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Antipolítica

Armando Martini Pietri Ago 13, 2020 | Actualizado hace 4 semanas
El coronavirus de telonero

@ArmandoMartini

Telonero es un artista o banda que actúa antes de la atracción principal de un concierto o actuación, ​​con el propósito de preparar a la audiencia para ser más receptiva al artista importante. También se refiere a la persona que sube y baja el telón en un escenario.

En los teatros tradicionales hay un encargado de subir, bajar o correr el telón, sean los pesados y enormes cortinajes de anticuados escenarios, o los más pequeños de los recientes y modernos. A veces no hay cortinas sino luces, que el responsable apaga justo cuando la obra llega a su final. El comisionado está pendiente especialmente desde que se llega a la mitad del acto final o determinada frase de uno de los personajes, tomada como signo de que falta poco y hay que estar preparado para hacer descender rápidamente el telón o se apaguen las luminarias de la escena.

Después el mismo director de escena levanta o abre nuevamente el cortinón. Y enciende las luces para que actores y coristas reciban aplausos -y de vez en cuando algún abucheo.

Pero la reapertura no es indicativa de que la obra continúa, sino que llegó a su final. Y los histriones deberán borrarse maquillajes que los han ayudado a caracterizarse y el público abandonará la fantasía para regresar a sus respectivas realidades, a ese todos los días que podrá ser cómodo o incómodo, pero que siempre anochece con temores y amanece con esperanzas.

Como le está pasando al país con el coronavirus. Anunciado, desperdigado mundialmente desde el primer trimestre de este año, reconocido por el oficialismo tiempo después. Toman medidas diferentes cada día, que conducen a lo mismo; nadie les cree las cifras de contagios o de muertes, tampoco la seriedad y efectividad de las precauciones.

La covid-19 es para la Venezuela hambrienta, violada en sus derechos humanos básicos, castrista y socialista el acto final, después de que los chinos dejaron escapar el virus. Una pandemia que el usurpador intentó vana e infructuosamente hacer ver como perversión estadounidense y estímulo para que los países integrantes de ese inútil y caribeño invento chavista, se unieran para crear su propia vacuna revolucionaria y popular. Ni siquiera lo han intentado, bastante tienen con perder la ineficiente batalla contra la miseria, sostener el sueño que se les deshace entre las manos, manteniéndose entre los pueblos más empobrecidos y desolados del mundo. Lo que absurdamente los enorgullece.

Salimos a la calle con tapaboca ajustado a pesar de su incomodidad, para encontrarnos día tras día con el mismo escenario de teatro abandonado, con telaraña y en ruinas.

Vehículos viejos -excepto los de militares, enchufados cómplices y funcionarios oficiales, rostros ceñudos, malhumorados, a los cuales tampoco puede vérseles la sonrisa por las mascarillas. Pero basta observar las miradas secas, hartas, desesperanzadas. Hasta policías y guardias que más vigilar entorpecen, muestran expresiones de fastidio, de hasta cuándo, de aquella frase, “ya está bueno ya”.

El coronavirus crece como la certeza de que la función llegó a su final. Aunque se escuchen aplausos de compromiso, la tragedia está bajando el telón. El ciudadano que cede a la coacción, que no critica por temor de ser acusado de antipolítico, o porque “tenemos que estar unidos” (chantaje característico), les presta un servicio invaluable a los mercenarios políticos: les permite continuar en paz con sus corruptelas, componendas y latrocinios.

Los traidores

Los traidores

Como se observa, la falacia teatral y manipulación de luces es de gran utilidad, tanto para ciertos políticos como sus lacayos intelectuales.

Lo malo es que en la sátira de al lado, la llamada “oposición”, algunos actores siguen confundiendo sus papeles. Son contradictorios, sin firmeza en el mensaje, no tienen estrategia ni dirección creíble y confiable. Los cambios se consiguen diciendo la verdad, demostrando valor, coraje, practicando la constancia y perseverancia.

La pregunta al final de la función socarrona, irónicamente hipócrita que debe hacerse el público asistente y en general cualquier ciudadano, es si van a permitir ser manipulados en un teatro vetusto y anacrónico, o van asumir su individualidad, unicidad y capacidad de raciocinio para defender sus derechos, protegerse de esos enemigos que quieren mantener el monopolio del poder en nombre de la sagrada política, como si se tratara de una caprichosa deidad que revela sus secretos solo a los iniciados.

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Política, antipolítica y frivolidad, por Julio Castillo Sagarzazu

CHÁVEZ LLEGA AL PODER POR UN CONJUNTO de circunstancias que se alinearon, así como los astros se alinean para producir un eclipse. La más importante, sin duda, lo constituyo el agotamiento de la clase política del momento y su incapacidad para producir transformaciones de calado (como, por ejemplo, las que estaban contenidas en el Proyecto de Reforma a la Constitución que se discutía). Este agotamiento estuvo igualmente acompañado de un alejamiento de los partidos tradicionales de sus bases populares y de la ciudadanía en general.

Pero, sin duda,  otra de esas circunstancias fue la aparición en la escena de icónicos personajes de la novela de Herrera Luque “Los Amos del Valle” que veían en el surgimiento del fenómeno de la Descentralización y la emergencia de nuevos liderazgos regionales y locales, una amenaza a su bien aceitado mecanismo de producción de privilegios y canonjías para sus negocios que les había tomado varias décadas poner a punto y que, ante la inminencia de que trastocara ese status quo, salieron en masa a apoyar y financiar al teniente coronel. La prédica de la anti política fue para ellos el credo a expandir para favorecer sus intereses. Así crearon a Irene Saenz y cuando esta se desinfló, inflaron al que te conté.

No obstante lo dicho, no cabe duda de que estas circunstancias no necesariamente nos habrían traído automáticamente a Chávez al poder, si hubiese mediado un mínimo de reflexión seria sobre lo que se nos venía encima. ¿Cuántas veces escuchamos el argumento de que había que castigar a los políticos votando por Chávez? O que Salas Romer era muy antipático y nariz respingada. ¿Cuántas veces advertimos a amigos y familiares que votar por Chávez solo nos traería lo que nos trajo? ¿Cuánta gente se dejó deslumbrar con su “por ahora”? En pocas palabras, eran la frivolidad y la anti política enseñoreándose en el país.

En realidad, (y hay que decirlo en descargo de nuestros compatriotas) no ocurrió nada nuevo, ni nada de lo que hayamos sido los primeros en incurrir. Décadas atrás, el pueblo más culto de Europa, el alemán, había elegido a Hitler en libérrimos comicios, con las consecuencias que todos conocimos. Dicho en otras palabras, no tenemos la patente de la metedura de pata en el terreno de la política y en el de las elecciones.

Ahora bien, como es conocido, los humanos somos los únicos animales que tropezamos dos veces con la misma piedra, ¿No valdría la pena entonces, hacer un poquito de ejercicio de sindéresis y trata de producir un ambiente en el que estos disparates no vuelvan a repetirse?

Es verdad, como dicen por allí, que la política es demasiado seria para dejársela solamente a los políticos. Pero es que llega la hora en la que los aficionados deben dejar trabajar a los profesionales. Así de sencillo. Si a usted se le espicha un caucho o se le descarga la batería, puede resolver el problema fácilmente, pero si se le funde un motor es la hora de los mecánicos. Si nos duele la cabeza o tenemos una indigestión podemos tomarnos una pastillita, pero sí padecemos una obstrucción intestinal, es la hora de los médicos. Y si los médicos entran al quirófano, lo mejor es que los familiares esperen afuera y que cuando el carro entre en el taller hagamos lo propio.

¿Es que no nos basta con el ejemplo del Carmonazo, cuando el flamante “presidente” dejo esperando en un salón de Miraflores a gobernadores, dirigentes políticos, a la CTV, sin atenderles, mientras se reunía con los empleados de aquel señor que quería cogerse a Venezuela y que después colaboró y sigue haciéndolo con el régimen, al fracasar en su golpe? ¿No fueron estos “antipolíticos” los que le recomendaron que no hablara con Baduel y que formara un Alto Mando, a espaldas de los líderes militares?

Ya sé que no es “políticamente correcto” y menos simpático decir las cosas que estoy diciendo aquí y mucho menos en esta hora en la que las redes sociales están inundadas de politólogos aficionados y de managers de tribuna tan populares en nuestros estadios, pero hay que asumir el halo de antipatía que esto va a generar y volver a pedir un poco de sindéresis.

La situación del país es grave y delicada. Las próximas horas serán exitosas si las cosas funcionan como un mecanismo de relojería. Yo me imagino que hay que armar rompecabezas aquí y afuera del país. Hay que conversar, convencer a escépticos, empujar remolones, aquietar incendiarios. Hay que evaluar sueños, esperanza y miedos, pero también intereses. Como en el dominó, hay que imaginarse las piedras que tiene el adversario. No se puede tirar una tranca si todavía tienes la cochina o ahorcártela, o peor aún, tirar esa tranca si la mano parece segura. Como en el ajedrez, hay que pensar, no solo tus jugadas, sino en las del adversario. A veces hay que hacer un enroque para proteger al Rey. Como en el béisbol, no se debe mandar a tocar a la bola al cuarto bate, pero tampoco mandarlo a batear un jonrón si el pitcher está wild. Hay tantas cosas en juego que lo sensato pareciera no dejarse llevar por las emociones.

¿Qué tenemos que hacer los legos, quienes estamos en nuestros pueblos, ciudades, barrios, urbanizaciones, trabajos y en la calle de viandante? Pues muy sencillo convertirnos en multiplicadores de la esperanza, sembrar el optimismo. Ayuda a empujar a los remolones y a calmar a los incendiarios que tenemos al lado. Trabajar para que el 23 de enero haya un claro mensaje al mundo de lo que queremos los venezolanos.

¿Es mucho pedir?

¡Ojalá que no!

 

@juliocasagar

Antipolítica y contrapolítica por Antonio José Monagas

Si bien la política configura la dinámica a partir de la cual se moviliza la sociedad apostando a la participación de intereses sociales y económicos toda vez que ésta busca redimirse de pesadas connotaciones, la antipolítica representa lo contrario. Es decir, la desmovilización de aquellos factores que motivan el encuentro de todos alrededor de objetivos mancomunados. No obstante, debe explicarse que tal desmovilización o parálisis de todo cuanto redunda en beneficio del desarrollo económico y social, entendido éste como necesario apalancamiento nacional, tiende a congelar toda una sociedad ante el tiempo histórico y el espacio político delimitado el mismo por la ética pública.

 

Muy a pesar de lo descrito arriba, la primigenia noción aristotélica de política, comenzó a desdibujarse del plano sociológico hasta llegado el momento en que, estudiosos de la teoría política como Maquiavelo, Durkheim, Durberger, Hobbes, Schmitt, Weber, entre otros intelectuales, reforzaron la concepción de política. Esto incitó la aparición de nuevos conceptos que, a su vez, se vieron renovados por la incursión de variables teóricas que, como novedades epistemológicas, no sólo exacerbaron la interpretación que sociológica y culturalmente, recibió el concepto de política. También, exaltaron lecturas de un nuevo concepto de política entonces alineado con conceptos prestados de la teoría económica y de la teoría social.

 

En consecuencia, resultó algo inmediato la construcción de una remozada teoría política que, en sus fundamentos, dejó ver una serie de relaciones, precisamente, con la economía y la sociología. Por tan fundamental razón, el concepto de política que logró armarse, se articuló a un mundo pluridimensional capaz de comprender las necesidades de una sociedad que, políticamente, requería del concurso de otras ciencias que coadyuvaran a consolidar su visual del discurrir político.

 

Así, el concepto de política comenzó a imbuirse en toda explicación y justificación de la modernidad que, de manera particular, inicia la primera revolución industrial con la aparición del vapor como recurso de movilidad industrial.

 

Igualmente, dicho concepto comienza a cotejarse frente a transiciones teoréticas y metodológicas provocadas por seguidos cambios de paradigmas que ocurren como resultado de la Revolución Francesa. Especialmente, toda vez que la susodicha insurrección trae consigo la concienciación del concepto de “libertad”, y del de “democracia representativa”, fundamentalmente. Justo en el curso de los siglos posteriores, saltaron a la palestra otros conceptos que le abonan importancia al de “política”. Conceptos como el de “ciudadanía” y el de “soberanía”, le agregaron valor al concepto de política.

 

Sin embargo, la misma dinámica que sus efectos despertaron en gobernantes y dirigentes con escasos conocimiento del ejercicio político del poder, los convirtió en verdugos de su misma causa. Esto devino en problemas inducidos por distorsiones del significado de política que, con el vaivén de los años, lo disociaron de su más elaborada ordenación dialéctica.

 

De hecho, el siglo XX fue testigo de la consternación que el referido descarrío ideológico marcó en el plano del activismo político. Muchos gobiernos, hicieron los ajustes que mejor consideraron lo cual redundó un crasos inconvenientes que se reflejaron en programas de gobierno diseñados a instancias de intereses personalistas. Desde luego, los años postreros del siglo XX, se convirtieron en laboratorios de prueba para experimentar modelos políticos y económicos cuyos resultados torcieron el rumbo que la historiografía venía estampando como signo de esfuerzos de cimentación de libertades y derechos. Pero también esos mismos años, constituyeron espacios para dar cuenta de serias contradicciones que motivaron serias protestas populares.

 

La repercusión de los susodichos reclamos, elevados en lo alto del horizonte sociopolítico de naciones donde lograron establecerse esos modelos políticos y económicos que desgarraron la soberanía nacional, terminó descuadrando objetivos de gestión pública que pudieron haber llegado a ser referencias de desarrollo económico y social. Precisamente, los problemas que entonces se atravesaron, abatieron tendencias que venían actuando como proyectos nacionales.

 

Es así como sucumbieron importantes procesos políticos que, en principio, depararon propuestas gubernamentales desde el contexto fáctico y doctrinario de los partidos políticos. Es entonces cuando la antipolítica adquiere el cuerpo necesario cuyo ímpetu ideológico desencajó la actuación de partidos políticos que venían fungiendo de vinculantes entre ciudadanía y gobierno. Por otro lado, irrumpió un fenómeno que no fue debidamente registrado.

 

Surgió en paralelo, la contrapolítica. O sea, quienes en contravención con la oferta gubernamental que procesos eleccionarios exponían, se dedicaron a abdicarse del ámbito político que revolucionaba los espacios públicos. Todo ello, con la alevosa intención de desubicar la oferta política del ideario y expectativas de comunidades que, por la precariedad de su cultura política, entregaban denodados esfuerzos al programa ofertado. En consecuencia, puede hablarse de la relación de actitudes políticas por cuyos efectos, la política se vio forzada a recomponerse en términos de su concepción e implicaciones. Por tanto, para entrelazar la concepción de política con su ejercicio y complicaciones surgidas, vale hacer referencia a la incidencia que, desde entonces, ha tenido la presencia de antipolítica y contrapolítica.

 

@ajmonagas

De Hugo a Lorenzo: Antipolitica y outsiders en Venezuela, por Armando Armas

VenezuelaBandera

 

Es una realidad. Estudios de opinión como el de Datincorp y la gente en la calle lo dice: «Lorenzo Mendoza Presidente»
Pero, ¿cómo es que alguien sin carrera política y sin ambiciones manifiestas en este sentido, ha logrado impactar en la opinión pública para encarnar una esperanza de liderazgo nacional?,  ¿esto es bueno o es malo?
*Aclarando los conceptos*
La llamada “antipolitica” fue el mecanismo de defensa que usó una desprestigiada clase política a partir de los años 90 para rebatir su incapacidad de evolucionar el sistema democrático reformando sus instituciones. Aunado a ello, el auge de los grupos de presión, organizaciones no gubernamentales, medios de comunicación, partidos y grupos políticos antisistema colaboraron en mayor o menor medida a que llegara a la presidencia un caudillo que, con la promesa de cambios estructurales, lo único que hizo fue exacerbar las fallas que se habían criticado y agregar nuevos vicios a la política venezolana. El resultado, como mal lo estamos padeciendo, fue un cambio de élites y todo el desastre que tenemos hoy por hoy.
La “antipolitica” puede ser entendida básicamente de dos maneras:
Por un lado se traduce en frases populares como: “No creo en nadie”, “Todos los políticos son iguales”, “Yo no soy político, sino trabajo no como”. Bajo esta acepción la “antipolitica” se refiere a la decepción de la ciudadanía que conlleva a dejar de participar en la toma de decisiones en la esfera pública.
Por otro lado la “antipolitica” tiene que ver con la pérdida de confianza en las instituciones políticas convencionales y especialmente en los partidos políticos. En este sentido se busca canalizar el descontento con soluciones como un golpe de estado militar o alguien externo al sistema de partidos. Alguien de afuera del sistema político; lo que en inglés se define como un “outsider”.
Pues déjenme decirles algo. Esta segunda acepción no es para nada de “antipolitica”. Es una política que busca promover nuevos actores porque los tradicionales no supieron brindar soluciones ni corresponder a la esperanza de quienes claman por un cambio.
Hay varios tipos de outsiders. Caldera por ejemplo se presentó como un “outsider” solo por hacer apología del intento de golpe de estado en el 92 y luego deslindarse de una de las instituciones de la democracia que él había fundado como lo fue el partido Copei. Haciendo una coalición con partidos y actores antisistema y alianzas con actores del sistema que no querían transformarlo allanó el camino para que un verdadero “outsider” se erigiera con el poder bajo la consigna de cambio total de sistema.
Luego de dos décadas, las condiciones objetivas en Venezuela son similares desde el punto de vista de desencanto de la población con respecto a la clase política. El sistema político ha mutado de una imperfecta democracia a una dictadura posmoderna y en cuanto a lo económico hay una caída de todos y cada uno de los indicadores. Nunca antes país alguno del hemisferio había tenido una crisis económica como la que padece nuestro país el día de hoy.
*Hugo y Lorenzo*
La llegada de Hugo Chávez al poder fue el éxito de un discurso y un accionar que trasmitía indignacion, resentimiento y venganza. Luego de dos décadas se puede comprobar que esos sentimientos fueron los que moldearon el conjunto de políticas que nos llevaron a esta catástrofe. Fue una gran estafa de proporciones históricas.
Al igual que hace 20 años, la gente deja de confiar en nosotros los políticos pero esta vez decide poner su mirada en una persona como Lorenzo Mendoza: el carismático heredero y gerente de Polar: la empresa privada insignia de Venezuela. En este sentido creo que ha habido una evolución en el sentimiento y el pensamiento de la población.
Creo que la popularidad de Mendoza se traduce en la madurez de un pueblo que hoy, igual que ayer, se siente indignado, pero valora más el mérito al trabajo sobre el resentimiento, y sabe diferenciar la venganza de la justicia.
Lorenzo Mendoza evoca el éxito que no llega de la noche a la mañana, el trabajo duro, la capacidad de hacer equipo con los mejores, la sencillez de un patrono que se hace uno más entre los trabajadores y que vela por su calidad de vida, que apuesta por el talento nacional a pesar de las dificultades y se hace coprotagonista de los logros culturales y deportivos que nos llenan de orgullo dentro y  fuera de nuestras fronteras.
¿Y el slogan de campaña? «Lorenzo: El que pone la arepa en tu mesa”
Yo soy político, creo en la política sana, de ideas y valores. Tengo más de una década trabajando en un proyecto llamado “La Mejor Venezuela”. Ese proyecto lo lidera Leopoldo Lopez a quien considero además de líder un mentor, y estoy convencido que lo vamos  a hacer realidad. Uno de los pivotes de este proyecto está en el emprendimiento. En lograr tener un sistema político y económico que haga posible que tengamos “muchos Lorenzos Mendozas”.
Pero como político, entiendo qué la política tiene sus tiempos, y por ende soy de los que creé que, si mi candidato natural sigue inhabilitado por el régimen, y si Lorenzo Mendoza decide empinarse por el pais, estoy seguro que contará con la inmensa mayoría de millones de venezolanos respaldándolo; entre ellos este servidor.
El lema de La Mejor Venezuela es “lo mejor de nosotros” y así como tenemos un líder como Leopoldo que es referencia moral y de sacrifico de un pueblo que resiste y lucha por su libertad, también tenemos a un Lorenzo Mendoza que representa lo mejor del gentilicio venezolano y de lo que somos capaces cuando se hacen las cosas bien y con amor por Venezuela.
Y a los políticos de esta generación nos tocará reivindicar la política.

@ArmandoArmas

 

Artífices de la antipolítica, por Marianella Salazar

ManuelRosales

 

El régimen ha sido eficiente en aplicar sus estrategias para poner en evidencia las miserias de una dirigencia opositora que, al hacerle el juego a un gobierno de naturaleza criminal como el de Maduro, ha llevado a la sociedad civil venezolana al desaliento y la frustración. El gobierno avanza en su estrategia para que se manifieste lo peor de una clase política que en casi veinte años de un proceso envilecedor terminó por traicionar la ética y los principios a cambio de unos supuestos espacios que son un absurdo en sí mismos, despojados de toda competencia, que solo sirven –como se sabe– para financiar nóminas de partidos políticos.

Estamos frente una nueva fase de estrategia gubernamental para terminar de aplastar a una oposición que luce derrotada, destruir lo que queda de la Asamblea Nacional, continuar el linchamiento iniciado contra su directiva e imponer en el país un plan perverso de sometimiento, represión y empobrecimiento que es rechazado abrumadoramente por la población.

Los que se acuerdan con el gobierno están descubiertos y han provocado una gran molestia y desconfianza en la sociedad civil, que al menos ya tiene claro el panorama político y sabe a qué atenerse con esa clase de dirigentes que no están dispuestos a respetar la palabra empeñada y que justifican el engaño y la mentira como instrumento político.

El caso de Manuel Rosales, que aspira a ser electo gobernador del Zulia, es un deplorable ejemplo de cómo el quehacer político se ha vaciado de todo sentido y contenido altruista. Estamos presenciando el ejercicio de la política en el que “todo vale”, incluida la traición, con tal de recuperar el poder perdido. Con su participación, Rosales convalida la anulación de la elección del gobernador Juan Pablo Guanipa.

Otro caso incalificable es el de Yon Goicoechea, importante figura de Voluntad Popular que por fin ha logrado su libertad e inmediatamente fue postulado como candidato a alcalde de El Hatillo por el partido Avanzada Progresista, que lidera un infiltrado como Henri Falcón. El otro caso es el del dirigente de Voluntad Popular Delson Guarate, que también logró salir de la cárcel y es apoyado por el partido de Manuel Rosales, Un Nuevo Tiempo, para volver a la Alcaldía del Municipio Mario Briceño Iragorry en el estado Aragua.

Ambos traicionaron su partido, Voluntad Popular, que decidió no participar en las elecciones municipales. ¿Qué les pasó?, ¿acaso fueron doblegados por el régimen a través de los partidos esquiroles AP y UNT? Por qué asumieron el riesgo de comprometer su patrimonio político cuando se esperaba de ellos compromiso y una madurez política adquirida como prisioneros de la dictadura, necesitada como nunca de una oposición fantoche para consumar una nueva farsa electoral cuyos resultados están cantados de antemano.

Es más que lamentable el comportamiento de unos jóvenes en los que se había depositado la confianza para ser parte de la necesaria renovación de dirigentes a quienes se les exige prácticas políticas honestas y distanciamiento de los métodos de los actores tradicionales, que se mueven exclusivamente sobre la base de su interés individual. Es tiempo de asumir la cuestión de fondo.

En una crisis económica terminal, como la que sufre el país, en manos de quién está el recambio político en un momento en el cual toda una dirigencia, o casi toda, está colapsando y no representa sino a unos partidos cuyas estructuras verticales son antiparticipativas. Es esa dirigencia representada por los Rosales, los Allup, los Falcón, similares y advenedizos la verdadera artífice de la antipolítica.

 

@AliasMalula

El Nacional 

Dictadura efectiva por Antonio José Monagas

dictadura

 

El problema que intentará abordarse en la siguientes líneas, no toca tanto al significado genérico del término “dictadura” como sí a sus implicaciones. Sobre todo, en el ámbito geopolítico de un país que en el siglo XIX, logró liberarse del asedio que representaba el dominio imperial cuyo ejercicio de gobierno se debatía entre el autoritarismo asumido como el sometimiento absoluto a la monarquía española, y el despotismo entendido como la forma de urdir medidas “soberanas” valiéndose de un abuso solapado.

Así como la teoría económica habla de una “economía efectiva” para referir el resultado de una dinámica que busca la estabilidad financiera de gobiernos, empresas e individuos, la teoría política igualmente destaca situaciones signadas por una “democracia efectiva”. Es decir, una democracia llevada por la transparencia a partir de la cual se hace posible distinguir entre razones de poder y necesidades clamadas. El equilibrio entre ambas consideraciones, es lo que hace que un régimen político que se precie de democrático, pueda lograr sus cometidos con la efectividad que demanda toda dificultad o aprieto nacional, regional o local.

Del mismo modo vale hablar de “dictadura efectiva” para aludir a situaciones caracterizadas por censuras crudas a la prensa, represiones brutales a la disidencia, control abierto a la vida privada de ciudadanos sin distingos de condiciones socioeconómicas, y prohibiciones a prácticas asociadas a las nuevas tecnologías de comunicación e información. Asimismo, a un sinnúmero más de realidades afectadas por extremadas medidas gubernamentales tomadas en beneficio de supuestos argumentos cuya justificación se cae en el vacío de excusas intemperantes. Argumentos que rayan en lo ridículo, lo absurdo y lo pusilánime. Todos ellos, en franca asociación con el miedo, la desesperación y el enmascaramiento de la verdad.

Con la intención de darle al pueblo todo pero de modo atenuado, una “dictadura efectiva” se desenvuelve apostando al perverso principio autocrático según el cual es “todo para el pueblo pero sin el pueblo”. O sea, el fundamento sobre el cual el populismo ha cimentado sus postulados y criterios.

Por eso se habla de populismo autoritario. Más que el populismo demagógico, éste opera bajándole el “swich” (apagándole la luz) a la democracia. Es, precisamente, el mecanismo administrativo y ejecutivo, militar y policial, económico y social expedito para llevar toda gestión de gobierno a la forma totalitarista. Es decir, a la dictadura. Indistintamente, del estilo táctico que se escoja para llegar hasta allá. Esto quiere decir que un gobierno no necesita verse obligado a abolir leyes que apuntalan la democracia para caer rayarse de totalitario. Regímenes régimen así caracterizados, se les conoce como “dictadura republicana”.

Tales dictaduras se caracterizan porque sustentan sus economías en la producción y comercialización de algún recurso de marcada demanda internacional con países altamente industrializados. Así aseguran una renta capaz de garantizar el ingreso necesario para la estabilidad del régimen en lo necesario y fundamental. Por tanto, para aprovisionar de armamento los factores de defensa y seguridad nacional. Además, de brindarle una sustanciosa calidad de vida a funcionarios adscritos a los aludidos ámbitos.

El caso venezolano, es crudamente demostrativo de lo que es una “dictadura efectiva”. O de cómo funciona una “dictadura republicana”. Estos es que aún cuando el alto gobierno declare repetida y vociferadamente derechos y libertades reivindicadas, las realidades son otras muy distintas y alejadas de las que prescribe el texto normativo. En nombre de una lucha antiimperialista y apoyándose en un concepto pésimamente elaborado de “soberanía”, en Venezuela los desaforos, la violencia jurídica y la inseguridad ciudadana están a la orden del día. Más, toda vez que el desconcierto que vive la calle responde en perfecta sincronía con la impunidad que ampara a sicarios, usureros, timadores, mercenarios, estafadores, ladrones, hampones y delincuentes de toda ralea.

Tal es la certidumbre bajo la cual opera esta dictadura, camuflada con la ayuda de la hegemonía comunicacional que sirve a sus mentiras proyectadas sobre redes informativas amenazadas, que logró hacer de la resignación, el temor y la omisión, sus mejores y más conspicuos cómplices. De hecho, a esta fecha, ante la posibilidad cierta de perder toda elección en curso, la dictadura, en ejercicio del poder, procedió a no convocar proceso electoral alguno. Esto, en una habitual maniobra consumada con la mayoría representativa del partido de gobierno en los cargos directivos del Consejo Nacional Electoral. Pero sin embargo, se cree un régimen héroe por arrogarse el mérito (falseado) de haber llevado el país a un nivel de mayor democracia que la de cualquier otro país vecino o colindante.

El problema expuesto por la cesación de lo que la teoría política aduce como “separación de poderes”, es gravemente mayúsculo. La corrupción gubernamental campea. Tanto así que por causa del agonizante estado de las finanzas públicas, al menos las destinadas para el funcionamiento del aparato público nacional, se aceleró la inflación en el país situándolo a la altura del país con la economía más desvalorizada del mundo. La defensa de los derechos humanos quedó relegada ante la importancia que el régimen concede a la militarización, la antipolítica, el proselitismo, y la orquestación de mensajes de agresión contra todo aquello que contraríe la acción del oficialismo.

Las declaraciones del alto gobierno respecto de los preceptos constitucionales, encuadradas por la hipocresía, quedaron atascadas en eslogan, cliché y críticas huecas contra el imperio norteamericano. Sin embargo olvidó sus enredados y cuestionados compromisos con el imperio chino y el poderío ruso. Aparte de su sumisión con el gobierno cubano. En medio de tan vulgar contradicción, difícil de comprender y resolver, dado el exagerado pragmatismo con el cual el régimen venezolano ha asumido el problema de las relaciones internacionales, se insertaron otros nuevos que avalan la dictadura efectiva. Dictadura ésta que tiene asfixiado al país en su totalidad. Problemas tales como el secuestro del voto, el cual sumado a la persecución política contra jóvenes estudiantes y diputados, al margen del significado de “inmunidad parlamentaria” (condición fundamentada como representantes de la soberanía popular) o la crisis humanitaria por la falta de alimentos y medicamentos incidente en la pauperización de la población, le imprimieron mayor connotación a la dictadura que actualmente agobia a Venezuela y a los venezolanos.

En fin., puede decirse que con absoluta razón, la historia podrá escribir que el socialismo del siglo XXI, así mal llamado, apenas sirvió para acaparar la atención de pomposas promesas que terminaron desvaneciéndose a consecuencia del gasto de una renta petrolera dirigida a erigir un mercado político, cuyo único producto fue la intervención de la democracia para luego convertirla en una “dictadura republicana”. O mejor dicho, en una “dictadura efectiva”.

 

antoniomonagas@gmail.com

Boche clavao por Orlando Viera-Blanco

AsambleaN

 

«Aun cuando vienen tiempos muy complejos, una vibrante camada de jóvenes parlamentarios, defenderá con fogosidad sus ideales y sus ejemplares antepasados libertarios»

 

Confieso que la reciente decisión de la AN me produjo sentimientos encontrados. Como jurista, me cuesta ver a un poder originario claudicar frente a un poder derivado, con máximas judiciales sacadas bajo la manga. Pero como observador político, pareciera que hay que ponerse los dedos en la nariz, tragar grueso y avanzar, para «mejor doblar y evitar partirse en diez», como lo expresa Henry Ramos.

Un par de días después «del acatamiento» de la sentencia del TSJ, tuve la oportunidad de apersonarme al Parlamento. Años sin regresar a nuestro hermoso hemiciclo. La verdad no recuerdo haber estado desde que Chávez llegó al poder. Me sentí como una generación perdida. Recuerdo comenzando mi carrera como abogado a finales de los 90, me tocó realizar tareas de lobista. Mi primera visita al otrora CN, la hice de niño, acompañando a papá con un viejo amigo Dip. de AD… Sentí que la historia de héroes e ilustres libertadores, entraba por mis venas colocándome en el mismo sitio de los acontecimientos. Palpaba cómo las siete provincias de la Capitanía General de Venezuela, reunidas en la Capilla Santa Rosa de Lima, declaraban la independencia de la Corona de España, después de las abdicaciones de Carlos IV y Fernando VII en Bayona. Evocaba la promulgación de la Constitución Federal de 1811 (pasada al Congreso el 07-07 de 1811), regresando al día de la independencia y al primer Congreso patrio, cuya acta se encuentra en ese regio Salón Elíptico de nuestro Palacio Federal Legislativo. Me enfrenté con nostalgia a 17 años de ausencia. Y me sobrevino el mismo sentimiento de orgullo y fascinación histórica, imaginando la presencia de Juan Germán Roscio y Francisco Isnardi (redactores de nuestra primera Constitución); de Juan Antonio Rodríguez Domínguez, presidente de la Provincia de Caracas, quien anunció que «con la aprobación de 40 votos de diputados, quedaba declarada solemnemente la independencia absoluta de Venezuela», o contemplando el retrato de firmantes, cómo el Marqués del Toro, Martín Tovar Ponte, Lino de Clemente, Francisco de Miranda (Provincia de Barcelona) o Juan Nepomuceno de Quintana (Provincia de Barinas)… Súbitamente desperté de mi imaginario, cuando me topé con el jefe de la fracción parlamentaria del Bloque de la Patria, Dip. Héctor Rodríguez, escoltado por el Dip. Pedro Carreño. Inevitablemente, se agudizaron mis desencuentros…

A pesar de la celada que fue objeto la mayoría parlamentaria, con la desincorporación de los diputados de Amazonas, mordazmente resumida por un amigo en el exilio como «un juego de ajedrez donde unos mueven sus alfiles, torres o peones, y los otros les responden lanzando bolas criollas», el ambiente que vi en Palacio era extraordinario. Se respiraba apertura, integración, ¡colorido! Toda una nueva dinámica institucional. Un hemiciclo pleno de visitantes, estudiantes, abogados, comunicadores, rodeados de trabajadores bien amables. Una sana interacción con sus diputados, que se mostraban accesibles y dispuestos a declarar, conversar o hacerse unselfie. Una vida legislativa que sigue intensamente. Que no se para en baches, aunque nos indignen y nos pesen en los hombros de la historia. Eventos que pasan y son atrapados más temprano que tarde por la historia, por lo que los historiadores llaman «los ensambladuras inevitables» del ser, sentir y vivir republicano… 24 horas después del llamado desacato, se aprobaron acuerdos sobre obediencia a los emplazamientos de organismos internacionales sobre DDHH; agendas universitarias, y se avizoraron tiempos de amnistía. Recordamos que la política anuda y desanuda, por lo que concluí, que aun cuando nos vienen tiempos muy complejos, la presencia de una vibrante camada de jóvenes parlamentarios, defenderá con fogosidad sus ideales, sus raíces y sus ejemplares antepasados libertarios. La vibra que sentí fue maravillosa, por restauradora. Al ver hondear esa bandera encima de la cúpula legislativa, con aquel cielo azul de fondo, me dije: ese tricolor ha sido testigo de muchos tropiezos, abusos y destemplanzas. Pero siempre sigue ahí, simbolizando los sacrificios de esos titanes liberales que forzaron nuestra independencia, nuestra libertad y nuestra democracia. Y todo vuelve. ¡Como regresa uno, como regresa el país!

Los diputados de Amazonas, sometidos a una inconstitucional desproclamación, pronto volverán a sus sillas… Vale la pena recordar cómo el primer parlamento inglés -promovido por el noble francés Simón de Montfort- en 1265 (Model Parliament), conocido como la reunión de los comunes, fue abolido por el monarca Eduardo I. Pero al ver que su autoridad no podía ser legitimada sin la permanencia del gentry, esa clase noble de caballeros y burgueses del Parlamento, el propio Eduardo I emplazó su regreso. La fuerza de cambio y el poder de la gente en la historia, siempre se imponen. Amén de cualquier monarca, de cualquier revolución, de cualquier gula papal o sentencia mundana. Por eso a Boche clavao, clavo pasado. Sin duda, el país se los sacará del medio.

OrlandoVieraBlancoAN

@ovierablanco

ovierablanco@vierablanco.com

Mar 23, 2015 | Actualizado hace 9 años
Miénteme más por Carlos Raúl Hernández

mentira

 

Según información del ex presidente Samper en funciones de vocero part timedel CNE, la elección será en septiembre de este año, aunque luego Lucena irritada corrigió. Sigue la estridencia estéril y contraproducente. El radicalismo semi ilustrado de capas medias creó mitos, ideas cosificadas, queloides de pensamientos que impiden comprender la realidad y promueven abstención y diversos errores. Pontifican sobre política aunque su desconocimiento del tema sea escandaloso. Opositrolles y laboratorios pueblan las redes de divagaciones de cerebro de gallina (seudónimos y ladridos) y odios sicóticos, escasos en los sectores populares de mayor sentido común. Veamos algunos.

1. La primariomanía o «el consenso no es democrático». Falso. Hablan de dedazo aunque el consenso es de cuarenta organizaciones, capaces de sacrificar sus intereses para darle lugar a 16 pequeños grupos que de otro modo jamás podrían llegar a la Asamblea, porque en las primarias se impone la capacidad de movilización de los aparatos. Dedazo cuando los jefes de los secretarios generales de los principales partidos, Luis Emilio Rondón de Un Nuevo Tiempo y Tomás Guanipa de Primero Justicia aún no tienen ubicación, mientras Henry Ramos va por un circuito. Quienes hablan de primarias en todas partes apenas tuvieron gente para inscribirse en 5 circunscripciones de las 39 que se habilitaron. Pero los falsos «primariómanos» tienen la oportunidad de renunciar a sus candidaturas decididas en el acuerdo para demostrar su convicción ¿Qué sentido tiene ir a una elección por pedido de quienes no tienen fuerza ni para inscribirse, como ocurre en Anzoátegui? Hacer primarias cuesta mucho dinero como cualquier otra gran movilización y resulta insólito que algunos que carecen de apoyo pretendan que otros las paguen. Varios personajes de loro en el hombro y pata de palo se lanzarán por su cuenta con el fin explícito de que el gobierno debilite y pueda derrotar los candidatos de la Unidad.

2. En 16 años la dirección opositora va de derrota en derrota. Falso. Entre 1999 y 2005, con partidos liquidados, la conducción de la oposición pasó a aficionados sin experiencia ni partido, «gerentes» y personas de diversos oficios, a los que llamaron sociedad civil. Eso llevó a auto-ensartes que destruyeron la fuerza defensiva de las instituciones democráticas y minó la capacidad de respuesta frente al autoritarismo. Cada una de esas geniales operaciones fue una rebanada a la disidencia. Pero la joya de la corona fue el retiro de las candidaturas en 2005. Con la postulación de Manuel Rosales en 2006 arranca otra historia que hizo renacer la esperanza hasta 49.3 % del voto popular con Capriles en 2013 contra el poder total del Estado.

3. Van a elecciones para buscar puestos. Falso. La alternativa se construye con acumulación de fuerzas, un poder dual en las instituciones, como estudiaron grandes clásicos del pensamiento. Concejalías, diputaciones regionales, alcaldías, gobernaciones, diputados nacionales y presencia en todas las esferas posibles, es lo que permite quebrar una hegemonía aunque no lo asegura. Lo demás es infantilismo y antipolítica. Como dice Safransky, «la libertad no es una garantía sino una oportunidad». Las torpezas y los torpes se empeñan en liquidar la oportunidad.

4. El diálogo es traición. Falso. Contra la enseñanza del galáctico, el diálogo es la forma civilizada de hacer política y mientras más bárbaro sea el poder revolucionario, que en esencia es el uso de la fuerza, más claro debe quedar urbi et orbis que quienes buscan sustituirlo son su negación. No se trata de ser tan déspotas como los déspotas. Conversar es la voluntad de ahorrar vidas y sangre. Los norteamericanos negociaron dos veces con el comunismo vietnamita, primero Johnson y luego Nixon, y no porque se tuvieran cariño, sino para poner fin al conflicto. Casi todas las guerras terminan en diálogo o en el exterminio. En Colombia la democracia se acordó con la guerrilla del M-16 en 1990 y ahora desarrolla el proceso con las FARC. Los partidos chilenos negociaron con Pinochet y sus generales para convocar el referéndum y luego para la transición, y lo mismo los nicaragüenses con los sandinistas. Bolívar dialogó con Morillo y los líderes de los nacientes EE UU con los ingleses para terminar la Guerra de Independencia. Ahora Obama lo hace con Cuba.

5. ¡Salida Ya-Transición! Falso. Esas vacías consignas solo han dejado cárcel, luto y descrédito. Ninguna de las dos cosas está planteada y corresponde más bien al deseo de sustituir la incapacidad para construir alternativas por vaciedades de minorías que tienen poco que perder y matan el tiempo en diferenciarse, para llamar la atención que de otra manera no logran, mientras las fuerzas mayores están obligadas a la responsabilidad sin delirios. La «salida ya» chantajeaba conque la Unidad «quería esperar las elecciones» y hoy quienes decían esto esperan pacientemente su diputación.

6. Dictadura no sale con votos. Falso. Esta afirmación, contra toda evidencia, desconoce que la inmensa mayoría de las dictaduras se derrumba ante procesos electorales. Perú. Ecuador, Bolivia, Argentina, Chile, Brasil, Uruguay, México, Rusia, Nicaragua, Hungría, Polonia y cantidades de otras, comunistas y no comunistas, lo evidencian.

 

@CarlosRaulHer

El Universal