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Un amor que vino de Bélgica… Por Carolina Jaimes Branger

YO ESPERABA LA NOTICIA de un momento a otro. Unos días antes Susana Raffalli me había escrito diciéndome que buscaban donantes de sangre para él. Y con la humildad que le fue característica toda su vida, pidió que no hicieran nada más para prolongarle la vida. Tres horas después fallecía el hombre santo que, habiendo nacido en Bélgica, dedicó su vida y su apostolado a Venezuela: el Padre Armando Janssens.

Lo conocí hace muchos años, ya no recuerdo cuántos. Nos hicimos amigos… ¿quién que lo conociera podía no hacerse su amigo? El Padre Janssens era un pozo de bondad, un bálsamo para el alma. Un hombre bueno en toda la extensión de la palabra. Dedicó su vida a trabajar por y para los más desposeídos. Los últimos años de su vida se sentía literalmente apaleado del dolor de ver lo que pasaba en Venezuela.

No voy a hablar de su obra, que ha sido reseñada abundantemente –como él lo merecía- por todos los medios de comunicación social. Quiero más bien recordar uno de los momentos más entrañables que pasé con él, momento del que también fue protagonista mi querido amigo el Rabino Pynchas Brener. Todos miembros de la Fundación Conciencia Activa, regularmente organizábamos tertulias sobre temas trascendentes, con invitados de lujo, de ésos que lo dejan a uno con ganas de escuchar más. En aquella tertulia a la que me refiero, los ponentes eran el Padre Janssens y el Rabino Brener. El tema, “¿Qué y quién es Dios?”.

Ustedes pensarán que ese tema da para un seminario, una carrera universitaria, un doctorado y no se agota. Es cierto. Pero ambos ponentes fueron tan brillantes, cada uno en su estilo, que las conclusiones de cada uno fueron memorables. La del Rabino Brener fue que Dios es la Justicia. ¡Y es que vivir sin justicia es un infierno, si lo sabremos los venezolanos!

Para el Padre Janssens, Dios es el Amor. No podía ser de otra manera. Un ser que amó profundamente a su prójimo, tenía que estar seguro de que Dios es el Amor. La mañana siguiente de su fallecimiento, el Rabino Brener me escribió preguntándome a quién había que darle el pésame, porque él quería llamar a alguien. “A toda Venezuela”, fue mi respuesta. El duelo debería haber sido nacional. Gracias, querido Armando, por tu vida tan hermosa, tan profunda, tan fructífera, dedicada por entero a mi país.

@cjaimesb

Después te llamo... Por Orlando Viera-Blanco

 

 

«Los venezolanos hemos perdido nuestros arraigo, nuestra plaza, nuestra nación, nuestro sentido de pertenencia. Pero no el país, ni nuestros  amigos, ni parientes. Mientras recuperamos y encontramos el país perdido acerquémonos mas los unos a los otros». 

Mamá tiene el don de la omnipresencia. Está en todo momento y aparece en cualquier episodio de nuestra vida.  Llama si me siento mal porque lo sabe. Si estoy contento, porque lo celebra. Si las finanzas van bien o la cosa va ajustada. Si tengo ansiedad o estoy relajado. En el estrés me alivia. En  la sinuosidad me consuela y acaricia. No existe decisión que no cuente con la opinión de mamá. Su intuición o conectividad parece mágica, inalámbrica, infalible. Y este es el tema:  ¿Somos recíprocos a esa hermosa omnipresencia?

Cuidado: el amor no está garantizado

En estos días mamá me envió un video que todos deben ver. Se titula “Después te llamo…” Trata precisamente del “después” que continuamente le damos a la vida.  El “ahora no, más tarde, mañana”… Ulterioridad que estampamos a pequeñas-grandes ocasiones que por creer se repetirán, dejamos de hacer y pasar. “Después le digo, después lo hago, después cambio, vamos, te busco o lo vemos.  Dejamos todo para después como si después fuese lo mejor…”Así lo anticipa en su reflexión el gimmick de marras. Una cascada de sabiduría y sana amonestación de lo que dejamos de hacer por banalidad, pereza, desgano, displicencia o simplemente descuido. Lo delicado es que lo hacemos con aquellos que más nos quieren y necesitan, y que a pesar de estar siempre ahí, no le concedemos el tiempo, el gesto de contestarle de inmediato una llamada, de decirles cuanto nos importan; prolongar una conversación o simplemente llamarles para que al rompe de la bendición o los buenos días, le digamos un te quiero…

Damos todo por hecho cuando creemos que tenemos el amor y la solidaridad del amigo, del hermano, del hijo o nuestros padres asegurado.  Creemos que ese afecto y fraternidad, es imbatible, incólume, garantizada. Pero hay que tener cuidado. Cada una de nuestras ausencias, cada uno de nuestros “después”, no sólo duelen sino pueden significar un consejo, un alerta, una ratificación de afecto o consentimiento a tiempo, que puede cambiar la vida de nuestros incondicionales a quienes torpe e injustamente le dedicamos un después en vez de un ahora…

Lo que no entendemos-nos dice Sabio-es que “después’ el café se enfría, la prioridad cambia, el encanto se pierde. Después lo temprano se vuelve tarde, la añoranza pasa, la cosas cambian, los hijos crecen…Después la gente (nuestros padres) envejecen, [se nos van]”, y perdemos la más hermosas de las ocasiones por irrepetibles e inolvidables.  Es dejar en la almohada, el espejo, el teléfono o el ordenador, una sonrisa alentadora, una lágrima de consuelo, un buen sermón o un déjalo, después lo resolverás…Porque hasta para aconsejar un después hay que estar. Es compartir un café con quien no frecuentas. Es decirle [a tiempo] a quien amas, quiero compartir el resto de mi vida contigo. Es priorizar una ilusión que por privilegiar la «infatigable» rutina, te impide darle rienda suelta al sueño que cambiará tu vida Es compartir con tu hijo su primer gol, su primer hit, su primera cinta, medalla o llegada, que no es más que ser testigo de sus primeros triunfos. Es verles leer por primera vez. No porque lo aprendió de su maestra sino porque antes le enseñastes sus primeras letras, de la misma manera como aprendió a caminar o montar bicicleta de tu mano. Y es vivir y dusfrutar a nuestros padres que es aprovechar su vejez por ser derroche de sabiduría, paz y solidaridad, vital cuando la ausencia es inevitable, bien porque nos vamos, bien porque se van…

Después la vida es noche. Después la vida termina…

Los venezolanos hemos perdido nuestro arraigo, nuestra plaza, nuestra nación, nuestro sentido de pertenencia. Pero no el país, ni nuestros amigos ni parientes. Mientras recuperamos y encontramos el país perdido (que nadie lo dude), tenemos que acercarnos más los unos a los otros. Y no sólo a nuestros familiares, vecinos o amigos. También a los desposeídos, a los humildes, a los decentes. Civiles y militares. Hagamos hoy lo que toque hacer porque mañana es tarde. El ser humano es un misterio cuando se le deja ausente. Y todo un advenimiento cuando se le da participación. La presencia es afecto y afecto es paz. Llamémonos, hablémonos, busquémonos, cambiemos, asumamos lo impostergable y seamos omnipresentes con quienes lo son con nosotros…La mejor manera de decretar el fin del sufrimiento es redimir el dolor y conciliar. No hablo del adversario (con quien también habrá que hacerlo). Hablo de hacer las paces con los nuestros mismos…

Tengo la dicha de tener a mamá y a papá conmigo. No a mi lado pero si de cuerpo presente. Este ensayo trataba sobre las elecciones en Colombia. Pero al comenzar me llegó el mensaje de mamá, “Después te llamo…” Deje el “análisis” sobre Duque y Petro para otro día. Total, ellos pueden esperar…Ni les conozco. Tomé el teléfono, marqué a mi madre y le dije: «Que manera tienes de decir las cosas con la sutileza de quien tanto ama desinteresadamente, sin esperar nada a cambio…Y perdona por no haberte llamado, pero estaba rindiendo tributo [con este ensayo] al ser que más amo en esta vida. A ti. Porque eso es amar. Decirlo y escribirlo. Saber lo que significa porque otro te lo hace sentir…

Pd: Venezuela, ya te llamo. Después será tarde, será de noche…

 

@ovierablanco

Una carta de amor, por Laureano Márquez P.
Solo puedo ofrecerte hoy, como regalo, esta carta de amor en la que va mi alma comprometida en seguirte adorando con todas mis fuerzas y de que ese amor se convierta en lucha por verte sonriente y feliz

 

@laureanomar

Amor mío:

Hace algunos años te escribí esta carta. Te la reenvío hoy, día de San Valentín porque creo que los sentimientos que en ella expreso no han cambiado en lo más mínimo:

Cómo haré, vida mía para enamorarte de nuevo, para que este amor mío no se pierda en medio de este absurdo destino que nos ha tocado vivir. Qué haremos para que vuelvas a creer en mí y yo en ti, para que todas estas cosas que nos han pasado no destruyan ese sentimiento tan bonito que tenemos. Tú y yo lo sabemos, este amor nuestro es lo más grande que hay, porque este es el amor sobre el cual otros amores se levantan. ¿Por qué lo hemos deshonrado tanto? ¿Por qué nos hemos hecho daño si sabemos que no podemos vivir el uno sin el otro? ¿Cómo haremos para recobrar la confianza perdida, para pasar la página de tantos dolores y daños causados? ¿Por qué estamos destruyendo lo que sabemos es sagrado?

Tú lo sabes, yo no puedo estar lejos de ti. Tus ausencias me matan. Te extraño. La vida no me sabe igual si no te tengo cerca, me le falta brillo, color, alma. Y aunque esté en el lugar más hermoso, tu ausencia me agobia. No se cómo vivir sin ti y además no quiero intentarlo. Es que como te llevo dentro de mí, la distancia no hace sino acrecentar mi dolor, mi sufrimiento. Cuando siento tu calor en mí, tu cercanía en las cosas de mi vida, soy feliz. Por ti amo, sufro y espero.

¿Por qué no nos atrevemos a soñar juntos un destino mejor? Un destino de hijos bellos que nos se los lleve una bala en el Día de la Juventud, mientras protestan por la inseguridad. Yo te he esperado y te espero. Hasta el fin de mis días si es preciso.

No sé si algún día me cansaré y me vaya por ahí con alguien que me ofrezca promesas de amor que no me llenaran como las que sueño contigo, pero que termine aceptando con resignación. No es lo que quiero: me niego a que mi destino sea una vida de frialdad distante. Quiero la emoción y pasión que tú me das, la fuerza con que cada día  me mantienes en pie, para seguir adelante y luchar. Cuando la tristeza y la desolación me vencen, tú me animas.

Hoy es el Día de los Enamorados y quise escribirte esta carta de amor, para que sepas que sigo locamente enamorado de ti, que me haces falta como eras, tolerante, amable, bella; para decirte que podemos reconstruir lo perdido, que la fuerza de nuestro amor puede vencer cualquier adversidad.

Hoy quisiera llevarte a cenar, pero la oscura noche que nos envuelve activa todos nuestros miedos, enciende todas las alarmas (y además este año San Valentin cayó en ayuno). No te mando un ramo porque no hay flores en el mundo para tanto sentimiento. Solo puedo ofrecerte hoy, como regalo, esta carta de amor en la que va mi alma comprometida en seguirte adorando con todas mis fuerzas y de que ese amor se convierta en lucha por verte sonriente y feliz.

Te amo, Venezuela.

Ley contra el amor, por Brian Fincheltub

ChavismoCoraz

 

Aprovechando que desde el poder se disponen a regular los sentimientos humanos en nombre de la “paz”, sería bueno que alguien tome la iniciativa y también lance la propuesta de ponerle un freno a los niveles de amor que el gobierno nacional le reparte a los venezolanos desde hace veinte años. Llegados a este punto, creemos que la dosis ha sido más que suficiente, digamos que nos cansamos de tanto y sería pertinente una ley que también se encargue de la materia.

Vale la pena recordar que todo este proyecto “político” nació de un acto de amor un 4 de febrero de 1992, quizás por error de cálculo o ataque de ansiedad no esperaron el 14 de febrero, pero hubiese sido perfecto para el Día de los enamorados ver a aquellos militares movidos por los más puros sentimientos, dar una serenata en Miraflores. Todavía deben quedar en La Casona marcas de los besos que le lanzaron a la familia presidencial, siempre haciendo gala de su romanticismo.

Unos años más tarde llegaron al poder vestidos de rojo pasión convenciendo corazones. Dicen que para enamorar hace falta labia y eso es lo que ha sobrado en estos años: capacidad para endulzarle la oreja a millones y ustedes saben, cuando las cosas del amor no van bien todo lo demás lo arregla la plata.

En nombre del amor aquí se ha destruido un país que ahora no es más que ruinas. Se ha enfrentado familias, vecinos y amistades de toda la vida y ahora que la plata se acabó, los vemos en televisión prácticamente diciendo que “quien te ama es ese que te hace sufrir”. Para nuestra desgracia, al parecer mucha gente les ha creído, de otra manera no se entienden cómo, a esta altura, conservan fidelidades.

Mientras humillan y pisan al pueblo les dicen frases como “por amor” o el singular “te quiero” que se adapta a cualquier campaña y contexto: Te quiero Caracas, te quiero Carabobo y así infinitamente. Lo que por aquí clamamos es aprueben una nueva ley, no más amor revolucionario, ya ha sido suficiente.

@Brianfincheltub

 

La coartada de la paz, por Marianella Salazar

delcyrodriguezANC

 

Es tan desconcertante y hasta ridículo escuchar a la presidente de la espuria asamblea nacional constituyente, Delcy Rodríguez, hablar de amor y de paz, cuando ahí está, en la memoria de todos, el inagotable repertorio de insultos de alto calibre excretados contra algunos presidentes latinoamericanos preocupados por la crisis humanitaria en Venezuela y por el giro autoritario que tomó el gobierno de Nicolás Maduro.

Resulta raro que la misma persona acostumbrada a protagonizar todo tipo de berrinches en escenarios internacionales, la misma que lanzó a mansalva un saco de improperios contra el secretario de la OEA, Luis Almagro, y contra los cancilleres de países amigos y dirigentes de oposición venezolanos, nos venga ahora, entre sonrisas que arañan, a doparnos con eslóganes psicodélicos sobre la paz y el amor, cuando aquí la “revolución bonita” (otra cursilería más) solo ha dictado cátedras de odio irracional contra todo aquel que no logre subordinar.

La presidente de la ANC anunció que aprobarán una ley contra el odio y la intolerancia para castigar los delitos de odio en contra de algunos venezolanos “por su orientación política chavista y bolivariana”, y regularán la difusión de contenidos en los medios de comunicación y en las redes sociales. Estos hipócritas no engañan a nadie con su mala fe. Lo que se gesta es una guerra de exterminio, como afirma el inhabilitado gobernador de Amazonas, Liborio Guarulla.

En los aquelarres de la asamblea nacional constituyente, Iris Varela –otra que es digna de estudio– propuso fusilar a los opositores, “hacer pagar” a los traidores y a las traidoras como la fiscal Luisa Ortega Díaz, a quien señaló como “gusano arrastrado de Estados Unidos”, y también pidió que se degradara a los militares que sean considerados traidores a la patria. Para estos especímenes, la revolución es un pretexto para cometer las peores atrocidades sin ningún vestigio de culpabilidad, y así ahogar al país en la barbarie.

La constituyente Varela desnuda la verdadera intención del oficialismo al enarbolar las falsas banderas de la paz, cuando la violencia solo la ha ejercido el Estado a través de los cuerpos represivos o de esos grupos paramilitares –colectivos– que han hecho del crimen su manera de trabajar y de vivir. Son mercenarios pagados con el dinero de la ideología revolucionaria, de los doctrinarios del terror, por eso resulta tan extraño que hablen de amor y de paz. La ley contra el odio es una operación maquillada como una apuesta por la paz que solo persigue tutelarnos, someternos y perdonarnos la vida, si nos subordinamos.

Cuando sintieron que en la oposición no iban a doblegarse, anunciaron las elecciones regionales. Se trata de una coartada para bloquear su salida del poder, pero los cogollos de los partidos políticos, que se juegan la vida por unas gobernaciones destinadas a financiar sus organizaciones, cayeron facilito; a excepción de María Corina Machado, de Vente Venezuela, y Antonio Ledezma, de Alianza un Bravo Pueblo, que se negaron a legitimar la espuria ANC y al fraudulento CNE, dando una demostración más de coherencia y dignidad.

La inexplicable rendición de Voluntad Popular, urdida por Rodríguez Zapatero, solo logró más ensañamiento y odio contra su líder Leopoldo López y su esposa, Lilian Tintori, a quien le imputan tener una suma de dinero en efectivo cuyo origen y destino ha podido justificar. El odio no respeta nada, no tiene contemplaciones con mujeres embarazadas, siente placer al hacer daño. Eso es muy propio de resentidos que han acumulado rencor durante tantos años, como es el caso de los hermanos Rodríguez. La verdad, no entendí por qué les dieron las gracias.

 

@AliasMalula

El Nacional

Ago 15, 2017 | Actualizado hace 7 años
Constituyente, paz y amor (I) por Armando Durán

ConstituyenteEFE-

 

La semana pasada, los jefes políticos de la MUD convocaron al pueblo opositor a trancar el miércoles las calles y marchar el sábado en defensa de los alcaldes de Chacao y El Hatillo, condenados arbitrariamente por no haber reprimido las manifestaciones de protesta ciudadana en sus municipios. Trataban de remediar así el error de haber caído en lo que apenas en mayo ellos mismos habían calificado como la “trampa de las elecciones regionales”.

Por supuesto, muy pobre fue la respuesta que tuvieron ambas convocatorias. Una decepción irremediable sencillamente paralizó al pueblo opositor y a esa comunidad internacional que al fin venía dándole el mayor de los respaldos a la causa de la restauración democrática, porque en definitiva, como hace pocos días advertía el ex presidente Andrés Pastrana, la alianza opositora no termina de entender que “o hay dictadura o hay democracia”. Y así, de acompañar sin miedo a las consecuencias a una dirigencia política que parecía comprometida con los mandatos populares del 6 de diciembre de 2015 y del pasado 16 de julio, el pueblo opositor se veía ahora condenado a vivir la constituyente y sus futuros efectos en un acordado clima de paz y amor.

En este punto vale recordar que al llegar las Navidades de 2004, Hugo Chávez se sentía tan satisfecho como puede que hoy se sienta Nicolás Maduro. En aquel entonces, Chávez, tras haber teñido el mapa de Venezuela de un rojo intenso en octubre con la victoria aplastante de sus candidatos en las elecciones regionales, podía prepararse para iniciar, gracias a sus victorias políticas, lo que él esperaba que fuera la reproducción de la experiencia totalitaria cubana en el marco de en un prometedor remanso de paz y amor como el actual.

En mi libro Al filo de la noche roja, publicado en junio de 2006 por Random House-Modadori, destacaba el hecho de que, durante aquel turbulento período que había comenzado con el paro cívico de diciembre 2001 y finalizó con las elecciones regionales de octubre 2004, Chávez se había visto forzado a superar obstáculos que parecían insalvables. “Su derrocamiento en abril de 2002, la más devastadora de las huelgas, manifestaciones de centenares de miles de ciudadanos en las calles de toda Venezuela, las exigencias de la comunidad internacional, el referéndum revocatorio. Y no solo había salido airoso de esos desafíos. En medio de esa tormenta sin fin, su capacidad táctica le había permitido aprovechar a su favor cada ocasión de peligro y había logrado avanzar hacia el control absoluto del poder político, militar, institucional, económico y social del país. Aún le faltaba dominar por completo algunas esferas específicas de la vida nacional, pero sin oposición política digna de ser tenida en cuenta, con un estamento militar purgado hasta la saciedad y en proceso de convertirse en simple brazo armado del régimen, con la conversión de Petróleos de Venezuela en la alcancía inagotable de Miraflores, con el progresivo desmantelamiento del sector privado de la economía, sin partidos políticos, sin movimiento sindical, sin movilización popular, con todos los poderes públicos sometidos a su voluntad y con una comunidad internacional feliz porque el referéndum revocatorio despejaba del horizonte venezolano la inquietud de nuevas y lamentables sorpresas, podía gobernar a su antojo, con total impunidad”.

Aquella lamentable historia se repite estos días. La rebelión popular desmantelada por la brusca desmovilización de las protestas ciudadanas a cambio de unas elecciones regionales anunciadas para diciembre y ahora adelantadas para octubre, incongruencia de todas las incongruencias, porque después de haber denunciado a Nicolás Maduro de dar un golpe de Estado, que en consecuencia su régimen era ya una dictadura y que con la elección del 30 de julio se había cometido un inmenso fraude electoral, no hay manera de justificar ponerse de acuerdo con el régimen en las tinieblas de una negociación clandestina, a espaldas de los ciudadanos. Mucho menos aceptar como un hecho consumado una constituyente que aspira a recuperar el fallido proyecto de revolución dentro de la revolución que Chávez se sintió impulsado a poner en marcha con el referéndum constitucional del 2 de diciembre de 2007 para crear el autogobierno comunal y un Estado de plena economía socialista.

 

@aduran111

El Nacional 

Carlos Dorado Ago 28, 2016 | Actualizado hace 8 años
¡Querer a Venezuela! por Carlos Dorado

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Decía mi madre, que quien quiere de verdad quiere en silencio, con hechos, nunca con palabras; ya que el amor es el motor que mueve la vida, y la vida no es vida sin amor, sino un mero simulacro. Sin embargo, a menudo resulta tan difícil encontrar el verdadero amor; llámese a éste pareja, país, profesión. ¡El verdadero amor, casi siempre es sacrificio, pero un sacrificio que termina siendo una pasión!

¡Amor y pasión!, eso precisamente fue lo que me transmitió Rodolfo Gerstl cuando un  buen día, vino a mostrarme las fotografías que realizó desde que tenía 28 años, fecha en que hizo su primer salto desde el Tepuy Kukenán, y al fondo de la Sima Mayor del Sarisariñama, hasta el Roraima; en el nacimiento mismo del Salto Angel. Después desde un helicóptero, y hasta el día de hoy, con sus 64 años no ha parado de saltar, y de sacar fotos.

Dicen que  la belleza de una mujer no le pertenece sólo a ella. Es parte de la riqueza que trae consigo al mundo, y su deber es compartirla; y eso es lo que ha hecho Rodolfo; compartir paisajes nuestros, que son de una belleza subliminal, que permanecerá incluso cuando no haya ni un solo corazón que se desagarre por ella.

Me quedé viendo las fotos, y las bellezas que observé fueron algo indescriptible, que excitaba inevitablemente el alma, hasta hacer derramar lágrimas. La belleza es una de las pocas cosas que no dan lugar a duda; no hace feliz al que la posee, sino a quien puede amarla y adorarla. Nuestros paisajes, reflejados en esas magistrales fotos, son de una gran belleza sin ningún tipo de lujo. ¡Pero es que cuando lo sencillo es bello, el lujo sobra!

Los hombres, por desgracia, gastamos mucho tiempo pensando cómo se puede disfrutar de la vida, sin embargo los animales no piensan en esto; las disfrutan. ¿Quién es el animal? Rodolfo a pesar de ser economista y tener un MBA en Northrop University (California –USA-),  no lo pensó ni un momento, decidió disfrutarla, descubriéndola, saltando, llevando turistas a conocerlas, haciéndole fotografías.

Rodolfo cumple con la gratitud del peregrino, al no olvidar nunca la fuente que apagó su sed, la palmera que le brindó frescor y sombra, y el dulce oasis donde vio abrirse un horizonte a su esperanza. Siente gratitud  al poder disfrutar de nuestras bellezas, de nuestra Venezuela, y no  enseñarlas sería como envolver un regalo, y no darlo. Por eso vino a verme, y me dijo que quería hacer un libro con todas esas fotos, por si yo lo podía ayudar. ¿Cómo decirle que no?

Pienso en la gente que trabaja de sol a sol, en los barrenderos, en las madres que salen de su casa de madrugada y regresan tarde en la noche, y que no tienen un fin de semana libre, en los que trabajan en la construcción, en tantos héroes anónimos. ¡Esa gente quizá tenga algún motivo serio para quejarse! Rodolfo no, está enamorado y tiene pasión por nuestro país. Y ahora, tiene la posibilidad de hacer realidad un bello propósito: plasmar en un libro las fotos más bellas que pueda tener país alguno.

Le pregunté a Rodolfo: ¿Qué título le vamos a poner al libro? Carlos, qué te parece éste: “Ángel, un salto a la vida”. Honrar a la patria es una manera de pelear por ella, y sin duda alguna que Rodolfo, con estas fotos en un libro que verá la luz en los próximos meses, no ha podido encontrar una mejor forma de honrarla y de quererla.

Hasta ahora la quiso en silencio, y después de tantos años, va  a dar un gran salto, expresando esto a gritos: ¡Venezuela te quiero!

 

cdoradof@hotmail.com

Amor en tiempos de cabras locas ...  por Orlando Viera-Blanco

Políticos

 

«El amor de hombres de izquierda, feministas hasta que se casan; humildes hasta que se enriquecen y ateos hasta que el avión se va en picada…”

 

La política no es una tentación comprensible. Sólo llega a serlo para el que no tiene nada, porque es una manera de vivir con bastante facilidad. Y cuando se habla de “no tener nada”, no es un cliché materialista. Es ausencia de pasión, de nobleza, de sentido ciudadano, único que lo da la familia y la crianza. El resto-ética y conocimiento- lo aporta la educación. Así nace, no el político que apenas lo intenta, sino el verdadero líder, que hace lo que dice y cumple lo que escribe…

Un amigo me decía, “Orlando es que aquí nada es pronosticable, esto es una locura!” Ciertamente cuando no se respeta la ley, no hay sensatez y los demonios se desatan, perdiéndose toda lógica de estabilidad. La locura que hemos vivido los Venezolanos, para nada es como la del Hidalgo Quijote. No es propia de los Caballeros de Armas, de los amanuenses de la justicia o leales escuderos. Nuestra locura tiene su origen en nuestra impostura ciudadana. En nuestra habituación a una sociedad aderechada, estatizada, de constituciones regladas, donde los derechos suman 60 veces más que los deberes transcritos (que no se cumplen), incluyendo las potestades de los poderes públicos (que se abusan), digno de un país que le rinde culto al Presidente y a los hombres de poder (García Márquez).  Surge entonces el medalaganismo y el mandamás. L’état se moi … El Magistratote, el Generalote, el Diputadote, el Alguacilato y el Presidentote. El ciudadano queda disminuido a una obediencia precaria, hostil; de arriba hacia abajo, como niño que obedece al padre jesuita, que le reprime con “regla” en mano detrás de la sotana. Peor, en la Venezuela de hoy, se amenaza y reprime con el fusil a la vista. Una “dinámica social” que nos hace resistentes al mando y espasmódicamente resilientes. Una perversa mezcla entre violencia y resignación, porque actos de desobediencia civil frente al abuso de poder, no necesariamente son reputados por una justicia ciega. A partir de esta lógica de la inestabilidad grupal, no nos amamos, no confiamos en nosotros, no nos sacrificamos por el otro (¿por qué, por quién?), sino hacemos como las Cabras: ¡Tiramos pal’monte.!

¿Puede una sociedad violentada por desquerencias y patanerías, dialogar? ¿Emanan de sociedades fracturadas, políticos de tentativas o de compromiso? ¿Genera una colectividad atrapada en el desprecio, líderes reales? ¿Somos genuinamente leales-como Sancho al Quijote- a emprender “cruzadas” de rescate republicano? Hacemos lo que decimos y cumplimos lo que escribimos? De esto tenemos una larga y penosa historia de promesas ilusorias, demagogias y latrocinios, donde pocos, muy pocos, han sido la excepción. Hombres del talante de López Contreras, Medina, Gallegos, Uslar, Betancourt, Leoni, Carnevalli, Ruiz Pineda, Villalba, Pérez Alfonzo; el propio CAP en sus inocencias o Caldera en su superioridad, sin duda, amaron Venezuela. Uno siente que dieron la vida, tanto por el poder como por el país, o viceversa … Pero lo vivido en amores en tiempos de la V, es lo más parecido a un amor esquizofrénico que creyendo que lo siente, por el contrario, lo padece, y nos enferma a todos con su desbordamiento y resentimiento.

El amor de esos hombres de izquierda, “feministas hasta que se casan; humildes hasta que se enriquecen; valientes detrás de un paredón o ateos hasta que el avión se viene en picada”, es un amor de carretera: fugaz. Amor que no le importa ver un pueblo hambreado, a merced de una impune criminalidad. Amor inmisericorde, de neonatos muriendo en hospitales (convertidos en pensiones); pranes que toman control de la sociedad; niñas pariendo sin dejar de serlo, niños perdidos en la droga sin haber abierto un libro e inocentes linchados con un bidón de kerosene (que ni hay). Cuando una sociedad llega a este nivel de anomia, de barbarie, de tragedia social, la grandeza, la nobleza y dignidad del hombre humilde, del “presidente obrero”, del buen revolucionario, es allanarse e impedir que la historia le condene, dimitiendo valientemente. Es el amor que salta hasta de una cabra loca (dixit Pepe Mujica), porque lo políticamente correcto, al decir del escritor español, Miguel Delibes, “es no-vivir con tanta facilidad”, pastando el poder.

A pesar de nuestra hostilidad y bajísima cultura política (lo cual nos condujo a este pandemónium), pienso que quedan reservas muy calificadas de decencia, elevancia y carácter (incluso en el Chavismo idealista), para ir a una transición consensuada, y evitar un colapso peligroso e irresponsable. He dicho que “si a alguien le conviene una transición pactada que garantice un mínimo de redención política, al tiempo del cambio (que viene irremisiblemente), es a Maduro y partisanos radicales» … Si el Chavismo quiere mantenerse como actor político alternativo a la fragua de los tiempos, conservando “la etiqueta» del bosque Sharewood, debe propiciar una transición en paz, y no insistir en la idiotez de la intolerancia política.

El cambio llegará … Pero ojalá y venga con las cabras en el corral y los pastores en sus sillones (no al revés, como lo vivido), porque de lo contrario la montonera seguirá … y de peor manera.

 

 

@ovierablanco

ovierablanco@vierablanco.com