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El presidente de Brasil se cayó y fue llevado a un hospital el lunes por la noche para un escáner cerebral, que no detectó anormalidades

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, dijo el martes por la noche que perdió brevemente la memoria después de sufrir una caída en la residencia presidencial en Brasilia, la capital, a principios de esta semana, reseña Reuters.

La oficina del presidente reveló que Bolsonaro, de 64 años, se cayó y fue llevado a un hospital el lunes por la noche para un escáner cerebral, que no detectó anormalidades. El mandatario pasó la noche en el hospital y fue dado de alta el martes.

“Tuve una pérdida parcial de memoria. Esta mañana logré recuperar muchas cosas”, dijo Bolsonaro a la cadena de televisión Band TV el martes por la noche. “Ahora estoy bien. No sabía, por ejemplo, lo que había hecho el día anterior”.

Desde septiembre de 2018, Bolsonaro se ha sometido a cuatro cirugías debido a un ataque con cuchillo que sufrió durante la campaña electoral.

Recientemente, el presidente también informó que sospechaba que padecía cáncer de piel, pero una biopsia descartó la enfermedad.

Zapateando chismes y misterios tropicales, por Armando Martini Pietri

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Venezuela sorprende todos los días. Héroes y heroínas a diario, los olvidamos y aparecen nuevos. Al mismo tiempo, ingratos reales y potenciales, macollando, negociando intereses, agazapados envueltos en sombras, pontificando sandeces y estulticias en bares, restaurantes, fuentes de soda y garitos, desde los encumbrados hasta recónditas taguaras.

Con fantasía y buen humor excepcionales e inagotables, con mala situación y padecimientos, siempre hay un comentario chistoso, irónico, punzante pero afable. Un pueblo que sabe burlarse de sí mismo tiene ventajas, evita infartos y sufrimientos, aunque sorbos de ambarino céltico, hacen milagros.

Pero no todo lo brillante es oro, conjeturar situaciones nos lleva a cometer error tras error sin aprender. De memoria frágil, olvidamos rápido, lo que impide analizar y asimilar traspiés, campeones repetitivos en lo de tropezar con piedras.

El pegasuelas estuvo pateando Caracas silencioso, sin entrevistas mediáticas ni exposiciones botiquineras. El anfitrión de la conversa carpetovetónica diferente a las de iglesias monederas avariciosas y de coleta, cobijado bajo el silencio que demuestra, una vez más, lo insincero de politiqueros que malinterpretan el insuficiente juicio ciudadano con conversas que comprometen sus futuros, ¡qué mala maña de estos tontos, carajo!

Tertulias por días con espléndida atención, pactos que los encarnados se habrían comprometido a no revelar -mala costumbre de loqueros- por las cuales nuestros chicos buenos (pendejo nace, pero también se hace) se encargarían de pacificar la calle -¿y los jóvenes fallecidos? ¡daños colaterales! Un anuncio de mediación OEA u ONU con participación de países observadores como Nicaragua, El Salvador, Colombia, México, Chile, entre otros. No todos ni los mismos que se desearían, pero quien no aguanta dos pedidas para fanfarronear creyéndose jefe y cerebro lo difundió y destruyó el silencio.

Habemus papam, como el cardenal protodiácono informa que un nuevo papa, para desembocar en un proceso electoral regional. Por cierto, el pegamento zapatero sería el compromiso para la liberación de presos y exiliados políticos. No obstante, prepotencias y ambiciones con egos enfermizos y grandes miedos que rayan en pánico, mezcla irritante y poco eficaz que dificulta el tranquilo pensamiento, delirios presidenciales nacientes, anticuados y primitivos, que a poco que pensara en sus noches febriles sabría que son sólo fantasmas.

Medicinas, alimentos, liberaciones y gestos de acompañamiento internacional para suavizar protestas y enrumbar sufragios, nunca llegaron. La insolvencia y falta de palabra repetida resplandeció e hizo estragos. No encontraron al prelado para que hiciera la proclama. Sectores extremos, desesperados como el barbero cortando cabello con tijeras amelladas, argumentaron: sin jefe, no se puede comprometer términos, es simplón y mentecato. Al infringir y violarse mutuamente la señal, el artesano remendón aburrido de tanta informalidad, decide cruzar el Atlántico. Contrariados notificaron al Obispo de Éfeso en el espinoso jardín de rosas y reclamaron la ausencia del pesado intermediario.  

Afortunadamente, los más no desean continuar soportando en sus conciencias a jóvenes -niños- caer en el asfalto. Otros, -los menos- juegan en cambio con estrellas de muerte y apuestan no a una solución sino al protagonismo inoportuno, estúpido, irracional, sin sentido.   

El valedor-tutor no quiere salir más salpicado en este drama tenebroso, es bienvenido en territorio apache, no lo persiguen ni tienen en listas vomitivas, puede jugar con Mickey Mouse en Disneyworld. Actúa con prudencia y juicio, -raro en esta revolución de pacotilla-, ve con agrado un acuerdo nacional de convivencia y conveniencia.

Por eso a pesar de sus degradaciones, se hace el loco y permanece cerca de acontecimientos que se estiman próximos. Rememora con nostalgia las promesas de aventuras ministeriales, en diviso contrario. Se preservó de vainita. No obstante, para el corta cabello el tema produce escozor e inquieta, su cabeza es la principal exigencia. Y otro patrocinador que se la pasa conferenciando sobre un pacto nacional o acuerdo político, es el oscilante saltimbanqui poco desnutrido, enfluxado y de engominada pelambre. 

La letrada heroína está de fiesta, se olvidan con celeridad sus desmanes y desafueros. Sólo comparable, pero no tan repugnante, como el co-autor de la lista maisanta, apartheid venezolano. Bolichicos y afines, felices cual lombrices, por fin logran penetrar terrenos adversos que, si bien no les eran desconocidos, sí de difícil acceso; sus vinculaciones oficialistas eran inconvenientes. El Jefe de la Banda, testigo protegido, ha ido resolviendo problemas, incluidos -según chismes de pasillo- de algunos contrarios, por eso, aquí nos vemos todos. En reuniones de pandilla en la isla La Española, han resuelto incluir a la guardiana. ¡París vaut bien une messe! O Venezuela, por ejemplo, pues Paris ahora con Macron es demasiado droit.

Contradicciones e incoherencias con respecto a la depositaria, sus nuevos fanáticos, deberían exigir, al menos, aclaratoria de muchos asuntos. La que más impresiona -por absurda, pero quizás la única que tienen- es la defensa del legado. Entre quienes firmaron adherirse, evidente mal informados, surge la interrogante: ¿también respaldan el testamento? ¿Cómo es eso? Y por si fuera poco, quienes convalidan recursos ante el TSJ, legitiman la instancia, que, al decir de algunos con expresiones de viva voz, hasta hace poco era írrita, ilegal y llena de malandros. Por cierto, la vigilante se declaró en rebelión, con un nuevo descubrimiento y amor a primer vistazo, el artículo 333 del librito. 

Para este país tragicómico donde lo inesperado no sorprende, son muchos los capítulos por estallar. Helicóptero policial sobre vuela cielos capitalinos lanzando explosivos. Guardia Nacional empuja e irrespeta al Presidente de la Asamblea Nacional. Se declara el abandono del cargo de un Presidente pero se le sigue reclamando y se le reconoce mandatario. Desastres, violaciones, desafueros que se hicieron con la novel mascota serán olvidados, sobrarán fatuos que propondrán perdón e impunidad. Un gobierno diferente que se erija en principios éticos y morales ¿guardará en algún oscuro cajón las órdenes de captura de enchufados, sinvergüenzas, ladrones, partícipes, coautores y bolichicos?

El dilema, salvoconductos o dejar escapar corruptos, bandidos, narcotraficantes y violadores de los Derechos Humanos a cambio de terminar con este tormento y angustia que azota al país. Ésa es la transacción planteada. Pero el miedo es libre, nadie se atreve a manejarla y, menos aún, anunciarla. Interrogantes que Venezuela se hace y que sólo el devenir del tiempo responderá. 

El que no actúa corre el riesgo de que otros lo hagan.  

 

@ArmandoMartini

Cofavic Ene 26, 2017 | Actualizado hace 7 años
Derechos sin revés: Memoria y Holocausto

Holocausto

 

“El silencio es el verdadero crimen de la humanidad (…) ¿Y los gritos? Hoy me pregunto, los gritos ¿a dónde van? No pueden, no deben perderse. No es posible que se pierdan, no pueden deshacerse en la nada, no pueden morir en la nada, morir para nada, para algo se han creado, para algo se han gritado. El grito no muere, no puede morir. No muere. Nosotros sí morimos, cada amanecer, en cada tren que llega. Pero nuestros gritos no, el grito no”.

(Rosencof; 2000)

El Holocausto, la persecución y el asesinato generalizado y sistemático de seis millones de judíos, y de otros grupos considerados con «inferioridad racial»: los romaníes (gitanos), los discapacitados y algunos pueblos eslavos (polacos y rusos, entre otros), presos políticos,  comunistas, socialistas, los testigos de Jehová y los homosexuales,  organizado  por parte del régimen nazi y sus colaboradores, se constituyó en un crimen contra la humanidad, el más grave y sombrío de todos,  un capítulo en la historia universal tan determinante y definitivo que sentó las bases modernas para el desarrollo del Derecho Internacional de los Derechos Humanos.

La enseñanza es recordar para no repetir. El desafío radica en procurar que el horror que se vivió en la Alemania nazi nunca más vuelva a ocurrir y que el aprendizaje sirva para multiplicarlo y aplicarlo. El mundo podrá, así, honrar la memoria de aquellos que no pudo proteger en su momento.

En efecto, Naciones Unidas decretó el 27 de enero como el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto.  El objetivo que marca esta fecha es que los Estados miembros muestren la historia de los hechos lamentables y repudiables del Holocausto, con el fin de evitar que actos de genocidio ocurran nuevamente en cualquier parte del mundo.

El Holocausto es un hecho histórico vergonzoso de violaciones a derechos humanos, de política de exterminio y totalitarismo. La segregación social, la injusticia, la impunidad eran elementos comunes a la época, así como la violación de los derechos a la vida, a la seguridad personal, a la libertad, a la integridad, por sólo mencionar algunos.

El compromiso hoy en día es fortalecer una cultura de derechos humanos, democracia y de respeto entre las personas de distintas culturas, religiones o razas, el derecho a la igualdad, a la no discriminación, a la justicia.

Con esa finalidad, plasmada en 1998 por el entonces Primer Ministro de Suecia, Göran Persson, en el Grupo de Trabajo para la cooperación internacional en la enseñanza, recordación e investigación del Holocausto, nació la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto (IHRA)

Los Estados miembros que se incorporan a la IHRA se adhieren a los principios de la Declaración de Estocolmo: “El carácter sin precedentes del Holocausto tendrá siempre un significado universal”; con una humanidad “aún marcada por el genocidio, la limpieza étnica, el racismo, el antisemitismo y la xenofobia, la comunidad internacional comparte la solemne responsabilidad de combatir esos males”.

Desde la Declaración de Estocolmo, organismos internacionales como las Naciones Unidas, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el Consejo de Europa, la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA) y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) han hecho de la recordación del Holocausto un componente fundamental de su misión.

Con la creación de la Organización de las Naciones Unidas (1945) comenzó a gestarse el concepto del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, como conjunto de normas inalienables e imprescriptibles, superiores a la propia soberanía de los estados. De esta manera el mundo contaría con un patrón legal de protección al ser humano que debía ser respetado por todos los países y por todos los gobiernos.

Luego, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la resolución 260 (III), de 9 de diciembre de 1948, en cuyo anexo figura la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio. Más tarde, el 22 de noviembre de 1969 durante la Conferencia Especializada Interamericana sobre Derechos Humanos de San José de Costa Rica, se adoptó la Convención Americana sobre Derechos Humanos, conocida también como «Pacto de San José», el cual entró en vigencia el 18 de julio de 1978, y el 23 de marzo de 1976, entró en vigor el Pacto Internacional de Derechos Civiles.

Además, en noviembre de 2005, las Naciones Unidas proclamaron el 27 de junio –la fecha de 1945 en que las fuerzas rusas liberaron Auschwitz– Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. En su resolución 60/7, relativa a la “Recordación del Holocausto”, la Asamblea General reafirmó la Declaración Universal de Derechos Humanos y también que “el Holocausto, que tuvo como resultado que un tercio del pueblo judío e innumerables miembros de otras minorías murieran asesinados, será siempre una advertencia para todo el mundo de los peligros del odio, el fanatismo, el racismo y los prejuicios”.

El conocimiento de los antecedentes, el propósito y el significado del Holocausto es esencial para fomentar la sensibilización pública y movilizar fuerzas a fin de combatir los prejuicios y estereotipos que llevaron al Holocausto. Los delitos motivados por prejuicios, ya sea por xenofobia, antisemitismo o negación del Holocausto, son un fenómeno mundial. Individual y colectivamente, tenemos la obligación de combatir la discriminación que conduce a la exclusión de grupos de personas y promueve el odio.

Como lo expresó en 2010 el Primer Ministró del Canadá Stephen Harper, “recordar el Holocausto no es meramente un acto de reconocimiento histórico. También debe entrañar comprensión y compromiso: la comprensión de que todavía existen hoy día las mismas amenazas y la asunción de una solemne responsabilidad de luchar contra esas amenazas”.

Ésos no fumean… Por Carolina Jaimes Branger

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Leo que a Francisco de Miranda le otorgaron el grado de Almirante en Jefe post mortem. A alguien que tiene doscientos años de muerto y que ha sido el Generalísimo durante toda nuestra historia republicana, ¿qué diantres le aporta el tener un nuevo rango? Alguien que ha sido reconocido como «El Generalísimo», «El Primer Venezolano Universal», «El Americano más Universal», alguien que fue Mariscal de Francia y Héroe de la Revolución Francesa (de hecho, es el único americano cuyo nombre aparece en el Arco de Triunfo de París), Coronel de los ejércitos españoles y rusos, que se codeó con George Washington y Samuel Adams en los Estados Unidos, creo que más bien le quita esto de ser Almirante en Jefe de Venezuela, sobre todo viendo con quienes comparte esa nueva jerarquía…

 

Miranda hubiera rechazado un acto como el que hubo para ascenderlo, en medio de la crisis que vivimos. Pero ya no puede quejarse…

 

Cuando suceden esas cosas, me pongo suspicaz. Primero, porque me resulta incómodo que nuestros próceres que dieron sus vidas por nuestra libertad sean homenajeados hoy por quienes nos la cercenan. ¿Con qué cara homenajean al hombre que dio su vida por la emancipación de su patria quienes hoy la asesinan? Miranda en particular, que detestó el bochinche, se volvería a morir si viera cómo estamos en Venezuela. Segundo, porque siempre pienso que esos actos son para tapar hechos dolorosos, hechos que dan vergüenza, hechos que involucran dolo y latrocinio. Ha sido así siempre: cuando pasa algo grave se inventan un asunto como éste para desviar la atención. Pero cada vez se les hace más difícil, porque ya es imposible tapar el sol con un dedo. Tercero, porque estoy segura de que es el preámbulo para ascender post mortem a otros… ¡ufff! ¡ayayay!…

 

Tampoco me cuadra que el alto gobierno del país que lleva el adjetivo de “bolivariano” en su nombre, honre al hombre que entregó Simón Bolívar a los españoles, para que muriera, como se condolió Maduro, solo y abandonado: “Hoy es un día especial 200 años de la partida de un grande, un mártir, un fundador, a veces uno ve el destino de hombres tan grandes como Francisco de Miranda y lo siente en su último momento, en su último aliento”. Maduro como que no estudió suficiente Historia de Venezuela. Muy distinto de Miranda, que dondequiera que fue llevó su biblioteca y dominó disciplinas como la aritmética, la filosofía, la teología, la geografía y hasta conocimientos de medicina tuvo.

 

El caso es que como no hay pan, esto se ha convertido en un circo. Aquí vivimos de payasada en payasada, donde en vez de que el pueblo se ría de sus gobernantes -lo preferible, como dijo Carlos Soublette- son los gobernantes quienes se burlan de nosotros. En cada declaración, en cada acto, en cada decisión. Somos esclavos de un gobierno que decide todo lo que concierne a nuestras vidas: qué comemos, cuándo comemos, cuándo y dónde lo compramos, qué remedios tomamos y qué remedios dejamos de tomar, a qué tenemos derecho y a qué no… Un gobierno que no toma medidas en contra de la inseguridad que nos agobia. El mundo llora hoy los 84 muertos en el atentado en Niza, pero nadie dice de los asesinados diariamente en Venezuela. Tal vez se ha acostumbrado a nuestra desgracia diaria y ya no constituye noticia. Todo muy lejos de Miranda y sus afanes libertarios.

 

Por eso no hay que darle ningún grado a Miranda, que ya de sobra se ganó su gloria. Honrar su memoria sería cambiar el rumbo del país. Pero para eso se necesita un Almirante en Jefe, y ésos, por aquí, la verdad es que no fumean…

 

@cjaimesb

Ninguna coincidencia y mala memoria por Ramón Hernández

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La autobiografía de Nicolae Ceausescu, un filme de Andrei Ujicä, que fue presentado en el Festival de Cannes en 2010 fuera de la competencia, no se proyectó nunca en los cines de Venezuela, mucho menos en la Cinemateca Nacional, aquel viejo reducto para conocer ideas nuevas y viejas, exitosas y fracasadas en un desechado rincón, hediondo a humedad y a encierro de la Biblioteca Nacional. Ahora olvidado y destruido por el orín y la desidia.

Ceausescu vino dos veces a Venezuela: una, finalizando el gobierno de Rafael Caldera, llena de mucho pompo y protocolo; la otra, en plena Gran Venezuela de Carlos Andrés Pérez, para regocijo de Gumersindo Rodríguez y otros socialistas edulcoradamente radicales agazapados en las filas de AD. En ambas ocasiones aparecía como una especie de gran reivindicador de los derechos del pueblo, que cada quien interpretaba como mejor le parecía a su imaginación.

Jefe supremo de la república socialista de Rumanía, como Stalin era el secretario general del Partido Comunista, Ceausescu fue formado en la escuela de la “modestia comunista”, que como dice el amigo Eloy Torres Román, había encontrado una realidad a la cual “servir” y “aprovechar”. Simplón y banal, sabía sonreír a las cámaras, pero era elefantiásicamente aburrido en sus discursos, alocuciones y entrevistas. En las dos veces que vino no escasearon las entrevistas exclusivas. Hasta Edgardo Decastro, el copresentador silencioso del viaje del hombre a la Luna con Óscar Yanes, le hizo un par y se conservan en la Biblioteca Nacional. Pero nunca dijo una frase que por mérito propio se mereciera el titular de un periódico, ni siquiera en la versión de entonces del Diario Vea.

Hace un año, cuando Nicolás Maduro advertía a los venezolanos,tres meses antes del 6-D, que se prepararan para “un tiempo de masacre y muerte si fracasara la revolución bolivariana”, Héctor Silva Michelena escribió en este medio una comparación entre los dos políticos —llamarlos líderes sería ser ilusos—y contó el final del comunista rumano. Silva, que tiene buena pluma y mucho saber, describe cómo la guardia de honor le dijo que se escondiera, que se fuera, que el pueblo tenía hambre y no quería seguir escuchando promesas vacías, que allá fuera había una revolución, que él, Nicolae, estaba solo, que ellos, sus ex guardianes, también tenían hambre, de pan y de justicia, que no hacían nada con ese ridículo aumento del salario mínimo que acababa de anunciar. Dono libro de historia repetida, repetida, repetida.

 

El Nacional

Que la realidad se haga recuerdo, por Gonzalo Himiob Santomé

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Ojalá que pronto nos toque. Me refiero a solo recordar, a solo mirar hacia atrás con los ojos de la memoria luego de pasar estas oscuras páginas que nos están ahogando y que, en su inclemente asedio, nos fuerzan día a día a focalizarnos en cada nueva situación, en cada nuevo ataque, en cada nuevo absurdo. Todos los días debemos enfrentarnos a nuevos descaros, a nuevos desgarros, a nuevos y perversos árboles que, por cotidianos y continuos, nos llevan a veces a olvidar que son parte de un mucho más tupido y tenebroso bosque que ya acumula casi veinte años creciendo e invadiendo cada uno de nuestros espacios, asfixiándolo todo a su paso. Como en Venezuela cada día hay una herida nueva que lamer, ya no tenemos tiempo de verle a nuestra nación la piel ya casi completamente cubierta con marcas y cicatrices.

Hoy por hoy somos la prueba indiscutible y fehaciente de que aquella Ley de Murphy, la que nos enseña que cada vez que crees que no puedes estar peor, lo más seguro es que estés equivocado, es cierta. Me vienen a la mente la cantidad de veces que en estos últimos lustros todos hemos pensado, ante alguna nueva felonía del poder, ante algún nuevo desplante o ante alguna ingrata e inesperada sorpresa oficial, que ya habíamos llegado al “llegadero”, que ya no daríamos más, que la frágil burbuja que es nuestra realidad diaria estallaría, solo para darnos cuenta al cabo de unos instantes de que no era así. Siempre nos ha tocado comprender, por las malas, que aún podríamos, tendríamos y tendremos que soportar mucho más. Lo malo es que en eso se nos han ido años, ya virtualmente una generación completa, y el poder abusivo se apoya siempre en nuestra capacidad de acomodo, en nuestra capacidad de adaptación. Tergiversa nuestra irredenta voluntad de supervivencia, la trata como si fuese su logro, y se nutre de ella para seguir abonando sus patrañas.

En muy pocos años me voy a montar en lo que en Venezuela llamamos “el medio cupón”, refiriéndonos con ello, no sin cierta ironía en un país en el que hasta por no tener plata en la cartera, o por tener un celular “chimbo”, un malandro puede apagarte mucho antes de tu momento natural, a los cincuenta años de edad. Me doy cuenta, y quizás allí está la razón del tono un tanto descorazonado de esta nota, de que, como muchos de mis compañeros etarios, ya voy a cumplir casi la mitad de lo que en cualquier parte del mundo es tenido como la “vida útil” de cualquier ser humano no forjándome una vida sino simplemente sobreviviendo. Todo porque a unos individuos de dudosa calidad intelectual y humana, apoyados por quienes creían ilusos que podrían controlarlos, un día decidieron que “era su momento” y montados la mayoría de ellos no en sus méritos, que no los tenían, sino en su odio y su resentimiento, se hicieron del poder prometiendo ilusiones que, hoy casi todos lo tenemos claro, no eran más que falacias y cuentos de camino.

No somos eternos. La “pelona” en estos últimos días, llevándose a Alirio, a Inocente, a Brenda y a muchos otros, nos lo ha recordado con particular frialdad. Mi padre, por ejemplo, hace poco me hablaba de sus expectativas a futuro. A nosotros, que somos lo que llaman “adultos contemporáneos” estas inquietudes aún se nos escapan, pero a otros que ya llevan unos cuantos kilómetros más recorridos, no. Sus más de setenta años a cuestas le recuerdan todos los días que debe ponderar muy bien sus opciones y decisiones vitales. Para él, cada minuto cuenta. No está para esperar la perfección de los tiempos de Dios, para recaídas infructuosas en estrategias de aguante indefinido ni mucho menos para continuar en la misma incertidumbre.

Esto es importante, y es un llamado de atención a nuestra dirigencia política. Como ciudadanía hemos crecido, y conocemos muy bien los altísimos costos del mesianismo, del populismo, de los atajos apurados y de las improvisaciones, pero también sentimos y sabemos que en una Venezuela como la de ahora las urgencias son la regla y su atención seria y contundente es prioridad absoluta. Ya no hay espacio para juegos de “toma y dame”, ni tenemos capacidad de maniobra. El hambre acecha y la muerte ronda, no metafóricamente, sino en la dura realidad.

Por eso, sin más galimatías ni retruécanos, es hora de cerrar este capítulo. Venezuela lo exige. Es hora de convertir esta oscura realidad en un mal recuerdo y de abrirle las puertas a un mejor futuro en el que nadie tenga que preguntarse si vale la pena o no seguir acá, luchando y viviendo.

@HimiobSantome

Memorias de un venezolano de la decadencia, por Laureano Márquez

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    Este tiempo hay que documentarlo, para que los que vengan detrás se enteren de lo que aconteció, de la verdadera historia detrás las mentiras mil veces repetidas goebbelianamente, para que sirva de advertencia a las generaciones venideras cuando el progreso y la democracia vuelvan –porque van a volver- y este tiempo sea -ojalá- un mal recuerdo, porque es fama que los venezolanos tenemos memoria corta y por ello nos ha tocado volver a vivir tiempos atroces que ya pensábamos erradicados de nuestro destino.

     Momentos de encumbramiento de la maldad ha padecido Venezuela en diversos momentos de su historia, pero creo que nunca con tal grado  de elaboración y de cinismo se había planificado una destrucción tan extrema del alma nacional y de la convivencia espiritual de los pobladores de esta tierra, una desorganización demasiado bien organizada, como para que sea obra solo de la incapacidad. Bien es cierto que la guerra de Independencia fue atroz, como lo fueron también nuestras confrontaciones civiles; rudas también fueron las dictaduras llenas de cárceles, grillos y torturas,  pero nadie imaginó que en el tiempo de mayor abundancia económica de nuestra historia, cuando el bienestar colectivo parecía ineludible,  los venezolanos estuviésemos al borde de un colapso de tal magnitud, como si fuese ejecutado por enemigos de nuestra población, como si las siete plagas de Egipto hubiesen caído sobre nosotros para aniquilarnos.

    Transito por las calles de mi ciudad y veo a la gente –que barrunta la hambruna que sobreviene- literalmente padecer en colas en búsqueda de comida. Mientras contemplo las escenas deprimentes a cada tanto que un mercado o una farmacia se atraviesa en mi ruta, escucho en la radio a nuestra canciller decir que tenemos alimentos para tres países como el nuestro y al embajador en la OEA rechazar la ayuda humanitaria desde la capital del imperio, donde vive. El Tribunal Supremo de ¡Justicia!, en sentencia, niega ayuda humanitaria. Son palabras de mucho poder porque  se transforman en pérdidas de vidas humanas. Me pregunto si se creen su propio engaño, si no ven más allá de sus casas en Fuerte Tiuna y sus escoltas, si tienen familia enferma o haciendo colas y si la conciencia habla alguna vez. Me inquieta saber cómo se bloqueó la sensibilidad de gente que alguna vez soñó lo diferente, lo justo. Parafraseando a Kavafis: vendieron su alma por una satrapía.

   En medio de esta desazón, el desprecio a la voluntad mayoritaria y la burla abierta, descarada, que se hace de la ciudadanía y sus derechos, se nos vuelven cotidianos. Desde las alturas del poder se cierra deliberadamente todo camino institucional que ofrezca esperanza y salida. Se nos expropia lo único que faltaba por expropiar: el anhelo de futuro. Se empuja un pueblo hacia el abismo.  Inquieta la maldad tan crudamente expresada en este tiempo. Inquieta que sus autores la perpetren en nombre de supuestas ideas y principios con tanta soltura e impunidad. Inquieta incluso que la violación del ordenamiento constitucional se haga en nombre de la legalidad, para mayor INRI. Es la crucifixión de un pueblo que avanza –tristemente resignado- hacia el calvario.

    En la presentación que hace Pocaterra de la edición de sus “Memorias de un venezolano de la decadencia”, realiza este exhorto que en nada pierde vigencia:  

  “Juventud que va a cruzar la arcada de los veinte años; reserva sagrada; fuerza única de renovación y de purificaciones: quiera Dios que cuando el hombre que escribió estas páginas no sea ya sino un puñado de ceniza en la huesa de una tierra extranjera, ellas os sirvan de escarmiento y de enseñanza y puedan vivir en vuestro recuerdo, no como venganza de estos malhechores ni de sus cómplices —cuyos nombres irán a borrarse piadosamente en el tiempo— sino como testimonio tristísimo de que una generación que se deja sacrificar en silencio merece el exilio, la muerte, la injusticia, el olvido de este grande anónimo que amortaja cuatro lustros de historia”.

@laureanomar

D. Blanco Feb 11, 2016 | Actualizado hace 8 años
Te acordarás de mi por José Domingo Blanco

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Los cubanos ya no sienten que son los miserables de la región. Andan diciendo que ese puesto ahora lo ocupamos los venezolanos quienes estamos viviendo en peores condiciones que ellos; unas condiciones que en la isla lograron superar, entre otras cosas, gracias al caudal de dinero que los Castro supieron sacarle a Chávez y a Maduro. Y la verdad, no me sorprende el comentario de los cubanos. Si hasta lograron reanudar las relaciones con EEUU y abrirles las puertas a los españoles, que están entusiasmados con la idea de invertir en la isla. Lo que impacta es que ellos, que por décadas han sabido de racionamientos, imposiciones, controles, escasez, muerte, miedo y miseria, estén sorprendidos de que ya no son los menesterosos sino nosotros. Tal vez no les falte razón y para colmo, ahora que nos impusieron toque de queda eléctrico.

Recuerdo que cuando Chávez ganó por primera vez las elecciones, y se quitó la careta de falso demócrata, fueron muchos los exiliados que me aseguraron que terminaríamos como Cuba. Cosa que, en el año 99, parecía una exageración. Me insistían que lo que venía para nuestro país, ellos lo habían vivido con Fidel y su revolución. Y que el comportamiento de Chávez era una copia actualizada y mejorada del modelo totalitario de Castro. Costaba creer que, repito, en 1999, un país con tantos recursos –pero maltratado- como Venezuela, pudiera terminar en una situación tan ruinosa como la que por años hubo en Cuba. También recuerdo, a principios de 2000, el comentario de un señor mayor que me aseguraba que con la llegada de Chávez al poder ocurriría algo insólito: “Te acordarás de mí. Yo sé por qué te lo digo. Lo que le viene a Venezuela es candanga con burrundanga. Chávez nos llevará derechito al comunismo mientras, poco a poco, Cuba se enrumbará hacia la apertura y el capitalismo”. Pues, algo de cierto hubo en las visiones de este pronosticador.

Revisando en mi archivo encontré un artículo que escribí en 2013, titulado “¡Revolución Criminal!”. Qué lamentable comprobar que nada ha cambiado. Peor aún, que las cosas hayan recrudecido. Aquí les dejo algunos extractos, con una lamentable tarea, actualicen ustedes las cifras:

Los venezolanos vamos en caída libre. ¡Y nada que se abre el paracaídas! ¡Qué impotencia! Porque, la verdad, es que es urgente que pongamos coto a lo que vivimos. ¿Cuál es la razón de tanto retroceso en todos los órdenes de la vida nacional? No encuentro otra explicación que la incapacidad –más que demostrada- de quienes nos desgobiernan. Cuántas veces tendremos que repetirlo: ¡son unos ineptos! Están improvisando, versionando, ensayando y probando fórmulas cubanas, de comprobada eficiencia para destrozar una nación.

¿Saben lo que es peor, además de los 15 años que llevamos en esto? Que estos incapaces lo han hecho tan bien en su plan maquiavélico de hundirnos, que nos tienen a todos ocupados en cosas tan estúpidas y absurdas como la persecución de un rollo de papel toilette o un litro de leche. ¡Algo sin precedentes! Debemos apartar el doble de horas de las que invertíamos para proveernos de artículos básicos de nuestra canasta alimentaria: una cesta que, por cierto, es el doble de costosa y no siempre llega a nuestros hogares completa. ¡Pero, cómo va a llegar completa si aquí dejó de producirse! Otro logro de la revolución.

Otro mérito que no me cansaré de atribuirle a la “revolución bonita” es el estado de descomposición moral al que hemos llegado. Los valores se invirtieron de tal forma que ahora es “normal” que los delincuentes, los pranes y los capos, sean los que impongan los patrones y normas de convivencia ciudadana. El hampa supera en número, y en estrategias asertivas para ramificarse y profundizarse, a los que están encargados de reprimirla.

Aún estoy sorprendido por los datos que arrojó la primera encuesta sobre delito organizado que realizó el Observatorio Venezolano de Violencia, conjuntamente con la ONG Paz Activa. Uno de los resultados, con el que no dudo todos estaremos de acuerdo, es como el 70 por ciento de los entrevistados afirmó que la inseguridad personal ha aumentado este año.

Pero otro dato que arrojó la encuesta y que, debo reconocer me dejó perplejo, es una variable nunca antes vista en nuestra nación: ahora los asesinatos por encargo son cada vez más comunes. Es decir, que la gente puede contratar un sicario para que mate a alguien, así como si encargase un flux en la sastrería. De seguir así, los tribunales y los organismos encargados de impartir justicia, pasarán a la historia. Total, ¿quién necesitará de ellos si existe el sicariato? Otro hecho sin precedente en nuestra maltratada Venezuela que no podemos permitir que se arraigue

Maduro, Rodríguez Torres y a todos a quienes les competa el tema de la seguridad: los invito a revisar minuciosamente esta encuesta. No es cuento, no es una estrategia mediática, ni un plan de sabotaje para empañarles la gestión. El asunto del delito, y peor aún, el del delito organizado –ese que mueve dinero, el que se negocia y tiene tarifas- es uno de los problemas urgentes que deben atender porque nos está afectando gravemente. El Plan Patria Segura es y seguirá siendo un fracaso en la medida que los choros dupliquen el número de efectivos policiales y violar la ley, sin que por ello haya consecuencias, sea tan fácil como pelar mandarinas. La violencia, el caos y el desorden aumentan a pasos agigantados como la revolución. No podemos permitir que esta situación caótica se consolide y pase a ser tan normal como respirar.

@mingo_1

mingo.blanco@gmail.com