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Antonio José Monagas

Antonio José Monagas Dic 16, 2023 | Actualizado hace 2 meses
Un mundo de cabeza
La problemática que padece el mundo actual tiene causas intencionadas, manifiestas y dirigidas. La situación de crisis que viven distintas naciones no es fortuita

 

@ajmonagas

¿En qué momento se puso el mundo de cabeza? Es una pregunta que muchos se hacen al advertir los cambios bruscos que conmocionan. Aunque buena parte de los mismos posiblemente provienen de forjar utopías, tan especial atributo no siempre es producto de la inteligencia. Muchas de las desgracias que ocurren y abaten al mundo actualmente derivan del enfermizo delirio de forjar utopías sin responsabilidad alguna por sus consecuencias. 

Este problema terminó fraguando crisis por doquier. Adquieren fuerza en el ámbito de la política, especialmente en el curso de cualquier ejercicio de gobierno, y más aun cometido sin el más mínimo rigor metodológico que incita a la improvisación cuando se asume como criterio político. 

Ir al fondo

Aunque podría argumentarse que la generalidad de los cambios suscitados resulta de decisiones elaboradas y tomadas bajo la presión de enmarañadas o arregladas coyunturas, pero al mismo tiempo inducidas por la improvisación, el desconocimiento o por el abuso infundido por el poder manipulador de la adulancia. Razones estas, siempre infundidas por retorcidas ansiedades de personas que se manejan en el mundo de la política gubernamental con intenciones de convulsionar, confundir y trastornar las realidades donde se desenvuelven. 

Exacto testimonio de lo que estas palabras intentan referir se refleja en las contrariedades y conflictos impulsados por el resentimiento y odio que reviste cada situación característica de estar en medio de un mundo enredado, y por lo tanto detenido en el pretérito. 

La problemática que padece el mundo actual tiene causas intencionadas, manifiestas y dirigidas. La situación de crisis que viven distintas naciones no es fortuita. Podría haber premeditación y alevosía en ello. Podría pensarse que el desorden fuera parte de un plan que busca redireccionar el ejercicio de la política mediante la imposición de criterios supeditados a prácticas conspirativas que buscan someter al mundo a procedimientos bochornosos, a programaciones, operaciones y rutinas que alteren el orden preestablecido por sistemas políticos encausados por ideologías apegadas a intereses insanos y, desde luego, alejados conceptual y metodológicamente de procesos sugeridos por la teoría de la democracia. 

Podría inferirse que debajo de tan obtusas realidades se esconde la presunción de adoptar el caos como sistema. Y esto no es disparatado pensar. De hecho, la organización política y administrativa de distintos países del Tercer Mundo, incluso del Primer Mundo, han dado señales de estar careciendo (adrede o por circunstancias casuísticas) de mecanismos orgánicos y eficaces de administración pública. Es decir, de gobiernos.

Optimistamente, podría pensarse que ello obedece a medidas adoptadas por el influjo de la improvisación que se tiene a consecuencia de manejar situaciones al voleo o atajada al inmediatismo; a medidas elaboradas a instancia de meros intereses trazados por proyectos egoístas, inclusive a innovaciones improcedentes y no sujetas a estudios de las realidades en su más entera complejidad, a desdén de la politología o de la intervención de politólogos duchos en el estudio de formulación y evaluación de políticas, de análisis de prospectiva política y dinámicas del desarrollo. 

Amenaza inminente

El desorden político al cual tiende el mundo actual se debe a la obstinación y ofuscación de gobernantes que solo apuestan a un escueto cambio de imagen de su realidad, sin siquiera apuntar la atención a entender el desbarajuste que concierne a lo interno de los respectivos escenarios. 

Aunque el enfoque de las medidas adoptadas lo concentran en la ejecución de formas de exfoliación de todo lo que califique como riqueza material, pasando por encima de derechos humanos y libertades toda vez que, por vía de amenazas, persecuciones, detenciones, torturas y cuánta práctica violatoria de legalidades y legitimidades sea posible, imponen el terror. De ahí la pertinencia de la pregunta: ¿en qué momento se puso el mundo de cabeza?

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

La adulación como recurso de la política
No hay duda que el ejercicio de la política se sirve de la adulación para jugar a la traición simulando lealtad

 

@ajmonagas

El servilismo, antes de exceder los límites que separan la descortesía de la sumisión, se convierte en la bajeza más vergonzosa que apalea la dignidad del ser humano. Y es el contexto en donde se mueve la adulación, toda vez que resultan ser variables del mismo cuño.

La historia política, cultural y social de cualquier sociedad que se precie de manejarse auxiliada con términos de una cultura propia, ha demostrado que la adulación es una vulgaridad que se pone en práctica cuando la intención de agradar se confunde con el intento de comprar el beneficio o el patrocinio ansiado a precio de “gallina flaca”. Incluso, al precio que considera la oferta.

Aunque la adulación y el elogio pudieran contemplar algunas semejanzas, no comportan las mismas características en cuanto al hecho de esgrimirlas como recursos del halago. Sin embargo, la praxis política se enriquece de sus servicios, por ocasionales o perseverantes que los mismos puedan ser.

Perdiciones que marcan realidades

Del elogio gratuito se hacen muchas conjeturas. Por ejemplo, que debilita al individuo en tanto y cuanto actúa como mecanismo para aplaudir el oficio propio de gobernantes que, por proselitismo, buscan seducir al gobernado con bagatelas y baratijas.

Refirió el extinto y reconocido periodista español, Francisco Gonzáles Cerecedo, también conocido como Cuco Cerecedo, que el elogio es “(…) una flor que crece en las ásperas laderas del poder creando una terrible adicción. Comienza a sentirse como un vino que embriaga ligeramente. Pero termina entregando a sus protagonistas a la frenética acción de inyectarse la amapola de la adulación en vena (…)”.

No hay duda que el ejercicio de la política se sirve de la adulación para jugar a la traición simulando lealtad. Es un tanto lo que aludía el filósofo griego Epicteto de Frigia para cuestionar la adulación como recurso político. Refería que “(…) los aduladores destruyen las almas de los vivos cegándole los ojos”.

O tal como lo deja ver la historia cuando describe cómo muchos gobernantes o activistas de la política buscan engañar, menospreciar o ridiculizar con la adulación. Por eso, cuando un operador político alaba a otro es porque, seguramente, necesitará algo de él.

Seducciones astutas

No debe confiarse en ninguna alabanza pronunciada en el ámbito de la política, pues cuando hay adulación de por medio, hay hipocresía de la cual se vale el personaje de marras para manipular al otro.

No hay duda pues que, en el fondo de tan obscena actitud, el adulador lo que busca es pervertir a quien cae en la trampa de la alabanza gratuita, ya que la misma enmascara un cierto “valor de cambio” y hasta un “valor de uso”, a decir de la economía marxista.

Aunque suena enteramente burdo y vulgar, deberá reconocerse que de la adulación se sirve la política para dar con lo que a sus intereses y necedades conviene. Su peligrosidad se advierte al comprobarse que la alabanza maliciosamente dirigida, o sea la adulación, encierra falsedades proclives a deformar toda creencia que, la mentalidad cándida del adulado, concibe al mundo desde una perspectiva bastante ingenua. Alejada la misma, de las amañadas ficciones que construye el adulador en su “emboscada”. Por eso las realidades tienen a la adulación como recurso de la política.

La Delpiniada

La Delpiniada

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Antonio José Monagas Nov 18, 2023 | Actualizado hace 2 meses
Falso patriotismo
El referéndum deja desnudo al régimen ante su pretensión de insuflarse de razones y valores que, moral y políticamente, no las ha tenido ni ahora ni antes

 

@ajmonagas

El concepto de “patriotismo” se ha prestado para interpretaciones que denigran del significado que lo asocia con emociones, sentimientos y actitudes que no siempre se corresponden con su contenido particularmente político. Su definición se ha tornado manipulable, dado el juego de consideraciones en que ha sido comprometido.

Debido a la frivolidad de la cual la narrativa política se ha valido para seducir a ilusos, surgen fanáticos que sirven de vehículo y recurso complaciente a los manejos de intereses políticos coyunturales.

De manera que no exageran quienes hablan de un “falso patriotismo” o patrioterismo, expresión esta que adquiere sentido cuando intereses políticos buscan allanar el espacio que sus apetencias y voracidades plantean como objetivos a ser alcanzados a como dé lugar.

De ahí que del concepto de “patriotismo” se escuchen decir, y con alguna razón, frases críticas que, desde luego, suenan duras. Por ejemplo, del filósofo alemán Arthur Schopenhauer recoge aquella que dice: “todo imbécil que no tiene en el mundo nada de lo que pueda enorgullecerse, se refugia en el patriotismo (…)”.

Quizás, tan categórica expresión conmovió a Constancio Vigil, escritor y periodista uruguayo, para afirmar que había que alejarse presurosamente de quienes emplean el tiempo en repetir que son “patriotas”.

Lo que oculta el patriotismo

Pocos han reconocido que debajo de la manida palabreja el autoritarismo gobernante busca controlar al colectivo mediante tácticas tendentes a manipular los sentimientos y conductas de la población. Para ello, las direcciones de esos regímenes tiránicos se plantean una especie de acoso intimidante por el cual reprimen de manera silenciosa y disfrazada. Por lo tanto, se permiten actuar con la misma crueldad que la procurada mediante métodos ortodoxos: con violencia de por medio.

Al final, la población se entrega sumisamente a las disposiciones del tirano, las cuales acoge sin mayor resistencia. Aun cuando, luego de algunos escarceos, esa población logra alcanzar ciertas victorias. Pero son tan mínimas, que no son advertidas por los ojos de la colectividad.

Este resultado equivale a la anulación de la conciencia en quienes lucen más vulnerables a las amenazas del tirano. Es un tipo de crimen modernizado que, según el Estatuto de Roma, en su artículo 7º, califica como crimen de “lesa humanidad” por cuanto califica como “persecución” pero realizada con tecnología social de la más novedosa generación.

Referente a Venezuela

El régimen venezolano no ha abandonado la intención de intervenir la actitud del venezolano para así afectar su espíritu y pensamiento mediante un patrón solapado de perniciosas acciones. De ello puede deducirse que el régimen se ha preparado para actuar en la vía de tan siniestra dirección. En consecuencia, se hizo de un paquete ideológico de mecanismos que pretenden la perversión del venezolano en provecho de ideales sectarios, egoístas y funestos. Es la base procedimental del “socialismo del siglo XXI”.

Así se tiene que la ridícula idea de darle forma electoral a un referéndum consultivo dirigido a “contrariar lo contrario” con eso de “reafirmar lo afirmado” en el plano histórico, deja desnudo al régimen ante su pretensión de insuflarse de razones y valores que, moral y políticamente, no las ha tenido ni ahora ni antes.

¿Entonces?

De modo que cualquier excusa del régimen venezolano para recobrar un derecho perdido por causa del error político de presumir de ecuánime, magnánimo y espléndido, pisoteando la soberanía que según el artículo 5º constitucional, “(…) reside intransferiblemente en el pueblo el cual la ejerce directamente (…)” no tiene sentido ni consistencia alguna. Ni tampoco luce diferente del hecho de armar una absurda componenda la cual toda Venezuela sabe que su intención apunta a otra dirección.

Entonces, ni modo. ¿Se retrocede el tiempo cronológico? ¿Se piensa en una decisión favorable sancionada por la Corte Internacional de Justicia? ¿O acaso el problema ciertamente es la expresión triste del grado de degradación y desvergüenza a lo que estos personajes del régimen oprobioso, advenedizo y usurpador, han llevado a Venezuela?

Por tanto, no hay otra manera de asentir tan patética situación con la claridad que las circunstancias permiten. Lo que el régimen deja absolutamente evidente es que la realidad nacional protagonizada por el resentimiento de sus personajes y el afán de ocultar su hipocresía, es que el país está ante un disfrazado, iluso y falso patriotismo.

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Demonios desatados o tiranía instalada
Los demonios del régimen político se han desatado. Al poder le atormenta el triunfo de la candidata que mejor ha sabido interpretar las esperanzas y necesidades del pueblo venezolano

 

@ajmonagas

El socialismo no es un juego de ángeles. Vale revisar la historia política contemporánea soviética para dar cuenta de las atrocidades cometidas por quien fuera secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética. Iósif Stalin fue un sangriento dictador que gobernó la Unión Soviética desde 1922 hasta 1952. Haber sido líder del partido bolchevique, convertido luego en partido comunista, fue base política y militar de su ascenso para gobernar la URSS durante casi tres décadas del siglo XX hasta su muerte. Y en un país, en que el hambre era el escenario oprimido por la miseria.

El control administrativo, político y policial fue la razón para imponer el socialismo como el instrumento de represión mediante el cual el genocida Stalin alegaba la reivindicación de los derechos del pueblo soviético.

¿Por qué el desesperó del régimen?

Es el mismo caso que comienza a develarse en Venezuela toda vez que los demonios del régimen político se han desatado. Al poder le atormenta el triunfo de la candidata que mejor ha sabido interpretar las esperanzas y necesidades del pueblo venezolano. Y reacciona con furia y abuso buscando eternizarse al amparo de condiciones autoritarias.

Lo que se ha destapado en el país revela el tamaño de la arbitrariedad, del atropello y del sarcasmo. La sentencia del TSJ intentando dejar “sin efecto” los resultados de la primaria del 22 de octubre y ratificando la “inhabilitación” es una maniobra absurda que el régimen desempaquetó con desparpajo y sin la más mínima vergüenza. Es la mayor tropelía política cometida por el régimen político venezolano.

El Gobierno dio al traste con lo convenido con la Plataforma Unitaria en Barbados, como la facilitación de eventos políticos electorales (libres y transparentes) en Venezuela. Esto deriva en una peligrosa crisis política.

Acuerdo desatendido

El convenio negociado, denominado “Acuerdo Parcial sobre Promoción de Derechos Políticos y Garantías Electorales para Todos”, considera de entrada la estrategia que debía afianzar lo negociado por las partes involucradas. Dicho acuerdo establece al comienzo el respeto de cada actor político de seleccionar su candidato para las elecciones que deberían sucederse “de manera libre y conforme a sus mecanismos internos”.

Las primarias se dieron con los resultados que todos sabemos. Pero primó el reconcomio del régimen, toda vez que al día siguiente de la multitudinaria elección se desplegó el resentimiento de esos gobernantes socialistas expuesto en, al menos, tres razones:

Primera, su ignorancia jurídica. Segundo, el desdén hacia la pluralidad política y democracia. Tercero, la incidencia de la envidia que siempre ha presidido las decisiones y actitudes que los personajes del régimen muestran cada vez que advierten que su “gestión revolucionaria” es contraproducente a los efectos electorales.

Es netamente regresivo. Principalmente, por el rechazo que sus perversidades han provocado a lo largo de casi veinticinco años de atrocidades impuestas a fuerza de represión militar, policial, judicial y de colectivos analfabetos e inciviles.

La judicialización de la primaria

La judicialización de la elección primaria es una abominación jurídica. De toda decisión declarada respecto del destartalado ordenamiento constitucional lo que ha generado traición de conceptos fundamentales sobre los cuales descansa el precepto constitucional siguiente: “Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de derecho y de justicia”.

Pero ¿a cuál derecho y justicia se hallan apegadas las peligrosas amenazas proferidas por el fiscal de la República y por el presidente de la ilegítima Asamblea Nacional. A quienes le han hecho coro otras individualidades dedicadas a vomitar exabruptos jurídicos sin fundamento alguno. Lo dicho es propio de lo que furibundos gobierneros presumen como “lealtad”, palabra que confunden con adulancia y subordinación rastrera.

Razones que avivaron la polémica

Lo grave de la crítica situación se resume en lo siguiente:

1) El régimen socialista se encuentra a escasos días de que la Corte Penal Internacional, CPI, sancione duramente al régimen con base en el ordenamiento del Estatuto de Roma, al cual Venezuela está adscrita. Esto podría derivar en serios problemas para el régimen. Básicamente, relacionados con delitos calificados como de lesa humanidad perpetrados contra quienes adversan al régimen por aparatos represivos bajo una cadena de mando bien identificada.

2) Las intimidaciones y amedrentamiento interpuestos a través del Tribunal Supremo de Justicia y la Fiscalía general (en coro con aberrados personajes del régimen) con descarada alevosía en contra de la Comisión Nacional de Primaria (CNP), ocurre por el solo hecho de demostrar el derrumbe del régimen mediante el rotundo éxito alcanzado por el evento electoral del 22 de octubre.

Así, el régimen haciendo caso omiso del acuerdo de respetar el resultado de los comicios internos de la oposición, se empeña en abonar el desvarío jurídico de ordenar la persecución política y acoso a los directivos de la CNP a escala nacional. Por ello, inventa el ardid de delitos absurdos. Imputaciones penales sin ninguna base jurídica, según lo han señalado respetados abogados y constitucionalistas.

Esperanzas intactas

A pesar de la crisis política que las aberraciones jurídicas del régimen han profundizado, siempre hay ramas de donde agarrarse para salir adelante a las arbitrariedades del chavismo. Y que, como recursos políticos, penden de cómo el venezolano conciencie la esperanza como condición innata.

De hecho, la elección primaria no puede reprobarse por cuanto es un derecho inalienable y un hecho consumado por medios legales, democráticos, pacíficos y transparentes. Todos válidos.

Por otro lado, debe reconocerse que el compromiso que basó la victoria electoral moldeó en las expectativas del venezolano la estrategia política de “hasta el final”. Mas, cuando la misma recoge el deseo arraigado de recuperar el espacio político en el que tienen cabida las libertades arrebatadas por la represión socialista.

Así que los problemas forjados por el régimen no deben desviar la conducta política del venezolano de convicción democrática. Tampoco tienen la fuerza para inducir cambios de sus ideales de lucha. Estas dificultades no deben desenfocar el objetivo político trazado. Lo que está viéndose bajo la sombra de estos problemas es expresión de la derrota sufrida por un régimen obtuso, ciego y enfermo.

De ahí que sus baterías apuntan a que sus disparos malogren las esperanzas sin saber que las mismas están blindadas. Por lo que sus descargas serán en vano e incapaces de derruir el ánimo propio de una organización levantada con el alma, la dignidad, la conciencia y la constancia. Razones propias para llevar adelante un combate dispuesto y convencido de ganar. Mas, porque comenzó ganando. Ni siquiera habrá fuerza posible que difumine el foco en el cambio. Mucho menos, la incidencia de demonios desatados o de una tiranía instalada.

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Antonio José Monagas Oct 21, 2023 | Actualizado hace 2 meses
¿Primarias entre espinas?
El país ha de mantener este 22 de octubre la lucha emprendida por recuperar la democracia arrebatada por el autoritarismo. Aunque tengamos unas primaras entre espinas

 

@ajmonagas

Pensar pareciera ser un riesgo extremo. Además, señalado como traición. Es el devenir, tal cual, acontece en Venezuela. Un país que, en otrora, se hizo de un nombre que retumbaba entre las naciones más avanzadas política, social y económicamente de América Latina. De hecho, la moneda, el bolívar, logró consolidarse por encima del dólar norteamericano. Tanto, que fue referente del mercado financiero algunas décadas atrás.

Sin embargo, iniciado el siglo XXI, el país cayó en desgracia. Específicamente, incitada por la alevosía y predeterminación de un régimen político que fracturó sus estructuras. De esa manera, Venezuela fue languideciendo año a año. Al extremo, que fue convertida en un país que, sin estar en guerra, ha resultado devastado. Casi en ruinas.

Con los recursos obtenidos del petróleo, el régimen político autoritario y despótico que alcanzó el poder en diciembre de 1998, comenzó su gestión comprando tiempo para estirar la agonía con la que la población ha vivido la más completa tribulación durante más de dos décadas. Y que, con hambre y sed, la ha llevado a pulso. O sobre las espaldas.

Ahora, el país se ha topado con una significativa oportunidad política. La misma bien podría permitirle la recuperación económica y moral, perdida entre una sociedad desarmada pieza a pieza. Una nación destazada con saña y método.

La nación crucificada

La nación crucificada

De cara al proceso electoral

Justo, en el marco de las primarias, el país ha de mantener la lucha emprendida por recuperar la democracia arrebatada por el autoritarismo. Es la oportunidad descrita por la elección primaria, concebida concretamente para elegir el candidato que adversará políticamente al candidato del régimen usurpador en las próximas elecciones presidenciales.

Dicho evento, representará la intención de mostrar al mundo político nacional e internacional, el empeño trazado de contrarrestar la gestión conjurada de politiqueros de oficio quienes, sin alguna mínima vergüenza, han dedicado lo que va de siglo XXI a desatinar todo cuanto por su vista se pasea. Siempre alentados por los rezagos de una ideología tan ortodoxa como dañina, como en efecto ha sido el desnaturalizado “socialismo del siglo XXI”.

De hecho, su composición dialéctica, apodada con el apologético nombre de “bolivariana”, le ha permitido encubrir cualquier perjurio. Una intención plasmada por sus estrategas políticos, militares, policiales y subordinados individuos de calle.

Así que después de casi veinticuatro años de repetidos azotes venezolanos y foráneos, la vida vuelve a colocar en las manos de la política nacional una oportunidad de inmensas proporciones, cual es la celebración de una elección primaria. Con el único propósito de legitimar la figura de un candidato que, con el respaldo de la Venezuela sufrida, empobrecida y humillada, habrá de medirse con el candidato del poder imperante.  

El dilema de las oportunidades

Por los momentos, habrá que aprovechar la oportunidad que la vida ha sabido brindarle a la Venezuela democrática. Podría decirse que la misma se daría a manera de honrar la deuda moral, ética, política y social contraída por el régimen desde diciembre de 1998. Ojalá se entienda así para que dicho acto electoral sea comprendido como proyecto de rescate en esta emergencia política.

Indistintamente de los problemas que puedan sostenerse a lo interno de la organización política responsable de la convocatoria electoral, podría mirarse a dicho evento como el cometido de venezolanos fatigados de ser vapuleados por el poder. Ciertamente, ha sido un camino atiborrado de espinos y marañas.

Un camino dañado por la rapacidad de indolentes, corruptos, engañadores de oficio, calumniadores, intemperantes, aduladores, exaltados, escarbadores de basura ideológica, avaros, malhechores, expoliadores, abusadores, tramposos, resentidos, egoístas, envidiosos, peleoneros, esbirros, bravucones, fanfarrones, sectarios, desequilibrados, puritanos, perturbados y opresores, entre otras tantas especies del nutrido folklore político encaramado en el poder.

Después de tanto golpe, entre paso y paso, pareciera haber llegado al ansiado sitio en el que, sobre los trances y ahogos que pusieron a prueba la actitud y pensamiento democrático de cada venezolano, será posible ver el horizonte retocado por la luz de un sol resplandeciente. Seguro que así será. Pues sería absurdo encontrar un paraje amenazado por atribulaciones de coyuntura. O acaso ¿dominará un evento político-electoral atestado de picas y púas? O sea, dicho en el contexto político propio de esta disertación, ¿se estaría en medio de una primaria entre espinas?

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Antonio José Monagas Oct 07, 2023 | Actualizado hace 2 meses
Sin concepto no hay política
La sumisión que vergonzosamente caracteriza a la ilegítima Asamblea Nacional, la hacen blandir con la mayor hipocresía intereses patrios y latosos argumentos

 

@ajmonagas

Comprender la frase “sin concepto no hay política” obliga a internarse en la epistemología de la política. Aunque en principio, la idea resumida en esta locución busca poner de bulto la fatuidad demostrada por la actual Asamblea Nacional, elegida a instancia de los intereses del régimen usurpador. Esta, sin mayor conocimiento de lo que envuelve el concepto de “política”, no deja de incurrir en serios errores y omisiones que hablan mal de la labor legislativa realizada.

Y es porque en la oscuridad de la ignorancia y apelando a la inminencia de evitar una confrontación electoral que sea “cuchillo para su garganta”, termina sancionando decisiones equivocadas y aparatosas. Particularmente, presumiendo de actuar bajo el principio de ecuanimidad, valores de moralidad, ética política y criterios democráticos.

Lo que sí resulta perfecto, es cuando la sumisión y subordinación que vergonzosamente caracteriza a esa ilegítima Asamblea Nacional, la hacen blandir con la mayor hipocresía “símbolos patrios” y latosos argumentos. Así sus integrantes se empeñan en continuar manipulando al país con medidas presuntamente democráticas, pero encubriéndose bajo el propósito de seguir sintiéndose inamovibles del poder. Y, por consiguiente, permitir manejar a Venezuela a sus anchas. Así, el régimen mantiene sometida a la población mediante la validación de arbitrariedades “legislativas”.

El desvergonzado cuerpo legislativo sancionó la decisión de darle curso a un referéndum consultivo para el Esequibo. Este, lejos de tratar materia trascendental, su intención revela la desesperación que encandila al régimen ante la realidad política nacional. La elite del poder sabe que está en un punto de inflexión donde la reflexión política dirigirá el país próximamente.

Objetivo a disertar

La disertación se centra en la revelación de un problema de magnitud catastrófica. Además, se destaca la falta de una consideración precisa de las causas que provocan situaciones calamitosas que afectan el desarrollo económico y social en el contexto público, lo que actualmente plantea un desafío importante en la política en términos de su comprensión y praxis.

El ejercicio de la política no es tan sencillo como podría parecer a primera vista. La política no obedece al dictado de las emociones ni se rige por meras intuiciones. Mucho menos debe ceder ante presunciones autoritarias o totalitarias inspiradas en el pensamiento militar o policial. Aunque a ratos las contradicciones suelen marcar el curso de la política.

Estas dificultades han llevado a numerosos gobiernos, incluido el de Venezuela, a experimentar el impacto devastador de las crisis que afectan las realidades políticas, económicas y sociales. El hecho de confiar en la formación militar no garantiza un mecanismo eficaz para abordar los problemas que obstaculizan el desarrollo de una nación, especialmente cuando esa nación está sufriendo opresión militar o policial, como es el caso en varios países de Latinoamérica, incluyendo Brasil.

Estas realidades que, lamentablemente, atraviesan a Venezuela, dan cuenta de un comportamiento social que se puede entender como lo que en teoría política se conoce como ‘política en un sentido conflictivo’. Es decir, la política ejercida como una ‘actividad conflictiva’, tal como sucede en Venezuela. Esto ha llevado a que el pueblo venezolano ajuste su vida política, y es precisamente esto lo que ha permitido interpretar la cultura política en Venezuela.

Insuficiencias en el concepto de “política”

La comprensión de la política descrita aquí ha animado un comportamiento social asociado al ejercicio del poder. Es decir, una conducta personal anclada en lo emocional. Esta respuesta individual ante situaciones que demandan una acción decidida y urgente, impulsada por el poder, complejiza el concepto de política. Esto es especialmente notable en relación con los conceptos de «cohesión», «consideración», «solidaridad» y «respeto». Estos términos dan lugar a un concepto que enfatiza el «consenso» o la «cooperación», aunque en la realidad no siempre queda claro cómo deberían ser aplicados.

Todo esto contribuye a comprender la «política» en un sentido amplio, pero también lo hace más riguroso de acuerdo con su esencia fundamental o al considerar la diversidad humana como una fuente de inspiración. De esta manera, se refuerza la necesidad de analizar los conflictos en función de cómo y en qué medida perjudican los intereses públicos. La naturaleza de esta interpretación exige al ejercicio de la política una ineludible vinculación entre lo político y lo público.

Sin embargo, esta interpretación de la política no debe rebasar los límites establecidos por los valores que sustentan los derechos y las libertades. Por lo tanto, no es sencillo ejercer la política sin reconocer las diferencias entre individuos y las implicaciones que estas conllevan. En este contexto, es esencial destacar la participación como conditio sine qua non de la política de la política, como lo señaló Hannah Arendt.

¿Escapar de limitaciones que confinan la política?

No obstante, las realidades que promueve el oscurantismo político, propio de Venezuela y países con afinidades a culturas militaristas o policiales, propician contradicciones que hacen confuso el ejercicio de la política. Estos problemas se manifiestan especialmente cuando se establecen relaciones de poder que fomentan medidas que refuerzan la autoridad y la sumisión, particularmente en el contexto de conflictos entre grupos sociales, en gran parte debido a la escasa valoración de bienes colectivos.

Además, el desconocimiento de estos bienes dificulta la posibilidad de cultivar valores que puedan convertirse en fundamentos de la política en el pensamiento del colectivo nacional.

Estas deficiencias dificultan el ejercicio del poder carente de un debido sentido de moralidad, ética y dignidad. No obstante, cabe preguntarse si quienes detentan el poder son capaces y conscientes de ejercerlo de acuerdo con lo que implica el concepto de pluralismo humano.

De manera que, al analizar el ejercicio político sujeto a concepciones militaristas o policiales, la idea de esta disertación conduce a dar cuenta de las controversias y desafíos que surgen de una práctica política que ha desfigurado su esencia. Esto ha sido un problema cierto, ya que se ampara en imposiciones que desvirtúan su capacidad de promover libertades. Es por eso que se dice que hacer política sin la reflexión necesaria para comprenderla no edifica, sino que restringe y destruye. De ahí que cabe el aforismo popular que reza: “sin concepto no hay política”.

Política, poder y realidad

Política, poder y realidad

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Antonio José Monagas Sep 23, 2023 | Actualizado hace 2 meses
La crisis de la gasolina
Los abismales y continuos desfalcos cometidos en perjuicio de PDVSA fueron los que originaron la crisis de gasolina, no las sanciones

 

@ajmonagas

La crisis de la gasolina obliga a una revisión de las circunstancias. Apelando, por supuesto, al carácter significativo que ha hecho de la escasez de gasolina una crisis con su respectiva espiral de conflictos generados por el régimen político venezolano.

Intentar la respuesta a la situación-problema que envuelve esta discusión, anima una indagación de razones y efectos que no han sido detallados para dar cuenta del problema de la traumática escasez de gasolina en Venezuela.

¿Verdad o presunción?

A decir de furibundos seguidores del régimen socialista venezolano, y de sus propios gobernantes, vacíos del conocimiento administrativo, económico y logístico, la crisis de gasolina se debe a “las sanciones aplicadas por gobiernos foráneos”.

La cháchara argumentada por personeros del régimen para justificar los problemas que el manejo de la gasolina no es convincente. Se tienen datos contundentes y demostrados que rebaten la machacada narrativa gubernamental. La escasez de gasolina no obedece a las escuetas razones que a cada momento declaran los gobernantes y sus adláteres. Las sanciones son dirigidas a personajes acusados de delitos de lesa humanidad, casi todos miembros directos o indirectos del gobierno nacional.

Más allá de las supuestas sanciones, la crisis de gasolina tiene sus causas en problemas de tecnología, ingeniería, logística, comercialización y distribución, causados por el mal manejo del negocio petrolero y el saqueo continuado a PDVSA.

Al interior del análisis

A los fines de ordenar el análisis, podrían señalarse causas arraigadas en una dinámica gubernamental populista, demagógica, despótica, arbitraria, conspirativa, y sin sentido de correspondencia con deberes y valores cívicos y preferencias nacionales.

Lo que la situación arrastra en términos de los problemas que sus incidencias contrajeron, aparece la corrupción tejida detrás y debajo del manejo operativo de la gasolina. 

La desproporcionada corrupción advertida en el manejo de la gasolina, toma partido en el curso de operaciones relacionadas con la tecnología que sigue su producción, comercialización y distribución. Pero también, en lo que refiere a su ingeniería y logística.

Sin embargo, en lo que a la crisis de la gasolina se refiere, la voracidad de quienes operan los distintos canales financieros a través de los cuales se negocia la oferta–demanda del producto en sus diferentes presentaciones, es una razón mayúscula que termina complicando la situación.

Implicaciones de otro tenor

Cabe subrayar que este problema no tiene nada que ver con las sanciones. Si bien no nace con la llegada del crecido autoritarismo militarista que trae el “socialismo del siglo XXI”, adquirió la fuerza que le brindó el poder abusivo que se arraigó con las arbitrariedades que permitieron la siniestra confabulación entre la política e intereses coyunturales promovidos por el malogrado modelo económico impuesto luego del arribo del militarismo en 1999.

La crisis de la gasolina no fue un evento circunstancial. No emergió de problemas estructurales que pudieron surgir de un cambio de paradigmas que habría podido intervenir la administración del desarrollo que habría transmutado el devenir técnico-económico-social del país.

En ello tuvieron incidencia, entre otras implicaciones:

El ejercicio de la política impuesto por un régimen que trastocó criterios de desarrollo confiscándolos a nombre de argumentos ideológicos. Así se devastaron industrias estratégicas, universidades, empresas y corporaciones estudiosas de la historia, la economía, la cultura, la sociología política, la geografía y las ciencias básicas.

El desmantelamiento de la meritocracia sobre la cual pivota la responsabilidad de dirigir un país que se precia de la posibilidad real de alcanzar el desarrollo de sus capacidades más notorias. El país se convirtió en un empacho de motivaciones que solo buscan escalar social y profesionalmente con base en el valor del carnet político del partido de gobierno que identifica al belicoso y al incapaz.

El funcionamiento de una economía subordinada a los mandamientos de un gobierno sin capacidad para diferenciar entre una política de Estado y otra para el «bochinche, la impudicia y el negocio que capitaliza divisas a partir de ilícitos».

La dinámica de una política gubernamental que se precia de hordas violentas por el solo hecho de ser representativas de ideologías fundamentalistas y gobiernos ortodoxos.

La preferencia hacia razones que “exaltan” el intercambio de bienes materiales o servicios por otros objetos o servicios (trueque o vulgar permuta) para validar negocios oscuros que terminan intercambiando petróleo por horas-hombre de personas sin formación.

La masiva emigración de una juventud preparada y familias consolidadas que despojó de trabajadores a empresas nacionales con futuro promisorio.

Los abismales y continuos desfalcos cometidos en perjuicio de la hacienda pública venezolana que despojaron del patrimonio sobre el cual se afianzaba el funcionamiento de empresas propiedad del Estado. Además, cometidos al amparo de la “justicia socialista” y premiando al delincuente en altos cargos de representación diplomática, política, social o económica fuera del país.

Al cierre

En consecuencia, el país con la mayor reserva petrolera del planeta, Venezuela, no tiene la menor capacidad para revertir alguna de estas causas que avivan el atraso de lo que por derecho natural, político y económico corresponde disfrutar. Mientras tanto, el país sigue pecando dada la incultura política del elector y la desvergüenza de quienes deberían actuar con la honestidad y responsabilidad que las circunstancias exigen. De no ser así, el país se verá agarrotado por la crisis de la gasolina.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Antonio José Monagas Sep 08, 2023 | Actualizado hace 2 meses
Como pollos sin cabeza
La Corte Penal Internacional, CPI, está a punto de dictar sus primeras sentencias sobre el caso Venezuela. Y aquí corren como pollos sin cabeza

 

@ajmonagas

Quizás, la frase “como pollos sin cabeza” no dice nada que coincida con la normalidad de la vida. Pero dice mucho en el contexto de gobiernos cuyos descarriados ejercicios de política suelen evidenciar crisis de todo género y magnitud.

La frase que sirve de titular a esta disertación, no está completa. La expresión acabada refiere el problema que se suscita cuando por apuros que suceden en ciertos momentos, hay que “correr como pollos sin cabeza”. En España dicha frase es de uso coloquial, fundamentalmente para dar cuenta de cuando, ante un caos sin parangón, en un escenario político, los acusados e implicados en delitos sensibles de ser encauzados por las correspondientes leyes, tienen que “correr como pollos sin cabeza”. De lo contrario, la justicia actuará supeditada a sus competencias de rigor.

Es el mismo caso de quienes asumen decisiones aventuradas e influidas por circunstancias inducidas por la incertidumbre o trazadas por corruptos, codiciosos e improvisados. En consecuencia, ellos son quienes se ven arrastrados por determinaciones erráticas y desquiciadas. En el fragor de tan peligrosa situación, estos actores, a decir del folklorismo político local, “o corren o se encaraman”.

En el centro del caos

Es precisamente lo que está ocurriendo en Venezuela toda vez que entre las revelaciones del desconcierto en que se halla el país, gracias al fantaseado “socialismo del siglo XXI”, los gobierneros y quienes forman parte de la caterva de aduladores, hacedores de desastres, ladrones en servicio activo y politiqueros de oficio, han comenzado a correr “como pollos sin cabeza”.

La Corte Penal Internacional, CPI, está a punto de dictar sus primeras sentencias sobre el caso Venezuela. Ya tiene sus primeros libelos preparados en torno a los delitos de lesa humanidad cometidos por la cadena de mando a cuyas órdenes se pliega un ejército de asesinos, torturadores, violadores e impúdicos. Asimismo, bajo su mando se ha dispuesto “dar de baja” a quienes hablan desde la ventana de la democracia. A quienes han apostado por la defensa de los derechos humanos.

El Estado venezolano, deshonrado por un militarismo cuestionado que ha concentrado todas las variedades imaginables de poder en la sociedad. Convirtieron a Venezuela en un trágico y bochornoso juego de poder, al extremo de repartirse trozos de la geografía venezolana y de instituciones públicas entre facciosos, politiqueros y zalameros de profesión. De esa manera, el país se cundió de la pestilencia propia de quienes, por una cuota de poder, entregaron su dignidad. Si acaso la tuvieron alguna vez.

Sin embargo, es curioso advertir el discurso de cada uno de esos personajes de marras, en cuyas manos reposa la posesión y el destino de esas secciones de Venezuela. Las mismas, cedidas a cambio de nada que pudieran ser de utilidad al desarrollo nacional. Aunque el problema de dichos delitos se ha potenciado, se ve en lo que expresan estos desvergonzados cuando deben aparentar el “sacrificio” que hacen. Hablan con hipocresía en nombre de la libertad, del progreso, de la “revolución”, la democracia y el bienestar. Presumen hacerlo todo por la causa del desarrollo. Pero ninguno conoce ni su concepto ni su sentido.

Correr o desaparecer

Cabría preguntarse, ¿cuándo pudo Venezuela comenzar a ser la forma de perversión social y desenfreno político que ha terminado siendo? Porque ahora el país es toda una realidad donde sobran los exabruptos, las improvisaciones, los desaguisados, las confusiones, las imprecisiones, las carencias, la inmoralidad, las mentiras, los secretos, los conflictos y los enredos.

Y tantos otros males que han hecho que Venezuela esté a punto de desaparecer del mapa de la geopolítica internacional. Y peor aun, con un régimen incapaz de ajustar las situaciones en virtud de los emplazamientos pautados constitucionalmente (Véase artículos 333 y 350) toda vez que el país se encuentre al borde del abismo.

O ya cayendo por el despeñadero, como pareciera estar en este momento. Ello, con un régimen que solo ha sabido desbaratar todo lo que está ante sí. Y en la vorágine de tan insidiosa crisis, ¿qué podrían hacer los gobierneros, adláteres, furibundos y acólitos, si no es huir por la tangente de la revolución bolivariana? Pues lo más inmediato, es lo que está viéndose. O sea, correr como “pollos sin cabeza”.

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