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¿Cuáles son las consecuencia del uso de máscaras de calavera en las OLHP?

OLHP_máscaras

 

Según testimonios, en la última Operación de Liberación Humanitaria del Pueblo (OLHP) realizada en la parroquia El Valle a principios de marzo, los policías estaban máscaras de calaveras y gritan “enfrentamiento” sin siquiera haber visto al joven manipular un arma.

Los medios de comunicación y las redes sociales hicieron su parte en la difusión de esos sucesos y por más de 8 horas se vieron las fotografías de los funcionarios enmascarados y fuertemente armados que llevaban varios detenidos.

El artículo 66 de la Ley Orgánica del Servicio de Policía señala la obligación que tienen los cuerpos de seguridad de estar identificados en el ejercicio de sus funciones, esto está también desarrollado en la Resolución de nombre “Normas Relativas a la Dotación y Equipamiento Básico y Especializado de los Cuerpos de Policía en sus Diversos Ámbitos Políticos Territoriales” en su artículo 7 que detalla cómo debe ser el uniforme, destacando en ambas normas que los funcionarios deben estar plenamente identificados.

En este sentido, Amnistía Internacional realizó un análisis de esta práctica y ha tomado la palabra en nombre de su activismo mundial y ha manifestado que «Venezuela tiene la segunda tasa de homicidios en el ámbito mundial, pero las medidas que se están tomando para combatir el crimen han abierto una brecha en cuanto a las obligaciones que tiene el país en sus compromisos con los derechos humanos y su respeto.»

Consecuencias del terror

En el análisis, la organización asegura que las máscaras según declaraciones de algunos funcionarios son utilizadas para proteger al efectivo de seguridad de los delincuentes quienes podrían continuar engrosando la larga lista de víctimas de la violencia, pero para los expertos en temas de derechos humanos llegar a una comunidad usando este tipo de implementos en operativos policiales además de causar terror podrían garantizar impunidad a quienes actúen deliberadamente.

En cuanto a los efectos psicológicos que pudo causar el uso de estás raras máscaras, la psicóloga de la Red de Apoyo por la Justicia y la Paz, Diana González, refirió que el impacto generado en la colectividad ante lo ocurrido fue el claro mensaje que emitieron estos funcionarios.

“El uso de las máscaras por la Dirección de Contra Inteligencia Militar de las Fuerzas Armadas, en las OLP en su nueva fase humanista dejó un claro mensaje, ya que evidentemente frente a esa imagen que fue difundida en medios de comunicación y redes sociales de alguna manera desde el punto de vista psicológico se podría decir que se vio una imagen un tanto burlesca sobre la actuación en sí de la policía y de los funcionarios militares que participaron en estos operativos y no solo el  tono de burla es frente a lo que puede ser la violencia o el modo de proceder y las consecuencias que eso puede generar en las personas que fueron detenidas, a las que les allanaron sus casas o lamentablemente a los familiares de quienes fueron asesinados, sino que en línea general este tipo de procedimiento combina angustia, amenaza latente y mucho terror”.

Para la experta en el tema de abuso policial y militar la estrategia de las máscaras fue generar psicoterror, “el psicoterror tiene que ver con eso, con el uso de simbología, el uso de ciertos tipos de lenguaje que quieran dejar un mensaje en la población o en el grupo al que se pretende atacar. Allí el mensaje no solo es para las bandas delictivas, que se supone que en estos operativos se quieren combatir, sino a la comunidad entera quienes pueden de alguna una forma sentir que existe la participación de los propios vecinos, de la gente en el barrio que finalmente se puede convertir en los llamados “sapos” o en los informantes tanto para las bandas delictivas como para el propio Estado, en este caso para los aparatos de los cuerpos de seguridad a quienes no solo se les puede aportar información sino también al momento que tengan que estar en la calle, de hacer presencia en estos espacio de la comunidad”.

Diana González afirma que para la psicología la presencia de esta simbología lo que quiere es dar es un meta mensaje que no es otro que el de la muerte, para que así la gente asocie de alguna manera la presencia de la fuerza de seguridad con una actuación violenta que puede ocasionar muerte y consecuencias, “este tipo de mensaje lo que va creando finalmente es una conducta o actitud sumisa o pasiva, porque las personas cuando vean en su barrio la presencia de estos sujetos fuertemente armados, vestidos de una determinada manera, ocultando su identidad con el uso de estas mascaras lo que te dice la lógica es que debes quedarte en la sumisión, pasividad y obediencia frente a lo que imponga el grupo de la fuerza de seguridad”.

Finalmente, la psicóloga indicó que todos estos hechos que involucró a funcionarios enmascarados lo que lleva a pensar es que la gente no entiende o entenderá la posibilidad de que la policía sea una policía de proximidad, cercana a la comunidad con una actuación preventiva sino que finalmente se va afianzando el terror en las comunidades populares, en el barrio, en los sectores donde vive gente en situación de exclusión y de mayor vulnerabilidad.

“Se impone la lógica del policía es el enemigo, porque el policía ve a la comunidad como el enemigo y las comunidades populares son atacadas de esta manera porque es allí donde está el delincuente, donde está el narcotráfico, las mafias, donde está incluso la delincuencia organizada y entonces la forma de entender de la propia comunidad es que en esa lógica de guerra quien impone el poder frente a eso debe adoptar una posición de sumisión, de dejar ser dominado y controlado”.

Cultura del miedo como política de seguridad

Amnistía Internacional detalla que en un estudio de la organización Grupo Acción Comunitaria de Chile que tiene por nombre Psicología de la amenaza política y el miedo realizado en el contexto de la dictadura de Chile en el mandato de Augusto Pinochet arrojó en las investigaciones que la existencia de una amenaza política permanente produjo una respuesta de miedo crónico. El concepto de miedo crónico constituye en sí una contradicción ya que el miedo como la angustia son respuestas específicas ante una amenaza interna o externa percibida por el sujeto, el miedo crónico deja de ser una reacción específica a situaciones concretas y se transforma prácticamente en un estado permanente en la vida cotidiana, no solo de los afectados directamente por la represión, si no de cualquiera que pueda percibirse amenazado.

En la investigación desarrollan lo que es el miedo crónico como emoción y que en los casos frecuentes esa emoción sólo te alerta frente a determinada situaciones o situaciones concretas, pero cuando hay actuaciones dirigidas a causar impacto colectivo el miedo crónico se convierte en una forma y en una reacción permanente frente a cualquier tipo de situación de la vida cotidiana, suceda o no, simplemente si el grupo que recibe ese mensaje lo considera como una amenaza.

Existen alternativas verdaderamente eficaces

La organización termina el análisis explicando que las llamadas OLP han sido denunciadas por organizaciones civiles y casos individuales de la comisión de detenciones arbitrarias, tortura y otros tratos crueles inhumanos o degradantes, así como las desapariciones forzadas y ejecuciones cometidas por funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, todos estos son crímenes de derecho internacional y violaciones graves a los derechos humanos. Amnistía Internacional considera que la aplicación de las OLP debe cesar de inmediato y que deben ser desarrollados planes de seguridad ciudadana integrales, respetuosos de los derechos humanos, con una amplia y plural participación de la sociedad civil, así como con el asesoramiento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

 

*Con información de Amnistía Internacional

 

Crímenes sin Castigo | La matanza humanista

OLP#10Mar4

Las operaciones de Liberación del Pueblo de antes y de ahora tienen un factor en común: una letalidad que incide sobre las cifras generales de desempeño de los cuerpos de seguridad

 

Javier Ignacio Mayorca

@javiermayorca

Este artículo se gestó hace dos semanas, cuando unos agentes enmascarados de Contrainteligencia Militar y de la Policía Nacional Bolivariana terminaban de peinar la calle 17 de El Valle y sus alrededores, en el curso de una operación de Liberación Humanista del Pueblo (Olhp).

La pregunta inicial era si la acción de los cuerpos de seguridad era más o menos letal desde que comenzaron estas operaciones. La respuesta parecía obvia. En el caso de El Valle, por ejemplo, se exhibió como un logro que hayan ultimado a nueve supuestos delincuentes. Pero si analizamos la historia reciente encontraremos despliegues policiales que arrojaron múltiples muertes sin que tuvieran en su frente la marca OLP.

Estas operaciones fueron vistas por primera vez en julio de 2015, cuando se llevó a cabo una acción combinada y envolvente en la Cota 905. Desde entonces se llamaron simplemente OLP, hasta que el presidente Maduro anunció, el 17 de enero de este año, que a partir de ese momento tendrían un carácter “humanista”.

Lo primero que habría que determinar es si los agentes policiales eran más o menos letales en su accionar antes de que comenzaran estas redadas. Para llegar a una respuesta se tuvo acceso de manera extraoficial a una interesante data, cuyos resultados quedan resumidos en el siguiente gráfico:

cuadro 1

Aquí se muestran las cifras correspondientes a los enfrentamientos entre policías y supuestos delincuentes (línea azul), los muertos que arrojaron estos casos (línea naranja) y los porcentajes de casos con muertes en cada mes de 2015 (línea gris). En un recuadro aparece destacado el inicio de las OLP. Asi se puede visualizar el antes y el después.

Antes de las OLP ya existía una tendencia leve pero sostenida al aumento de las muertes por “resistencia a la autoridad”. Pero con el inicio de estas operaciones las cifras netas de muertes se elevaron. A partir de octubre de 2015 las acciones se hicieron más selectivas. De hecho, en diciembre de 2015 la proporción llegó a ser casi de un muerto por cada expediente de resistencia a la autoridad.

En 2016 esta tendencia en cuanto a la letalidad de la acción policial se mantuvo, a juzgar por los datos divulgados por el Observatorio Venezolano de la Violencia en su último informe annual (5.281 fallecidos en casos de “resistencia a la autoridad”)..

En febrero el ministerio de Relaciones Interiores, Justicia y Paz distribuyó un instructivo para el diseño y planificación de las Olhp. El documento indica que estas acciones deben contar con la aprobación previa del vicepresidente Tareck El Aissami y del titular del MRI, Néstor Reverol. Se debe delinear un proceso en cinco fases. La primera, denominada “preparación”, comporta un arqueo de las fuerzas con las que se contará para ejecutar la redada, los medios de que dispondrán y una identificación clara de las bandas que operan en el sector a ser impactado. Esto implica colocar allí tanto los nombres de las organizaciones, su ámbito de acción y principales delitos, así como las identidades de sus líderes y lugartenientes.

cuadro 2

Las fases II y III se llaman “ejecución” y “búsqueda”. Los participantes reúnen los recursos que ya habían inventariado y constituyen bloques por cada una de las fuerzas que actuarán en sectores delimitados mediante un mapeo satelital. En esta etapa se reúnen las órdenes de captura correspondientes a cada uno de los objetivos. En el documento que se entrega a Reverol y El Aissami debe haber una tabla con el resumen de estos documentos expedidos por los correspondientes juzgados.

La fase IV comienza el día posterior a la redada. Los cuerpos de seguridad preventivos son asignados para patrullar en los respectivos cuadrantes. Esta actividad debe ser permanente, en especial en las áreas consideradas “críticas”.

La fase V es la que incorpora el aspecto “humanista” de la operación. Aquí el Gobierno se plantea cuestiones como el rescate de la convivencia y de la infraestructura de la zona donde se llevó a cabo la redada, la distribución de alimentos, etc..

El problema para llegar a este punto es que los pobladores quedan con una impresión negativa de la acción del Estado y rechazan cualquier continuación. Así ocurrió en El Valle, donde la Olhp no ha llegado a feliz término. Por lo tanto, su ejecución aún queda restringida a lo que era el formato anterior: los policías que “limpian” la zona, matan y luego se van.

Breves

*En marzo hemos comenzado a ver lo que aparentemente son “filtraciones” de estadísticas oficiales sobre criminalidad. Las tablas van con el sello del Ministerio de Relaciones Interiores, Justicia y Paz. El general Reverol de vez en cuanto las ha mostrado, y también los directores de Seguridad de algunos estados y jefes de zonas militares. De repente, pareciera que hubo una apertura de las cifras sobre seguridad ciudadana, como no existía desde 2005, cuando el Ejecutivo clausuró la oficina de prensa de la policía judicial.. Pero esto hay que tomarlo con cuidado. No se trata de súbitos arrestos de transparencia. En primer término, no se toma en cuenta toda la criminalidad, ni siquiera la que puede entrar en la categoría de violenta. Un delito que fue eliminado de la lista oficial es la extorsión, que cunde por doquier, especialmente en los estados centrales del país. Además, la delincuencia es medida ahora  mediante un peculiar sistema de puntos, según el cual lo más importante es la sumatoria de todos los casos. Por lo tanto, este método tiende naturalmente a colocar en los primeros lugares a las regiones del país donde los ciudadanos denuncian los delitos con más frecuencia. Es decir, Miranda y el municipio Libertador. Pero el sistema de medición internacional no es así, sino que toma en cuenta la proporción de casos por conglomerados de población (generalmente 100.000 personas) en un municipio, estado o país. Cuando se calculan las tasas, el panorama cambia. En el caso de los homicidios, además, no se pueden desagregar las muertes por “resistencia a la autoridad”. Cuando se toma en cuenta todos estos factores, el panorama cambia. Ciertamente, Miranda figura con la tasa de homicidios más elevada del país, 254, pero Aragua surge como el segundo estado más violento, con 241; Libertador queda con 197 y Bolívar con 191, con tendencia a subir.

*En cuanto al estado Aragua, la situación de criminalidad tiende a agravarse. Hay claros visos del fortalecimiento de la principal banda de esa región, el llamado Tren de Aragua, cuyas operaciones han sido reportadas incluso en el estado Zulia. La máxima jerarquía de esta organización está en el centro penitenciario conocido como Tocorón. En 2016, como se pudo ver, Aragua fue uno de los estados más violentos del país, lo que también trajo como consecuencia un alta cifra de policías ultimados. Esta tendencia se mantiene en 2017. El último caso conocido ocurrió el lunes 20 de marzo a las 6 am, cuando individuos armados con fusiles AK103 acribillaron al oficial agregado de Inteligencia de la policía regional David Aguirre. En ese momento el funcionario se disponía a llevar a su hijo a la escuela en Maracay. El menor recibió tres tiros de fusil, y al momento de la redacción de esta nota aún estaba con vida. En los días previos, un panfleto atribuido a la megabanda aragueña corrió por el sector San Vicente, con amenazas claras tanto para los uniformados como para sus familiares. La orden impartida por los criminales fue abandonar el sector. En el cuerpo de seguridad temen una crisis similar a la planteada meses atrás, cuando varias familias de agentes debieron salir de ese mismo lugar y se refugiaron en la comandancia general mientras ubicaban una vivienda.

*La policía judicial inció una averiguación en torno a la autenticidad de las documentaciones del ex alcalde de la municipalidad colombiana de Sardinata (Norte de Santander) José Luis Durán Herrera, y quien fue el Tesorero durante esa misma gestión (2004-2007) Rubén Elías Mrad Uribe, quien fue apresado por los agentes de Cicpc en el sector La Romera de San Cristóbal, en febrero de este año. Durán y Mrad figuran como solicitados mediante una notificación roja de Interpol, pues fueron condenados a nueve años de prisión en 2011 por peculado, contrato sin cumplimiento de requisitos y “falsedad ideológica”. La justicia colombiana concluyó que Durán y Mrad se confabularon mientras estaban en la administración municipal para apropiarse de más de 33 millones de pesos durante la adquisición de materiales para la construcción y mantenimiento de baños. Luego de la detención de Mrad, los agentes indagaron en la oficina del Saime y determinaron que ambos solicitados obtuvieron sus cédulas de identidad en forma totalmente legal en marzo de 2007, cuando finalizaba la gestión en la alcaldía colombiana. Este caso hace recordar el del traficante de drogas del cartel del Norte del Valle Farid Feris Domínguez, alias el Médico, capturado en La Lagunita y deportado a Colombia en 2006. En una entrevista con El Nuevo Herald, Feris dijo que su cédula y pasaporte venezolanos fueron emitidos a través de los mecanismos convencionales, previo pago al director de la oficina nacional de identificación para la época. Al parecer, estas redes aún operan al interior del Saime.

*La corrupción se ha convertido en un problema que impacta negativamente a la institucionalidad y la economía venezolanas. Un país con abundantes recursos naturales y una extraordinaria ubicación geográfica ve mermadas las inversiones de dinero fresco extranjero porque simplemente la corrupción se hizo sistémica. Esto transforma a Venezuela en un lugar de altísimo riesgo, según los estándares internacionales.. No existe contrato de obras de magnitud que no incorpore a sus costos cantidades solapadas para el pago de sobornos o coimas. Así lo confirman los expedientes Banca Privada de Andorra I y II, Roberto Rincón y, últimamente, Odebrecht. Sobre el caso de la corporación brasileña aún queda mucho por escribir. Se sabe, sin embargo, que Venezuela fue el segundo territorio en magnitud de pagos ilegales, con más de 98 millones de dólares. Por otra parte, las transnacionales que aún operan aquí son presionadas para que violenten sus normas internas sobre debido cumplimiento (compliance) y paguen comisiones a funcionarios gubernamentales, pues de lo contrario no les cancelarán lo que se les adeuda, ni siquiera con bonos-basura. Y así como hay lo grande, también lo pequeño: se le exige al constructor o suplidor de materiales que “contribuya” con las movilizaciones partidistas o que simplemente reparta las ganancias por sobreprecios con el jefe del despacho oficial que lo contrata. En una situación como esta es vital para los grupos de delito organizado contar con una justicia tarifada, que garantice la impunidad. Por eso no extraña la afirmación hecha en el último informe del Departamento de Estado, a principios de mes, sobre la imposibilidad de procesar en Venezuela a narcos de importancia debido a la “corrupción política”.

 

Abr 04, 2016 | Actualizado hace 8 años
Sin máscaras ni piedras (II) por Armando Durán

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El fracaso de las movilizaciones del año 2002 fue el argumento empleado por la dirigencia opositora para tomar la crucial decisión de no seguir llamando las cosas por su nombre. Inexplicable aspiración a portarse bien a toda costa que tuvo su momento más patético poco antes del referéndum revocatorio, cuando Enrique Mendoza, al presentar en sociedad el comando de campaña de la Coordinadora Democrática, llegó a la temeridad de sostener que la victoria de la alianza en las urnas del 15 de agosto garantizaba la continuidad democrática del Estado. Desfigurada y muy costosa interpretación de la realidad política, que desde entonces enturbia el horizonte político de Venezuela.

Por supuesto, el referéndum revocatorio contra Hugo Chávez constituía un hecho electoral excepcional, pues lo condenaba a ser su único contrincante. Una especificidad que en nada favorecía a Chávez, obligado de pronto por las circunstancias a someter su futuro político al escrutinio popular sin otra referencia que la solitaria desnudez de su propia gestión de gobierno. De ahí que la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia acudiera de inmediato en su ayuda y dictara una sentencia cuya única finalidad era desvirtuar el sentido exacto del artículo 72 de la Constitución, cuyo texto no requería ninguna exégesis o comentario: “Cuando igual o mayor número de electores que eligieron al funcionario hubieran votado a favor de la revocación… se considerará revocado su mandato y se procederá a cubrir la falta absoluta conforme a lo dispuesto en esta Constitución y en las leyes.”

La espuria sentencia de la Sala Constitucional enmendaba de un solo plumazo el fondo y la forma del artículo sin tener facultad para hacerlo y les concedía a los partidarios de Chávez el derecho de participar en la votación, opción que ni siquiera se insinuaba en la norma constitucional. De este tramposo modo, ya no bastaba igualar o superar la votación obtenida por Chávez en julio del año 2000. Ahora, para sacarlo de Miraflores, el Sí de la oposición tendría que competir y derrotar al No del oficialismo.

La Coordinadora Democrática acató este golpe contra la Constitución sin protestar demasiado. Según declaró por aquellos días Pompeyo Márquez, con trampas o sin trampas, el mandato de Chávez sería revocado el 15 de agosto. En consecuencia, la oposición, cegada por el triunfalismo, ratificó su estrategia de no arremeter contra Chávez ni con el pétalo de una rosa. Es decir, que en lugar de denunciar las trampas que desde hacía más de un año contaminaban el proceso y exigir el fiel cumplimiento de la Constitución, prefirieron limitar su debate con Chávez a una discusión técnica sobre políticas públicas, como si el régimen no tuviera pasado, ideología ni proyecto político antidemocrático, y como si en verdad los venezolanos no se jugaban el destino de Venezuela como nación en las mesas del referéndum revocatorio.

Dentro de este contexto de extrema aberración electoralista, el viernes 9 de julio la Coordinadora Democrática presentó su programa de gobierno, una medida que contribuyó poderosamente a favorecer la estrategia de Chávez. El plan, llamado Consenso País, compartía con el régimen el objetivo de modificar aún más el carácter de la confrontación entre Estado de Derecho y gobierno de facto, y transformaba el referéndum en plebiscito. Las campañas del Sí y del No ajustaron sus pasos a las formas habituales de la tradición electoral de los 40 años de democracia representativa, desde hacía 2 años en vías de desaparición, y la oposición hizo como si su confrontación con Chávez fuera la elección entre 2 opciones posibles de gobierno dentro del marco de un régimen político aceptado por ambas partes.

Con mucha razón, un día antes de la presentación del plan opositor, listado de ofertas electorales sin referencia a la peligrosa naturaleza del régimen ni a su objetivo final, en un foro titulado “Autoritarismo y democracia”, Miguel Henrique Otero, presidente-editor del diario El Nacional, advirtió que “si nos dejamos ganar esto, porque no tenemos suficiente inteligencia y consistencia, nos merecemos a Chávez 100 años”.

 

@aduran111

El Nacional 

Los libros no tienen la culpa por Marco A. Ponce y Mikel Las Heras

Altamira

Se pueden ejercer los derechos propios sin coartar los de los demás

Las protestas sociales se caracterizan por objetivos y convocatorias transparentes

El domingo pasado, el Festival de la Lectura que se organiza anualmente en la Plaza Altamira tuvo un final inesperado y antes de tiempo. Un grupo de manifestantes escogió ese lugar para realizar una protesta con cierre de vías. Al parecer, como suele pasar en muchas de estas protestas “espontáneas”, las fuerzas represivas del Estado estaban más enteradas de lo que sucedería que los propios organizadores del evento cultural y, por supuesto, que del público asistente. Y ese es el primer punto que queremos tratar: los hechos que narramos sucedieron un domingo. No vimos en ningún momento convocatorias de ningún tipo, aunque se dice que había convocatoria “en las redes sociales”. Decir que quienes protestaron eran estudiantes es temerario. Ningún movimiento estudiantil convocó ni se hizo presente en esa protesta. Sin embargo, la Guardia Nacional y la Policía Nacional Bolivariana estaban desde tempranas horas en las cercanías. ¿Quién les avisó?

Máscaras: ¿miedo o moda?

Otro punto a resaltar es el hecho del uso de máscaras en la protesta por gran parte de los que participaban en ella. Entendemos que el factor miedo puede ser una razón de peso para el uso de antifaces, por cierto todos con la figura de Guy Fawkes que casualmente estaban vendiendo los buhoneros en las cercanías (¿les avisaron los mismos que avisaron a la policía?). Durante la protesta las cuentas de Anonymous tuvieron una desenfrenada actividad en las redes durante ese día ¿Casualidad también?

Derecho a la protesta

¿Tenían derecho a protestar quienes lo hicieron? Definitivamente, sí.

¿Tenían derecho al esparcimiento y a la cultura quienes asistían o asistirían en horas de la tarde a la Feria del Libro? ¿Tenían derecho los libreros a exponer y vender sus libros? ¿Tenían derecho los autores e invitados a charlas y conferencias a realizarlas? Definitivamente, sí. Entonces tenemos que contraponer estos puntos y reflexionar.

Es un hecho que, podemos soportarlo con el monitoreo y las mediciones que hacemos, la protesta social en Venezuela es muy numerosa y viene in crescendo. También es un hecho que las protestas por motivos políticos (pedir renuncia a miembros del gobierno, convocatorias de partidos políticos, etc) que tuvieron un pico entre febrero y abril de este año, no son significativas hoy en día. Y es un hecho que las protestas por derechos humanos, contra las detenciones arbitrarias, etc, lamentablemente tampoco son numerosas, y las que se dan, rara vez son efectuadas frente a las instituciones del Estado, por ejemplo, sedes del Ejecutivo, Fiscalía o tribunales.

¿Protestar es más importante que la cultura?

Por otra parte, no podemos dejar de lado el hecho de lo que significa un evento cultural, que ha sido además, es el caso de esta Feria del Libro, un ejemplo de pluralidad y de inclusión. Los libros no deben conocer más fronteras que las que impone el pensamiento de cada quién, que tiene la libertad, es su derecho, de seleccionar lo que lee.

¿Fue entonces adecuado realizar una protesta que obligó a suspender la actividad cultural? ¿No había otro sitio? ¿Otro día? Cuenta una crónica periodística que “La movilización fue planificada por quienes se mantienen, desde febrero, en la plaza en apoyo a los estudiantes detenidos.” ¿Será entonces que dicha plaza tiene otro dueño y administrador que no son los ciudadanos y la Alcaldía? ¿Es válido ejercer y exigir derechos de esa forma?

Solidaridad sí, pero no automática

Hemos venido escribiendo desde este espacio sobre el valor de la solidaridad que consideramos ha estado y está ausente en los conflictos sociales. Se protesta mucho pero las protestas no están interconectadas. Cada actor o sector protesta por sí y para sí.

Curiosamente, en las protestas que consideramos “políticas” suele suceder lo contrario: existe solidaridad, automática muchas veces, aceptada con silencios en otras y muchas veces conducida desde algunos medios de comunicación y a través de las redes sociales, pero no convoca a más gente en los actos de calle. Queremos insistir en este tema que consideramos tiene una importancia vital, si se quiere ver el fenómeno de la conflictividad como un todo que pueda transcender el mero hecho de realizar una protesta.

Objetivos transparentes

Una diferencia clara que sale a relucir cuando comparamos las protestas sociales y las políticas está en el hecho de la definición de objetivos y convocatorias transparentes en las primeras. A menudo vemos a trabajadores de la salud, o a empleados públicos, etc, protestando en sus centros de trabajo o frente a las instituciones públicas a las que le hacen reclamos, o marchando. La prensa -la que queda- avisada previamente, cubre dichos actos y, muchas veces, esa actuación transparente impide la actuación de las fuerzas represivas. El objetivo, obviamente, es visibilizar y comunicar los reclamos y buscar soluciones, no que las autoridades repriman. No estaría de más que los actores de las llamadas protestas políticas tomaran nota de eso.

@MarcoAPonce 

@mlhccs

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