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Parlamentarias 2015

Maduro, el inmaduro por Leonardo Padrón

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Se podría hacer una voluminosa antología de los desafueros verbales de Nicolás Maduro. De hecho, el humor venezolano lo tiene entre sus víctimas predilectas. Seamos justos, en rigor, él pone la materia prima. El resto es colgarlo en la red, masificarlo, convertirlo en asunto viral. Pero más allá de la sonrisa atónita que generan sus torpezas, está lo que eso entraña dado el rol que el personaje ocupa en Venezuela. Se trata del presidente de la República. Hay una majestad implícita en el cargo que hay que corresponder con el discurso y el accionar. Pero Maduro nos ha enseñado de manera vertiginosa a perderle el respeto. Es su hazaña. Nadie más tiene responsabilidad en tal conquista.

La reacción de Nicolás Maduro ante la “aplastante” derrota que sufrió el gobierno (el adjetivo no es mío, es de Pérez Pirela y Juan Barreto) en las elecciones del 6D ha sido una muestra de profunda inmadurez política. Todos esperábamos su discurso luego de la debacle electoral. Suponíamos, al menos,  un comedido acto de mea culpa. Una reflexión lo suficientemente atinada que lo llevara a moderar su estridencia, a ejercer la humildad, a aceptar algún error crucial. Pues no. Maduro, como un adolescente malcriado, sin un átomo de pericia política, se ha dedicado –en los ya varios duelos públicos- a lanzar pataletas, gruñir insultos, repetir consignas que ya fracasaron. Si no fuera tan penoso, daría risa. Si no fuera tan preocupante, daría pena.

Saber perder es lo mínimo que le puede exigir la ciudadanía a un político, pues la política es un oficio que se balancea permanentemente entre el triunfo y el fracaso. Pero no. Este no es el caso. Maduro, por el contrario, en vez de rectificación, esgrime amenazas. Más aún, plantea la venganza como su próximo plan gubernamental.  Dice que ahora no sabe si terminará el plan de construcción de 1.500.000 viviendas (cifra poco creíble, por cierto) pues la gente, “su gente”, no lo acompañó con el voto. Lo que pone en evidencia una vez más que los beneficios sociales solo existen para todo aquel que proclame su adhesión a la causa revolucionaria. Si usted es un damnificado, un refugiado, o alguien sin recursos económicos para sustentar un hogar, pero no simpatiza con la revolución entonces no se merece vivienda alguna. Ni canaimita, ni tablet, ni taxi, ni nada. Usted califica prácticamente como un ser invisible. No existe. Peor aún, sí, existe, pero en la orilla del odio, esa larga orilla donde han colocado a millones de venezolanos, esa orilla que llaman “derecha maltrecha”. Que no es tan de derecha, y mucho menos maltrecha, si nos atenemos al aluvión de votos del 6D en contra del régimen.

Maduro dice que “ganaron los malos”, que ganó “la guerra económica”, que ganó la “contrarrevolución”. No se da permiso para pensar. Para reflexionar. Para elaborar una idea un poco más articulada, más cercana a la realidad. Prefiere seguirse tropezando con la misma piedra ad infinitum. Y su cabizbajo  auditorio lo aplaude. ¿Ese aplauso es pura  solidaridad automática o un mero acto de educación protocolar? ¿Están sus ministros, sus adláteres, su público de galería, de acuerdo con sus epidérmicas reflexiones? ¿De verdad esa es la lectura que Maduro tiene de la brutal derrota que sufrió el 6D? Ya Roy Chaderton, ese inenarrable canciller del cinismo, se atrevió a declarar que la oposición había hecho uso de un ventajismo político desvergonzado. El señor Chaderton, tal como estila su jefe, insulta la inteligencia del venezolano. Ya da pereza enumerar todo el ventajismo del que ha hecho gala el gobierno durante 17 años y 20 elecciones. Es inadmisible que Chaderton esgrima tal argumento. Es un chiste barato. Igual Maduro. Peor Maduro. No puede acusar a la gente de haber caído en la trampa del imperio (bostezo), no puede condenarlos por creerse las mentiras del “pelucón mayor” (nuevo bostezo). No puede decirle a la nueva Asamblea Nacional “está bien, vengan por mí, aquí estoy yo con el pueblo y con las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas”. ¿De verdad sigues creyendo que el pueblo está contigo? ¿Haber perdido todos los circuitos que están en las barriadas populares de Caracas y en casi todo el interior del país no te da una ligerísima idea de lo que opina el pueblo sobre tu gestión? ¿El error no serás tú, Nicolás Maduro? ¿El error no será el modelo económico? ¿La obsesión por un dogma ideológico que fracasó en el resto del mundo? ¿No te das cuenta que Fidel es ya un trasnocho barrido por la historia?

Todavía rebota en los oídos de los venezolanos la terrible afrenta que Maduro le propinó a Carlos Ocariz, alcalde del Municipio Sucre, atropellando de forma infame el amor de un padre por un hijo seriamente enfermo. Maduro dio una muestra de -no cabe otra expresión- su miseria humana. Fue una campanada más de alerta. Este país está lidiando con un personaje turbio, inescrupuloso y sobre todo, bastante irreflexivo. Eso que él llama pueblo le dio la espalda de forma contundente. La gente no llena sus estómagos con retórica patriotera. La gente no cura a sus hijos con los discursos vencidos de Chávez. La gente no se salva de la inseguridad con insultos a la oposición. La gente no quiere más cadenas. La gente necesita un país normal. ¿Es tan difícil de entender, señor Maduro? ¿Ha leído los artículos de sus correligionarios en el portal chavista Aporrea? ¿Vio el programa con las duras y frontales críticas de uno de sus anclas favoritas del canal VTV? ¿Vio los videos de cómo la gente, el pueblo, “los hijos de Bolívar y Chávez”, como dice usted, con exceso de almíbar en el lenguaje, abucheaban sin rubor a sus gobernantes en los centros de votación? ¿No le pasa ni por un segundo la idea de pensar que quizás lo han hecho francamente mal? ¿Podría terminar de entender el mensaje que le envió el pueblo el 6 de diciembre, señor Maduro?  Ese es el pedimento más urgente que le hace el país en estos momentos.

O, al menos, pliéguese al consejo de Abraham Lincoln: “Hay momentos en la vida de todo político en que lo mejor que puede hacer es no despegar los labios”.

 

@Leonardo_Padron

Leonardo Padrón

Denuncian cacería de brujas en el Estado tras el 6D

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El diputado reelecto Ángel Medina, secretario político nacional de Primero Justicia, denunció que el Gobierno emprendió una especie de «cacería de brujas» en las instituciones públicas contra aquellos sospechosos de haber votado a la oposición en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre.

«Quiero denunciar que en las instituciones públicas controladas por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), se ha iniciado una persecución y retaliación contra todos los empleados públicos que se sospeche hayan votado a favor de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). En ministerios, alcaldías, institutos, Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y empresas básicas, se ha iniciado una cacería de brujas en contra de cualquier persona que se crea o sospeche que no apoyó al Gobierno con su voto el 6D», aseveró el legislador, según comunicado del partido aurinegro.

Para Medina esto revela que «estamos ante unos irracionales que no aceptan su derrota».

 

El diputado detalló que “se están realizando asambleas, enviando correos y montando una red de delatores a lo interno de estas instituciones, con el fin de vengarse de todo aquel empleado público que no sea un radical defensor del gobierno, contra quienes piensen distinto y con ello, violan las leyes y derechos constitucionales que poseen los trabajadores del país, en especial, los trabajadores públicos”.

Informó que fue habilitada su red social twitter @AngelMedinaD para la recepción de denuncias ante cualquier caso.

MUD descartó que quiera ir a un conflicto de poderes con el gobierno

 

 

La nueva mayoría opositora de la Asamblea Nacional descartó el viernes que quiera ir a un conflicto de poderes con el gobierno, pero advirtió que de bloquearse las acciones de la nueva Asamblea Nacional está dispuesta a activar los mecanismos constitucionales que pueden incluir la enmienda constitucional, el referendo revocatorio de mandato o una asamblea nacional constituyente.

«Aquí no va haber conflicto de poderes», afirmó el secretario ejecutivo de la alianza opositora, Jesús Torrealba, al asegurar que la nueva mayoría opositora centrará su trabajo en las «reivindicaciones sociales» para atender los problemas sociales y económicos de los venezolanos y que no buscará una confrontación con el gobierno.

Torrealba dijo en conferencia de prensa que si el gobierno bloquea el «deseo de cambio y de justicia» de los venezolanos «no tendremos otro camino que activar los mecanismos que la constitución» establece para solucionar el conflicto con el gobierno.

Sobre las opciones constitucionales que podría activar la oposición para resolver una eventual disputa, el dirigente dijo que las alternativas pasan por «la enmienda constitucional, la reforma constitucional para el recorte del mandato, el referendo revocatorio y la asamblea nacional constituyente», entre otras.

Entre las primeras acciones que emprenderá la mayoría opositora a partir del 5 de enero está el diseño de una «ley de misiones para todos» para asegurarle a los sectores pobres el acceso a todos los programas sociales y despolitizar esos planes y la aprobación de una normativa especial para entregarle los títulos de propiedad de vivienda a todos los beneficiarios del programa «Misión Vivienda Venezuela», dijo el secretario ejecutivo de la llamada Mesa de la Unidad Democrática al señalar que «la campaña electoral terminó, pero ahora se reinicia la campaña social».

El diputado electo y secretario general de Acción Democrática, Henry Ramos Allup, cuestionó las acciones que tomó la víspera la mayoría oficialista de la Asamblea Nacional e instó al gobierno a que «no siga corriendo para adelante para darle ánimo a sus propios hinchas».

«No sigan con estos disparates de una Corte exprés, de estar raspando la olla, de estar haciendo nombramientos atolondrados… porque esto es perfectamente revocable y además de una manera muy sencilla conforme a la constitución y las leyes», indicó Ramos Allup.

La mayoría oficialista de la Asamblea Nacional nombró el jueves como Defensora Pública General a la jueza Susana Barreiros, que emitió la condena contra el dirigente opositor Leopoldo López; acordó el traspaso de la señal y los activos de una televisora y radio del Congreso a sus trabajadores y aprobó una ley comunicación popular.

El influyente presidente de la Asamblea Nacional, diputado Diosdado Cabello, dijo que antes de finalizar este año esperan nombrar 13 magistrados del Tribunal Supremo de Justicia que se jubilaron de manera anticipada.

La oposición ha denunciado que el oficialismo presionó la jubilación adelantada de 13 de 32 magistrados del Tribunal Supremo para asegurarse el control de esa instancia.

La organización internacional Human Rights Watch dijo el jueves en un comunicado que los presidentes latinoamericanos deben exigir a Venezuela que «los legisladores salientes renuncien a su intención de copar una vez más el Tribunal Supremo de Justicia con incondicionales al gobierno».

La coalición opositora logró en las elecciones parlamentarias del pasado domingo 112 de los 167 escaños lo que le garantiza una mayoría calificada que le permitirá convocar a una asamblea constituyente y aprobar una reforma constitucional, designar o remover a los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia y nombrar a los rectores del Consejo Nacional Electoral, la fiscalía general, el contralor general y el defensor del pueblo.

El oficialismo, que por tres lustros había dominado el Congreso con amplia mayoría, deberá manejarse a partir del 5 de enero con 55 diputados.

 

 

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El Calabozo de la Libertad: Carta a los jalamecates de Padrino López por Gustavo Azócar Alcalá

VladimirPadrinoLópez

 

La aplastante victoria de las fuerzas democráticas venezolanas agrupadas en la MUD, ocurrida el pasado domingo 6 de diciembre, todavía tiene atolondrado al gobierno. Maduro no termina de metabolizar la paliza. Han pasado varios días después de la exitosa jornada electoral y el ex chofer del Metro de Caracas aún no asimila la derrota. Nicolás siente que está viviendo una escena de la película “pesadilla en la calle del infierno”.

La misma sensación parece estar afectando a otros altos personeros del gobierno, entre ellos Diosdado Cabello, quien todavía no termina de aceptar que sólo le quedan 4 semanas como Presidente de la Asamblea Nacional. Cabello es, después de Maduro, el dirigente oficialista más golpeado con la derrota. Tanto así, que según fuentes vinculadas al Psuv, desde el lunes 7 de diciembre está ejerciendo presión sobre Maduro para ver si lo enchufa como nuevo Ministro de la Defensa, o en su defecto, como nuevo vicepresidente de la República, para no quedar fuera del tablero del poder.

Maduro y Cabello podrían protagonizar el personaje central de la obra El Traje Nuevo del Emperador, escrita en 1837. Ambos dirigentes tenían mucho tiempo desnudos frente a la militancia revolucionaria del Psuv, que sabía perfectamente que estos dos sujetos no tenían las suficientes credenciales para ocupar tan altos cargos. Pero el miedo hizo que nadie les dijera nada, hasta que la MUD los puso al descubierto el pasado domingo.

Pero así como Cabello y Maduro no terminan de sentar cabeza, y por el contrario, intentan huir hacia adelante, amenazando a diestra y siniestra a los 7.7 millones de electores que votaron contra los candidatos de la revolución el domingo 6 de diciembre, hay un minúsculo sector vinculado a las fuerzas democráticas que al parecer tampoco ha aprendido la dura lección que hemos vivido en los últimos 16 años, y está empeñado en que los venezolanos vivamos siempre a la sombra de los militares.

El domingo 6 de diciembre, tan pronto como se produjo el cierre de las mesas y centros de votación, algunos columnistas y escribidores, de esos que no pueden ver una cachucha y un uniforme verde oliva sin que se les bajen las medias, pusieron a circular el rumor de que había una reunión en Fuerte Tiuna, presidida por el Ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, quien supuestamente se estaba rehusando a desconocer los resultados electorales que favorecían abiertamente a las fuerzas democráticas.

Durante la madrugada del lunes 7 de diciembre, luego que el CNE emitiera el primer boletín electoral, en el cual se anunciaba como ganadores a los candidatos de la MUD, los mismos columnistas y escribidores, pusieron a circular la supuesta versión de que el triunfo opositor había sido posible gracias a un general que supuestamente se enfrentó al gobierno para impedir el desconocimiento de la gran victoria democrática obtenida por el heroico pueblo venezolano. Ese general, según las historias difundidas en algunos medios y redes sociales, era nada más y nada menos que Padrino López.

Los jalamecates del actual ministro de la defensa, que al parecer no están conformes con los 16 años de gobierno militar que hemos tenido en el país desde 1999 hasta el presente, y que muy probablemente sueñan con tener a otro militar en la Presidencia de la República (tengo la impresión de que son los mismos que hace poco estaban promoviendo la candidatura presidencial de Raúl Isaías Baduel) montaron todo un dispositivo propagandístico para hacerle creer al país y al mundo, que el triunfo electoral del 6D no fue producto de la participación de casi 8 millones de venezolanos que votaron por el cambio, sino más bien gracias a la participación de un solo hombre: Padrino López.

Los jalamecates de Padrino López, algunos de los cuales muy probablemente habrán recibido jugosos dividendos económicos por su trabajo, pusieron a circular la versión de que este general se había enfrentado a Diosdado para impedir un fraude electoral y que, incluso, hasta se peleó con Nicolás Maduro para exigirle respeto a la voluntad del pueblo venezolano. Gracias a Dios, el mismo Padrino se encargó de echar por tierra esas versiones fantasmagóricas, al declarar, hace tan solo muy pocas horas, que tales versiones eran completamente falsas e infundadas.

Para los incautos que se creyeron el cuento de que Padrino López había “saltado la talanquera”, es bueno recordar lo que el ministro de la defensa declaró el  30 de septiembre de 2014, cuando dijo que “la nueva doctrina militar venezolana está bajo la visión chavista y nos obliga a cumplir con los fines esenciales de la nación con profunda lealtad al proyecto bolivariano”.

Padrino López dijo ese día: “Resulta obvio decir que la Fuerza Armada ha sido forjada en estos 15 años de revolución, bajo la mirada constructora de Hugo Chávez que se ha hecho una doctrina, la doctrina chavista; y por ello hoy reafirmamos nuestro carácter patriótico, bolivariano, socialista y antiimperialista”.

Durante el  acto de investidura de 2.422 cadetes en el patio de la Academia Militar de Venezuela, en Los Próceres, Padrino López instó a respetar los principios que rigen la Universidad Militar Bolivariana y a defender con todo vigor y fuerza los postulados de la patria, de la Revolución Bolivariana, del Plan de la Patria que nos llevará definitivamente a la independencia absoluta”.

Padrino, a quien algunos incautos quisieron convertir en “héroe nacional” el 6D,  es el autor de la resolución 008610, que autorizó “el uso de la fuerza mortal” (uso de armas de fuego) en manifestaciones públicas. También es responsable del lema “Chávez vive, la lucha sigue”, de obligatoria pronunciación dentro de todas y cada una de las instituciones militares venezolanas. Y por si todo eso fuera poco, es el principal protagonista de los shows que se hacen con esas extrañas avionetas que se queman en tierra, sin tripulantes y sin drogas.

A los jalamecates de Padrino López, que funcionan como un Comando de Campaña, y que al parecer sienten una suerte de orgasmo cada vez que están cerca de una cachucha y de un uniforme verde oliva, habría que recordarles, con todo respeto,  que la aplastante y vigorosa victoria del 6D no tuvo nada que ver con lo militar. Todo lo contrario, fue una gran victoria del mundo civil. Hubo 7.7 millones de venezolanos que decidieron salir a votar por un cambio y que lo hicieron sin miedo.

Me atrevería a decir que los que votamos por ese cambio fuimos poco más de  8 millones, porque soy de quienes cree que los 683 mil electores que votaron nulo lo hicieron por equivocación, por rapidez, por impericia, por inexperiencia o sencillamente por no estar debidamente entrenados para votar. Esos votos nulos, no me queda la menor duda, eran mayoritariamente votos de la oposición.

Desmeritar esa gran movilización nacional, pocas veces vista, y pretender hacernos creer que la victoria del 6D fue gracias a un general chavista (que se ha declarado socialista, anti imperialista y revolucionario) quien supuestamente se negó a acatar las órdenes que le dieron desde el Palacio de Miraflores o desde cualquier otro sitio, para que desconociera los resultados, es una insensatez y una falta de respeto para los 7.7 millones de votantes que cambiaron la historia de este país.

Ningún gobierno, ni aquí ni en ninguna otra parte, habría podido desconocer una victoria respaldada en 7.7 millones de votos. Si Maduro y Cabello hubiesen querido hacer eso les habría salido el tiro por la culata.  Todo parece indicar que hasta los soldados votaron contra el PSUV. Me cuesta creer que Padrino López, quien visitó La Habana y hasta se tomó unas fotos al lado de Fidel Castro, se haya peleado con Maduro y Diosdado por los resultados del 6D. Pretender desvirtuar la fortaleza de una victoria civil como la del 6D y tratar de achacársela a un general, es una verdadera aberración.

Si algunos jalamecates y lameculos quieren lanzar a Padrino López como candidato presidencial, porque no pueden vivir sin un uniforme al lado,  que lo hagan. Están en todo su derecho. Seguro estoy que los promotores de ese proyecto político correrán la misma suerte que quienes querían lanzar como candidatos a Miguel Rodríguez Torres o a Raúl Isaías Baduel.

En lo que a mí respecta, no tengo nada que agradecer a Padrino López por la victoria del 6D. En todo caso, prefiero dar gracias a los soldados que custodiaron las mesas y los centros de votación por haber hecho bien su trabajo.   En mi humilde opinión, el aplastante triunfo del 6D fue producto de todos y cada uno de los venezolanos, amantes de la democracia y la libertad, los cuales demostramos, una vez más, que estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario para cambiar a este país de una buena vez y para siempre.

 

 

@gustavoazocara

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Claudio Fermín Dic 11, 2015 | Actualizado hace 8 años
¡Ya basta! por Claudio Fermín

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El chavismo perdió aplastantemente. De nada valió la regaladera y la ofrecedera. Los ciudadanos sabían que todo ese aguaje era una treta electorera. 
Maduro perdió por la grosera corrupción, por la inseguridad que desangra al país, por el abuso de poder  de los jerarcas del chavismo. Perdió porque los votantes, sin que nadie los estuviese jalando ni obligando, castigaron la ineptitud de unos mandones que han hundido la economía. 
 
Colas para leche, azúcar, aceites y granos. Carne a precios inalcanzables. Medicinas no hay. Repuestos, baterías y cauchos para automóviles tampoco. No hay ni real en los cajeros. El gobierno de la escasez y del no hay.
 
Denuncias sobre tráfico de drogas en las que se involucra a personas ligadas a Miraflores, a militares de alta graduación y a gobernadores en ejercicio. Nadie aclara. Nadie da la cara. Nadie desmiente. Todo dejado a la estrategia del silencio para que la gente se olvide del asunto.
 
Agresiones a quienes critican y protestan contra el desmoronamiento de las instituciones, el encumbramiento de pranes y la proliferación de bandas que actúan con absoluta impunidad. Los denunciantes de esa podredumbre son tildados de pertenecer a la derecha. Los que acusan a jueces y fiscales de haber corrompido la justicia son señalados como pelucones.
 
El lenguaje oficial es la ofensa. El ultraje su método preferido. Contra esa cayapa de malandros que usa el poder para arrinconar a la Venezuela decente con sus insultos y siembra de odios fue la sanción del 6 de diciembre.
 
La cita era para elegir como diputados a la Asamblea Nacional a los representantes de los estados y municipios reunidos en circuitos. Pero los venezolanos, sensibles al drama de un país en ruina y urgidos de cambiar el rumbo, aprovecharon no para debatir sobre liderazgos y propuestas identificadas con cada región sino para gritar con firmeza ¡ya basta!
 
No fue un ritual electoral ni un momento que pueda analizarse sólo con cifras y correlaciones políticas. El clamor colectivo fue ponerle un parao a la piratería administrativa que ha hundido la economía y paralizado los servicios públicos.
 
Y el entusiasmo y determinación que mujeres, profesionales, jóvenes y trabajadores pusieron en cada centro electoral, no va a conformarse con paños calientes. Es la hora del cambio.

@claudioefermin

Mantener la “U” para conseguir la “D”

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Lo hicieron. Los candidatos de la Mesa de la Unidad Democrática lograron una victoria contundente en las elecciones parlamentarias del domingo.

Soy de los que piensan que el llamado “carómetro” sirve poco como bola de cristal para ver de antemano resultados electorales. Pero sí me llamó la atención que pasaban horas y horas (a pesar de que tenemos el “mejor sistema electoral del mundo”) y los voceros oficialistas de siempre (Cabello, Rodríguez, etc.) estaban más perdidos que el hijo de Lindbergh. Mientras, los opositores aparecían a cada rato con sonrisas de oreja a oreja, en su canal YouTube en vivo, claro está, ya que ninguna planta televisiva quería mostrarlos así.

Tras un largo rato de contemplar la infame baranda del CNE y escuchar por un par de minutos el discurso pre resultados de Lucena (“Felicitaciones a Venezuela, ganó la democracia, etc.”), la rectora soltó unos números que hicieron a todo el país pelar los ojos, indiferentemente de la tendencia política: 99 diputados para la oposición, 46 para el oficialismo y 22 por definir

Durante los dos días siguientes fue completándose el conteo en los circuitos restantes, y las cifras definitivas fueron de 112 curules del lado de la MUD, frente apenas 55 en la acera chavista. El hemiciclo se tiñó de azul por primera vez en el siglo XXI y la oposición logró el mínimo necesario para formar la mayoría calificada de dos tercios, la bancada parlamentaria más poderosa posible.

Estos resultados son un cataclismo político que suspende por primera vez en una década  el monopolio chavista del poder en Venezuela. La reacción en toda Venezuela ha sido de sorpresa, mezclada con euforia para los partidarios de la disidencia, y con tristeza y furia para los seguidores del Gobierno.

Está muy bien celebrar, pero sin dejar de tener en cuenta que los desafíos de la MUD apenas comienzan. El chavismo no se va a desvanecer como fuerza política por estas elecciones adversas. Consiguió casi 5 millones 600 mil sufragios, una votación menor a la habitual, pero que sigue siendo enorme. Lleva años infiltrado en todos los poderes públicos, con el resultado de un verdadero Leviatán, por usar la expresión de Hobbes, altamente centralizado y dependiente de la cúpula roja. Todo indica que esas fuerzas se unirán para intentar bloquear cualquier iniciativa de la AN que asumirá el 5 de enero. La  Constitución dificulta bastante una purga rápida de los demás poderes por parte de la mayoría opositora, ilusión de muchos.

¿Cómo puede la MUD coger a este toro furioso por los cuernos? Si tuviera una respuesta infalible, en este momento estaría a la cabeza del equipo de asesores de la coalición. Pero hay una condición indispensable, que hasta este periodista humildemente es capaz de identificar. Se trata de una de las palabras que componen el mismo nombre de la alianza: la unidad.

Cuando las fuerzas democráticas se enfrentan divididas a un poderoso adversario autoritario, difícilmente lo detienen. Esa fue la dura lección que aprendieron a punta de asesinatos, torturas, cautiverios y exilios los militantes de partidos políticos criollos durante la década de gobierno militar de 1948-1958.

Todo comenzó con el primer experimentó democrático de nuestra historia, luego del golpe cívico-militar (no en un sentido chavista, entiéndase) que derribó a Medina Angarita en 1945. Sus autores fueron oficiales jóvenes y los líderes del novel partido Acción Democrática, pero fueron los segundos los que a partir de entonces tomaron las riendas del país.

Los adecos implementaron un rápido programa de reformas radicales, incluyendo la instauración del sufragio directo, secreto y universal, derecho que alcanzó al más de 50% de venezolanos analfabetos. Así, la tolda blanca cobró para ella sola las glorias de la democratización y se recubrió de un aura popular, que retuvo al menos hasta la tragedia del Caracazo. Así las cosas, en las elecciones presidenciales de 1947, su candidato, Rómulo Gallegos, venció con un aplastante 74,47% del escrutinio. En la Asamblea Nacional Constituyente de 1946, los resultados no fueron muy diferentes.

Con tal expresión de apoyo, AD estaba totalmente en su derecho de mantener la conducción de Venezuela. Pero eso no significaba que debía cerrarse a escuchar los pareceres de las demás fuerzas políticas de entonces: Copei, Unión Republicana Democrática (URD) y el Partido Comunista de Venezuela (PCV). En las democracias modernas, a las minorías hay que tomarlas en cuenta. Los adecos hicieron lo contrario y se comportaron por tres años como una aplanadora que pasaba por encima de todo.  De esta forma, alienaron a los otros partidos y a los sectores sociales por ellos representados.

A Gallegos lo tumbaron los militares en 1948. Las primeras víctimas de la restauración autoritaria fueron AD y el PCV, ilegalizados de inmediato. No hubo ninguna solidaridad por parte de Copei y URD, hartos de la hegemonía absoluta socialdemócrata. Ellos vieron más bien una oportunidad, pues creían que el gobierno uniformado sería algo pasajero, y con el regreso de la democracia aprovecharían la ausencia de AD para ser los nuevos protagonistas. Muy tarde se dieron cuenta de que las Fuerzas Armadas, con Pérez Jiménez a la cabeza, no estaban dispuestas a soltar el coroto del poder, y cuando se quejaron, también fueron condenados a la clandestinidad.

Esa década estuvo llena de resistencia al dictador, sobre todo por parte de los adecos y de los comunistas. Pero fue solamente cuando ambos, más URD y Copei, decidieron dejar de lado sus diferencias para luchar contra el enemigo común, que ese esfuerzo comenzó a dar frutos. A finales 1957 formaron la Junta Patriótica, cuyo activismo, sumado al descontento de las masas populares, fue lo que hizo al Vaca Sagrada despegar el 23 de enero de 1958.

La mayoría de los líderes políticos se dio cuenta así de la necesidad de considerar a sus rivales y se comprometió a no quedarse de brazos cruzados ante cualquier nueva perturbación de la democracia. Ese compromiso se materializó en el hoy satanizado Pacto de Puntofijo (escrito pegado; se firmó en la casa de Rafael Caldera con ese nombre, en Sabana Grande, y no en el puerto falconiano). No faltaron oportunidades para ponerlo a prueba, pues los primeros años de de gobierno democrático abundaron en amenazas violentas por parte de los partidarios reaccionarios de la extinta dictadura militar, por un lado, y la extrema izquierda alucinada por la Revolución Cubana, por el otro. Todos estos incidentes fueron superados, gracias a la unidad de los demócratas a la hora de plantar cara a los oponentes autoritarios.

Queda claro que, si  la MUD quiere consolidar el importantísimo logro del 6D, debe inspirarse en los valores comunes de esa Junta Patriótica que luchó con éxito contra la el perezjimenismo, así como de los líderes que luego protegieron la frágil democracia venezolana. Sus miembros no pueden olvidarse de la “U” en sus siglas porque, de lo contrario, no podrán conseguir la “D” que proclaman buscar. Lo primero que hicieron luego de que el CNE emitiera el primer boletín fue entonar el Himno Nacional. Pues bien, yo los insto a que pasen del canto a los actos sobre todo con un verso en mente: “la fuerza es la unión”.

 

@AAAD25

Dic 10, 2015 | Actualizado hace 8 años
El 6-D: ganadores y perdedores por Tomás Straka

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Hay consenso en calificar de históricas las elecciones del pasado domingo.  Aunque es muy pronto para saber las últimas consecuencias del triunfo opositor, todas las señales indican que el país ha dado un viraje político que podría marcar el inicio de una nueva etapa. El chavismo mantuvo un respetable 40% de la votación total, de modo que pudiera reconstituirse si toma las medidas correctas; la abrumadora mayoría opositora no es solo resultado de sus 2 millones de votos de ventaja, sino también del sistema electoral inventado por los mismos chavistas para obtener siempre una sobrerrepresentación en la Asamblea y que, efecto búmeran si los ha habido, terminó favoreciendo a sus adversarios; los números hacen pensar que la mayor parte de los chavistas disgustados se abstuvo y no votó por la MUD; y todavía no sabemos cómo los distintos factores de poder se van a reacomodar.  De modo que el camino por recorrer es muy largo y está lleno de posibles desenlaces.

Pero hay tres aspectos menos atendidos en esta hora en la que los venezolanos no hablamos de otra cosa, que pueden darnos unas pistas sobre las tendencias históricas que encarnan los ganadores y los perdedores, y que pueden indicarnos hacia dónde se están moviendo las cosas. Es decir, que dan claves sobre lo que en el fondo ganó con la MUD y perdió con el PSUV el pasado domingo.

El triunfo de la MUD significa bastante más que la victoria de un conjunto de partidos opositores de “derecha”, como le gusta etiquetarlos (en realidad condenarlos) el chavismo. Es, sobre todo, el triunfo de una forma de entender la democracia. No es el caso determinar si se trata de un concepto de democracia superior o inferior a otros posibles (más allá de que en lo personal lo considere, como hoy casi todos en el mundo, superior). El hecho es que los votantes que marcaron la tarjeta de la MUD optaron por un tipo de democracia pluripartidista, policlasista, respetuosa de la división de poderes y de las libertades cívicas y económicas, que el chavismo se trazó sustituir por otra democracia que llama “participativa y protagónica”.

Todo indica que lo que hemos vivido de ella sea una perversión de sus ideas originales. Cuando el chavismo alegaba que por tener la mayoría gozaba de derechos casi ilimitados; cuando promovía la claudicación de las funciones legisladora y supervisora del parlamento, delegándolas en el jefe o dándole automáticamente la razón a cuanto solicitara; cuando centralizaba los recursos del poder comunal en la presidencia; tenía un sistema judicial sospechosamente alineado con el Ejecutivo; emasculaba los poderes regionales y municipales, aplastaba hasta donde les fuera posible el sindicalismo independiente, silenciaba los medios, obedecía lo que el jefe ordenara por televisión, aplaudía el uso discrecional de los recursos de todos y condenaba moralmente a los opositores como si fueran traidores a la patria por el simple hecho de pensar distinto, hacía de la “democracia participativa y protagónica” algo más cercano al cesarismo democrático de Juan Vicente Gómez o a la “democracia directa” de Mussolini, que a las propuestas que persiguen un mayor empoderamiento de los ciudadanos frente a los partidos, el Estado y las grandes corporaciones. Propuestas, de paso, que resultan desde todo punto necesarias para edificar un modelo democrático más eficiente y justo.

Aunque la Constitución no lo plantea así, el PSUV tiene entre sus objetivos programáticos erradicar la “cultura  política burguesa”, es decir, la democracia representativa. Hizo mucho al respecto, pero después de diecisiete años recibe un durísimo revés por la herramienta por excelencia de la representatividad, el voto. Aunque puede alegarse que ha sido más un voto castigo por el desastre económico que de apoyo a cierto modelo democrático, eso no desdice que los ganadores son los que han presentado otra forma de entender la democracia como parte esencial de su propuesta. Y tampoco puede ahora menospreciarse la inteligencia de los electores de la MUD, como antes muchos opositores lo hacían con los chavistas, alegando que solo piensan con el estómago.

Pero hay más. Dentro de la victoria de esta democracia hay otros dos triunfos históricos que acaso definan mejor las tendencias que encarna la MUD. Uno es el de la comunidad GLBT con la llegada de Tamara Adrián a la Asamblea.  Es probable que en cien o doscientos años estas elecciones sean un asunto de especialistas. Aun si marcan un cambio de rumbo radical, el mismo tendría que ser tan hondo (ojalá lo sea, y para bien) como para que aquellos que no sean historiadores las recuerden. Pero sí hay un aspecto que no se podrá eludir: la llegada de la primera mujer transgénero a una curul es un hecho tan grande para el avance de los derechos como lo fue el establecimiento del principio moderno de representatividad democrática en 1811, la abolición del sistema de castas ese mismo año, la de la esclavitud en 1854, el otorgamiento del derecho al voto a la mujer en 1946 o la declaración de Venezuela como país pluriétnico en 1999. Una ruptura revolucionaria, radical. No sabemos en qué terminará en lo inmediato, pero a largo plazo, si no hubiera otro motivo para recordarla, este bastaría para que la MUD pase a la historia.

El otro triunfo es el del uso de las redes para difundir ideas cuando los medios se le cierran a un movimiento. Los sabemos para bien o para mal, bien por su éxito en los últimos movimientos democráticos, como el de Hong-Kong o los de la malhadada Primavera Árabe, o por el que ha tenido ISIS para captar militantes en todo el mundo. El pasado domingo la MUD demostró que a la censura y el silenciamiento se le puede enfrentar con éxito desde el Internet.  Por supuesto, no sustituyó un viejo método que le dio mucho éxito, el del contacto directo, casa a casa; pero cuando las horas se hicieron tensas y todos temíamos que pasara cualquier cosa, en Youtube, Twitter y otros medios se mandaron los mensajes correctos a los electores venezolanos y al mundo.

Frente a estas victorias, la derrota del PSUV, especialmente si la asociamos a la debacle económica, es la derrota de lo que parece ser el último cartucho del socialismo real, es decir, el de cuño más o menos soviético. La ingeniería social ideada por Jorge Giordani, que básicamente era un ajuste de los sistemas de planificación central (y ni siquiera un ajuste muy original: a lo sumo, algo como los modelos yugoslavo y húngaro, acaso un poco más liberalizado), resultó un fracaso estrepitoso. Es verdad que Giordani hubiera esperado más eficiencia y honestidad de las que han habido, aunque no sepamos exactamente por qué llegó a esa conclusión si en otras partes las cosas fueron igual de malas; pero el asunto no es gastar tiempo en analizar las razones por las cuales en Venezuela no funcionó lo que no ha funcionado en ningún lado, sino en lo que esto representa para los restos de cierta izquierda que vio en nuestro país a la Tierra Prometida en la que sus ideas aún parecían factibles. Es una derrota histórica de gran escala. Muy pocos de los que hacen cola para comprar cualquier cosa o que ya padecen hambre han creído lo de la guerra económica. Casi todos han visto los cascarones abandonados de las empresas expropiadas o saben por un primo o amigo los cuentos del funcionamiento de las que siguen más o menos abiertas. De modo que si votaron por otro modelo de democracia, también lo hicieron por otra economía. Aunque no todos tengan claro por cuál, la ovación en el estadio que recibió Lorenzo Mendoza dice bastante de lo que la gente ve como éxito y de lo que considera fracaso.

De modo que indistintamente de lo que pase en la política inmediata con el triunfo de la oposición, el 6-D hubo victorias y derrotas de suficiente calado histórico como para ver hacia dónde puede, con gran probabilidad, marchar el país.

 

@thstraka

El Nacional

 

Edgar Gutiérrez: El #6D ocurrió la tormenta perfecta

EdgarGutierrezSB

 

El analista político, Edgar Gutiérrez, indicó que el pasado #6D ocurrió un «deslave, tsunami o tormenta perfecta» con el triunfo de la oposición en las elecciones parlamentarias.

El también coordinador de Venebarómetro, ya presagiaba este resultado y así lo había manifestado. Confesó en #ElShowDeBocaranda, transmitido por VIVOplay, que supo quién saldría ganador cuando vio la unión de estos factores: «crisis económica, no tener política económica, estado de calamidad, ausencia del líder, inflación, malos candidatos, liderazgo débil». Además, la falta del sonido de la diana en la mañana del domingo le hizo creer que estaba en lo correcto.

A Nelson y a su entrevistado los acompañó la música de Los Hermanos Naturales y los «runrunes» que nunca faltan. No te pierda estas y todas las emisiones de este show por http://goo.gl/yX2POH.