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Quistes de ovario hemorrágicos normalmente no repercuten sobre la fertilidad

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Los quistes de ovario hemorrágicos se presentan en las mujeres que todavía no han atravesado por la  menopausia y son resultado de la ovulación. No es claro por qué algunas mujeres desarrollan esos quistes y otras no. El tratamiento para los quistes de ovario hemorrágicos depende del tamaño del quiste y de si provoca síntomas. Los quistes normalmente no repercuten sobre la fertilidad femenina.
Los ovarios se ubican a cada lado del útero y ambos tienen el tamaño y la forma de una almendra. Los óvulos, también conocidos como ovocitos, se desarrollan y maduran en los ovarios y luego son liberados en ciclos mensuales durante los años reproductivos de la mujer. Los quistes ováricos son bolsas o sacos llenos de líquido que se forman dentro o en la superficie del ovario. Los quistes de ovario hemorrágicos se desarrollan durante la ovulación, cuando el óvulo es liberado por un folículo ovárico en la superficie y dicho folículo sangra hasta convertirse en quiste.
El hecho de tener un quiste de ovario hemorrágico no necesariamente representa un problema. Muchas veces, esos quistes no causan ningún síntoma y, a menudo, se descubren durante un examen pélvico que se realiza por otro motivo. Cuando el quiste es de tamaño pequeño o mediano y no ocasiona ningún dolor ni otros síntomas, el médico muy posiblemente recomendará controlarlo. Dicho control suele implicar hacer una ecografía pélvica cada pocos meses para ver si el quiste ha cambiado de tamaño. Normalmente no se requiere ningún otro tratamiento y en muchos casos, el quiste desaparece por sí solo después de pocos meses.

 

Cuando el tamaño del quiste es mayor a 10 centímetros aproximadamente, o cuando provoca dolor,  sensación de llenura en la pelvis u otros síntomas, entonces los médicos suelen recomendar una cirugía para extraerlo. Algunos quistes pueden extraerse sin extirpar todo el ovario; no obstante, cuando el quiste ha dañado el ovario hasta el punto en que el tejido sano ya es insalvable, el cirujano extirpa todo el ovario.
De manera general, los quistes hemorrágicos no repercuten negativamente sobre la fertilidad. Aunque necesite que se le extirpe un ovario, mientras el otro ovario permanezca sano, usted posiblemente sea capaz de concebir, siempre y cuando no padezca otros problemas médicos que puedan afectar la fertilidad. La única vez en que los quistes de ovario hemorrágicos pueden ser un problema para la fertilidad es cuando los quistes se desarrollan en los dos ovarios y es preciso extirparlos a ambos.

Someterse regularmente a exámenes pélvicos es una manera de asegurarse que cualquier cambio nuevo en los ovarios, incluso nuevos quistes, sea detectado lo antes posible. Aparte de esos exámenes, preste atención a todo cambio en el ciclo mensual, tal como la presencia de síntomas que acompañan a la menstruación y no son normales en usted o duran más de pocos ciclos. Los síntomas que debe vigilar incluyen dolor pélvico constante, sensación de llenura o pesadez en la pelvis y dolor durante las relaciones sexuales o la defecación. Consulte al médico acerca de cualquier síntoma o cambio que observe.  

 

*Con información de Mayo Clinic

Estos son los misterios que la ciencia aún no ha podido resolver sobre la menopausia

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Existen algunas cosas que la ciencia no sabe sobre la menopausia: ¿Para qué sirve? ¿Cómo funciona? ¿Cuál es la mejor forma de tratarla?

Tal y como explica un detallado reportaje de Nature, «la vida útil de los ovarios humanos está determinada por una compleja y altamente no identificada colección de factores genéticos, hormonales y ambientales».

También es poco lo que se sabe cuándo los ovarios empiezan a fallar y los niveles de hormonas a fluctuar.

Quizás deberíamos ser empáticos con esta ignorancia. La menopausia no tiene mucho sentido desde el punto de vista biológico o intelectual.

En un reciente libro sobre ecología de primates, se explica que «la menopausia todavía es considerada como una característica distintiva de los humanos».

El que vivamos mucho más allá de nuestra edad reproductiva es un rompecabezas que se ha explicado con lo que se conoce como la «hipótesis de la abuela».

Bajo este razonamiento, las mujeres viven mucho más de su edad reproductiva porque su presencia beneficia a sus hijos y nietos.

Una mujer nace con más de un millón de óvulos en sus ovarios.

Cada mes, libera uno, un proceso desencadenado por la liberación de hormonas, incluyendo estrógeno.

Después de los 40 años, los ovarios empiezan a segregar menos estrógeno y, citando a la organización Women’s Health Concern, esto hace que «el cuerpo se comporte de forma distinta».

El cuerpo de cada mujer reacciona de una forma distinta a los cambios en los niveles de estrógeno, dificultando ciertos diagnósticos de menopausia.

Las directrices del Instituto Nacional para la Salud y la Excelencia del Cuidado (NICE, por sus siglas en inglés), un organismo oficial para el mejoramiento de la salud y el cuidado social en Inglaterra y Gales, advierte contra cualquier cosa que no sea la observación para el diagnóstico.

 

¿Todo vale?

Durante la conferencia anual de la Sociedad Británica de Menopausia, a la que fui en calidad de periodista –aunque también como una mujer en perimenopausia– aprendí mucho de los ponentes.

Aprendí que las enfermedades cardiovasculares son la causa de muerte más común en las mujeres, diez veces más que el cáncer de mama (según el cardiólogo Peter Collins); y que a las mujeres se les puede recetar de una forma tonta y desconsiderada.

¿Lubricante vaginal? Sí, por favor. ¿Aerosol para calmar los sofocos? Sí, a pesar de que mi cartera está a punto de rebosar.

¿Isoflavonoides que deberían balancear los trastornos de estrógeno? Ok, un par de cajas no me viene mal. ¿Por qué no? Si ya estoy tomando magnesio para la confusión cognitiva, vitamina D y antidepresivos para los días bajos, una poción de hierbas y multivitaminas para la buena suerte.

Durante la conferencia, la terapeuta psicosexual Trudy Hannington describió a una mujer a la que le habían dado un tubo largo de lubricante vaginal para la sequedad y una dosis igualmente grande. «Ella siguió las instrucciones, y más tarde contó que empezó a chirriar».

El apabullante mensaje fue consistente: un trastorno que afecta a la mitad de la población mundial está tristemente desatendida.

No hay suficientes datos o fármacos. La falta de atención hacia la menopausia y la salud de la mujer en general siempre han dificultado la vida de cualquiera que intente cuidar a una mujer menopáusica.

 

La terapia de reemplazo hormonal

Y a principios de siglo se hizo mucho más difícil.

Hasta 2002, a las mujeres se les prescribía terapia de reemplazo hormonal (HRT) para ayudarlas con los síntomas de la menopausia.

Para las mujeres que todavía tenían útero era una combinación de estrógeno y progesterona.

Pero entonces un estudio publicado por la Women’s Health Initiative sostenía que la HRT con estrógeno y progesterona aumentaba el riesgo de infarto, de un accidente cerebrovascular, de la creación de coágulos, de cáncer y demencia.

Los titulares de los medios bombardearon a las mujeres con el mensaje que la HRT era peligrosa (a pesar de que desde entonces han salido varios estudios cuestionando los resultados de la Women’s Health Initiative y otras investigaciones parecidas).

Un bombardeo que debió haber funcionado, pues incluso cuando lo estaba pasando mal con mi menopausia –sin poder ir a trabajar, con insomnio y sofocones, así como problemas de depresión– resistí.

En alguna parte de mi cabeza pensaba: «cáncer de mama».

Cuando finalmente tomé HRT, no tuve que sufrir más el insomnio, fue mágico. Pude dormir de inmediato.

Pero todavía hoy suspendo la terapia tan rápido como puedo.

 

Otros tiempos

Si ese estudio se hubiera publicado ahora, escribió recientemente la Sociedad Británica de Menopausia, «hubiese tenido mucho menos impacto en la mujer posmenopáusica».

En la clínica de la menopausia de la especialista Julie Ayres en Leeds, Inglaterra, la mayoría de las pacientes llegan con ideas preconcebidas.

«Ellas dicen ‘ya sé que hay riesgo de cáncer de mama'», pero están tan desesperadas que van de todas formas.

«Llegan con palpitaciones, ansiedad y ataques de pánico y creen que se van a volver locas», agrega Ayres.

Y no lo están, lo que ocurre es que están sufriendo del poder de estrógeno en el cuerpo. «Pero tan pronto como tienen palpitaciones, el médico de familia no les receta HRT debido al riesgo cardíaco».

Esto podría enfurecer a algunos de los oradores de la conferencia de la Sociedad Británica de Menopausia, donde el experto en metabolismo John Stevenson, del hospital Royal Brompton, presentó un trabajo sobre el papel protector que la HRT puede tener en el corazón.

Según él, es «probablemente el mejor tratamiento para las mujeres posmenopáusicas».

Hoy en día existen otros tratamientos como el de la terapia de hormonas bioidénticas cuyo estrógeno es derivado de plantas como la soya y la batata y la progesterona está micronizado, el proceso que reduce el diámetro de partículas sólidas.

El experto Yehudi Gordon, quien lleva una clínica de hormonas bioidénticas en Londres explica que estos dos factores hacen que este tipo de hormonas estén mejor procesadas para el cuerpo humano que cualquier otra preparación convencional.

No obstante, actualmente no hay ningún control o regulación en la producción, prescripción y dosificación de las hormonas bioidénticas.

 

¿Enfermedad o condición natural?

Hace unos meses noté que mi cerebro ahora vacila, muy levemente, cuando le pregunto sobre la izquierda o la derecha.

También se me caen las cosas con más frecuencia y me encuentro más torpe.

Hace poco estuve convencida durante todo un día que después de octubre venía diciembre y me sentí genuinamente trastornada cuando me di cuenta que no era así.

También tuve otros males físicos como dolor en la mandíbula, sequedad en los ojos, deficiencia de sueño, cansancio constante… todo se podía relacionar a los cambios hormonales de mi cuerpo.

Pero, ¿estoy enferma? Con esta lista de síntomas uno pensaría que lo está.

Escritores como Louise Foxcroft y Roy Porter han criticado la medicalización de algo que es natural e inevitable en la vida de las mujeres.

Aunque esta postura puede ser cuestionada por muchos clínicos y profesionales del área, así como por muchas mujeres en el medio de esta etapa de la vida.

Entonces, ¿qué es lo que las mujeres menopáusicas deben hacer? Quizás ser pacientes y convertirse en pacientes.

Las reacciones a la menopausia pueden variar de acuerdo a la cultura, la dieta, el estilo de vida, la edad y la condición física.

Mientras que varios sitios en el Reino Unido sugieren que aproximadamente 75% de las mujeres menopáusicas dicen tener sofocos, el número de las japonesas que dicen sufrir de golpes de calor es de 1 de cada 10.

Sin embargo, cuando visitó Japón Margaret Rees, ginecóloga y editora de Maturitas (una revista internacional sobre la tercera edad), muchas mujeres le dijeron que sufrían sofocones, solo que no hablaban de ello.

También hay un componente cultural sobre la menopausia que puede distorsionar las cosas: si bien algunas depresiones están relacionadas al trastorno hormonal, algunas se pueden deber al menosprecio que las mujeres con menopausia sienten que están sometidas.

Sin embargo, no hay duda en que la población de mujeres que sufre los síntomas de la menopausia es inmensa y no está bien atendida.

Bajo deseo sexual es un problema complejo y común en las mujeres

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El poco deseo sexual es un problema complejo para las mujeres. Si bien la edad y la disminución hormonal vinculada a la menopausia pueden contribuir a los cambios en el deseo sexual, muchos otros factores capaces de repercutir sobre el apetito sexual también existen en la vida de una mujer. Pese a que ahora se considera un nuevo fármaco para ayudar a las mujeres con poco deseo sexual, posiblemente sólo sirva para un pequeño subconjunto de mujeres que todavía no atraviesan por la menopausia.

 
La disfunción sexual es un problema común. En Estados Unidos, alrededor de 40 por ciento de mujeres informa algún tipo de disfunción sexual y el problema más común es una continua o recurrente falta de interés en el sexo. El término técnico para esta situación es trastorno de deseo sexual hipoactivo (HSDD, por sus siglas en inglés), que puede repercutir enormemente sobre la vida de una mujer y llegar a ser algo muy angustiante para muchas.

 
En la evaluación del trastorno de deseo sexual hipoactivo y búsqueda de sus posibles causas, es importante examinar la amplia variedad de factores que pueden contribuir. Dichos factores pueden ser biológicos, tal como los cambios hormonales que ocurren antes, durante y después de la menopausia; la sequedad vaginal y el dolor que algunas mujeres presentan y que convierte al acto sexual en algo desagradable; así como otros problemas como dolor en la cadera por artritis, diabetes, cansancio y dolor crónico que también pueden repercutir sobre la función sexual y disminuir el deseo.

 
Por otro lado, es igualmente necesario tomar en cuenta los factores psicológicos, los de las relaciones interpersonales e incluso los culturales. Por ejemplo, la depresión, la ansiedad, una imagen corporal negativa, una relación nociva, y los antecedentes de abuso sexual o físico pueden repercutir sobre el deseo sexual. Es importante examinar primero todos estos factores porque muy bien pueden repercutir unos sobre otros y, en algunos casos, hasta combinarse para disminuir el deseo sexual femenino.

 
Según cuál sea la causa subyacente, existe toda una gama de posibles tácticas para controlar el problema. La terapia con estrógenos o un fármaco llamado ospemifena pueden servir para tratar la sequedad vaginal y las consiguientes relaciones sexuales dolorosas. En ocasiones, también se puede cambiar o suspender algún medicamento que posiblemente contribuya al menor deseo sexual. Además, las medidas de autocuidado, como controlar el estrés, hacer ejercicio y mantener una comunicación abierta con la pareja pueden ser útiles. Por último, recibir consejería también puede hacer diferencia.

 
El nuevo fármaco actualmente bajo consideración de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), llamado flibanserina, es para las mujeres que todavía no atraviesan por la menopausia y padecen el trastorno de deseo sexual hipoactivo, así como para quienes otras tácticas de control no han funcionado. La flibanserina funciona porque altera las sustancias químicas capaces de aumentar el deseo sexual. El fármaco debe tomarse diariamente en pastilla y puede demorar dos semanas en surtir efecto.

 
Más de 11 000 mujeres participaron en ensayos clínicos para estudiar la flibanserina. Los resultados revelaron un aumento en la cantidad de eventos sexualmente satisfactorios en las mujeres que tomaban el fármaco. Esas mujeres también informaron mejoría en el deseo sexual, así como sentir menos angustia respecto al trastorno de deseo sexual hipoactivo. A pesar de que la flibanserina sería adecuada solamente para un pequeño porcentaje de mujeres con trastorno de deseo sexual hipoactivo, en caso de autorizarse, brindaría al sexo femenino una muy necesaria alternativa de tratamiento.
De ser autorizada, la flibanserina sería el único fármaco comercial para mujeres con trastorno de deseo sexual hipoactivo. Sin embargo, esta no es la primera vez que se presenta este fármaco a la FDA, pues en dos ocasiones anteriores ya fue rechazo debido a inquietudes respecto a su eficacia y posibles efectos secundarios, tales como mareo, náuseas y desmayo. El fabricante del fármaco dice que ahora ya se ha lidiado con esos problemas y que la FDA debe tomar pronto una decisión final respecto a la flibanserina.

 

Con información de Mayo Clinic

La menopausia aumenta los riesgos de hipertensión arterial

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Ya se saben los muchos factores que pueden causar hipertensión arterial: obesidad, genética, tabaquismo, malos hábitos alimenticios, sedentarismo. Pero hay uno que pocos conocen: la menopausia.

Según la cardióloga ecocardiografista, Josefina Feijoo Iglesias, se considera que las mujeres tienen menos eventos cardiovasculares que los hombres hasta llegar a la menopausia. En esta etapa se igualan los riesgos debido a las alteraciones del equilibrio hormonal. Dicha situación ocurre por la disminución del funcionamiento de los ovarios, que dejan de producpuede ir estrógeno.

La ausencia de estrógeno desempeña un papel preponderante en el desarrollo de la hipertensión, ya que su deficiencia se asocia con alteraciones de la capa que reviste las arterias por dentro, cuya función es producir sustancias que regulan la dilatación y contracción de los vasos.

La deficiencia hormonal también provoca cambios en la estructura de la pared arterial, tornándolas rígidas. Igualmente, aumenta la actividad del sistema nervioso simpático, que estimula la vasoconstricción. También se conoce que la ingesta de sal durante la menopausia condiciona al aumento de la presión arterial.

Feijoo Iglesias, miembro titular de la Sociedad Venezolana de Cardiología, reseñó que en el capítulo de la mujer de la Sociedad, se realizó el Estudio Epidemiológico de la Mujer en Venezuela, el cual es un análisis poblacional que incluyó a 2.701 pacientes de todo el país. La investigación consistió en una encuesta y la recolección de datos relevantes como la medición de la presión arterial, peso, talla y circunferencia abdominal.

«De allí se determinó que 27,75% de la población femenina tiene hipertensión arterial y de ese grupo, 32,35% desconocía que era hipertensa. Es importante medirse la presión arterial de vez en cuando e insistir en los consultorios ginecológicos que se les mida. Adicionalmente, según los resultados arrojados, 9% de las pacientes embarazadas sufrió alguna forma de hipertensión durante la gestación», detalló la especialista.

La cardióloga apuntó que lo principal para su detección, es la toma adecuada de la tensión. Si ésta se encuentra alterada, se debe confirmar el diagnóstico a través de un monitoreo ambulatorio de la presión arterial. Para el tratamiento lo principal es ajustar la dieta baja en sodio y el ejercicio cardiovascular.

«Si persiste de manera elevada, la paciente deberá tomar medicamentos anti hipertensivos que se elegirán de acuerdo a sus características. Por ello, se debe hacer la medición constante de la tensión para tratarla a tiempo y evitar que la hipertensión pueda producir un ataque a cualquiera de los órganos blancos a los que ataca, como el cerebro, el corazón y los riñones», dijo la galena.

La sugerencia es realizarse los chequeos periódicos ya que la hipertensión arterial no produce síntomas. Se considera ideal cuando la presión se mantiene en cifras no mayores a 120/70 milímetro de mercurio, y se diagnostica HTA cuando es igual o mayor de 140/90 milímetros de mercurio.

Sep 10, 2015 | Actualizado hace 9 años
La soya ayuda a minimizar síntomas de la menopausia

 

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La menopausia o el climaterio es una etapa de transición entre los 40 y 50 años en la vida de la mujer en la que se produce una reducción en la producción de hormonas sexuales femeninas. Suele manifestarse con un ciclo menstrual irregular, a veces sin ovulación hasta que llega un momento en que las menstruaciones desaparecen y se pierde la capacidad de reproducción.

Una alimentación adecuada durante esta etapa ayudará a mantenerse en forma y a reducir los factores de riesgo que favorecen el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y osteoporosis.
Francisca Warken, nutricionista, señala que durante la menopausia aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, ya que aparecen factores de riesgo como la hipercolesterolemia, diabetes o hipertensión arterial.
El riesgo de osteoporosis también se incrementa, dado que en esta etapa, y a causa de la disminución de las hormonas femeninas, se produce una descalcificación ósea con repercusiones graves, ya que se incrementa el riesgo de sufrir fracturas.
«La alimentación será clave en la prevención de estos factores de riesgo, pero, sobre todo, lo será desde las primeras etapas de la vida», dijo Warken.
Indicó la especialista que entre las recomendaciones está el reducir el consumo de grasas saturadas, trans y colesterol (presentes, sobre todo, en carnes y derivados), aumentar el consumo de grasas insaturadas (aceite de oliva, girasol, margarina, frutos secos y pescados azules) y controlar el consumo de sal.
Para evitar los sofocos y sudoración no se pueden tomar en exceso bebidas calientes, alcohol y café.
Hay que consumir al menos cinco raciones diarias de frutas y hortalizas. Escoger lácteos desnatados. Se deben consumir alimentos integrales, legumbres (garbanzos, lentejas) y frutos secos.
La soya es una legumbre rica en compuestos denominados isoflavonas, que tiene un efecto similar al de los estrógenos femeninos, lo cual reduce los síntomas de la menopausia. Con estas pautas se pueden minimizar los síntomas.
Recomendados: 
Cereales y derivados pan, pasta, arroz y legumbres; es recomendable consumir de cuatro a seis raciones diarias.
Frutas y verduras son la base de alimentación, junto con los cereales. Aportan fibra, vitaminas, minerales y fitoquímicos.
Lácteos El riesgo de osteoporosis hace que se deba ingerir yogur, leche descremada y quesos. Se debe consumir de tres a cuatro raciones diarias.
Proteicos La carne, huevos y pescados se deben consumir con moderación. Dos raciones a la semana es lo ideal y aporta la cantidad de proteína requerida.
Grasas Los aceites de origen vegetal aportarán las grasas insaturadas necesarias. Para untar es preferible usar margarina a la mantequilla,  por su aporte en ácidos grasos insaturados.
Estos factores pueden aumentar el riesgo de sufrir osteoporosis

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*Con información de Mayo Clinic
A pesar de que la osteoporosis sea más común a medida que uno envejece, no es parte del proceso natural de envejecimiento. Existen varios factores, tales como los antecedentes familiares, que aumentan el riesgo de osteoporosis.

 
El cuerpo normalmente forma nuevo hueso y descompone el viejo. Cuando uno es joven, el cuerpo forma nuevo hueso más rápido de lo que descompone el hueso viejo, razón por la que aumenta la masa ósea. La mayoría de personas alcanza el pico de su masa ósea entre los 25 y los 35 años de edad, y mientras más alto es el pico de la masa ósea, con más hueso cuenta el cuerpo para sustentar la salud ósea durante el resto de la vida.

 
El riesgo de osteoporosis aumenta con la edad porque a medida que se envejece, se pierde hueso más rápido de lo que el cuerpo puede formarlo. La osteoporosis se presenta cuando la formación de nuevo hueso ya no puede mantener el mismo ritmo de la descomposición del hueso viejo y por lo tanto, los huesos se vuelven débiles, frágiles y quebradizos.
Además del envejecimiento, las investigaciones demuestran que los antecedentes familiares contribuyen al riesgo de osteoporosis. Cuando los padres o hermanos tienen la enfermedad, el riesgo aumenta, especialmente si uno de los padres sufrió fractura de cadera.

 
Las mujeres corren más riesgo, sobre todo quienes ya atravesaron por la menopausia. Eso se debe a que las mujeres tienden a perder densidad ósea más rápidamente en los años posteriores a la menopausia. No obstante, eso no significa que los hombres no puedan padecer osteoporosis, pues alrededor de 20 por ciento de las personas diagnosticadas con la enfermedad son del sexo masculino. Los hombres y las mujeres con estructuras corporales pequeñas tienden a correr más riesgo porque tienen menos masa ósea de la que extraer a medida que envejecen.

 

La diabetes aumenta el riesgo

Desde hace tiempo se sabe que la diabetes tipo 1 contribuye al riesgo de osteoporosis, debido a que ésta suele empezar en la infancia y puede repercutir negativamente sobre la fortaleza ósea a medida que la persona crece. Sin embargo, hace poco se descubrió que las personas con diabetes tipo 2 también corren más riesgo, pero no se sabe por qué. Ese interrogante es actualmente el tema de considerable cantidad de investigaciones.

 
La alimentación también influye. La carencia prolongada de calcio desempeña una función importante en el desarrollo de la osteoporosis. La baja ingesta de calcio contribuye a menor densidad ósea, pérdida ósea prematura y mayor riesgo de fracturas. La deficiencia de vitamina D también puede contribuir con el tiempo a menor densidad ósea.
Otro factor de riesgo importante para la osteoporosis es sufrir una fractura ósea en la infancia o en la juventud. Si bien muchos niños se fracturan los huesos, generalmente los dedos, los brazos o la clavícula como parte de un traumatismo sufrido durante un accidente automovilístico o la práctica de un deporte, ese no es el tipo de fractura ósea que coloca a la persona en mayor riesgo de osteoporosis.

 
En cambio, cuando un hueso se fractura después de un traumatismo menor sin que eso sea lo esperado en un niño, por ejemplo a consecuencia de una caída, esa podría ser la señal de predisposición a la osteoporosis más adelante en la vida. Esto es particularmente cierto cuando la fractura ocurre en la muñeca, la cadera, la columna o el hombro.
Si le preocupa el riesgo de osteoporosis, consulte con el médico. En quienes nunca han sufrido fracturas y tampoco tienen otros factores de riesgo, se recomienda que las mujeres se realicen el examen de la densidad ósea hacia los 60 años, y los hombres a partir de los 70 años. Si alguien es más joven pero tiene factores de riesgo, entonces el examen debe realizarse antes. En algunas personas, dependiendo del nivel de riesgo, eso puede ser hacia los 50 años.

 

 

El sobrepeso aumenta el riesgo de cáncer de mama

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Las mujeres post menopáusicas con sobrepeso y obesas tienen mayor riesgo de cáncer de mama invasivo en comparación con las de peso normal, según un artículo publicado en «JAMA Oncology».

La obesidad es un importante problema de salud pública en muchos países y se ha asociado con riesgo de cáncer de mama en estudios observacionales, revisiones sistemáticas y los meta-análisis. Sin embargo, sigue habiendo dudas. Ahora el equipo de Marian Neuhouser, del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson en Seattle (EE.UU.), ha examinado la asociación entre el sobrepeso y la obesidad con el riesgo de cáncer de mama invasivo después de la menopausia.

Altero y peso

A partir de los datos del estudios Women’s Health Initiativ, los expertos avularon prámeros como la altura y el peso, y las mamografías anuales o bienales, y el cáncer de mama en 67.142 mujeres post menopáusicas inscritas en 1993-1998 con una mediana de 13 años de seguimiento. En total se detectaron 3.388 cánceres de mama invasivos y los datos mostraron que aquellas con sobrepeso (índice de masa corporal [IMC] 25 a <30), obesas en grado 1 (IMC 30 a <35), y de grado 2 más 3 (IMC de más de 35) presentaban un mayor riesgo de cáncer de mama invasivo en comparación con las mujeres de peso normal (IMC <25).

«Estos hallazgos clínicamente significativos avalan la necesidad de ensayos clínicos que evalúen el papel de la prevención y el tratamiento de la obesidad en el riesgo de cáncer de mama», concluye el artículo.

Terapia hormonal aumenta riesgo de cáncer de ovario

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Los tratamientos hormonales de la menopausia (THM) aumentan el riesgo de padecer un cáncer de ovario, incluso si sólo se sigue el tratamiento durante algunos años, indica un estudio publicado el viernes por la revista médica británica The Lancet.

Los investigadores británicos examinaron 52 estudios epidemiológicos de un total de 21.488 mujeres estadounidenses, europeas y australianas con cáncer de ovario y demostraron que las que recibieron THM tienen un riesgo superior en un 40% de media con respecto a las demás de tener la enfermedad.

«Para las mujeres que toman THM durante cinco años a partir de la edad de 50 años representa un cáncer suplementario por cada 1.000 usuarias (del tratamiento) y una muerte por cáncer de ovario por cada 1.700 usuarias», explica el doctor Richard Peto de la Universidad de Oxford, unos de los autores del estudio.

En el 2002, un estudio estadounidense ya alertó de las consecuencias de los THM al demostrar que su uso aumenta el riesgo de cáncer de mama y no protege del riesgo de tener un ataque al corazón, como se creía entonces.

Tras ese estudio, el uso de THM cayó en picado en Europa y América del Norte y varios países recomendaron limitar en el tiempo los tratamientos contra la menopausia y empezarlos los más rápidamente posible tras el fin de las reglas.

En su estudio, los investigadores británicos explican que el aumento del riesgo de cáncer de ovario es «significativo» mientras dura el tratamiento.

Si el uso de THM no ha durado más de cinco años, el aumento del riesgo desaparece al cabo de algunos años pero se mantiene si ha sido un tratamiento más largo.

El estudio indica además que el riesgo es el mismo con todos los tipos de THM, pero que sólo afecta a los dos tipos de cáncer de ovario más frecuentes, los carcinomas serosos y endometrioides.