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Antes, durante y después del #1S, por Milos Alcalay

 

La «Toma de Caracas» del 1 de Septiembre  reunió  en la ciudad capital a más de un millón de ciudadanos dispuestos a exigir un cambio pacífico, democrático y constitucional.  Este triunfo es incuestionable,  a pesar de todas las acciones del Gobierno en desconocer su importancia, como lo hizo la Canciller Rodríguez al lado del Ministro Reverol- acusado en los Tribunales Norteamericanos por narcotráfico – al convocar al Cuerpo Diplomático para denunciar la ficción de que se trataba de un “golpe de Estado” y que se concentraron tan solo 30.000 manifestantes.

 

El clamor popular de los demócratas fue tan abrumador, que las fotografías recogidas en las primeras páginas  de la gran prensa mundial, reflejaron la realidad. No sirvió de nada que expulsaran a periodistas de Le Monde, Miami Herald, Al Jazira y otros.

Nunca en la historia de Venezuela, se había dado una marcha de esa proporción, y ello se logró a pesar del hostigamiento en los barrios populares, amenazas a funcionarios públicos, atropellos al libre tránsito cerrando las vías de acceso a Caracas y las estaciones de Metro, 136 detenciones arbitrarias, entre ellas las de Alcaldes y destacados dirigentes políticos  y una infinidad de prohibiciones que intentaban impedir que se diera de manera exitosa la manifestación.

Pero al igual que no pudieron frenar el triunfo parlamentario en las elecciones del 6 de Diciembre del 2015, que le dio a la oposición  2/3  de los curules, tampoco pudieron evitar que los venezolanos se lanzaran a las calles para demostrar pacíficamente su repudio al Gobierno de Maduro, a la crisis humanitaria, a la imposición de una condición de «mendigos» en los que las madres de familia de cualquier estrato social están obligadas a sufrir durante horas en colas indignantes para ver si al fin de su espera en la intemperie consiguen  pan, azúcar, arroz o medicamentos que son utilizados como mecanismo de dominación de  un Gobierno corrupto, ineficaz y militarizado que ha despilfarrado la inmensa riqueza en ingresos petroleros durante más de una década.

La gran interrogante ahora es responder “que viene después del 1S”?  Estamos en el comienzo del fin del Gobierno. Pero la pregunta más difícil es responder CUÁNDO Y COMO. A la pregunta, CUÁNDO, tanto los líderes políticos de Gobierno como los de oposición están obligados a encontrar de manera urgente una solución constitucional, pacífica e inmediata porque la inmensa mayoría de venezolanos –chavistas y no chavistas- están entrando en una peligrosa desesperación como resultado de la acumulación de la crisis humanitaria, económica, social, política y ética.

Mientras más se tarde en encontrar una solución, más se agrava la desesperación. En cuanto al CÓMO, la manera más fácil sería el  garantizar que se realice el Revocatorio este año. De postergarse la fecha, -como se está haciendo- el RR perdería su finalidad porque sería un Referendum Ratificatorio, en apoyo al Gobierno fracasado, y permitiría que Maduro nombrase a dedo su sucesor. Y eso no sería aceptable para la mayoría de los venezolanos, ya que podría generar respuestas no tan pacíficas. Si se cierran las puertas del cambio, podría ocasionar una IMPLOSION como ocurrió en los regímenes comunistas de Europa del Este, o, más grave aún producirse una EXPLOSIÓN SOCIAL, con consecuencias imprevisibles como las que vivieron países de la “primavera árabe”.

 

Por supuesto que lo ideal sería que el Gobierno entendiera que ya terminó su tiempo, que  los vientos democráticos soplan de nuevo en América Latina y entender que el Poder, no es eterno ya que es el soberano, el que tiene la palabra.

 

@milosalcalay

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