somos el país con las mayores reservas del mundo. Lamentablemente, la producción petrolera viene cayendo en términos vertiginosos. Después de anunciarnos durante varios años cifras inverosímiles, finalmente el régimen reconoce ante la OPEP  que solamente durante el mes de setiembre de este año la producción cayó en 130.000 barriles diarios y que desde enero del 2016 la producción cayó en 699.000 barriles por día.  Para colmo el Ministerio Público arrestó a varios altos funcionarios de PDVSA por falsear las cifras de producción, con lo cual ni siquiera podemos estar seguros de que la caída real no sea aún mayor. De hecho la OPEP está conminando a Venezuela a revelar las cifras verdaderas de su producción petrolera.

Agotadas las alternativas anteriores, las siguientes opciones serían el Fondo Monetario Internacional y los mercados financieros para tratar de obtener préstamos que ayuden a cubrir el déficit.  En nuestro caso, lamentablemente la primera opción la desechó el régimen. Adicionalmente tanto la República como PDVSA se encuentran en proceso de default. Las principales calificadoras de riesgo soberano entre las cuales cabe mencionar a Fitch, Standard & Poors, Moody’s y otras han rebajado nuestra calificación crediticia a niveles de vergüenza. Peor aún, Dagong Global Credit, la calificadora de riesgos de China, colocó en su lista  de revisión negativa a Venezuela lanzando sombrías críticas con respecto a sus perspectivas. Así mismo la Asociación Internacional de Swaps y Derivados (ISDA) ya calificó el default.

China no parece interesada en aliviar la situación de la deuda venezolana y Rusia apenas refinanció unos 3 mil millones de dólares correspondientes a deudas vencidas por compras de armas. Nada de dinero fresco ni de alivio de la deuda con Rosneft.

Descartadas todas las opciones anteriores, al régimen sólo le queda recurrir al BCV para que financie, mediante emisiones “inorgánicas” de dinero, el creciente déficit fiscal. Por supuesto, esa es la peor elección y está expresamente prohibida en el Art 320 de la Constitución.

Financiar el déficit fiscal a través del Banco Central es como arrojarle gasolina al fuego de la inflación. Hace crecer explosivamente la liquidez monetaria y  ejerce una fuerte presión sobre los precios, siendo la causa principal de la hiperinflación que está estallando.

Al menos hasta la semana pasada, el único gobernante contemporáneo del mundo que había sido capaz de sostenerse a pesar de una hiperinflación había sido Robert Mugabe de Zimbabwe. Ya cayó.

De paso, al no encontrar bienes que comprar en el país, al final del día el excedente de dinero creado por el BCV se desvía a la compra de dólares en el mercado paralelo provocando allí una violenta devaluación del bolívar que contribuye a retroalimentar el proceso.

No hay guerra económica. Estamos hablando de un devastador círculo vicioso de empobrecimiento provocado por el colapso de un modelo fallido.

@josetorohardy

 

La recuperación progresiva de la economía será a partir del 2017 según Farías

jesusfaria

El ministro para el Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Jesús Faría, señaló este martes que en 2017 habrá una recuperación progresiva de la economía y del aparato productivo, en vista que a su juicio el escenario más criticó de la crisis ya fue superado.

«A partir de 2017 habrá una recuperación progresiva de la economía y del aparato productivo», expresó en entrevista en el programa Primera Página de Globovisión.

En este sentido, el ministro explicó que con la recuperación se va a romper con una caída de la actividad productiva de los últimos tres años.

Asimismo, dijo que con la reactivación del aparato productivo se puede fortalecer los programas sociales, a través del implemento de políticas que permitan recuperar los precios del petróleo.

Sobre la inflación

El ministro indicó que la inflación ha entrado en una fase de «declive» desde el pasado mes de agosto, por lo tanto espera que este fenómeno se mantenga en los meses sucesivos.

Faría señaló que la inflación es un proceso complejo que se debe a diversos factores, entre entre ellos: la especulación, y a su criterio hay «grupos económicos parasitarios» que influyen en el incremento de los precios.

En este escenario, indicó que desde el Ejecutivo se está trabajando para controlar la inflación al mismo tiempo que destacó que los aumento salariales tienen como objetivo proteger al pueblo.

«Hemos perdido el 75% de todos los ingresos por concepto de divisas», expresó.

El ministro indicó que se están implementando políticas de simplificación en busca de la unificación cambiaria, pero consideró que «los ataques de la moneda desde el exterior» ha tenido un efecto negativo en la economía venezolana.

Mecanismo Cambiario

«Vamos a aplicar un mecanismo cambiario en la frontera muy pronto», informó también Faría y expresó que “este servirá para hacerle frente a una práctica inescrupulosa que se lleva desde el territorio colombiano”.

Según Faría, el gobierno colombiano es muy permisivo con el aumento del dólar paralelo, y no hacen nada para controlar la situación. “En Cúcucta existe una inflación galopante, que permite un paralelismo en el sistema cambiario” dijo.

Por otro lado, criticó a sectores de la oposición venezolana, porque en su opinión han vendido una imagen negativa al país, en busca de «afectar la inversiones extranjeras que apuestan a Venezuela».

Por último, informó que se está trabajando para emitir billetes de mayor denominación.

 

Jose A. Guerra Nov 16, 2015 | Actualizado hace 8 años
El ajuste 2016 por José Guerra

ajusteseconómicos

 

En 2013, Maduro decidió cerrar la brecha de ingresos mediante una brutal contracción del consumo doméstico y en ese ajuste apenas vamos a medio camino. Para 2016 nos espera un recorte adicional, de modo que dentro de doce meses nuestro nivel de consumo será aproximadamente un tercio menor de lo que es hoy día, por supuesto, si todo marcha conforme al plan de ajuste de Maduro (si lo dejamos).

Al respecto, el más reciente reporte del Bank of America, lo pone en los términos más amables posibles: “Venezuela enfrenta lo que podría terminar siendo el choque externo más prolongado de su historia, y consideramos que resulta cada vez más evidente que se trata de un choque permanente más que uno transitorio. El país está reaccionando a este choque con una combinación de recortes en las importaciones y liquidación de activos. No obstante, en nuestra opinión la magnitud del ajuste es todavía insuficiente y reducciones adicionales en las importaciones serán necesarias para estabilizar las cuentas externas.” Nada que no hayamos advertido oportunamente, pero que deja por fuera un elemento clave del diagnóstico: no solo se trata de un choque externo, producto del ajustes en el mercado petrolero, sino que además experimentamos un severo choque interno como resultado del colapso progresivo del aparato productivo, un colapso que arrancó con fuerza en 2011 pero que se precipitó a partir del 2013 (hecho en socialismo, pues).

Este último elemento es clave porque la ruta tomada por Maduro para cuadrar sus cuentas (recortar importaciones y rematar activos) no solo impone un sufrimiento innecesario a la población y vuelve agua y sal la cacareada inversión social, sino que acelera la destrucción de los encadenamientos productivos domésticos, incluyendo los petroleros, sin los cuales no es posible un cierre permanente en la brecha de ingresos. Esto quizás se entienda mejor si uno considera cual era la ruta de política alternativa para compensar la caída en los ingresos petroleros. Para comenzar: refinanciar la deuda externa, cerrar el chorro de dólares que se van en sobrefacturación, cerrar el chorro de petróleo que se regala olímpicamente, restablecer el derecho a producir y exportar libremente, crear las condiciones para atraer la inversión directa y en general abandonar el fracasado modelo socialista. ¿Recortar importaciones?, para nada, no haría falta. De hecho, mantener los niveles de consumo de los hogares y facilitar las oportunidades de mejora y modernización de las empresas deben ser prioridades en cualquier proceso de ajuste sostenible.

Ciertamente, el draconiano ajuste que experimentamos se debe en parte a que este gobierno no puede creíblemente adoptar las políticas correctas, pero también responde al hecho que Maduro y su combo entienden la economía solo en términos de cantidades, el muy soviético “balance de materiales”. En esa visión pre-moderna de la economía, fenómenos como la inflación y las distorsiones de precios son secundarias, lo central es balancear cantidades. Así, ante una caída en los ingresos petroleros se recortan las importaciones a mansalva y se ajustan linealmente los volúmenes que se consumen de cada cosa, sin molestarse en ajustar los precios relativos. Eso es lo que han venido experimentando consumidores y productores en estos años y es lo que nos espera para el 2016 si no se le pone un alto a los planes de Maduro de ajustar la brecha externa como sea.

 

@JoseAGuerra

¡Póngase las alpargatas! por Carolina Jaimes Branger

Farmatodo

 

Otro exabrupto más para la ya larga cadena que el gobierno ensambla desde hace dieciséis años. Pedro Luis Angarita y Agustín Álvarez, altos directivos de Farmatodo, fueron imputados por la presunta comisión de los delitos de “boicot y desestabilización de la economía”, sancionados en la Ley Orgánica de Precios Justos.

No pretendo entender por qué están presos, cuando ambos se presentaron cuando ocurrió la supuesta irregularidad, dispuestos a colaborar. Es más, si ha habido una empresa dispuesta a colaborar en todo, ésa ha sido Farmatodo. Podrían juzgarlos en libertad, pero no, están presos. Aquí estamos todos presos. Si ocurre un terremoto durante la noche, mejor quedarse acostado en la cama y encomendarse a Dios, a los santos, a Buda o a Sai Baba, porque salir de las viviendas con tantas trancas de seguridad es poco menos que imposible. Quienes deambulan a sus anchas por las calles del país son los delincuentes. Y el gobierno, bien, gracias. No tiene el más mínimo interés en ponerle coto a la inseguridad. Si defenestró a Rodríguez Torres, el único que dio algún indicio de querer hacer algo para disminuirla.

Desde que se encargó de la presidencia la primera vez, Hugo Chávez le declaró la guerra a los industriales, comerciantes y hacendados y a todos quienes de alguna manera forman parte del sistema de producción de bienes. Estoy a favor de sancionar a quienes incurren en malversaciones o desfalcos, pero ir contra todo un gremio para vengar quién sabe qué ofensa al amor propio, no tiene perdón, porque lo que logró fue destrozar el aparato productivo

Pero el gobierno necesita un chivo expiatorio para apalancar su falacia de la “guerra económica” y Farmatodo estaba ahí, como ha podido estar cualquiera de las empresas que quedan. ¿Por qué –me pregunto- no están presos el presidente, vicepresidente y otros altos funcionarios de Mercal, PDVAL y Bicentenarios? Porque las colas en esos establecimientos son tan grandes, que dan pena propia. Pero eso no sucederá, ni hay respuesta para la pregunta. Parafraseando a Orwell, “todas las colas son iguales, pero algunas colas son más iguales que otras”.

“Infiltración de la derecha”, “conspiración de Joe Biden”, “guerra alimentaria” y otros epítetos resuenan a diario en nuestros oídos. El gobierno que insistió en implementar un sistema fracasado en todos los lugares donde se puso en marcha, busca desesperadamente a quién echarle la culpa de su ineptitud, de su desconocimiento de la economía –si hasta resucitó Giordani a advertir que “ya casi somos el hazmerreír de América Latina”, cuando él es uno de los principales culpables, por su irreductible dogmatismo- y sobre todo, de su absoluta incapacidad de ponerle fin a la corrupción de los rojos (y de algunos de otros colores), que han desangrado al país.

“Vamos con todo a desmembrar las mafias económicas y a potenciar la Economía Productiva y Sana (sic), vamos Junt@s (sic) en éste (sic) buen reto de la Vida (sic)…”, escribió Nicolás Maduro en Twitter. Ya como promesa de candidato presidencial sonaría exagerada, pero en boca de quienes llevan más de tres lustros gobernando, es una burla.

Señor Maduro: la “guerra económica” se la declararon ustedes a ustedes mismos cuando se fueron por el camino del socialismo. ¿Pudiera tomar un libro de la historia económica de los países de Europa Oriental? Ahí verá de manera meridianamente clara cómo esas políticas son inviables. Y si a eso le suma la voracidad y la desvergüenza de los saqueadores del tesoro nacional, tiene una ecuación que no tiene solución. Si realmente quiere hacer lo que dice, desmonte el control de cambio y respete las garantías constitucionales. Pero más fácil es echarle la culpa a Farmatodo. La “guerra económica”, si no se ha dado cuenta, es el control de cambio. De allí vienen todas las distorsiones de nuestra economía. Una medida que debía haber sido transitoria, sigue enfermando nuestra hacienda pública. Si no lo hace, póngase las alpargatas y prepárese para el joropo que le viene y que tendrá que bailar.

 

@cjaimesb

¡Llegó febrero, un mes de cuidado! por Jesús Chuo Torrealba

CCS3

 

En 1998 Venezuela no era ciertamente un país perfecto. Había severos problemas. Legítimas demandas sociales y económicas de la población no fueron atendidas adecuadamente por el establecimiento político de entonces. Y esto ocurrió a pesar de las múltiples señales que advertían que el desastre era inminente. El “Viernes Negro” del 18 de Febrero de 1983, el “Caracazo” del 27 de Febrero de 1989 y el fallido pero sangriento golpe de estado del 4 de febrero de 1992 debieron ser señales suficientes en lo económico, lo social y lo político para que las élites políticas, sindicales, empresariales, intelectuales y comunicacionales de la época tomaran medidas para enfrentar la crisis y resolverla. No fue así, y el golpista frustrado de 1992 se convirtió en el presidente electo de 1998.

Pero esa Venezuela de 1998 además de problemas también tenía fortalezas: En esa Venezuela de 1998 se producía carne, pollo, leche, se ensamblaban vehículos y se fabricaban desodorantes y otros artículos de higiene personal. En esa Venezuela de 1998 había médicos en los hospitales y medicinas en las farmacias. Durante ese 1998 hubo en Venezuela menos de 5 mil muertos a manos del hampa, y eso se consideraba ya un escándalo.

16 años después, el balance de lo ocurrido está a la vista de todos: Para controlar la economía y domesticar a los venezolanos, haciéndonos a todos dependientes del Estado, el gobierno arruinó a la empresa privada. Invadieron haciendas, expropiaron empresas, obligaron al comercio a vender a pérdida. El resultado de esas “genialidades” es que hoy en Venezuela no se producen alimentos, ni medicinas, ni vehículos, ni nada. Y esto no es una “opinión” opositora, contrastable con la “opinión” del gobierno. Estos son hechos, que puede constatar cualquier venezolano cuando va al mercado. Si es que entra…

Durante un tiempo, esta criminal destrucción de la capacidad productiva del país se vio enmascarada por las importaciones que los altos precios del petróleo permitían. Hubo mucha corrupción e ineficiencia en todo eso (importaban comida y luego la dejaban podrir por toneladas en almacenes inadecuados, para luego enterrar la evidencia; importaban medicinas vencidas o a punto de vencerse, etc…), pero al menos había productos en los mercados: Leche ecuatoriana, carne brasileña, pescado nicaragüense, caraotas chinas, en fin. Pero había…

Pero también eso se acabó. Cuando murió Chávez la corrupción, que ya era rebatiña, se transformó en saqueo abierto. Al ser sacado del gobierno de Maduro, el funcionario que por más de una década fue zar de las finanzas públicas tuvo un repentino ataque de lucidez y denunció que empresas de maletín vinculadas a las mafias rojas habían robado 25 mil millones de dólares entre 2012 y 2013. Con lo monstruoso del monto, esa cifra es apenas una fracción de los 800 mil millones de dólares que entraron a las arcas del gobierno en los últimos 12 años y que desaparecieron por arte de magia, entre ineficiencia y corrupción, mientras en Venezuela los hospitales no tienen ni gasa y las escuelas no tienen ni maestros.

Ese es el trayecto histórico que nos coloca en este primer mes de 2015, que ayer finalizó. Como nunca antes en toda nuestra historia, los venezolanos estrenamos un año acosados por la angustia que es producto de la escasez, agolpándonos en las puertas de abastos, mercados y farmacias, en colas inmensas que duran días y noches, para comprar lo más elemental para comer o las medicinas indispensable para sobrevivir. Y es de esta manera como llegamos a Febrero, un mes de cuidado, un mes en el que han ocurrido en la historia reciente venezolana hechos que han dejado dolorosa marca en almanaques, memorias y familias.

Y cuando decimos “historia reciente” nos referimos a la muy, muy reciente: No se trata del 18F de 1983, o del 27F de 1989, o del sangriento 4F de 1992. Hablamos de apenas ayer: El 4F de 2014 el intento de violación de una estudiante en San Cristóbal generó una protesta de sus compañeros, exigiendo al gobierno seguridad. En vez de seguridad el gobierno les dio represión brutal, que dejó un saldo de seis estudiantes detenidos. En solidaridad con esos detenidos, el 12F de 2014 (Día de la Juventud) se produce una inmensa manifestación. Al final de la misma son asesinados tres jóvenes venezolanos: Bassil DaCosta, Juancho Montoya y Robert Redman, y aunque investigaciones posteriores han determinado que los autores de los disparos fueron sujetos vinculados a cuerpos de seguridad del Estado, todavía el gobierno mantiene presos al dirigente político Leopoldo López y a varios jóvenes acusándolos falsamente de supuesta vinculación con estos hechos.

Como a finales de los 80 y principios de los 90, hay ya suficientes indicios de que el colapso económico, la conflictividad social y la incapacidad de las estructuras políticas gobernantes para dar salidas razonables a la crisis determinan que haya una necesidad urgente de cambio en el país. Como ayer, las élites oficiales no atinan a dar respuesta correcta a una situación que en vez de corregir, agravan.

En efecto, es impresionante como ahora se repite, agravado, el guión del pasado: Tal como ocurrió después del Viernes Negro de febrero del 83, también ahora los grupos cercanos a los escenarios de toma de decisiones del gobierno en vez de trabajar para resolver la crisis se han puesto a sacar ganancia de la misma, a transformar la crisis en su negocio, a traficar con el acceso que tienen a información privilegiada y a las divisas. Tal como ocurrió en el Caracazo de febrero de 1989 con la universalmente condenada utilización del llamado “Plan Ávila” para reprimir con las armas letales de los militares una revuelta social, hoy voceros oficiales anuncian que usaran esas mismas armas para el control del orden público, y que eso les parece “hermosísimo”; Tal como ocurrió el 4F de 1992, los que entonces acompañaron un golpe de estado hoy vuelven a hablar del mismo tópico, sólo que acusando a los demás de incurrir en esa conducta que, paradójicamente, ellos “celebran” cada año como fuera una fecha patria.

Si el gobierno tiene la ceguera para repetir el mismo guión fallido y antiguo, allá ellos. Si no son capaces de ver como se dirigen al abismo que ellos mismos cavaron, allá ellos. Pero los ciudadanos no podemos repetir los mismos errores del pasado: Ni podemos incurrir en el muy costoso error de creer que la violencia traerá los cambios necesarios, ni podemos por desesperación salir de una situación muy mala para caer en otra peor.

¡Está prohibido confundir “terminal” con “inminente”, está prohibido confundir “histeria” con “historia”!

En esta muy grave hora venezolana la NUEVA MAYORIA NACIONAL, integrada por quienes siempre nos hemos opuesto al proyecto totalitario y por nuestros hermanos que recientemente se han decepcionado de esa estafa, tenemos que actuar UNIDOS, movilizándonos sin miedo y en paz, cohesionados en torno a un liderazgo democrático cuyos integrantes en vez de competir entre ellos deben competir todos juntos por el poder, con una visión compartida de la crisis y un proyecto de país común, para lograr el cambio en positivo que Venezuela necesita y reclama.

Unidad, paz, movilización, proyecto y cambio: Cinco palabras que resumen la actitud y conducta necesarias para detener la caída del país e iniciar su recuperación. Unidad, porque si no estamos unidos no calificamos como alternativa; Pacíficamente, porque solo en paz el pueblo unido puede mostrar su fuerza, inmensa en contraste con las minorías armadas y violentas. Movilizados, porque el ciudadano debe usar TODOS sus recursos en esta pelea, la protesta social y la lucha política, la calle y el voto.

¡Palante! ¡La Fuerza Es La Unión!

 

@ChuoTorrealba

 

Ene 15, 2015 | Actualizado hace 9 años
El subsidio a los alimentos por Francisco Ibarra Bravo

Alimentos

 

Dejemos de lado si son pertinentes o no, esa es otra discusión. Asumamos que los subsidios a los alimentos son necesarios, éticamente correctos y además que el Estado cuenta con medios para hacerlo. Creo que en alguna medida u otra los supuestos anteriores son defendibles. Ahora vamos al punto crucial ¿Es la política de subsidios generalizados mediante controles de precios la mejor manera de hacerlo?

En Venezuela el subsidio a los alimentos ha operado deprimiendo artificialmente los precios mediante el control de cambio y precios. Aquellos alimentos con un fuerte componente importado, como por ejemplo las pastas de trigo, son subsidiadas importando materia prima a un tipo de cambio extremadamente sobrevaluado y obligando a las empresas a vender a precios de chiste. Para aquellos productos cuyo mayor componente es nacional la carga de subsidio recae fundamentalmente en los productores. Estos productores no solo venden en muchos casos con márgenes ridículos sino que además están sometidos al acoso gubernamental día sí y día también.

El subsidio a los alimentos basado en los controles de precios es insostenible y lo que estamos presenciando desde hace algunos meses es el colapso total de un esquema que se inició en 2003 con la apertura del primer Mercal en Ruiz Pineda. La distribución de alimentos subsidiados dio enormes réditos políticos a la actual clase dirigente. El auge de los precios del petróleo permitió que el esquema se alargase en el tiempo. El actual deterioro en la popularidad del gobierno se debe en gran medida al colapso del sistema de distribución de alimentos subsidiados.

El esquema de distribución de alimentos no respondió, como el chavismo pretende hacer creer, a una preocupación fundamental por el nivel de vida de las clases más necesitadas. El sistema fue concebido para beneficiar al mayor número de personas posible y de esta manera generar un amplio piso político. Desde el punto de vista político el sistema operó muy bien mientras el ingreso petrolero fue creciente. En el momento en que los precios dejaron de crecer comenzaron a vérsele las costuras. El sistema habría colapsado con o sin la caída en los precios del petróleo. Hoy no hay incentivos para producir, no hay dólares suficientes para importar y además existen cuantiosos incentivos para arbitrar los productos en mercados alternativos. Fin del cuento.

Es mentira que el apoyo a los sectores de menores recursos facilitando el acceso a alimentos sea únicamente posible en “socialismo”. El subsidio a los alimentos está ampliamente extendido en el mundo. Quizás el país donde se gasta más dinero en este tipo de subsidios sea en los EE.UU. (más de US$ 70.000 millones al año y se benefician más de 45 millones de personas). La diferencia es cómo lo hacen. No es un subsidio generalizado sino enfocado en atender a aquellas personas que realmente lo necesitan. Para ello se realizan evaluaciones sobre los medios con que cuentan las familias y en base a ello se les otorga el monto correspondiente de ayuda. En el pasado era conocido como Food Stamps Program hoy es conocido por las siglas SNAP. A los beneficiarios se le otorga un bono de alimentación que pueden gastar en comida con tarjetas electrónicas o vales. El precio del producto que adquieren es determinado por el mercado y el subsidio es directo. El sistema no se sustenta bajo una depresión artificial de los precios, no hay problemas de acaparamiento, contrabando de extracción o escasez.

El problema de implementar un esquema de subsidio a los alimentos como el anterior es que se requiere un proceso de evaluación de medios. Este proceso lleva tiempo y requiere organización. Un programa de estas características busca dar alivio a los sectores más necesitados sin destruir el aparato productivo y generar terribles incentivos en los consumidores. Un programa así es muy superior al esquema empleado en Venezuela ¿Por qué nos empeñamos entonces en hacer las cosas mal? La respuesta fundamental es que el programa de asistencia alimentaria del chavismo tuvo y tiene un objetivo político. La segunda respuesta es que implementar un esquema superior requiere organización, disciplina y sobretodo gente que mire estos programas no como una forma de repartir renta sino como una asistencia temporal a aquellos más desfavorecidos. El chavismo nunca lo vio así, al parecer tampoco tendrá tiempo para mirarlo de forma diferente.

@franibar10