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OVSP: 6 de cada 10 venezolanos tiene una valoración negativa del servicio eléctrico
72,9% de la población encuestada afirma que sus electrodomésticos sufrieron pérdidas, daños o desperfectos por la deficiencia del suministro eléctrico entre enero y mayo de 2022

El Observatorio Venezolano de Servicios Públicos (OVSP) publicó el 8 de julio los resultados de sus estudios de percepción ciudadana. Las fallas del servicio eléctrico en Venezuela destacaron en el reporte.

Y es que debido a las fluctuaciones y apagones, el servicio eléctrico registró una valoración negativa promedio de 62,4% para mayo de 2022.

De acuerdo con la institución, los datos representan un incremento del 15,3% comparado al mes de enero del mismo año, cuando el Observatorio calculó una valoración negativa del servicio eléctrico en 47,4%. 

En el primer semestre del año 2022, 6 de cada 10 venezolanos tiene una valoración negativa del servicio eléctrico

Fluctuaciones eléctricas en el occidente

Las denuncias por el suministro irregular se concentran en las principales ciudades del occidente del país. El estudio catalogó a San Cristóbal y a Caracas como los extremos de las valoraciones negativas, con 92,9% y 32,6% respectivamente. 

Otras ciudades donde se reportaron mayores porcentajes de percepción negativa fueron Mérida (89,4%), Maracaibo (77,3%) y Barinas (72,7%). 

De las doce ciudades consultadas para el estudio, 51,5% opinó que la razón principal de su valoración negativa fueron las fluctuaciones en el voltaje. De la población restante, 21,7% consideró a los racionamientos como su principal causa de descontento. 

Créditos: Observatorio Venezolano de Servicios Públicos. 

 

Electrodomésticos dañados por el Estado

Otro dato de interés que reflejó el estudio del OVSP fue la preminencia de las denuncias sobre las pérdidas y desperfectos de los electrodomésticos.

En enero de 2022 se reportó un promedio de 76,4%. Y en mayo del mismo año se evidenció una media de 72,9% de denuncias en la población.

Aunque se muestra una reducción del 3,5%, los datos se mantienen por encima del 70% de la población encuestada. 

Maracaibo encabeza la lista con una valoración de 82,5% para mayo de 2022. Mientras tanto, la ciudad con menor concentración de denuncias en el tema fue Caracas con 59,6%. 

Créditos: Observatorio Venezolano de Servicios Públicos. 

 

El Observatorio consideró a las fallas del servicio eléctrico en Venezuela como la mayor preocupación de los ciudadanos.

Tanto estas interrupciones como sus repercusiones fueron uno de los temas más reportados por los medios de comunicación en el primer semestre del 2022, abarcando más de un tercio de las agendas informativas sobre los servicios públicos del país. 

Carlos Rondón Ávila Ago 08, 2020 | Actualizado hace 4 semanas
El país que se apaga

@phronimos

En Venezuela somos expertos fabricando tragedias: tenemos lo que quizá sea la diáspora más importante del siglo XXI. Compartimos la crisis sanitaria de la COVID-19 con más de 180 países. También nos diseñamos una crisis económica que tiene a nuestra clase trabajadora por debajo del umbral de pobreza, casi en la indigencia y además una crisis eléctrica que ha ocasionado un daño social y psicológico que pasará generacionalmente.

Finaliza julio del año 2020 y la kakistocracia revolucionaria ha sido incapaz de resolver la emergencia o crisis eléctrica nacional, principalmente en los estados más afectados. Ya no se puede llamar «emergencia«, porque “emergencia» es lo que «emerge» repentinamente, nos toma por sorpresa y requiere de decisiones rápidas y oportunas.

Kakistocracia

Kakistocracia

Estamos en esta situación desde hace más de 10 años, y además de los racionamientos, que ya forman parte de las rutinas diarias del zuliano, tachirense o merideño, hemos sufrido varios apagones nacionales que han paralizado al país entero durante días.

Es una vergüenza mundial impresentable que uno de los países más ricos en petróleo esté transitando un colapso de su sistema eléctrico nacional.

No hay justificación posible para que, ante tantas desgracias, el gobierno no haya garantizado el funcionamiento de los servicios básicos. La única explicación posible es la que establece el ensañamiento como parte de un plan muy cruel de sometimiento y control social. Si esta crisis no fuera diseñada, la pandemia mundial debía haber acelerado lo que sea que hubiese que hacer para resolver esta penosa situación; al contrario, la han utilizado como pretexto para simular que todos los esfuerzos se concentran en nuestra salud.

Si el padecimiento de esta insoportable situación, que afecta a millones de personas, estados completos, no ha logrado despertar misericordia en nuestra clase política, tampoco lo harán estas palabras. Habrá que conformarse con que esta, y todas las denuncias que diariamente se hacen, formen parte del testimonio histórico de la represión más salvaje e ignominiosa a la que ha sido sometida una sociedad completa.

No hay calificativos suficientes para describir la tragedia social que el gobierno (y sus oposiciones) han provocado.

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Con el mismo nudo en la garganta, los maracuchos cruzan el puente de salida

@franzambranor

En Maracaibo está haciendo 32 grados de calor. Los meses de marzo y abril son de los más secos y calientes en Venezuela. Justamente el 7 de marzo ocurrió el primer mega apagón que acentuó los problemas de suministro de luz que ya venían afectando al estado Zulia, en el occidente del país. Ese día, Maracaibo estuvo 106 horas sin luz. 13 días después algunas zonas estuvieron 66 horas sin servicio de electricidad y el 25 de marzo (segundo mega apagón) pasaron 78 horas a oscuras.

Desde entonces, los marabinos han experimentado un racionamiento eléctrico sin cronograma, sin aire acondicionado, sin agua y con zancudos. La incertidumbre sobre si el colapso eléctrico se perpetuará obligó a los marabinos a tomar una determinación que aún no saben si tendrá vuelta atrás: escapar del caos.

De Maracaibo pa’ Valera

A David Padilla se le hizo “un nudo en la garganta al pasar el puente” como dice la gaita de Maracaibo 15. Y no fue porque estaba transitando el popular viaducto para llegar a la capital zuliana, sino todo lo contrario. Estaba dejando atrás amigos y familiares para huir hacia otra ciudad en Venezuela. La serie de tres apagones prolongados, aunado al racionamiento que viven los marabinos a diario prácticamente lo echó a patadas de su ciudad natal.

“Yo tengo familia en Valera. Mis vecinos iban a Escuque, me dijeron que si quería venir con ellos y antes que terminaran la frase ya me estaba poniendo la ropa interior y montándome en el carro”, dijo el periodista que labora en la radio de la Universidad del Zulia y además genera contenidos para una página de internet en el exterior.

Padilla indicó que su plan inicial era quedarse una semana en Valera y ya lleva tres. “Los apagones me quebraron de todas las maneras posibles, especialmente en lo económico. No podía movilizarme, no podía comprar comida. Rebajé 10 kilos”, dijo Padilla.

David sorteó los obstáculos durante los dos primeros apagones, pero al tercero tiró la toalla.En mi apartamento solo podía trabajar de madrugada que era cuando tenía datos. Yo vivo en Zapara, al norte de Maracaibo, y no tengo carro. Me tocó tomar el morral con la laptop y buscar un sitio con internet para conectarme”.

Según David, la radio de LUZ tiene tres semanas sin salir al aire. No poseen planta eléctrica y está ubicada en un undécimo piso. “Me vine a Valera para mantener una estabilidad mental. Cuando vi que los cortes eléctricos en Maracaibo eran de 18 o 20 horas y que faltaba el agua una semana y media, no aguanté más. Aquí en Valera los cortes son de dos o tres horas, el agua se va una o dos veces a la semana y se mantiene por tres días”.

Sostuvo que en el trayecto tuvieron que lidiar con la escasez de efectivo y las kilométricas colas para surtir gasolina.

“El edificio donde vivo en Maracaibo está desierto. La mayoría de mis amigos se han ido, incluso de Venezuela”, dijo Padilla.

El periodista sentenció que para poder salir de Maracaibo, la gente se ha visto en la necesidad de vender sus pertenencias para recolectar dinero, especialmente en divisas. “Las personas vende prendas, muebles, entre otras cosas. Me percaté que un vecino estaba vendiendo sus pistolas…no sabía que había tanta gente armada hasta que comenzaron los saqueos y los vecinos buscaban defenderse como fuese de un posible asalto al edificio”.

 

De Maracaibo pa’ Colombia

Al igual que David, Emiliana* trabaja para una empresa extranjera en el departamento de soporte técnico. Su labor se desarrolla frente a una computadora y como la mayoría de los trabajadores no puede desempeñarse sin servicio de luz.

También luego del tercer apagón, Emiliana decidió irse a Colombia. Ya había contactado a una pareja de amigos en Sopó, una localidad a una hora de Bogotá.

Emiliana vive en el complejo de edificios de Isla Dorada, a orillas del Lago de Maracaibo. “Allí todo es eléctrico. No tengo carro y para salir a comprar cosas y poder hacer comida era una pesadilla. Me daban ataques de pánico en las noches y dije que no podía continuar de esa manera”.

Sostuvo que optó por abandonar Maracaibo para no perder su trabajo. “Mis jefes fueron condescendientes, pero he escuchado de otras empresas que han despedido gente porque simplemente no pueden laborar”.

Hizo una maleta y le dijo a su hermano que la acompañara hasta la frontera con Maicao. “Fue un viaje relativamente tranquilo. Me cobraron 20 dólares por llevarme a la frontera. Mi preocupación era que me quitaran la laptop o que me pidieran dinero”, dijo Emiliana.

La ingeniero industrial tenía mucha ansiedad a la hora de cruzar el paso colombo-venezolano. Sabía que cualquier cosa podía suceder y que los imponderables se resuelven con dinero y no precisamente bolívares.  “No había cola, pero igual tuvimos que pagarle a un militar venezolano para que nos dejara pasar rápido. No quería que estuviesen hurgando mis cosas”.

Aseguró que una vez del lado colombiano el ambiente cambió. Se sintió como el estadounidense Billy Hayes cuando escapó de una cárcel de Turquía luego de ser sentenciado a cadena perpetua en los 70. “Dudo mucho que vaya a regresar, más bien quisiera que mi hermano y mi mamá viniesen para acá. Tengo la sensación que las cosas van a empeorar. Estoy segura que va a haber un punto en que toda Venezuela se va a apagar”.

De las orillas de Lago pa’ Punto Fijo

Viviana* es vecina de Emiliana en Isla Dorada. Es del estado Falcón, pero tiene 18 años viviendo en Maracaibo. Junto con su esposo e hijo de 7 años decidió irse a Punto Fijo luego del apagón general del 25 de marzo.

Señala que en los primeros tres días de la interrupción eléctrica general del 7 de marzo pudieron adaptarse a la situación sin mayor trauma.

“Nos organizamos en el edificio de manera espontánea. Yo ponía la carne, otra vecina las arepas. Íbamos a cocinar a casa de una vecina que tenía una cocina a gas. Los hombres hacían vigilancia a los carros y así”, dijo.

Recuerda haber visto gente agarrando agua del Lago de Maracaibo para bajar las pocetas de sus casas.

Al igual que David y Carla, uno de sus mayores temores era perder el trabajo. Porque también labora a distancia para una compañía extranjera, al igual que su esposo.

“Salíamos a cargar los equipos en un café que tiene planta eléctrica. Nos llevábamos tres laptop, power bams, una regleta y así resolvíamos”.

Pero al cuarto día la gasolina escaseaba más de lo normal en las estaciones de servicio, las tarjetas de débito y crédito no pasaban por los puntos electrónicos, no había forma de hacer y corroborar una transferencia bancaria y lo peor: comenzaron los saqueos.

“La noche del domingo 10 de marzo escuchaba ráfagas de tiros en la noche. Comencé a leer por las redes que estaban saqueando el Centro Comercial Sambil”, dijo Viviana.

A su jefe le comunicó que no iba a seguir laborando en esas condiciones, pero no la despidieron. Por el contrario se solidarizaron con la situación que estaba padeciendo. “Recuerdo que estaba en el supermercado Super Fresh Market al final de la avenida Delicias y llegó un policía golpeado a resguardarse. Nos dijo que venia una turba a saquear, salimos corriendo y llegamos a casa con las manos vacías”.

Esa noche se acostó en medio de la penumbra y no podía parar de llorar. “Es lo más cerca que me he sentido de una depresión, pero al día siguiente me paré y dije que debía seguir por mi hijo”.

“Mi esposo y yo empezamos a ayudar a la gente más desvalida. Él es medio McGyver (haciendo alusión al personaje de la serie de TV) y todo lo resuelve. Hizo un adaptador a la batería del carro y allí cargábamos los celulares y la gente iba a nuestro apartamento para conectar sus teléfonos”, prosiguió Viviana.

Ese lunes 11 de marzo se asomó por la ventana de su apartamento en la noche y vio cómo toda la Costa Oriental del Lago empezó a iluminarse. Se acostó y a las 2 de la mañana llegó la luz.

Posterior a esos días transcurrieron jornadas de adaptarse nuevamente a la realidad. Su hijo regresó al colegio y ella a sus labores profesionales y domésticas.

Pero el 25 de marzo se repitió el caos. Una vez más desde su ventana vio como toda la ciudad se cubrió de oscuridad. “Allí sí le dije a mi esposo que no tenía la entereza emocional para pasar otros seis días en esas condiciones, empacamos todo, nos equipamos con agua, comida y gasolina y al día siguiente emprendimos viaje a Punto Fijo…allá mi mamá me dijo que había luz”.

Viviana sostuvo que a lo sumo vio tres carros circulando por la carretera Falcón-Zulia. “Nunca me había asustado tanto en una vía. Teníamos miedo de conseguirnos protestas por la carretera, afortunadamente nada pasó”.

Una vez que llegaron a su destino, el cambio fue sustancial. “Había pasado un mes sin poder bañarme en una ducha, sin fregar un plato con agua de chorro”.

Viviana y su esposo estuvieron un mes en Punto Fijo y recientemente regresaron a Maracaibo. Lo único que le motivó a volver fue la educación y el colegio de su hijo.

“Cuando estábamos cruzando el puente empecé a llorar. En apenas un mes fui testigo del deterioro de esta ciudad. La mayoría de los negocios cerrados. Si vimos tres semáforos con electricidad fue mucho”, dijo.

También en su entorno, Viviana sintió la metamorfosis. “Increíble la cantidad de gente que se ha ido de acá”, aseguró.

Abrió la puerta de su apartamento en Isla Dorada el martes 23 de abril y a la hora la luz se fue.

Ahora los vecinos le advirtieron que debía sacar la batería de su carro todas las noches porque las estaban robando. Su esposo lo hace, sube con ella 8 pisos y a la mañana siguiente la vuelve a instalar. Eso es parte de su nueva rutina.  

Sin trabajo por el apagón y pronto pa’ España

Los jefes de Carlos Aguirre no fueron tan amigables como los de Carla y Viviana*. “Esa gente no entendía que yo no tengo el control sobre la electricidad o el internet”, dijo el periodista quien trabajaba a distancia para una universidad de música con sede en Panamá.

“Tengo mes y medio que no he podido trabajar y por eso tuve que dejarlo”, comentó.

Carlos vive en la urbanización Sabaneta con su madre. “Por mi casa habían cuatro panaderías, ahora solo hay una. El supermercado que había cerca ya no existe. No hay transporte publico y carezco de carro. Si quiero comprar algo debo ir hasta el kilómetro 4”, dijo Aguirre.

Está obligado a comprar comida casi a diario por temor a que se le dañe con un apagón. “Es un fastidio porque uno no puede movilizarse y de paso te sale más costoso”, sentenció.

Actualmente, Carlos y su familia tienen electricidad 12 horas diarias. “Somos de los afortunados, nos la ponen de 8 de la mañana a 2 de la tarde y de 8 de la noche a 2 de la mañana. Estoy durmiendo hasta las 3 am porque el calor es insoportable”.

 

Carlos asegura que sus sobrinos van a clase 2 o 3 días a la semana y que uno ellos, el que está en segundo grado, ya va por la cuarta maestra en este año escolar. “Las anteriores se han ido del país”.

Hace poco su cuñado y un hermanastro se fueron del país. “Ya ni amigos me quedan. No hay nada que hacer. Es una sensación que la vida se te está yendo”.

Carlos y su mamá tienen planes de emigrar a España este año, pero primero deben conseguir la prórroga del pasaporte de esta última. “Mantener la salud mental en este tiempo me ha costado mucho, uno siente que no hay futuro. Es frustrante”.

A David, Carla, Viviana* y Carlos, Maracaibo se les apagó de un momento a otro. Esa ciudad efusiva y espléndida se llenó de sombras y ninguno sabe si la llamada “tierra del sol amada” volverá a brillar.

 

*Nombres ficticios a petición de las entrevistadas

Las implicaciones de vivir sin luz cuatro horas diarias

@loremelendez

EL MINISTRO DE ENERGÍA ELÉCTRICA, Luis Motta Domínguez, afirmaba en Twitter que el plan de racionamiento que su cartera y la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) pondrá en marcha había tomado en cuenta «aspectos sociales, económicos y especiales». Sin embargo, las consecuencias que deben enfrentar los venezolanos ante las cuatro horas de racionamiento diario de energía a las que serán sometidos, hacen que la sentencia oficial se derrumbe por completo.

Lo mejor es que de un vistazo a todo lo que fallará y se prepare. Tenga efectivo, evite usar ascensores, prepárese para las colas y cárguese de paciencia porque los cortes programados lo van a afectar en más cosas de lo que se imagina. Los apagones golpearán a los sectores que mueven la vida de un país que pareciera paralizarse poco a poco.

Comercio

“Sin energía no hay forma de hacer comercio porque no se puede facturar”, explica de entrada Víctor Maldonado, director ejecutivo de la Cámara de Comercio de Caracas. El problema, insiste, no sólo perturba la lógica del intercambio comercial, sino también la laboral, puesto que quienes trabajan en el ramo ven interrumpida su labor por los cortes de luz.

La falta de servicio eléctrico impide que operen los puntos de venta y las cajas registradoras. En el caso de las últimas, la ausencia de electricidad tiene incluso implicaciones fiscales. Una vez que se abre una caja, su interrupción indebida genera un conflicto, puesto que reiniciarla comporta una ilegalidad, según Maldonado.

“Así los comerciantes quedan muy expuestos y mucho más indefensos en cuanto a inspecciones tributarias en las que no se tendrá en cuenta si hubo o no servicio eléctrico”, apunta.

Los sistemas administrativos, que registran los inventarios, tampoco estarán activos. Esto incide en la rapidez en la que se pueda reponer la mercancía que llega a los establecimientos. El problema va más allá: si, por ejemplo, un camión de productos básicos llega a un automercado que no tiene luz, la empresa deberá esperar que vuelva el servicio para descargar el vehículo y poder incorporar todo a su inventario.

“El gobierno prefiere apagar el país antes de resolver de otra manera el problema. Vamos a volver a la era de las cavernas. Esta lógica militar no funciona porque, a estas alturas, no se sabe qué va a pasar con la banca y las clínicas”, agrega el director ejecutivo de la Cámara de Comercio de Caracas.

Banca

Desde la crisis eléctrica de 2010, a los bancos se les obligó a que generaran su propia energía para sus servidores. Así que, aunque haya apagón, las transacciones podrán hacerse vía online o a través de puntos de venta, porque la red se mantendrá activa al menos durante cuatro horas.

El problema está en las agencias de los bancos que no tienen plantas eléctricas. Una fuente del sector indica que con los apagones que ya ocurren en el interior del país, las sucursales sólo trabajan tres días y medio a la semana. Con los nuevos racionamientos, la situación va a empeorar. Los cajeros tampoco funcionarán.

De esta manera, los servicios más afectados serán los de promoción y atención al cliente. Una vez que llegue la luz, el reinicio de las actividades también consumirá tiempo. Para que se reactiven todos los servicios, deberán transcurrir entre 10 y 15 minutos, eso si no se corrompe la red con cada bajón de luz.

Vialidad

El tránsito se volverá más caótico. Los semáforos no tienen alimentadores exclusivos y se apagarán en cuanto se vaya la luz. Los semáforos inteligentes tienen batería, pero esta dura solamente 45 minutos y no las cuatro horas contempladas en los cortes programados.

Para solventar el escollo, Miguel Lara, ingeniero eléctrico y ex director de la Oficina de Planificación del Sistema Interconectado (OPSIS), indica que las autoridades responsables deben activar agentes de tránsito en las calles, al menos en los puntos críticos.

Aunque el plan de racionamiento del gobierno no afectará, en primera instancia, a la capital venezolana, el experto señala que el Metro de Caracas sí funcionará porque tiene un alimentador de energía exclusivo. Sin embargo, si se corta el suministro en alguna zona, las estaciones que estén allí permanecerán a oscuras. Con el sistema Metrocable sucederá lo mismo.

En la oficina

Pasará lo mismo que en casa. Se presentarán problemas con los ascensores y los equipos que dependen de la electricidad. Si la oficina o el edificio no tiene planta eléctrica, ni siquiera será posible conectarse a internet.

Comunicaciones

Las comunicaciones van a colapsar con cortes tan prolongados, porque ninguna red está preparada para que la ausencia de luz sea tan larga. Los embates se sentirán, sobre todo, en los servicios de telefonía móvil e internet.

“Estas implementaciones se hacen sin pensar en las colas y estas colas jalan batería (de los surtidores)”, sentencia Frank Monroy, periodista especializado en tecnología. Agrega que los teléfonos inteligentes se quedarán sin cobertura de manera paulatina.

Las baterías de las celdas celulares, que rebotan la señal a medida de que el aparato se desplaza, pueden funcionar hasta 24 horas cuando están en un estado óptimo. Sin embargo, la alta demanda hace que este tiempo, tal como ocurre cuando un teléfono se pone en uso, se acorte y más si transmite datos.

Monroy explica que este consumo de batería provocará que la velocidad de las redes celulares (1G, 2G, 3G, 4G, LTE), vaya en picada hasta que, en última instancia, sólo quede activo el servicio de voz.

En cuanto a internet, Monroy indica que los nodos de las conexiones pueden tener autonomía durante 4 horas, justo lo que durarán los lapsos de racionamientos anunciados por el gobierno. El problema está en que, si se va la luz, los módems se quedan sin energía, a menos que se tenga una planta eléctrica instalada.

Los teléfonos residenciales tampoco funcionarán, puesto que la mayoría dependen de la electricidad.

El funcionamiento de las radios y televisoras pequeñas dependerá de capacidad de las plantas eléctricas que tengan.

En el hogar

En aprietos estarán quienes vivan en pisos altos. De paso, si algún habitante olvida el horario del corte de luz, podría quedarse atrapado en el elevador cuando éste comience.

Las puertas y portones eléctricos deberán dejarse en modo manual para que puedan usarse durante el apagón. Los cercos eléctricos se desactivarán si dependen de la red y no tienen batería de emergencia.

Las bombas de agua no podrán operar. O sea, es probable que aunque tenga el servicio de agua, no llegue el líquido a sus tuberías.

A pesar de las restricciones, los electrodomésticos sufrirán menos los efectos de la ausencia del servicio. Miguel Lara supone que, por el hecho de tratarse de racionamientos prolongados y no de interrupciones intermitentes, los equipos no deberían resultar afectados.

La preocupación la generan los pacientes que están en casa y que dependen de aparatos eléctricos para mantenerse vivos, como aquellos que por ejemplo están conectados a respiradores artificiales. Para ellos, la solución sería comprar una planta eléctrica cuyo costo supera los 14 salarios mínimos.

Cortes de luz y menos cerveza: la crisis golpea más los venezolanos

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Los venezolanos lidiarán con cuatro horas diarias sin luz a partir del lunes, debido a la sequía provocada por el fenómeno El Niño. Pero la mala noticia no llegó sola. Ahora habrá menos cerveza para paliar el calor.

La castigada economía de Venezuela recibió este jueves estos dos nuevos golpes: el agravamiento de la crisis energética y el cese de la producción en la Cervecería Polar que impactará a unos 300.000 trabajos indirectos y 10.000 directos.

El ministro de Energía Eléctrica, Luis Motta Domínguez, anunció que habrá una suspensión de electricidad durante 40 días en 10 de los 24 estados -incluido el distrito capital-, donde se concentra la mayor parte de la población y el motor industrial venezolano.

El país con las mayores reservas petroleras del mundo, que ya vivió una dura crisis eléctrica en 2010, sufre apagones sobre todo en las provincias y racionamientos de agua, lo que aumenta las dificultades cotidianas.

«En el interior del país ya hay racionamiento, aquí en la ciudad será un caos. Trabajamos y vivimos a media marcha. ¿Qué voy a hacer sin computadora e internet? El gobierno no tomó previsiones para que no dependiéramos tanto de (la represa) El Guri», dijo a la AFP Maribel Rondón, abogada y pequeña empresaria de transporte de 47 años.

Racionamiento programado 

Motta precisó que el 63% del consumo total de electricidad se concentra en la zona residencial, pero dijo que la población no tomó conciencia de la necesidad de ahorrar.

Ahora, agregó, habrá que cumplir recortes programados entre las doce de la madrugada y las ocho de la noche, sin afectar las cuatro horas finales del día cuando la gente cena y descansa tras la jornada laboral.

El derroche de electricidad, advirtió, impacta severamente al embalse de la central hidroeléctrica El Guri, que provee 70% de la energía del país y está apenas 2,88 metros por encima del nivel mínimo de 240 metros sobre el nivel del mar.

«Es una medida que es necesario tomar para preservar el agua que en este momento queda en el embalse Guri, motivado por la fuerte sequía y el fenómeno climático El Niño», explicó Motta, al señalar que 40 días es el tiempo necesario para que llegue el período regular de lluvias de mayo.

La medida forma parte de un plan especial de ahorro de energía que emprendió el gobierno de Nicolás Maduro hace dos meses, que ha implicado la reducción de la jornada laboral del sector público en un 40% y varios asuetos.

Para aprovechar más la luz del día, a partir del 1 de mayo se adelantarán los relojes 30 minutos, volviendo al huso horario de cuatro horas menos respecto del meridiano de Greenwich (-04H00 GMT).

Además, el gobierno exigió a los grandes consumidores, como centros comerciales y hoteles, a generar su propia energía con plantas eléctricas, lo que ha hecho que varios establecimientos cierren más temprano.

El analista económico Luis Vicente León advirtió que este tipo de medidas afectan la productividad de un país ya sumido en una aguda crisis económica, con recesión, la inflación más alta del mundo (180% en 2015) y escasez de alimentos.

Birras programadas 

Para colmo de males, la Cervecería Polar, ícono del mayor grupo empresarial del país, anunció que dejará de vender cerveza, pues sólo tiene «cebada malteada para producir hasta el 29 de abril», debido a que no cuenta con divisas para reponer inventario y pagar a sus proveedores, ante el control cambiario estatal que rige en Venezuela.

«Nos vemos obligados a suspender la producción de cerveza y malta hasta lograr el acceso a las divisas necesarias para la procura de la materia prima», advirtió Polar, la principal del mercado cervecero del país.

La medida tendrá un impacto negativo sobre los 10.000 puestos de trabajo directos y más de 300.000 indirectos entre franquiciados, transportistas, clientes y proveedores en todo el país, agregó, sin precisar si habrá despidos o cierre de fábricas.

«Se beberá mucho menos y pasaremos a bebedores ocasionales. Ahora el beber será más programado. Ocasiones especiales, cumpleaños, aniversarios, bautizos. Si antes te tomabas seis, ahora serán tres. Ya no será como antes, lo digo por las cantidades inhumanos en que la consumimos», dijo jocosamente a la AFP Jorge Díaz, un comerciante de 33 años.

El accionista mayoritario del grupo Polar, Lorenzo Mendoza, es acusado por Maduro de detener su producción, como parte de una «guerra económica» de empresarios de derecha para desestabilizar a su gobierno.