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Suramérica

Índice de Paz Global 2019: Venezuela es el país menos seguro de Suramérica

NICARAGUA EMPEORÓ SU NIVEL DE PAZ el año pasado; Venezuela es el Estado menos seguro de la zona, en el lugar 144 del mundo, y Brasil experimentó el quinto mayor descenso del año, un total de 10 puestos, todo ello de acuerdo con el Índice de Paz Global 2019 (GPI, en sus siglas en inglés), difundido este miércoles en Londres.

El informe, elaborado por el centro de estudios Instituto de Economía y Paz entre 163 países durante 2018, desvela que Nicaragua baja 54 puestos respecto al año anterior y se sitúa en el lugar 120.

Este desplome se debe a la grave crisis sociopolítica que atraviesa el país centroamericano desde abril de 2018 y que, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ha causado al menos 325 muertes, aunque organismos locales elevan la cifra a 594 y el gobierno de Managua solo reconoce 199.

A nivel general, el GPI revela que la media del nivel de paz mundial ha mejorado por primera vez en cinco años, aunque el mundo continúa siendo un lugar «considerablemente» menos pacífico que hace una década.

Desde 2008, la paz global se ha deteriorado porcentualmente cerca de 3,78%, pese a que este año registró una ligera mejoría de 0,09% respecto al anterior, debido a «la reducción en la gravedad de varios conflictos, que llevaron a un menor número de muertes y a una disminución del impacto del terrorismo».

El presidente del Instituto, Steve Killelea, ahondó en una entrevista con Efe en la «mezcla» de tendencias positivas y negativas en este último informe, elaborado por decimotercer año consecutivo.

«Mientras que los conflictos que han dominado en los últimos 10 años, como los de Irak y Siria, han comenzado a disminuir, otros se han recrudecido en Yemen, Turquía y Nicaragua», apuntó.

De los países suramericanos tan solo Uruguay, Colombia y Chile escalaron posiciones (tres, dos y una, respectivamente), mientras que ocho empeoraron.

Europa mejoró levemente el año pasado y se mantuvo como la región del mundo más pacífica, con 22 de 36 países avanzando en la lista.

Sin embargo, España fue uno de los 14 países que descendió, en su caso 3 posiciones, y ocupó el trigésimo segundo puesto, debido al aumento de la «probabilidad de manifestaciones violentas» derivadas de la crisis en Cataluña.

Islandia volvió a ocupar, por décimo año, el primer escalafón de la lista y se coronó de nuevo como el Estado más pacífico del mundo, seguido de Nueva Zelanda, Austria, Portugal y Dinamarca.

En la otra cara de la moneda se situó Afganistán, que pasó al último lugar en sustitución de Siria, que escaló al penúltimo puesto, e inmediatamente por encima aparecen Sudán del Sur, Yemen e Irak.

Construir desde el respeto a la gente, por Asdrúbal Aguiar

Regreso desde Asunción después de acudir al juramento de “Marito” Abdo como nuevo presidente del Paraguay. Rompe el paradigma de la juventud como promesa. La hace realidad de presente.

Frisa 46 años, con estudios universitarios sobre mercadeo en USA, de amplia actividad en el sector privado de asfalto viene de ejercer como presidente del Congreso de su país, con votos de propios y adversarios en la arena de la política. Y al paso, cosa que mucho importa en repúblicas con añeja tradición militarista como la nuestra, Venezuela, conoce desde adentro al mundo castrense. Sin ser militar recibe formación como oficial de reserva.

Le agradezco de modo personal, en presencia del expresidente uruguayo Luis Alberto Lacalle a quien acompaño como integrantes de IDEA, su firme solidaridad con el pueblo venezolano. Sobre todo, en esta hora agonal de sufrimiento y vejaciones sin límite. Le hago énfasis en la pertinencia crucial de su discurso, por referirse a la razón y el sentido de la política: “Entiendo que la política pide conciliar conveniencias e intereses, pero en mi caso – afirma Abdo – jamás lo haré enterrando los principios”.

Ante distintos mandatarios, sobre todo de su vecino, Evo Morales, gobernante de Bolivia – uno y otro, dirigentes de pueblos que en el pasado sufrieron las rasgaduras de la guerra, la más importante ocurrida en Suramérica durante el siglo XX y a propósito de la soberanía sobre El Chaco – pero sin desplantes ni arrestos demagógicos, ajeno a lo épico, contradictor del populismo, con sereno criterio civilista traza ante el auditorio lo que es criterio para el gobierno que ahora preside.

“Seamos conscientes que los procesos de integración no han avanzado cuando se ha priorizado la ideología… Y si no hay fronteras para la integración tampoco debe haber fronteras para ser solidarios con los pueblos que sufren violaciones graves y sistemáticas a sus derechos humanos”, son sus palabras.

Consistente con la premisa, expresa su “solidaridad con el pueblo de Venezuela y de Nicaragua…”. Sin aspavientos agrega que: “Nuestras voces libertarías no callarán. Paraguay no va a mantenerse indiferente ante el sufrimiento de pueblos hermanos. Es hora de dejar de lado la hipocresía y levantar la voz ante estas injusticias”. 

No quiere el presidente Abdo repetir la historia, la conocida, la que sigue provocando desencantos y frustraciones. Opta, aspirando a construir una sociedad fundada en el trabajo, distante del tráfico de las ilusiones, por mirar hacia el porvenir. Es consciente de que “el perdón sana el alma y trae la reconciliación entre hermanos”. Pero lo afirma convencido de que la unión sólo es posible alcanzarla “alrededor de valores”, negándole espacios a la uniformidad del pensamiento, abiertos al disenso, encontrando entre todos los puntos que unen para avanzar. Así entiende a la democracia.

En el pórtico de sus palabras pone el dedo sobre la llaga. Declara que la paz es obra de la justicia, pero que su “pueblo no va a aguantar más una justicia implacable y rígida como el acero para los ciudadanos más humildes, y complaciente y cómplice para aquellos que tienen influencia en nuestro país”.

Desde la fuerza de la esperanza, interpretando lo que reclama y le fija como norte la ciudadanía, guiado por su lema de campaña: “Un Paraguay de la gente”, reconoce que desde el poder se ha tratado de construir una justicia amiga, un juez amigo. Se compromete a arbitrar consensos, mediando una clara petición de principio: “Yo no quiero un juez amigo. Un juez amigo hoy del poder va a ser amigo del poder de mañana y nunca de la Justicia”. La lucha contra el morbo de la corrupción y la impunidad, que es el reclamo general de la gente, señala; la considera oportunidad para “transformar la indignación en esperanza”.

En suma, por hacer parte de las generaciones emergentes, demanda permitir al ciudadano ser “el principal motor de su transformación” y poner de lado la plañidera de los políticos del pasado quienes sólo subrayan la incomprensión de la que se sienten víctimas y se expresa, sobre todo hoy, en el mundo de las redes y en los votos.

Hay una obligación por parte de aquéllos, dice. Deben recuperar la confianza de la gente. Advierte que hay una ciudadanía dispuesta a transitar ese camino, a ser parte de la historia, si es escuchada con respeto e inclusión. Se trata de que sean la política y las instituciones las que se reconcilien con la gente y la ayuden a vencer su escepticismo, no a la inversa.

“No seré juez de nadie, agrega Mario Abdo, Marito. Mas no seré complaciente con las inconductas. “Prefiero los aplausos de salida y no los de entrada”, son sus palabras conclusivas.

Confieso que ha sido, para mí, una experiencia inolvidable, aliñada con los relatos que acerca del Paraguay me hace uno de sus más agudos conocedores, el presidente Lacalle. Descubro que, sobre la visual reduccionista dominante, el Cono Sur debe la dinámica de su existencia a Asunción, como Europa y los romanos la deben a los griegos.

Mientras aquí, en Venezuela, apenas avanzamos nuestros pasos centenarios hacia la forja de la república y entrado el siglo XX alcanzamos el derecho de elegir a nuestros gobernantes, los paraguayos eligen su autoridad en el siglo XVI. Un hombre de escribanía, Domingo de Irala, es el elegido, mientras deponen al adelantado español Cabeza de Vaca al grito de ¡libertad, libertad!, por intentar querer hacerse rey de la tierra.

correoaustral@gmail.com   

Informe Otálvora:  Suramérica se aparta del chavismo y rehúye de Maduro

Presidentes

Los mandatarios de Ecuador, Paraguay, Chile, México, Argentina y Colombia caminan por las calles del centro de Lima el 28JUL16. Foto Presidencia Ecuador. 

 

Lula da Silva estaría creando condiciones mediáticas para abandonar Brasil ante la creciente posibilidad de ser encarcelado tras ser acusado de diversos casos de corrupción.

El expresidente brasileño reiteradamente ha negado la posibilidad de salir al extranjero en condición de exiliado y asegura que presentará su candidatura presidencial en 2018. Sin embargo, el 28JUL16 un equipo de abogados introdujo ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU una denuncia contra el Estado brasileño acusando al juez federal de Curitiba que guía las investigaciones, Sergio Moro, por supuestamente haber violado los derechos de Lula. Pese a contar con varias decenas de abogados brasileños en su equipo de defensa, Lula optó por contratar al jurista inglés Geoffrey Robertson del bufete Doughty Street Chambers de Londres, para que lo represente ante la ONU en Ginebra. Robertson es una celebridad mundial que en el pasado ha defendido, entre otros, al escritor Salman Rushdie, al boxeador Mike Tyson y al creador de WikiLeaks, Julian Assange. Dado que Lula no ha sido sentenciado ni siquiera procesado en Brasil, la acción en la ONU y el perfil del bufete contratado en Londres orientado hacia “Derechos Humanos”, buscaría crear una imagen del otrora poderoso Lula como víctima de persecución judicial y denegación de justicia en su país.

El 29JUL16, un juez federal de Brasilia aceptó las acusaciones de la Fiscalía que señala a Lula de haber intentado obstruir las investigaciones por corrupción en Petrobras. La decisión del juez Ricardo Leite convirtió a Lula en reo de la justicia, según la jerga brasileña. El encarcelamiento o la fuga del país ya son claras opciones para Lula.

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La toma de posesión del nuevo presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski PPK, dejó en palpable evidencia el creciente aislamiento del gobierno de Nicolás Maduro con respecto a sus vecinos suramericanos. Al final de la mañana del 28JUL16, Mauricio Macri, Michelle Bachelet, Juan Manuel Santos, Rafael Correa y Horacio Cartes, presidentes de Argentina, Chile, Colombia, Ecuador y Paraguay, a quienes se sumó el mandatario mexicano Enrique Peña Nieto, caminaron juntos por las calles de Lima rumbo a la sede del Congreso Nacional donde se realizaría la juramentación de PPK. Dentro del edificio esperaban decenas de  representaciones extranjeras, entre ellas la española encabezada por el rey emérito Juan Carlos I. El presidente  provisional de Brasil envió a su canciller José Serra y los gobiernos izquierdistas de Bolivia, Uruguay, El Salvador y Nicaragua estuvieron representados por sus respectivos vicepresidentes. EEUU envió una importante delegación de la cual formó parte la Subsecretaria de Estado para Asuntos Hemisféricos, Mari Carmen Aponte. El régimen cubano se hizo presente con una comitiva de rango ministerial. En contraste, Nicolás Maduro optó por no asistir a los actos de inicio de gobierno en Perú y tampoco designó un emisario. De hecho, la canciller de Maduro, Delcy Rodríguez, prefirió realizar visitas a París, Roma y Lisboa, antes que atender la cita en el Perú.

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La llegada de PPK a la presidencia del Perú suma un nuevo miembro al grupo de gobiernos suramericanos que mantienen posiciones de distancia y crítica contra el régimen chavista. PPK se ha referido expresamente a la situación política venezolana pidiendo la libertad de los presos políticos y sugiriendo la creación de un grupo de países que ofrezcan ayuda humanitaria a Venezuela. Entre los invitados de PPK se encontraban varias prominentes figuras de la oposición venezolana con quienes conversó en el besamanos del Palacio de Gobierno.

Mientras para Maduro el nuevo gobierno peruano es un declarado enemigo, el izquierdista Rafael Correa saludó la llegada de PPK y anunció un inminente encuentro conjunto de los gabinetes ministeriales. Incluso, el portal web de la presidencia ecuatoriana transmitió en vivo los actos celebrados en Lima. En tanto, Maduro se está quedando solo en su enfrentamiento con gobiernos vecinos y ni siquiera sus aliados políticos lo están acompañando en su “diplomacia” de choque contra Brasil, Paraguay, Argentina y ahora Perú.

Perú, junto a Colombia, México y Chile conforman la novedosa Alianza del Pacífico latinoamericana, que impulsa una agenda de integración comercial a la cual Argentina y Brasil parecieran querer sumarse. Perú y México son además parte del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica del cual forma parte incluso EEUU. La agenda regional, altamente politizada en tiempos de Hugo Chávez, tiende a moverse hacia la ampliación del comercio como variante central.

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En la mañana del 29JUL16, el gobierno de Uruguay dejó acéfala la Presidencia de Mercosur alegando que corresponde ser asumida por Nicolás Maduro pero sin transferírsela efectivamente. Se declaró así una crisis en el mecanismo de integración sureño.

El canciller uruguayo había convocado a una reunión de la máxima instancia ministerial de Mercosur, el Consejo del Mercado Común, para el 30JUL16 en Montevideo. Los gobiernos de Brasil y Paraguay, tal como adelantara el Informe Otálvora del 23JUL16, se mostraban renuentes a asistir a un encuentro en el cual el canciller anfitrión Rodolfo Nin Novoa se disponía a entregar la Presidencia de Mercosur a su colega venezolana Delcy Rodríguez. Las posiciones de Brasil y Paraguay fueron transmitidas formalmente a la cancillería uruguaya lo que obligó a la suspensión, el 27JUL16, de la cita de ministros ante la ausencia de dos de los miembros.

Ante la imposibilidad de lograr un consenso sobre la entrega a Maduro de la Presidencia, la cancillería uruguaya remitió el 29JUL16 a los gobiernos miembros de Mercosur su informe de gestión al frente del organismo, con lo cual formalmente se desvincula de las responsabilidades del cargo. La Presidencia del Mercosur, a juicio de Uruguay, quedaría automáticamente en manos de Venezuela, aun cuando no se celebre una reunión formal para el traspaso. Formalmente Uruguay entregó la Presidencia pero sin transferirla. Esta interpretación no es compartida por Brasil y Paraguay lo que supone que Maduro terminaría siendo el Presidente de un club cuyos miembros no lo reconocen. Salvo Bolivia, país que está en proceso de convertirse en miembro pleno, ningún gobierno de Mercosur se muestra interesado en secundar iniciativas o gestiones de Maduro en los seis meses de su simbólica presidencia.

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El gobierno de Paraguay estima que el régimen venezolano no reúne las condiciones de solvencia política para representar al grupo. Brasil, por su parte, acompaña la posición paraguaya y la complementa con el reclamo a Venezuela por la falta de cumplimiento de compromisos con Mercosur por parte del régimen chavista para los cuales tiene un plazo que vence el 12AGO16.

En un intento por restar peso a la argumentación brasileña, el gobierno Maduro publicó en la Gaceta Oficial del 18JUL16 quince resoluciones ministeriales para incorporar a la legislación venezolana diversos instrumentos del Mercosur. Las resoluciones están referidas a normas del Mercosur en las cuales Venezuela mostraba morosidad, en materia de arancel externo común y elaboración farmacológica. Los documentos mercosurianos incorporados por Maduro a la legislación venezolana son sólo parte de la moratoria y no han hecho cambiar la posición del gobierno del brasileño Michel Temer.

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Las plataformas de los dos principales candidatos presidenciales de EEUU para las elecciones del 08NOV16 contienen referencias expresas a la situación política en Venezuela.

En su plataforma, el Partido Demócrata ofrece “presionar al gobierno [de Venezuela] para que respete los derechos humanos y responda a la voluntad de su pueblo”.

El texto aprobado por la convención del Partido Republicano, por su parte, acusa al gobierno de Barack Obama de haber abandonado a amigos de EEUU. “Un presidente republicano nunca abrazará a un dictador marxista en Venezuela o en cualquier otro sitio”. Obviando que el chavismo convivió con ocho años del gobierno de George W. Bush, los republicanos señalan a Obama por permitir que Venezuela se convirtiera en un estado “narco-terrorista, una avanzada iraní que amenaza a Centroamérica y un refugio seguro para agentes de Hezbollah”. El documento republicano describe a Venezuela como un “país arruinado por el socialismo y al borde del caos” donde “los venezolanos están luchando para recuperar su democracia y recuperar sus derechos”. La oferta republicana es: “cuando ellos triunfen, que seguramente lo harán, EEUU estará listo para ayudar a restaurar su país a la familia de las Américas”.

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El 29JUL16, el Consejo Supremo Electoral de Nicaragua controlado por Daniel Ortega, decidió anular las credenciales de todos los parlamentarios pertenecientes al opositor Partido Liberal Independiente PLI. En total 25 diputados opositores, titulares y suplentes, fueron desaforados por el régimen con lo cual el parlamento quedó sin virtual presencia de la oposición.

Previamente, el 08JUN16, la Corte Suprema nicaragüense había anulado la titularidad del PLI traspasándola a un testaferro del Gobierno sandinista. La decisión de la Corte Suprema tuvo como consecuencia que la oposición de Nicaragua ya no contara con las siglas para participar en las elecciones presidenciales convocadas para el 06NOV16, en las cuales Ortega procura legalizar una nueva reelección.

No deja de llamar la atención que el régimen chavista venezolano asomó en las últimas semanas sus planes para utilizar recetas similares a las de Ortega en contra de la Oposición. El 26JUL16, el vocero chavista Jorge Rodríguez solicitó ante las autoridades electorales anular la inscripción de la alianza opositora MUD. La disolución de la Asamblea Nacional, igualmente, ha sido sugerida por el chavismo en diversas ocasiones, para lo cual se valdría del Tribunal Supremo de Justicia. Maduro y Ortega están utilizando el mismo arsenal contra los opositores democráticos.

 

Edgar C. Otálvora

@ecotalvora

Diario Las Américas

La izquierda pierde terreno en Suramérica por corrupción y economías deterioradas

FernandezMaduroRousseff

Tras una década de avances, la izquierda en Sudamérica está en retroceso.

El mes pasado, los votantes argentinos eligieron presidente a un empresario de derecha contra el sucesor designado por la presidenta Cristina Fernández, y el Congreso en Brasil inició una investigación para determinar si somete a juicio político a la presidenta Dilma Rousseff, cuyos índices de aprobación en las encuestas permanecen alrededor del 10%.

En lo que constituye acaso el vuelco más espectacular, el electorado venezolano, donde comenzó el giro a la izquierda de la región, entregó a la oposición un triunfo por un margen abrumador en las elecciones legislativas por primera vez desde que el «anti-yanqui» Hugo Chávez ganara la presidencia en 1998.

La reacción se produce en medio de una tormenta económica como no se veía desde hace décadas.

Todas las dinastías políticas están pagando el costo de tener economías en quiebra y una corrupción desenfrenada, pero la mayoría de los gobiernos sudamericanos están en manos de izquierdistas que llegaron al poder cuando la economía de China iniciaba una época de fuerte crecimiento en los últimos 15 años y demandaba materias primas provenientes de la región. Ahora que el coloso asiático está en problemas, los precios del cobre, la soya y el petróleo se han derrumbado, arrastrando a las monedas y, con ellas, las aspiraciones de millones de familias que ascendieron a la clase media sobre la cresta de ese boom.

Al mismo tiempo, las tasas de interés en Estados Unidos están aumentando por primera vez en siete años, lo que se suma a la presión sobre las entidades endeudadas en dólares.

«En el fondo, estamos viendo en América del Sur de manera generalizada un recordatorio de que el péndulo político se mueve», dijo el senador colombiano Antonio Navarro Wolff, un ex dirigente de la guerrilla izquierdista M-19. «En la última década parece que no se movía porque la situación económica era tan favorable».

En la Argentina, el ex alcalde de Buenos Aires, el empresario Mauricio Macri, que parecía perder en las encuestas, ganó la presidencia con la promesa de anular muchas medidas izquierdistas de Fernández, sobre todo en materia económica. En su primera semana en funciones derogó los impuestos sobre las exportaciones agrarias y el control cambiario al que muchos atribuyen el florecimiento del mercado negro.

En Brasil, la presidenta Dilma Rousseff lucha por su vida política. El Congreso inició este mes un proceso que podría culminar en un juicio político, ante acusaciones de que Rousseff violó normas fiscales para cubrir déficits presupuestarios destinados al gasto social. Esto sucede en el marco de una economía en contracción y con la petrolera estatal Petrobras sumida en un escándalo de sobornos millonarios pagados a sus aliados políticos.

Las encuestas dicen que Rousseff es la gobernante más impopular desde la restauración democrática de 1985 tras la dictadura militar (1964-1985). Pero el riesgo mayor de turbulencia, de lejos, se presenta en Venezuela.

Tras su victoria en las legislativas, la oposición parece estar en situación de desafiar al presidente Nicolás Maduro, que se encuentra en una situación de debilidad creciente. En lugar de permitir que sus enemigos compartan el costo político de las reformas necesarias para frenar la inflación galopante y las carencias de productos básicos, Maduro, hasta ahora, solo ha prometido reforzar las políticas estatistas que han sumido al país en el atolladero y hacer caso omiso al que llama un «Parlamento burgués».

Con todo, sería un error decir que la izquierda ha perdido toda su fuerza.

El movimiento peronista del que surgió Fernández conserva la mayoría en el Senado, el Partido de los Trabajadores de Rousseff sigue siendo la agrupación política más poderosa de Brasil y los aliados de Maduro obtuvieron el 33% de los votos a pesar de los pronósticos de una contracción económica que podría llegar al 10% este año.

Otros izquierdistas acérrimos todavía pisan terreno firme, como el ecuatoriano Rafael Correa, con un índice de aprobación de 52% a pesar de que su economía petróleo-dependiente brega por no caer en la recesión.

En lugar de un resurgimiento de las derechas podría haber una división entre pragmáticos e ideólogos, dice Christopher Sabatini, un especialista en la región y profesor en la Universidad de Columbia. La misma Cuba socialista, desde hace décadas la piedra de toque de la izquierda latinoamericana, mira hacia el norte y hace esfuerzos por superar medio siglo de desconfianza y conflicto con la potencia norteamericana.

Las primeras muestras del viraje aparecieron en la juramentación de Macri. Mientras que una amargada Fernández y Maduro brillaron por su ausencia, Correa y el boliviano Evo Morales sí asistieron. Morales, incluso, jugó al fútbol con Macri, ex presidente del popular club de fútbol Boca Juniors, horas después de asistir a un acto de despedida con Fernández y sus partidarios.

Políticos conservadores partidarios de las políticas libremercadistas han acogido la tradición izquierdista de los programas sociales para combatir la pobreza. Macri insistió muchas veces durante su campaña que mantendría una red social para las pobres.

La coalición opositora venezolana, acusada por el oficialismo de querer entregar los recursos nacionales al Fondo Monetario Internacional, dijo que una de sus primeras prioridades legislativas sería entregar títulos de propiedad a los millones de familias a los que Chávez dio viviendas gratuitas.

Hacia el futuro, la centroderecha promete mitigar tanto la hostilidad hacia Washington como los gestos grandilocuentes como las relaciones con Irán promovidas por Chávez y la Argentina. Dice que quiere concentrarse en fortalecer las economías mediante los controles fiscales y monetarios, la lucha contra la corrupción y la devolución de la independencia al poder judicial y otras instituciones.

«Es evidente que la derecha ha aprendido las lecciones», dijo Sabatini, director de Global Americans, un grupo promotor del libre comercio. «Mientras mucha gente sigue creyendo en la izquierda, la crisis económica es tan grave que muchos más están dispuestos a apostar al cambio».