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The New York Times: Enviado de Trump buscó abordar transición en Venezuela con Jorge Rodríguez
Según The New York Times, Richard Grenell se encontró con el exministro cerca de la Ciudad de México, el pasado 17 de septiembre, una información que no ha sido confirmada por la Casa Blanca

El diplomático Richard Grenell, cercano al presidente de EE.UU. Donald Trump, se reunió en septiembre con quien hasta comienzos de ese mes fue vicepresidente de Comunicación del gobierno de Nicolás Maduro, Jorge Rodríguez, para tratar una transición pacífica del poder en Venezuela, según The New York Times, que cita una fuente de la Casa Blanca.

Según la versión del diario, Grenell se encontró con Rodríguez, quien ahora es candidato al Parlamento, cerca de la Ciudad de México, el pasado 17 de septiembre, una información que no ha sido confirmada por la Casa Blanca.

Grenell ha trabajado en la Administración estadounidense como embajador en Alemania, director interino de Inteligencia Nacional y recientemente como enviado de Estados Unidos para las negociaciones de Kosovo y Serbia.

El diario apunta que no hay ninguna evidencia de que el viaje del cercano aliado de Trump hubiera surtido ningún efecto ni de que Nicolás Maduro hubiera «considerado repentinamente dejar el poder».

El New York Times recuerda que una eventual decisión del presidente venezolano en este sentido supondría una gran victoria en política exterior para Trump, que sería especialmente bienvenida en la recta final de la campaña electoral de las elecciones presidenciales del próximo 3 de noviembre.

De acuerdo con una persona involucrada en la planificación del viaje de Grenell, la reunión tenía el objetivo, al menos en parte, de negociar la liberación de ciudadanos estadounidenses detenidos en Venezuela, algo negado por la Casa Blanca y el propio Grenell.

Desde su llegada al poder, el presidente estadounidense ha presionado a Venezuela y en enero de 2019 reconoció oficialmente al jefe de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, como mandatario interino del país, a la vez que pidió a Maduro que abandonara el poder.

Su postura contra Maduro le valió a Trump la simpatía de los votantes más cercanos a la línea dura así como el apoyo de muchos votantes latinos de Florida, un estado clave en la carrera presidencial.

Un alto funcionario de la Administración Trump no identificado por el diario aseguró que esta reunión eludió los canales diplomáticos habituales con el objetivo de intentar lograr una victoria política para el presidente en víspera de los comicios.

Transición y legitimidad, por Carlos Blanco

 

 

LA SEMANA PASADA SEÑALÉ LO QUE SON LOS EJES FUNDAMENTALES DEL PROCESO DE TRANSICIÓN: el grado de violencia y la mayor o menor legitimidad del proceso. Al considerar el primero, planteé que la violencia dependerá del grado de resistencia del régimen a su reemplazo. El ideal sería, por supuesto, una salida consensuada con Maduro y los jerarcas rojos, a través de una negociación que les colocara el puente de plata en su huida. De no ser así, algún nivel de violencia habría, lo cual dependerá del balance de fuerzas sociales y militares, nacionales y –eventualmente– internacionales si Maduro busca distraer con provocaciones en el vecindario o si marcha una operación humanitaria internacional a juro.

La legitimidad, por su parte, es esencial para comunicarle estabilidad interna y apoyo internacional a un gobierno de transición. Un atentado como el que supuestamente se habría intentado con los drones en la avenida Bolívar mereció una censura internacional amplia y ningún apoyo de la oposición en sus más variadas expresiones. Nadie puede decir qué habría pasado de haber obtenido los objetivos presuntamente planteados; pero lo cierto es que al nivel de posibilidad que llegó careció de legitimidad y apoyo. Esto demuestra que, como diría José Alfredo Jiménez en el vozarrón de Pedro Vargas: “Que no hay que llegar primero/ pero hay que saber llegar”.

La transición solo se alcanzará por una combinación de esclarecido liderazgo civil que no transija en los objetivos de desterrar el régimen encabezado por Maduro; un inequívoco compromiso de los militares institucionalistas y patriotas, y un respaldo internacional sólido. No hay transición sin los militares, pero la transición no debería ser encabezada por los militares. Desde el inicio, el liderazgo civil debe prevalecer.

Por supuesto que todos los sectores deben participar en esa transición; sin embargo, esa noción que circula según la cual el ex chavismo debería liderar para hacer más potable el proceso es totalmente inviable. Tengo la impresión de que una sociedad tan golpeada ni lo querría ni lo aceptaría.

La transición debe conducir a elecciones libres. Para lograrlas hay que estabilizar el país, solucionar la emergencia en materia de alimentos, medicinas y seguridad, y hacer cambios drásticos en las instituciones, con un programa factible de recuperación y modernización económica, lo cual requiere algunos meses por lo menos. De lo contrario, los nuevos gobernantes serían derrocados en un dos por tres.

Tarea ardua, dura, pero que puede lograrse con la sonrisa que inspira la esperanza.

@carlosblancog

El Nacional

Luis Ugalde S. J. Sep 20, 2018 | Actualizado hace 6 años
Acuerdo obligado, por SJ. Luis Ugalde

LAS COSAS HAN LLEGADO A TAL EXTREMO y la situación es tan dramática que la desesperación se ha apoderado del país.La gente no cree en el régimen y sus promesas-propaganda, y cada medida nueva agrava la situación. El liderazgo opositor carece también de credibilidad por su falta de unidad y su impotencia frente a la dictadura y los urgentes problemas socioeconómicos. El desastre es tan grave que la reconstrucción parece imposible sin un gran acuerdo de salvación nacional concretado en un gobierno de transición que incluya a buena parte de los que fueron y de los que todavía hoy son chavistas. El régimen actual no tiene futuro, pero puede resistir con un alto costo de vidas, dignidad humana y libertad democrática de millones de venezolanos. No puede haber un gobierno nacional que entusiasme y tenga éxito si no lleva en el corazón de sus políticas concretas las razones que hace 20 tuvieron las mayorías chavistas. Si, según las encuestas más recientes, 85% de los venezolanos vive en pobreza, el nuevo gobierno solo cuajará si renace en la vida de esa inmensa muchedumbre que agoniza en la pobreza y el exilio, y fracasará si no toma en serio la vida digna de ellos. Esa esperanza no se puede nutrir solo de palabras y retórica, sino que necesita de entrada signos visibles de mejora socioeconómica, lo que no es posible sin un vigoroso florecimiento de miles y miles de empresas privadas, entendidas y vividas como esperanza de los pobres y la superación de la pobreza como esperanza de la empresa privada, de la democracia y la libertad. Por otra parte, nada de esto es posible sin un apoyo decidido de las democracias y organismos internacionales, concretado en recursos materiales cuantiosos. Sin ese apoyo, ni el gobierno actual, ni cualquier otro que venga, tendrá estabilidad ni éxito y la solución no es la desesperanzada agonía dictatorial cubana de más de medio siglo.

El gobierno de transición solo despertará entusiasmo nacional y concretará el apoyo externo si de inmediato enfrenta la hiperinflación (alimentada por el actual gobierno con enorme déficit fiscal y dinero inorgánico) y activa la producción económica que en cinco años se ha reducido a la mitad y que está matando a la gente, arrebatándole su salario y dignidad y bloqueando toda posibilidad de reactivación.

1- Para revertir de inmediato este despeñadero hay que combinar:

-No pago de la deuda externa (132.000.000.000 de dólares) en 2 o 3 años. Condonación de buena parte de ella, refinanciamiento de la otra parte y cuantioso préstamo (según los entendidos no menos de 40.000 millones de dólares).

-Reprivatización de las empresas estatizadas, hoy ruinas improductivas.

-Inversión extranjera (y nacional) con garantías jurídicas y economía social de mercado.

-Apertura petrolera (y gas) a las inversiones no estatales y recuperación productiva.

-Financiamiento de importación de bienes básicos de consumo (alimentos, medicinas…) e insumos para reactivar la producción.

2- Al mismo tiempo se requiere inmediata ayuda humanitaria internacional con activación nacional de los canales de distribución y también de un inmenso voluntariado de solidaridad con efectos en la regeneración moral y de reconciliación. Rescate del Estado y del caos, corrupción e ineptitud de los servicios públicos de agua, electricidad, transporte, seguridad… Rescate de la Constitución: libertad de presos políticos y exiliados, legalización de todos los partidos y de los candidatos vetados; separación de poderes públicos; eliminación de la ANC (supraconstitucional, es decir, dictatorial); Fuerza Armada reconstitucionalizada; nuevo CNE; elecciones justas, libres y transparentes, una vez restablecidas las condiciones democráticas para ello.

No se trata de medidas sueltas ni de que cada grupo político pretenda instaurar en esta transición el modelo de su preferencia, sino de lo imprescindible para salir de esta dramática agonía. Sería fatal enredarse en debates ideológicos sin entender que la extrema emergencia exige un pragmatismo sanador previo a elecciones democráticas en las que la población escogerá al candidato de su preferencia entre alternativas que incluyan las que vienen del chavismo y también las que parecen más opuestas a él. Por ahora la negociación no puede ser maximalista, sino realista con la necesaria unidad nacional y el apoyo internacional imprescindibles.

3- La salida del gobierno actual tiene que ser pronta y negociada con espíritu de reconciliación, no de venganza sino de perdón, con una nueva primavera de reencuentro venezolano combinada con una acción serena y equilibrada de la justicia, en los casos que se requiera para evitar la impunidad.

4- Los militares (hoy unos cómplices y represores y otros reprimidos) y las democracias del mundo y de las Américas deben formar parte de diversa manera de esta negociación y reconstrucción.

5-La Asamblea Nacional ha de ser la legítima pieza central de esta transición y quien la encabece debe excluirse de la contienda electoral democrática, que tendrá lugar tan pronto se restablezcan las condiciones básicas constitucionales para una elección libre, transparente y con garantías.

Ese acuerdo que incluya al chavismo democrático puede escandalizar a algunos, pero no será más chocante que el abrazo –en medio de tantos cadáveres y odios– de Bolívar y el jefe español Morillo en Santa Ana de Trujillo, como importante paso desagradable para salir de la guerra.

 

El Nacional