Médicos venezolanos siguen ejerciendo pese al miedo al contagio - Runrun
Médicos venezolanos siguen ejerciendo pese al miedo al contagio
Una encuesta de la organización Médicos Unidos de Venezuela arrojó que más del 70% de los grupos de trabajadores de la salud presentan síntomas de ansiedad y depresión.

@ValeriaPedicini

 

La página web del Colegio de Médicos se había convertido en un obituario. Así lo sentía Jairo Pacheco, médico neumonólogo del estado Zulia, cada vez que abría el portal y veía el nombre de un miembro del personal de la salud que había fallecido por contagio de coronavirus. Ver un lazo negro acompañando a la imagen de alguien conocido lo impactaba. 

A veces, incluso, le daba miedo pensar quién podría ser el próximo. 

Eso fue lo que más lo afectó cuando también se contagió de COVID-19 hace casi un mes: los nombres de gente allegada se repetían. Y aumentaban. Esa misma semana murieron cuatro médicos muy cercanos a él. “Dios mío, ¿hasta cuándo más muertos? Han sido tantos médicos que ya lágrimas no quedan”.

Al menos 242 trabajadores sanitarios han muerto por coronavirus hasta el 3 de noviembre, según cifras proporcionadas por Médicos Unidos de Venezuela. Con este número, se convierte en la nación con más decesos de personal de salud, teniendo en cuenta el número total de fallecidos. 

“Hacemos una estadística que recogemos y publicamos con cierta regularidad de los fallecidos del sistema de salud, donde más o menos eso nos da con respecto a la población que anuncia el Gobierno un 30% de muertos, eso es una locura”, explica Jaime Lorenzo, director de la organización no gubernamental.

En los reportes que diariamente dan los representantes del gobierno de Nicolás Maduro, los miembros del personal de salud venezolano rara vez se mencionan. 

Una investigación de la Alianza Rebelde llegó a la conclusión que hoy se ve confirmada: “La crisis del Covid-19 rebasará la ya reducida capacidad de un gobierno que no construyó más centros asistenciales en los últimos 12 años”. 

Una vez que fueron confirmados los primeros casos de coronavirus en Venezuela y que los pacientes contagiados que llegaban a la clínica donde el doctor Pacheco trabaja cada vez eran más, supo que el contagio sería inevitable. El malestar le empezó un sábado y al día siguiente de continuar con la fiebre se hizo la prueba: positivo. 

Cuenta que el trabajo al inicio de la pandemia fue un poco tortuoso, pero trabajar en el sector privado de la salud fue un punto a favor. “La situación nos obligó a tomar medidas, prepararse para preservar el personal de salud. Logramos entenderlo muy a tiempo que era fundamental que no nos contagiaramos”. 

Lorenzo asegura que Venezuela no estaba preparada para una pandemia, a pesar de que los ministerios de salud de todo el mundo fueron notificados en enero por la Organización Mundial de la Salud que “había una enfermedad rara en China y que se podía convertir en pandemia”.

El médico considera que el país debió prepararse con el número de camas para atender pacientes, equipos especializados y apoyo de alto nivel del personal preparado. 

Pero los trabajadores sanitarios tampoco sabían muy bien cómo actuar. “El personal desconocía la enfermedad. No manejaban los protocolos porque el gobierno no se había preparado para eso. Nuestro problema sigue siendo que tenemos muy poca capacidad de medios de protección para el personal de salud. La situación más grave es que tengan que salir de sus casas sabiendo que pueden contraer la enfermedad por no tener insumos adecuados”. 

Según Lorenzo, la pandemia llegó al país “como si estuviéramos viviendo en el siglo pasado”. Desde finales de junio y semanalmente Médicos Unidos de Venezuela ha registrado decesos de trabajadores sanitarios con criterios para COVID-19. Los casos fueron en aumento hasta que en septiembre, tres meses después, la cifra alcanzó su pico más alto con 28 fallecidos. A partir de ese momento, el número ha ido descendiendo. 

El tiempo le demostró a Pacheco la importancia de que todo el mundo tenía que estar preparado y protegido para atender pacientes de Covid-19. “Evitar el contacto con el virus, esa sigue siendo hasta hoy la pieza clave”, dice. 

40 años de ejercicio no fueron suficientes para que la letalidad del virus no lo asombrara. “Uno ha visto muchas cosas, pero nada como esto. No es una gripe común como dicen, es una enfermedad que acaba con la vida de la gente. Definitivamente mata y si no, vean los números”. 

Pacheco dice que sí, que hay que tenerle miedo al coronavirus y ahora más con los casos de reinfección. “Esa posibilidad nos tiene a todos sumamente ansiosos, pero como médico uno no puede perder la calma. Si uno se preparó para esto, perder el control sería terrible”. 

En los pasillos del hospital Domingo Luciani nadie hablaba del miedo. Tampoco en las redes sociales: al llegar a casa después de una agotadora guardia de 24 horas, Beatriz López* se metía en Twitter a ver si alguien decía algo de lo que estaba viendo el personal de salud en ese centro centinela del Distrito Capital habilitado para casos de coronavirus y no encontraba nada.

Nadie hablaba del miedo, pero Beatriz lo sentía todos los días cuando se disponía a iniciar sus guardias en el hospital. “Hacía guardia cada tres días y yo cada tres días me encomendaba a Dios. Le pedía que me cuidara porque sabía que en algún momento el contagio iba a ser inevitable”.

A los estudiantes del último año de la carrera, como ella, les prometieron que el personal médico de la emergencia común no estaría en riesgo por la pandemia porque los pacientes con problemas respiratorios los atenderían en otro espacio. Esto fue al inicio. 

Cuando aumentaron los casos positivos y los hospitales colapsaron, la promesa se hizo difícil de cumplir. “No hubo manera de evitar la exposición de todo el personal. No solamente médico, sino los camilleros, las licenciadas en enfermería, secretarias. Nadie estaba exento a contagiarse”.

Beatriz veía entrar pacientes contagiados a cada rato. Uno detrás del otro, en las peores condiciones, casi desahuciados. “Llegaban desesperados, tosiendo. Tú cuando estás asfixiandote no estás pendiente de si le toses encima a alguien o no. Estás tratando de buscar aire para poder respirar, estás buscando oxígeno para poder sobrevivir. Yo me ponía del lado de esos pacientes. ¿Cómo le explicas que en un hospital tipo cuatro no hay oxígeno para que pueda respirar?”. Esa carga de conciencia de no poder hacer nada más por un enfermo que acudía a ella en busca de ayuda, la mortificaba. 

Las jornadas eran físicamente agotadoras, pero lo que más le costaba a Beatriz era el cansancio mental y la incertidumbre que sentía diariamente si se había contagiado o no. “Pensaba y pensaba en eso todo el tiempo. Por el mal manejo de la situación y al estar siempre en contacto con contagiados, muchas veces sentía que tenía los síntomas”. 

En la mente de la joven había varios pensamientos haciendo presión: el cansancio del trabajo, tratar de ayudar a los pacientes, la posibilidad del contagio, el miedo a complicarse si se enfermaba, mantener a su familia alejada para no infectarlos, hasta pensar que podría morir sola porque nadie la iba a poder visitar por la cuarentena. “Me causaba demasiada ansiedad imaginar todas esas situaciones”. 

Cuenta que le tocó “guapear” con el miedo y la preocupación porque no tenía otra alternativa: tenía claro su objetivo y compromiso de atender a los pacientes. “A veces el miedo te hace querer retroceder, pero la única opción es seguir dando pasos hacia adelante”. 

En el mes de agosto, Médicos Unidos por Venezuela publicó una encuesta de salud mental del personal de salud del país y cómo los altos niveles de estrés a los que han sido sometidos han traído sus consecuencias. 

La encuesta arrojó altos niveles de síntomas de ansiedad y depresión en personal de salud venezolano, 72,64% y 73,07% respectivamente, con respecto a promedios mundiales. 

Asimismo, el estudio indicó que más del 70% de todos los grupos de los trabajadores sanitarios presentan algunos de estos síntomas. 

“Estos hallazgos evidencian un grave problema de salud mental en el personal de salud en situación de pandemia en Venezuela. Es necesario desarrollar políticas de salud pública en la atención del personal en estudio, así como programas de apoyo psicoemocional a esta población en riesgo de alteraciones emocionales severas con sus graves consecuencias”, reza el informe. 

“El personal de salud tiene síntomas que nos hablan a favor de que pueden tener enfermedad de neurosis o de depresión importante. Y los valores son más altos que en cualquier parte del mundo. En Venezuela tienes un personal bajo altísima presión, con un nivel de angustia alto por enfermarse y que trabajan con sueldos que dan pena”, afirma Lorenzo. 

Esa misma ansiedad la sintió José Chavero. Primero al inicio de la cuarentena, cuando apenas se sabía de casos positivos. Cuando asumió que en cualquier momento se iba a contagiar “igual que el resto de la población”, se calmó. “Uno lo que trata es de estirar esa arruga lo más posible con las medidas de protección, ligando que no te dé hasta que salga una vacuna”. 

Antes de una cura, el médico del estado Bolívar salió positivo para coronavirus hace dos meses, aún cuando no atendía pacientes asociados a la pandemia. Para él, el personal de salud tiene doble riesgo de contagio: uno en el hospital y el otro en la calle, como cualquier otra persona. “Yo soy neonatólogo, atiendo a puros recién nacidos, pero tengo que pasar por todos los servicios para llegar al mío, montarme en el ascensor con los demás, pasar por la emergencia”. 

La ansiedad volvió. No por haberse contagiado, sino cuando los nombres de sus compañeros de la salud empezaron a formar parte de los fallecidos por la Covid-19. Es muy triste, deprime mucho. Yo estuve hablando con una psiquiatra por cómo estaban muriendo mis amigos. Tenía que hablarlo con alguien. Todo eso pudo haberse prevenido”.