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La fiesta petrolera en Venezuela acabó y otras apreciaciones de un experto sobre la economía local
El economista y profesor de la UCLA, Juan José Pérez, consideró que además de la flexibilización de controles gubernamentales, las miradas se deben enfocar en explotar en el turismo y en el aprovechamiento del parque industrial ocioso
«El modo de vida basado en el petróleo se acabó. Pudiera quedar un residuo de aquella importancia. Subsistirá en el tiempo con algunas ilusiones, pero la fiesta petrolera feneció», sostuvo
A juicio del economista, Venezuela vive hoy del comercio: «Hay un cambio trascendental que no ha sido advertido, la moneda de cuenta no es el dólar petrolero, rentístico, sino el que aporta el sector privado»

 

En una nueva edición de “Perspectiva País ¿Qué esperar del 2022?”, programa de Medianálisis  moderado por el periodista Andrés Cañizález, se abordó el tema económico, la dolarización que vive el país, las leyes de tributos recientes y las acciones que se deben tomar para que el “Venezuela se está arreglando” deje de ser una narrativa efímera.

El entrevistado en esta ocasión fue el economista y profesor de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA), Juan José Pérez, quien declaró que la Venezuela petrolera «es cosa del pasado», y que tanto el Estado como los sectores privados deben apostar por otros sectores con «suficientes herramientas para explotar» que permitan que se genera una cultura social que permita «prosperidad y, sobre todo, el cumplimiento cabal de las leyes».

“El modo de vida basado en el petróleo se acabó. Pudiera quedar un residuo de aquella importancia.  Subsistirá en el tiempo con algunas ilusiones, pero la fiesta petrolera feneció. Los precios y costos no permiten seguir por esa vía, debemos andar por otros caminos. La producción actual que se saca de la faja del Orinoco es más costosa. Es hora de andar en otro camino con la posibilidad de que la economía mejore, pero esto no será fácil, porque no tenemos experiencia, no sabemos manejar en ese camino y no sabemos qué políticas gubernamentales se implementarán”, declaró.

El especialista informó que, en la actualidad, Venezuela está viviendo un “efecto delfín” como él mismo lo definió. Usa la metáfora para indicar que el país pasa por un momento donde el animal está saltando fuera del agua, mostrando vigorosidad, pero no se sabe cuándo caerá, ni se sumergirá, ni volverá a las profundidades del mar.

“El tiempo que dure (la economía) en la profundidad va a depender de las políticas que se desplieguen, de las respuestas que dé el sector privado y unos eventos bastante azarosos que corresponden al contexto internacional”, puntualizó.

Precisamente, en ese despliegue político económico que refiere Pérez, es donde se deben colocar las fichas para una posible recuperación económica que no sea de supervivencia si no de sustentabilidad.

Detalla que, además de la flexibilización de controles gubernamentales, las miradas se deben enfocar en explotar en el turismo, una política de recaudación tributaria rígida, el aprovechamiento del parque industrial ocioso y la petroquímica.

Dos economías

 

En su disertación, el experto consideró que en Venezuela hay dos economías.

«No hay una economía, sino dos. Una regida por el Estado, que es rentista, basada en el petróleo, y otra del sector privado, con otras características. A unos les va bien, en establecimientos comerciales o restaurantes de lujo, y a dos cuadras, ves a personas en condición de indigencia o pobreza extrema.

A juicio del especialista, Venezuela vive hoy del comercio: «Hay un cambio trascendental que no ha sido advertido, la moneda de cuenta no es el dólar petrolero, rentístico, sino el que aporta el sector privado. Por eso se ven los bodegones, los comercios. El sector público menguó, lo que se ven son deudas acumuladas, problemas para acometer inversiones en áreas importantes, porque carecen de dólares. Pero el sector privado también enfrenta problemas, porque la política económica le ha fijado un precio al dólar (…) y el dólar no tiene que ser bajo, ni alto, sino debe tener el precio de equilibrio. Mientras que no rescatemos esa idea, la economía tiene cadenas de fuerzas que le impiden saltar».

Pérez también se refirió a los elementos que podrían estimular la recuperación económica.

“Son mercados interesantes y viables donde Venezuela puede desarrollar y convertirse en protagonista en esta era postpetrolera. Por ejemplo, en el país hay un parque industrial ocioso y la petroquímica, que pueden ser un proyecto que sirva de salvavidas porque tenemos todas las estructuras. Otro punto neurálgico para recuperar la economía es la recuperación del sueldo. Un salario digno debe estar acorde a una canasta alimentaria. Por lo menos, que la gente pueda comer y acudir al trabajo. El reciente ajuste salarial es tímido, pero hay que saludarlo”, expuso.

Oposición sin iniciativa

En estas perspectivas de cambio que surgiere, al profesor y economista se le consultó por el papel que juega la oposición política venezolana en lo que podría ser la recuperación de finanzas del país.

De manera tajante dijo que este grupo, de momento, carece de planes o iniciativas que puedan aportar para una mejoría.

“En todo el espectro político, parten del supuesto de que seguimos siendo un país petrolero, pero le queda el síndrome de las personas que son amputadas pues se rascan de algo que ya no existe, les quedó la sensación mental. Entonces, todos los que quieren dirigir el país reaccionan del modo diciendo ‘yo pongo a caminar Pdvsa’, pero no entienden que eso ya no es ser protagonista porque las actuales condiciones del mercado es que es competitivo basados en costos y precios”, respondió el invitado a una de las preguntas que realizó uno de los participantes de la transmisión que se hizo a través de Facebook y YouTube.

Profundizó que la Venezuela postpetrolera se puede ver en el mercado actual, puesto que ya no predomina el mundo basado en Pdvsa, sino en los centros comerciales, bodegones, venta de electrodomésticos, entre otros negocios que llevaron al país a vivir del comercio y de las importaciones.

La incertidumbre del IGTF

Juan José Pérez opinó sobre el pago del Impuesto a las Grandes Transacciones Financieras (IGTF). Dijo que esta política tributaria podría tener efectos positivos y negativos para la economía.

Sin embargo, recalcó que los primeros pasos para su aplicación  no han sido los mejores.

“En el país no hay dolarización oficial, sino espontánea, y eso nos hace preguntarnos ¿qué porcentaje del país van a pagar ese impuesto? Solo el 25% son los que declaran impuestos, mientras que el gran número de venezolanos, como son informales, amas de casa, trabajadores que no tienen esa cultura, no lo hace. Entonces, para resolver ese problema, esas tasas preferenciales, la ambigüedad… se debe establecer una sola moneda. Un bolívar, un dólar”, enfatizó.

También, insistió en que la activación del sector turismo podría ser importante para tener dólares y que no sean retenidos, como actualmente sucede con las personas o empresas que tienen cuentas custodias en bancos nacionales a quienes le fueron suspendidas las transferencias y todo tipo de movimientos.

“La estrategia sobre la suspensión de transferencias entre cuentas en divisas no está clara. Algunos podrían pensar que caímos por inocentes, pero el gobierno entiende que una vez promulga la ley, a un gran sector que guardó su dinero ahí no los puede usar porque el gobierno no les puede cobrar el impuesto. Eso ha creado malestar, porque nadie ha hablado de fiscalización, ni dan razones al respecto y eso es delicado”, cerró.

 

 

#PedagogíaEconómica | Impacto de las sanciones económicas en la empresa privada (I)
El gobierno aprovecha las sanciones para desarrollar una narrativa épica de resistencia antiimperialista y eludir responsabilidades en la debacle de la economía

 

@victoralvarezr

Las sanciones financieras inmovilizan recursos del Estado venezolano en territorio estadounidense, impiden al gobierno realizar transferencias bancarias y gestionar créditos; mientras que las sanciones comerciales prohíben a cualquier empresa estadounidense -o extranjera con negocios en EE. UU.- el comercio de bienes y servicios con empresas administradas por el gobierno venezolano.

Las sanciones son aprovechadas por el gobierno para desarrollar una narrativa épica de resistencia antiimperialista que le sirve de pretexto para evadir la responsabilidad que tiene su política de controles y expropiaciones en la debacle que ha sufrido la economía nacional.

Las sanciones se extienden a empresas privadas que tengan negocios con el Estado venezolano. Y quienes sean descubiertos haciendo negocios con el gobierno corren el riesgo de ser acusados de conspiración y terminar sancionados, multados y hasta encarcelados. Como es difícil saber si una empresa privada venezolana tiene alguna triangulación con una empresa pública, entonces los proveedores y clientes internacionales prefieren no correr el riesgo de ser sancionados y suspenden unilateralmente sus relaciones económicas con el país.

Así se han roto cadenas de suministro de larga tradición. La banca estadounidense ha restringido operaciones con clientes venezolanos sin distinguir si son empresas públicas o privadas. Incluso ONG y organismos internacionales de ayuda humanitaria han denunciado las dificultades para hacer transferencias a instituciones venezolanas.

Recientemente, una iniciativa de 46 grupos de paz, humanitarios y de derechos humanos pidió a la Administración Biden implementar cambios en la política de sanciones para evitar efectos colaterales no deseados que agraven la situación de los sectores más vulnerables.

¿Revisión de las sanciones? 

El Departamento del Tesoro reconoció que “las sanciones (…) enfrentan nuevos desafíos (…) una calibración cuidadosa puede ayudar a limitar el impacto de las sanciones en el flujo de ayuda humanitaria»; por eso se plantea “adaptar las sanciones para mitigar los impactos económicos, humanitarios y políticos no deseados». Esta revisión abre un espacio a los gremios empresariales venezolanos y organizaciones humanitarias para identificar y corregir efectos no deseados de las sanciones económicas sobre su actividad.

Con este fin, hemos consultado a destacados líderes de gremios empresariales venezolanos que tienen una visión integral del aparato productivo nacional. En el video anexo escucharemos cómo evalúan ellos el impacto de las sanciones económicas sobre la empresa privada venezolana.

Con esta primera entrega comenzaremos a compartir los avances de nuestro estudio sobre los efectos colaterales de las sanciones económicas en la empresa privada, el impacto que generan en las redes de suministro y en la inserción de Venezuela en las cadenas de valor internacional.

Ver video Youtube de Pedagogía Económica sobre el Impacto de las sanciones económicas en la empresa privada

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¿Será suficiente el crecimiento económico entre comillas para reducir la pobreza en Venezuela?
A juicio del sociólogo Luis Pedro España, este crecimiento que no será sostenido, concentrado en pocos sectores específicos y con capacidad de efecto derrame muy reducida podría permitir a algunos hogares abandonar la categoría de pobreza de ingresos
El experto advierte que el país atraviesa un proceso de sincerar precios «a lo salvaje». Seguirá pasando con la gasolina y podría ocurrir con el precio de servicios como la electricidad y el agua

Luis Pedro España, sociólogo y profesor de la UCAB, comentó que si en 2002 se mantiene el crecimiento económico «entre comillas» que experimenta Venezuela, algunos hogares podrían abandonar la categoría de pobreza de ingresos.

«Si este 2022 continúa ese crecimiento económico con mil y unas comillas, que no será sostenido concentrado en sectores específicos y cuya capacidad de efecto derrame será muy reducida por los temas de inmensa desigualdad, aún con todo y eso, habrá una reducción de la pobreza. Ese 18% de hogares que tienen vehículos, una parte importante de los cuales estaba en condición de pobreza de ingresos, en 2022 podría estar fuera de esa categoría», explicó en entrevista con Unión Radio. 

A juicio del sociólogo, el país atraviesa un proceso de sincerar precios «a lo salvaje», pues el gobierno mantiene el mismo discurso de hace 25 años, pero aplica reformas de facto.

«Vamos a una sinceración de todos los pecios, entre ellos el de la gasolina, para que haya abastecimiento  de combustible que satisfaga a los niveles de movilidad. Y el próximo capítulo de sinceración de precios será el de a electricidad y el de otros servicios públicos», acotó. 

¿Aumento de la gasolina tendrá impacto?

El experto recordó que la encuesta Encovi 2021 levantó datos hasta el mes de mayo, cuando aún la movilidad en el país estaba bastante reducida, por lo que será en 2022 cuando en realidad se evalúe el impacto del aumento de la gasolina, principalmente en el transporte público. 

Aún así, recordó que solo 18% de los hogares venezolanos tiene al menos un vehículo. En ese sentido, remarcó que los gobiernos han tenido precaución de que el precio de la gasolina no incida en el aumento del pasaje en el transporte público. 

«Todos los gobiernos han tenido cuidado de que el aumento de la gasolina no impacte el costo del transporte público. Actualmente, el impacto al transporte público no tiene como costo más importante al combustible, sino lo asociado con repuestos, lubricantes, entre otros», agregó. 

OVF pronostica un largo camino de recuperación

El Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) aseguró que si no hay cambios substanciales en la política económica, el camino a la recuperación será largo.

A través de su Índice de Actividad Económica Trimestral Preliminar, del cuarto trimestre de 2021, indicaron que en los últimos meses, el gobierno chavista pudo sortear mejor las sanciones, lo que ha permitido «cierta recuperación económica».

Sin embargo, el colapso de los servicios y la caída en los ingresos laborales han generado efectos adversos que no se pueden cuantificar fácilmente.

El OVF reportó tímidos crecimientos del sector financiero, petrolero y público. Aún así, todos acumulan caídas de entre 60% y 90% entre 2013 y 2021. 

 

OVF: Economía venezolana se recuperó en 2021 pero lejos de los niveles prepandemia
La expansión de 6,8% se atribuye principalmente al incremento de la producción petrolera, pero el nivel de producción  de bienes y servicios de la economía venezolana es «significativamente inferior» al de antes de la pandemia
El OVF aclara que la recuperación de la economía en 2021 no guarda relación con la política económica interna sino más bien con la doble coincidencia de mayor producción de petróleo y precios más elevados, es decir, obedece factores externos
 El sector financiero mostró una mejoría tras seis años de caídas consecutivas, que han reducido la dimensión de esa rama de la economía en aproximadamente 80% en 2021 con relación a 2012

 

El Observatorio Venezolano de Finanzas informó este 8 de febrero que de acuerdo con el Indicador de Actividad Económica elaborado por esta instancia independiente, la actividad económica de Venezuela registró un aumento de 6,8% en 2021.

Este aumento, según explican en nota de prensa, estuvo explicado «de forma determinante» por el incremento de la producción petrolera.

No obstante, destacan, el nivel de producción  de bienes y servicios de la economía venezolana es «significativamente inferior» al de antes de la pandemia, debido a las fuertes contracciones de 2019 y 2020.

«Desde el punto de vista estadístico, ese crecimiento corresponde totalmente un efecto rebote en vista del excepcionalmente bajo nivel que registró la economía en 2020, en particular la extracción de petróleo», precisan.

Las estimaciones del OVF sugieren que en 2019 la actividad económica cayó 26% en 2019 y 25,3% en 2020, respectivamente, con lo cual la pérdida acumulada de la producción de bienes y servicios en 2021 respecto a 2012 excede el 75%.

«Esta reducción del tamaño de la economía se ha reflejado en un aumento exponencial de la pobreza y una reducción del ingreso real de los venezolanos», advierten.

Sectores en expansión

El OVF precisa que 71,2% de este 6,8% de la expansión de la actividad económica correspondió al aporte del petróleo.

También, el sector de comercio y los servicios contribuyó a dicha expansión.

 Por otra parte, destacan que el sector financiero mostró una mejoría tras seis años de caídas consecutivas, que han reducido la dimensión de esa rama de la economía en aproximadamente 80% en 2021 con relación a 2012.

Además, indicaron que los servicios prestados por el gobierno (expresados en las erogaciones realizadas por el sector público en pagos de salarios, transferencias e inversión pública) reflejaron una «caída significativa como expresión del programa económico de ajuste ultra contractivo que se aplicó en 2021″.

«La recuperación de la economía en 2021 no guarda relación con la política económica interna sino más bien con la doble coincidencia de mayor producción de petróleo y precios más elevados, nada de lo cual puede ser atribuible al actual programa económico, pero si a factores externos», concluyeron.

El imparable alza del costo de la vida en dólares 

A principios de mes, el OVF reveló que en los últimos dos años la canasta básica alimentaria familiar ha subido en 75% su precio.

En enero de 2022, se ubicó en $365. En una comparación de las cifras obtenidas por el OVF, el costo de la canasta para enero de 2020 era de 208 dólares, mientras que en enero de 2021 el valor de la cesta se ubicó en $251.

El observatorio también indicó que, con respecto a enero de 2021, la canasta alimentaria registró un incremento de 45,4 % lo que se traduce en que, con un salario mínimo del sector público, apenas se puede comprar 7 % del costo de esa canasta y 24 % con un salario del sector privado.

 

La rana, el escorpión y la economía nacional
Con el supuesto viraje económico del régimen, ha pesado más la naturaleza del escorpión, esa que resumía la declaración de Aristóbulo Isturiz “si quitamos el control de cambios, nos tumban”

 

@juliocasagar

Todos conocemos la fábula que nos cuenta el favor que hace una ranita a un escorpión para pasar un río que para este era infranqueable. Al llegar a la otra orilla el escorpión clava el aguijón a su benefactora. Antes de morir envenenada, la rana le dice. ¿“Por qué me clavas tu ponzoña?, ¿acaso no te hice el favor de pasarte sobre mi espalda para que atravesaras el río? “Disculpa, le respondió el bicho, es que está en mi naturaleza”.

La reciente presentación del proyecto de Reforma a la Ley de Impuesto a las Grandes transacciones financieras despertó del sueño a muchos que han apostado a que los virajes del régimen significaban una apertura hacia una economía de mercado. Los más cínicos, aquellos a quienes el tema de las libertades y de la democracia les tiene sin cuidado, celebraban que nos encaminábamos hacia una versión tropical del modelo chino.

Lo único cierto es que el modelo económico de Maduro es el que está contenido en la eufemísticamente llamada Ley Antibloqueo. Esta puede resumirse así: “vamos a crear unas burbujas, unas zonas económicas especiales, unos incentivos particulares; en resumen, buenos negocios para alguno. Pero eso sí, tienes que voltear para otro lado, asistir a nuestras reuniones, aplaudir a Maduro cuando hable del progreso económico. Te puedes portar mal con tus clientes, puedes poner un corralito para esquilmar a tus depositantes; si vienes a nuestros saraos comunicacionales, puedes estar seguro de que nadie te hará daño. Puedes depredar el ambiente, tener tu mina o construir lo que quieras. Si lo haces con los panas, no tendrás problemas”.

Maduro está consciente de que la libertad económica se traduce en libertad personal para muchos y de que un crecimiento de la economía, que no esté regimentado y controlado, puede dar alas a mucha gente. Más libertad económica es también más libertad individual. Y, por consiguiente, más peligro para su ya deteriorada imagen.

El régimen ha tenido que poner en una balanza continuar con las “aperturas”, y con ello arriesgarse con que aparezcan focos y burbujas no controladas de prosperidad, o atajar la amenaza. Está optando por lo último, aunque eso signifique retroceder en algunos avances que se habían traducido en mejoramiento para algunos sectores.

La situación en el país ya estaba dando señales de desgaste. La falta de circulante estaba conspirando contra la propia economía de bodegones y semidolarizada. En efecto, la no incorporación al mercado de millones de empleados públicos, profesores, docentes y obreros de pequeñas y medianas explotaciones, que son los que se pueden permitir pagar bonos en dólares, ya se estaba haciendo sentir en supermercados y en la demanda de bienes y servicios en general.

En una economía libre las medidas deberían haber ido en el sentido contrario al que está ocurriendo. Es decir, incentivar la inversión y la circulación de mercancías; surfear la virtual dolarización y seguir haciéndose de la vista gorda y dar los pasos institucionales para ofrecer seguridad jurídica y personal.

Sin embargo, ha pesado más la naturaleza del escorpión, esa que resumía la declaración de Aristóbulo Isturiz “si quitamos el control de cambios, nos tumban”.

Esta realidad tiene su correlativo en el terreno político. Los partidarios de una “normalización” con el régimen deben verse en el espejo de la economía.

Los esfuerzos de las fuerzas democráticas venezolanas no pueden estar centrados en una colaboración como la de Pétain con Hitler, sino en una política que ponga como norte apuntar a un proceso de acumulación de fuerzas para plantar cara, en unas elecciones libres, a un régimen que no sabe mucho de convivir, sino de exterminar.

Por supuesto (y esto lo hemos señalado en muchas notas anteriores) esto no significa caer en la trampa de la polarización. Y mucho menos la de correr detrás de fantasías insurreccionales, para las que no hay ni condiciones y que son cada vez menos aceptadas por la comunidad internacional.

Significa, como también hemos dicho en ocasiones anteriores, darnos una agenda que contemple: a) poner orden en las organizaciones políticas opositoras, reorganizarse después de un debate crítico y profundo; b) avanzar en una estrategia unitaria que contemple dotarnos de una dirección política legitimada; y c) preparar el terreno para enfrentar al régimen en unas elecciones libres, acordadas (CON GARANTES) en un proceso de negociación.

Mientras todo esto ocurre, los liderazgos locales y nacionales de los partidos y la sociedad civil deberían salir al encuentro de los sectores sociales que día a día protestan por sus derechos o que están esperando que alguien les acompañe para hacerlo. Organizar y federar esos liderazgo espontáneos y naturales y centralizar la lucha en la recuperación de la democracia.

Dicho en otras palabras, o mejor dicho, en las palabras del Gran Timonel: “Tenemos que desechar las ilusiones y prepararnos para a la lucha”.

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Normalización y revolución
Bajo la aparente quietud actual, duerme el monstruo de una espantosa realidad social

 

@juliocasagar

En el imaginario colectivo está anclada la idea de acuerdo con la cual las revoluciones y los cambios de régimen han sido el resultado de actos extraordinarios que han resuelto, en un día, contradicciones de siglos anteriores. Todo esto tiene que ver con la épica que, normalmente y a posteriori, los vencedores y sus propagandistas han desparramado sobre la opinión pública.

Así las cosas, pensamos que la Revolución francesa comenzó con la toma de La Bastilla; y la rusa con la toma del Palacio de Invierno.

Nada más lejano de la verdad. Cuando esos dos acontecimientos tuvieron lugar ya habían ocurrido profundas transformaciones económicas, sociales y culturales en esas sociedades. La Francia de Luis XVI estaba dominada culturalmente, en sus clases intelectuales, por las ideas de la Ilustración. El poder económico ya no estaba en manos de la monarquía y la aristocracia. La corte de Versalles era un sindicato de manganzones y parásitos que no producían nada. Las posesiones feudales habían sido vaciadas por los siervos de la gleba que se fueron a las ciudades, aprendieron oficios y, con la platica ganada, devinieron en burguesía de comerciantes y banqueros que terminaron prestándole dinero al propio rey y empeñando las joyas de los aristócratas arruinados.

Esta clase insurgente no fue la que asaltó la Bastilla, pero fue la que creó y patrocino universidades; creó asociaciones de oficios; se juntó con sus pares de toda Europa y crearon ligas de comerciantes y finanzas globalizando la economía de la época. Con todo este proceso, ganaron la batalla cultural de aquella sociedad y aquel momento histórico (todo ocurrió cientos de años antes de que Gramsci postulara esta estrategia para que los comunistas tomaran el poder).

En Rusia ocurrió otro tanto. Sus elites instruidas (la mayoría de ella desde el exilio) fueron postulando las ideas y creando los partidos que provocaron en 1905 la primera irrupción contra el régimen de los zares. Luego, desarticulada por la guerra, aquella sociedad gobernada por una dinastía de siglos de pericia y acumulación de poder, terminó cayendo en un proceso gradual desde aquel “domingo sangriento” en 1905 hasta 1917, cuando un regimiento de cosacos apostados frente al Palacio de Invierno resolvieron, sin autorización del Soviet de Petrogrado, entrar sin conseguir resistencia alguna. El palacio, por cierto, estaba resguardado por un regimiento femenino de la guardia zaristas con quienes terminaron confraternizando y bebiendo té, alrededor de un humeante samovar.

En la historia ciertamente ocurre irrupciones y cambios radicales de régimen, como los que resultaron de los acontecimientos que acabamos de citar. Pero lo relevante es que estas transformaciones son el resultado de procesos de acumulación de fuerzas de los grupos insurgentes que suelen pasar por momentos de flujo y reflujo y de desarrollos irregulares y a veces imprevistos.

Lo cierto del caso es que las sociedades siempre combinan estos picos de insurgencia con tiempos de “normalización”. Todo esto es el reflejo lejano de lo que ocurre en la naturaleza y en el propio cuerpo humano. En la naturaleza, los procesos de irrupción (los volcanes, por ejemplo) los choques de grandes cuerpos celestes y los megacataclismos son seguidos por largos periodos de relativa calma. Los cambios geológicos documentados así lo demuestran.

En la fisiología humana ocurre otro tanto. La vida está asociada al proceso de división celular y de desencadenamiento de tormentas bioquímicas. No obstante, esta frenética actividad consigue el momento para que las células colaboren entre sí para formar los tejidos y los tejidos a los órganos para que se cumplan las funciones vitales.

Si estas ideas las aplicamos (con cierta dosis de arbitrariedad, obviamente) a lo que ocurre hoy en Venezuela, podríamos afirmar que luego de la irrupción social de los años del 2013 al 2019, el país que no logró su toma de la Bastilla o su asalto al Palacio de Invierno, ha entrado sin duda en un periodo de relativa “normalización” (comillas ex profeso para evitar la lapidación de quienes van a decir que Venezuela no se ha arreglado. Afirmación con la que estoy de acuerdo. Aprovecho, incluso, para declarar que, bajo la aparente quietud, duerme el monstruo de una espantosa realidad social).

En realidad, para lo que nos interesa esta temeraria afirmación es para poner en evidencia lo que pensamos es el modelo por el que está apostando el régimen; y sobre cómo podríamos (con las reglas del jiu jitsu) aprovechar lo que ocurre para hacer avanzar el cambio y el rescate de la democracia y la libertad.

Veamos:

En notas anteriores hemos manifestado que la burbuja (con sus dosis de dolarización y expansión del consumo para ciertos grupos) al contrario de ser un desencadenante de adormecimiento social, puede ser aprovechado precisamente para lo contrario. Dicho en otras palabras, deshacerse de la esclavitud de la bolsa CLAP, del bono de la patria y las limosnas organizadas ha representado la conquista de parcelas de libertad individual que pueden tener su correlato político si se hace lo adecuado para que esto ocurra.

Una hipótesis sobre el 2022

Una hipótesis sobre el 2022

Otro elemento importante a considerar, en esta línea, es que el régimen chavista y el madurista no han tenido éxito en crear lo que los clásicos llamaban “una clase dominante”. El enraizamiento de la boliburguesia con la estructura económica del país es endeble y frágil.

Los negocios a los que están vinculados estos sectores, aparte de opacos, son de efímera existencia: importaciones desenfrenadas, explotación ilegal de minerales, tráfico de gasolina, contrabando de extracción, etc. Su formación como elite social está muy lejos también de lo que ha sido la conducta universal de quienes se preparan para dominar a largo plazo. Las elites suelen formar a sus hijos, estimulan la academia, se hacen rodear de artistas e intelectuales que les ayuden a crear una cultura de largo aliento.

En Venezuela, el nuevorriquismo ha producido una casta de gente cuyo fin cultural más importante es demostrar cómo le sobra el dinero.

El mal gusto de los barrigones con guayas de oro en las cubiertas de los yates; las filas de Ferraris en los lugares de lujo; la estética kitsch de los Guaicaipuros de latón así lo atestiguan. Sus hijos no están en las mejores universidades de Europa y los Estados Unidos formándose para dirigir el país, sino gastando la plata mal habida de los padres.

Con todo, esta burbuja de relativa “normalización” no ha conducido a un afianzamiento popular de Maduro. Todo lo contrario. Incluso las encuestas que registran un crecimiento sostenido de gente que opina que su situación económica ha mejorado, no revelan un correlato de popularidad hacia el régimen.

Esto último no es un dato menor. Es la prueba elocuente de que es necesario aprovechar este momento para cumplir las tareas importantes en las que las fuerzas democráticas venezolanas deberían estar ocupadas.

Orden en la casa

En ese sentido hoy se debería estar trabajando en poner orden en la casa:

1) En rescatar la credibilidad de la dirección política opositora para que vuelva a entusiasmar. Para ello es imprescindible que se opera un profundo balance crítico de la actuación (hasta que duela); una reorganización de las estructuras y un remozamiento del pensamiento;

2) Prepararse para el próximo desafío político visible y previsible (los imprevisibles suelen agarrar a todas las vanguardias sin pañuelo para el catarro) que son unas eventuales elecciones en 2024. Para ello, las estructuras remozadas deberán ponerse a trabajar para lograr una plataforma y un candidato unitario;

3) Ir preparando la narrativa del país que se sueña (el Proyecto País es un capital semilla);

4) Trabajar como aconseja Gramsci, en el liderazgo cultural del país. No entendido como el intelectual o artístico, que también, sino en el que representan millones de compatriotas que desarrollan iniciativas concretas y tienen contacto concreto con gente de carne y hueso. Una profunda tarea de scouting es necesaria para ubicar las iniciativas. Las dotes de líder de miles de esos venezolanos que andan en la búsqueda de una dirección unitaria y de una suerte de “estado mayor” que indique hacia dónde y cómo llegamos a la Tierra Prometida del fin de esta pesadilla.

Eso es lo que voluntariamente podemos decidir. La historia, caprichosa siempre, puede tenernos deparadas otras sorpresas. Si estas llegan, es mejor tener partidos fuertes y fuertes lazos con la gente para no equivocarse en la coyuntura. Pero si esos acontecimientos no ocurren hay que ponerse a trabajar en lo previsible y en lo que tiene fecha fija.

Dos años en Venezuela no son mucho tiempo. ¡Manos a la obra!

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Luis Oliveros Ene 27, 2022 | Actualizado hace 1 mes
Venezuela se está arreglando
La frase “Venezuela se está arreglando” no solo es patética y mediocre, también engloba una gran mentira y ha generado una discusión sin sentido

 

@luisoliveros13

Todos tenemos (lamentablemente) familiares y amigos que se han ido del país. La mayoría de ese grupo sigue estando pendiente de lo que ocurre en Venezuela. Obvio, no solo dejaron seres queridos sino también el país en el cual nacieron y vivieron un buen tiempo.

No obstante, todos también tenemos a ese amigo o familiar que constantemente te llama/escribe desde el exterior para reafirmar que Venezuela sigue muy mal. Ese personaje pareciera que se nutre con las malas noticias que ocurren en el país y al mismo tiempo sufre (lo discute con argumentos un poco histéricos) por todo lo posiblemente bueno que ocurra.

Desde que ahora no hay escasez (porque TODO es importado, tú no tienes real para comprar nada, además allá nada se produce); la salida de la hiperinflación (eso es mentira); el crecimiento económico (tú eres un cohabitador y te lo crees); la aparición de emprendimientos (ahora resulta que eso es malo, porque entre otras cosas, TODOS esos son negocios para lavar dinero, incluyendo a la señora que montó una venta de empanadas en el garaje de su casa); de un bodegón (no compres allí, TODOS son de enchufados); de un casino (no vayas nunca, jugar es malo para ti); de la dolarización (estás en el Titanic y te falta poco para morir); los delivery (al comprar por allí estas cohabitando con el rrrégimen), hasta por una medalla en las Olimpiadas (ella/él son chavistas, hay que odiarlos).  

La frase “Venezuela se está arreglando” no solo es patética y mediocre, también engloba una gran mentira y ha generado una discusión sin sentido.

Los que vivimos en el país lo sabemos muy bien pero también lo saben quiénes la repiten. A Venezuela le falta mucho para recuperarse. Pongamos un ejemplo: si de verdad (según lo que dijo hace poco Maduro) esta economía creció un 4 % en 2021, entonces la caída acumulada entre 2013 a 2021 pasaría de 76 % (hasta 2021) a 75% (2022); sin duda, una “mejora” bastante pobre. Para que tengan una idea, a ese ritmo de expansión de la actividad económica nos faltarían 40 años (de crecimiento consecutivo) para volver al nivel del PIB que teníamos en 2013.

No solo es salir de la hiperinflación o tener un modesto crecimiento económico; es fundamental rescatar la institucionalidad, levantar la industria petrolera, volver a tener una inflación anual de un dígito, no ser víctimas de sanciones, recuperar la capacidad adquisitiva de la población para sacarla de la pobreza, mejorar la relación trabajo informal vs formal, que los servicios públicos funcionen, oferta estable de combustibles, etc.

Venezuela no se está arreglando, pero sin duda no es la Venezuela de hace unos años. Y sí hay mejoras (no simétricas) en los sectores económicos, algo positivo luego de 7 años seguidos de depresión económica. Existe una combinación entre dolarización, mejoras en la gestión fiscal, engavetar los controles, liberalización económica, una política de no aranceles a las importaciones (que favorece a los consumidores) y el convencimiento en buena parte de los agentes económicos en torno a que el cambio político no llegará por el camino en el que vamos, por lo que hay que “echarle pichón” sin pararle a lo que ocurra en lo político.

La burlita al mencionar la frase denota desconocimiento, pero también un sarcasmo tóxico. Ligar que las cosas sigan mal para una población que ha sufrido tanto, es una muestra de resentimiento.

En mi casa, hemos optado por decirle a esos “amigos” lo que quieren oír y “ayudarlos en su confirmación” que irse fue lo mejor que pudieron hacer, que no hay motivos para el regreso y que siempre ellos van a estar mejor que nosotros los que vivimos aquí (pelear con amigos que están en el exterior no es agradable, sobre todo porque algunos solo buscan una limitada y sesgada información sobre lo que ocurre en el país). Hasta les hemos comentado que nos comimos al gato de la casa en un acto desesperado de hambre y que la semana que viene vamos de cacería al monte cercano, a buscar más comida (perros y rabipelados).

No, Venezuela no se arregló. Pero están ocurriendo cosas que tendrán efectos positivos (pero desiguales) en la población y entre las distintas actividades económicas del país.  

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Venezuela: el desplome del microcrédito acrecienta la exclusión
El país permanece al margen del auge de las Fintech en Latinoamérica y necesita reformas que impulsen la inclusión financiera

@vsalmeron

Cuando necesitó un repuesto para reparar el taxi que le mantiene a flote, Ricardo Montilla recurrió “al bolso”: se juntó con nueve amigos y cada uno depositó 20 dólares a la semana durante diez semanas. Cada semana, por sorteo, se decidió cuál de ellos disponía de los 200 dólares en el bolso. Solo es posible ganar una vez.

 “Gané en la segunda semana, así conseguí el dinero. Este sistema se usa mucho en el barrio, para ayudarnos, porque no hay crédito” dice Ricardo Montilla quien vive en Las Minitas, una zona de bajos ingresos al este de Caracas.

La hiperinflación pulverizó los préstamos que los bancos especializados en microfinanzas otorgan a dueños de pequeñas bodegas, transportistas o vendedores de vestido y calzado en los barrios de bajos ingresos.

El caso de Bangente, un banco dedicado a la base de la pirámide, es emblemático: en 2014 el monto promedio de sus créditos equivalía a 224 dólares. Al cierre de 2017, tras el hundimiento de la moneda, el promedio equivalía a 5,6 dólares y la cartera de clientes se esfumó junto a la mayor parte del patrimonio.

En noviembre de 2014, antes de que comenzara la recesión y el ascenso de la inflación, los préstamos de la banca especializada en microfinanzas equivalían, al dólar libre de la época, a 83 millones.

Al cierre de noviembre de 2021 el total de préstamos de los bancos especializados en microfinanzas que continúan activos, Bancrecer y Mi Banco, apenas equivale a 3,9 millones de dólares.

Morir de sed

Durante años las normas obligaron a la banca tradicional a otorgar microcréditos, pero mayoritariamente los bancos evitaron los sectores de bajos ingresos y cumplieron mediante préstamos a empresas medianas o profesionales independientes como abogados y odontólogos.

 Actualmente el crédito es ínfimo para todos los estratos. Para ayudar a la estabilidad del tipo de cambio, el gobierno quiere que haya pocos bolívares que puedan utilizarse para la compra de dólares y obliga a los bancos a congelar más de dos tercios del dinero que gestionan.

 La banca tradicional incluye en sus balances “créditos a microempresarios”, mayoritariamente fuera de la base de la pirámide, que en total al cierre de noviembre de este año solo representan 8,4 millones de dólares, una cifra enana.

 Aparte del “bolso” la opción en las zonas populares son prestamistas informales que exigen tasas mensuales de 20% en dólares o sobrevivir con un emprendimiento que reporta muy poco, que en realidad, es la única opción ante la falta de un empleo formal.

 Irene Contreras, quien tiene una pequeña bodega que funciona en su propia casa, en la que vende galletas, refrescos, jugos y harina precocida explica que “cada semana me ingresan alrededor de 150 dólares, pero prácticamente todo se va en reponer mercancía, la ganancia es mínima”.

 “Si tuviera crédito podría aumentar la mercancía, vender más”, agrega.

Lejos de Latinoamérica

Mientras en Venezuela el financiamiento a las pequeñas empresas y personas de bajos ingresos se seca, en el resto de Latinoamérica el crédito se expande de la mano de las Fintech, empresas que utilizan nuevas tecnologías para incursionar en el mercado bancario y aumentar la inclusión financiera.

Históricamente el microcrédito avanzó lentamente por lo costoso que resulta medir el riesgo. Un ejército de analistas tenía que visitar, asesorar y recopilar datos de empresas y personas con poca o ninguna documentación. 

Ahora, las Fintech utilizan big data para analizar grandes volúmenes de datos provenientes de distintas fuentes y machine learning para desarrollar patrones y automatizar la aprobación de créditos. El dinero proviene de fondos de inversionistas locales y extranjeros como Softbank o Kaszek.

Fintech como Zinobe en Colombia, Ualá en Argentina o SuperSim en Brasil son ejemplos de estos nuevos actores financieros. Entre el segundo y el tercer trimestre de 2021 la inversión en las Fintech latinoamericanas, que no solo incluye microfinanzas, sumó 8.600 millones de dólares de acuerdo con CB Insights. 

Zinobe otorga créditos al consumo y a pequeñas empresas. Los préstamos al consumo son de cien dólares, a plazos de dos meses y tasas que están por debajo de lo que en Colombia se denomina la tasa de usura, que funciona como un techo para los intereses a cobrar.

 “Estamos conectados a una cantidad de base de datos y nuestro modelo en 18 segundos hace el análisis de crédito. Si es aprobado, en dos horas el dinero está en la cuenta del cliente”, dice Nelson Ortiz director de finanzas de Zinobe.

 Este sistema complementa la información del buró de crédito que registra la historia crediticia de las personas y las empresas. “El 60% de las personas a las que les prestamos nunca han tenido un crédito en su vida o tienen un score negativo en el buró de crédito”, dice Nelson Ortiz.

 Explica que “con la cédula de la persona y acceso a datos de la seguridad social, nuestros sistemas calculan variables implícitas como el salario. Otra fuente es la localización. Con el machine learning se puede calcular la probabilidad de que alguien que viva en determinada zona de Bogotá no pague el crédito”.

 “También contamos con una herramienta de Digital Footprint que nos indica si el equipo desde el que se conecta la persona es caro o no. Nuestra cartera de crédito suma unos 20 millones de dólares y la tasa de morosidad de nuestro crédito al consumo está entre 5% y 6% cuando el promedio en Colombia es entre 7% y 8%”.

Cómo renacer

Juan Uslar, expresidente de Bangente, considera que asumiendo que Venezuela alcance la estabilidad en variables clave como la inflación y el crecimiento, es posible plantearse una serie de reformas para impulsar la inclusión financiera.

 “Es perfectamente posible una política pública que extienda rentablemente los medios de pago, de ahorro, crédito y seguros a millones de personas. Un aspecto clave es permitir el acceso a nuevos jugadores, por ejemplo, empresas tecnológicas y probablemente de telecomunicaciones poseedoras de grandes bases de datos”, dice Juan Uslar.

 “Se trata de crear ambientes propicios al desarrollo de ecosistemas financieros que le abran las puertas a la innovación para que las pequeñas empresas puedan desarrollarse y competir sanamente”, agrega.

 “Un entorno regulatorio que permita que nuevos esquemas y modelos comerciales de negocios financieros puedan ser probados antes de ser regulados. Esto es lo que se denomina actualmente como cajas de arena de regulación (regulatory sandboxes) donde se puede “jugar” con las alternativas hasta llegar a modelos sostenibles”, explica Juan Uslar.

 “Contar con un buró de crédito, normar el acceso a la data, desarrollar la capacidad financiera de los clientes, acercar los servicios financieros a la gente en los lugares donde vive, extender la cobertura de los seguros, estas son cosas fundamentales de una política de inclusión financiera”, señala.

 Finanzas de cromañón

Por ahora nada indica que Venezuela camina hacia la modernidad. Consciente de la falta de financiamiento, el gobierno de Nicolás Maduro comenzó a hacer un “registro de emprendedores” y el 15 de enero hizo un llamado a los bancos para que aumenten el crédito.

 “Vamos a una expansión del crédito, financiamiento y de apoyo a los emprendimientos del país, Llamo a la banca pública, privada a poner el ojo sobre el emprendimiento”, dijo Maduro. 

 No están planteadas reformas profundas, a lo sumo, tratar de revivir el esquema sepultado por la hiperinflación y la recesión.