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Alejandro Armas Jul 07, 2023 | Actualizado hace 9 meses
¿Quién es opositor en Venezuela?
¿Realmente puede un bloque político venezolano atribuirse para sí el monopolio sobre la condición opositora? Ciertamente es problemático que actores políticos en competencia por el favor de las masas se crean dueños de la virtud

@AAAD25

 

De las disputas fratricidas en la oposición venezolana y sus efectos nocivos en el desempeño de la misma como movimiento político he escrito no pocas veces. Ante un dramatismo que a menudo no tiene nada que envidiar a la confrontación entre Eteocles y Polinices pero que, tal como en el montaje de Esquilo, tiene mucho de histriónico (hostilidad exagerada para la diversión de las barras), es fácil sentir asco por un carnaval de mezquindades, banalidades y mediocridades tan triste.

Pero por otro lado, incluso los más exasperados por la falta de cohesión opositora debemos admitir que hasta la consolidación de este régimen como un autoritarismo pleno, hacia 2016 o 2017, tal unidad era algo mucho más fácil de concebir. Aquel momento, marcado por el prospecto horroroso de un gobierno sin ninguna disposición a ceder el poder democráticamente, con todo lo que ello implica en términos de ambición personal, o incluso de integridad física, para todo el que aspire a hacer política por fuera de la elite chavista; aquel momento, digo, fue un parteluz. Antes, si bien hubo choques metodológicos entre facciones, había al menos una coincidencia sobre lo que significaba ser opositor. Ahora ni eso. La polémica es ontológica. Se habla por lo tanto, no de una oposición, sino de varias oposiciones. O, en la terminología de mi preferencia pese a lo largo, grupos que se identifican como “oposición”. De ahí que sea bastante común ver acusaciones de “falsa oposición” formuladas por alguno de estos grupos hacia los demás.

Pero, ¿realmente puede un bloque político venezolano atribuirse para sí el monopolio sobre la condición opositora? Ciertamente es problemático que actores políticos en competencia por el favor de las masas se crean dueños de la virtud. Eso siempre apesta a autoritarismo. No obstante, tampoco podemos dejarnos llevar por un relativismo perezoso que deje la semántica a la buena de Dios y que avale el reconocimiento como opositor para cualquier persona, por el mero hecho de que así se identifique. No lo permite la cautela requerida para planificar y ejecutar la titánica labor de presionar a la elite chavista hacia la restauración de la democracia y el Estado de Derecho.

Seguramente cualquier intento de distinguir quién es opositor y quién no lo es será tildado de arbitrario, defectuoso e ilegítimo por el lado perdedor de la inecuación. Ya puede uno escuchar los gimoteos del tipo “¿Y quién eres tú para decidir eso?”. Para desarmar los señalamientos de falacia ad verecundiam, no queda más remedio que apelar a hechos que deberían ser axiomáticos, pero en los que es necesario insistir. Porque, repito, la crisis es ontológica, producto a su vez de los entuertos infernales de la política venezolana. Una pesadilla sartreana de la que solo se puede despertar mediante un acto afirmativo que quizá luzca a primera vista ridículo, pero que resalta la autenticidad del ser opositor en Venezuela. De eso se trata: autenticidad.

Lo primero que hay que hacer es una tautología: opositor es quien se opone. Es decir, quien hace resistencia. Quien actúa con miras a que la voluntad de otro no se haga realidad. Ya que es una acción observable, podemos establecer grados, no cuantificables pero sí calificables. A partir de este fundamento, distingo tres categorías en el espectro de grupos que se hacen llamar “opositores”. Por medio del presente artículo espero que quien lo lea comparta la tricotomía. Se trata, por supuesto, de tipos ideales en el sentido de Max Weber. Los casos concretos (partidos políticos, entes de la sociedad civil que actúan políticamente o incluso corrientes de opinión pública) pueden moverse entre dos de ellos. La toma de decisiones prácticas sobre como lidiar con un factor ambiguo puede por lo tanto ser difícil, pero necesaria.

Tenemos entonces en primer lugar a la “oposición pro sistema”. Esta reconoce la naturaleza autoritaria del régimen, lo denuncia constantemente y considera que es urgente un cambio de gobierno. Pero al mismo tiempo ve posible y preferible lograr tal objetivo desde adentro de las instituciones que el chavismo controla. Ganarle en su propio juego, por así decirlo. Por eso se inclinan por la participación constante en elecciones, sin importar la magnitud de unos vicios que admiten pero que consideran permeables. También valoran la presencia de actores opositores en los entes del Estado, pues a su juicio eso permite que los mismos no favorezcan tanto al chavismo. Su proyecto bandera fue en tal sentido el directorio del Consejo Nacional Electoral con dos rectores disidentes, que el chavismo acaba de implosionar. Tienen además una fe al parecer inquebrantable en el diálogo con el gobierno como forma de lograr cambios importantes para bien, aunque sea sin condiciones. Podemos contar entre sus miembros a Primero Justicia (sobre todo a la facción que gira en torno a Henrique Capriles, hoy evidentemente dominante), Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo.

Nuestro segundo grupo es la “oposición anti sistema”. Es el que más a duras penas se le puede desconocer su carácter opositor, aunque se esté en desacuerdo con sus métodos. No en balde sus críticos los suelen tildar de “radicales”, porque son los que favorecen las técnicas más confrontacionales. Para ello se justifican alegando que las vías institucionales que defiende la oposición pro sistema están bloqueadas. Ven poco o nulo beneficio en la “ocupación de espacios”, el diálogo y la participación electoral, al menos si no van acompañadas de formas de presión que están por fuera del Estado dominado por el chavismo. Dichas presiones sí las consideran indispensables. Incluyen la protesta ciudadana y las sanciones internacionales. Algunos de ellos incluso han clamado abiertamente por una intervención directa extranjera que desaloje forzosamente al gobierno. En este conjunto se encuentran Voluntad Popular, Vente Venezuela, la Causa R, Encuentro Ciudadano y Alianza Bravo Pueblo.

Por último está el grupo que sí podemos considerar, sin temor a equivocarnos, una oposición de mentira. Se trata de organizaciones obviamente cooptadas por el chavismo aunque no tengan franelas de ningún partido del Gran Polo Patriótico. En varios casos recibieron algún beneficio del poder y a cambio se volvieron sus colaboradores. Ahí están aquellos señores que, como diputados a la Asamblea Nacional y a cambio de lo inconfesable, estuvieron muy activos en un intento de blanquear ante autoridades extranjeras los negocios de Alex Saab. O los que recibieron de un Tribunal Supremo de Justicia subordinado a la elite gobernante las riendas y símbolos oficiales de partidos genuinamente opositores, en contra de los deseos de la mayoría de sus militantes; partidos que, casualmente, de inmediato se volvieron mucho más alineados con el chavismo. Son sujetos que ni siquiera denuncian el autoritarismo y la corrupción gubernamentales. Actúan como si en Venezuela hubiera democracia y se abstienen de hacer cualquier cosa que moleste al chavismo. En otras palabras, nunca se le oponen. Volviendo a nuestra tautología, no son opositores. De hecho, van más allá. Cooperan directamente con el chavismo en la preservación del statu quo. Copian al pie de la letra el discurso de Miraflores (“Las sanciones son culpables de la pobreza” y así). Participan en la supresión de disidentes notables. Lo acabamos de ver con la inhabilitación de Maía Corina Machado, cuyo vocero fue José Brito. Cabe mencionar que en este grupo también podemos incluir a partidos que, si bien no estuvieron involucrados en el affaire Saab ni en las argucias del TSJ, se han coaligado con quienes sí lo estuvieron e insisten en reivindicarlos como “opositores” aun hoy. Por ejemplo, Avanzada Progresista.

Me parece que este último grupo perdió a perpetuidad cualquier beneficio de la duda. Ni aunque cambie radicalmente su discurso será digno de la confianza que exige tomar parte en la causa democrática venezolana. El empeño que algunos ciudadanos tienen en “sumar” como sea para así evitar “divisiones” debería repasar las lecciones escolares de aritmética hasta caer en cuenta de que la suma de un número negativo es en realidad una resta. En cambio, a pesar de años de recelo, todavía es posible un concierto de la oposición pro sistema y la anti sistema. Tal vez hasta sea necesario para que la oposición real, como un todo, tenga suficiente poder como para cumplir sus objetivos.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Calderón Berti pide adelantar elecciones
«Es necesario que Venezuela adelante el proceso de restablecimiento de la democracia y del Estado de derecho; para eso es necesario adelantar el proceso electoral con transparencia y con supervisión internacional que sea confiable para todo el mundo», planteó el dirigente

El expresidente de Pdvsa Humberto Calderón Berti pidió un «adelanto electoral» con la participación del partido del gobierno y de la oposición.

En entrevista con la agencia de noticias EFE, señaló que Venezuela está «en una situación sumamente compleja».

«Es necesario que Venezuela adelante el proceso de restablecimiento de la democracia y del Estado de derecho; para eso es necesario adelantar el proceso electoral con transparencia y con supervisión internacional que sea confiable para todo el mundo», propone.

Calderón asegura que, para que unas elecciones puedan darse en estas condiciones, han de llegar «señales de participación tanto del régimen (de Nicolás Maduro) como de la oposición».

«El régimen bien podría, en este proceso de negociación, decretar una ley de amnistía para los presos políticos civiles y militares, a estas alturas de la vida no tiene sentido que haya tantos presos como hay en Venezuela», plantea.

Cuestiones como estas, «tan elementales» a juicio de Calderón, serían también necesarias para que se dé un «proceso democrático» con garantías.

«Eso tiene que ser parte de la negociación, pero tiene que haber señales de parte y parte, del régimen y también de la oposición, de que hay la voluntad de un entendimiento», incide.

Los desaciertos de la oposición

Calderón considera que la oposición ha cometido «muchos errores» desde 2019 y ha «despilfarrado» un «capital político inmenso».

Unos errores que, a su juicio, «la gente ha interiorizado» y es por ello que ofrece «poco respaldo en este momento» a los grupos de la oposición.

«Hay mucho sectarismo generacional, hubo prácticas indebidas como algunos casos de corrupción que no se combatieron a tiempo», lamenta.

Pese a todo, cree que la confianza hacia la oposición es «recuperable», aunque «requiere un gran esfuerzo».

«La oposición tiene que buscar la unidad, pero no ficticia por la cúpula, sino por debajo para resolver los problemas de la gente que no son ir a la Luna o a Marte, sino tener agua, electricidad, seguridad, hospitales y escuelas que funcionen, no es imposible de lograr, pero se requiere generar un ambiente propicio», asegura.

Asimismo, cree «muy importante» hacer «saber a la gente seguidora del régimen» que un posible cambio de Gobierno «no significa que vaya a haber persecución» hacia ellos.

«Pueden tener garantías, si se sienten amenazas van a obstaculizar los cambios políticos que necesitamos», prevé.

El diálogo como preámbulo a unas elecciones libres

Este domingo, 13 de noviembre, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, reiteró que el diálogo entre el gobierno y la oposición de Venezuela debe retomarse para que en 2024 haya elecciones libres. 

“Negociadores de ambas partes venezolanas, presidentes de Argentina y Colombia:  Todos estábamos en torno a la mesa del Foro de París sobre la Paz”, expresó Macron a través de su cuenta de Twitter.

Emmanuel Macron participó en la reunión de las delegaciones y destacó la presencia de los presidentes de Argentina, Alberto Fernández, y Colombia, Gustavo Petro.

Con información de EFE

Eddie A. Ramírez S. Feb 25, 2020 | Actualizado hace 2 semanas
Elecciones en dictadura

“Aquí tiene un revólver y la Constitución para que pueda mandar», le dijeron a Juan Vargas, el recién designado presidente municipal en la película La ley de Herodes, del mexicano Luis Estrada. Como la Constitución le ponía límites, Vargas optó por ir arrancando las hojas a la misma. Así gobiernan los dictadores y, evidentemente, no puede esperarse que acepten realizar elecciones como exige la ley.

La elección del 30 de noviembre de 1952 para una Asamblea Constituyente debía realizarse bajo la dictadura de la Junta de Gobierno, cuyo presidente era el títere Germán Suárez Flamerich, pero quien ejercía el poder era Pérez Jiménez. En esas circunstancias, la oposición se enfrentó al mismo dilema actual de votar o abstenerse.

Con sólidos argumentos, la directiva de Acción Democrática en el exilio acordó la abstención para no legitimar la dictadura. El partido Copei se pronunció el 14 de setiembre, condenando la existencia de los presos políticos y afirmando que el actual proceso electoral no se presenta en las condiciones mínimas de libertad, de garantías y de respeto a que los venezolanos tenemos derecho a aspirar. Por su parte, URD emitió un comunicado el 27 de setiembre que decía, entre otras cosas, que un gigantesco fraude está en marcha. Si el fraude se cumple, como ya parece inevitable, el Estado de facto continuará.

Como es sabido, los ciudadanos votaron por URD y Pérez Jiménez cambió los resultados y descaradamente dirigió un telegrama a Jóvito Villalba y a Arcaya diciendo que La Institución Armada, tan escarnecida por ustedes, no está dispuesta a admitir que por acuerdos torvos se vaya a lesionar el prestigio de la nación, seriamente comprometido por el triunfo electoral de Acción Democrática y del Partido Comunista que URD ha propiciado.

Desde luego, el dictador además de tramposo era descarado. Cabe destacar que Vicente Grisanti, presidente del Consejo Electoral, y once de sus quince miembros renunciaron y fueron perseguidos.

Lo anterior y otros casos indican que los dictadores tienden a no permitir la realización de elecciones limpias, ni a reconocer resultados adversos. Sin embargo, hay otros ejemplos en los que, presionados por las circunstancias, se vieron obligados a reconocer la derrota. Por ello los dogmas no tienen cabida. Entendamos que el usurpador y dictador Maduro requiere realizar elecciones y, participen o no los partidos de oposición, contará con la colaboración de los integrantes de la nanomesa de diálogo.

Lo procedente es que nuestros dirigentes democráticos se enserien y dejen de hacer política por Twitter, declaraciones a los medios y artículos de prensa. Deben entender que con ello causan confusión y dan pie para que muchos tomen posiciones extremas sin medir las consecuencias, ni calibrar entre lo que es posible alcanzar y lo que son simples buenos deseos.

A puerta cerrada, y eso no es un delito, los dirigentes deben discutir y llegar a un acuerdo sobre las condiciones apropiadas para acudir a votar, entendiendo que una dictadura no va a conceder todas las garantías de una democracia, pero que tampoco podemos ser tan condescendientes para aceptar todas las reglas que nos quieran imponer.

También debemos estar conscientes de que, aunque ganemos, el régimen intentará desconocer los resultados, sea abiertamente como Pérez Jiménez o creando un organismo paralelo o quitando funciones, como hizo con la Asamblea Nacional y con la Alcaldía Mayor.

En las elecciones del 2005 nos abstuvimos porque estábamos en el punto de mayor debilidad. Hoy estamos en el de mayor fortaleza por el descontento de la población y por el apoyo de las principales democracias del mundo, por las sanciones económicas en contra de personas conectadas con el régimen y por los casos de corrupción detectados y castigados en el exterior, básicamente relacionados con Pdvsa.

Es decir, debemos exigir sin aspirar al oro y al moro, como pretendían algunos caballeros de Jerez en 1426, en tiempos de la Reconquista española. Por otra parte, las presidenciales de mayo del 2018 fueron una farsa, por lo que se impone presionar para que también podamos elegir al presidente de la república.

Al respecto, nos permitimos sugerir los equilibrados artículos Ismael Pérez Vigil y el último de Vladimiro Mujica. Unidos, con una sola tarjeta electoral, con condiciones básicas y en la calle protestando, como dice en su artículo Nicmer Evans, podemos lograr una nueva democracia.  

Como (había) en botica

*El gran farsante sigue queriendo engañar con esa comisión presidida por Tarek El Aissami para recuperar la industria petrolera que destruyeron Chávez, él mismo y todos los presidentes de Pdvsa desde Alí Rodríguez a la fecha.

*El estudioso economista agrícola Wilfredo Briceño sostiene que para recuperar en el 2027 el producto interno bruto agrícola que teníamos en el 2013, se requiere un crecimiento interanual de un 16,4 %, algo muy distante de los registros históricos. Esa cifra de Briceño indica el gran deterioro de este vital sector de la economía, al cual habrá que dedicarle atención prioritaria.

*Las diferentes agencias de la ONU reportan que en el período 2016-2018 teníamos 6,8 millones de personas con hambre, cifra que debe haber aumentado

*¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!  

eddiearamirez@hotmail.com

Diputados argentinos ven situación de Venezuela como de “extrema dificultad”

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La Cámara de Diputados de Argentina aprobó hoy dos declaraciones sobre Brasil, tras la destitución de Dilma Rousseff de la Presidencia, y sobre la tensión entre la oposición y el Gobierno de Venezuela y señaló que las dos son situaciones de “extrema dificultad”.

La declaración sobre Venezuela es prácticamente idéntica a la referida a Brasil: también habla de una “situación de extrema dificultad” y recuerda los mismos principios de defensa de la democracia.

También el kirchnerismo fracasó en su intento de sumar a la declaración una mención de respaldo “al Gobierno constitucional elegido por el pueblo venezolano” y de alerta “sobre los intentos de desestabilización que enfrenta el orden institucional” en ese país, donde hoy se realizaron manifestaciones a favor y en contra del presidente Nicolás Maduro.

Ambos documentos fueron aprobados, por mayoría, con el apoyo del gobernante frente Cambiemos, el opositor Frente Renovador y fuerzas minoritarias.

Entre tanto, La declaración sobre Brasil habla de una “situación de extrema dificultad en términos a la preservación del Estado de derecho y la democracia representativa”.

Frente a ello, la Cámara baja argentina dijo que es “necesario reiterar” ciertos “principios”, como el “derecho a la democracia”, la “participación permanente, ética y responsable de la ciudadanía” y el “respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales”.