Los libros no tienen la culpa por Marco A. Ponce y Mikel Las Heras
Se pueden ejercer los derechos propios sin coartar los de los demás
Las protestas sociales se caracterizan por objetivos y convocatorias transparentes
El domingo pasado, el Festival de la Lectura que se organiza anualmente en la Plaza Altamira tuvo un final inesperado y antes de tiempo. Un grupo de manifestantes escogió ese lugar para realizar una protesta con cierre de vías. Al parecer, como suele pasar en muchas de estas protestas “espontáneas”, las fuerzas represivas del Estado estaban más enteradas de lo que sucedería que los propios organizadores del evento cultural y, por supuesto, que del público asistente. Y ese es el primer punto que queremos tratar: los hechos que narramos sucedieron un domingo. No vimos en ningún momento convocatorias de ningún tipo, aunque se dice que había convocatoria “en las redes sociales”. Decir que quienes protestaron eran estudiantes es temerario. Ningún movimiento estudiantil convocó ni se hizo presente en esa protesta. Sin embargo, la Guardia Nacional y la Policía Nacional Bolivariana estaban desde tempranas horas en las cercanías. ¿Quién les avisó?
Máscaras: ¿miedo o moda?
Otro punto a resaltar es el hecho del uso de máscaras en la protesta por gran parte de los que participaban en ella. Entendemos que el factor miedo puede ser una razón de peso para el uso de antifaces, por cierto todos con la figura de Guy Fawkes que casualmente estaban vendiendo los buhoneros en las cercanías (¿les avisaron los mismos que avisaron a la policía?). Durante la protesta las cuentas de Anonymous tuvieron una desenfrenada actividad en las redes durante ese día ¿Casualidad también?
Derecho a la protesta
¿Tenían derecho a protestar quienes lo hicieron? Definitivamente, sí.
¿Tenían derecho al esparcimiento y a la cultura quienes asistían o asistirían en horas de la tarde a la Feria del Libro? ¿Tenían derecho los libreros a exponer y vender sus libros? ¿Tenían derecho los autores e invitados a charlas y conferencias a realizarlas? Definitivamente, sí. Entonces tenemos que contraponer estos puntos y reflexionar.
Es un hecho que, podemos soportarlo con el monitoreo y las mediciones que hacemos, la protesta social en Venezuela es muy numerosa y viene in crescendo. También es un hecho que las protestas por motivos políticos (pedir renuncia a miembros del gobierno, convocatorias de partidos políticos, etc) que tuvieron un pico entre febrero y abril de este año, no son significativas hoy en día. Y es un hecho que las protestas por derechos humanos, contra las detenciones arbitrarias, etc, lamentablemente tampoco son numerosas, y las que se dan, rara vez son efectuadas frente a las instituciones del Estado, por ejemplo, sedes del Ejecutivo, Fiscalía o tribunales.
¿Protestar es más importante que la cultura?
Por otra parte, no podemos dejar de lado el hecho de lo que significa un evento cultural, que ha sido además, es el caso de esta Feria del Libro, un ejemplo de pluralidad y de inclusión. Los libros no deben conocer más fronteras que las que impone el pensamiento de cada quién, que tiene la libertad, es su derecho, de seleccionar lo que lee.
¿Fue entonces adecuado realizar una protesta que obligó a suspender la actividad cultural? ¿No había otro sitio? ¿Otro día? Cuenta una crónica periodística que “La movilización fue planificada por quienes se mantienen, desde febrero, en la plaza en apoyo a los estudiantes detenidos.” ¿Será entonces que dicha plaza tiene otro dueño y administrador que no son los ciudadanos y la Alcaldía? ¿Es válido ejercer y exigir derechos de esa forma?
Solidaridad sí, pero no automática
Hemos venido escribiendo desde este espacio sobre el valor de la solidaridad que consideramos ha estado y está ausente en los conflictos sociales. Se protesta mucho pero las protestas no están interconectadas. Cada actor o sector protesta por sí y para sí.
Curiosamente, en las protestas que consideramos “políticas” suele suceder lo contrario: existe solidaridad, automática muchas veces, aceptada con silencios en otras y muchas veces conducida desde algunos medios de comunicación y a través de las redes sociales, pero no convoca a más gente en los actos de calle. Queremos insistir en este tema que consideramos tiene una importancia vital, si se quiere ver el fenómeno de la conflictividad como un todo que pueda transcender el mero hecho de realizar una protesta.
Objetivos transparentes
Una diferencia clara que sale a relucir cuando comparamos las protestas sociales y las políticas está en el hecho de la definición de objetivos y convocatorias transparentes en las primeras. A menudo vemos a trabajadores de la salud, o a empleados públicos, etc, protestando en sus centros de trabajo o frente a las instituciones públicas a las que le hacen reclamos, o marchando. La prensa -la que queda- avisada previamente, cubre dichos actos y, muchas veces, esa actuación transparente impide la actuación de las fuerzas represivas. El objetivo, obviamente, es visibilizar y comunicar los reclamos y buscar soluciones, no que las autoridades repriman. No estaría de más que los actores de las llamadas protestas políticas tomaran nota de eso.
En Runrun.es te contamos que pasó en el cierre Festilectura de Chacao aquí