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Fe y Alegría

OVV denuncia que cada 8 horas un niño muere de forma violenta

CADA DÍA SON ASESINADOS TRES NIÑOS O ADOLESCENTES en Venezuela, según un informe presentado este martes por el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) y la organización Cecodap que defiende los derechos de los menores de edad en el país caribeño.

El estudio, que tomó como base informaciones publicadas en medios impresos y datos de fuentes oficiales, cifró en 1.134 el total de homicidios de niños y adolescentes durante el año 2017, lo que arroja una tasa de una muerte violenta cada 8 horas y de unas 90 al mes.

De ese total, 76 eran menores de cuatro años, 46 tenían entre 5 y 9 años, 125 entre 10 y 14 años, y 108 fueron calificados como homicidios por “resistencia a la autoridad”.

En cuanto a los móviles de estas muertes las autoridades hablan de 643 por “ajustes de cuentas”, 92 por robo, 21 por asesinato por encargo, 8 tras abuso sexual y 8 por linchamiento, entre otros motivos.

Sin embargo, otras fuentes consultadas para este informe atribuyen 32 de estos homicidios al abuso policial y apuntan a que 23 menores fueron asesinados durante protestas sociales o políticas.

El fundador de Cecodap, Fernando Pereira, dijo a EFE que en total fueron 10.499 los registros de violencia en 2017 contra menores de 18 años lo que refleja una “espiral de violencia que no debería normalizarse ni naturalizarse en ninguna sociedad o país”.

Denunció que las bandas criminales captan a los menores al ofrecerles alimentos que escasean en el país, en medio de la crisis económica, “y de esta forma se van involucrando en las actividades de estos grupos organizados para delinquir”.

Según el investigador, la edad promedio de iniciación en actividades delictivas es de 10 a 11 años.

El informe señala que solo en 2017 un total de 777 menores participaron en robos, 141 en asesinatos, 91 en narcotráfico, 20 en secuestros, 16 en abuso sexual, 56 en saqueos y 5 en delitos por violencia de género.

Asimismo, Cecodap y el OVV hablan de una violencia estructural que afectó a miles de menores entre ellos 205 que murieron por desnutrición, 270 por contaminación en los hospitales, mientras que 311 fueron sometidos a trabajo infantil y 137 cayeron en la mendicidad.

Aunque el total de muertes de menores es por 140 casos menor al de 2016 “es importante advertir que esa reducción no parece resultar de ninguna política o plan de prevención” según las organizaciones que elaboraron el estudio.

EFE ha podido confirmar la presencia cada vez mayor de niños en las calles de Venezuela en estado de indigencia y la organización educativa Fe y Alegría ha denunciado que más de 4.000 niños y adolescentes de sus 170 instituciones han sido “dejados atrás” por padres que se van del país.

Este lunes, funcionarios policiales del este de Caracas informaron del hallazgo de un niño de un año abandonado en una caja en la entrada de un edificio residencial.

Sé parte de la campaña Un Cuaderno para Fe y Alegría

La meta de la campaña «Un Cuadernos para Fe y Alegría» es garantizar que los 118 mil estudiantes que atiende Fe y Alegría en las escuelas, puedan iniciar el año escolar con un cuaderno y un lápiz.

Gracias al apoyo de empresas, instituciones y amigos de Fe y Alegría de distintas partes del mundo, 9.000 cuadernos han sido comprados. Fe y Alegría sigue contando con la solidaridad de todos para sumar más voluntades.

La fundación también ha recibido el apoyo de empresas privadas, que conjuntamente con su personal, se han organizado para contribuir. Hay instituciones que se han acercado a los colegios para hacer entrega de útiles escolares y contamos con entidades bancarias que están invitando a sus clientes a colaborar.

La situación que vive actualmente Venezuela requiere del apoyo y la solidaridad de todos. «Cada uno de nuestros estudiantes nos inspira a seguir adelante y a continuar construyendo un mejor país a través de la educación de calidad que ofrecemos en nuestras escuelas», expresó la fundación.

Ayuda a mantener viva la emoción de comenzar un nuevo año escolar. Hasta el 14 de septiembre puedes unirte, cada aporte cuenta.

Fe y Alegría recauda fondos para comprar cuadernos y lápices de cara al nuevo año escolar

 

La organización Fe y Alegría anunció el lanzamiento de una campaña con el fin de recaudar fondos para poder adquirir útiles escolares para los niños de nuestro que reciben clases a través de la red de escuelas impulsadas por esa federación.

“Un cuaderno para Fe y Alegría” es el nombre de la misma y, según una nota de prensa de la institución, lo que busca la federación es adelantarse a la llegada del nuevo año escolar e intentar vencer un poco el cuadro de hiperinflación que se registra en Venezuela.

La idea principal es que se pueda apoyar a los padres y representantes a paliar los efectos de la situación actual en el país bajo la premisa de que la falta de útiles no pueden ser impedimento para que un niño deje de ir a la
escuela.

En ese sentido, indicó que la campaña va dirigida a las personas, empresas o instituciones de todo el mundo que puedan colaborar con aportes monetarios y así ayudar a los 118 mil estudiantes  que adscritos a estos centros educativos para que comiencen el año escolar con el mínimo de útiles necesarios, como cuadernos y lápices, para recibir educación de calidad.

Para colaborar en la campaña Un cuaderno para Fe y Alegría puedes hacer tu aporte en:

Banesco, cuenta corriente N° 0134-0860-22-86 03003853
Bancaribe, cuenta corriente N° 0114-0150-05-15 00362738
A nombre de: Asociación Civil Fe y Alegría, Rif: J-00133027-5.

Si colaboró con la organización, puede notificar el mismo a través del correo electrónico: donaciones@fya.org.ve

Sixta Cortez, por la gracia de Dios y de La Vega

¿De dónde viene la capacidad de esta mujer para armar una organización tal que le haya podido dar alimento, cada día, a los niños de la Escuela Canaima allá arriba en lo más alto de La Vega, manteniendo el servicio aun en las peores condiciones del país, que son las actuales?

Su fuerza viene de un caserío del estado Sucre donde vio a su mamá con esa pierna mala toda la vida, arrastrándola siempre, emprendiendo cada mañana un invento para aportar a la casa y sacar adelante a ocho muchachos que parió junto al agricultor Juan Bautista Rojas García, quien tuvo otros cinco vástagos por otro lado y quizás Pura Cortez, que así se llamaba la madre de Sixta, también los apoyó para hacerlos hombres y mujeres de bien. “Hacía aceite de coco, esteras, de todo. Me enseñó a no quedarme quieta, siempre hay algo que hacer”. Así dice Sixta al recordarla.

La pregunta es: ¿cuántas mujeres más como Pura y como su hija, y como las monjas de La Vega y como la educadora Isabel Castellanos (primera directora de la Canaima) harán falta en Venezuela para su reconstrucción?

La historia de sixta

No es tan raro ni tan heroico el perfil de Sixta Cortez. Simplemente es una buena mujer, inquieta y solidaria. Algo en ella vio Jean Pierre Wyssenbach —el jesuita que ha regado a Venezuela de olimpiadas matemáticas— cuando la puso en contacto con la Escuela Canaima, donde hizo carrera con tal entusiasmo que se convirtió en directora durante muchos años y hasta enero de este año pero sigue ligada. “No ha sido nunca un empleo, es mi compromiso de vida”. La Canaima no pertenece a la red Fe y Alegría, es una iniciativa de un grupo de madres de alumnos del Colegio San Ignacio de La Castellana que crearon una Fundación y así abrieron las aulas en 1982. Ella, Sixta, comenzó en 1986 a dar clases a sus muchachos de deportes porque le dio nota, porque tenía esa vocación de aportar algo y de hacerlo sobre el material humano más sensible de una sociedad. Gratis.

No entró formalmente a la Canaima hasta 1988, y más tarde sería su directora. Isabel Castellanos fue, además de Pura y del popular “Wyssen”, una persona muy significativa que comenzó a formar parte de su familia, o sea, como si lo fuera. Contribuyó a hacerla pedagoga y a desarrollar carácter con los muchachos del barrio, sin tratarlos como “pobrecitos”.

—Y ahora busco recursos para el programa del comedor porque si los chamos no comen no tienen ganas de estudiar y no asisten. No es un empleo, es un compromiso de vida, y un compromiso moral y sentimental con Isabel.

Desde que llegó a Caracas en 1970 ha vivido toda la vida con Isnarda, su hermana mayor. Aun cuando no pernocte en la parroquia, La Vega ha sido su casa y su escuela: el lugar donde se incorporó a Utopía y se formó en la práctica pedagógica pues ella, en verdad, iba para administradora. En La Vega están sus querencias, sus logros y esa familia inmensa que no es su familia en realidad pero actúa como tal.

—La Vega tiene cualquier cantidad de gente maravillosa —dice—, no tienes idea de la cantidad de gente buena que tenemos allá. Es, además, una parroquia muy organizada de la cual han salido grupos de trabajo, organizaciones sociales, juveniles … Por San Juan compartíamos en la calle, íbamos a misa a las once de la noche en el barrio El Carmen. No tenía miedo. La situación del barrio sabemos, ahora, que no es fácil, sin embargo siempre creo que son más las cosas buenas que se viven allá que las negativas.

Y ahora, Fe y Alegría

Fue hace pocos meses cuando la llamaron de Fe y Alegría, la red de enseñanza nacional, privada y de vocación católica que se ha extendido a otros países en tres continentes porque su prestigio se pierde de vista.  Fe y Alegría ha comenzado a procesar ayuda para dar directamente alimentación a sus alumnos. Sus directivos se alarmaron cuando vieron que, en muchos casos, por la hambruna, hasta 50% del alumnado estaba dejando de asistir a clases. ¿Y a quién se han buscado para la organización de los comedores? Pues a Sixta. Como ella salió jubilada y los jesuitas conocen los logros del comedor escolar de la Canaima, le pidieron apoyo para gerenciarles su proyecto. Está en eso desde febrero. Hay 32 escuelas sumadas al programa. Ella está en estos momentos motivando y formando a madres procesadoras pues la idea es que los representantes de los muchachos colaboren. Así se hizo en la Canaima, donde los padres han asumido el compromiso de pasar una vez a la semana por la escuela, y meterle el pecho al asunto en la cocina y en otras cosas. Dice Sixta:

—Mi misión es acompañar a los coordinadores del proyecto a nivel regional y a los directores de las escuelas pues no resulta fácil decirles a un director, a un equipo directivo, “miren, a partir de ahora van a dar comida”. Más todavía en la situación de ahorita, que cuesta tanto conseguir cualquier cosa.—

Alfredo Infante, párroco de San Alberto Hurtado de La Vega, dio la idea de contratar a Sixta para este trabajo. La conoce; la conocen muchos, a ella y su trayectoria, y saben de la buena marcha del comedor de la Canaima. Es, además, directora de la zona oeste de la AVEC (Asociación Venezolana de Educación Católica) y se conoce como nadie la red de escuelas, incluyendo las de Fe y Alegría en La Vega: la Luis María Olaso (en La Estrella, una zona bastante fuerte), Alianza La Vega (fue creada por una organización norteamericana pero se la dejaron a los jesuitas al marcharse del país) y la Andy Aparicio.

Sixta trabaja de la mano con Juan Carlos Escalona, quien dirige los proyectos de Fe y Alegría.

—Sixta, si tuvieras el poder de un ministro, o influencia en las políticas públicas y un gobierno que te escuchara, ¿qué  harías en materia educativa?

—Uy, ¡esa pregunta!

Parece dudar pero enseguida suelta de carretilla:

—Todos los cambios que hemos tenido en el país, los nuevos lineamientos, han sido mal llevados. Hemos perdido los niveles de exigencia. Hay que rescatar y valorar la calidad académica. No sé, creo que tenemos que dar un vuelco. Los maestros debemos cambiar la forma de dar las clases. Que haya una justa evaluación del desempeño docente. Nuestro desempeño ha disminuido, hay que incentivar al personal docente, administrativo y obrero. Si nosotros nos sentimos entusiasmados, el cambio se va a notar de inmediato en el cariño que le ponemos al trabajo. Hemos visto eso en las actividades con la comunidad y en la propia escuela: cuando hay entusiasmo, se nota.  Me gustaría que el Ministerio de Educación planificara. Lo digo porque por ejemplo el otro día me llamaron de la Zona Educativa. Viernes en la tarde para una actividad el lunes a las 8:00 de la mañana, y no se habían enterado de que ya no soy directora de la Canaima. ¡Son tantas cosas que uno quisiera…! Entusiasmar a los estudiantes por estudiar. Hay quienes no quieren ir a la escuela. No sería fácil hacer todos estos cambios porque hemos tenido un franco deterioro. Hace poco estaba hablando con una profesora de la Universidad Simón Bolívar y, bueno, tendríamos que hacer cosas para que los estudiantes, cuando lleguen a la universidad, no se sientan tan perdidos. Y deberían tener opciones. Están hasta tercer año en la Canaima, por ejemplo, y el año que viene, si la situación del transporte sigue igual, no van a poder estudiar cuarto y quinto años porque los liceos les quedan demasiado lejos y no hay transporte. Debería ser política de Estado, garantizar eso. Allá arriba, en el sector Las Casitas, el Estado no les facilita un liceo.

—¿Una situación triste que te haya conmovido particularmente?

—Fíjate, muchachos que han dejado de asistir porque simplemente su papá no quiere. Otra: hace cinco o seis años, en una actividad, se le preguntó a un alumno “qué quieres ser tú cuando seas grande”, y respondió: “Maestra, yo voy a ser malandro”. “¿Y por qué quieres ser malandro?” “Porque así uno se muere rápido”. Lo recuerdo y se me vuelve a encoger el alma. El muchacho era muy violento en la Escuela y vivía, también, una situación de violencia en su casa. Y estaba la mayor parte del tiempo solo. Sin embargo, tenía grandes sentimientos. También ha vivido y vive grandes momentos, como cuando cierta vez fue a una empresa aseguradora a que le revisaran el carro y alguien le dijo: “¿Usted no es la profesora Sixta? Usted me dio clase, y gracias a usted soy bachiller”.

Vuelta al caserío de enseñanzas

Cuando era directora en la Canaima, lunes y jueves por la mañana les dedicaba una hora a padres y representantes. Los escuchaba. “Gracias por ese consejo, profe”, le decían. Es de los momentos que ella extraña ahora pues era la oportunidad para acercarse a la familia de los estudiantes. En junio hacía el día del buen representante, una manera de celebrar a quienes respondían a los llamados a una actividad deportiva con el respectivo hijo, y a los que hacían caso de buen grado cuando se les pedía que llevaran al niño donde un psicólogo. Inventaba un brindis, una bailoterapia, una sesión de yoga, una misa. Después también llamaba a los que no habían cumplido durante el año y les hacía entrevistas individuales. “Descubría situaciones allí, a veces eran cosas que, con un simple consejo, uno podía ayudar a mejorar. Mi experiencia como docente fue maravillosa”.

Y eso que jamás dijo, en su infancia, que iba a ser maestra, pero la vida la llevó por ahí y se lo agradece a Dios.

Lo de Fe y Alegría es tremendo reto. Por supuesto que en la Canaima las cosas tampoco han sido fáciles durante los últimos tiempos: en algún momento tuvieron que suspender el servicio de comedor porque simplemente no tenían recursos. No, las cosas no son nada fáciles. La Canaima era un sitio tranquilo, pero eso cambió de un tiempo para acá. Y faltan profesores sobre todo en las materias como matemáticas, física, biología. Ella ha convencido a sus maestras y maestros, los que quedan, a que hagan diplomados en la UCAB, gratuitos, para luego dar las clases en las troneras dejadas por la falta de personal. Ella misma tomó el diplomado de matemáticas.

Y vuelve sobre su madre Pura, y le da las gracias a las hermanas salesianas y a las monjas de la Presentación que les prestaban sus espacios, a ellas y a otros compañeros, para dar la materia deportiva a los niños que carecían de ella, y para ayudarlos con sus tareas, y asistirlos durante las vacaciones cuando habían raspado materias y las tenían pendientes para septiembre. Lo hacía de buena gana, era feliz, se entregaba a la muchachada. Lo sigue haciendo, solo que ahora las cosas se han puesto muy serias.

Ella recuerda que Pura, arrastrando su pierna, jamás dejó de hacer cosas. Hay bajones, es verdad, pero Señor, muéstrame el camino.

Así dice Sixta.

@sdelanuez

Personas armadas derriban torre transmisora de Radio Fe y Alegría en la Guajira

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Más de 60 personas armadas con hachas y machetes ingresaron este 31 de diciembre de 2017 al terreno de la planta transmisora de Radio Fe y Alegría Guajira, ubicada en Paraguaipoa, estado Zulia, y cortaron las guayas de acero que sostenían la torre de hierro galvanizado de más de 120 metros que se encontraba en mantenimiento.

«Una vez en el piso, las personas responsables del hecho, claramente identificadas, de manera violenta comenzaron a ‘picar la torre y las guayas’, presumiblemente para ser vendidas como chatarra en Colombia», indica la web de la emisora radial.

El hecho ocurrió a las 5:00 am del 31 de diciembre. Hora y media después, una comisión de dos funcionarios de Poliguajira se presentó en el sitio, pero fue repelida por el grupo invasor. Fue a las 8:30 am cuando, luego de que Fe y Alegría reiterara la solicitud de ayuda al cuerpo de seguridad, los funcionarios hablaron con las personas armadas y las desalojaron. Para ese momento, ya se habían robado 90% del material de la torre y las guayas.

«Radio Fe y Alegría entiende, acompaña y vive junto a nuestros compañeros de trabajo de Fe y Alegría en la Guajira la grave situación de hambre y enfermedades que padecemos, pero de ninguna manera avala o puede avalar actos delictivos contra la propiedad nuestra ni de nadie», señala la emisora en su página.

Fe y Alegría anunció que tomará acciones legales contra los autores de este delito.

Transparencia Venezuela: Niños guayaneses afectados por la desnutrición

KENEDY Y CLEIBER MURIERON ESTE AÑO por desnutrición. Junto con ellos, otros tres niños solo en la parroquia Chirica de San Félix. Joangelis, de 2 años, quedó ciega porque el déficit de vitamina A y carotenos afectó sus retinas. Esta semana tres pequeños fallecieron en el Pediátrico Menca de Leoni porque sus cuerpos no resistieron la falta de nutrientes.

El número de víctimas de la crisis alimentaria en el municipio Caroní supera los 40 infantes en lo que va del 2017. Orangelis, Santiago y Joelvis fueron los primeros bebés que murieron, apenas comenzando el año. Gilbert, Ángel, Edgarlis, Keiner y Auri también fallecieron por las mismas causas. Pero la lista es más larga.

El padre Carlos Ruiz, párroco de la iglesia San Martín de Porras en Brisas del Sur, San Félix, tiene datos alarmantes. Asegura que en los sectores populares de Ciudad Guayana las cifras de desnutrición llegan a 70%, siendo los pequeños los más afectados. “Los niños no están probando la leche, su alimentación se basa en yuca y sardinas”.

Entre los casos más dramáticos habla precisamente de los cinco niños que fallecieron en la parroquia Chirica este año y lo que resalta de estas historias es que en las actas de defunción sale reflejada la desnutrición severa y no patologías asociadas. “El hambre desgasta y es una muerte lenta porque va debilitando el organismo”.

Además, Ruiz afirma que 80% de los pacientes que están ingresando al Pediátrico Menca de Leoni, en San Félix, que también atiende casos del sur del estado Bolívar, presentan algún grado de desnutrición.

Vista al Sol, Cristóbal Colón, 25 de Marzo, 11 de Abril, Las Amazonas, Cambalache, Core 8, Los Monos y zonas rurales, son algunos de los sectores más afectados entre San Félix y Puerto Ordaz.

La doctora Dorcas Lyon, pediatra del Menca de Leoni, en el Hospital Dr. Raúl Leoni de Guaiparo, no cuenta con cifras oficiales pero sabe muy bien que los casos han aumentado considerablemente durante este año. En porcentajes, habla de un aproximado de 60% en cuanto a casos leves o moderados y entre 15 y 20% en lo que respecta a desnutrición severa.

Haciendo una evaluación nacional, Lyon se atreve a decir que Bolívar es el estado que está en peor situación, porque también hay que considerar la proliferación de casos de enfermedades, incluyendo sarampión, paludismo y difteria, como consecuencia de la escasez de vacunas, pocas jornadas de fumigación, falta de higiene, entre otros factores.

De los casos más graves que ingresan al centro médico están los niños que llegan sin signos vitales, los que mueren a las horas de haber ingresado o los que logran sobrevivir solo hasta la mañana siguiente. Los lactantes con problemas de desnutrición son los que tienen más probabilidades  de morir, a diferencia de los niños en edad escolar que son un poco más fuertes. No obstante, ese no es un factor excluyente en la entidad.

La desnutrición infantil en Venezuela se ubicaba -en el primer trimestre de este año- en 11,4%, de acuerdo con cifras que maneja la organización humanitaria Cáritas de Venezuela y la Encuesta de Condiciones de Vida, pues el Gobierno se niega a publicar los índices oficiales. Este número está por encima del 10% que establece la Organización Mundial de la Salud para determinar que existe una crisis.

Menor rendimiento escolar

“Morir de hambre” es el peor escenario. Pero quienes padecen las consecuencias de cuadros menos severos de desnutrición también son víctimas. El padre Carlos Ruiz dice de escuelas cercanas a su parroquia le cuentan de niños que se desmayan en clases porque no tiene nada en el estómago.

Esto también lo ha escuchado profesora Luisa Pernalete, coordinadora del proyecto de ciudadania y paz de Fe y Alegría, quien explica que la falta de alimentos hace que los pequeños trabajen más lento y hasta se pongan de mal humor. “Letra con hambre no entra”, asegura la educadora.

Pernalete tiene una información adicional. Afirma que entre el 2016 y  2017 el transporte público y la comida se ubicaron como las dos principales causas de inasistencia en las instituciones educativas.

Aunque no cuenta con datos precisos, señala que ninguna escuela se escapa de esa realidad, de la “inasistencia por hambre”. Recuerda que antes podían focalizar los casos, pero que ahora la pregunta que se hacen es: ¿es que hay alguna que esté mejor?

Ayuda de todos lados

En medio de la tragedia, siempre hay alguien que tiende la mano y en este caso son varias las personas y organizaciones prestas a ayudar ante la indiferencia gubernamental.

En la parroquia Chirica de San Félix, por ejemplo, la iglesia, Cáritas parroquial y la Fundación Me Diste de Comer con sus comedores infantiles y Salud Para Guayana (Sapagua), también con el apoyo de venezolanos que viven en el exterior, hacen lo posible por colaborar con los niños.

El padre Carlos Ruiz recuerda que Sapagua atendía los casos de desnutrición con una papilla elaborada con trigo integral, arroz integral y azúcar morena, que daba muy buenos resultados. El problema es que ahora ninguno de esos ingredientes se consigue, lo que los obligó a utilizar fororo, “pero no es lo mismo”.

Mientras tanto, agradece a estudiantes, organizaciones, vecinos, grupos religiosos dentro y fuera del país que organizan recolectas de alimentos para ayudarlos.

La situación es dramática y la comida se ha convertido en el principal tema de conversación en todo momento y en todo lugar, en las colas de los bancos, en los consultorios médicos, en las reuniones familiares, en las escuelas y la conclusión de todos es la misma: “si las cosas siguen así, todos nos vamos a morir de hambre”.

Nov 09, 2017 | Actualizado hace 6 años
Padre Piedra: Fe activa

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Hace más de medio siglo, el padre Manuel Aristorena S. J., actual director de Fe y Alegría Venezuela, sería rebautizado con un nombre que reproducía en una imagen el impacto que causaban sus palabras. Por aquel tiempo se encontraba estudiando Filosofía en la capital ecuatoriana y ya tenía la costumbre de soltar frases que poseían la contundencia y puntería del humor granítico. Su habilidad como “tira piedras” de la inteligencia le valió el epíteto mineral con el que se le reconoce desde entonces: el Padre Piedra. Un sacerdote ejemplar entre la gente que trabaja por el bien común y la educación, y cuyas “piedras” han sido materia invaluable en tierras venezolanas.  

Nacido el 2 de septiembre de 1942 en Alsasua, una pequeña población española de Navarra, Manuel Aristorena estudió los primeros años del bachillerato en lo que se conoce como libre escolaridad, lo cual le facilitó una formación en el trabajo personal y autónomo desde su temprana adolescencia. Finalizó sus estudios secundarios en el Colegio San Francisco Javier de los Jesuitas, en la ciudad de Tudela, institución donde estudiara también el fundador de Fe y Alegría, el Padre José María Vélaz. Es allí precisamente donde nació su vocación de jesuita, que lo llevó a ingresar con diecisiete años en la Compañía de Jesús, dos meses después de terminar su bachillerato.

En 1961 viajó a Venezuela como novicio de la Compañía de Jesús e ingresó a sus dieciocho años en el noviciado de Los Teques. De aquellos días recuerda que una de las cosas que le causó mayor impresión en su espíritu fue la vitalidad de la naturaleza. Ese contraste se instalaría en él como una revelación transformadora. O en sus propias palabras: “como un segundo nacimiento”. A los dos meses de haber llegado al país, es enviado al Barrio Unión de Petare, donde confiesa haber descubierto “la bondad de la gente, solidaria en su pobreza, llena de esperanza en sus carencias, con una alegría festiva y compartida y, sobre todo madres, con un amor desbordante y sacrificado por sus hijos. Esta vivencia y encuentro profundamente humano con la gente ha sido mi enganche y arraigo con este pueblo”. Con el tiempo, el sentido de pertenencia al país que lo recibiera en su juventud se hizo tan profundo, que en 1973 renunció a su nacionalidad española y se hizo venezolano por convicción y gratitud.

El Padre Piedra estudió dos años en la Escuela de Letras de la UCAB, luego tres años en la Escuela de Filosofía, San Gregorio, de la Pontificia Universidad Católica de Quito (Ecuador) y obtuvo la licenciatura en Teología por la Universidad de Deusto en Bilbao (España). En su nutrido historial de estudios, las ciencias prácticas ocupan un lugar importante, pues además posee el título de Tecnólogo Electricista e Ingeniero Electricista por el Instituto Universitario Politécnico de Barquisimeto –hoy Universidad Politécnica–, del cual es alumno fundador y egresado en la primera promoción, y ha realizado estudios en la Maestría de Ciencias de la Computación en la Universidad Simón Bolívar.

Una de las labores que más lo llena de orgullo y alegría es la de educador. Sus 45 años como profesor guía, director del Instituto Jesús Obrero y profesor de matemáticas le han dejado la certeza de que hay que estar ante los alumnos como quien aprende. “De estos 45 años –precisa el recuento–, 42 han sido en Los Flores de Catia, con gente popular. Ellos me han enseñado matemática, nuevas maneras de entender ciertos temas y resolver problemas. Pero sobre todo a afrontar la vida y sus carencias y dificultades con esfuerzo y alegría, capacidad de crecimiento y superación. Para mí la vida es un regalo amoroso de Dios y de la bondad de la gente. Por eso mi actitud fundamental es de un profundo y vital agradecimiento. Y es muy motivante vivir respondiendo a tantos bienes recibidos”.

La experiencia acumulada durante los años de preparación y enseñanza académicas, pero sobre todo de compromiso y entrega con los sectores más necesitados de la población, lo condujo hace 13 años a la dirección general de Fe y Alegría Venezuela, movimiento internacional de educación popular integral y promoción social. Dicha responsabilidad no solo lo honra, sino que lo lleva a afirmar, a sus 74 años, que está “convencido de que el derecho humano a la educación de calidad es condición indispensable para construir un país digno, libre, próspero, de hermanos y feliz”. Que sus palabras sigan siendo lo que han sido hasta ahora para el país: piedras fundadoras de saber y esperanza.

 

Buscan aliviar crisis con Un pupitre para Fe y Alegría

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Con el objetivo de seguir ofreciendo a sus estudiantes educación de calidad, Fe y Alegría lanzó una campaña para recolectar fondos que les permitan adquirir pupitres que necesitan en sus escuelas. Con el paso del tiempo, el mobiliario de los colegios se ha ido deteriorando y cada vez se hace más difícil reparar o sustituir pupitres.

A través de la campaña: Un pupitre para Fe y Alegría, la institución busca mejorar las condiciones físicas de las escuelas. Para que la educación sea de calidad, además de buenos docentes es necesario ofrecer al estudiante una escuela digna con un ambiente adecuado: salones y pupitres limpios y en buen estado.

La campaña es una oportunidad para que personas, empresas o instituciones puedan colaborar con la educación de 118.180 niños, niñas y jóvenes que atiende Fe y Alegría a través del programa Escuela. Cada aporte suma y mientras más personas se unan a la campaña, mayor será el número de estudiantes beneficiados.

Fe y Alegría recibe a través de la AVEC, el subsidio del Ministerio del Poder Popular para la Educación que cubre el pago del personal que labora en las escuelas; sin embargo, los recursos para la construcción, el equipamiento y el mantenimiento de los 173 colegios, provienen de alianzas y aportes que recibe el movimiento educativo.

Para colaborar en la campaña Un pupitre para Fe y Alegría puedes hacer tu aporte en Banesco, cuenta corriente N° 01340413574133018432 a nombre de Asociación Civil Fe y Alegría. Para aclarar dudas o notificar tu aporte escribe a: donaciones@fya.org.ve. Tú puedes ser parte de la campaña: Un pupitre para Fe y Alegría.