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La Navidad que nos robaron, por Brian Fincheltub

El olor a pintura fresca todavía anda regado por todos lados. De las tradiciones, esa es una que se mantiene cada año en casa: iSe pinta aunque sea con cal! En la cocina mi mamá prepara el pollo para hoy, con tres comemos cinco y queda hasta para los vecinos, que siempre son bienvenidos. Ustedes saben, aquí todo el mundo se conoce y en estas fechas lo importante es compartir.

Mi papá, quien trabaja como vigilante en una compañía, no solo pudo comprarnos la ropa que usaremos esta noche y para fin de año, los populares «estrenos», sino que le echó una mano al niño Jesús con nuestras cartas. Si bien nunca llega mi carro a control remoto ni la barbie que pide mi hermana, siempre hay algo debajo del arbolito.

La cena la acompañamos con ensalada de gallina y hallacas, que les confieso, no son las de aquí, sino todas las que nos regalan. Mi mamá prefiere hacer las suyas para el fin de año, unas cincuenta, pero que terminan siendo como veinte porque las reparte prácticamente todas. No es que me contente mucho la idea, pero de nuevo, así es diciembre.

El dulce de lechosa también está presente en la mesa, hay carato y pan de jamón. A medianoche la atracción es ir debajo del arbolito por los regalos, en casa no tenemos, pero el niño Jesús lo deja donde los abuelos que viven al frente.

Los grandes por su parte juegan al amigo secreto, a nosotros no nos meten porque estamos pequeños, pero allí vemos siempre como el tío pichirre siempre regala lo mismo. Todo el mundo cruza los dedos para que no le toque.

Esta es parte de la Venezuela que nos robaron, destruyeron nuestras tradiciones y la alegría propia del venezolano. Quise reflejar lo que era la realidad promedio de una familia antes de la destrucción actual. No me fui hace cincuenta años, sino apenas 20 años atrás.

Para la mayoría no eran navidades de abundancia, pero no faltaba nada ni nadie. Una familia con un modesto sueldo podría cubrir necesidades básicas, seguir las tradiciones de la fecha, sin humillarse, sin hacer colas, sin llorar por el que no está porque se fue buscando un país que ya no encuentra ni estando aquí.

Que pronto recuperemos nuestra Venezuela y con ella las navidades que todos merecemos ¡Vendrán mejores tiempos!

Categorías: Opinión

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