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Iglesia venezolana

Cuando la Iglesia venezolana proponía el socialismo
El discurso de un cuaderno de Formación Sociopolítica del Centro Gumilla, publicado en 1981, se emparenta con las prédicas del chavismo en un origen común

 

Dedico a los historiadores Tomás Straka, Robinzon Meza y Neller Ochoa, con quienes he conversado y debatido este asunto. Siempre agradecido de su cordialidad y disposición.

@YsaacLpez

Los sacerdotes fueron sacados «a punta de pistola» de la casa y llevados al taller por la comisión de la Guardia Nacional. Los amenazaron con «un plomazo en la cabeza» si la levantaban. A todos los empujaron contra la pared mientras constataban «la denuncia»: allí se guardaban armas y propaganda subversiva.

Eran los primeros días de marzo de 1989, y la escena no ocurría en San Salvador o Ciudad de Guatemala, sino en el callejón siete de agosto, sector El Milagro de los Cangilones de La Vega, en una Caracas sorprendida por los estallidos del 27 y 28 de febrero. ¿Por qué si éramos felices pasó aquello? ¿Por qué se detenía y maltrataba a sacerdotes acusándolos de ser los responsables?

Los nombres de los religiosos atacados la noche de aquel sábado eran: Javier Duplá, Luis Ugalde, Jean Pierre Wyssenbach, Wuilfredo González y Raúl González, a los cuales se sumaron poco después los de Rafael Baquedano y José María Aguirre. Sacerdotes, novicios y seminaristas de la Compañía de Jesús.

Uno de los testimonios de aquel allanamiento señala: «El oficial, que nos trataba de forma patentemente hostil, comentó que «ustedes los de la ‘liberación’ son los que agitan a la gente». La inspección del taller fue una farsa, pues el mismo ya había sido «revisado» por los agentes. Los religiosos fueron entonces detenidos y llevados al Cuartel General Florencio O´Leary. Luego de casi un día de detención, y tras gestiones de distinto nivel, fueron liberados.

Al regresar a la casa de la comunidad encontraron el archivo volteado en el piso, y constataron la sustracción de dinero y pequeños enseres por la comisión de la Guardia Nacional. (Revista SIC, Centro Gumilla, N° 513, abril 1989: 116-117).

«El Centro Gumilla fue fundado en 1968 como un espacio al servicio de la transformación de Venezuela desde sus propias raíces en una sociedad más justa y humana. Desde la perspectiva de las mayorías empobrecidas, participa en la corriente social que busca construir alternativas viables de desarrollo económico, democracia política y justicia social, estimulando la participación calificada de cada sector. El Centro Gumilla es el Centro de Investigación y Acción Social (CIAS) de la Compañía de Jesús en Venezuela. Forma parte del esfuerzo de la Iglesia católica por hacer de la vida cristiana una forma de solidarizarse con las angustias y esperanzas de la humanidad, de vivir la causa de los pobres de la tierra, de los anhelos de justicia y paz fundados en el amor.» (Ver página del Centro Gumilla)

De 1981, ocho años antes de allanamiento a la «casa de la comunidad jesuítica» de La Vega, es el cuaderno del Curso de Formación Sociopolítica número 18, publicado por la Revista SIC-Centro Gumilla con el título Socialismo y Proyecto Nacional, en el cual se propone el modelo socialista como respuesta a los problemas sociales, económicos y políticos de Venezuela. En una de sus páginas podemos leer:

«El socialismo que proponemos es técnica y económicamente posible. Una Venezuela donde todos tengan efectiva educación y atención médica gratuita, vivienda, trabajo, alimentación es perfectamente posible. Una Venezuela autosuficiente en producción agrícola, con empresas socializadas, buen servicio de transporte colectivo, ciudades humanas al servicio del hombre y no de la especulación colectiva está al alcance de la mano. La dificultad es humana, no técnica. Un cambio social lo hacen los hombres. Un salto tan gigantesco como supone esta revolución humanista exige mucho de los hombres.» (34)

Y más adelante expresa el material de la Compañía de Jesús: «El socialismo no es una idea, es un movimiento popular y una nueva organización del pueblo. Un pueblo organizado para trabajar y producir y gestionar sus empresas. Un pueblo organizado para participar en la política, no con un simple voto, sino con la conducción de la política del barrio, de la ciudad, del país. Un pueblo dispuesto a regir su historia.» (34)

Iglesia y socialismo en Venezuela en la opción de los pobres, bases económico-sociales de los principales planteamientos del socialismo, historia de la lucha socialista en el mundo y en el país, diagnóstico de la realidad venezolana, y características del socialismo a implementar en Venezuela constituyen las temáticas expuestas en este folleto, adquirido hace 30 años por un imberbe estudiante de Historia de la ULA en la Librería Los Comuneros, frente al Liceo Libertador, en Mérida. No es un texto impreso en el multígrafo de una casa parroquial en una escondida barriada, es un folleto con diagramación y presentación esmeradas, que se vendía en cualquier quiosco de esquina.

Es decir, la democracia permitía la crítica y hasta la señalización de su reemplazo.

El diagnóstico de la realidad venezolana de inicios de los ochenta que hace la Compañía de Jesús es de interés: «Hoy en Venezuela padecemos el monopolio de los medios de producción y el monopolio de los medios de coacción. Ambos son compartidos por unos pocos venezolanos opulentos en asociación con el capitalismo mundial que tiene interés en nuestro petróleo uno y en los dólares producidos por aquellos (sic) otros: Venezuela para ellos es una gran mina y un gran mercado. Porque vendemos la mina vivimos en el gran bazar, unos dentro y otros, la mayoría, llamando a las puertas para participar aunque sea en los desechos.» (12)

«La década del ochenta comienza por un lado con una fuerte conciencia de frustración colectiva y de necesidad de corrección de rumbo.» (12)

Y la respuesta a esa frustración de la sociedad venezolana está claramente expuesta:

«Aquí se trata de traer el horizonte de la utopía socialista en su plenitud (sociedad sin clases, sin ejércitos, sin desigualdades, ni dominación, sin trabajo explotado y alienado, sin escasez) y de acomodarlo a algo más modesto pero realizable en las condiciones impuestas por un espacio y un tiempo concretos: en este caso Venezuela de 1981 a 2000. ¿Cuál es el socialismo construido aquí y por nosotros en los próximos veinte años? ¿Veinte años son los que lleva la democracia liberal desde la caída del dictador Pérez Jiménez? Otros veinte años para pasar a la democracia socialista, es decir, de una sociedad y un gobierno de y para minorías privilegiadas a una sociedad y a un gobierno de las mayorías trabajadoras y para las mayorías trabajadoras.» (15)

La socialización de la producción y los medios de producción en manos del pueblo son constantes en la propuesta del socialismo como base de un nuevo proyecto nacional que hace el Centro Gumilla a través de este texto. Por lo cual se les debe considerar entre los precursores del socialismo del siglo XXI.

Ante la avalancha de presentismo y la escasa memoria de algunos sectores en esta hora del país, bien vale la pena volver sobre escritos divulgativos y formadores como este.

El discurso de este cuaderno de Formación Sociopolítica se emparenta con las prédicas del chavismo en un origen común. ¿Qué influencia tuvo esa labor en la conformación ideológica del chavismo? ¿Cuáles fueron las repercusiones de ese mensaje en los sectores populares que terminaron apoyando a los militares insurrectos de 1992? Es decir, ¿los sectores populares, influenciados por esos argumentos, formados en colegios, cursos y talleres, encontraron acaso el mismo eco en las propuestas de los nuevos mesías militares?

Son preguntas que debe responder el historiador comprometido con la verdad y no con los bandos políticos enfrentados en Venezuela, para poder acercarnos a la comprensión de cómo llegamos a este atolladero sin fin.

El socialismo que acecha

El socialismo que acecha

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

¿Jorge Urosa el cardenal? ¡yo sí sé quién era!
Jorge Urosa, el cardenal, cuidó a la Iglesia como un buen esposo. Ahora rinde cuentas al Pastor Supremo. Y estoy muy seguro de que se le da una muy buena calificación

 

@Probertosipols

Cardenal Jorge Urosa...

Era un hombre hecho para poner orden. Tenía una obsesión por la verdad. Amó a Jesucristo de manera ejemplarizante.

Pobre y humilde en su vida personal al estilo de Cristo.

Excelente sacerdote.

Dios lo hizo impetuoso.

Desarrolló una exquisita cortesía con todos.

Muy exigente, siempre por el celo del orden, la excelencia del trabajo y la verdad.

Un hombre fiel, íntegro, excelente, un buen venezolano, de esos que hacen tanta falta hoy.

Amó a los pobres sinceramente.

Cuidó a la Iglesia como un buen esposo.

Ahora rinde cuentas al Pastor Supremo. Y estoy muy seguro de que se le da una muy buena calificación, una así como suena esta: 

SIERVO BUENO Y FIEL, ¡PASA AL GOZO DE TU SEÑOR!

Arquidiócesis de Caracas revela comunicado de Urosa Savino previo a su ingreso en cuidados intensivos
Un día antes, la institución informó que el cardenal se encontraba «estable» aunque «delicado»

 

La Arquidiócesis de Caracas publicó este domingo, 12 de septiembre, un comunicado que el cardenal Jorge Urosa Savino escribió para sus fieles antes de ingresar en terapia intensiva en agosto pasado y reveló que se le dieron los sacramentos de la comunión y la extremaunción. 

El contenido del escrito indica que el también arzobispo emérito de la institución quiso hacer una “declaración de amor a Dios y a la Iglesia, y de amor al pueblo de Venezuela”. En las primeras líneas, el sacerdote asegura haber vivido su vocación con gran ilusión y pidió perdón por las faltas cometidas y las omisiones.

“Expreso mi gran afecto al pueblo venezolano y mi entrega absoluta a su libertad, a sus instituciones, a la defensa de los derechos del pueblo frente a los atropellos que se hayan cometido por parte de los gobiernos nacionales. Y en esa actitud, he estado siempre también actuando, no por odio, ni por rencor, sino por defensa de la libertad, de la justicia y de los derechos del pueblo venezolano. De manera pues que espero que Venezuela salga de esta situación tan negativa”, añade el cardenal.

Recalcó en el mensaje que su trabajo por el país ha estado siempre guiado por “un inmenso amor patriótico (…) a todos los sectores del pueblos de Venezuela, sin exclusión alguna, y por supuesto en la línea de la Constitución Nacional, que nos propone los derechos inalienables que no pueden ser conculcados por ningún gobierno”.

Urosa Savino también tuvo palabras para sus compañeros sacerdotes y la unidad de todos. “El episcopado venezolano es uno solo, y yo he servido siempre con un gran espíritu de colegialidad. Vamos a pedirle a Dios que nos ayude a conservarnos siempre así”, apuntó.

Un día antes, este sábado 11 de septiembre a las 11 am, la Arquidiócesis informó en Twitter que el estado del cardenal era estable aunque seguía “delicado”.

“Se encuentra bajo contínuo y cercano monitoreo médico”, afirmaron Monseñor Ricardo Aldo Barreto, obispo auxiliar de Caracas, y el presbítero, Carlos Márquez, vicario general, quienes firmaron el mensaje en la red social.

El Pitazo: Las iglesias ofrecen refugio y pan en medio de la crisis

La crisis también ha despertado en los cristianos el deseo de cumplir con ese mandamiento que reza amarás al prójimo como a ti mismo. Las ollas solidarias, la donación de ropa y de medicinas son banderas de muchas parroquias católicas del país que socorren a quienes más padecen en una Venezuela agobiada por el hambre y las enfermedades

La fe mueve montañas y en Venezuela es capaz de mover las intenciones de miles de voluntarios que encontraron en las iglesias una forma de hacer labor social y canalizar esa ayuda al prójimo de la que habla Jesús en sus mandamientos.

Ante la crisis, muchos acuden a las iglesias a orar y a pedir por sus necesidades individuales y las de todo el país. Y la ayuda llega no solo como una bendición divina de sus santos, sino también mediante la labor social que realizan algunas de estas parroquias.

El Pitazo compiló seis historias de ese amor que trasciende los espacios de las iglesias para tenderle una mano a cuantos necesitado se acerque a ella. Aquí podrá encontrar el aliento que aportan las buenas causas y el entusiasmo que contagian estas ideas.

Viveros por una sonrisa

Por: Jesymar Añez

Rescatar a un niño de la desnutrición en un mes es posible. La Iglesia católica a través del programa El Vivero parroquial, en el estado Monagas, quiere hacerlo con cuánto niño sea posible.

La idea nació de la campaña Compartir de 2017 y las ollas comunitarias en las zonas más pobres, donde encontraron déficit nutricional en infantes. El coordinador regional de Cáritas, presbítero Gerónimo Sifontes, explica que reunieron expertos y comenzaron a censar a los niños desnutridos para posteriormente brindarles atención.

Entonces, crearon los viveros en los sectores Las Cocuizas, Sabana Grande, La Puente, Jusepín y Quiriquire, municipio Punceres, como programa piloto para alimentar a los infantes inscritos y lograr llevarlos a su peso ideal bajo el acompañamiento de pediatras y nutriólogos.

No es una tarea fácil porque deben alimentarlos durante 30 días y la disponibilidad económica de la iglesia es limitada; de hecho, solo en uno de los cinco viveros los participantes comen los siete días a la semana.

Emirian Salazar es la coordinadora del vivero de la iglesia Santo Domingo de Guzmán, en la parroquia Las Cocuizas de Maturín, que comenzó a funcionar el Domingo de Ramos alimentando a 80 niños. «Ese día servimos 110 comidas porque no solo alimentamos a los infantes con bajo peso sino también a embarazadas y ancianos», recuerda..

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Los viveros son un programa piloto para alimentar a los infantes inscritos y lograr llevarlos a su peso ideal | Jesymar Añez

Desde ese momento, sirven desayunos de jueves a sábado y los domingos hacen una sopa. ¿De dónde sale el dinero? ¿Quién colabora? El padre Sifontes responde que son los benefactores quienes asumen esta responsabilidad: son familias, feligreses, empresarios o comerciantes. El desayuno del 28 de julio, por ejemplo, lo entregó una familia y el gasto fue de 30.000.000 de bolívares para 52 chamos.

«Los costos aumentan a diario, porque con una inflación cambiante todo se dispara. Pero nosotros confiamos en Dios y siempre tenemos algo para ofrecerle a nuestros niños», refiere Sifontes, quien resalta que desde febrero a julio han logrado la recuperación de 93 niños de los 392 infantes desnutridos que encontraron en las comunidades censadas en Monagas.

El plan A de la Iglesia es que haya un responsable por jornada. Cuando este falla, ponen en práctica el B, que consiste en activar a la feligresía para que lleven un poquito de cada alimento para prepararlo en la parroquia.

Salazar destaca lo satisfactorio que resulta ayudar: «El corazón se hincha, es una labor muy bonita». Ella apuesta porque cada día sean más los que quieran sumarse a esta labor y por eso se han dedicado a replicar el mensaje de su presbítero en las comunidades.

Una olla que se multiplica con amor y control

Por: Génesis Carrero Soto

Nunca el refrán “donde come uno comen dos” tuvo tanta vigencia como en La Olla Milagrosa de la Iglesia Nuestra Señora de la Chiquinquirá, en el este de Caracas. Allí, todos los sábados, se activa una maquinaria organizativa que logra dar un plato de comida hasta a 600 personas sin que nadie se quede por fuera y tratando hasta al último comensal con el mismo afecto y cordialidad con el que atendieron al primero.

Desde marzo de 2017 los miembros de esta parroquia se organizaron para ofrecer un almuerzo cada fin de semana a personas en situación de riesgo, adultos mayores necesitados, familias enteras que no tienen recursos, niños abandonados y hasta a los vecinos y vendedores de la zona que ansían un plato de comida caliente.

Carmen Alarcón, miembro del comité organizador del comedor, cuenta sobre la experiencia: “Siempre ha sido una obra de Dios; todas las veces logramos que la comida se multiplique y alcance para todos. De aquí nadie se va sin comer”.

El buen trato y la amabilidad es el factor fundamental que diferencia a La Olla Milagrosa de los distintos comedores que han proliferado en todo el territorio nacional. “Aquí los tratamos a todos con cariño, con respeto, con amabilidad y los ayudamos a socializar y a sentirse en familia mientras comen con dignidad en una mesa, con sillas, con un mantel”, explica Alcira de Hopkins, otra de las encargadas del programa.

Para recolectar los alimentos, fray Luis Antonio Salazar, quien dirige la parroquia, anuncia en su misa de domingo cuál será el menú de la semana siguiente para que los asistentes a la liturgia, los vecinos y los ayudantes corran la voz y comiencen a llevar los insumos que servirán para preparar ese almuerzo. Con esfuerzo y donaciones que van de una en una, el grupo logra reunir lo necesario.
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Los alimentos provienen de donaciones que hace toda la comunidad cercana a iglesia de Chiquinquira | Hirsaid Gómez

Ángeles López, una de las principales organizadoras de esta olla, cuenta que todos los alimentos son donados por personas voluntarias. Pero sin duda es la organización lo que ha hecho de este gran comedor algo sustentable en el año y medio que lleva en funcionamiento. El comité de voluntarios de La Olla Milagrosa cuenta con al menos 100 caraqueños que se mantienen activos en todo el proceso de recolección y preparación de las 5 o 6 ollas gigantes que hacen entre viernes y sábado.

Y, aunque parezca una multitud que con facilidad se puede salir de control, el orden está establecido mediante constantes censos y un proceso de carnetización en el que ya cuentan 500 comensales. Para los censos, los propios encargados se ocupa de hacer listas de los que llegan al comedor y anotar todos sus datos, para después hacer los carnets que también se imprimen con apoyo de los vecinos.

“Nosotros nos ayudamos muchísimo con esto, la verdad es que no podríamos comer todos los sábados si no fuese por este gran aporte”, cuentan Ángel y Margarita Alayón, dos hermanos de la tercera edad que disfrutan sobre todo “del cariño con que nos reciben aquí”.

Este registro les permite también hacer seguimiento a las personas que ya no acuden al centro, a quienes llaman por teléfono para conocer de su situación. La cifra se actualiza cada cierto tiempo para controlar las asistencias, pero el orden no termina ahí, como bien explica otro voluntario, Adrián Díaz, “se trata de poner amor y también control como dice la canción”.

El amor de Dios los mueve a crear nuevas familias

Por: Alexander Olvera

Desde hace aproximadamente un año, la iglesia Santo Domingo de Guzmán en San Carlos, estado Cojedes, junto a un grupo de alrededor de 20 voluntarios de esa parroquia llevan adelante el programa Viernes de Misericordia que reparte almuerzo para más de 140 personas en estado de riesgo, según informó Hernán Rodríguez, sacerdote encargado de la administración de ese templo.

Rodríguez explica que el objetivo de la actividad es satisfacer las necesidades de los hermanos más vulnerables. “Aquí le damos comida a los indigentes que viven en las calles y a otros que viven en sus casas, pero están desatendidos. Aquí llega mucha gente adulta necesitada”, refiere el cura, para quien no solo hay necesidad material, sino también espiritual. En su opinión, el logro más importante es hacerlos sentir como una familia.

Una vez al mes hacen jornadas sociales y médico-asistenciales en las que se les corta el cabello y se les atiende alguna enfermedad ambulatoria “Muchas de estas personas sufren la violencia en las calles porque son pobres, huelen mal o están mal vestidos. Aquí en cambio queremos pasar todas esas barreras humanas y atenderlos lo mejor posible desde el amor y la misericordia de Dios”, comenta el padre.

Al principio atendían a 20 personas y hoy ya ayudan con almuerzos a 140 | Alexander Olvera

El proyecto se sostiene gracias a las donaciones que reciben. «En todas las homilías le recuerdo a los hermanos que nos ayuden con este proyecto. La feligresía ha sido muy receptiva. Todas las semanas vemos los alimentos de los que disponemos y de allí planificamos que es lo que se va a preparar. Ya la gente sabe que debe colaborar y eso se ha ido despertando poco a poco. Ha sido un trabajo arduo que ha dado sus frutos, porque de atender a 20 personas en sus inicios ya sobrepasamos las 140», apunta.

Y aunque hay personas que no pueden donar alimentos porque quizás su situación no se los permite, a ellos se les pide que vengan a ayudar.

«Aquí siempre hay algo que hacer, desde pelar las verduras, lavarlas, recibir a las personas, acomodarlos en el templo, hablarles de la palabra, hasta llevar la comida a las mesas entre otras muchas labores. A los que no pueden venir porque el horario no se lo permite, les pedimos que oren desde sus casas por este proyecto».

“Quisiéramos que esto fuera todos los días, pero la falta de alimento no los impide. Tenemos pensado hacerlo un día más, para que sea jueves y viernes. Pedimos a quienes puedan colaborar que se acerquen a nuestra parroquia a ayudar a quienes más necesitan”, asegura el párroco.

Campaña compartir se ocupa de la nutrición
de niños y mujeres embarazadas

Por: María Fernanda Rodríguez

La parroquia El Rosario de la ciudad de Mérida, ubicada en el municipio capitalino de Libertador, es la única iglesia de la entidad, hasta el momento, que se ha unido a la Campaña Compartir impulsada por la organización de la iglesia católica Cáritas Venezuela. Esta campaña se ha llevado a cabo en distintos países de Europa y América Latina como una de las varias campañas de solidaridad que iniciara hace más de tres décadas el entonces Papa Juan Pablo II.

En Mérida, los miembros de la parroquia El Rosario, a través de sus párrocos Ángel Márquez y Cándido Contreras, iniciaron su formación y capacitación con Cáritas Mérida en la Campaña Compartir mediante un taller desarrollado en marzo de este año.

La Campaña Compartir consta fundamentalmente de dos etapas: de atención y seguimiento a los niños con desnutrición de entre 0 y 5 años de edad, y a las mujeres embarazadas con déficit nutricional; y el Atención Vivero.

La primera etapa consiste en la realización de jornadas de atención para el diagnóstico del estado nutricional del infante y la madre encinta. Dichas jornadas se realizan con el acompañamiento de Cáritas en los sectores más necesitados de cada entidad donde ha sido desplegada la campaña.

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En julio de este año la Campaña Compartir llegó a los niños de la comunidad El Rincón de la parroquia El Rosario de Mérida | Ma. Fernanda Rodríguez

La segunda etapa (Atención Vivero) consiste en el acompañamiento durante tres meses continuos a los niños y futuras madres cuyo estado de desnutrición haya sido detectado en alguna de las jornadas de diagnóstico de la campaña. Durante este tiempo a los niños y a las futuras madres se les suministran alimentos, vitaminas, nutrientes, desparasitantes y suplementos alimenticios con el contenido calórico necesario para lograr la recuperación nutricional que cada uno de ellos requiere.

Los insumos utilizados en la Atención Vivero son distribuidos por Cáritas Venezuela y los mismos son donados a través de otras organizaciones, como Unicef Venezuela.

“En nuestra parroquia hemos hecho ya tres jornadas de atención a niños de entre 0 y 5 años y mujeres embarazadas en su último trimestre de gestación. La primera jornada la hicimos a mediados del mes de marzo en el sector Las Quebraditas, justo después de haber realizado el taller de capacitación y formación con Cáritas Mérida. La segunda, la realizamos en el sector Loma de la Virgen, que está bastante necesitado de atención. La más reciente fue hecha en el sector El Rincón, el pasado 28 de julio”, precisa el padre Márquez.

Desde la Parroquia hay conversaciones con una iglesia cristiana ubicada en los Estados Unidos cuyos pastores que son venezolanos― quieren hacer una donación económica para la compra de alimentos destinados a las personas más necesitadas.

140 sopas diarias para el oeste de Caracas

Por: María Jesús Vallejo

El comedor Madre Teresa de Calcuta recibe entre 140 y 160 personas los 365 días del año. Es un espacio para ofrecer almuerzo a personas en situación de calle, creado en marzo de 2003 por el padre Marcos Linares, de la Iglesia Nuestra Señora de la Paz, ubicada en Montalbán, municipio Libertador. A 15 años de su inicio, este programa ayuda a suavizar las preocupaciones de varias familias caraqueñas.

A las 11:00 de la mañana comienzan a llegar hombres, mujeres y niños de diferentes edades. Muchos viven en las calles de Caracas; otros, van con hijos o hermanos para garantizar, por lo menos, una comida al día. Como María Ramírez, de 43 años, que va con sus tres hijas de 7, 8 y 17 años desde hace un par de meses. Ella y su esposo trabajan de manera informal y realizan cualquier tarea que consigan: limpiar, embolsar y mezclar cemento.

El comedor mitiga la angustia: “Tener la ayuda de este comedor; tener, por lo menos, una comida segura, hace que nos olvidemos por un momento de que debemos esperar la caja (Clap) o hacer milagros con los reales”.

Esmeralda España, de 38 años, sirve platos desde hace dos años, aunque llegó al comedor hace ocho. Contó que tiene mucho que agradecerle al padre Linares: hace más de una década que fue a comer en la parroquia, pese a su adicción a las drogas y al alcohol y el aspecto descuidado y sucio que tenía, nunca se sintió rechazada. “El padre Linares me motivó a rehabilitarme y me ofreció un espacio para ser útil, por eso ahora soy voluntaria. Siempre me apoyó”, recuerda.

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A diario se reparten entre 140 y 160 sopas para mujeres, hombres y niños de diferentes edades | Hirsaid Gómez

José Romero, de 73 años, también es colaborador. Lleva el registro de todos los que llegan a comer desde hace cuatro años. “Un día vine por una sopa, al día siguiente volví y, como el que llevaba el registro no veía bien, lo ayudé y aquí me quedé”, relató. Para él, la alimentación es un derecho que no se le niega a nadie, ni siquiera a quienes viven en situación de calle y tienen problemas de adicción.

Desde las 12:30 del mediodía hasta cerca de las dos de la tarde, José agiliza la entrega del almuerzo ubicando a los beneficiarios y verificando que todos reciban el plato de sopa y la ración de fruta.

Otro beneficiario del comedor es Leandro Romero, de 44. Hace ocho años llegó a la parroquia y asegura que nunca le ha faltado ese plato de comida: “El trabajo que hacen estos voluntarios es muy importante. Nos brindan a todos un espacio de tranquilidad, además de una sopa”.

A diario, la parroquia recibe la ayuda económica o de insumos como verduras y vegetales de quienes quieran sumarse a la causa que el padre Marcos inició hace 15 años.

El “milagro” de la Mesa de la Misericordia

Por: Sheyla Urdaneta

Todos los miércoles, desde hace un año y cinco meses, ocurre un “milagro” en el templo San Antonio María Claret, en Maracaibo. Las filas que se hacen en la entrada dan dos o tres vueltas a la iglesia. Acuden ancianos, personas con discapacidad, hombres, mujeres, niños y bebés. Todos entran y almuerzan, todos tienen su plato asegurado. Cada semana se sirven 800 platos.

Adentro hay 200 voluntarios que se mueven como hormigas para que todo esté listo. Son ocho ollas de comida las que se montan, seis primero y dos después.

Una noche en el estacionamiento de un restaurante, un padre y su hijo se pelearon con un perro por una bolsa de basura. Luchaban por lo que estaba adentro. Ese fue el detonante para que María Alejandra Fernández conversara con su párroco, y le planteara la opción de poder ayudar con comida a los vecinos de la zona.

Ese primer miércoles invitaron a 100 personas y esas 100 personas llevaron a otros y a otros. A la fecha sirven 800 platos, atienden a los enfermos, curan heridas de los que son indigentes y llegan al templo, le cortan el pelo, los bañan y les regalan medicinas.

“Todo es como un milagro. Hace unas dos semanas no se completaban los vegetales, pero entonces me voy a las ventas de verduras y les hablo de la obra y la gente nos ayuda. Desde el exterior ayudan con las proteínas y aquí hay quienes ayudan con sacos de arroz y bultos de pasta”, dice María Alejandra.

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Unos 200 voluntarios sirven aproximadamente 800 platos de comida semanales a los necesitados | Sheyla Urdaneta

Nelly Benítez de Araujo, es otra de las voluntarias, conocida en la Mesa de la Misericordia como “Mamá Tetero”. Cuando vio que las madres de bebés de entre cuatro y cinco meses eran capaces de darles comida sólida a sus hijos porque ellos tenían el mismo tiempo sin comer que ellas, se alertó.

En las bancas del templo se sientan los grupos a esperar que les sirvan su bandeja. Antes pasaron por la estación en donde rezaron, luego al sitio donde se lavaron las manos y después, mientras hablan de la palabra de Dios aprenden sobre valores y los dones de la misericordia. En este punto es donde esperan por su comida.

A las 11.00 am comienza la repartición. Este miércoles sirven arroz con vegetales, mortadela y huevo, hay una galleta de soda, un suspiro y jugo o chicha. Todos están atentos y esperan en orden. Los voluntarios les llevan la bandeja hasta las bancas.

En la quinta fila del lado derecho del templo está Yasmira Partida. Tiene 58 años y asiste cada semana con su esposo de 60 que está ciego y con su papá de 86 que ya no puede caminar sin sus muletas. “Esto es lo mejor que nos puede pasar en estos tiempos. No solo porque nos dan comida y eso es algo que uno agradece, sino porque aquí nos tratan con amabilidad. Y tengo mucho tiempo viniendo y nunca hay una mala cara”.

El esposo de Yasmira que se llama Jesús, y su papá Alfredo, comen con ayuda. Ella le da la comida a uno y un voluntario colabora con el otro. “Disfrutamos cada bocado, yo lo hago”, dice Jesús, porque “esta es la única comida que hacemos en el día”.