“Estar preso por error en Venezuela da más miedo que cruzar el Darién” (I) - Runrun
“Estar preso por error en Venezuela da más miedo que cruzar el Darién” (I)
Para Omar González, un venezolano de 28 años, haber atravesado 11 países y la temida Selva del Darién, no fue tan peligroso como el año que duró tras las rejas por un delito que no cometió
Esta es una serie de tres entregas que relata el recorrido y los desafíos a los que tuvo que enfrentarse este joven para poder alcanzar el sueño americano

 

@yeannalyfermin 

 

Más de mes y medio le tomó a Omar González atravesar las fronteras de Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México, para llegar a Estados Unidos. Su recorrido por casi toda Latinoamérica tuvo un costo de más de 4 mil dólares en traslados, alimentación, coimas y hospedaje. Durante su travesía tuvo que desafiar pasos irregulares, largas caminatas, altas temperaturas, coyotes y la temible selva del Darién. Omar aseguró que nada de lo que vivió en esos días se compara al infierno que tuvo que vivir en la Penitenciaría General de Venezuela por un error del sistema judicial. Hoy está en Estados Unidos esperando la legalización de su proceso para empezar a trabajar. 

Omar salió de Venezuela en agosto de 2018 con rumbo a Cartagena de Indias, Colombia. En esa ciudad no consiguió empleo y al mes se fue a Barranquilla. Aunque le fue “mejor” porque trabajaba vendiendo comida en las calles y como ayudante de construcción, decidió irse a Perú. “En Colombia no hay fuentes de trabajo para inmigrantes venezolanos”, afirmó. 

A Lima llegó en agosto del mismo año porque una amiga le ofreció ayuda para recibirlo. Comentó que trabajó en un restaurante, en una agencia de festejos, como motorizado y hasta de guachimán en una zona que él consideraba bastante peligrosa y no volvió más. Luego consiguió un trabajo fijo en un restaurante – licorería, en el barrio chino de Lima. Comentó que lo explotaron hasta más no poder y aún así duró un año trabajando. 

De Perú a Chile

Con el dinero que logró ahorrar producto de la venta de verduras y comida rápida decidió vender todas sus pertenencias y se fue a Chile. Para llegar tuvo que pasar por Bolivia. 

Empezó trabajando como jardinero y en cinco meses ya se había mudado solo, había ahorrado el pasaje para que él y su novia se volvieran a encontrar, y tenía moto de agencia. 

Mientras trabajaba con su moto tuvo un accidente y se partió la muñeca, duró dos meses varado mientras lo operaban. Con el pasar de los días mejoró, pero poco tiempo después se enfermó con una hernia y cayó en depresión.

Según varios informes de la Organización Internacional de Migraciones (OIM), la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) y La Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V), los migrantes venezolanos en los países de Sudamérica, tienen una tendencia del 33% a ser diagnosticados con ansiedad y 27% de depresión. 

Omar asegura que siempre quiso irse a trabajar a los Estados Unidos y el plan se fraguó en una reunión durante el almuerzo con sus compañeros de trabajo. 

Le comentó a la novia que quería irse a lo que ella en principio se negó rotundamente porque le parecía una locura, pero de tanto insistir la convenció de que se fueran juntos. 

Aseguró que no se fueron a lo loco, “lo planeamos, lo estudiamos, nos preparamos, reunimos un poco más de plata. Ella me frenó un poco para que no lo hiciera tan de prisa”, dijo. 

“Salimos de Chile prácticamente sin nada. Nada más con lo que habíamos ahorrado. A esa selva no se puede llevar nada, dejé toda mi ropa, solo me llevé dos mudas. Llevaba mi carpa, linternas, botas, guantes y bolso de montaña”, aseguró. 

De Chile para Estados Unidos 

Omar relató que la primera parada que hizo fue en Santiago de Chile, donde se reunió con gran parte del grupo. En Arica, una ciudad portuaria ubicada en la frontera de Chile con Perú, se reunieron las 18 personas que tenían la misma meta de llegar a Estados Unidos. 

En el límite entre Chile y Perú los paró la policía y les quitó dinero para dejarlos continuar. Ya en territorio peruano tomaron un taxi y luego un bus para llegar a Lima. Una distancia de más de 1400 kilómetros.

Dos días después, de Lima partieron a Piura, una ciudad peruana cerca de la frontera con Ecuador, pasaron por el puente internacional de Rumichaca, principal paso fronterizo entre las naciones de Ecuador y Colombia, hasta llegar a Medellín, y luego a Necoclí, un municipio colombiano que limita con el mar Caribe, en el departamento de Antioquia. 

 

 

Cuando salió la lancha de Necoclí duraron cuatro horas para llegar a la selva del Darién. En total, eran 40 personas de distintas nacionalidades, entre ellos: cubanos, ecuatorianos, haitianos, dominicanos y venezolanos, que iban a cruzar el Darién. 18 del grupo de Omar, más otras 22 que había logrado recoger el guía. 

Omar González detalló que llevaban botas, guantes, carpas, colchas, 6 latas de atún, pan de sándwich, barras energéticas, maní, papelón, jugos de cajitas, sopas instantáneas, suero, repelentes y aceite para las serpientes.

Cifras de la Comisión de la Secretaría General de la OEA para la crisis de migrantes y refugiados venezolanos señalan que los cubanos eran los que más cruzaban El Darién hasta 2022. Ahora la proporción es 12 venezolanos por cada cubano. 

El comisionado de la Secretaría General de la OEA para la crisis de migrantes y refugiados venezolanos, David Smolansky, indicó a través de su cuenta en Twitter que más de 28 mil migrantes venezolanos han cruzado la selva del Darién en el primer semestre de 2022.

El mayor desafío para Omar era cruzar el Darién, sabía por comentarios de la gente y por noticias que ese lugar era muy peligroso y que han muerto muchas personas tratando de alcanzar el sueño americano. Con algo de miedo, pero con la certeza de que en Estados Unidos estaba su futuro, se adentró en la selva.