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Humanidad

Laureano Márquez P. Dic 15, 2020 | Actualizado hace 1 mes
A propósito de Güiria

Humanidad… «quizá nuestro prójimo proyecto tendría que ser llegar amarte». Foto obra de Oswaldo Guayasamín, perteneciente a la serie La edad de la ira.

@laureanomar

Termina un año. Termina la segunda década del siglo XXI. Quizá los que nos precedieron, los soñadores de utopías, imaginaron que para este tiempo la humanidad habría encontrado camino de justicia, equilibrio y libertad. Los venezolanos concluimos este año con la dura noticia de lo acontecido a nuestros paisanos en Güiria. No solo en las cárceles venezolanas se tortura, la vida en nuestra tierra se ha vuelto una tortura en sí misma de la que la gente huye poniendo en riesgo su vida. Mientras el régimen venezolano persista, la gente preferirá el peligro de una eventual muerte, a la espera de la que le viene segura.

Pienso en Güiria, la nuestra y tantas otras «güirias» en distintos lugares del planeta. Avanzado el siglo, la humanidad sigue huyendo de sí misma, como era en el principio.

El fin de año nos convoca a pensar el tiempo, nuestro tiempo, el tiempo todo del que formamos parte. Somos entre todos los animales que tuvieron la suerte de existir en este planeta, los únicos capaces de pensar y comunicar nuestros pensamientos. Detrás de estas líneas, que usted sin dificultad lee e interpreta, querido lector, hay miles de años de trayectoria: las pinturas rupestres, petroglifos, lenguas indoeuropeas, migraciones, la escritura cuneiforme, fenicios, griegos, romanos, navegantes, religiones. Para el perro amable que mueve la cola a nuestro lado y que muestra una inteligencia que nos asombra, no existe el mundo, ni Dios como idea, ni la muerte como línea final de la existencia, ni el sistema solar, ni la luna y aunque también le afecten las cosas del universo, no hay ningún concepto en él.

Nuestro entendimiento ha constituido una cosmovisión del mundo, que a partir de principios que nos resultan hoy lejanos, ha ido edificando ideas complejas como justicia, libertad, derecho, democracia. Ideas para desplazarnos, comunicarnos, almacenar nuestros conocimientos, difundirlos, ideas para curar nuestras enfermedades, para alimentarnos mejor, para vivir más. Sin embargo, concluye el 2020 y el hombre sigue huyendo del hombre, que es su principal amenaza. Si uno se detiene a pensar y evoca el viejo intelectualismo ético de los antiguos griegos, no logra comprender por qué a estas alturas no hemos alcanzado la sabiduría para construir sistemas económicos equilibrados, regímenes políticos democráticos y honestos, ciudadanos formados para vivir la libertad y el bien.

Vuelvo a Güiria, me pongo en la piel de mis paisanos, pienso en el desespero que les movió a tomar el riesgo de la muerte para partir, además, a un país cuyo régimen nos aborrece y remata a nuestra gente.

Voy más allá: el mediterráneo, las costas de África, la frontera norte de México, Siria, Etiopía y tantos otros lugares en los cuales, como un preso que huye de una torturante prisión, la gente prefiere tomar el riesgo de morir en el escape antes de continuar con una existencia inviable. El hombre huye del hombre. Huye de regímenes políticos tiránicos y corruptos y de la pobreza agobiante. Es oxímoron: la pobreza produce regímenes tiránicos que producen más pobreza que produce más tiranía. De esto huye la gente, de esto nace un negocio. El ser humano, como ha hecho toda la vida, busca un lugar donde vivir mejor, donde alimentarse y existir en paz. En África apareció el hombre que luego migró a Europa. El hombre hace lo que ha hecho durante miles de años

¿Cómo revertir esta desigualdad? ¿Cómo lograr una humanidad más equilibrada política y económicamente?

Mientras la tiranía y su correlato económico que es la pobreza, sigan perpetuándose, el ser humano tratará de escapar, cueste lo que cueste.

Parece que nuestro desarrollo tecnológico como especie no va a la par de nuestro desarrollo espiritual: los teléfonos celulares llegan a todos los rincones del planeta, pero no las ideas de justicia y libertad. Todos bailamos al ritmo de Jerusalema, una canción que viene de África, sin saber que su letra -como quien traza un rumbo- dice: “Jerusalén es mi casa, sálvame y camina conmigo, no me dejes aquí”. Quizá la humanidad tenga que aprender a bailar una mejor coreografía de justicia y libertad, comenzar a salvarnos unos a otros y caminar juntos a esa evocadora Jerusalén espiritual cuyo nombre significa “ciudad de la paz”, aunque la terrena no la haya conocido nunca. Probablemente tengamos que abocarnos a la astronomía interior, quizá nuestro prójimo proyecto tendría que ser llegar amarte

Que Dios nos acompañe este 2021.

La otra cara

La otra cara

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La esperanza de la Navidad, por Armando Armas

Nacimiento-

 

La verdad es que no soy las persona más religiosa del mundo, pero si algo me queda claro es que la historia se divide antes y después de Cristo por el hecho de su prédica y acción desde el amor, su sacrificio personal por mantener la coherencia con sus ideales, y la organización que hubo luego para consolidar dicha visión/enseñanza/ejemplo a través de la iglesia (o las iglesias).

Hace 2017 años, José y María, una pareja pobre de Judea, llegaba a Belen huyendo de los designios de Herodes, el rey que había ordenado el asesinato de todos los niños por la amenaza del nacimiento del rey de los judíos. Maria ya estaba por dar a luz, cansados de tanto trajinar, con hambre y fatiga, después de haber sido rechazados por los posaderos de la zona al final lograron asentarse en un pesebre.

Entre la noche de ese 24 de diciembre y la madrugada del 25, la joven mujer traería al mundo a quien se convertiría en la esperanza de la humanidad … Al menos eso es lo que nos dicen a quienes crecimos bajo la tradición religiosa del cristianismo.

Con la llegada del

vino la promesa de un mundo mejor. Y esa idea, la idea de la esperanza de un mundo mejor, más allá de las diferencias y/o discrepancias históricas y religiosas que sobre la fiesta de Navidad puedan haber, es la idea que estamos llamados a abrazar el día de hoy.

La prédica de amor y bondad de Cristo hizo de su nacimiento un evento que dividió en dos el tiempo de nuestra era. He allí la esencia de la celebración a quienes pertenecemos a la tradición judeo-cristiana. La celebración del nacimiento de una esperanza que radica en la prédica y el accionar desde el amor.

Un amor tan grande que llego hasta el sacrificio de su propia vida para abrir la posibilidad de redención a todo aquel que se arrepintiera (requisito personalísimo) de sus errores (pecados) y de esta manera liberarlos.

El amor por nuestra familia. El amor por nuestros seres queridos. El amor por nuestros amigos. El amor por nuestra tierra. El amor por nuestras tradiciones, nuestra música, nuestros olores y nuestros sabores.

Algunos de esos amores que hoy en día parecen solo recuerdos que añorar, pero deben ser en realidad los motivos para seguir luchando.

Y es que cada manifestación de amor lleva consigo una semilla de esperanza; y la esperanza es el combustible del alma.

Es imperativo que logremos rescatarla y para ello primero debemos reconocerla hasta en los más pequeños gestos de amor. En los más cotidianos. Que nos alegremos, por ejemplo, con el júbilo de las familias que hoy se reencuentran, bien sea por el retorno de sus seres queridos a sus casas o la visita a otras latitudes a las que han tenido que marcharse buscando oportunidades de vida.

En este sentido no puedo dejar de mencionar a las familias venezolanas de aquellos que fueron injustamente detenidos por luchar por su país.

Soy de los que tiene reservas con el llamado “proceso de negociación” que se está llevando a cabo actualmente entre el régimen de Maduro y la representación de la oposición, pero es un echo irrefutable que hoy por ejemplo, decenas de familias gozarán de una alegría enorme de poder pasar navidad con sus seres queridos, y esto, en buena medida, se debe a este proceso.

Estoy seguro que el día de hoy, a esas familias las embarga un sentimiento de satisfacción y algarabía y tienen, sin duda, la esperanza renovada y a flor de piel. Una esperanza que esperemos sea contagiosa y se propague a todos los hombres y todas las mujeres de buena voluntad para que en el 2018 se produzca el tan añorado cambio para Venezuela.

Ese es mi ruego y esa es mi esperanza de esta navidad.

@ArmandoArmas

Corta y arbitraria historia de la deshumanización

ManifestacionesVzla2017

 

Seré más breve. El exceso de trabajo exigido por el oficio del periodismo estos días, así como los ratos perdidos por el tráfico en esta situación atípica que viven la ciudad y el resto del país, me dejan menos tiempo para escribir uno de estos textos por semana. Al grano, pues.

Hoy hablaré sobre la noción que algunos humanos tienen sobre otros Homo sapiens, según la cual estos en realidad no son sus compañeros de especie. Como siempre, este tema será examinado con casos pasados y presentes. En otras palabras, contaré una muy corta y, si se quiere, arbitraria historia de la deshumanización. Digo arbitraria porque tan solo enumeraré unos pocos ejemplos. Abordarlos todos sería tema de un tratado de varios volúmenes, que excedería mis capacidades, y no de un modesto artículo de opinión.

Los hombres han desconocido la humanidad de sus semejantes prácticamente desde que hay civilización. Después de todo, hacerlo es el fundamento moral para una de las instituciones más arcaicas: la esclavitud. Esclavos había entre los antiguos egipcios, los griegos, los romanos, los chinos y varios pueblos precolombinos. Es fácil inferir que al “reificar” a una persona, al cosificarla, es perfectamente posible adueñarse de ella, negarle su libertad y atar su destino a la voluntad del propietario. Mercancía que puede ser comprada o vendida.

Por su antigüedad, la esclavitud es tal vez la forma de deshumanización más conocida. Pero rechazar la humanidad del otro ha tenido finalidades distintas a la económica. La marginación, la degradación o incluso el exterminio de colectividades enteras han encontrado cómo justificarse de esta forma. Diferencias étnicas, religiosas y culturales no toleradas son el argumento para asumir que quienes se caracterizan por ellas ni siquiera son seres humanos.

Pero como aquellos que han pensado de esta forma se han visto obligados a reconocer que el objeto de su discriminación “se parece igualito, pero no es” como ellos, el ejercicio requiere algo de imaginación. El cuerpo, incluso por dentro, es visto como un disfraz de persona, debajo del cual hay otra cosa, algo vil, despreciable. ¿Qué puede ser? La cuestión se vuelve más fácil recurriendo a una imagen conocida. Un animal. Desde luego, un animal culturalmente asociado con la inmundicia, el pecado o la perversión. Ejemplos: cerdos, ratas y serpientes (ojo, estas asociaciones entre el mal y dichos miembros del reino zoológico no son de ninguna manera compartidas por el autor).

Los judíos, uno de los pueblos que más han padecido la discriminación al punto de la deshumanización, saben de esto. En la Edad Media era frecuente que los dibujaran mamando la leche a una cerda, o incluso comiendo sus excrementos. Esta repulsiva imagen era llamada Judensau (“puerca judía”, en alemán). Algunos Estados germanos de los primeros siglos de la modernidad adoptaron una práctica de obligar a los súbditos hebreos a cambiar sus apellidos para que fueran más teutones, pero las opciones estaban limitadas a términos alusivos al robo, la cobardía o los semovientes porcinos. Ya en el siglo XX, la propaganda nazi mostraba a los judíos con características biológicas de roedores o reptiles.

El horror de los campos de concentración originó el concepto de los Derechos Humanos, pero eso no quiere decir que la deshumanización haya desaparecido de la faz de la Tierra. Es muy conocida la forma en que el castrismo en Cuba se ha referido constantemente a sus enemigos: “gusanos”. De nuevo, la alusión al ser rastrero y sucio.

En la Venezuela contemporánea, el chavismo ha dado un paso más allá. Pero, ¿qué genera más aversión, más asco, que las bestias inmundas o que los gusanos? Solo la materia fecal. Los excrementos, humanos o de otros animales, son el epítome de la suciedad, lo más detestable que puede haber, aquello cuyo contacto debe ser evitado a toda costa y, por lo tanto, amerita una limpieza que acabe con su existencia. La palabra vulgar para el concepto es la usada para denigrar a alguien al extremo. “Eres una m…”

En medio de las protestas para exigir la restauración de la libertad, el PSUV usa su cuenta de Twitter para tomar una cita del Evangelio y retorcerla de forma perversa a propósito de los ciudadanos que saltaron al río de heces para huir de una represión que ha cobrado vidas: Al César lo que es del César, a Dios lo que es Dios, y al Guaire lo que es del Guaire. El mensaje fue reuiteado por el Presidente, ese que jura hasta el hartazgo que es puro amor hacia los venezolanos. El mensaje fue luego borrado, pero todos lo vieron y nadie lo olvidará.

Una burócrata más del montón, a la que pusieron a cargo de la incumplida promesa de sanear el río capitalino, respondió a quien le reclamara al respecto, asegurando que los fondos aprobados para el trabajo sí fueron usados correctamente, pues en el Guaire los opositores “se bañaron sabroso”. Cuesta encontrar un calificativo para esta burla cruel en la que al mismo tiempo se hace motivo de risa la mala administración de recursos públicos y el hecho de que ciudadanos sean perseguidos en masa y obligados a atravesar una cloaca (que, de paso, no merece ser tal cosa), con toda la humillación que ello implica.

Oficialistas en redes sociales comparten mensajes instando a la mayoría que disiente a deponer la protesta. Lo hacen con una forma particular de referirse a ellos: pupusitores.

Hay un patrón evidente. Ya no se trata de rechazar en quien se atreva a disentir la venezolanidad ausente en el apátrida. Ahora la propia condición humana es negada. El opositor es equiparado con un objeto, el más odiado de todos. Los objetos, naturalmente, no tienen Derechos Humanos, y los “verdaderos hombres” pueden hacer con ellos lo que se les antoje. ¿Se entiende lo que quiere decir esto cuando el país vive la más grave escalada de atropellos y abusos desde el poder en toda su historia contemporánea? Creo que sí. De lo contrario, sería imposible explicar por qué la protesta sigue viva.

 

@AAAD25

Laureano Márquez P. Ene 11, 2017 | Actualizado hace 7 años
El mal, por Laureano Márquez

BienyMal

 

Parece que la mejor manera de comenzar este año es hablando bien del mal (no bien a favor, sino bien correctamente). Es que la humanidad, como le suele suceder cada cierto tiempo, pasa por uno de esos bajones –casualmente- de humanidad. Un conocido dicho popular, a modo de consuelo, nos dice: “no hay mal que dure cien años…”. Puede que sea cierto, pero la historia revela que 18 y hasta menos, son más que suficientes para causar las peores catástrofes, que suelen ser las que el ser humano se produce a sí mismo.

A lo largo de la historia, escritores, poetas y filósofos han metido su cuchara en esto del mal y la maldad: Albert Einstein, por ejemplo, dijo: “El mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas que permiten la maldad”. Bueno, el comentario es bastante relativo, porque muchas veces la maldad es una de las cosas más democráticas que hay, al punto que a veces llega al poder por el voto popular, como sucedió en la Alemania de la cual él hubo de huir. Sin embargo, no deja de ser cierto que la complicidad hace mucho daño. Mucho más precisa es la frase de Edmund Burke, el filosofo irlandés que tanto indagó sobre lo bello: “Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada”.

Pero a la hora de definir el mal, el diccionario de la Real Academia poco ayuda: “lo contrario al bien”, vale, como dirían los españoles. Busquemos entonces qué cosa es el bien: “En la teoría de los valores, la realidad que posee un valor positivo y por ello es estimable”. Ajá, pero en los valores de quién. Un terrorista que se abalanza con un camión sobre una multitud inocente, cree fervorosamente que eso le llevará al paraíso. La humanidad parece haber convenido en que la vida es un bien estimable, pero basta que para unos pocos la muerte en nombre de Dios se convierta en un bien estimable, para que se nos tranque el serrucho epistemológico.

Dicho de otra manera, el problema del mal en los tiempos que corren es bastante complicado. Porque aquellos que a mí me parecen malvados piensan exactamente lo mismo de mí (yo veo el canal 8). Solo hay una diferencia y esta es: hasta donde está dispuesto a llegar él y hasta donde estoy dispuesto a llegar yo. Como yo no estoy dispuesto a dañar a nadie por mi noción del bien y del mal y ellos sí, estoy en una profunda desventaja y sin duda seré tarde o temprano derrotado, vencido y quien sabe se hasta exterminado.

En otras palabras, a estas alturas de la evolución del homo sapiens sapiens, el año 2017, el ser humano no ha encontrado aun un camino de progreso, paz y convivencia universalmente aceptado. El bueno, el verdadera y auténticamente bueno está condenado a ser exterminado o sometido por malo que también se cree verdadera y auténticamente bueno, pero cuya “bondad” no conoce límites a la hora de imponerse al otro. Al bueno-bueno no le queda otra opción para sobrevivir al bueno-malo que convertirse también en bueno-malo, con lo cual al final la lucha de la humanidad es entre malos y malos. O.K. creo que me estoy enredando mucho y uno no es que sea Sócrates que decía que el hombre sabio solo puede buscar el bien, ni mucho menos San Agustín que exponía que el mal no existe, que solo es ausencia de bien y a lo que no existe no se le teme.

Yo lo que sé decirles es que comienzo este año 2017, como se dice en criollo “como palo e’ gallinero” (con perdón de las nuevas generaciones que nunca vieron un gallinero) con el mal que percibo en el pedazo de humanidad en la que habito y en el resto de ella. Finalizo con esta reflexión de Friedrich Nietzsche, por lo demás oportuna: “Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti”.

 

@laureanomar

Carlos Dorado Nov 20, 2016 | Actualizado hace 7 años
¿To be or not to be? Por Carlos Dorado

máscaras

 

¡La humanidad tiene una doble moral: Unos que predican el bien y practican el mal; y la otra parte son los que lo practican, y no lo predican!

Esto viene a colación, porque el otro día, durante una cena entre parejas de amigos, surgió un tema de discusión bien interesante que principalmente se basó en responder a la siguiente pregunta: “¿La persona es honesta, porque es honesta, o porque no ha tenido la oportunidad de ser deshonesta?”

Unos argumentaban: Que la gran mayoría son honestos porque no han tenido la oportunidad de no serlo; y que en muchas ocasionen critican al deshonesto, más por la envidia de lo que obtuvo por su deshonestidad, que por los pocos principios morales. Entonces, citaron varios casos de personas conocidas  del grupo, que siempre criticaron a los cuatro vientos a fulano y fulano, porque se habían hecho millonarios a través de la corrupción o de un acto de deshonestidad. Pero esos mismos que criticaban, apenas tuvieron la oportunidad de hacerlo; lo hicieron, y no repararon en los principios morales de los que tanto se jactaban; y en muchos casos, inclusive lo hicieron peor.

Otros, y tengo que confesar que los menos; argumentaban que la honestidad es una virtud, y el que la posee no se deja deslumbrar por las tentaciones, ya que sus principios siempre estarán por encima de éstas. Con esa virtud se nace, y se va apuntalando y reforzado cada día a través del ejemplo que los padres les transmiten a sus hijos en el hogar.

Pero, más allá de quien pudiese tener la razón, en lo que sí todos coincidimos esa noche, es que la honestidad es una de las variables más importante de progreso, desarrollo y bienestar de una sociedad; y si es practicada por la mayoría de sus ciudadanos, termina siendo el gran arquitecto de una sociedad mejor y más justa para todos.

Sin embargo; cuando la deshonestidad es la práctica común de casi todos sus ciudadanos, termina siendo el gran corrosivo de las bases de una sociedad, hasta lograr desplomar a la misma.

“Fingimos lo que somos, seamos lo que fingimos” Solía decirme mi madre; y  si la mayoría practicasen lo que fingen, sobre todo cuando se les presenta la ocasión, otro gallo cantaría.  Pero este acto de dignidad, valentía y compromiso con uno mismo y con la sociedad, anda muy escaso últimamente, por no decir huérfano.

En los tiempos que corren,  la honestidad está llegando a ser tan escasa, como es de abundante el encontrar a un hombre que no se engañe a sí mismo, que no logre ser honesto consigo mismo, que no logre hablar de sí mismo sin que se embellezca, y que no logre hablar de los demás reconociéndole sus méritos.

Los seres humanos, lamentablemente subestimamos cada día más  la satisfacción de ir a dormir sin que quede nada por dentro, de decir todo lo  que se dice con dignidad y la verdad; de que se cumpla con un honesto día de trabajo, de que  se gane la vida dignamente al margen del trabajo que se realice, teniendo siempre la honestidad de reconocer lo bueno, y criticar lo malo; a pesar de que lo bueno no sea nuestro, y lo malo no sea de los demás.

En términos morales es tan importante el saber «qué hacer»; como el saber «cómo hacer», y sería un acto de una gran valentía y dignidad, el pararse ante el espejo sin pretender engañarlo, y sin dudar de ser o no ser (To be or not to be), analizando fríamente y con mucha realidad nuestros defectos.

¡Quizás esa sería la mejor forma de conocernos, y así poder tener la oportunidad de corregirlos!

 

cdoradof@hotmail.com

El fin del mundo, por Laureano Márquez

findelmundo

 

  El fin del mundo llegará irremediablemente.  Muchas profecías se han hecho a lo largo de la historia acerca de cómo será ese momento último de los que poblamos -también en muchos aspectos inexplicablemente- este planeta. Desde la Biblia hasta Nostradamus, religiosos, científicos, visionarios y hasta lectores de cartas del tarot, han vaticinado como será ese día final. Es un tema que obsesiona a la humanidad: la premonición de ese tiempo en que todos estemos igualados, tanto el que tenga 4000 millones de $ producto de la corrupción, en la  banca de Andorra, hasta el más humilde ciudadano. En ese día todos seremos la humanidad: los que estamos en desacuerdo, los terroristas, los asesinos y los pacíficos. Nada tendrá sentido. No importará mucho cuánto petróleo nos quede, o si el Estado Islámico está en el poder, o si Cataluña es independiente. Todo se perderá como Cartago que “con fuego y con sal borró el latino”.  Unos científicos escoceses ya le han puesto, incluso, fecha a ese final, ocurrirá según ellos en el año 2.000.002.013. Puede que a usted, despreocupado lector, le parezca que falta mucho, pero alguien de los suyos andará por allá, además cuando pensamos la humanidad toda con espiritualidad profunda, lo que le pasa a un hombre le acontece también a la humanidad toda.  En ese momento, ya probablemente no quede vida en el planeta como consecuencia del elevado aumento de las temperaturas que harán imposible que ni las bacterias  sobrevivan.

   El heredero de Newton, Stephen Hawking ha señalado que antes de ese año muchas otras cosas podrían suceder que aceleren el final. Siempre se habló de que el final del mundo fuese consecuencia de una guerra nuclear. Es decir, que los propios seres humanos, con nuestra inconsciencia pongamos punto final a esta mágica  aventura de la vida en este planeta. Pero Hawking habla de otras posibilidades igual de desastrosas, por ejemplo: un virus, que por accidente,  desde un modesto laboratorio acabe con la humanidad.

   También podría suceder, según él, que probables habitantes de otro lugar del inmenso universo nos colonicen, lo cual sería algo similar a la llegada de Colón al continente americano con consecuencias parecidas para los pobladores aborígenes. Otra posibilidad es la amenaza de la inteligencia artificial. Ésta podría volverse en contra de los seres humanos si no somos capaces de controlarla y ponerle límites y tendríamos una suerte de ejército de terminators, acabando con toda existencia humana.

    En fin, el final podría producirse de muchas maneras antes del previsible anunciado para el año 2.000.oo2.013. Es curioso que desde Newton, siempre sean los británicos los que más piensen en este asunto. Nada de extraño tiene pues que ellos promuevan pequeños adelantos, como lo del Brexit, por ejemplo. Lo que sí es cierto es que también el desarrollo intelectual del ser humano podría encontrar muchas opciones a este aparentemente inevitable final. Por ejemplo una nave con la que todo aquel que tenga cuenta en Andorra pueda abandonar seguramente el sistema solar. También ¿por qué no? la colonización de un planeta lejano. Quién sabe cuántas posibilidades extraordinarias se le avecinan al ingenio humano que en pocos miles de años pasó de pintar la sombra de  la huella de su mano en las cuevas de altamira a dejar en la luna la de su pie. Lo que si queda claro es que, suceda lo que suceda con la humanidad toda, cuando el año 2.000.002.013 llegue para decidir nuestro destino final, las rectoras del CNE aun estaran debatiendo cómo será la recoleccion del 20% de las firmas para el RR.

@laureanomar

Sep 06, 2016 | Actualizado hace 8 años
A Mercedes en cercanía y cariño, por Alejandro Moreno

MercedesPulido

 

Acercarse a Mercedes era acercarse a la sinceridad, a la transparencia de lo que habitaba en su ademán, en su semblante y en su palabra.

Acercarse a Mercedes era acercarse al sabor del saber, al regusto de la erudición profunda y al mismo tiempo extensa, al placer de la información precisa, abundante y actual.

Acercarse a Mercedes era acercarse a la calidez, a las brasas bajo la corteza de una sobria adustez, a la pasión veraz, abierta, nunca reprimida y sin embargo respetuosa en el trato desinhibido y efusivo.

Acercarse a Mercedes era acercarse a la crítica benévola y mordaz a la vez, al análisis descarnado de la realidad venezolana en el marco de un profundo amor y una dolorida esperanza.

Acercarse a Mercedes era encontrarse con la humanidad graciosa y sólida, honda y patente, viva en plenitud hecha persona.

Acercarse a Mercedes era encontrarse con una fe radicalmente cristiana, no dogmática y sin embargo, sólidamente fiel y libre del más leve resquicio de fanatismo, una fe vivida con toda la naturalidad de lo cotidiano, una fe razonada y sentida, abierta a las exigencias de los tiempos y a las novedades que la pudieran enriquecer y profundizar.

Acercarse a Mercedes era acceder a la honda comprensión y plena aceptación de la persona de los otros a cuyo servicio, sin dependencias, siempre estuvo dedicada.

Acercarse a Mercedes, sobre todo para quienes fueron sus alumnos, era entrar al lugar del encuentro afectuoso y firme, libre y orientador, permisivo y exigente, acogedor y estricto a la vez.

Acercarse a Mercedes era acercarse a la síntesis de lo venezolano en una mujer. Lo andino de fondo y estructura estaba en ella matizado por múltiples adherencias de las distintas regiones del país. Sus muchos años de vida en el extranjero y sus múltiples viajes por el mundo no incriminaron mínimamente su identidad venezolana.

Acercarse a Mercedes era palpar en carne viva las hermosas palabras finales del Ecesiastés (12,9-10): “El Predicador, además de ser un sabio, enseñó al pueblo lo que él sabía. Estudió, inventó y formuló muchos proverbios; el Predicador procuró un estilo atractivo y escribió la verdad con acierto”.

Acercarse a Mercedes era acercarse a la íntima coherencia entre cuerpo y alma, grandes ambos, vehículo el uno para la manifestación de la otra que a través de él se hacía presente y se expresaba.

Hemos despedido al primero, pero la segunda ni se despide de nosotros ni nosotros nos despedimos de ella pues Mercedes estará permanentemente en todos con la fuerza de ese su espíritu que nunca muere.

 

 

El Nacional

Benefactores y destructores de la humanidad, por Milos Alcalay

AméricaLatina2

 

En pleno centro de Estrasburgo se eleva un monumento del escultor David d’ Angers dedicado a los Benefactores de la Humanidad (1836) cuya figura central es Gutenberg -el inventor de la imprenta-  a quien acompañan destacadas figuras históricas como Leonardo da Vinci, Erasmo, Rousseau, Kant, Benjamin Franklin y  otros personajes. Sobresale la figura  del Libertador Simón Bolívar, como Estadista Civil dando Libertad a los esclavos y pregonando la lectura.

A pocos metros de la Plaza, en plena Sede del Parlamento Europeo, se edifica otro testimonio a otros recientes Benefactores de la Humanidad como Winston Churchill, Alcides de Gasperi, Konrad Adenauer, Simon Veil, Maurice Schumann, Leo Tindemans y muchos Estadistas que forjaron las bases de la integración Europea. Este reconocimiento en momentos difíciles para la Europa Comunitaria es fundamental  para contrastar sus aportes positivos ante los anti-valores de otras figuras que se constituyeron en Destructores de la Humanidad como Adolf Hitler, Benito Mussolini, Stalin, Mao, Kim Il Sung, y tantos dictadores militares de nuestro continente como Pinochet, Somoza, Trujillo, Stroessner, todos ellos de nefasta recordación .

Lamentablemente las figuras destructivas persisten en la actualidad. La opinión pública venezolana ha visto con horror que figuras como Sadam Hussein, Muamar Kadafi, Bashir Al Assad, Mugabe al igual que dirigentes de grupos terroristas como el Hamas y el Hizbola sean aplaudidos y reverenciados por el sector oficial. A su vez, el culto viviente a Fidel Castro conducido por sus acólitos Maduro, Evo Morales, Daniel Ortega, Rafael Correa y otros defensores del ALBA o del Foro de Sao Paulo, han querido aplastar los principios de la integración para implantar -desde hace casi dos décadas- una especie de Brexit Latino que intenta acabar con el proceso pluralista interamericano.  Los ejemplos destructivos son múltiples: La Comunidad Andina ha sido abandonada por Venezuela; UNASUR –  que inicialmente estaba orientada por Fernando Henrique Cardoso a unir a través de grandes carreteras el sur de América con la apertura de fronteras, hoy vemos con alarma que ese mismo organismo tolera el cierre de nuestras fronteras con Colombia (y con ello, con la de los otros países Andinos). El persistente odio anti norteamericano y anti canadiense, llegó a acabar con el proyecto ALCA , una institución de Libre Comercio, para ideologizar el Mercado Común del Sur (MERCOSUR); mientras que se intentó aplastar a la OEA sustituyéndola por el CELAC, felizmente sin lograrlo.

Los vientos democráticos han vuelto a soplar dándole un rumbo positivo a nuestra región, para volver a la hoja de ruta originaria adaptada a los nuevos tiempos, de darles a todos nuestros ciudadanos una mejor calidad de vida en libertad, justicia social, democracia y honestidad. Ese es el reto asumido por los nuevos gobernantes de Paraguay, Brasil, Argentina, Perú y de la Venezuela del 6 de Diciembre.  De esa manera veremos pronto que la historia del mañana, sumará otros nombres de Benefactores de la Humanidad, que completarán los nombres de aquellos Benefactores recogidos por el artista David en Estrasburgo y por la epopeya Comunitaria Europea.

@milosalcalay