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De la entropía al big bang de la oposición venezolana
Hoy la oposición venezolana está como el caldo viscoso e indefinible antes del big bang

 

@juliocasagar

Un millonésimo de segundo antes del big bang originario, solo existía el caos. Un cambio del equilibrio de las temperaturas provocó ese estallido iniciático de lo que hoy conocemos como el Universo.

Desde entonces, todo lo existente se continúa expandiendo, seguramente hasta que todo colapse de nuevo en un inmenso agujero negro. Es la diástole y la sístole del universo. Los mismos movimientos que reproduce nuestro corazón cuando bombea la sangre y que gobierna la vida de la naturaleza y las sociedades.

Los grupos humanos no escapan a este fenómeno, sean estos políticos, sociales o culturales. La historia de la humanidad es la historia de su movimiento dialéctico con avances y retrocesos muchos de los cuales, a veces, ni siquiera percibimos.

Hoy la oposición venezolana está como el caldo viscoso e indefinible antes del big bang. No sabemos cuándo la termodinámica de los hechos políticos y sociales hará su trabajo para definir la entropía en algún sentido. Lo que sí parece evidente es que se han juntado todas las circunstancias para que del actual caos salga inevitablemente una síntesis distinta.

Veamos:

Justo en medio de un proceso político como las elecciones regionales. Un momento en el cual todos los manuales recomendaban actuar en conjunto, marchar en sintonía pese a las naturales diferencias, pues hemos decidido desenterrar el hacha de la guerra y echar mano de todos los mecanismos a nuestro alcance para, precisamente, presentarnos como un saco de gatos.

Es cierto que ha habido un esfuerzo significativo para lograr candidaturas únicas en muchos sitios, pero lo que hemos hecho con las manos lo hemos destrozado con los pies. En sitios emblemáticos como Lara y Miranda, no hemos sido capaces de escoger a quien podía lograr mejor figuración. En Caracas, era claro hacía unas semanas que uno de los candidatos tenía los mejores números para la alcaldía de Libertador y resolvimos lograr la unidad. Incluso, donde hemos logrado amplios consensos, el proceso de constitución de planchas fue traumático y poco edificante. Hemos escogido también este momento para ventilar las diferencias internas del gobierno interino y para lanzarlas a los cuatro vientos. Una especie de tormenta perfecta para debilitar los esfuerzos de negociación en México y para llevar agua al molino de la abstención que es el verdadero candidato a vencer para las fuerzas democráticas.

¿Qué le vamos a hacer? Dicen que los dioses ciegan a quienes quieren perder y eso es lo que va a ocurrir. Quizás el principio de Malthus de no tratar de intervenir en los procesos que él consideraba “naturales” de control de las poblaciones como las guerras y las pestes, tengan algo de verdad en lo referente a los liderazgos sociales y políticos. Quizás haya ciclos naturales que deben cumplirse y en Venezuela estemos en este momento en el cierre de uno de esos ciclos.

Como siempre ocurre, en este proceso natural sobreviran los más aptos y los mejor equipados para sobrevivir a las condiciones adversas. Sobrevivirán también quienes hayan estado a la altura de sus responsabilidades y hayan podido pasar, como las garzas blancas del llano, por el estero sin manchar su plumaje.

Los problemas en Venezuela van a continuar. El régimen será incapaz de revertir la dolorosa y espantosa realidad que ha creado y que está reflejada en la última encuesta de la UCAB: una fábrica de pobres que ya llega a las tres cuartas partes de la población. Una burbuja de privilegiados que no tienen la capacidad de generar, aguas abajo de sus privilegios, ninguna reactivación importante. Una realidad escabrosa, patética de irrespeto a los derechos humanos; de reparto de media docena de jojotos al grito de “Venceremos”, son la demostración patente de que son ellos quienes deben irse.

El desconcierto opositor es real y no aparente. Pero, mientras en su campo el desorden es entropía que va a generar cambios, en el lado del régimen es decadencia que va a ser superada.

La maravillosa potencialidad de ese cambio está en la sangre que corre por las venas de nuestros compatriotas. La misma de los jinetes del “Vuelvan caras” de las Queseras del Medio; de la de los llaneros que descalzos cruzaron los Andes; de los que vieron perder varias repúblicas para recuperarlas.

El liderazgo del nuevo país que viene está en vida latente en muchos venezolanos de hoy. Algunos forman parte del que está visible. Pero muchos otros, están por descubrirse.

La diástole y la sístole del corazón de Venezuela siguen su curso…

El corazón de Venezuela no se detiene.

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