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Castromadurismo y bases militares
Puede ser o no que estemos invadidos, pero la terrible, dolorosa e insólita realidad es que somos un ejemplo de reparto en pleno desarrollo

 

@ArmandoMartini

Hubo un tiempo, más largo del que tránsfugas políticos soñaron, más corto de lo que se necesitaba por culpa de conductores, durante el cual tuvimos una Venezuela que llamamos “suya”, “tuya” y siempre mía. El chavismo devenido en madurismo ha puesto en ejecución otro viejo concepto de cosechas pasadas, “Venezuela para todos”.

Ahora el Estado gobierna, comparte y maneja en sincronía. La isla de Margarita es cada día más musulmana fanática. Cubanos y rusos disfrutan cuarteles, se uniforman, oprimen, realizan labores de inteligencia, reciben honorarios y saborean amenidades. Chinos, turcos y otros intervienen en la importación de alimentos, finezas, exquisiteces, elegancias, comerciando cuanta vaina hay. Los narcoguerrilleros en el sur se roban los minerales, y, además abren camino al sucio e inmoral negocio del narcotráfico.

Se ha armado un zafarrancho, alboroto -decían las abuelas-, con declaraciones sobre la introducción de Venezuela en una travesura geopolítica de la cual no forma parte ni tiene arte. Los rusos, presionados por su afán ucraniano, conscientes de que son mucho pero no tanto como Estados Unidos, levantan banderas descoloridas. La despliegan al viento con argumentos que hacen creer que son capaces de enfrentarse, a pesar de su economía mediocre y un único anticuado portaaviones, a la primera y más rica potencia del mundo.

Rusia no quiere que se respalde ni con el pétalo de una rosa a una Ucrania que al mismo tiempo es poblacional parcial, frustración, y único argumento de amenazar con establecer bases militares en Cuba y Venezuela. La presencia rusa en la “isla de la felicidad” es de vieja data y en nada impresiona, aunque siempre vigilada. Y, su representación en Venezuela es cosa de añosos asesores, remanentes sobrevivientes del pensamiento de posguerra, que se reduce a la venta de equipos militares envejecidos y caducados, en buena parte aún no cancelados por el régimen.

Con una fuerza armada de última generación, alcance mundial y mejor dotada tecnológicamente, no cabe la menor duda de que USA es una potencia poderosa, definitiva. Ya pasaron aquellos tiempos de la paridad militar de la Guerra Fría. Estados Unidos puede acabar con Rusia, pero los rusos no con los estadounidenses. Hoy día, contundente realidad. Por eso los chinos se preparan pacientes e insistentes. Son potencia económica de primera magnitud, pero plagada de problemas internos. La estadounidense sufre la inflación después de mucho tiempo, pero deslumbra con el observatorio espacial James Webb; y China puede desmoronarse en cualquier momento. Pueden trabar al mundo con el coronavirus que la frena a ella misma.

Para Estados Unidos, América y en particular el mar Caribe, son mucho más que zona de influencia, es de expansión, soporte económico y certeza militar. Es lo que aterroriza al régimen cubano-venezolano. Cualquier base militar sería detectada de inmediato. Ensamblarla es pesado problema económico que solo puede hacerse mediante sucesivos pasos pequeños y enormes costos de instalación; y su mantenimiento es tan elevado que una economía de bajo nivel y poca monta no soportaría. Además, la avanzada realidad de tecnología en drones y satélites, olvidaron aquellos tiempos de los misiles rusos en Cuba.

Amenazar con instalarlas en Venezuela y Cuba es alarde de la arcaica guerra fría en busca de un compromiso estadounidense de no meter sus potentes -a veces torpes, hay que reconocerlo- narices en Ucrania. La realidad es que, semejante atrevimiento bélico, por demás estulto, es imposible de cumplir. Porque sin un solo soldado estadounidense en tierra venezolana, somos parte de las responsabilidades del Comando Sur, orgullo y prevención.

El régimen bolivariano es generoso en la distribución del territorio, el castromadurismo entiende que sería egoísta ser los únicos que aprovechen los cada vez menores recursos, y han abierto las puertas a bandidos nacionales y extranjeros, sinvergüenzas, bolichicos, enchufados, cómplices y cooperantes para que se enriquezcan, importándole un carajo Venezuela.

No se termina de entender el proyecto revolucionario. Estamos invadidos por el criminal comunismo, la afrenta del Foro de Sao Paulo, el ultraje del Grupo Puebla, la ofensa castrista y el insulto oficialista que reparte soberanía, confiando en que sigan su ejemplo Perú, Chile, Brasil, Colombia y otros países. Excepto la cínica Cuba que no se reparte, ellos son todo para adentro especialmente miseria y represión.

Puede ser o no que estemos invadidos, pero la terrible, dolorosa e insólita realidad es que somos un ejemplo de reparto en pleno desarrollo.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Los Sudetes, Ucrania y Venezuela
A los venezolanos nos interesa evaluar hasta dónde nos pueden servir estos juegos de tronos de la geopolítica mundial

 

@juliocasagar

Venezuela es un problema geopolítico mundial, por eso, en el título de esta nota aparece junto con Ucrania y los Sudetes checoeslovacos, en lo que aparentemente pareciera un batiburrillo o una sopa de letras sin relación alguna.

Síganos a los párrafos siguientes donde trataremos de explicar el por qué. Veamos:

La entrega a Hitler de los Sudetes checoeslovacos en el Tratado de Múnich, por parte de Chamberlain y Daladier, es la operación geopolítica más vergonzosa y terrible de la que se pueda dar cuenta en la historia moderna. Creyeron que, con ese “gesto” de humillación, calmarían al Führer y disiparían el horror de la guerra. Como les dijo Churchill, al final tuvieron “la humillación y la guerra”.

Ese territorio de la entonces Checoeslovaquia fue cedido sin siquiera participar a Benes, su presidente; o sin invitarlo a la conferencia donde se repartieron su territorio como los soldados romanos, la túnica de Cristo al pie de la cruz. Ese acto bochornoso fue, no obstante, la demostración de cómo un pequeño territorio, que formaba parte del tablero de los intereses geopolíticos de la época, podía llegar a jugar un papel determinante en el curso de los acontecimientos y de cómo, al final del día, “los países no tienen amigos sino intereses”.

Lo propio ocurrió en la crisis del 62 que se saldó con el quid pro quo del retiro de los misiles soviéticos de Cuba, a cambio del retiro de los norteamericanos de Turquía. Las grandes potencias siempre se despachan y se dan el vuelto cuando eso es lo que les conviene.

Hoy, en el marco de la resurrección del espíritu Gran Ruso, el Bonaparte del Kremlin, emulando a Catalina La Grande, se apresta a lanzar una apuesta y parece que pone casi toda la carne en ese asador. Luego de haberse anexado a Crimea, ante la mirada complaciente de Occidente, que pensaba que hasta allí llegaría (remember Sudetes) ahora lanza su baza concentrando en la frontera oriental de Ucrania una fuerza militar con capacidades de invadir el territorio.

Ya allí, alienta una sublevación de separatistas prorrusos (remember Sudetes). Y no es descartable una operación de “falsa bandera” (remember Polonia 38) que le diera excusas para aumentar la tensión.

Ya Putin ha logrado con todo esto (como Hitler) llamar la atención del mundo. Luego de ningunear a la Unión Europea (recordemos que hace meses ridiculizó a Borrel en vivo y directo) ha logrado que, en conversaciones directas, Biden se haga cargo del asunto.

Es en esta etapa que ha entrado en juego Venezuela en el tablero geopolítico del que hablamos. Una portavoz del Kremlin ha dicho que, si la OTAN mantiene su idea de incorporar a Ucrania, Rusia podría incrementar su presencia militar en Cuba y Venezuela. Y para muestra de lo que pueda hacer envía una fuerza especial a Kazajistán para ayudar a la dictadura de ese país a reprimir un levantamiento popular de gran amplitud.

¿Hasta dónde llegara todo esto? Nadie lo puede saber. En realidad, lo que nos interesa a los venezolanos es evaluar hasta dónde nos pueden servir estos juegos de tronos de la geopolítica mundial.

Veamos:

Es cierto que Venezuela interesa a Rusia por la capacidad de latirle en la cueva a los Estados Unidos, en su patio trasero. De allí, que el acuerdo de defensa firmado con Maduro contemple la provisión de armamento y asesores. Hace poco, por cierto, un oficial retirado hacía una larga relación de cuántos sistemas de armas ha provisto Putin a Maduro; y sacaba la conclusión de que le menospreciábamos al no tener tal dato en cuenta.

Hay que decir que, efectivamente, se trata de un dato relevante, pero que está muy lejos de convertirse en decisorio sobre el destino de nuestra democracia. Si los ejércitos armados hasta los dientes y la superioridad militar cancelaran la lucha por la libertad, no habría habido pueblos libres en el mundo. A este argumento habría que recordarle cómo, en el año 89, el ejército del mundo comunista mejor armado por Moscú y la mejor policía política del mundo (la STASI, métodos rusos con disciplina alemana) no pudieron hacer nada ante la caída del muro de Berlín.

Allí no fue que los rusos le regalaron Alemania del este a Occidente, como algunos dicen que Maduro regaló Barinas a la oposición. No. Allí ocurrió que una acción inesperada (cisnes negros, los llaman ahora) en medio de una situación geopolítica de extrema debilidad del mundo comunista, impidió que los tanques del Pacto de Varsovia entraran en Berlín como lo hicieron en Hungría en el 56 y en Praga en el 68.

¿Y todo esto, por qué nos interesa? Por muchas razones. Pero la más importante es que hoy las fuerzas democráticas venezolanas debaten entre varias opciones o vías estratégicas para continuar la lucha por recuperar la democracia y la libertad para el país.

Estas opciones más visibles son las del referendo revocatorio, las elecciones libres para presidente y la relegitimación del liderazgo. Un menú interesante para un banquete de comienzo de año.

Sin embargo, sin ánimo de aguar la fiesta, tenemos que decir que, independientemente de que abracemos cualquiera de las iniciativas, la realidad es que tenemos muy pocas posibilidades de cristalizar las dos primeras a partir de nuestras propias fuerzas.

Es así que, desde esta ventanita, se nos ocurre sugerir que las fuerzas democráticas del país se enfoquen en volver a presionar para que se reanuden las negociaciones en México.

No es realista, lo repetimos, creer que podremos imponer un RR o unas elecciones, si ello no forma parte de una negociación CON GARANTES (mayúsculas exprofeso). La presión, el debate, las iniciativas de calle son importantes, pero, como ha ocurrido en otras ocasiones, son limitadas si no convertimos la lucha en un issue de la geopolítica mundial.

De manera que allí pensamos que está la primera tarea. Y allí se deberían centrar nuestros mejores esfuerzos.

Queda pendiente, no obstante, un tema. A nuestro juico el más importante, aunque no sea el más visible y el que en realidad no depende de la realidad geopolítica del mundo: se trata de la legitimación de la dirección política opositora. Para esto no necesitamos ninguna crisis internacional. Solo es necesario ponernos de acuerdo entre nosotros. Sin una dirección política con autoridad ante el pueblo y legitimada por él, no será fácil adelantar exitosamente ninguna de las otras iniciativas.

Al final, al final, la segunda guerra mundial, la entrega de los Sudetes, el “Anschluss” austríaco y la invasión a Polonia ocurrieron porque a la cabeza de las democracias que debían evitarlo estaban Daladier y Chamberlain. Otro gallo habría cantado si en lugar de estos dos inefables sujetos, hubieran estado Churchill o De Gaulle.

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El corazón de Petrogrado y el de Venezuela
El país sigue estando en la agenda internacional, porque somos un grave problema geopolítico. Como a Petrogrado en 1918, hoy los cañones apuntan al corazón de Venezuela

 

@juliocasagar

El 3 de marzo de 1918 León Trotsky, por encargo del entonces bisoño gobierno soviético, encabezado por Lenin, firmó la paz de Brest-Litovsk. En palabras de este último, fue “un abismo de derrota, desmembramiento, esclavitud y humillación”, pero no tenían otra opción… ya “los cañones alemanes apuntaban al corazón de Petrogrado”. Con esta firma, entregaban casi tres millones de kilómetros cuadrados, cerca de 55 millones de habitantes y enormes reservas de carbón, hierro y petróleo.

Lo más humillante es que la firma de este tratado no fue con los vencedores de la guerra, sino con los perdedores. Todas las maniobras para ganar tiempo esperando la derrota definitiva del imperio alemán por parte de los aliados o el soñado levantamiento del Soviet de Berlín, no surtieron efecto. La maquinaria de guerra rusa está desvencijada y la población ya no aguantaba más.

Los aliados ganadores tomaron sus previsiones, los franceses desembarcaron en Odessa y los británicos se desplegaron en Múrmansk y hasta los japoneses se apostaron en el oriente soviético, justamente para impedir que los alemanes llegaran a Petrogrado aprovechando la debilidad rusa.

Este tratado obviamente fue desconocido por todas las potencias vencedoras, después de la firma del Tratado de Versalles. Era la oportunidad de apuntar entonces al corazón del comunismo que ya era una amenaza para sus intereses en Europa. Sin embargo, no lo hicieron.

En la Segunda Guerra Mundial, el general Eisenhower, le quitó la gasolina a su curruña, el también general George Patton, para evitar que llegara primero que los rusos a Berlín, pues sabía que su intención era “seguir luego a Moscú”.

Es legítimo entonces preguntarnos ¿Y todas estas alianzas aparentemente contra natura, de dónde vienen? ¿Por qué se hacen? La respuesta es muy sencilla: son cosas de la geopolítica. En efecto, así como “el corazón tiene razones que la razón no comprende” (expresión nada menos que de Pascal) la geopolítica tiene las suyas que a veces la política sola no comprende.

Una nueva pregunta: ¿Y esto por qué? ¿De dónde viene este pragmatismo casi cínico? La respuesta la tiene un diplomático inglés, lord Palmestton, que decía: “Inglaterra no tiene amigos permanentes, ni enemigos permanentes, tiene intereses permanentes” Es la cruda verdad: los países no tienen amigos, tienen intereses.

¿Y esto como se come hoy en Venezuela? Pues se come así: Hoy día Venezuela es una pieza importante del ajedrez geopolítico mundial. Chávez nos metió en ese tablero con sus amistades peligrosas; con la llegada a Venezuela de Hizbulah; con su reconocimiento de la guerrilla colombiana con lazos evidentes con el narcotráfico; con el desembarco de más de 30.000 cubanos, no por Machurucuto, sino por la  rampa 4 de Maiquetía y ahora, con la dispersión del dinero opaco de Venezuela por el mundo; por la dejación de soberanía en las fronteras y por la profunda crisis que nuestra diáspora ha generado en los países del continente, desde el Río Grande hasta la Patagonia.

La crisis del chavismo

La crisis del chavismo

Hay analistas que dicen que Venezuela ya no es una prioridad; que nuestros problemas no le interesan a nadie. Esto es solo parcialmente cierto. Nuestros problemas ciertamente interesan a muy pocos. Pero los países se interesan por los problemas de otros cuando les causan problemas a ellos. Un vecino puede desbaratar su casa y es su problema, pero si lo hace con un estruendo y de madrugada, ya es mi problema. Y eso es lo que está haciendo Maduro con Venezuela, con el vecindario y con el mundo: causando problemas.

Es por esa razón que Venezuela sigue estando en la agenda internacional, porque somos un grave problema geopolítico.

En la cumbre del G7, fuimos nombrados. La presidenta de la Comisión Europea, el presidente del Consejo Europeo y el Secretario de Estado Norteamericano, “siguen de cerca” el proceso que lleve a unas elecciones libres y justas”; el barco iraní cargado con lanchas misilísticas parece que se desvió de repente; los noruegos insistirán en una tercera ronda de negociaciones con la aprobación de la UE, los Estados Unidos y Canadá; se convoca una reunión que recauda más de 1500 millones de dólares para los desplazados venezolanos y Borrel se reúne con Arreaza. Todo esto ocurrió, nada más, que la última semana.

Esa es la razón por la cual nuestra crisis no se puede entender en clave nacional solamente. Los análisis que se hacen, fundados en las fuerzas de la oposición y las del régimen, siempre serán parciales. La discusión sobre si se negocia o no se negocia con Maduro es absolutamente intrascendente. Con Maduro están negociando desde hace tiempo, por diversas vías y lo seguirán haciendo, con nosotros, sin nosotros o contra nosotros. Él tiene interés en hacerlo, se equivocan quienes dicen que por tener la fuerza armada de su lado no lo tiene. Está en minoría nacional, rodeado de escorpiones; sin el dinero de antes. Claro que quiere negociar, obviamente que en sus mejores condiciones. Para él, y para todo el que negocia, eso es lo lógico.

Lo que las fuerzas democráticas deben hacer es mantener una postura firme, unitaria y clara para que de esas negociaciones salgan elementos que nos permitan avanzar para el rescate de la democracia.

Hay que entender también que el término “negociación” implica que todas las partes pondrán sobre la mesa sus aspiraciones y que normalmente resultara algo que “convenga” y no necesariamente que satisfaga a todos. Ya veremos. Tengamos la posición inteligente de Churchill, quien nunca se opuso a negociar con Hitler; de hecho, el mismo estuvo a punto de encontrarse directamente con él. Lo que Churchill criticó y con justa razón, fue el vergonzoso Tratado de Múnich. Eso es lo que debemos evitar.

Hay una oportunidad abierta, no quiere decir que ganemos la apuesta. Nadie lo ha dicho, pero lo repetimos: si no participamos activamente en la búsqueda de una negociación política, lo harán otros por nosotros. Recordemos que las viejas democracias están acostumbradas a negociar con dictadores, con delincuentes y con quien tengan que hacerlo si les conviene.

Los cañones apuntan al corazón de Venezuela. Hay una oportunidad para entendernos entre nosotros para enfrentar a la dictadura y seguir avanzando. No es inteligente desperdiciarla.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Geopolítica y diáspora venezolana

@froilanbarriosf

Tradicionalmente los migrantes a otras latitudes se insertan en los países receptores con bajo perfil, buscando ante todo cobijo económico-social por la desgracia que les ha obligado a desgajarse de su patria. Este no pareciera ser el caso del éxodo venezolano, quien se ha hecho sentir también a nivel planetario en la difusión de la tragedia nacional que padecemos a lo largo del siglo XXI.

Si bien es cierto que el éxodo nacional se ha destacado cualitativamente en todos los ámbitos de la esfera humana: artístico, universitario, deportivo, musical, económico, laboral con sus etcéteras posibles, hay uno fundamental como lo es el político. Allí se ha afincado el argumento, reconocido en el escenario global, que señala a Venezuela como víctima de una de las peores dictaduras de la historia continental.

En verdad, los 7.000.000 de venezolanos esparcidos en todos los continentes concurren en procura de una condición de vida digna, poder adquisitivo y futuro para sus familias, ese es el objetivo de todo ser humano. En el caso nuestro destacan, además, las ansias de libertad de expresión y de vivir en democracia, reafirmando los conceptos de nobel de Economía (1998) Amartya Sen. Este economista, recién laureado con el premio Príncipe de Asturias 2021 en Ciencias Sociales, señala que el ser humano pretende óptimas condiciones económicas y al mismo tiempo libertades políticas. Unas y otras van de la mano.

Efectivamente el atrevimiento político del venezolano se ha puesto de manifiesto recientemente en diferentes eventos y regiones del mundo. En 2020 fue destacada la participación en el proceso electoral de EE. UU. Unos partidarios de Donald Trump, y otros del demócrata hoy presidente Joe Biden, para que ambos en 2021 dictaran medidas de protección con el DED y el TPS, que otorgan márgenes de estabilidad a casi medio millón de connacionales. Siendo notoria la receptividad de la Administración Biden con la oleada de migrantes criollos en el reciente mes de abril con la llegada de 7000 por las fronteras del sur del país.

En el caso de España, la diáspora criolla fue contundente en las recientes elecciones de mayo 2021 de la Autoridad de Madrid, con el apoyo a la candidata del PP Díaz Ayuso y la derrota del «coletas» Pablo Iglesias de PODEMOS. Nadie olvida que es cómplice de la dictadura madurista en desmanes de corrupción y en el intento de maquillar la violación de DD. HH. en nuestro país. Es necesario destacar que se contabiliza el medio millón de venezolanos en tierras iberas.

En ese contexto de comicios se desarrollaron las elecciones presidenciales de Ecuador en abril 2021, donde el candidato triunfador, Guillermo Lasso, contó con el apoyo mayoritario de la migración criolla. Esta veía con preocupación el triunfo del correísmo, cómplice de fechorías de la tiranía madurista y que anunciaba cerrar la frontera a los inmigrantes venezolanos. Pues bien, desde el inicio de su gestión el 24/5/2021 el nuevo presidente, Guillermo Lasso, ha anunciado la aprobación de un TPS para los venezolanos en Ecuador. En ese país ya hay más de 400.000 migrantes venezolanos. 

Debemos destacar que en ese ámbito de medidas de protección al éxodo nacional se ubica la decisión del presidente colombiano Iván Duque, quien promulgara desde enero 2021 la protección del TPS por 10 años a una población migrante de 2 millones aproximadamente. Incluso en medio de una crisis política y social que debe resolverse prontamente, ante la pretensión de factores políticos externos del quiebre del hilo constitucional.

El reto más complejo de la migración criolla, cuantificada en un millón de personas, está en Perú. El país inca está ante la celebración de elecciones presidenciales el próximo 6 de junio, con un candidato que se identifica abiertamente con la dictadura madurista. Como manifestara recientemente el nobel Mario Vargas Llosa, no se está eligiendo personas, aquí definimos 2 sistemas, dictadura o democracia. Por ello, señala el escritor, esta es la decisión más importante en la historia del Perú. Por tanto, no vacila en apoyar a Keiko Fujimori y así cerrarle la puerta a una aventura dictatorial como jamás se haya conocido en la historia republicana de 2 siglos.

Este periplo que hemos señalado ha conocido igualmente la posición crítica y contundente del éxodo venezolano, en primer lugar contra el autoritarismo que azota a Venezuela; y en segundo lugar con la oposición expresada en el gobierno interino de Juan Guaidó. Las protestas y señalamientos a Leopoldo López recientemente en Lima, y en las redes sociales, reflejan el descontento de una diáspora que no ha visto implicarse con contundencia a la representación opositora en atender las tragedias que viven los venezolanos en el mundo. Y, en el caso particular de la región andina. Allí se agravarían las condiciones de la diáspora de ganar el candidato talibán maoísta del movimiento terrorista Sendero Luminoso, que asoló al Perú el pasado siglo. 

*Movimiento Laborista.

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Julio Castillo Sagarzazu May 04, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Los rusos también juegan

@juliocasagar

Todos conocemos la expresión que sirve de título a este artículo. Se comenta que la hizo el mítico Garrincha a Feola, el director técnico del Brasil en aquel mundial de Suecia, en el que los cariocas y Pelé deslumbraron al mundo con la primera exhibición del “jogo bonito”. Un performance que casi todo muchacho con un balón en los pies quiso imitar luego. Cuentan que Feola dibujaba en un pizarrón la estrategia de juego contra la URSS, en el partido del día siguiente. El entrenador daba instrucciones a los jugadores pareciendo que los contendores jamás iban a tocar el balón. Fue allí cuando Garrincha le espetó: “pero bueno, acuérdate de que los rusos también juegan”.

Desde entonces, se suele usar la expresión para indicar que no es una buena estrategia pensar que un adversario en la política, en el deporte o en los negocios, se va a quedar de brazos cruzados dejando que tú desarrolles el juego que pretendes y que ya tienes planificado.

Los hackers del imperio

Sin embargo, no solo de ese significado va esta nota, también queremos poner de relieve aquí cómo Rusia ha venido desempeñando un rol beligerante en la geopolítica mundial que, aunque no se corresponde con su potencia económica (Rusia es una economía más pequeña que España y casi del mismo tamaño de la de California) ha podido hacerlo, gracias a la importancia que ha acordado a su fuerza militar convencional y a los nuevos medios de guerra de cuarta y quinta generación. Medios baratos y eficaces, como los que despliegan sus legiones de hackers y robots mediáticos, para desorientar al enemigo.

A diferencia de China, cuyo papel comentamos en la nota anterior, Rusia si tiene en su ADN nacional la vocación imperial de gran potencia.

No han tenido que construir ninguna Gran Muralla, porque sus extensísimas tundras heladas durante más de la mitad del año, le han defendido siempre de cualquier intruso. El mismo general: “el general invierno”, derrotó a dos de las maquinarias bélicas más poderosas en su época: los ejércitos de Napoleón y los de Adolfo Hitler.

Rusia, un puerto en cada océano

De manera que sus fuerzas militares han sido concebidas siempre para la expansión y para la creación de un espacio vital “Gran Ruso”. Su geopolítica y militar ha sido obsesiva en tener acceso a puertos de aguas calientes, por eso la península de Crimea, en el Mar Negro, es una de sus joyas estratégicas.

El Mar Negro baña también las costas de Turquía y de allí, se sale al Mediterráneo, su más cercano “mar caliente”. Catalina la Grande lo entendió así y la arrancó al Imperio Otomano, deteniendo, con ello, la expansión musulmana de la época. Siglos después, la Guerra de Crimea, reafirma esta importancia y, aunque ingleses y franceses toman su control, se retiran y la dejan en manos rusas por el Tratado de Paris, luego de que la respuesta de las fuerzas zaristas, amenazara el interior de Turquía.

Hoy, con la retirada de Estados Unidos de Siria y el abandono de los kurdos que luchaban en esa zona y en Turquía e Irak,contra el Estado Islámico, Rusia ha consolidado su posesión del estratégico Puerto de Tartus, cedido por Bashar Al Asad. Ya, con esta base en “aguas calientes”, avanza en su proyecto secular de “un puerto en cada océano”

Venezuela, peón en el ajedrez mundial

Por esta razón, a Rusia hay que jugarla en todas las quinielas de la nueva realidad geopolítica mundial, incluyendo la situación de Venezuela, en la que juega un papel de primer orden.

En nuestro país ha logrado, también, otra avanzada de su plan estratégico: tener un puerto en el Caribe. Solo que, en este caso, comparte su influencia con Irán, China y una Cuba que actúa de croupier de casino, repartiendo las cartas y cobrando caro su conocimiento del terreno.

En efecto, somos un Oriente Medio del hemisferio occidental, con todas las consecuencias que ello puede traer.

Sin embargo, paradójicamente, y eso es lo que tratamos de explicar en esta y otras líneas que hemos escrito sobre el particular. Este hecho que es fuente de muchas de nuestras desgracias y padecimientos, puede convertirse hoy en una llave que abra la puerta de una eventual solución a nuestra tragedia.

¿Por qué? Pues porque Chávez y Maduro –lo repetimos- nos convirtieron en un peón de ese ajedrez mundial de todas estas potencias y sus intereses y es, en ese terreno, donde nuestra suerte se va a jugar. Veamos: ha quedado demostrado, efectivamente, que quienes enfrentan a los Estados Unidos nos han escogido no para ocupar nuestro territorio y asumir la obligación de gobernarlo, como se hace en las guerras tradicionales de conquista, sino para propiciar una desestabilización en la región que es su verdadero interés. Es por esa razón que en Venezuela se añade, en esta lucha geopolítica tradicional, el ingrediente de la influencia del narcotráfico, de los grupos irregulares y el uso de la delincuencia como método de control social.

Un puerto en la Somalia del Caribe

Dicho en pocas palabras, una parte de los intereses mundiales están interesados en la “somalizacion” de Venezuela. Un país en el norte de la América del Sur, con una ubicación tan importante como la de Somalia a la entrada del Golfo de Adén y, por consiguiente, del Mar Rojo y el Canal de Suez.

Pero, atención. Siempre hay otra cara de la moneda. Hay un mundo distinto al que juega a esa entropía satánica y es el de las democracias occidentales, que deberían estar interesadas en oponerse a este plan y que ya han apostado por ello, ejerciendo presión individual y multilateral al régimen de Maduro en procura de restaurar la democracia en Venezuela y apoyar los esfuerzos que la mayoría de los venezolanos hacemos en ese sentido.

Hay, entonces, un margen de posibilidades (los próximos meses dirán de qué tamaño es) para que esta nueva realidad geopolítica del mundo nos pueda ayudar en ese camino.

Hay signos evidentes de que la rueda de la diplomacia y la política vuelve a ponerse en movimiento y eso es bueno. Pero ¡Ojo!, también debemos decir que no cualquier gestión será positiva.

En efecto, como hemos dicho en notas anteriores, creemos que, el formato de una nueva ronda de negociaciones sobre Venezuela, no debería repetir el de las anteriores. Hay que decir al respecto que así como hay gente con la que no se puede hacer negocios sin un fiador, con el régimen de Maduro no se puede negociar sin garantes. Es decir, sin países aliados del régimen y de los demócratas, que se comprometan a ejercer presión para que las partes cumplan lo acordado. Sería una ingenuidad que los negociadores se saquen una foto en la firma de un acuerdo y que se vayan luego a sus casas como Chamberlain y Daladier, agitando en las manos un papel cuya tinta aún estaba húmeda cuando Hitler invadió a Polonia, violándolo. Alguien tiene que garantizar que esa chapuza no se repita en nuestra contra.

Tampoco podemos dejarnos “guaralear”. Maduro quiere seguir comprando tiempo. Espera usar una negociación eventual para ayudar a Castillo en el Perú y a Petro en Colombia. Mientras más largas se le den al asunto, mejor para él. Hay que exigir, entonces, que cualquier negociación sea pronto y sea rápida. Hay que saber con prontitud si hay o no resultados y a qué debemos atenernos. No estamos para ingenuidades, ni para perder el tiempo.

Termino esta nota con una cita de Tucídides, en su estudio sobre la Guerra del Peloponeso y que ha hecho circular Pérez Reverte, últimamente: «Debemos hacer siempre nuestros cálculos frente a los enemigos pensando que estos tomarán decisiones acertadas, pues no hay que basar nuestras esperanzas en que los enemigos se vayan a equivocar”.

Mientras tanto, los rusos avanzan con su puerto en la Somalia del Caribe.

¡Garrincha lo tenía claro!

La NEP, Lenin y Venezuela

La NEP, Lenin y Venezuela

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Maduro se reunirá con Putin en Moscú esta semana

NicolásMaduroyVladimirPutin

El mandatario venezolano, Nicolás Maduro, viajará esta semana a Moscú para participar en el foro «Semana energética de Rusia 2017» donde también estará el presidente ruso Vladimir Putin y el secretario general de la OPEP, Mohammed Barkindo.

«Según informó el viceministro de Energía de Rusia Antón Iniutsin, Nicolás Maduro intervendrá en el panel de discusión ‘Petróleo y geopolítica: causas y consecuencias’, programado para el 4 de octubre», señaló la fundación Roscongress en un comunicado.

La nota explica que los participantes de la discusión debatirán el estado actual del equilibrio político global y su relación con el equilibrio energético, así como propondrán mecanismos para localizar situaciones de crisis.

El foro contará con la participación del presidente ruso Vladímir Putin, el secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) Mohammed Barkindo, así como directores de grandes empresas internacionales del sector energético y expertos de distintos países.

Anteriormente, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, adelantó que se estaba trabajando en la posibilidad de que Maduro viaje a Moscú para reunirse con el presidente ruso, Vladímir Putin.

A mediados del pasado agosto el líder opositor ruso Alexéi Navalni denunció que el Kremlin financia al régimen de Maduro y que no tiene intención de recuperar los 8.800 millones de dólares concedidos en créditos a Caracas.

Poco después, el ministro de Finanzas ruso, Antón Siluánov, admitió que Rusia está negociando la reestructuración de la deuda de Venezuela tanto en conversaciones bilaterales como en el marco del Club de París.

También en agosto el gigante petrolero estatal ruso Rosneft transfirió a Venezuela 6.000 millones de dólares en concepto de adelantos por suministros de petróleo venezolano a esa compañía hasta 2019.

 

*Con información de EFE