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Observatorio de la Diáspora Venezolana

3x3 │ Venezolanos seguirán migrando y en condiciones más precarias 
Analistas coinciden en que independientemente de quién gane una elección presidencial, el flujo de personas saliendo de Venezuela continuará mientras continúe la crisis humanitaria compleja
Advierten que una una victoria de la oposición no garantiza en el corto plazo una mejoría de la calidad de vida del venezolano 

 

De acuerdo a la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), 7,7 millones de personas han salido de Venezuela en búsqueda de protección y una mejor calidad de vida. De esa cantidad, más de un millón han solicitado asilo y 230 mil refugio.

El Observatorio de la Diáspora Venezolana precisa que la migración venezolana está distribuida en 90 países y casi 400 ciudades del mundo.

Según estos datos, en los últimos 25 años Venezuela podría haber experimentado una reducción poblacional mayor al 25%, superando movilizaciones de países en guerra como Ucrania, Siria y Afganistán.

La crisis humanitaria compleja ha arrojado al resto del mundo a los venezolanos y tal parece que la diáspora  continuará sin importar quién gane las elecciones presidenciales previstas para este año.

Según la socióloga Ligia Bolívar, la doctora en en geografía y experta en migración, Madison González, y el director del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), Eduardo Trujillo, las razones para migrar de Venezuela siguen existiendo y no se avizora una disminución del flujo a corto plazo.

¿Qué se espera para este 2024, año supuestamente electoral, de la migración venezolana?, ¿En que podría incidir una eventual victoria del chavismo?

Ligia Bolívar, socióloga

-Independientemente de lo que suceda con las elecciones (si es que las hay), en noviembre de 2023, HumVenezuela publicó un informe que habla de un aumento del 8% al 13,4% en las personas con intención de migrar, la mayoría fuera del país. Eso indica que más allá de lo que suceda en los comicios presidenciales el panorama no ha cambiado y eso sigue generando que las personas salgan. La perspectiva para 2024 es de mayor migración y cada vez en condiciones más precarias porque las personas que están saliendo tienen cada vez menos recursos para iniciar una nueva vida. 

Madison González, doctora en geografía y experta en migración

-El movimiento migratorio venezolano que comenzó en 2015 ha sido impulsado mayoritariamente por causas políticas y económicas. Las personas que salieron de Venezuela porque fueron perseguidas por razones de carácter político tienen el mismo escenario. De ganar el chavismo, el ambiente político no va a cambiar, por lo tanto, quienes se fueron huyendo por eso no volverán. Creo que una nueva derrota de la oposición podría propiciar una mayor migración, sin embargo, las causas políticas y económicas por las cuales salieron millones de personas de Venezuela no han cambiado, por eso el movimiento va a seguir independientemente de quien gane en una elección presidencial. Las personas en su mayoría se van buscando mejoras en sus necesidades básicas: alimento, trabajo, servicios, educación, salud, etc…Todos estos elementos continúan sin ser garantizados en Venezuela. El movimiento migratorio venezolano se ha convertido en una diáspora, van creciendo redes a través de esta, cada vez hay más personas afianzadas afuera y que dudo regresen.

Eduardo Trujillo, director del Centro de Derechos Humanos de la UCAB

-El escenario electoral aún es indeterminado, pero a efectos de movilidad humana, la elección genera expectativas y esperanzas. Si esas expectativas y esperanzas coinciden con la victoria de un candidato en particular, lo lógico es pensar que el flujo de personas en movilidad debe disminuir y si ocurre lo contrario, debería aumentar.

¿El movimiento migratorio seguirá en Venezuela así se produzca un cambio político o esto podría provocar una paralización del éxodo o incluso el regreso de millones?

Ligia Bolívar

-Aunque hubiese un cambio político, los resultados sociales de cualquier nueva administración no pueden controlar la inflación a corto plazo, reconstruir escuelas, recuperar los sistemas de alimentación y la seguridad social. La gente si hay un cambio no va a salir corriendo para Venezuela, porque ya saben lo que es tener calidad de vida. Algunos regresarán, pero no de manera inmediata, porque las condiciones no van a mejorar de la noche a la mañana. Muchas personas hicieron vida fuera del país y es complicado, tienen trabajos y relaciones y eso hace que la persona genere un arraigo con el país de acogida. Eso también depende de las condiciones en las que se viva en las naciones receptoras, si la gente tiene calidad de vida no va a salir corriendo de vuelta. Para que el país recupere la estabilidad pasarán años porque es grande el nivel de destrucción.  

Madison González 

No creo que haya un regreso masivo porque las causas que motivaron la salida no han cambiado, se regresarán algunos que alcanzaron sus metas materiales o quienes lo hagan por cuestiones emocionales o personales. Venezuela está anclada en el pasado, a nivel tecnológico, social, de diversidad, entre otras cosas y las personas ya no están dispuestas a vivir bajo un régimen socio militar. Puede que si algo mejora un sector retorne para explorar, pueden haber movimientos circulares y pendulares, pero no creo que se cristalice un retorno significativo para quedarse.

Eduardo Trujillo

-Tengo la impresión de que el flujo migratorio continuará porque hay condiciones estructurales en el ámbito económico y en el acceso a derechos que no han variado ni variarán en el corto plazo, por tanto esas condiciones negativas de acceso a bienes y servicios, son incentivos para esos procesos de movilidad

¿Cuál es el balance a un año del parole humanitario decretado por el presidente Joe Biden, ha servido para frenar el tránsito irregular a Estados Unidos?

Ligia Bolívar

-Lamentablemente, el tránsito irregular hacia Estados Unidos no ha sido frenado por el parole humanitario, 2023 presentó cifras récords de tránsito por el Darién y la mayoría de esas personas son de nacionalidad venezolana. La mayoría de las capturas de los oficiales de migración de Estados Unidos fue a venezolanos y la mayoría que transitan por la nueva ruta de San Andrés hacia Nicaragua son también venezolanos. El parole ha tenido un efecto muy limitado, si lo que intentaba era frenar el tránsito irregular no lo ha logrado.  

Madison González 

-Nosotros los venezolanos tenemos la idea de que la gente migra solo para Estados Unidos y eso no es así, desde que comenzó la diáspora la gente ha acudido a países como Chile, Brasil, Colombia, Perú, Ecuador, República Dominicana y Argentina por decir algunos. Estados Unidos no es el destino principal, aunque pareciera por lo que muestran los medios de comunicación. El TPS y el parole humanitario han influido porque mucha gente se ha planificado en torno a eso. La peligrosidad que representa irse por la selva del Darién y cruzar Centroamérica hacia Estados Unidos imposibilita un real flujo migratorio considerable de venezolanos. Las personas están buscando otras alternativas y entre esas está Europa, donde en España, por ejemplo, acaban de subir el número de solicitudes de asilo. 

Eduardo Trujillo

-Ha servido para regular un proceso puertas adentro de Estados Unidos, pero los riesgos que corren las personas en tránsito terrestre a través de Colombia y América Central son impresionantes. Entre ellos, la trata y el tráfico de personas, la explotación sexual, el trabajo por alimentos, el secuestro, sin contar los accidentes asociados a la naturaleza.   

 

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El canal de Panamá se estrechó para los venezolanos
El país centroamericano acaba de apretar los controles migratorios, especialmente para aquellos que pretenden atravesar la selva del Darién
Expertos coinciden en que cada país tiene potestad de aplicar las políticas que considere en materia migratoria, pero sin ir en detrimento de los derechos humanos 
60% de las 350 mil personas que transitaron por Panamá en los últimos ocho meses son venezolanas según el Observatorio de la Diáspora Venezolana
Analistas consideran que el flujo migratorio seguirá mientras Venezuela continúe atravesando por una crisis humanitaria compleja

 

@franzambranor

 

Panamá sigue apretando las tuercas a los migrantes y prueba de ello es que nuevas medidas entraron en vigencia recientemente. 

Apenas el viernes pasado, la directora del Servicio Nacional de Migración panameño, Samira Gozaine, anunció que se reforzarán las deportaciones de personas con antecedentes penales y que sean consideradas peligrosas.

También anunció la reducción de los puestos de acogida para migrantes y el tiempo de visita de los turistas pasó de 90 a 15 días.

Igualmente se incrementó el requisito de solvencia económica en los puntos de ingreso al país de 500 a 1.000 dólares.

“El paquete de medidas no es solo para frenar la escalada de migrantes irregulares por el Tapón del Darién sino también para limitar el ingreso de personas con antecedentes o que no cumplan con el perfil de turista”, dijo Gozaine.

La Organización de las Naciones Unidas estimó que para 2023 unas 400 mil personas podrían atravesar la selva del Darién que comparten Panamá y Colombia y que sirve de vía hacia Estados Unidos.

La cifra es casi el doble de las 250 mil que se registraron el año pasado.

Madison González, doctora en geografía y especialista en temas de migración, sostuvo que cada nación tiene potestad para instaurar las normas de acceso que considere apropiadas. 

“Los Estados detentan el poder de soberanía dentro de su territorio, es decir, cada país tiene la potestad de decidir quién entra y quién no a su territorio”, expuso González quien indicó que Panamá tiene el derecho internacional de ejercer su soberanía. 

“Sin embargo, todos los países que hayan suscrito acuerdos con la ONU, tienen el deber de proteger los derechos humanos de cada persona, independientemente de si son nacionales o extranjeros”. 

El cierre de fronteras no es ilegal ni nuevo y ya viene sucediendo en otras naciones. “Pero estaría vulnerando el derecho de las personas a solicitar asilo o protección internacional”, dijo González.  

No es solo Panamá

Mauricio Phelan, sociólogo, docente e investigador de ciencias sociales, aseveró que cada día los países están poniendo más barreras jurídicas y físicas para tratar de controlar la migración irregular. 

“Frente a las limitaciones, los migrantes buscarán otros caminos o corredores, posiblemente por vía marítima a fin de sortear el tapón del Darién. Los traficantes o coyotes seguramente apelarán a otras opciones”, aseguró. 

Tomás Páez Bravo, coordinador del Observatorio de la Diáspora Venezolana, aseveró que la medida no solo afecta a venezolanos, que según el organismo que dirige, representaron 60% de las 350 mil personas que transitaron estos últimos ocho meses por Panamá.

“Por ahí pasan haitianos, cubanos, ecuatorianos y colombianos. En la medida que haya más restricciones a la migración se están generando condiciones para la irregularidad. El Darién es producto del descontrol, allí conviven bandas, organizaciones criminales, mafias y coyotes, es como ir caminando de Caracas a Valencia pero por caminos inhóspitos”.

Carlos Rodríguez, investigador del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), sostuvo que esta no es una política que persigue la protección al migrante.

“Ellos alegan que lo hacen por cuestiones sanitarias y de seguridad, pero la intención es expulsar al mayor número de migrantes en condición irregular, ese ha sido el enfoque de los países de tránsito, especialmente de los de Centroamérica”, dijo Rodríguez.

Rodríguez calificó la reducción de los puestos de atención al migrante como un desacierto de las autoridades panameñas

“Las personas que han sufrido abusos, robos, extorsiones, violencia física y sexual en su tránsito hacia Estados Unidos deben ser atendidos, darle acceso a un estatus migratorio de permanencia legal mientras resuelven judicialmente sus casos, un mecanismo para evitar la impunidad”, alertó.

Rodríguez indicó que estos puestos son los que reciben a las personas que vienen saliendo de la selva.

“Hay gente que viene huyendo de la pobreza, pero también de la violencia, como es el caso de quienes están en Ecuador. Existe un vacío de políticas migratorias para aquellos que necesitan protección internacional. Las autoridades deben ponderar que muchas personas en sus países de origen corren riesgo por la persecución política a las que se les somete”, agregó. 

Para González, no se trata de una política unilateral de Panamá, es un comportamiento sostenido de varias naciones.  

Panamá no es el país que ha puesto más trabas a los venezolanos. Chile desde hace un par de años estableció la visa de responsabilidad democrática, Estados Unidos pide visa desde hace mucho tiempo, también Australia y Canadá”, recordó. 

González informó que Panamá ha sido refugio de los migrantes venezolanos desde 2012. “Pero eran personas que no estaban en situación de precariedad, están recrudeciendo las medidas para generar un filtro”.

Phelan indicó que la mayoría de los países de la región han puesto trabas jurídicas a los migrantes y viajeros: «Creo que son pocos los que no piden algún requisito para el ingreso de venezolanos”. 

Para Páez Bravo el país que le ha puesto más obstáculos a los migrantes venezolanos es el propio Gobierno de Maduro.

“Con su negativa a reconocer que casi 8 millones de personas se han ido, además descalificando a los migrantes diciendo que son lava pocetas y armas biológicas cuando estaba el cerco sanitario por el covid-19”. 

Migración pendular

Rodríguez expresó que la mayoría de las personas que se dirigen hacia Estados Unidos por Centroamérica son ciudadanos que ya migraron en una ocasión.

“Están en otros países de Latinoamérica como Colombia, Perú, Chile y Ecuador. Hay muchos venezolanos que, a pesar de que tienen años viviendo en estas naciones, optan por salir hacia Estados Unidos porque no han logrado integrarse y carecen de una calidad de vida óptima, ya que la pandemia perjudicó mucho la economía en Latinoamérica”, explicó. 

Phelan coincidió con el investigador de la UCAB. “Un porcentaje importante de los migrantes que tratan de cruzar el Darién son venezolanos que salen de otros países de la región, especialmente andinos, esto está reseñado en el más reciente informe de la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela”.  

“Los venezolanos salen de Latinoamérica y Venezuela, muchos tienen que hacer estadías cortas en países de tránsito para hacer dinero porque hay que pagar a muchos coyotes en el camino”, dijo Páez Bravo.

“Hay varios países de Latinoamérica que registran un decrecimiento en su población venezolana como el caso de Ecuador, esto refleja que están yendo hacia otro lado porque a Venezuela el flujo de retorno es poco”, agregó. 

Un chorro que no se cierra

González manifestó que el hecho de que cierren fronteras no va a detener el flujo migratorio venezolano.

Se van a crear nuevas rutas. Actualmente Venezuela representa el grueso de los migrantes que pasan por el Darién, pero se están sumando los ecuatorianos y cada vez hay más personas en situación irregular”.

La experta en migración explicó que ningún resultado electoral en el futuro cercano va a cambiar la decisión del venezolano de abandonar el país

“Porque en Venezuela los derechos humanos no están garantizados, la gente sigue pasando hambre, ninguna de las razones que han provocado el éxodo masivo han cambiado. Tal vez se impulsen salidas con la victoria de una tendencia en las elecciones presidenciales de 2024, pero es que la gente no se va solo porque hay una dictadura en Venezuela, ya es un problema que tiene otras aristas y actualmente la económica incide mucho”.

Phelan dijo que es difícil hacer pronósticos en torno a la migración venezolana. 

Porque se trata de una migración poco planificada. Sin embargo, de empeorar las condiciones económicas y políticas, la migración continuará, pero será más costosa para las personas desde muchos aspectos, económica, emocional y sanitaria”.

Recomendaciones a Panamá

Rodríguez expresó que es necesaria la comunicación y colaboración permanente entre los países involucrados en la crisis migratoria.

“Nosotros hemos recomendado que se aumenten el número de alojamientos para los migrantes, establecer centros de atención que tengan un enfoque de derechos humanos. Es necesaria una respuesta coordinada por parte de todos los países, hay que buscar una alternativa multilateral, abrir un canal humanitario para evitar que las personas sigan transitando por la selva del Darién”, opina. 

Por su parte, Páez Bravo sostuvo que el futuro de la migración venezolano es incierto.

“Desde 1999 comenzó un éxodo, en promedio 120 mil personas por año y a partir de 2016 se potenció a 1 millón 200 mil por año. Los detonantes para migrar siguen estando presentes, no es solo un tema económico, de servicios, de deterioro del sistema educativo y de censura, tiene otras dimensiones sociales, políticas y culturales que pesan en la decisión de irse”.

 

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Volátil situación en Latinoamérica presiona a venezolanos a una segunda migración
Tomás Páez Bravo indicó que en Venezuela sigue existiendo una población absolutamente empobrecida, sin fuentes de trabajo, sin posibilidades de estudio, con problemas de agua, electricidad, salud, educación que vive pensando en migrar

 

El coordinador del Observatorio de la Diáspora Venezolana (OVD) y sociólogo, Tomás Páez Bravo, confirmó que en muchos países de Latinoamérica «hay situaciones volátiles económica y políticamente” que están obligando a muchos venezolanos a movilizarse hacia otras naciones de América Latina y EEUU.

En entrevista para Unión Radio, Páez Bravo señaló que hay presencia de venezolanos en más de 90 países y en más de 400 ciudades. «La diáspora sigue creciendo, aproximadamente, a razón de 1.400 personas por día”.

El sociólogo explicó que dos tercios de los migrantes venezolanos se ha movido hacia Latinoamérica y estos países están en una situación muy peculiar que obliga a los venezolanos a optar por una segunda migración. 

«Luego de estabilizarse y poder enviar recursos a familiares que dejaron atrás, comienza la movilización desde Colombia a Ecuador, Perú, y luego arman los viajes hacia EEUU y Centroamérica, en condiciones distintas, unos en avión y otros a través del Tapón de Darién, vía muy peligrosa. Pero sí, se está produciendo un movimiento de movilización interna en la región», dijo.

Población empobrecida

Tomás Páez Bravo indicó que en Venezuela sigue existiendo una población absolutamente empobrecida, sin fuentes de trabajo, sin posibilidades de estudio, con problemas de agua, electricidad, salud, educación que vive pensando en migrar.

Lamentó que actualmente, quienes migran, lo hacen empobrecidos: «Hay un cambio en el proceso migratorio, la gente ya no viajan en avión, no solamente porque no hay líneas aéreas como antes ni recursos para comprar pasajes”.

El coordinador del OVD indicó que la diáspora hoy representa lo que Venezuela era en 1960, la cantidad de habitantes que tenía Venezuela en ese año.

“Ni en el año 2020 ni en 2021 dejó de haber migración, solo que se contrajo por el cierre de fronteras y restricciones a la movilidad, además de las recientes peticiones de visas en varios países. Se redujo a 400.000. venezolanos en el año 2020 y a 600.000 en 2021. Ni el COVID-19 ni el poscovid frenaron el proceso migratorio venezolano”, afirmó.

Páez Bravo enfatizó que hay un cambio en el proceso migratorio, «ya no viajan en avión, solo 1% ó 2% de la población puede comprar un pasaje aéreo”.

Destacó el trabajo que están haciendo las  organizaciones  de la diáspora dentro y fuera del país. «Se necesita una nueva estrategia de los que están fuera y dentro porque todos somos venezolanos y  todos vamos a ser importantes en el proceso de reconstrucción de Venezuela”.

Cuando se siembra una semilla en Venezuela y germina en el exterior

Cuatro venezolanos nacidos en el interior del país, cuatro historias de emigrantes, cuatro rumbos distintos. Fernando de Valencia, Melecio de Maracay, Cristina de Barquisimeto y Gustavo de Coro no salieron caminando por una frontera, no huyeron ante la impotencia de sortear la escasez de alimentos y medicamentos, ni emigraron con el bolsillo vacío y sin planificación alguna. Tampoco llegaron a sus respectivos destinos a limpiar pocetas, labor que el presidente Nicolás Maduro le ha endosado con intención despectiva a algunos venezolanos que han salido por tierra, mar y aire. Sus casos responden a un talento que ahora lo explotan en el extranjero. Son profesionales que están siendo aprovechados por empresas e instituciones foráneas. Seres con destrezas que quizás sean irrecuperables para el aparato productivo de la nación. Personas formadas en universidades y academias venezolanas a quienes les encantaría decantar sus habilidades en la tierra de Bolívar, pero que encontraron afuera una realidad más acorde a sus aspiraciones.

Momentos en los que el gobierno emprende una campaña llamada #VuelveALaPatria con decenas de venezolanos provenientes de América Latina retornando a Maiquetia a bordo de aviones pagados por el Estado, un estudio de Meganálisis elaborado entre el 5 y 10 de septiembre de este año arrojó que 20,5% de una muestra de 1.100 personas encuestadas se irían del país si Maduro continúa en el poder.

De ese porcentaje de 20,5, un 52,3% no sabe cuando podría partir, 17,8% entre abril y junio de 2019, 14,7% antes de abril del año entrante, 14% previo a diciembre de 2018 y un 1,1% en los venideros días.

También de ese 20,5%, un 30,3% sostuvo que se iría a Colombia, 18,8% todavía no sabe, 12,4% emigraría a Perú, 9,8% a Ecuador, 6,7% a Chile, 4,5% a Argentina, 4,4% a Europa, 3,3% a los Estados Unidos, 2,5% a Brasil, 2,2% a México y 5% al resto de los paises de America Latina.

Aunque en la actualidad no se manejan cifras oficiales, Tomás Páez, director del Observatorio de la Diáspora Venezolana estima que al menos 3 millones han huido de la crisis. El Informe de Tendencias Migratorias de América del Sur elaborado por la Oficina Internacional de Migraciones de la ONU en febrero de 2018 señala que la migración venezolana en 2017 representó entre un 4,7% y 5,4% de la población del país, superior al 2,3% de 2015.

Por su parte, la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) correspondiente a 2017, reveló que 8% de los hogares venezolanos ha reportado al menos un emigrante en los últimos cinco años.

“La mayoría de los emigrantes tiene un nivel académico, al menos educación media. Lo que significa pérdida del capital intelectual humano y fuerza laboral”, dijo la socióloga Claudia Vargas en el foro “De cuna de oportunidades a país de emigrantes”, efectuado en la Universidad Central de Venezuela en abril de este año.

Fernando Ramos – Voleibolista (Chile): “Hasta hace poco éramos potencia deportiva”

Fernando Ramos no quería emigrar de Venezuela. Pero en 2014 una propuesta proveniente del exterior le hizo cambiar de parecer. Al voleibolista de playa la idea de mudarse de país le venía dando vueltas en la cabeza en vista de la devastación económica y social que veía en su entorno. “Ya en ese momento la situación se estaba poniendo un poco mal, mi hijo venía en camino y quería darle un mejor futuro, hablé con mi familia y mi esposa, me apoyaron al 100%”.

Un directivo de la federación de voleibol en Ecuador le contactó porque necesitaban a un entrenador para las categorías menores. Allá estuvo dos años hasta que un terremoto de 7,8 grados en abril de 2016 le hizo abandonar abruptamente la ciudad de Portoviejo en la provincia de Manabí, precisamente uno de los epicentros del movimiento telúrico.

“El centro de la ciudad prácticamente quedó devastado, para nosotros que no estamos acostumbrados a eso fue fuerte. Salimos casi de emergencia y por seguridad”.

El valenciano de 35 años estaba decidido a seguir en el extranjero y emprendió viaje a Chile con esposa e hijo. En Santiago había dejado una estela de contactos producto de sus visitas como atleta. “No podíamos volver a Venezuela, porque la situación allá no está fácil”.

El carabobeño comenzó a entrenar atletas y a la par seguía dando mates y voleas sobre la arena. Estuvo activo en competencia hasta abril del año pasado cuando representó a Venezuela en el Suramericano de Voleibol de Playa, efectuado casualmente en Chile, su nuevo hogar.

“Empecé a trabajar con las selecciones femeninas de menores y mayores. Un técnico brasileño no siguió y tuve que asumir también las masculinas. Por fortuna llegó recientemente un nuevo entrenador y ahora estamos menos atareados”.

“Este país (Chile) me acogió después de lo que pasó en Ecuador”, enfatizó.

Ramos confesó que haber representado a Venezuela en distintas competencias internacionales le hace más llevadero el hecho de viajar y adaptarse a nuevas situaciones. “A mi esposa no le afectó mucho, ella también fue atleta de alto rendimiento. En este trabajo uno cambia de país constantemente, ella comprende este tipo de situación, a Chile se ha adaptado muy bien”.

Mauro Hernández, encargado de las selecciones nacionales de voleibol de playa en la actualidad, dijo que el deporte de los mates y voleas ha sufrido un éxodo de entrenadores en los últimos dos años. “Ramos (Fernando) está en Chile, Leonardo Ojeda se fue a Ecuador, Luis Campos a Estados Unidos y yo estuve en Lorca, España, pero regresé para encargarme de los combinados”.

Hernández aseveró que el desmantelamiento también es de atletas. “La dupla de voleibol femenino está separada, Gabriela Brito está en Chile y Norisbeth Agudo en Bolivia, al igual que Carlos Rangel. Muchos deportistas, algunos compañeros míos y otros a los que entrené están fuera de Venezuela por esta situación que atravesamos”.

Un vocero vinculado a la Federación Venezolana de Voleibol que prefirió no identificarse calcula que alrededor de 50 personas se han marchado entre atletas y entrenadores. “Como le dices tu a un atleta que no se vaya”, se cuestionó. “No hay recursos para practicar, el Centro de Entrenamiento de Voleibol de Playa en Valencia está casi cerrado. Siendo un país con tradición olímpica, Venezuela viaja a competencias internacionales sin entrenadores, trainers ni preparadores físicos, de broma van los atletas”.

Fernando Ramos no descarta que en un futuro, un importante número de deportistas venezolanos pasen a formar parte de otras selecciones en el extranjero. “Muchos atletas hacen vida afuera, si al país donde están le es viable, va a hacer lo posible por nacionalizarlos. El atleta venezolano es bien visto a nivel internacional. Venezuela hasta hace poco era una gran potencia deportiva”.

El valenciano no descarta regresar a Venezuela y sueña con entrenar a promesas criollas. “Es lo ideal porque se como se trabaja allá, me gustaría aplicar en Venezuela  toda esa experiencia que estoy obteniendo. El tiempo decidirá. Hoy estoy aquí, pero no se si mañana estaré en otro lado”.

Melecio Ponte – Desarrollador de software (Alemania): “No me gusta pensar que nos fuimos escapando”

De su círculo de amistades y ex compañeros de estudio de la Universidad Simón Bolívar, Melecio Ponte fue uno de los últimos en emigrar de Venezuela. “Todas las personas cercanas se estaban yendo, no me gusta pensar que nos tardamos en irnos, como si todo el mundo se tuviese que ir”, dijo el ingeniero en computación nacido en Maracay.

El aragüeño de 29 años salió por el aeropuerto internacional de Maiquetia hacia Alemania apenas en junio de este año. Amazon, la mega empresa estadounidense de comercio electrónico y servicios de computación, le contactó por Linkedin y ofreció una vacante en Berlín como desarrollador de software.

“Fue un proceso, la última entrevista que me hicieron fue en Colombia. Ellos (Amazon) me ofrecieron Alemania y me pareció bien”.

A Melecio, como a todo ingeniero joven le urgía un reto, un desafío que le obligase a madurar profesionalmente. Venía de laborar en Caracas en una empresa de software. “Esta es una oportunidad de crecimiento única. Lamentablemente no existe una empresa similar en Venezuela y no va a existir por ahora. Me impulsa que este mercado es grande, siento que estoy en una etapa de aprendizaje que me gustaría que fuese en Venezuela, pero eso no se percibe probable actualmente”.

Ponte nunca tuvo el anhelo de mudarse definitivamente de Venezuela, pero lentamente fue asimilando que las deterioradas condiciones de vida más su techo profesional le harían comprar un boleto al extranjero solo de ida.

“Queríamos maximizar nuestras oportunidades. Siempre pensé en irme con la intención de tener un aprendizaje y volver. Éramos una familia de recursos limitados y nunca viajé al exterior de niño, mi primer viaje lo hice a los 21 años y pagado con mi trabajo de arreglar computadoras”.

Melecio contrajo matrimonio el año pasado con Fabiana Díaz, una psicóloga graduada en la Universidad Central de Venezuela. Asegura que una porción de los invitados a las nupcias ya no están en el país. “Nos casamos con 120 invitados y si nos hubiésemos casado hoy en día, hubiesen sido como 80”.

Se considera bendecido por arribar con empleo a un nueva nación. “Alemania es un país que ofrece muchas facilidades a las personas que vienen con trabajo, siempre me planteé que si emigraba no iba ser apurado, sino con una planificación”.

El investigador Manuel Silva Ferrer estima que en Alemania hacen vida entre 20 y 30 mil venezolanos, pero según datos de la Oficina Federal de Migración y Refugiados y la Oficina Federal de Estadística hasta 2017 habían 2980 venezolanos, cifra que solo contempla a quienes solicitaron asilo político, son naturalizados o poseen doble nacionalidad.

Asegura que hacia el final de su estadía en Caracas, la inseguridad, escasez de alimentos y medicamentos y el colapso de la infraestructura de servicios, le impulsó a tomar en serio la búsqueda de una salida.

“No me gusta pensar que nos fuimos escapando. Yo veía que 9 de cada 10 de mis compañeros se iban del país. Es triste, pero ahora es más fácil decir que no vuelvo más nunca”.

Para Ponte, la situación de la Universidad Simón Bolívar, su alma mater, es dolorosa.

“No es nada más en la USB que hay un éxodo grande de alumnos y profesores. No sé como realmente siguen y siento una admiración profunda por ellos, es una situación insostenible”.

Según un estudio llevado a cabo por la Dirección de Admisiones de la USB entre enero y marzo de 2018, entre las principales causas de deserción en esa casa de estudios se encuentran: Emigración (34%), continuar estudios en universidades del exterior (33%), mudanza al sector laboral (16%) y precarias condiciones socioeconómicas (15%).

El análisis revela que 22% de los alumnos no se inscribieron para 2017 y se espera por las cifras oficiales en 2018.

Aunado a la diáspora estudiantil, el rector de la USB, Enrique Planchart, declaró recientemente que el alumnado no resiste la exigencia académica. Recordó que desde hace un par de años, el Tribunal Supremo de Justicia prohibió los exámenes de admisión en las universidades públicas autónomas y la asignación del número de estudiantes corresponde a la Oficina de Planificación del Sector Universitario (Opsu).

“De los estudiantes que ingresaron el año pasado no queda ni la mitad. No aguantan. Son personas que no vieron matemáticas, química ni física en bachillerato ¿Cómo pueden estudiar ingeniería así? Eso es inaudito”, expuso.

Ponte señaló que desde 2015 existe un programa llamado “Un Café por la USB”, cuyo propósito es recolectar fondos para ayudar a la universidad.

“Aquí en Berlín lo hemos hecho, la idea es reunirse en un café cada cierto tiempo y lo que gastes en un café lo dones para la universidad”

Ponte sostuvo que en una Venezuela ideal y próspera le encantaría dar clases en la Universidad Simón Bolívar.

“Si las condiciones cambiasen me encantaría regresar a Venezuela, de hecho me inquieta la posibilidad de no poder volver, porque si se da un cambio la necesidad de reconstruir va a ser inmensa y en ese sentido los ingenieros tenemos mucho que ver”.

Melecio no cree en un cambio radical de un día para otro. Considera que la reconstrucción es un proceso lento. “Creo más en las pequeñas victorias, en gente que está allá trabajando a pesar de las adversidades, que luchan y se esfuerzan a diario. Si tu miras al país, hay gente que está aprendiendo cómo sobrellevar la crisis, todas estas cosas van a rendir su fruto en un futuro”.

Cristina Reni – Periodista (Italia): “Vivo fuera, pero tengo muy claro lo que pasa en Venezuela”

Pese a que escribía sobre literatura en la revista El Librero, Cristina Reni siempre estuvo enganchada con el tema culinario. La predilección por la gastronomía es una herencia. En su Barquisimeto natal, la cocina era el lugar predilecto de la familia.

Graduada de periodista en la Universidad Catolica Andres Bello y con una tesis precisamente sobre la gastronomía en el estado Lara, Cristina cruzó el océano en busca de una vida suculenta y productiva.

Fue hace casi un lustro, cuando la hecatombe hiperinflacionaria y de escasez estaba gestándose en Venezuela que tomó la decisión de emigrar a la tierra de su abuelo: Italia. Aprender a hablar italiano y seguir estudiando eran dos de sus prioridades en el viejo continente.

“Empecé trabajando en una empresa de catering e hice un master en la historia de la alimentación”, dijo la periodista de 29 años.

Fue su tutora de tesis en la UCAB, Sasha Correa, quien le presentó a quien se convertiría en su jefe en la actualidad. Correa se ha desempeñado como periodista gastronómica, estuvo en Italia, México y actualmente vive en España.

El primer encuentro con el chef Massimo Bottura fue la llave que abrió la puerta hacia un mundo de posibilidades. De ahí en adelante, para Cristina todo fue ganancia.

Bottura es el propietario del restaurante Osteria Francescana, con sede en la ciudad de Modena. El lugar tiene tres Estrellas Michellin y fue considerado el mejor restaurante del mundo en el ranking The Worlds 50 Best Restaurants Awards en 2016.

“Me dijo que tenía un proyecto interesante en Milán y que probase por seis meses a ver si encajaba”.

Dicho proyecto interesante era el Refettorio, un comedor social para personas sin hogar, que funciona como centro comunitario.

La idea de Bottura era alimentar a los necesitados con los excedentes de su lujoso emporio gastronómico.

“Soy manager de proyecto, cordino esta organización sin fines de lucros que pertenece a Massino y a su esposa. Me ocupo de trabajar con gente alrededor del mundo que quieran abrir Refettorios de manera de construir puentes en sociedades donde hay mucha polarización”.

Cristina comenzó atendiendo al público en uno de los restaurantes de Bottura y poco a poco fue escalando en la empresa hasta ser una especie de gerente de los Refettorios.

Reffetorio es una palabra que viene de latin reficĕre, que significa restaurar. Era el lugar donde los monjes comían y posteriormente leían la Biblia.

“Hasta ahora tenemos seis, uno en Milán, otro en Modena, Bologna, Londres, París y Río de Janeiro. Hay muchas necesidades en Europa, especialmente con el tema de los refugiados”.

Reni explica que excedentes no significa sobras de comida. “Es la comida que no se usa en el restaurante. Cuando trabajas con excedentes de comida hay mucho prejuicio, uno puede comerse todo lo del animal siempre y cuando este bien cocinado. Es absurdo que aquí boten la comida, es aprovechar al máximo. Los recursos se deberían manejar mejor. El tema del hambre no es producir más, sino gerenciar mejor lo que tenemos”.

Cuando habla de hambre en el mundo, Cristina por supuesto piensa en Venezuela. No descarta que un futuro abran un Reffetorio en su país natal. Por ahora no lo considera viable. “Como organización no estamos preparados para eso, carecemos de la logística para hacerlo, además está el tema de los requisitos legales y la seguridad. Conozco muy bien lo que está pasando en Venezuela. Creo que hay otras organizaciones que están haciendo una labor increíble como Barriga Llena, Corazón Contento, la idea es sumar esfuerzos. Me gustaría pensar que en el futuro es posible”.

Desde que vive en Italia, Cristina viene cada año a visitar a su familia en Barquisimeto. A la par pasa buen tiempo montada en un avión, visitando proyectos similares en el mundo entero. Se considera una persona afortunada que ha sabido aprovechar las oportunidades.

“Los restaurantes son lugares que hacen felices a las personas. La comida es el gran conector de muchas cosas, es la identidad de un país, me parece una plataforma muy válida para mostrar los distintos problemas de una sociedad”.

Gustavo Lugo – músico (Marruecos): “Tuve las maletas en la sala por tres meses”

Gustavo Lugo nació y fue criado en Coro en medio de un ambiente musical. Su padre, ya fallecido, perteneció a la banda del estado “Mariscal Juan Crisóstomo Falcón” y su madre cantaba en coros. Desde pequeño tuvo influencias de melodías clásicas, jazz y salsa. En su familia cuenta al menos diez músicos, entre primos y tíos. Estudió clarinete en la escuela de música “Elías David Curiel” y posteriormente se inclinó por el saxofón. Desde ese entonces hasta el día de hoy no ha soltado el saxo, es su fiel acompañante y el que le da de comer.

Con una carrera transitada por la Orquesta Sinfónica de Falcón, la Billos Coro Boys y las banda de música bailable “La nueva fuerza del merengue”, además de una licenciatura en música obtenida en el Instituto Universitario de Estudios Musicales, ahora Unearte, Gustavo estaba decidido a emprender camino internacional.

“Se me ocurrió irme de Venezuela desde hace tiempo, estaba buscando principalmente hacia Colombia. Un amigo de Maracay me llamó y me dijo que estaban buscando a un saxofonista en Marruecos, me comuniqué con una persona vía WhatsApp, envié unos videos, le gustó y acordamos, eso fue por el 2014”.

“Me contactó la gente del resort Palmeraie Golf Palace en Marrakech, un complejo grande donde hay un restaurante que se llama Fuego Latino, ellos necesitaban un saxofonista y a través de Alejandro “Nene” Pérez, un músico que tocó con Ricardo Montaner y ahora está con los hermanos Primera, pude audicionar. Allí estuve un año tocando seis días a la semana”.

Lugo confesó que entre haber sido aceptado en un nuevo trabajo a miles de kilómetros de distancia y coger un avión, pasaron cinco meses.

La fecha inicial de partida era febrero de 2014, época de protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro, manifestaciones que cobraron la vida de 44 personas.

“Hice todas mis maletas y las coloqué en la sala de mi casa, el viaje se suspendió y esas maletas estuvieron allí como tres meses, sacaba lo que tenía que sacar y me vestía en la sala, confieso que no era por pereza”, dijo Lugo.

A Lugo no le iba mal en Venezuela hace cuatro años. Tocaba en fiestas, impartía clases, y seguía con su actividad académica. Era un hombre dedicado a la música las 24 horas del día. “Cuando salí de Venezuela, el país era más o menos vivible, ahora todo es muy cuesta arriba. Aquí llegué el 1ero de agosto de 2014 y desde entonces no he parado, ya no estoy en el resort, ahora trabajo por mi cuenta y me va mejor. Estoy integrando un proyecto de música cubana. El mercado acá es muy amplio, aquí hay gente que habla castellano por la cercanía con España. El marroquí parece latino en su fisonomía”.

Lugo ahora vive entre Marrakech y Casablanca, la ciudad más grande de Marruecos y capital administrativa.

“Marruecos posee una cultura totalmente distinta, siempre estoy en eso de comparar cosas que tenía allá y lo que hay aquí, a veces desechamos cosas que aquí aprovechan, detalles que hacen a una sociedad mejor”.

Para ganarse la vida, Gustavo ha tenido que expandir sus fronteras musicales.

“Una experiencia nueva para mí ha sido trabajar con música house. Hago Deep House, toco con DJs, con cuartetos y tríos. Ejecuto saxofón, clarinete y hasta flauta con backing tracks”.

Si bien no cuenta con su familia, Gustavo ha conseguido refugio en los venezolanos que están en Marruecos. “Aquí la migración de venezolanos es mínima comparada con otros países, pero si se siente. La mayoría son profesionales y vienen a trabajar duro. De América Latina después de nosotros están los chilenos, brasileños, peruanos, mexicanos y colombianos”.

Asegura que los músicos venezolanos son los más contratados. “El músico venezolano es todero, versátil y se adapta a diferentes situaciones, no así el de otro lado. Los mariachis que hay aquí están integrados básicamente por venezolanos”.

Desde que llegó a Marruecos y se identifica como venezolano, el interrogatorio político es un requisito obligado en la agenda de Gustavo, especialmente en la frontera con Argelia, país aliado del gobierno de Nicolás Maduro.

“Desde que llegué me hablan mucho de Chávez y a veces confieso debo seguirles la corriente, pero hasta ellos incluso saben que Maduro no lo está haciendo bien”.

Lugo reconoce que el movimiento musical en Venezuela se ha visto afectado por la diáspora, pero considera que en un futuro y con circunstancias apropiadas una considerable cantidad de talentos regresarán.

“Especialmente los que han emigrado a América Latina y el Caribe, porque aunque parezca increíble, el movimiento musical venezolano con todo y lo disminuido que está, es mayor al de esos lados”.

Uno de sus anhelos es volver a Venezuela a trabajar y vivir dignamente. Al lado de sus afectos.

“Me gustaría regresar y continuar trabajando allá, venir a Marruecos solo por temporadas o instalarme en Colombia, Aruba o Perú”.

Madre y hermanos de Lugo siguen viviendo en Coro. Su esposa e hijos se fueron a Ecuador, mientras fraguan un plan de reencuentro familiar permanente.

“Mis dos hijos, uno de 19 y otro de 15 son pianistas…me ha pegado mucho no estar con ellos y también con mis amigos”.

“Yo me veo en Venezuela viviendo por el resto de mi vida. Hay que reconstruir el país, pero no va ser tan rápido”.