crímenes sin castigo archivos - Página 2 de 13 - Runrun

crímenes sin castigo

Crímenes sin Castigo | Drogas en Venezuela
El reporte entregado por el canciller estadounidense al Congreso en Washington pone de relieve el nuevo rol del país como emporio para la fabricación de cocaína

 

@javiermayorca

El 3 de marzo, el secretario de Estado estadounidense Anthony Blinken entregó al Congreso de su país un extenso informe en el que observa un cambio en el papel jugado por Venezuela en la industria mundial de las drogas.

“El rol de Venezuela en la cadena global de suministros pasó de ser un país de tránsito a una nación productora de cocaína”, sostuvo el funcionario.

La afirmación del canciller norteamericano en sí misma no es nueva. En septiembre de 2020, el entonces presidente Donald Trump ya incluía a Venezuela en la lista de países productores de drogas. En una entrega de este mismo espacio, divulgada en octubre de 2021, advertíamos que los militares venezolanos habían encontrado enclaves completos destinados a la fabricación de cocaína, en territorio zuliano a más de 30 kilómetros de la frontera, lo que implicaba la posibilidad de abarcar en un mismo territorio a todo el proceso productivo de este alcaloide. En mayo de 2022, la organización InSight Crime difundió un informe donde se indica que el país podría situarse en el cuarto lugar en la lista de mayores productores de cocaína.

Todo esto contrasta con un discurso oficial que niega la situación. Según la propaganda gubernamental, hasta el sol de hoy Venezuela es un “territorio libre de cultivos ilícitos”.

El gobierno estadounidense no había sustentado mayormente sus afirmaciones en cuanto al rol de Venezuela como productora de drogas. Pero ahora, el informe entregado por Blinken sostiene que el actual Gobierno “depende cada vez más de las rentas del narcotráfico, junto con otras actividades ilícitas”.

En este esquema, los grupos guerrilleros como el Ejército de Liberación Nacional y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC-Nueva Marquetalia serían operadores clave, pues “dominan las rutas de tráfico en la región fronteriza”.

¿Cómo se llegó a este punto?

Acercamientos y rechazos

Desde el gobierno de Hugo Chávez, Venezuela entró en una dinámica de aislamiento en cuestiones de cooperación internacional contra el delito organizado, donde se incluye la producción y el tráfico de drogas. El país no solo cesó la cooperación en los programas de consolidación institucional con la Sección de Asuntos de Narcóticos del Departamento de Estado (que incluía a las entidades policiales como la Administración para el Control de Drogas, DEA). Al retirarse de la Comunidad Andina de Naciones y de la Organización de Estados Americanos, también quedó sin participación en los programas contra la producción y el tráfico de drogas que eran financiados a través de esos organismos.

En 2008, Chávez estuvo a punto de sacar a Venezuela del sistema de policía internacional (Interpol), molesto porque esa institución había certificado la autenticidad de los datos extraídos de las computadoras de Luis Edgar Devia, alias Raúl Reyes, el canciller de las FARC fallecido durante un polémico bombardeo de las fuerzas colombianas en el Putumayo ecuatoriano.

Simultáneamente, se forjó un nexo cada vez más estrecho entre el Gobierno, por un lado, y las FARC y el ELN por el otro. Aunque la justificación era de orden político e ideológico, detrás había una clara permisividad hacia los negocios ilegales.

Ya con Maduro en el poder, se hicieron esfuerzos por acercarse nuevamente a la cooperación policial internacional. Pero el daño ya estaba hecho. El país ni siquiera enviaba a sus nuevos funcionarios a los cursos de entrenamiento en materias tan diversas como drogas e investigación de secuestros, por temor a que fuesen “reclutados” por fuerzas internacionales. Los detectores de explosivos y sustancias controladas, donados por la Unión Europea al Aeropuerto Internacional de Maiquetía, nunca fueron utilizados y quedaron como chatarra. Optaron por comprar otros directamente a un proveedor chino.

Desde luego, estas son apenas pinceladas en un cuadro de gran formato, donde los asuntos de drogas son muy importantes, pero no son los únicos. El menú de la delincuencia organizada es mucho más amplio.

Inicialmente, daba la impresión de que las operaciones de tráfico de drogas podían ser efectuadas por individuos o pequeños grupos, enquistados en posiciones de poder, con el propósito de engrosar sus propias cuentas.

Pero lo que Blinken sugiere en su reporte para el Congreso es que este comercio, así como otros intercambios ilegales, son las alternativas a las que habría acudido el régimen para sustentarse.

Entonces, pasaría de ser un asunto de mero enriquecimiento individual para ser un factor en las finanzas públicas.

Frente a semejante afirmación, lo menos que uno puede exigir son pruebas.

La evidencia sugiere que el país todavía se mueve en estos asuntos con criterios de selectividad. Por ejemplo, los militares continúan reportando el hallazgo y la destrucción de “laboratorios” para elaboración de pasta base de coca, o su conversión en clorhidrato de cocaína. En 2020, fueron 79. Al año siguiente, 60, y 61 en 2022.

La gran mayoría de estos enclaves fue intervenida en el desarrollo de la operación Escudo Bolivariano, enfocada en la neutralización de los frentes de las FARC-Ejército Popular, la misma facción que secuestró a ocho militares venezolanos en Apure. Nada contra el ELN. Así se desprende del abundante rastro fotográfico difundido en las redes del actual jefe del Comando Estratégico Operacional de la FANB, general en jefe Domingo Hernández Lárez.

Ante este dato, se podría pensar que desde la perspectiva de los militares la situación ha sido controlada, o que simplemente la elaboración de cocaína se ha concentrado en grupos hacia los que no se ejerce represión.

La probabilidad en cuanto a esta segunda alternativa es alta, tomando en cuenta las crecientes extensiones de cultivos ilícitos de coca reportadas en los departamentos Norte de Santander y Cesar. Nada indica que los sembradores, generalmente controlados o supervisados por grupos irregulares, se detendrán al llegar a una frontera que, dicho sea de paso, en esos confines es apenas una coordenada.

Breves

  • La policía española capturó en Madrid a la venezolana Elis Margarita Valladares Sánchez, de 67 años de edad. Sobre ella pesaba una orden de búsqueda y captura cursada a través de Interpol, en relación con el secuestro y posterior homicidio del empresario Juan Manuel Barcia Rodríguez. El 9 de noviembre de 2020, este hombre de 54 años de edad fue sacado por la fuerza de su industria Plásticos Valencia, con sede en la urbanización Naranjillos de Guacara. Al día siguiente, su cadáver fue encontrado en el sector Marlboro de la carretera vieja Caracas-La Guaira. No tenía documentos de identificación, pero mediante el trabajo de comparación dactilar se dictaminó que se trataba del hombre desaparecido en Carabobo. En este caso aparecen implicados los funcionarios de la extinta Fuerza de Acciones Especiales (FAES) de la Policía Nacional Bryan Goyo, Emilio Cavaniel y Emilio Cárdenas, junto a los estudiantes de la Universidad Nacional de la Seguridad Kleiber Mendoza y Enderson Ramírez. Pero ellos serían solo los ejecutores de un plan para el despojo del capital y los bienes acumulados por el comerciante, urdido en su propio núcleo familiar. Como autor intelectual del secuestro fue señalado el medio hermano de la víctima César Barcia Valladares, cuya madre es la mujer recientemente apresada en suelo europeo. Los datos del expediente indican además que ella presenció el momento en que los agentes de la FAES se llevaron a Barcia Rodríguez.
  • Venezuela es un “refugio seguro” para las filas del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Esta es una de las advertencias consignadas por el analista en “asuntos latinoamericanos” June Beittel, en un documento presentado en febrero ante el Servicio de Investigación del Congreso de EE. UU., una dependencia que nutre con información decantada a los parlamentarios de los distintos comités. Según este documento, la administración de Nicolás Maduro tiene “simpatía ideológica hacia el ELN”, la organización guerrillera fundada por el sacerdote Manuel Pérez en 1964. “Los militares venezolanos y otras autoridades han sido cómplices de las actividades ilegales del ELN en muchas instancias”, sostiene Beittel. Esta situación ha permitido una expansión del grupo irregular en territorio nacional, lo que además posibilita que los guerrilleros exploten nuevos mercados criminales. El ELN, indica el analista, ha sido uno de los grupos al margen de la ley que se fortaleció a propósito del cierre de las fronteras, toda vez que se pudo hacer con el control de diversos flujos ilegales entre Colombia y Venezuela.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Crímenes sin Castigo | Plata o plomo
Detrás del recrudecimiento de las extorsiones en Maracaibo se oculta una disputa entre numerosas bandas criminales, en pleno proceso de reagrupamiento

 

@javiermayorca

El reagrupamiento de las megabandas está desarrollándose en forma más rápida que lo esperado. Y comenzó en Zulia, el mismo territorio que hace apenas unos años fue el principal punto de salida de la diáspora que se ha extendido por todos los países latinoamericanos, y de los delincuentes que se ocultaron en ella.

Los ataques a dos locales de Maracaibo, el sábado 18 de febrero, llamaron la atención por la virulencia con que fueron ejecutados. Fueron acciones premeditadas, a plena luz del día, cuando los lugares se encontraban atestados de personas inocentes, ajenas a los propósitos de los delincuentes. El resultado, hasta ahora, ha sido siete personas heridas y un fallecido, Luis Castilla, que era trabajador del local Tu Finca Express.

Pero estos no han sido los primeros casos de 2023, ni la primera muerte.

“La extorsión está desatada en todos los sectores de la ciudad”, afirmó el director del capítulo zuliano del Observatorio Venezolano de la Violencia, Jorge Govea.

Según el investigador, en la actualidad las amenazas son impartidas mediante dos modalidades. En primer lugar, está el lanzamiento de granadas. En 2023 han aplicado este método contra una fábrica de muebles adyacente al terminal de pasajeros de Maracaibo y el Centro Médico Paraíso, específicamente en el área de Emergencias.

En la segunda modalidad, el mensaje es impartido a tiros. En esto, una variante fue vista en el pueblo de Barranquitas, cuando mataron a dos pescadores presuntamente por negarse a pagar “vacuna”. Sus cadáveres fueron arrojados al Lago de Maracaibo. Esta fue la misma razón por la que ultimaron al conductor de una buseta en el municipio San Francisco.

En ambas formas, la violencia de los extorsionadores es más de hecho que simbólica. Hasta ahora, entonces, van cuatro muertes por el accionar de estos grupos, solo en 2023.

En la época previa a la pandemia por el covid-19 se veían en Zulia casos en los que los mensajes para exigir el pago de una “vacuna” eran enviados en videos, donde se mostraba un texto manuscrito acompañado con pistolas y granadas. En otras ocasiones, las granadas eran arrojadas de noche, cuando el local estaba cerrado. A veces, no le quitaban la espoleta para evitar la explosión. El sentido de estas acciones estaba claro. Pero no se atentaba contra ciudadanos comunes.

En Zulia, ha ocurrido un cambio en el ejercicio de la violencia por parte de las bandas criminales, una evolución parecida a la de las organizaciones terroristas.

En ambos grupos (terroristas y extorsionadores criminales) hay una necesidad de incrementar las dosis de violencia fáctica para obtener en las víctimas el mismo resultado que anteriormente se lograba apenas con una amenaza verbal. Es como si en la comunidad donde están las potenciales víctimas se desarrollara una especie de tolerancia.

Los ataques armados del sábado desataron reacciones de todo tipo. El presidente de Fedecámaras Zulia, Ezio Angelini, exigió a los cuerpos de seguridad que esclarezcan estos hechos y determinen las responsabilidades de rigor. De la misma forma, exhortó a sus agremiados para que no paguen a las bandas dedicadas a la extorsión.

El 21 de febrero, la organización International SOS advirtió que el objetivo preferido de estos grupos son los medianos empresarios que operan en sectores de clase media de la capital zuliana, pues combinan cierta acumulación de riqueza con limitadas inversiones en la protección de sus negocios.

Zulia es el estado donde la transnacional Chevron ha retomado sus operaciones con nuevo vigor. Por ende, las acciones de estas organizaciones eventualmente pueden apuntan a un objetivo más alto. Además del chino del supermercado, también podrían ir contra algún interés de la petrolera estadounidense, o de sus contratistas. Lo que constituiría un nuevo factor de riesgo para las actividades de esta empresa en Venezuela. Y por extensión para todas las transnacionales que quizá crean aquella conseja de “Venezuela se arregló”.

El fin de semana, una comisión especial de la policía judicial se trasladó desde Caracas a Maracaibo, para asumir las riendas de las pesquisas. La encabeza el director de la institución, comisario Douglas Rico. El gobierno, entonces, pareciera que también está dispuesto a enviar un mensaje, con su particular estilo.

“Creo que ahora conoceremos la realidad de los hechos (…) Hay una relación previa de venta de protección por parte de estos grupos”, afirmó el exdirector de Cicpc, Miguel Dao.

Dao, además, fue asesor de Seguridad de la gobernación zuliana. Cree que las bandas del estado occidental se están nutriendo con elementos que han regresado de otros países. También de individuos que pertenecieron a las distintas guerrillas colombianas.

“Les han dado duro en Chile, Ecuador, Perú e incluso en Colombia. Y ahora quieren reposicionarse en el país”, advirtió.

Las sospechas por los ataques del sábado 18 de febrero recaen sobre una organización comandada por José Antonio Márquez Morales, alias el Caracas, un exoficial de la Policía Nacional Bolivariana. Pero este no es el único líder criminal dedicado a la extorsión en esa urbe. En estos casos también ha surgido nuevamente el nombre de Guillermo Rafael Boscán, el Yiyi, y del sargento expulsado de la Guardia Nacional Bolivariana, Erick Alberto Parra, apodado Yeico Masacre.

Además, otras nueve estructuras entrarían en la competencia por el control de los territorios de Maracaibo y otros municipios zulianos. Está claro, entonces, que la realidad excede en mucho a lo que se pueda lograr mediante la investigación puntual de los ataques reportados el sábado.

Breves

  • El ministerio de la Defensa emitió una circular con un conjunto de lineamientos para “minimizar los egresos”. Este documento fue distribuido recientemente entre las unidades de la Fuerza Armada Nacional, con el propósito de que sus principales exponentes emitieran las recomendaciones que impidan lo que ya es inocultable: las solicitudes de baja en las tropas y en la oficialidad amenazan con impedir que la institución castrense lleve a cabo un mínimo de sus funciones. En la FANB siguen echándole la culpa de esto a la “guerra económica”, pero nada se menciona sobre la alineación de sus filas con el partido de gobierno, y la prevalencia del criterio de lealtad a la cúpula política sobre los méritos profesionales a la hora de otorgar los ascensos, en especial los que determinan quiénes ocuparan las posiciones de mando. La FANB es hoy en día una de las instituciones más rechazadas del país, y de las que inspiran menos confianza. La última encuesta de More Consulting, presentada en febrero, revela que el 49,2 % de la población tiene mucha desconfianza en la entidad castrense. Solo la superan el gobierno de Nicolás Maduro (del cual ella forma parte), el Partido Socialista Unido de Venezuela y los partidos políticos de oposición, en ese orden. Por lo tanto, las cuñas televisivas en las que el ministro Vladimir Padrino exhorta a la población a enrolarse tendrán escaso impacto.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Crímenes sin Castigo | Asaltos legales
Las expropiaciones, decomisos de facto, se convirtieron en una fuente de riquezas para algunos funcionarios, con pérdidas para las que no hay remedio ni justicia

 

@javiermayorca

El 8 de agosto de 2008, una comisión de la Guardia Nacional se presentó de improviso en los galpones de una empresa ubicada en la zona industrial El Nepe de Guacara. Los militares portaban un oficio de la Fiscalía, emitido un mes atrás, que ordenaba una minuciosa revisión a los inventarios de sustancias químicas almacenadas por la compañía Marivelca.

Esta empresa fue registrada en Carabobo en mayo de 2003 por Carmina Rita Comparelli, gerente general. Tenía como jefe de operaciones a Freddy Ernesto López Comparelli, mientras que Julio César Delgado Comparelli y Loryelena Delgado Comparelli figuraban como accionistas. Podría decirse entonces que era un emprendimiento familiar.

El principal contratista de Marivelca era Pequiven. Los Comparelli se preciaban de señalar que formaba parte “especializada y certificada de la red de distribución” de la filial de Petróleos de Venezuela en lo que respecta al ácido clorhídrico, un compuesto químico controlado porque se trata de un precursor para la fabricación de cocaína. Igualmente, almacenaba y trasladaba otras sustancias que también requerían un permiso especial de Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas.

El Ministerio Público y los guardias de Antidrogas habían dado con el nombre de esta sociedad en el curso de una pesquisa previa, sobre las actividades de una empresa similar asentada en el estado Zulia, Suplidora del Caribe (Suca).

Los militares dictaminaron que Marivelca guardaba más sustancias controladas que las autorizadas desde el año anterior por la policía judicial. No solo el ácido clorhídrico, sino también acetona, tolueno, amoníaco disuelto y otras.

De nada valieron los argumentos esgrimidos por los Comparelli, en el sentido de que parte de esas sustancias no les pertenecían, sino que eran guardadas allí como un servicio para Suca. Y que otras las tenían como inventario, para responder con rapidez a las exigencias de la petroquímica venezolana. Eventualmente, incluso, se entregó un informe de auditoría de Pequiven, que descartaba la presencia de cantidades excesivas de estas sustancias.

Pasaron más de dos años de dimes y diretes, hasta que en noviembre de 2010 las instalaciones de Marivelca en Carabobo fueron confiscadas por la Oficina Nacional Antidrogas. Tres meses después, ordenaban las capturas de Freddy López Comparelli y Loryelena Delgado Comparelli por el supuesto delito de almacenamiento ilícito de sustancias controladas. También quedaron en poder del régimen los activos de Trans Benz, la firma dedicada al transporte de estas sustancias, propiedad de la misma familia.

Doce años después, este caso todavía era ventilado, aunque en una corte de Florida.

En 2014, los representantes de Marivelca demandaron en Miami al gobierno venezolano, argumentando posibles violaciones a los principios de derecho internacional.

Era una forma de tomar la iniciativa. Durante tres años, López y Delgado Comparelli tuvieron que cuidarse de que algún gobierno amigo del régimen venezolano los aprehendiera. En Costa Rica, pasaron momentos difíciles, hasta que un juzgado negó la solicitud de extradición hecha desde Caracas, en 2012. El abogado de López en el país centroamericano, José Miguel Villalobos, afirmó entonces que el propósito de las acciones emprendidas por los órganos venezolanos era solamente “expropiar la empresa”. Lo mismo ocurrió con Suca, la firma zuliana.

Según la demanda civil ventilada en Miami, los bienes de las compañías carabobeñas fueron entregados a IPSL, una subsidiaria de Pequiven registrada en las Islas Vírgenes que opera en el exterior como su “agente de ventas” de la filial de Pdvsa.

Las irregularidades de este proceso, afirmaron los demandantes, comenzaron en el propio momento en que se practicó un allanamiento disfrazado de visita de inspección.

“Esa es una forma de usurpar propiedades para beneficio de enchufados”, sentenció el expresidente de la Comisión Nacional contra el Uso Ilícito de Drogas, Carlos Tablante.

“Tiran unos allanamientos para extorsionar. Luego, se quedan con las cosas. Es todo un sistema de extorsión que va contra el derecho a la propiedad”, añadió.

Los afectados no han sido solamente las industrias y sus dueños. En la medida en que se agudizaba la conflictividad política, estos procedimientos se hacían más frecuentes, y afectaban a personas que no disponían de grandes riquezas, pero que eran vistas como críticas al Gobierno.

“Después que me liberaron del Sebin, salí a mi apartamento. Cuando entré, encontré a un general que estaba viviendo allí”, relató un abogado que fue detenido por una presunta extorsión en Caracas, y que formó parte del equipo del exalcalde metropolitano Antonio Ledezma. Durante el tiempo que permaneció tras las rejas, este litigante nunca fue formalmente acusado.

En el caso de Suca, los abogados denunciaron ante el tribunal de la causa el “oprobioso disfrute” de los bienes incautados “por parte de los funcionarios encargados del cuido de los objetos personales”.

La ley en picado

El deterioro del Poder Judicial en Venezuela no es algo nuevo. Los casos referidos se gestaron en la era de Hugo Chávez. Y durante los años de Maduro la justicia en el país ha continuado en picado. Esta es, por cierto, una de las mayores fuentes de inseguridad para los posibles inversores extranjeros, a los que intenta seducir el actual gobernante.

Venezuela figura en el puesto 136 en el índice promedio de imperio de la ley (rule of law), que abarca a 140 naciones. Estas evaluaciones son hechas con base en numerosos indicadores relacionados con la legalidad, transparencia, contención al Ejecutivo, orden y seguridad, aplicación de la justicia en el fuero civil y el penal, entre otros. En lo que respecta al capítulo referido a la justicia penal, el país aparece en el último lugar.

En un contexto como ese, resulta lógico que los ciudadanos intenten buscar en el exterior la justicia que no pudieron encontrar en el país.

Pero este deseo a menudo choca contra las realidades.

Según el abogado José Ignacio Hernández, los Comparelli por lo menos “merecían una compensación”, que les permitiera resarcir los daños ocasionados por “una expropiación no pactada”.

“El origen de este juicio (en EE. UU.) fue una expropiación y una posible persecución por vía de tribunales”, explicó.

Hernández es un profesor de Derecho Administrativo e investigador del Centro para el Desarrollo Internacional de Harvard. Fue procurador designado por el Interinato de Juan Guaidó. En esa función, hizo un seguimiento a este y otros casos en los que aparece señalada la República de Venezuela.

En este caso, sin embargo, no hubo un final feliz. Además de haber perdido el capital y los bienes que tenían en Carabobo, el juzgado de Miami declaró sin lugar la demanda, por considerarla un asunto que debía dirimirse en los juzgados del país.

La sentencia, emitida el 3 de febrero por la juez Kathleen Williams, puede ser vista también como un resultado de los nuevos aires que imperan en la relación entre Washington y Maduro. La magistrada no solo desechó los argumentos de los demandantes. También se permitió observar que “no está claro para esta fecha si los EEUU aún reconocen a Guaidó como presidente interino de Venezuela”.

Este caso Comparelli, entonces, podría marcar un hito. Según Hernández, el gobierno de Joseph Biden deberá establecer con claridad quién es reconocido como jefe del Estado venezolano. Mientras tanto, prevalecerá la incertidumbre en lo que respecta a numerosos litigios en los que el gobierno venezolano figura como parte demandada.

Breves

  • El ataque perpetrado el domingo a las 11 p. m. contra una unidad de la Policía Nacional en el sector Colinas de Bucaral de Tejerías tiene algunos detalles que resultan de interés. En primer lugar, según la información consignada en minuta por el inspector Duglin Herrera, el grupo de uniformados atacado en primera instancia procedía de Nueva Esparta. Usaban la unidad 3P044 adscrita al centro de coordinación Luisa Cáceres de Arismendi, de Margarita. A estos funcionarios les ordenaron instalar un “punto de atención ciudadana” (PAC) en un área de alta peligrosidad, donde se han registrado cinco ataques a puestos o funcionarios activos de cuerpos de seguridad desde 2022. Algunos de estos incidentes han sido solo hostigamientos, disparos efectuados desde la lejanía, con el propósito evidente de amedrentar a los agentes. Otros casos, como este y el reportado el 25 de enero, han ido más allá. Por ende, el emplazamiento de funcionarios un domingo a altas horas de la noche resultaba una medida demasiado audaz. Los audios divulgados con posterioridad confirman que el principal sospechoso de estas acciones es el grupo de Carlos Enrique Gómez Rodríguez, alias Conejo.
  • Febrero es quizá el mes en que tradicionalmente arrecian los esfuerzos por mantener la politización de la Fuerza Armada. De hecho, cuarteles adentro el ministerio de la Defensa adelanta una serie de eventos como parte de un programa denominado Febrero Rebelde. El martes 7, por ejemplo, cien militares de la Guardia Nacional fueron llevados a un auditorio del Instituto de Altos Estudios del Pensamiento del Comandante Hugo Chávez para escuchar una perorata del teniente coronel retirado William Fariña, diputado y miembro de la Comisión de Formación del Partido Socialista Unido de Venezuela, en la que justificó –nuevamente– el intento de golpe de febrero de 1992. Por otra parte, en distintas unidades militares se han ejecutado reuniones para tratar de comprender las llamadas “7 líneas de trabajo” implantadas por Maduro en enero. En lo atinente a la FANB, queda claro el propósito de reactivar, en fase preelectoral, el debate en torno a la Guayana Esequiba.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Crímenes sin Castigo | Un cuerpo sin ley
¿Qué hay detrás del nuevo esquema de grados implantado en la Policía Nacional, al margen del estatuto que los regula?

 

@javiermayorca

El 18 de enero, el director de la Policía Nacional Bolivariana, mayor general de la Guardia Nacional Elio Estrada Paredes, envió una circular a todos los directores de línea, coordinadores y jefes de las regiones policiales para notificar sobre la implantación de una nueva escala de grados policiales.

De acuerdo con esta comunicación, a partir de esa fecha existen doce “rangos” para los funcionarios de la institución, distribuidos en cuatro niveles. El de abajo, llamado “operacional”, estará conformado por los oficiales, primeros oficiales y oficiales jefes. En el nivel “táctico” figuran los inspectores, primeros inspectores e inspectores jefes. Más arriba está el nivel “estratégico”, conformado por comisarios, primeros comisarios y comisarios jefes. Y en el tope, la llamada “alta directiva”, donde están los comisarios generales, comisarios mayores y comisarios superiores.

Según el jefe máximo de la PNB, esta directiva comenzó a ser de “estricto cumplimiento” a partir de la semana pasada. De hecho, Estrada ya se identifica con el grado de comisario superior. Otro que ya se dio por ascendido fue Miguel Domínguez, antiguo jefe de la Fuerza de Acciones Especiales, que ahora figura como jefe de la Dirección de Acciones Estratégicas y Tácticas (Daet), una superestructura que aglutina a ocho divisiones, sobre las que reposa buena parte de la proyección operativa de la PNB. Alias Miguelito ahora se identifica en sus redes como “comisario mayor”.

Este es, presumiblemente, uno de los resultados de un prolongado proceso de “reestructuración” del principal cuerpo armado civil del país. Este camino comenzó con un decreto emitido por Maduro en abril de 2021. Entre sus consideraciones iniciales, la orden presidencial establecía que la PNB debía “retomar el proyecto doctrinario original”, en un contexto que propenda a la “irrupción definitiva del nuevo Estado popular y revolucionario”.

La comisión fue presidida en su primera fase por la entonces ministra de Relaciones Interiores, almirante en jefe Carmen Meléndez. En agosto de 2021, fue reemplazada por el nuevo titular de la cartera, almirante en jefe Remigio Ceballos. Con estos vaivenes burocráticos, fue necesaria una prórroga al mandato del grupo reestructurador.

Los resultados comienzan a conocerse a cuentagotas, pues hasta el momento no se ha dado una explicación pública detallada sobre el nuevo orden que impera en la Policía Nacional. Es de presumirse, además, que tampoco lo han hecho puertas adentro. En unidades de ese cuerpo en la región policial Centroocidental, por ejemplo, todavía utilizan el esquema de grados vigente hasta la semana pasada.

En teoría, los cuerpos armados del Estado deben regirse por un principio de legalidad. Esta característica es la que permite a sus funcionarios erigirse posteriormente en aplicadores de las leyes (law enforcement). En el caso de la Policía Nacional, una de las normas que debería regir la conformación de su estructura y sus procedimientos es la Ley del Estatuto de la Función Policial. Un texto que ha tenido varias reformas.

La última de ellas, publicada en Gaceta Oficial en septiembre de 2021, elimina la mención a la nomenclatura de los grados policiales, y establece que ello será especificado en un reglamento. Pero hasta ahora el Ejecutivo no lo ha formalizado. Por lo tanto, rige el reglamento de febrero de 2017, con el viejo esquema de rangos policiales, que comienza con los oficiales y tiene en el tope a los comisionados agregados.

Para el coordinador de Acceso a la Justicia, Alí Daniels, la implantación de una nueva escala de grados en la Policía Nacional no puede hacerse a través de una circular emanada de la dirección.

“Esto tiene que hacerse mediante una ley, que además incorpore una equivalencia entre los grados anteriores y los nuevos grados”, advirtió.

Por otra parte, según Daniels, el general Estrada no puede abrogarse la función de aplicar la nueva nomenclatura, aún si -como lo indica la circular- lo hace por mandato del presidente Nicolás Maduro.

“La ley tiene que habilitarlo para eso. De lo contrario, hay una incompetencia manifiesta”, indicó.

Todo esto configura una situación en la que la Policía Nacional, señalada como modelo para los demás cuerpos preventivos del país, “se está deslegalizando”.

Daniels indicó que el nuevo esquema de grados podría beneficiar a algunos funcionarios, pero también desmejorará las condiciones de otros, que ya tienen un derecho adquirido en virtud de su trayectoria dentro de la institución. Afirmó que en un contexto de legalidad esta situación podría ser litigada en tribunales de lo contencioso administrativo.

Equivalencia con la FANB

La Policía Nacional nació como resultado de un largo debate. Dos hechos impulsaron a la sociedad venezolana a exigir un cambio radical en sus cuerpos de seguridad. El primero, la matanza de estudiantes en el sector Kennedy de Macarao (junio de 2005), y luego el secuestro y asesinato de los hermanos Faddoul Diab y del conductor que los llevaba a la escuela (febrero/abril de 2006). En ambos casos participaron activamente como perpetradores agentes de distintos organismos. Además, hubo intentos de las directivas policiales para encubrirlos. El Gobierno, que fue partícipe del deterioro de los cuerpos uniformados, tomó la iniciativa e instauró la Comisión para la Reforma Policial (Conarepol).

Pero este grupo, conformado esencialmente por académicos, emitió unas recomendaciones que se salían del guion militarista del oficialismo. Y logró que las trazas más gruesas fuesen plasmadas en la primera Ley Orgánica del Servicio de Policía y del Cuerpo de Policía Nacional. Pero Chávez no podía aceptar que el principal cuerpo civil armado del país se rigiera por una institucionalidad apolítica. Y promovió por decreto una reforma de esta ley, solo para agregarle la palabra Bolivariana al final del nombre. A partir de allí, comenzó el deterioro.

Luego, un exintegrante de la Conarepol, Luis Gerardo Gabaldón, elaboró la primera versión del Estatuto de la Función Policial, que establecía normas y procedimientos para la actuación y el control, tanto de la PNB como de los demás cuerpos uniformados.

Pronto, el oficialismo comenzó a desvirtuar el trabajo de la Conarepol. En la actualidad, son pocas las policías que no estén dirigidas por militares. La propia PNB solo ha tenido un director civil en toda su historia. Este es un ejemplo de cómo las recomendaciones de este grupo fueron lanzadas al cesto, en forma progresiva.

“La Conarepol fue un trabajo perdido”, sentenció el comisionado Daniel Urpín, quien hasta 2021 fue un importante miembro de la Inspectoría de la Policía Nacional.

Urpín fue procesado y expulsado de esa organización porque supuestamente divulgó datos confidenciales a través de un chat de WhatsApp.

En su criterio, la nueva escala de grados de ese cuerpo fue elaborada principalmente por militares, para militares. Recordó que, cuando él pertenecía a las filas de la PNB, el primero en plantearlo fue el subdirector, coronel Rubén Santiago, quien todavía se desempeña en ese cargo.

Explicó que el propósito fundamental de las nuevas jerarquías es establecer cierta equivalencia con las que hay en la Fuerza Armada Nacional, donde la actual escala de la oficialidad tiene diez grados, desde el teniente al general en jefe.

Urpín indicó que los militares han copado puestos directivos en la PNB. No solo son las posiciones más elevadas. También hay capitanes como jefes de divisiones.

“En la PNB ya se habían distorsionado las jerarquías, porque había funcionarios con el grado de comisionado jefe que tan solo tenían veinte años de servicio. Entonces, que pongan a un general en ese mismo grado es imposible”, explicó.

Pero este es solo un aspecto del deterioro institucional de la PNB. Los estándares fijados por el Consejo Nacional de Policía rara vez son cumplidos. Las “baquías” o normas instauradas en alguna oportunidad por esa instancia son letra muerta. Desde las referidas al equipamiento básico del agente hasta las relativas al traslado de los detenidos. Eso, indicó Urpín, genera un desorden que desvirtúa lo que en su momento se llamó el “nuevo modelo policial”. 

Breves

  • “La salida a todo esto es política y electoral, pero no militar”. En estos términos se expresó el mayor general retirado Miguel Rodríguez Torres cuando fue presentado ante un juzgado militar, en marzo de 2018. En aquel entonces, el oficial del Ejército fue imputado por supuestos delitos de espionaje, instigación al motín e instigación a la rebelión. Los cargos fueron formulados por los primeros tenientes Elber Montero, Keyla Ríos y María Marcelina Martínez, en un juzgado castrense de Caracas a cargo de la mayor Claudia Carolina Pérez de Mogollón. La pesquisa contra Rodríguez Torres fue dirigida por el coronel Rafael Franco Quintero, a la sazón jefe de investigaciones Penales y Criminalísticas de la Dirección de Contrainteligencia Militar. Vale la pena recordar lo declarado en esa oportunidad por el exdirector de la policía política y exministro de Relaciones Interiores. Con respecto a las imputaciones por un supuesto espionaje, responsabilizó directamente a María Iris Varela y al actual ministro de Petróleo Tareck el Aissami. “Eso fue un plagio de internet”, sentenció. Esta era una señal más de las disputas por el control interno del oficialismo. Dijo, además, que como conocía a jerarcas como Diosdado Cabello y Vladimir Padrino, “cuando he salido al exterior les notifico”. Rodríguez Torres afirmó en su defensa que, debido a su condición de oficial retirado, y al saberse vigilado permanentemente, “he evitado hasta hablar y saludar a oficiales activos, para no causar problemas a nadie”. Los mensajes atribuidos al movimiento de Rodríguez Torres, según las actas del juicio, igual llegaron a los teléfonos de la oficialidad a través de un teniente adscrito a la unidad de Policía Militar con sede en Fuerte Tiuna, desde finales de 2017. Cinco años después, quien fuera uno de los personajes más relevantes del régimen de Maduro (en sus primeros años) fue excarcelado y desterrado a España en un procedimiento exprés. Se trata, además, del primer oficial al que aplican esta receta.
  • Algunos documentos de investigación ligaban al exministro del Interior, Miguel Rodríguez Torres, con el movimiento encabezado por el teniente coronel del Ejército Igbert Marín Chaparro, quien a principios de 2018 comandaba el batallón de caballería motorizada Ayala de Fuerte Tiuna. Alias RodTor era señalado como un consejero o mentor de Marín y otros comandantes del Ejército, aunque no formaba parte integral de la presunta conjura. El nexo entre los miembros de la promoción “coronel Miguel Vásquez” y el general se habría forjado cuando algunos de los integrantes fueron oficiales de planta de la Academia Militar en tiempos en que Rodríguez Torres fue su director. Pero esto es apenas una presunción, que tiene además algún refuerzo en el tradicional cruce de llamadas y mensajes telefónicos, receta habitual de la Dgcim. Según la narrativa de este despacho, los líderes del llamado Movimiento de Transición de la Dignidad del Pueblo, todos ellos militares activos, habían grabado un video “llamando a la desobediencia de los integrantes de la FANB”. Las imágenes serían divulgadas una vez tomadas las instalaciones de Venezolana de Televisión. Pero este manifiesto nunca fue dado a conocer. Esta investigación también fue dirigida por el coronel Franco Quintero (hoy general de brigada, director de Seguridad del aeropuerto de Maiquetía). En los días previos a la salida de RodTor a España, Marín Chaparro protagonizó una huelga de hambre en su celda de la Dgcim-Boleíta.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Crímenes sin Castigo | Criminalidad en Venezuela 2022 (II/II): El retorno de las megabandas
Las grandes bandas criminales están reagrupándose, con individuos desplazados de otros lugares del país, y otros que regresan del exterior, con conocimientos y conexiones internacionales

 

@javiermayorca

En la madrugada del 10 de enero, seis hombres que portaban armas largas y cortas sometieron a dos funcionarios policiales y a uno de la Guardia Nacional, que custodiaban un comedor del sector Las Rosas, en Las Tejerías.

Los asaltantes no se llevaron nada de la comida almacenada en el lugar. En cambio, cargaron con las pistolas reglamentarias de los funcionarios policiales (Beretta PX 4 Storm, calibre 9 milímetros), los chalecos antibalas, las gorras y las botas.

Aunque la minuta correspondiente al caso no identifica a los perpetradores, es bien conocido que Las Tejerías es un territorio dominado por la banda liderada por Carlos Enrique Gómez Rodríguez, alias Conejo. Este grupo no solo es conocido por haber ejecutado varios ataques a puestos policiales en ese sector. En febrero de 2022, fue uno de los objetivos de la operación Gran Cacique Guaicaipuro II, toda vez que el hombre más buscado del momento, Carlos Luis Revette, alias Koki, presumiblemente se ocultaba en su feudo.

Koki murió en esa oportunidad. Pero Conejo salió ileso. Luego de un tiempo en bajo perfil, estaría nuevamente en sus andanzas.

El caso de la banda de Gómez Rodríguez sirve para explicar una tendencia general, que ya se vio de forma incipiente en 2021, y que con toda probabilidad marcará una pauta en el año que comienza.

Las megabandas están reagrupándose

Esto no solo sucede en Caracas, donde los líderes de estas estructuras, Carlos Calderón y Garbis Ochoa (Cota 905) así como Wilexys Acevedo (José Félix Ribas) han sido señalados por diversos delitos, incluido terrorismo. Desde Zulia a Sucre, pasando por Bolívar, Guárico, Apure, Táchira y Aragua, la presencia de las megabandas se hace sentir cada vez con mayor fuerza.

En Zulia, los esfuerzos de Cicpc y el Conas de la Guardia Nacional han sido insuficientes para detener la ola de extorsiones. Uno de cada tres casos reportados en todo el país ocurre en ese estado. Yeico Masacre ahora dice tener un grupo armado. El Caracas es otro. Y los informes policiales indican que hay, por lo menos, otras seis grandes organizaciones.

En Sucre operan avanzadas de bandas de otros lugares como el Tren del Llano y el grupo de alias Zacarías, cuya base está en Tumeremo, que buscan una salida hacia el Caribe oriental. También hay otras cuatro bandas locales que se posicionan hacia Rio Caribe y el Golfo de Paria. En esos lugares opera una organización señalada de robos con privación de libertad, en los que las víctimas han sido atraídas mediante ofertas divulgadas por Facebook Marketplace, tal y como sucede en el centro del país.

En estos procesos de reagrupamiento participan elementos desplazados de otros estados, así como de naciones suramericanas. En esta nueva etapa, entonces, las megabandas nutrirán sus filas con individuos que han regresado de la diáspora, y traerán conocimientos y conexiones con organizaciones similares en los lugares donde permanecieron los últimos años.

En Chile y Perú han optado por expulsar a los venezolanos que sean detectados cometiendo alguna infracción o delito menor. En un caso reciente de secuestro, ocurrido en Zulia, los familiares de la víctima recibían llamadas desde una línea registrada en Colombia. Pero la víctima siempre estuvo en ese estado fronterizo.

Marcola y Niño Guerrero

Estos procesos de reagrupamientos y alianzas criminales no son exclusivos de Venezuela. Tampoco se dan de la noche a la mañana. Las pandillas centroamericanas, denominadas maras, engrosaron sus filas con individuos que emigraron a la costa oeste de Estados Unidos, huyendo del conflicto armado de los años ochenta del siglo pasado. Luego de pagar condenas en California, Nuevo México y otros estados, regresaron a sus lugares de origen, y establecieron verdaderas estructuras de delito organizado transnacional. Eventualmente, las maras fueron declaradas amenaza a la seguridad nacional estadounidense.

Algo similar comenzaremos a ver en el país. La prensa brasileña, por ejemplo, ya ha señalado la existencia de una alianza entre una de las principales mafias, el Primer Comando de la Capital (PCC) y el Tren de Aragua. Ambas organizaciones tienen un importante factor en común: que sus liderazgos están en prisión. Lo que no les impide continuar fortaleciéndose. Allá, Marcos Williams Herbas Camacho, Marcola, y de este lado Héctor Guerrero Flores, Niño Guerrero.

¿Adiós a la selectividad?

En 2022 hubo un interés en el Ejecutivo por mantener cierta selectividad en cuanto al uso de la fuerza letal.

Las cifras conocidas extraoficialmente revelan una disminución de los muertos por “intervención legal” a lo largo de todo el año, con respecto a los años anteriores. Fueron en total 1113 fallecidos. Sin embargo, este número sigue siendo muy elevado si se compara con los de otros países. En EE. UU., donde hay 335 millones de habitantes, hubo 1061 muertes por policías.

El régimen ha mitigado la mortandad al sentirse objeto de vigilancia internacional. Las cifras de fallecidos en casos de resistencia a la autoridad comenzaron a bajar luego del primer informe de la Comisión de Determinación de los Hechos de la ONU, lo que llegó en forma casi simultánea al anuncio de la Corte Penal Internacional sobre la continuación de las averiguaciones en el caso Venezuela 1.

Pero este efecto podría diluirse. Al aproximarse el período electoral, la preocupación por los embates de la delincuencia vuelve a subir en la población. Un sondeo de Consultores 21 presentado en noviembre indicaba que cuatro de cada diez personas fueron victimizadas por delincuentes. Un porcentaje extremadamente elevado, que podría transformarse en un motivo adicional de rechazo a la gestión de Maduro.

Frente a esto, es poco lo que el Ejecutivo puede ofrecer, más allá de las soluciones ya vistas, que podríamos resumir con la frase “matar primero, averiguar después”. Y estas muertes se presentarán como logros por la policía, en especial si se trata de casos de resonancia. Como sucedió a principios de año con el asalto y agresión a la cantante Rummy Olivo.

Breves

  • El 20 de diciembre, la prensa independiente del país comenzó a informar sobre la desaparición de 21 venezolanos, mientras navegaban entre San Andrés (Colombia) a la Isla de Maíz (Nicaragua), con el aparente propósito de llegar a Estados Unidos. La información suministrada inicialmente por la Organización Nacional de Salvamento (Onsa) indicaba que estos venezolanos y dos colombianos habían zarpado el 17 de diciembre para recorrer el trayecto de 150 kilómetros. El 29 de diciembre, la delegación Maracaibo de la policía judicial recibió la denuncia formal sobre la desaparición de cinco personas, que posiblemente iban en esa lancha: Sabrina de los Ángeles Padilla Rojas, de 15 años de edad; Arón Jesús Portillo Rojas, de 10 años; Elibeth Juliana Padilla Rincón, de 32 años; Nelsimar Carmelita Rojas García, de 35 años, y Sofía Valentina García Padilla, de un año de edad. Los deudos de estas personas aportaron detalles sobre la estructura que opera en Venezuela para captar a quienes quieren emigrar a territorio norteamericano. En primer lugar, los pasajeros pagaron un “paquete viajero” por dos mil dólares a un grupo de sujetos caracterizados como “coyotes”, cuya existencia fue advertida en una entrega de este mismo espacio el pasado mes de agosto. El 7 de diciembre comenzó la travesía. Los migrantes salieron de la capital zuliana en un Chrysler Neón verde, conducido por un sujeto de apellido León, que llevaba de copiloto a alias Zurdo. En Maicao fueron recibidos por otro chofer de apellido Villegas, quien los llevó a Medellín. A él transfirieron el equivalente a 2600 dólares, a través de una cuenta de Bancolombia. Con esta plata compró los boletos aéreos para San Andrés. El 10 de diciembre, indica la información manejada por Cicpc, llegaron a la isla en el Caribe colombiano. Durante una semana, el anfitrión, que decía llamarse Enzo, les impartió charlas de supervivencia en navegación. De nada sirvió. La comunicación con los familiares se perdió el propio día del zarpe. Después, pescadores nicaragüenses encontraron pertenencias de los migrantes, así como el casco de la lancha. Los cadáveres no han sido recuperados.
  • Mucha confusión se ha generado con la inminente exigencia de la denominada “certificación de saberes” para conductores. Todo surge de una “norma” implantada por el Instituto Nacional de Transporte Terrestre en una Gaceta Oficial publicada el 1 de marzo de 2021. Allí se indica que este nuevo requisito será exigido a los profesionales del volante a partir del 1 de marzo de 2023. En principio, entonces, no se trataba de una decisión aplicable a todos los conductores, sino solo a quienes ejercen un manejo profesional. Ahora, el propio INTT publica un aviso en el que dicha certificación también será exigida a quienes tramiten la licencia por primera vez, independientemente del uso que den a este permiso. Por otra parte, hay ciertos costos asociados a la obtención de esta certificación de saberes. Hay que aprobar un curso en una escuela autorizada para impartirlos. Una lista suministrada por el propio organismo indica que en todo el país solo hay 36 “escuelas de transporte autorizadas”. En Libertador hay tres, y otras nueve en Miranda. Muchas de ellas, como la del Sitssa y el Metro, pertenecen al propio Gobierno. Ninguna de ellas imparte cursos para licencia de segundo grado, requerida para manejo de motocicletas. En una “autoescuela” con sedes en Libertador y Chacao informaron que el curso cuesta 130 dólares y dura cuatro días. Cada día consta de una sesión de hora y media. “Luego, si se aprueba, notificamos al INTT y ellos emiten la certificación por correo electrónico”, informó una empleada. Además, hay que pagar a Tránsito Terrestre el costo asociado a la tramitación del documento. Todo esto configura una situación en la que los conductores, tanto principiantes como profesionales, desde los taxistas hasta los camioneros, se verán sometidos a enormes presiones a partir del 1 de marzo, en especial por los funcionarios que comenzarán a exigir el cumplimiento de este requisito. Desde luego, el riesgo de abusos, extorsiones y concusiones estará a la vuelta de la esquina.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Crímenes sin Castigo | Criminalidad en Venezuela 2022 (I/II): después de la peste
Los intentos de normalización de la actividad económica han ocasionado un aumento general de los delitos, especialmente en las grandes ciudades del país

 

@javiermayorca

En el primer trabajo publicado el año pasado en este mismo espacio, se advertía que en 2022 iba a repuntar la criminalidad violenta con respecto a lo registrado en el país durante la pandemia por el Covid-19.

Doce meses después, esta afirmación parece casi una obviedad. Solo los burócratas de distintos pelajes se atreven a afirmar contra toda evidencia que el delito ha disminuido. Basta con asomarse a las calles del país para percatarse de la mayor frecuencia de los robos, lo que acarrea mayores probabilidades de lesiones y, por supuesto, homicidios.

Era lógico que esto sucediera. Con la llegada de la postpandemia, y la eliminación de las cuarentenas, se facilitó la circulación de personas, en especial en Distrito Capital, Miranda y grandes ciudades como Barcelona, Maracay, Valencia, Barquisimeto y Maracaibo. Esto alimenta la percepción de cierta recuperación económica, y genera las condiciones tanto objetivas como subjetivas para la multiplicación de los delitos.

Estos párrafos sirven de introducción para el análisis que se propone sobre el comportamiento de la criminalidad en el país durante el año 2021.

Más personas afectadas por el delito

En 2022 la criminalidad en general tuvo importantes incrementos. Las manifestaciones violentas aumentaron en más de 18,3 % con respecto al año precedente. Esto engloba a los homicidios, las lesiones personales, los robos genéricos y de vehículos, las violaciones sexuales y los secuestros. Aunque los homicidios muestran una leve disminución hasta noviembre, las lesiones personales han tenido un aumento considerable (+33 %). Muchas de estas víctimas quedaron gravemente afectadas, y lamentablemente podrían engrosar el número de fatalidades.

De la misma forma, las denuncias sobre robos genéricos y de vehículos se elevaron en más de 18 %.

En materia de secuestros, hay una merma de 20 % en la cifra de casos conocidos y procesados. Pero este dato debe ser visto con cautela. Hay evidencia de un interés deliberado por no consignar en la estadística algunos casos.

En cuanto a la criminalidad no violenta, el incremento ha sido más acentuado. Las cifras de hurtos genéricos y de vehículos tienen una diferencia de +28 % con relación a lo reportado en 2021. Los principales afectados en cuanto al monto de las pérdidas han sido los comercios privados, especialmente las ventas al detal, las oficinas y las dependencias del Estado, donde el denominado “hurto hormiga” ha adquirido las dimensiones de un saqueo.

Criminalidad con horario extendido

El delito en general, y en especial el violento, va a la zaga de la actividad económica. Las cuarentenas implantadas durante la pandemia por el covid-19 llevaron los delitos a una zona gris, donde era muy complicado establecer alguna tendencia en cuanto a las horas de ocurrencia. Lo poco que se conocía hacía suponer que el mayor riesgo se presentaba alrededor de las 9 a. m.

Los primeros cambios se verificaron cuando fueron extendidas las jornadas de atención en los bancos y entidades públicas. Entonces, las horas de los delitos tuvieron dos “picos”: entre 7 a. m. y 9 a. m., y luego alrededor de las 3 p. m.

Ahora, los delitos (sobre todo los violentos) aumentan su frecuencia en las primeras horas de la mañana; luego bajan un poco y vuelven a subir al mediodía, para descender nuevamente y elevarse entre las 4 p. m. y las 6 p. m. En las ciudades intermedias y pequeñas prevalece el delito mañanero. Esta dinámica tiende a parecerse a la que se veía en el país hasta 2017.

Golpes a objetivos “blandos”

En el primer trabajo de este año, se advirtió que los delincuentes habían diversificado sus objetivos. Además de las divisas y los metales preciosos, el bolívar había adquirido cierto atractivo. La lógica llevaba a concluir que los bancos y transportes de valores podían ser presa de la delincuencia.

Este escenario no se concretó, probablemente porque las entidades financieras y los vehículos blindados son vistos por el hampa como objetivos “duros”, altamente resguardados. Además, se han percatado de la posibilidad de obtener ganancias elevadas con bajos niveles de riesgo. Por ejemplo, en Apure y Barinas están al acecho de los obreros que trasladan las remesas con las ganancias de las ventas del ganado y los lácteos. El 22 de diciembre, por ejemplo, interceptaron a un hombre de 64 años de edad en la vía a Achaguas (Apure) cuando trasladaba más de 10.000 dólares en efectivo. Buena parte de ese dinero proveniente de una venta de quesos.

En los centros urbanos, alrededor del 20 % de los asaltos reportados ocurre en viviendas, donde el objetivo más codiciado es la moneda extranjera.

Expansión internacional de las bandas

2022 fue el año de la presencia internacional de las bandas venezolanas. Desde luego, este no es un proceso que pueda desarrollarse en tan solo doce meses. Hay evidencias de que organizaciones criminales surgidas en el país, especialmente las de Zulia, pusieron un pie en Colombia en 2021 e incluso antes de la pandemia, aprovechando las oleadas de ciudadanos que huían de la emergencia humanitaria compleja.

Sin embargo, en 2022 hemos visto cómo las autoridades de los distintos países, desde Chile hasta México, han reaccionado ante la presencia de criminales venezolanos. En edición anterior, se hizo una referencia a la organización surgida en la Cota 905, que ha logrado enviar a integrantes a Colombia e incluso España. Ahora, toca mencionar a la que quizá sea la megabanda venezolana más extendida, el Tren de Aragua.

El 25 de noviembre, la fiscalía general de Colombia emitió un comunicado en el que caracterizó al Tren de Aragua como “un grupo armado organizado transnacional de origen venezolano que se dedica al tráfico de personas, explotación sexual, narcotráfico, extorsión, secuestro y homicidio, entre otros delitos”.

De acuerdo con ese despacho, la megabanda tiene presencia en Brasil, Colombia, Ecuador y Perú, además de su país de origen. Curiosamente, no se mencionó a Chile, cuyas autoridades adelantan pesquisas contra el mismo grupo, por tráfico de personas y de drogas. Entonces, se habla de una estructura ilegal con presencia en por lo menos seis naciones.

La declaración del Ministerio Público neogranadino fue emitida a propósito de la detención de dos supuestos integrantes de la organización en Nariño: Richard Yonjairo Reañez Cerven, alias JJ, y Orlandys Daniela Sánchez Gómez, alias La Mona, señalados de extorsionar a los propietarios de locales nocturnos, mediante la transmisión de amenazas videograbadas. Los colombianos han avanzado en la comprensión del proceso que permitió el desplazamiento de integrantes de este grupo desde Venezuela a localidades de por lo menos cinco departamentos colombianos. Un reporte de la cadena Cablenoticias, basado en fuentes policiales, indicó que muchos de estos individuos salieron de las prisiones venezolanas gracias a los beneficios de la llamada “revolución judicial”, decretada por Maduro en junio de 2021, e inmediatamente abandonaron el país, para juntarse con individuos que participaron en avanzadas previas de la misma banda.

Cabe destacar que la ola de asesinatos en la capital neogranadina, atribuida al Tren de Aragua, comenzó en octubre del año pasado. Tres meses antes, en agosto, una masacre de cuatro personas en Pueblo Nuevo (Norte de Santander), puso en alerta a las autoridades. Por este caso, fueron emitidas órdenes internacionales de búsqueda y captura contra Jhoswar Saúl Hernández Sanabria, alias La S, y Luis Felipe Colmenares Mojica, Pipe, quienes todavía están en libertad.

El Tren de Aragua dará mucho de qué hablar. Llama la atención que el régimen de Maduro se mantenga de brazos cruzados ante las acciones de un grupo cuyo liderazgo opera desde una instalación supuestamente controlada por el Estado. Hasta ahora, las autoridades solo han emprendido tímidas operaciones de contención a los aliados del Tren, en Aragua y los Valles del Tuy.

Poco falta para que la organización comandada por Niño Guerrero sea detectada en EE. UU. Es solo cuestión de tiempo. En las oleadas de emigrantes que cruzaron el Darién este año probablemente hay integrantes de la banda, o individuos que quieren pertenecer a ella. Y el mercado estadounidense resulta demasiado apetecible, como para dejarlo abandonado.

Sobre este punto volveremos en nuestra próxima entrega, junto con otras consideraciones en cuanto a lo que podrá ser el comportamiento de la criminalidad en el país durante 2023.

Breves

  • El 22 de diciembre, el fiscal acusador en el caso por lavado de dinero contra Alex Saab, Kurt Lunkenheimer, consignó en la corte del Distrito Sur de Florida un listado de 39 evidencias que serían ventiladas durante la audiencia para discutir el supuesto estatus diplomático del empresario barranquillero. Además de las comparaciones de los pasaportes que Saab tenía al momento de su detención en Cabo Verde, emitidos por Colombia y Venezuela, están varias ediciones de la Gaceta Oficial y otros documentos. Hay, además, una declaración acordada entre los acusadores y los defensores en este caso, sobre la participación de Saab como informante de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), algo que ya ha sido tratado en ediciones anteriores. En esta oportunidad, se condensa el proceso en los siguientes términos: Saab se reunió seis veces con funcionarios de la agencia estadounidense, entre agosto de 2016 y abril de 2019. El 27 de junio de 2018, firmó un acuerdo de cooperación con ese despacho. A partir de entonces, fue una “fuente activa de aplicación de la ley”. En las oportunidades en que se reunió con los agentes, nunca invocó su presunto estatus diplomático, pero sí detallaba la forma como pagaba sobornos a funcionarios venezolanos, especialmente en abril de 2019. Las ganancias de estas negociaciones sumaron 12,6 millones de dólares. Fueron cuatro transferencias hechas por Saab a una “cuenta bancaria controlada por la DEA”. En la audiencia, el juez Robert Scola fue consistente con la línea mostrada por las instancias judiciales norteamericanas, y descartó las mociones para que fuese reconocido el supuesto estatus diplomático del comerciante colombiano. Básicamente, esa es una atribución del Poder Ejecutivo, no de los tribunales.
  • Mientras este juicio tiene su curso en EE. UU., en Venezuela corre un lapso de 60 días otorgado por la Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia para que el gobierno estadounidense formalice la solicitud de extradición de Leonard Glenn Francis. Este hombre, de 58 años de edad y conocido como Fat Leonard, fue capturado el 20 de septiembre por agentes de la policía judicial adscritos a Interpol, señalado por asociación ilícita para cometer un soborno, soborno y asociación ilícita para defraudar a EE. UU. La orden de captura internacional precisa que Francis supuestamente se apropió de 35 millones de dólares, mientras era presidente ejecutivo de Glenn Defense Marine, una empresa registrada en Singapur que ofrecía servicios de auxilio naviero por contrato con la Armada estadounidense en el océano Pacífico. Básicamente, la compañía suministraba artículos y servicios a los buques y submarinos militares cuando llegaban a los puertos asiáticos, y cobraba facturas con sobreprecios. Desde luego, en este caso participaban otros individuos de la misma empresa, así como integrantes de la Marina estadounidense. Cuando lo capturaron en Maiquetía, Francis se disponía a viajar a Margarita, y desde allí tomaría un vuelo a Moscú. El lapso para formalizar la petición de extradición finalizará la primera quincena de enero.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Crímenes sin Castigo | Agentes extranjeros
¿Cómo termina el dinero de Petróleos de Venezuela en las cuentas de procesados por la justicia estadounidense? Aquí la historia

 

@javiermayorca

En 2017, Petróleos de Venezuela (Pdvsa) contrató a un dudoso grupo para detener el deterioro de las relaciones con el gobierno de Donald Trump. A la vuelta de unos meses, el clima bilateral había empeorado aun más, y el dinero pagado por la estatal venezolana terminó en los bolsillos de individuos procesados por la justicia de ese país.

El nombre más importante de la lista es sin duda David Rivera, un excongresista de Florida por el partido Republicano. La primera semana de diciembre, este hombre de origen cubano fue apresado en Atlanta, luego de ser imputado por el incumplimiento de una ley estadounidense que obliga a registrar ante el Departamento de Justicia a todas las personas que intentan ejercer algún tipo de influencia en ese país, en nombre de agentes foráneos.

La detención de Rivera fue precedida por una sucesión de litigios civiles, en los que la estatal petrolera venezolana intentaba -al menos de manera formal- resarcir el daño ocasionado a sus arcas por lo que considera un incumplimiento del contrato firmado con Rivera durante la era Trump.

Estos juicios revelan que una parte importante del dinero entregado al exlegislador engrosó las cuentas de Raúl Gorrín Belisario, un empresario de medios venezolano íntimamente ligado al gobierno de Nicolás Maduro, que aparece como investigado en numerosos expedientes por lavado de dinero en EE. UU. En uno de ellos figuran en calidad de coacusados Claudia Patricia Díaz y Adrián Velásquez, quienes fueran la enfermera de cabecera y escolta de Hugo Chávez. Ambos fueron hallados culpables en una corte de Florida por el blanqueo de capitales procedentes de sobornos en el aprovechamiento del régimen de cambio diferencial que imperó en Venezuela desde 2003.

Además de Gorrín, varios millones de dólares fueron entregados a Hugo Perera, un hombre de origen cubano convicto por tráfico de drogas para el extinto cartel de Cali. Luego de purgar ocho años en una prisión estadounidense, Perera registró empresas dedicadas al desarrollo de proyectos inmobiliarios en Florida.

En Venezuela, Perera y otros fueron noticia a finales del siglo pasado, a propósito de una pesquisa del Comando Antidrogas de la Guardia Nacional, sobre una presunta legitimación de capitales a través del llamado Casino del Mar y del lujoso condominio The Hills. Ambas empresas de Margarita.

A Perera nunca lo detuvieron por esta investigación. Luego de los allanamientos de la GN, los promotores de The Hills se vieron involucrados en diversas demandas. Hoy en día, solo quedan ruinas en la hermosa colina de Pampatar donde alguna vez se mostraban las casas a los ricos y famosos de la época.

Registro de lobbystas

Los primeros indicios de lo sucedido fueron aportados en una demanda civil que intentó PDV USA contra una compañía de Rivera, Interamerican Consulting, el 13 de mayo de 2020, es decir, 34 meses después de la firma del contrato que, según la estatal venezolana, había sido incumplido.

Según el acuerdo laboral, Rivera recibiría cincuenta millones de dólares por sus gestiones para mejorar “la reputación y posición de largo plazo” de Pdvsa en EE. UU.

Los pagos se harían en seis fracciones a lo largo de los seis meses siguientes.

En esos días, Pdvsa era el foco de varios casos de corrupción, como los desfalcos de Roberto Rincón y Abraham Shiera. Además, se había determinado que esta empresa era “instrumental” en la consecución de diversos propósitos políticos, tanto adentro como afuera del país. Uno de ellos era el presunto financiamiento a movimientos subversivos, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

La administración Trump acentuaba sus decisiones en la estrategia conocida como “máxima presión”. Con ese objetivo, en la Organización de Estados Americanos (OEA) se promovía la aplicación de la Carta Democrática contra el régimen de Maduro.

De manera que el mejoramiento de la imagen de la estatal petrolera era, hasta cierto punto, beneficioso para la reputación general del gobierno venezolano.

En representación del PDV USA, el contrato fue firmado por su presidente Guillermo Blanco.

No está claro por qué Pdvsa contrató a un lobista que ni siquiera tenía autorización para ejercer este oficio en su país. Según la base de datos Statista, en Estados Unidos 11.555 personas tenían la licencia correspondiente en 2017. En 2021 la cifra había ascendido a 12.137. Con base en este universo, pudo hacerse una escogencia apropiada.

La estatal venezolana canceló quince millones de dólares: cinco millones con la firma del contrato, y otras dos fracciones por la misma cantidad, que cubrían sus obligaciones hasta finales de abril de 2017. Entonces, al ver que el grupo de Rivera no cumplía con su parte del trato, cesó los pagos.

Durante las averiguaciones posteriores, se determinó que Rivera solo retuvo dos millones de dólares. Lo demás se repartió entre Gorrín, Perera y Esther Nuhfer, descrita por el Miami Herald como una “operadora política” de Florida, que anteriormente había colectado fondos para las campañas de Rivera.

En su defensa, el excongresista afirmó que el dinero fue entregado para el financiamiento de las protestas lideradas por Juan Guaidó.

Pero, de acuerdo con registros tribunalicios, Nuhfer recibió los recursos a través de las cuentas de la compañía Communication Solutions. Gorrín, mediante la cuenta bancaria de Interglobal Yacht Management, se benefició con 3,75 millones de dólares. Perera hizo lo propio a través de las empresas de su propiedad, PG and Associates y Krome Agronomics, y obtuvo 4,85 millones.

Mientras se desarrollaba este reparto, en Caracas aumentaba la inconformidad por los servicios contratados. El grupo de Rivera, indica la demanda, solo entregó dos informes escuetos, que no especificaban detalles de las personas contactadas en Estados Unidos y las gestiones desplegadas en pro del gobierno de Maduro.

Es difícil indicar si Rivera y sus asociados pudieran haber logrado algo más. Durante los días en que se produjo la firma del contrato, Maduro se mostraba conciliador en cuanto al tema estadounidense. Era probable que las acciones de este lobby pudiesen estar detrás del acercamiento entre el oficialismo venezolano y el representante republicado por Texas Pete Sessions, para que este a su vez sirviera como mediador ante Exxon. Esta transnacional adelanta un litigio ante un tribunal de arbitraje por la expropiación de sus activos, decretada durante el gobierno de Chávez. Más allá de eso, no hay evidencia de ningún otro logro.

La acusación penal planteada contra Rivera también incluye como imputada a Nuhfer. El argumento en contra de ellos es el mismo invocado en 2007 para enjuiciar a los venezolanos Franklin Durán, Moisés Maiónica y Carlos Kauffmann, así como al uruguayo Rodolfo Wainseele, por intentar presionar al empresario Guido Antonini Wilson, en el famoso caso del maletín que llevaba 800.000 dólares. En ambos expedientes, los acusados omitieron la obligación de notificar su actividad, tal y como lo establece el Acta de Registro de Agentes Extranjeros.

El caso contra Rivera y Nuhfer, dado a conocer el 16 de noviembre, promete testigos de muy alto perfil.

Breves

  • El 1 de diciembre, la Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia aprobó la solicitud de extradición de la venezolana Anyeli Díaz da Silva, señalada de participar activamente en la organización que antaño comandó Carlos Luis Revette, alias Koki. Díaz se encuentra detenida en España, en atención a una notificación roja cursada a través de Interpol. En concreto, le imputan secuestro y extorsión agravados, obstrucción a la libertad de comercio, terrorismo y asociación para delinquir. La sentencia elaborada por el abogado Maikel Moreno contiene las reproducciones textuales de actas policiales, confusas y con pésima redacción. Aun así, confirma un dato clave para explicar cómo hizo la organización de la Cota 905 para prolongar sus actividades por tanto tiempo: en ella había –o hay– “integrantes policiales”, cuyas identidades no fueron reveladas en la sentencia. Otros informes sobre este grupo a los que se ha tenido acceso señalan la presunta participación de elementos de la Policía Nacional y de la Guardia Nacional Bolivariana, no como líderes sino más bien como aportadores de información. Este punto explicaría cómo hacían los seguidores de Revette para disponer de “alertas tempranas” en torno a los operativos de cuerpos de seguridad, así como también aprovisionarse de uniformes policiales y militares, y armas de guerra. De igual manera, se ha podido conocer extraoficialmente que otros integrantes de esta banda fueron localizados en Colombia. Las investigaciones han precisado que la estructura criminal –dirigida por Carlos Calderón y Garbis Ochoa, tras la muerte de Revette– cuenta con otras cuarenta y dos personas, plenamente identificadas. De ellas, siete son mujeres.
  • El exgobernador de Bolívar, general de división retirado Francisco Rangel Gómez, adelanta un litigio para que sea “revisada” y, en última instancia, revocada la decisión del gobierno de Canadá de incluirlo en la lista de sancionados. Este proceso judicial ha tenido varias incidencias. En agosto de 2020, la canciller canadiense (Chrystia Freeland) rechazó una solicitud expresa del oficial, quien había alegado una presunta violación a su derecho al debido proceso. El país norteamericano sancionó a Rangel Gómez en noviembre de 2017 por presuntos “actos significativos de corrupción” durante su participación en la administración pública, primero como presidente de la Corporación Venezolana de Guayana (2001-2004) y luego como mandatario regional (2004-2017). Esta medida precedió a una similar tomada por el Departamento del Tesoro de EE. UU. Una sentencia emitida en noviembre de 2021 indica que, para los canadienses, el exgobernador “fue responsable o cómplice en la aceptación de sobornos significativos a cambio de contratos gubernamentales, por la apropiación de bienes públicos para ganancia personal, por actos de corrupción relacionados con la extracción de recursos naturales y por transferir las ganancias de esa corrupción afuera de Venezuela”. Tales irregularidades, indicó el gobierno canadiense ante una consulta del propio Rangel, pudieron servir para financiar su reelección a la gobernación en 2008. El oficial argumentó en su defensa que, durante su gestión al frente de la gobernación, no se involucró en los programas del gobierno de Nicolás Maduro. Como si Venezuela fuese una auténtica república federal. También exigió a los canadienses mayor precisión en los señalamientos de irregularidades administrativas. Al finalizar su mandato en Bolívar, Rangel se mudó a México. Dijo que la sanción canadiense “ha dañado su reputación”, al tiempo que le ha impedido abrir cuentas bancarias, financiar su plan de atención médica y la adquisición de un vehículo. Los canadienses no han comprado estos argumentos, así como otros consignados por el exgobernador, quien asegura que ha respaldado «el retorno a la democracia en el país”. Rangel se vio obligado por orden tribunalicia a pagar 7000 dólares canadienses en costas procesales.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Crímenes sin Castigo | Populismo punitivo
En un intento por ganar aplausos, el fiscal designado por la extinta ANC planteó aumentar al máximo las penas para los culpables de abuso sexual a menores de edad. ¿Es esa la solución?

 

@javiermayorca

El 24 de noviembre, el fiscal designado por la extinta Asamblea Constituyente, Tarek William Saab, planteó una reforma legal a la que, en principio, parece difícil oponerse: incrementar hasta el máximo posible las penas para los culpables de abuso sexual contra niños y adolescentes.

Saab lanzó esta propuesta en la solemnidad de los actos por el aniversario de la institución, que él encabeza gracias a las carambolas que da la política venezolana. Es evidente el esfuerzo por ganar voluntades a su causa, y de paso hacer que se olvide su cuestionado origen. En esta oportunidad, aprovechando el estupor ocasionado en el país por la divulgación de un video, en el que un niño aparece sometido por un grupo de mujeres mayores, que no escuchaban su llanto y lo mantenían apisonado entre sus piernas.

Este grotesco episodio levantó sensibilidades en la opinión pública, que no pasaron inadvertidas por Saab. El funcionario, incluso, se permitió sugerir la posibilidad de establecer penas aun más prolongadas para casos como este, que rebasarían las tres décadas tras las rejas.

Un sector de la población, ávido de justicia, probablemente aplaudiría una reforma a la carta magna, para instituir la cadena perpetua e incluso la pena capital. Algo que sería necesario, de acogerse plenamente la iniciativa de Saab.

Esta discusión, por cierto, se plantea de forma cíclica, cuando nos enteramos de episodios como el del referido infante, en una vivienda de Barquisimeto.

Debido a la imposibilidad de ofrecer al país soluciones creativas y efectivas, el oficialismo ha caído repetidamente en la tentación de reformar leyes para implantar penas de prisión más prolongadas, en algunas oportunidades, y en otras elaborar textos para transformar en delitos conductas que anteriormente eran simples faltas.

Los ejemplos abundan. En el año 2000 entró en vigencia una ley especial sobre el robo y el hurto de vehículos, que fijaba penas de hasta dieciséis años de prisión para quienes acudieran a la violencia para apropiarse de autos, motos o camiones. Anteriormente, se aplicaba lo dispuesto en el viejo Código Penal. De manera que la sanción máxima posible se incrementó en 100 %.

Pero el robo y el hurto de vehículos no disminuyó. Por el contrario, se mantuvo en ascenso casi constante durante los catorce años siguientes. Los individuos dedicados a esta actividad tampoco se enteraron de que, a partir de 2005, tendrían lapsos de prisión todavía más largos, si se determinaba que formaban parte de una organización criminal. Solo la dramática merma del parque automotor, producto del derrumbe económico nacional, mitigó las cifras de vehículos apropiados por el hampa.

Otro ejemplo es el de las armas de fuego. Hasta hace poco tiempo, Venezuela figuró entre los tres países con las tasas de homicidios más elevadas del planeta. Esto sucedía en parte gracias al uso intensivo de revólveres, pistolas, escopetas, fusiles y granadas. Todo que sirviera para matar de forma rápida llegaba (y llega) sin problemas a las manos de los delincuentes, a pesar de que durante los últimos veintidós años hemos tenido tres legislaciones especiales en materia de armas y municiones.

Según el criminólogo Freddy Crespo, esta práctica de instituir delitos e implantar penas de prisión cada vez más rigurosas se conoce como “populismo punitivo”. Se fundamenta en una noción equivocada: que el establecimiento de sanciones privativas de libertad cada vez más duras servirán como disuasivo para los delincuentes.

“Hay pruebas empíricas que demuestran que el incremento de las penas no mitiga la motivación para delinquir. Por el contrario, puede incrementarla”, advirtió el docente, que en 2015 presentó un estudio sobre esta materia, titulado Privación de libertad y sociología del medio carcelario en Venezuela.

La propuesta de Saab sugiere una reforma parcial a la Ley Orgánica de Protección al Niño, Niña y Adolescente (Lopnna), donde el abuso sexual contra personas de este segmento de población tiene penas que van hasta ocho años de prisión, y que se incrementan hasta los veinte años de presentarse circunstancias agravantes.

Esta ley, vigente desde 2007, fue descrita en su momento como un “desarrollo” de disposiciones que anteriormente también estaban en el Código Penal, y que preveían sanciones hasta los diez años de prisión.

Aun así, los abusos sexuales también se han incrementado. De acuerdo con cifras conocidas extraoficialmente, en los primeros nueve meses de este año fueron iniciadas 1199 averiguaciones por delitos de esta índole, contra niños y adolescentes. Esto representa un alza de 69 % con respecto al año anterior, cuando la población apenas salía de las cuarentenas por el covid-19.

Según fuentes policiales, uno de los aspectos más llamativos de los abusos sexuales en el país tiene que ver con los victimarios. Por regla general, los expertos indican que en los casos de menores de edad los abusos generalmente son cometidos por personas del círculo familiar. Pero en el país solo el 25 % entra en esta categoría. La gran mayoría de los perpetradores tuvo un contacto previo con sus víctimas, que los investigadores describen como “casual”, pero no están ligados a ellas por nexos de consanguinidad. Por otra parte, en un país caracterizado por la impunidad, no es excepción que en más de la mitad de los abusos sexuales no se logre la identificación plena de los agresores.

Crespo sostuvo que el mejor antídoto contra este tipo de delitos no radica en colocar a los victimarios tras las rejas hasta el fin de los tiempos.

La alternativa del Estado es trabajar en la escuela, con mucha educación sexual. Algo que nunca ha existido. Este tipo de delitos se ha normalizado (…) Hay que educar y culturizar en muchos aspectos. La función del Estado tiene que estar concentrada allí, con un tratamiento particular y con profesionales capacitados para detectar situaciones”, indicó.

Añadió que las víctimas de abuso muestran señales específicas, detectables en el ámbito escolar.

“Que un maestro a veces no lo detecte no es porque tiene muchos niños. Es que no tiene la capacitación, o que ve todo esto como algo normal”, afirmó.

Breves

  • La Policía Nacional inició el reclutamiento de funcionarios jubilados o retirados en forma prematura, como parte de un proceso destinado a incrementar su pie de fuerza. Los aspirantes pueden haber laborado en ese mismo cuerpo, o en policías estatales o municipales. Con esta decisión, se pretende contrarrestar el efecto de las bajas masivas que, según cálculos internos, han mermado en 30 % el contingente de la PNB. Desde luego, está presente el riesgo de que reingresen sujetos expulsados por corruptelas o uso indebido y desproporcionado de la fuerza. De allí que soliciten la consignación de una carta de buena conducta y antecedentes limpios, como requisito indispensable para el reingreso. Pero la experiencia reciente indica que estos documentos son falsificables, o que incluso pueden ser gestionados a cambio de unos pocos dólares. La carencia de efectivos ha obligado a la PNB a disminuir o cesar momentáneamente algunos de sus servicios, como los del Metro de Caracas y las vías expresas.
  • El tribunal de La Haya rechazó el recurso intentado por una mujer bisexual venezolana, a la que le negaron el asilo en el Reino de los Países Bajos. El juzgado avaló la decisión gubernamental, al considerar que los argumentos de la solicitante eran “creíbles, pero insuficientemente importantes”. Ella sostuvo que en Venezuela “las personas LGBTI sufren violencia, están prohibidas en ciertas áreas públicas, como centros comerciales y parques, y son discriminadas en ciertos sectores y también en la distribución de alimentos”. Nuevamente, en el juicio surgieron las informaciones en torno a los grupos armados que respaldan al régimen: “La militarización de la seguridad civil y la participación de colectivos armados en labores de seguridad ha incrementado la violencia y contribuye a un aumento constante de ejecuciones extrajudiciales. (…) los colectivos habitualmente cometen actos de violencia contra los civiles, en particular durante las protestas antigubernamentales. Intentan, con el apoyo del gobierno, intimidar a los votantes”. Igualmente, indicó la demandante, estas organizaciones han participado en “tomas ilegales de viviendas y establecimientos comerciales durante la pandemia”. Uno de los aspectos a discutir en este caso es si la mujer será devuelta a Venezuela o enviada a un tercer país.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es