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Peguemos los platos rotos, por Orlando Viera-Blanco

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“Nuestros jóvenes siguen siendo nuestra consciencia, por lo que más nunca deben ser ¡carne de cañón!”

 

Hace tres años (26/08/2014) escribí mi columna titulada: No son rolex, ¡son nuestros hijos!, contrastando con el ensayo del Prof. Carlos R. Hernández en  El UniversalSoy Rolex (17-08-14). El debate era la dicotomía entre radicales vs. moderados; la salida vs. la política; “los violentos” vs. los dialogantes, la desobediencia vs. lo electoral.  En fin, historia repetida por estos días de la cual lejos de generar diatriba debemos aprender para avanzar y madurar racionalmente. La política al fin, es inventario de hechos (y consecuencias)…

La “incomodidad” de Hernández (2014) fue expresada en párrafos contundentes y de pronto hirientes que es precisocitar:  “La oposición entró en crisis por los nuevos estragos de la antipolítica a partir del 12-F-14. La ficción de que Maduro se desbarataría-decirle burro a alguien sin verse las propias orejitas-encendió…la necesidad de barrer a la MUD, los partidos. Decidieron arrollarlos con la entelequia que llamaron «la calle», y al revés, ayudaron a apuntalar al Gobierno. El balance de estos brutos y dolorosos meses: odios, laboratorios-cloaca intra opositores, tesis desgreñadas, «vías rápidas» y discursos vacíos de cordura, llenos de autohalagos y banalidades: soy inquebrantable, indoblegable, inderrotable, tengo caja oyster” [invencible a las alturas y profundidades]. ¡Soy un Rolex!”  Fin de la cita. Esta forma cruda, hiperrealista y desenfadada de exponer un enorme sacrificio de líderes, jóvenes y ciudadanos, me sacudió. Su guión crítico a la resistencia pura, remató afirmando que fue esa antipolítica, la conductora “de la plaza-Altamira, las guarimbas, el paro petrolero, el abstencionismo y el retiro de las candidaturas (2005)”. Releyendo esa notas tres años más tarde, confieso que apuntan duras verdades que me veo obligado a revisar para juntar lo que es necesario pegar, y no repetir el mismo error…

La lucha no violenta-muy cuestionada a raíz de la primavera egipcia (ver Hassan el-Hamalawy/Blogger/periodista)-no es precisamente la que se adoptó en Venezuela. El decálogo de resistencia pacífica sugerido por Martin Luther King, Gandhi o el propio Gene Sharp, demanda no exponer la vida del ciudadano, desafiando huestes represoras. Es no responder a la violencia física. “Es ir en contra de las fuerzas del mal, no contra las personas que hacen el mal”. Es el sufrimiento por encima de la razón (dixit Gandhi), y ello es muy complicado asimilarlo en nuestra cultura … Sin duda la manera que encarar la protesta contra un gobierno tirano, merecía una revisión más profunda en lo estratégico, mayor planificación, mejor entendimiento cultural y un desandar a tiempo. Las vidas son responsabilidad del régimen. Sí. Pero frente a las consecuencias fatales y dolorosas de este “accionar político”, la gente comenzó a tener miedo, rechazo y mucho dolor. Eso debilitó los ímpetus y la confianza. Una protesta por cierto que algunos la convirtieron en oficio, mercenaria … Y la protesta ciudadana no es eso: es resistencia en paz.

Otro tema son las guarimbas. Un esquema que encerró, enfrentó y agotó más a la oposición (y a la población toda), que al gobierno. Hoy podemos decir que la guarimba fue la antesala (2014 y 2017) al quiebre disidente. Caldo de cultivo de fatiga, odios, donde quien llamara a la sensatez («por favor dejen pasar’), era tildado de traidor y vende patria.  Me pareció doloroso el símil que utilizó Carlos Raúl en su columna de marras al asemejar los roles asumidos por nuestros líderes y jóvenes a “bichos como Hezbolá y Hamás, que los hacen [a los jóvenes] escudos humanos; chicos de 12 a 17 años enviados a los campos sembrados con minas…” Así le respondí: “No puede ser el chantaje de la antipolítica un cepo que me amarre al sofá hasta el 2019 mientras Capriles-MUD y Nicolás, dialogan. Ni López ni Machado son «bichos cual Hezbolá y Hamás, degolladores de niños inermes que lanzan como escudos humanos para tumbar gobiernos … Esos jóvenes son nuestra consciencia …” Pero hoy después de 120 días de protestas, más de un centenar de muertos, miles de heridos, torturados y detenidos, apelo a Confucio, al justo medio, y concluyo que nuestros jóvenes siguen siendo nuestra consciencia, por lo que más nunca deben ser ¡carne de cañón!.

Aun discrepo con Hernández sobre la arrogancia que le endosa a algunos líderes de oposición. La represión ha sido brutal. Pero el manejo de la calle y la protesta, si es un asunto que exige más cabeza y juicio. La calle debe seguir, pero más dosificada, más creativa, menos predecible y más impactante.  La concentración no es buena por asistida, y sólo en la Fco. Fajardo o en Lechería. Debe ser nacional y llegar a las barriadas de todo el país, con un emplazamiento incluyente. Hay que ir a los cerros a llevar esperanza. No al revés.

Lo electoral tampoco es el issue. El tema es saber movilizarse, organizarse y mantenerse unido. No es sólo votar. Es mostrar mayoría y desplazar. El criticismo no paga. La división la cobra el gobierno y los deslindes los sufre el ciudadano. Es doloroso, es fuerte, pero Carlos Raúl tenía razón. La calle es muy delicada. Y es de nobles reconocerlo para rectificar, juntar y pegar piezas. Yo ahora lo hago. Hágalo Ud. también … por favor.

 

@ovierablanco

Las 5 noticias más importantes a esta hora

NicolasMaduro

 

Maduro a los jóvenes: Necesitamos una ANC llena de Liderazgo y virtudes

El presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, llamó a los jóvenes a inscribir sus candidaturas a la Asamblea Nacional Constituyente, ya que a su juicio ésta debe estar constituida de personas con liderazgo, compromiso y grandes virtudes.

 

“Que gane el mejor, que gane el más comprometido (…)  Necesitamos una Asamblea Nacional Constituyente llena de virtudes, de liderazgo, verdaderamente popular”, afirmó el jefe de Estado venezolano en un contacto telefónico, durante la instalación del Frente de Estudiantes por la Constituyente, que se realizó en Parque Central, en Caracas. (RNV)

 

Denuncian a Vicepresidente de Venezuela por lavado en Panamá

La acción penal fue realizada por el ex embajador de la OEA Guillermo Cochez ante la Procuraduría General de la Nación, al comprobar que una de las empresas de Tareck El Aissami y su socio Samark López incluidas en la Lista Clinton opera en Ciudad de Panamá.

 

El abogado Guillermo Cochez solicitó este martes que Fiscales Anticorrupción de la Procuraduría General investiguen al actual Vicepresidente de Venezuela, Tareck El Aissami, y a su socio Samark López por la posible comisión de delito contra el orden económico, en la modalidad de blanqueo de capitales, tipificado en el Código Penal de la República de Panamá.

 

Cochez explica que su acción se fundamenta en los resultados de las investigaciones realizadas por funcionarios estadounidenses y que terminaron con la inclusión de estas dos personas y sus empresas en el registro negro de la Oficina de Control de Recursos Extranjeros (OFAC), por supuestamente estar implicados en narcotráfico y lavado de dinero. Entre las trece sociedades que fueron incluidas en la famosa Lista Clinton, como también se le dice, se encuentra una denominada “Yakima Trading, CORP.”, constituida bajo la legislación panameña, con domicilio en P.H. Ocean Business Plaza, mejor conocido como Edificio Banesco, Plaza Marbella, Piso 24, Oficina 24-8, Calle Aquilino de la Guardia, y Calle 47, Ciudad de Panamá, tal como aparece en la página http://yakimatd.com/ (Crítica Panamá)

 

Pirelli, Colgate – Palmolive y GM suspenden operaciones en Venezuela

Las empresas Pirelli y Colgate – Palmolive anunciaron la suspensión de operaciones en Venezuela por falta de materia prima, dos anuncios que le siguen al de General Motors (GM), mientras las autoridades informaron de un plan para «resguardar la estabilidad» de los trabajadores.

 

Pirelli anunció a través de un comunicado, del que se conoció el martes en medios locales, que paralizará su producción en la planta de Guacara, en el estado de Carabobo (centro), de «manera indefinida» ante la «indisponibilidad» de materias para la elaboración de sus productos.

Por su parte, Colgate Palmolive, que elabora productos de higiene bucal y personal, anunció el pasado 2 de junio la paralización de sus líneas de producción de jabones lavaplatos y detergentes por causa de la escasez de materia prima, la cual es importada. ( El Nacional )

 

Cancilleres de la OEA estudian seguir sesión sobre Venezuela el 18 de junio

Los cancilleres de la OEA estudian reunirse el 18 de junio en Cancún para reanudar la sesión sobre Venezuela que fue declarada cuarto intermedio el pasado 31 de marzo en Washington, dijo hoy el canciller paraguayo, Eladio Loizaga.

 

Ese encuentro, de celebrarse, precedería a la 47 Asamblea General de la OEA en la ciudad mexicana, entre el 19 y el 21 de junio, reseñó Efe.

 

En declaraciones a la emisora Primero de Marzo, Loizaga recordó que fue Paraguay el país que pidió que se declarara un cuarto intermedio en Washington ya que ninguna de las dos partes iba a contar con la mayoría requerida para aprobar una declaración sobre la crisis en Venezuela. (El Universal)

 

Venezuela y China firmaron acuerdo para incrementar la refinación de petróleo

Venezuela y China firmaron un acuerdo en el área de refinación de crudo que permitirá procesar 400 mil barriles por día,, informó este miércoles 7 de junio el vicepresidente de Planificación, Ricardo Menéndez, en un contacto telefónico con Venezolana de Televisión.

 

Menéndez, quien lidera la delegación venezolana que cumple una agenda de trabajo por la nación asiática, para darle seguimiento a los proyectos petroleros, desarrollo minero, industrial, agrícola y petroquímico, indicó que el acuerdo prevé el procesamiento del crudo extraído de la Faja Petrolífera del Orinoco «Hugo Chávez» en la refinería de Nanhai, a través del trabajo conjunto entre las estatales Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y la Corporación Nacional de Petróleos de China (CNPC).

 

«Para que ese crudo pueda ser procesado se requiere la adecuación, la arquitectura desde los puntos de vista de los procesos de refinación y en este caso la refinería de Nanhai va a procesar 400.000 barriles por día», precisó. (Panorama)

Razones para la esperanza, por Pedro Méndez Dager

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FOTO: Carlos García Rawlins / REUTERS

 

Se acercaba la noche y dábamos por terminada la jornada de protesta, caminando por el campo de batalla en que se había transformado el Distribuidor de Altamira, bajo la presión de los pelotones oficiales de la represión totalitaria o de los bandidos paramilitares con licencia para disparar. Necesitábamos un almuerzo urgente que serviría de cena, y acompañados todavía por un grupo de jóvenes manifestantes de la vanguardia que se unieron a nosotros, buscamos un lugar más seguro para sentarnos y comer. La pollera estaba funcionando y había espacio para todos. Pedimos suficiente para que el grupo se mantuviera en pie.

Cerca de nosotros uno de los jóvenes combatientes, sacó un papel y envolvió su ración, luego la metió en su morral destartalado. Andrés “Chola” Schloeter, concejal de Sucre, que estaba allí le preguntó por qué hacía eso y el chamo respondió que se la llevaba a su abuela, que debía tener unos dos meses sin probar una presa de pollo. Pero observamos que otro de los improvisados acompañantes tenía una bolsa y estaba guardando también su parte en aquel almuerzo cena. Anticipando la pregunta nos dijo sin la menor afectación: “es para mamá”.

El hambre no es una fábula. Acosa todos los días de esta Venezuela colonizada -regresada doscientos siete años en la historia de sus instituciones- a capas de la población cada vez más numerosas y menos acostumbradas a pasar los días sin el alimento esencial para vivir. Puede afirmarse, sin mucha probabilidad de alejarse de la realidad nacional, que cada día crecen las dimensiones de la población desnutrida y que ha llegado el tiempo en que la competencia no es ya por un empleo, por un salario, o por un contrato, sino por acceder primero a las bolsas de basura de los restaurantes, mientras queden restaurantes, y de las casas de los poderosos del régimen colonial que hacen la guerra para permanecer allí, por los siglos de los siglos. Este hambre como táctica de dominación y como confesión del más colosal fracaso de nuestra historia, destruye a pasos acelerados el potencial cerebral de centenares de miles de niños, esos chamos pilas, creativos y brillantes con los que comenzaba a equiparse la Venezuela que perdimos.

Pero ahí están los chamos. Andan en rebelión y salen a luchar por una patria mejor que, de ñapa, es perfectamente posible. Unos jóvenes de cuyo corazón no han podido arrancar esas maravillosas virtudes que harán la Venezuela que viene, cuando salgamos de la tragedia: Amor filial, generosidad, solidaridad. Está llegando la hora de empezar a resembrar también el amor el trabajo, la disciplina, la honradez, la puntualidad, el sentido crítico y autocrítico, el auténtico amor a Venezuela.  Ni siquiera veinte años de prédica constante del odio hacia los demás o hacia los que han logrado avanzar un poco más en la ruta del progreso o en el camino de la civilización, han podido arrancar del corazón de la mayoría determinante de los entrañables venezolanos el amor a la familia y la generosidad. Esos que hace tiempo están pensando y preparándose para la difícil pero seductora posibilidad de hacer a Venezuela grande otra vez: en la nueva economía, en la nueva educación, en las instituciones rescatadas puestas al día, en la salud y la seguridad social replanteadas, en la agricultura renovada, en la nueva infraestructura, en las nuevas fuerzas armadas. Hay terreno dónde sembrar, y habrá más todavía. También hay jóvenes llevando las estrellas, soñando con la libertad de su Patria, a la que han jurado y jurarán defender y mantener libre, independiente y soberana, aun a costa de la vida. Porque ahora es cuando va a pelear Rondón.

@pedro_mendez_d

 

Unicef emite declaración en la que lamenta muertes de jóvenes en Venezuela

Unicef

 

El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), emitió una declaración en la que se pronuncia sobre las muertes de los jóvenes ocurridas en las protestas registradas en los últimos días en el país.

En el documento, la organización se solidariza «con las familias de cada persona, y particularmente de cada adolescente, que ha perdido su vida en los acontecimientos registrados en Venezuela en las últimas semanas”.

Este comunicado sale después de la muerte de Armando Cañizales, de 17 años, el miércoles 3 de abril en Las Mercedes mientras protestaba.

Lea aquí la declaración integra:

Hace dos semanas, Unicef se pronunció sobre los acontecimientos que afectaron al Hospital Materno Infantil Hugo Chávez de El Valle.

En el documento, se indica que «UNICEF reitera su pedido a que se asegure el derecho a la vida y se respeten los centros de salud, las escuelas y cualquier lugar de atención de niños, niñas, adolescentes y otros grupos vulnerables».

De igual modo, recordaron que el organismo trabaja en 190 países y territorios junto con aliados de los gobiernos, el sector privado y la sociedad organizada, para impulsar el cumplimiento los derechos de todos los niños, niñas y adolescentes en todo el mundo.

UNICEF trabaja en Venezuela desde 1991 a través de un Programa País que se acuerda y se firma con el Gobierno Nacional, transformando el compromiso en acciones que contribuyen a la protección y el fortalecimiento de los derechos de la niñez y la adolescencia.

El alférez mayor y las necrófilas

Menrys

 

Cuando la civilización triunfe sobre el bárbaro régimen totalitario Siglo XXI habrá entuertos que podrán ser solucionados a corto plazo. Lamentablemente hay otros que tardarán más tiempo. Sin desconocer la grave situación que heredaremos de los rojos en cuanto a la inflación, escasez de productos, inseguridad, corrupción, deuda pública, violación de los derechos humanos y quiebra de las empresas del Estado, son problemas que se podrán resolver con los recursos humanos que contamos. Requerirá más tiempo educar a un Alférez Mayor, hoy general, para que entienda que no fue formado para robar panaderías. También cómo transformar a unas jóvenes necrófilas en ciudadanas útiles para el país.  

El Alférez Mayor es el grado que otorgan las Escuelas Militares en el último año de la carrera al cadete que más se distinguió en sus estudios, disciplina y don de mando. Después de graduado y de los diferentes cursos para ascender se supone que, si mantiene el rendimiento y comportamiento logrado en la academia militar y el gobierno de turno respeta la meritocracia, llegará a ocupar los más altos grados y cargos dentro del escalafón militar. Teóricamente, alguien que fue Alférez Mayor debería culminar su carrera como Mayor General. En democracia no hubo ningún General en Jefe, por considerar que para ello se requerían otros méritos. Por eso el último fue Eleazar López Contreras. En tiempos de revolución roja lo logró hasta un García Carneiro, quien fue de los últimos de su promoción, y abundan los cinco estrellados sin credenciales.

Quien haya sido Alférez Mayor siempre ha contado con el respeto y aprecio de las diferentes promociones y de la ciudadanía. Los venezolanos  apreciamos a nuestra Fuerza Armada y entendemos su importante papel, a pesar de lo desprestigiada que está por culpa de Altos Mandos corruptos y sumisos. Sentimos vergüenza de que alguien que fue Alférez Mayor y hoy general rojo como Menry Rafael Fernández Pereira se haya convertido en ladrón de pan. ¨Te voy a quitar la materia prima y te voy a cerrar la panadería¨, vociferó manu militari el arbitrario general al panadero. Esta conducta produce rechazo y al mismo tiempo lástima por el individuo y por la institución armada.

Nuestros panaderos, un alto porcentaje de ellos de origen portugués, son gente laboriosa que nos tenían acostumbrados a un pan de excelente calidad. Hoy el régimen los acosa acusándolos injustamente de acaparadores y especuladores. Otro atropello más de quienes nos sumieron en la miseria.

Otro hecho indicador del deterioro de los valores está reflejado en un video en el que dos muchachas fingen tener sexo con un malandro, abatido por la policía, y ya encerrado en su urna. Este macabro ¨homenaje¨ no sabemos si fue para evidenciar que el malandro era un macho conocido por sus dotes de padrote o simplemente para mostrar  admiración por sus fechorías, mientras gente no tan joven aupaban el acto de necrofilia. Algo degradante y nunca visto, producto del ¨hombre nuevo¨ de la revolución.

Recuperar valores perdidos será una labor titánica de todos y tardará tiempo. Los rojos no solo acabaron con la economía, sino que estimularon lo peor del ser humano. Ojalá que la nueva generación de políticos  entienda  que la educación y el modelaje deben ser prioridad de un próximo gobierno.

Como (había) en botica: Otro caso de pérdida de valores es el de Luis Torcat Espinoza,  profesor universitario en la Unimar y empleado de la Procuraduría, quien sustrajo varias ofrendas de oro del museo de la Virgen del Valle en Margarita; según la nota de prensa era apreciado por colegas y estudiantes, algunos de los cuales  criticaron que esa universidad le hubiese pedido su renuncia. ¿Acaso deberían condecorarlo? Excelente la entrevista de Eizabeth Araujo a Gabriela Montero, una gran pianista y cónsul honorario de Amnistía Internacional. Felicitamos a esta excelente artista y ciudadana ejemplar comprometida con la democracia. Bravo por  los partidos políticos y por  los ciudadanos que concurrieron a validar su adhesión para evitar que el arbitrario CNE los inhabilite. Tuvieron que  vencer  los obstáculos del CNE y de los paramilitares rojos. Todavía tendrán que superar otros escollos y además entender que las elecciones no serán suficiente para salir del régimen. Respetamos la decisión de quienes decidieron no participar en el proceso,  pero es importante confrontar  en todos los terrenos. Maduro está asustado, percibe que gran parte de los rojos quieren defenestrarlo. Mientras esté Iris Varela al frente de las cárceles los malandros seguirán rueda libre cometiendo fechorías en las ergástulas y fuera de ellas. Agradecemos el apoyo de Almagro a la democracia y ojalá logre que se aplique la Carta Democrática al régimen venezolano ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

 

eddiearamirez@hotmail.com

Matan a 4 menores de 15 años en una semana

crimen

Una estudiante de segundo año de bachillerato falleció este jueves tras recibir un impacto de bala producto de un enfrentamiento entre bandas, en el sector Aragüita II de Ocumare del Tuy.

Eglaisables Yocelin Fajardo Ménades, de 15 años, salía de clases en el Liceo Bolivariano «12 de Febrero» –nombrado así en honor al Día de la Juventud– cuando se encontró en la línea de fuego de un enfrentamiento entre dos bandas rivales y fue alcanzada por un proyectil.

En tan solo cuatro días, la violencia ha acabado con la vida de cuatro jóvenes. Los hijos de una funcionaria de Polizamora, de 13 y 16 años de edad, fueron asesinados el lunes 13. Los vecinos de la zona hallaron los cuerpos de los niños con varios impactos de bala.

Por otro lado, la noche del martes fue hallado el cuerpo de Dereck Manaure, hijo del basquetbolista Juan Manaure. El adolescente había sido secuestrado el 23 de diciembre, y de acuerdo a los efectivos policiales, fue asesinado el 01 de enero.

Durante el 2016, la violencia cobró la vida de 854 menores de 15 años, de acuerdo a cifras del Observatorio Venezolano de Violencia. Los jóvenes menores de 35 años fueron las víctimas más frecuentes de la violencia e inseguridad el año pasado, con 9.113 fallecidos de personas entre 15 y 20 años, y 11.676 entre 21 y 35 años.

Cifra muertes violentas juventud

Cada día del 2016 fallecieron al menos dos menores de 15 años como resultado de la violencia. En general, diariamente eran asesinados 27 jóvenes por debajo de los 35, de acuerdo a las cifras.

“Los jóvenes de Venezuela no están muriendo por la Independencia de la Patria, como ocurrió en esa Batalla de La Victoria el 12 de febrero de 1814, sino en las calles y el transporte público por la violencia cotidiana, víctimas del delito y la desprotección”, señala el informe del OVV.

El destino de los jóvenes venezolanos: los que se quedan, los que se van y los que se lleva la violencia

jovenes

Por Paola Martínez, Ronna Rísquez y Francisco Zambrano

¿QUÉ OPORTUNIDADES, OPCIONES Y PORVENIR tienen los jóvenes venezolanos? En el Día de la Juventud y después de 18 años del gobiernos chavistas, Runrun.es describe los tres destinos visibles que tiene este sector de la población que constituye el futuro del país: los jóvenes.

Los que se quedan

Existe un tipo de jóvenes cuyo futuro, a pesar de la inseguridad, la crisis económica y la incertidumbre política, lo continúan viendo en Venezuela. Son jóvenes que estudian y trabajan en un contexto que jamás imaginaron vivir, uno que coarta sus posibilidades e incluso pone en peligro sus vidas. Un país en el que muchos de ellos deben sobrevivir hasta conseguir los medios para emigrar, o hasta que acaben las pesadillas en la tierra en que sus padres cumplieron sus sueños.

Daniel Salazar es uno de ellos. Un estudiante de ingeniería de 23 años a la espera del título universitario que le podrá dar un mejor nivel de vida en otra nación, donde espera hacer una vida sin el peligro constante de entrar a las lista de víctimas del hampa. «Uno de los mayores problemas que afecta a todos es la inseguridad. Todos nos vemos afectados y corremos el riesgo de que nos pase algo en cualquier momento, como al salir a tomar el bus para ir a clases».

Mientras tanto, Daniel debe trabajar en sus tiempos libres para pagar sus gastos universitarios. Junto a su hermana, emprendió un negocio de comida a domicilio que le permite estudiar en dos universidades, una pública con interminables problemas y paros como protestas, y una privada de la que espera graduarse pronto. Sin embargo, el doble esfuerzo no se le hace fácil, y a pesar de que gana dinero por su cuenta, está consciente de que no podrá independizarse económicamente en esta Venezuela. «Uno se ve afectado por la inflación todos los días cuando vas a sacar copias, comprar guías o cuando te da hambre y debes gastar una cantidad considerable de dinero en solo un desayuno, y a veces puede que no tengas suficiente».

Por lo mismo, su vida social se ha relegado a pasar los fines de semana en su casa, y de vez en cuando en casa de sus amigos, acompañados de la botella más económica que puedan comprar. Las cenas en restaurantes, las noches en discotecas, los viajes de fines de semana, que representan un gasto económico que un sueldo mínimo no permite, han quedado en un lejano pasado, en otra Venezuela, que para él a veces es mejor no recordar.

Por otro lado están los jóvenes como José. Él dejó su carrera para empezar a trabajar en la empresa familiar hace tres años, cuando el prospecto de aprender el oficio, ayudar a sus padres y ganar dinero lucía más atractivo que esperar a que el gobierno resolviera los problemas de las universidades, que estaban en paros intermitentes.

Hoy José puede vivir cómodo con lo que gana. Frecuentemente se permite lujos que no todos sus amigos pueden –viajes al extranjero, ropa de marca, uno de los últimos Iphones– aunque considera que debe trabajar mucho más duro que la mayoría de ellos. De igual forma, José acepta su vida como es, con la suerte que le ha garantizado un buen trabajo, pero con la certeza de que su tierra natal no tiene esa dicha, y de que es una cuestión de tiempo para que los problemas del país lo alcancen él también.

La libertad económica que José goza resulta bastante codiciada en la calle. Comenta que debe elegir la ropa que se pondrá de acuerdo a donde vaya a ir, ya que usar ropa de marca puede marcarlo como un objetivo. «Para ir al trabajo, que queda cerca de una zona popular no muy segura, no puedo usar un buen reloj, y en ocasiones debo dejar mi celular en la casa, para no arriesgarme a que me roben, o algo peor». Aunque su día a día no se ve limitado por los problemas que afectan a la gente de su edad –la inflación, la escasez o la incertidumbre política– el temor a la inseguridad lo persigue igual que a los demás venezolanos.

Y de noche, todo se complica. En el camino entre su casa y el lugar en que sus amigos lo esperan puede depararle incontables peligros, por lo que José debe tomar todas las previsiones necesarias para evitarlos. La paranoia vive consigo, y el miedo a ser robado o secuestrado lo mantiene en casa muchos fines de semana. Aún así, él espera que algún día todo esto cambie, y esa esperanza lo mantiene en Venezuela.

Yhoger Contreras solía ser uno de esos venezolanos que ponía buena cara al mal tiempo. Ya no más. «En mi mente todavía está apostar por el país, pero llega un punto en que estás tan atado de manos que no hay manera de surgir». Ahora es uno más de esos jóvenes que sueña con el día en que pise otra tierra, el día en que sus derechos sean respetados y pueda hacer todo lo que aquí no puede.

«Muchas personas nos hemos cansado de luchar, de dar la guerra desde nuestra trinchera sin ver resultados», dice Yhoger con trazos de desesperanza en su voz. Lamenta que, a pesar de que tiene toda la vida por delante y está a meses de ser un profesional de la comunicación, sus oportunidades laborales son limitadas, y las pocas que puede conseguir no satisfarán las necesidades básicas que necesita cubrir. Su idea de ser un periodista y trabajar por el país se ha difuminado, y en su lugar la búsqueda de una vida segura ha tomado su lugar.

A sus 23 años, Yhoger no ha podido comprar carros, terrenos y casas como sus padres a su edad ya lo habían hecho. Su papá a los 19 años pudo comprar dos terrenos que más tarde le permitieron adquirir su primer carro, explica él, resaltando la facilidad con que su padre lo logró y lo imposible que ello resulta en la actualidad. «Ya por los menos mis padres vivieron y tuvieron su etapa, y ahora viene la nuestra. Es bastante difícil aceptar que nuestro futuro está truncado por un sistema político».

Sus padres le cuentan como de jóvenes solían salir con unos pocos billetes que les alcanzaban para comer, disfrutar y comprar toda la ropa y cosas que se les antojaran, sin que el gasto hiciera mella en sus bolsillos, «cosa que yo no puedo hacer», añade resignado. Sin embargo, si él hubiese vivido en la Venezuela de sus padres, no cree que habría gastado el dinero en eso. «A mi me hubiese gustado tener dinero para poder viajar, pero no lo he podido hacer».

El consejo que da a sus amigos, y el que espera seguir pronto, es emigrar. «No me he ido no porqué no quiera, porque las ganas están, sino porque no hay economía, porque no tengo sustento y es difícil irse como aventurero». Es por eso que sus resoluciones del 2017 ya no se enfocan en ayudar a salvar a Venezuela desde el periodismo. Ahora, él se puso a sí mismo primero. «Ese es mi plan de este año, ahorrar y buscar dinero, terminar mis estudios y poder emigrar».

Diferentes a la mayoría de jóvenes venezolanos, unos pocos están obligados a permanecer en Venezuela, exactamente tras las barras de una prisión, por haber continuado creyendo en el futuro que muchos han olvidado, o se han resignado a perder. Al menos 27 jóvenes se encuentran privados de libertad por causas políticas, denunció otra joven, Ana Karina García, quien funge como activista del Comité de Liberación de Voluntad Popular. Según ella, estos 27 muchachos están hoy, 12 de febrero –día de la juventud–, encarcelados por haber defendido los mismos ideales, la libertad y la independencia, que los jóvenes de 1814 defendieron un día como este.

Los que están por irse y los que se fueron

Orlando Zamora es un periodista de 27 años, todavía no ha tomado el vuelo en Maiquetía que lo lleve fuera de Venezuela, pero está en proceso. Orlando como miles de jóvenes nacidos en la tierra de Bolívar planea salir casi corriendo de la tragedia de país que se ha convertido su terruño. Al igual que sus contemporáneos siente que el oxigeno se le está acabando, que esa compuerta llamada libertad y calidad de vida se cierra poco a poco, como a Indiana Jones cuando escapa del Templo de La Perdición no quiere que la roca gigante rodante lo golpee o que el muro de concreto caiga y no le de tiempo de recoger su sombrero.

A Orlando le ha tocado lo mismo que a miles en el pasado reciente, correr de aquí para allá de Registro a un Ministerio en busca de un expediente, volver al lugar donde estudió para solicitar notas certificadas y pensum académico, llevarlos a que los legalicen y luego apostillen, todo un proceso largo y burocrático que ha pasado a ser parte de la cotidianidad de la juventud venezolana.

Lo normal por estos días es ver a personas regularmente menores de 30 años con títulos, pergaminos y carpetas deambulando por las oficinas del Ministerio de Educación Superior y del de Relaciones Exteriores en el centro de Caracas. Las colas largas no solo se hacen frente a mercados, farmacias y panaderías, también a las puertas de instituciones del Estado. La pregunta que ronda en el ambiente es: ¿Para donde te vas? La incertidumbre está a la orden del día, pero también la convicción de que se está haciendo lo correcto. El “aquí no hay futuro” ya es el lema de esta generación castigada con 18 años de chavismo. “Tengo pensado irme a Argentina como la mayoría de los que emigran ahorita me atrevería a decir”, dijo Orlando. “La razón es bastante lógica, es el país cuyos tramites son más fáciles. Debido a que Venezuela pertenece al Mercosur, puedes viajar sin pasaporte para allá”, agregó.

“Comencé a arreglar mis papeles en noviembre del año pasado, en diciembre los introduje en el GTU, pero me perdieron el pensum y el programa de estudio, el oficial con quien traté no sé hizo responsable y me dijo que los sacara de nuevo”. A Orlando este percance, posiblemente habitual en las instituciones gubernamentales locales no le paralizó en su afán de irse. La cólera del principio se transformó en una fuerza abrumadora, esa que se desprende del comentario mundano. “Por estas vainas es que me debo ir”.

“Así que nuevamente los saque en enero y debo esperar por ellos. Conseguí cita para apostillar relativamente fácil para finales de marzo”.

Dichas citas se han convertido en una especie de migraña para muchos, debido a la cantidad de solicitudes, la insuficiente modalidad de atención ministerial, los días feriados que cada año inventa el gobierno y hasta el ahorro energético, el tiempo entre solicitarlas y asistir al ente puede ser de meses, cuestión que ha hecho frotar las manos de los nuevos ejecutivos públicos: los gestores.

“Son muchos los problemas burocráticos, para lograr salir legal debes tener puestas las pilas”, recomendó Orlando.

Orlando nunca ha ido a Argentina, pero su hermano está allá desde hace un año, lo que podría facilitarle la adaptación. La motivación de este joven para dar un paso tan importante en su vida no es diferente a la del resto. “Solo busco calidad de vida, en Venezuela es cuesta arriba ahorrar dinero, mucho menos independizarte”, arrojó. “En un punto como la profesión te sientes estancado porque no puedes seguir creciendo y la inseguridad es una preocupación diaria”.

Asegura que regresar a Venezuela en un futuro, cuando el río vuelva a su cauce (si es que eso sucede) no es un planteamiento vago y retórico. “Claro, nunca he descartado esa opción”.

Jorge siempre tuvo la vena de inmigrante en su cuerpo, pero la llegada de Nicolás Maduro al poder aceleró su deseo de salir de Venezuela.

Graduado hace un año de abogado en la Universidad Católica del Táchira, el oriundo de San Cristóbal vive desde hace ocho meses en Buenos Aires, representa la nueva generación de venezolanos autoexiliados, su misión de vida hoy en día es procurarse un futuro óptimo, objetivo que en su tierra natal es prácticamente imposible de conseguir.

“Desde más pequeño siempre quise salir del país, irme de intercambio o algo así, pero siempre lo vi como una manera de conocer y poder formarme por fuera. Ya en los últimos tres años de la universidad fue que confirmé que la única manera de poder crecer profesional y personalmente era saliendo del país”, dijo desde Argentina.

A Jorge le tenía perturbado desde hace rato el hecho de no poder adquirir un carro y mucho menos una vivienda, pero más que eso la imposibilidad de avanzar en su profesión.

“Es imposible pensar en que ejerciendo normalmente una carrera y sin trampas o vueltas pueda llegarse a tener comodidades normales como en cualquier lado del mundo. No caer en la maquinaria de la corrupción es imposible ya en el país, y así no puede hacerse un profesional íntegro”.

Jorge sabía que no iba a ser fácil la adaptación, entiende que en otra latitud no te están esperando con los brazos abiertos con una oferta laboral. Pero ante eso y la realidad de hacer cola para comprar comida, no conseguir medicamentos y ser presionado para sacar el Carnet de la Patria, prefirió montarse en un avión. Una decisión que han tomado miles de jóvenes venezolanos desde que el chavismo se instaló en Miraflores.

“A mi me ha ido bien. No trabajo en mi área pero tengo un buen empleo y un buen lugar para vivir. Al principio si cuesta un poco, estar nuevo y no conocer absolutamente nada ni a nadie, pero ya luego uno se va amoldando a la situación y puede conseguir buenos resultados. Lo más seguro es que no sean inmediatos, pero a la larga los proyectos se construyen con paciencia”.

A Jorge le costó llevar a cabo todos los trámites burocráticos para obtener un permiso laboral en el extranjero, desde ingresar a páginas webs con amplio tráfico en la madrugada hasta hacer una cola kilométrica en el Ministerio de Relaciones Exteriores, pero lo más duro fue decir adiós en Maiquetía.

“Lo más difícil es despedirse de la familia, los amigos y la casa, pero eso es parte del proceso de crecer. El tema papeles se complicó, la página del Ministerio nunca cargaba para solicitar los antecedentes”, confesó.

Si bien los padres asumen regularmente la partida de sus hijos con tristeza, Jorge advierte que la situación país de alguna manera preparó a los suyos para el desenlace de hoy en día.

“En mi familia lo aceptaron muy bien realmente, ya varios primos se habían ido del país desde hace tiempo, primero a España y otros a Estados Unidos luego, así que ya en la casa sabían que era un paso necesario. Siempre estoy en contacto con ellos por WhatsApp y Skype, que es lo que deben hacer como al 80% de las familias venezolanas ahora”.

Jorge no ha tenido experiencias xenofóbicas en Argentina y tampoco cree que se presenten. “De rechazo nada. Este es un país de inmigrantes, mucha gente sabe que sus abuelos vinieron de otro lugar a establecerse acá, y la aceptación cultural es buena”. Dice que la mayoría siente curiosidad por conocer el fenómeno venezolano y algunos creen que lo informado en los medios de comunicación es una exageración.

“¿Está tan jodida Venezuela como dicen las noticias?, me preguntan en la calle. Trato siempre de responder eso con la mayor paciencia”.

Contrario a lo que podría pensar la mayoría de la gente acerca de un joven acabado de partir de un país con un futuro incierto, Jorge no solo aspira regresar para una eventual reconstrucción de la República, sino que desea iniciar esa recuperación desde ya. “El país no se va a arreglar cuando cambie el gobierno y la estructura que dejó. Mi idea no es regresar cuando todo mejore, sino ser parte del grupo de gente que quiere reconstruir al país desde mi área, poder representar a Venezuela mucho mejor que este gobierno, el cual realmente deja una mala imagen».

Los que se lleva la violencia

Además de los jóvenes que siguen en el país con la esperanza de forjar un futuro aquí, y de los que tiraron la toalla para tomar un avión que los sacara de la pesadilla revolucionaria, queda un grupo de venezolanos menores de 25 años de edad que, por decisión o por accidente, corren el riesgo de tener el peor de los destinos que puede ofrecer el país más violento del mundo: la muerte o la delincuencia.

Este grupo está expuesto cada 18 minutos a entrar en la nefasta estadística que lo puede convertir en uno de los 78 venezolanos que son asesinados cada día en el territorio gobernado por Nicolás Maduro. «La gran mayoría de las víctimas de la violencia en Venezuela son jóvenes. De las 28.479 muertes violentas del año 2016, nuestras estimaciones indican que 21.643 personas tenían menos de 35 años de edad, es decir, un 76% del total de fallecidos. En el año 2016  fallecieron 9.967 jóvenes menores de 21 años,  como resultado de la violencia. Fueron 27 fallecidos cada día del año. De ellos, 854 tenían menos de 15 años», dice un informe realizado por el Observatorio Venezolano de Violencia.

Según está organización, 40% de las víctimas de muertes violentes en 2016 (homicidios, resistencia a la autoridad y averiguación muerte) tenían menos de 19 años de edad. Algunas de estas víctimas forman parte de ese grupo que, por deseo o necesidad, permanece en el país trabajando, estudiando y abogando por un cambio.

Profesionales, estudiantes, prospectos del deporte, artistas han caído a manos de la delincuencia. Ya no están y todo lo que podían ofrecer a sus familias y al país -en la etapa más productiva de sus vidas- se lo llevó la violencia.

En su análisis el OVV agrega que: «Los jóvenes, además de ser el sector más vulnerable a ser víctima de la violencia, también son los más propensos a delinquir y convertirse en potenciales victimarios. Según nuestros registros de monitoreo de prensa, un 72% de los victimarios tiene menos de 35 años, y casi la mitad de este grupo posee entre 20 y 24 años, representando el 32%».

Hay un sector de jóvenes que eligen la vía de la violencia, estimulados por la idealización de la figura del «pran», y ven el camino de criminalidad como un alternativa de ascenso social. Pero también influyen otros factores. «Las dos grandes fuentes de integración de la juventud a la sociedad: la educación y el trabajo, se han visto debilitadas como mecanismos de esperanza en el futuro. Una parte importante de la juventud abandona el sistema escolar entre los 11 y los 15 años de edad, 2 de cada 5 jóvenes no asisten regularmente a un centro de educación», explica el documento del OVV.

La edad de incorporación de los niños venezolanos al mundo delictivo se ubica entre los 12 y 14 años de edad. A los 19 años muchos ya han pisado una cárcel y a los 25 años suman una lista de prisiones entre sus últimos sitios de residencia, además ya se han convertido «en una máquina de matar», según refiere el padre Alejandro Moreno en un reportaje publicado por el diario El Tiempo de Anzoátegui, en 2014.

Adicionalmente los que se encuentran en libertad, luego de haber cumplido una condena, ya han contraído nuevas deudas con la justicia: siguen presos en sus barrios, sin mucho que perder, porque están «solicitados» por algún delito. Saben, además, que su futuro es corto.

*Foto: ellugardedalia.blogspot.com

Casi 80% de las víctimas de la violencia en Venezuela son jóvenes

LA GRAN MAYORÍA DE LAS VÍCTIMAS DE LA VIOLENCIA en Venezuela son jóvenes. De las 28.479 muertes violentas del año 2016,  21.643 personas tenían menos de 35 años de edad, es decir, un 76% del total de fallecidos, según estimaciones del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV).

Al celebrar este año el Día de la Juventud, los equipos de investigación de las universidades nacionales que integran el OVV señalan en un informe que «los jóvenes de Venezuela no están muriendo por la Independencia de la Patria, como ocurrió en esa Batalla de La Victoria el 12 de febrero de 1814, sino en las calles y el transporte público, no por las guerras sino por la violencia cotidiana, víctimas del delito y la desprotección. Cada semana en Venezuela mueren más jóvenes víctimas de la violencia que los que fallecieron en la batalla que hoy se conmemora».

En el año 2016 fallecieron 9.967 jóvenes menores de 21 años, como resultado de la violencia. Fueron 27 fallecidos cada día del año. De ellos, 854 tenían menos de 15 años, esto significa 2 menores de 15 años asesinados cada día, indica el OVV.

La mayoría de esos jóvenes que tuvieron una muerte sin gloria son hombres: cerca de 9 de cada 10 víctimas son varones, y aunque ha aumentado la proporción de las mujeres, todavía es muy amplia la diferencia.

El OVV alerta que también que esos hombres jóvenes son además pobres. Si bien la criminalidad afecta a todos los sectores sociales, son los habitantes de los sectores populares del país quienes más padecen las muertes violentas; en contextos de pobreza, la vida del joven está siendo regulada y sometida por el miedo, la injusticia y el abuso. Una gran cantidad de estos jóvenes son también padres que han dejado a sus hijos huérfanos.

 

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Las dos grandes fuentes de integración de la juventud a la sociedad: la educación y el trabajo, se han visto debilitadas como mecanismos de esperanza en el futuro. Una parte importante de la juventud abandona el sistema escolar entre los 11 y los 15 años de edad, 2 de cada 5 jóvenes no asisten regularmente a un centro de educación, en el momento en que se necesitaría un mayor esfuerzo para que permanezcan estudiando, no sólo por los conocimientos y destrezas que adquirirán, sino por la integración social y normativa que les ofrecerá la escuela.

Y los jóvenes que salen del sistema escolar no logran integrarse al mercado de trabajo, no hay las oportunidades suficientes y las remuneraciones no resultan atractivas. El empleo formal ha sido destruido como un camino honorable y prometedor para la juventud. Esto nos coloca al frente de una importante cantidad de jóvenes, un 31%, que constituyen unos verdaderos “ni-ni”: ni trabajan ni estudian, y son, por lo tanto, el caldo de cultivo propicio para el reclutamiento criminal y para ser víctimas vulnerables de la violencia.

Los jóvenes, además de ser el sector más vulnerable a ser víctima de la violencia, también son los más propensos a delinquir y convertirse en potenciales victimarios. Según nuestros registros de monitoreo de prensa, un 72% de los victimarios tiene menos de 35 años, y casi la mitad de este grupo posee entre 20 y 24 años, representando el 32%.

El cambiante mundo contemporáneo ofrece muchos atractivos sociales y tecnológicos a la juventud, las aspiraciones para acceder a ellos y consumirlos se incrementan continuamente, pero el empobrecimiento generalizado en Venezuela hace que exista una brecha inmensa entre lo que se quiere y lo que se puede alcanzar. ¿Puede acaso un joven pensar que trabajando honestamente podrá alimentarse bien, pagarse sus estudios o comprarse una casa o un carro? Ante esos dilemas, aunque la mayoría de los jóvenes persiste en el estudio y el trabajo honrado, a unos los tienta ingresar al mundo del delito y a otros abandonar el país.

La acumulación de más de una década de muy altas tasas de homicidio está alterando la tradicional composición etaria y de sexo de la población. Al reducirse el número de hombres jóvenes se genera un impacto demográfico que afectará las condiciones del progreso y el desarrollo en el futuro del país.