Debo repetirlo, la escasez que hoy vive el país lucirá como un juego de niños frente a la que podría vivirse en los meses de marzo y abril. Y, Venezuela podría entrar en impago, si no se levanta el control de cambio y precios ya, si no se acaba con los regalos a Petrocaribe, la Misión Barrio Adentro, y no se acude al FMI en búsqueda de al menos unos 17,5 mil millones de dólares en los próximos meses. La caída del precio del crudo, que aún no se ha sentido, solo acelerará la implosión.
Si los factores de poder político no están dispuestos a realizar la reforma requerida para no perder sus negocios y mafias de expoliación de diferenciales de cambio y precio, contrabando de extracción de alimentos, combustibles, oro, y productos de la minería, entonces, la sociedad venezolana entrará en una conmoción que impondrá necesariamente el cambio político. La razón es sencilla: no existe tal cosa como que la gente se deje morir de hambre sin reaccionar antes para evitarlo. Y, les recuerdo que, estómago tienen tanto los civiles como los militares.
Es fundamental levantar los controles de precio y cambio inmediatamente para evitar la conmoción o estallido social. Se requiere restablecer el sistema de mercado (o precios) como medio de coordinación social, capaz de acabar con el caos y garantizar el orden, que el fusil no ha logrado asegurar. Ya para febrero es tarde. Debe hacerse ya.
No se trata de alarmar, sino de alertar. Todavía podemos evitar la catástrofe o caos total. Pero, la reforma debe realizarse inmediatamente. El Banco Central de Venezuela y los Ministerios cuentan con excelentes técnicos, capacitados para diseñar y ejecutar la reforma inmediatamente. Aceptar la propuesta, que ya todos sabemos ha hecho el FMI, sería la mejor forma de empezar.
Por supuesto, una reforma no se limita al levantamiento de los controles de precio y cambio. Pero, esa es la medida más urgente a ejecutar, si en verdad se quiere garantizar el orden y la paz.