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El atentado denunciado por el gobierno deja en evidencia las debilidades del régimen chavista y también de la oposición

EL SUPUESTO ATENTADO CON DRONES sufrido por el presidente Nicolás Maduro el sábado 4 de agosto en la avenida Bolívar de Caracas, marca un punto de inflexión en la crisis política venezolana. Los profesores Carmen Beatriz Fernández, Luis Salamanca y Carlos Raúl Hernández analizan las repercusiones de este hecho y el impacto que puede tener en la lucha por el poder en el país:

Camino bloqueado

“En las pasadas elecciones de octubre (regionales), buena parte del electorado se convenció de que no había salida por vía electoral. Eso se reforzó con el proceso presidencial del 20 de mayo. El dilema de participar o no en elecciones no es banal, los sistemas políticos tratan de incorporar a la mayor parte de la población y líderes políticos para que tengan la certeza de que ellos caben. Cuando pasa lo contrario, empiezan los problemas”, advierte Fernández, directora de la firma de consultoría política DataStrategia.

La experta señala que el supuesto atentado deja en evidencia que “existen personas convencidas de que no hay salidas pacíficas a la tragedia que vive Venezuela. Buena parte de la sociedad siente que ‘no cabe’ y, entonces, su opción de participación está por fuera del sistema y los radicalismos toman protagonismo. La sociedad venezolana trató de incluir a los radicales en el pasado, a diferencia de Colombia”.

Con respecto a la discusión sobre la veracidad del hecho, Fernández recuerda que durante estos 19 años de revolución bolivariana, primero con el difunto comandante Hugo Chávez y ahora con Maduro, se han denunciado decenas de intentos de magnicidio. “Si ha habido tantos, qué hace a este atentado distinto. Lo hace distinto que esta vez es verdad, pero sufren de una pérdida de credibilidad nacional e internacional. El tema de la falta de credibilidad está presente en este debate”.

La directora de DataStrategia resalta que el supuesto atentado desnudó las “vulnerabilidades” de la seguridad presidencial y el carácter “poco pretoriano” de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), con la imagen de la estampida de los militares en plan “sálvese quien pueda”.

“Otro punto de discusión que se abre en este momento versa sobre la legitimidad moral del tiranicidio. Un debate filosófico y ético que se ha visto en estas primeras horas. En Venezuela no hay tradición de tiranicidio, pero sí la hay en República Dominicana con el dictador Rafael Leonidas Trujillo y en otros países. Estamos viendo gente que en el medio de su desesperación percibe que no existen salidas distintas a la violencia, eso es lo que hace este episodio tan peligroso e impredecible. Los problemas serios comienzan cuando tú extingues las salidas pacíficas y electorales”, concluye Fernández.

Oposición militar

Aclarando que aún no se ha podido determinar la posible participación de miembros de la FANB o de cuerpos de seguridad del Estado en el supuesto atentado, Salamanca destaca la irrupción de una “oposición militar” contra Maduro. “Hay un malestar en la FANB que muestra que algo está pasando allí. La mayor preocupación de Maduro es la FANB”, afirma el politólogo de la Universidad Central de Venezuela (UCV).

El académico sostiene que lo ocurrido es producto del “plan de asalto definitivo al poder con Maduro diciendo que no sale ni con votos ni con balas. Andar por un camino anticonstitucional genera riesgos, tendrá que lidiar con una oposición militar”.

“Hay la sensación de que algo real pasó allí. Esa ‘verdad’ no la vamos a poder conocer mientras no haya una investigación independiente y será utilizada por el régimen para sus fines políticos. El escalamiento no se detiene allí y ahora viene la réplica del gobierno, que responderá al nivel del intento fracasado, con acciones muy duras y represivas contra la oposición y la Asamblea Nacional”, apunta Salamanca.

El investigador de la UCV se detiene en los efectos de este hecho sobre la oposición venezolana. Parte de la premisa de que la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) “ya no es el motor de los cambios políticos”.

“La MUD quedó sin respuesta después del 20 de mayo y está siendo puesta a un lado por otros actores. Le sale una corriente alterna que no se identifica con la oposición y busca el cambio a su manera. ¿Quién dirigiría el país en caso de que un intento de ese tipo fructifique? No hay sujeto político organizado coherente que puede conducir una transición abrupta. ¿Con quien se manejaría el país ante un escenario de ese tipo?”, interroga.

Salamanca opina que el supuesto atentado es el último eslabón de “una larga cadena de hechos de debilitamiento de Maduro”, cuya gobernabilidad pone en entredicho debido a la profundización de la crisis económica, el aumento de la protesta social y la erosión de su legitimidad y base de sustentación.

“Después del 20 de mayo hay para la revolución y la oposición una etapa marcada por el fin de la democracia. Estamos en una dictadura que puede ir a más. La revolución ya sabe claramente que se acabó ‘lo fácil’, no tiene dinero ni liderazgo, y el país ha colapsado. Los actores políticos estén metidos en una situación muy riesgosa”, concluye.

Autogol

“Cuando ya es muy difícil para mí dudar que se atentó contra la vida de Maduro, el caso dron sirve para construir modelos de lo que no se debe hacer. Una acción terrorista masiva, una masacre en la tribuna, y un estado interno de caos en el país, revela niveles de imbecilidad desconocidos en la política venezolana”, atiza Hernández.

El sociólogo se pregunta: “De morir ese día un centenar de personas entre políticos y militares, ¿hubiera caído el poder en manos de los atolondrados, como aspiran quienes asumieron autorías y/o conocimiento previo del asunto? ¿O habría una especie de Guerra Federal, un desencadenamiento arrollador de violencia?”.

“En situaciones homólogas se producen oleadas de asesinatos, violaciones, saqueos, incendios, pases de facturas, invasión de hogares por las turbas. El poder hubiera quedado en manos militares, pero también en bandas de delincuentes, el narcotráfico, y no es que los uniformados hubieran buscado para entregarle los mandos, precisamente, a quienes llevan 20 años denigrándolos”, comenta el articulista.

El también sociólogo de la UCV indica que “el gobierno aprovecha para reprimir y su primera reacción es acusar a todo lo que se mueve: la oposición, que son mil cosas distintas, la oligarquía colombiana, el expresidente Juan Manuel Santos, los norteamericanos. Acusa sin pruebas a los diputados Julio Borges y Juan Requesens, allana ilegalmente sus inmunidades parlamentarias y se esperan más atropellos”.

“Un acontecimiento que la torpeza del gobierno tornó dudoso, lo aclaran unos impresentables que suscriben desde Miami y Bogotá”, fustiga Hernández, quien concluye que “nuevamente sus contrarios le abren a Maduro el camino del éxito que le permite recuperar la iniciativa política y fortalecerse en el chavismo, mientras la comunidad internacional está en el incómodo predicamento de no condenar un acto terrorista”.

@pppenaloza

D. Blanco Ago 09, 2018 | Actualizado hace 6 años
Drones y dronas, por José Domingo Blanco

 

Calificaré al pasado sábado –el día del supuesto “magnicidio”- como un día tragicómico. Uno más de los muchos que este régimen ha aportado para la posteridad y que le darán ese toque de humor –negro y amargo- a la historia venezolana que se contará en las décadas futuras. Esa historia verídica que a las generaciones de venezolanos de los años venideros les costará creer porque se asemeja más a los cuentos propios del imaginario popular, como en un su momento lo fue el de La Sayona. Este nuevo intento de magnicidio, muy probablemente, ocupará un grueso capítulo junto con los otros intentos, incluido el más jocoso, el que protagonizó Marleni Olivo cuando, desesperada por contactar a Nicolás, le lanzó un mango con su número telefónico; con tan mala suerte que tuvo excelente puntería e impactó en la cabeza del mandatario. Aunque, a ese episodio protagonizado por la señora Olivo, lo catalogaría de “manguicidio” más que magnicidio; a pesar de que, para los efectos de quienes rodean a Maduro, tuvo la misma intención: asesinar al Heredero de la Revolución.

Lo cierto del caso es que, el sábado pasado no sólo propició chistes y memes, sino también sirvió para desatar de nuevo la ira implacable del régimen. Y, aprovechando el estallido del dron -o de una drona o de bombona de gas o de fuegos artificiales o de cualquier cosa porque la verdad, esa que se obtiene luego de investigaciones policiales científicas serias, nunca la sabremos- arrancó esa especie de OLP; pero, contra quienes ellos consideran sus enemigos y, a la postre, estuvieron detrás del “atentado terrorista”.

Venezuela es, en estos momentos, un territorio intermedio entre lo fantástico y lo real donde, a veces, la auténtica ficción se vuelve posible. Tenemos que afrontar con la cabeza fresca y el alma despejada, ese terrorífico azar de nuestras calles. ¡Siempre surge una trama subyacente!  Y, a mi juicio, en este momento, una suma de situaciones fortuitas está favoreciendo de nuevo a Nicolás y al fortalecimiento de su régimen aniquilador. Como he dicho en anteriores oportunidades, cuando no hay salida democrática, sobreviene la violencia. Una violencia que sólo favorece al régimen, que es el que la clama; porque, la sociedad civil ha demostrado que la rechaza. Por eso, es menester que surja una nueva dirigencia opositora que, haciendo equipo con todos los grupos democráticos, logre plantarse firme y hablarle claro al régimen. Necesitamos con carácter de urgencia, una nueva dirigencia opositora blindada contra las tentaciones propias del poder y motivada hacia la construcción de ciudadanía, que es la que propicia la vida democrática.

Todos los magnicidios, los inventados por Chávez y Maduro, son patrones de conducta propios de los dictadores. Ambos, Chávez y Maduro, fueron modelados por su maestro, Fidel Castro. Estas prácticas se han ido perfeccionado con los tiempos, porque su objetivo es la represión y provocar miedo. Dos componentes indispensables en las tiranías. Ambos elementos, el miedo y la represión, han sido siempre capítulos de un plan perverso que logra atemorizar a la población. Y cuando lo que abundan son las especulaciones sin certidumbres, el autócrata logra imponer su dictadura.

En los sistemas totalitarios, otra de las víctimas es la libertad de expresión. Es uno de los primeros derechos que se viola y secuestra. Y en Venezuela, ese principio se cumple sin excepción. Para poder “montar la olla” que el régimen necesitaba para iniciar su cacería de detractores o “incómodos para la revolución” ese día del “magnicidio”, once colegas fueron detenidos y obligados a borrar el material que grabaron durante “el atentado terrorista” contra Nicolás. Tengo que reconocer el coraje y el brillante accionar de los medios de comunicación independientes y sus periodistas que, pese a la dictadura, lograron acceder a la información, en un intento por defender lo que para Alexis de Tocqueville hacía posible la democracia: la libertad de expresión.

Sin embargo, el régimen no escatima a la hora de brindarnos distracciones y obligarnos a desviar la mirada de lo verdaderamente importante. En un nuevo intento para apartarnos de lo sustantivo que nos acontece, el desgobierno prepara con uno de sus próceres preferidos, Herman Escarrá, toda una campaña propagandística para dar a conocer los artículos de la nueva Carta Magna, que prepara de manera soterrada la fraudulenta Asamblea Nacional Constituyente. Y, así, entretenernos hasta las elecciones de diciembre, con las que, una vez más, pretenderá seducir a un significativo número de partidos que, en teoría, le hacen oposición; pero que, al final, no son más que piezas del ajedrez, con las cuales el régimen juega astutamente, para disfrazar de democracia un sistema que, desde todos los ángulos que se analiza, no lo es.

Y así, a casi una semana de los hechos ocurridos el pasado sábado en la Avenida Bolívar -aún no esclarecidos como debe ser- las declaraciones de Nicolás y sus cómplices terminan de echar por tierra la nueva tesis del magnicidio. El espectáculo del que fuimos testigos tiene una sola lectura, frustrante y difícil de reconocer para muchos: la dictadura de Maduro se atornilla, con más dosis de terror, abusos y atropellos.

@mingo_1

Instagram: mingoblancotv

 

Crímenes sin Castigo: Fénix en cenizas

 

¿Qué pasó realmente el sábado en el centro de Caracas? ¿Cuáles serán las consecuencias de estas acciones? Venezuela pareciera entrar en una nueva escalada de violencia política

 

Javier Ignacio Mayorca

@javiermayorca

¿Qué pasó la tarde del sábado 4 de agosto en los alrededores de la avenida Bolívar? Cuando han transcurrido cinco días de ese incidente es posible colocar algunos hechos sobre la mesa, y con base en ellos trazar tres teorías o posibles explicaciones. Algunas de ellas, como se verá, no son del todo excluyentes, y la asignación de un mayor valor que las demás depende de factores como la intuición, la afinidad política o el simple deseo de que Venezuela tenga un futuro en un sentido específico.

Las informaciones sobre los hechos fueron logradas mediante entrevistas con fuentes vivas y el análisis de diversas fuentes documentales. El problema con las fuentes de primer tipo es que temen salir a la luz debido a la posibilidad de represalias. Igualmente, siempre es posible que una fuente viva cometa errores de percepción, en especial en una situación tan comprometida como la que se vio esa jornada.

 

La puesta en escena

 

El acto con motivo del 81 aniversario de la Guardia Nacional nunca se había realizado en la avenida Bolívar. Lo tradicional y castrense era usar Los Próceres. Fue precisamente allí donde se llevaron a cabo los ensayos correspondientes, en los días previos de la misma semana, con tropas enviadas desde Miranda, Vargas y el propio Distrito Capital. Este cambio hizo que el comandante de la agrupación, general de brigada Edwaurd Castellano Jáuregui (jefe de la Zona 11 de Zulia), describiese el acto como una “inédita parada militar”.

No obstante, durante toda la semana se hicieron preparativos en las aceras de la avenida Bolívar. La colocación de las estructuras sobre las que serían puestos luego los toldos y tarimas comenzó el martes, según testimonios de vecinos. Pero los obreros no decían para qué era tanta parafernalia.

Según Castellano, en el acto estuvieron 18 mil efectivos del componente militar. Pero un conteo de los que estaban firmes en la parada reveló que en realidad eran 2.500. La notificación sobre el lugar donde se llevaría a cabo el acto fue difundida en las unidades castrenses con 48 horas de anticipación.

Algunos guardias comenzaron a llegar al lugar de la celebración a las 9 am, según testimonios. Pero el grueso llegó en autobuses a la 1 pm. Estos colectivos se estacionaron en el sótano del edificio de los tribunales. La comitiva presidencial arribó un poco antes de las 5 pm.

Debido a las características del lugar, los francotiradores de la Casa Militar se apostaron en la parte superior de la fachada este del edificio de los tribunales, otro arriba de la tarima presidencial, e igualmente en tres edificios de los alrededores. Maduro utilizó tres camionetas, que durante el acto permanecieron estacionadas atrás de la tarima, en la avenida Este 6.

En las horas previas al acto, se encomendó a la Policía Nacional la remoción de los vagos que tradicionalmente merodean por la zona. A esta labor la denominan “profilaxia”.

Previo a la celebración, la Casa Militar advirtió a los vecinos del sector que la movilidad estaría restringida, especialmente en los flancos ubicados atrás de la tarima presidencial, y que no podrían permanecer sobre los techos de algunas edificaciones.

La prensa oficial estaba en la isla central de la avenida, justo donde finalizaba la agrupación de parada. Desde allí tenía vista directa a lo que sucedía en la tarima donde se encontraba Maduro, configurada en forma de túnel, cerrado por ambos costados, así como en las partes superior y trasera.

 

Los drones

 

A partir del minuto 13 del acto, la televisora oficial comenzó a emitir tomas aéreas hechas mediante aeronaves no tripuladas, conocidas como drones. Esto coincidió con el traslado en vehículos blindados del comandante de la agrupación de parada.

La dirección de la transmisión alternaba las tomas del dron con la hechas por una cámara estática ubicada en un plano superior, y otras en tierra.

El dron de uso oficial también era negro. Su cámara asemejaba un domo en la parte inferior, tal y como se pudo apreciar durante un par de segundos antes de que saliera a sobrevolar la parada.¡

Aunque es posible que este aparato estuviese dando vueltas alrededor de los participantes, su utilización con fines de transmisión cesó prácticamente a partir del minuto 40.

Los testigos coinciden en señalar que el dron que estalló (marca DJI serie 600, según el ministro de Relaciones Interiores) estuvo dando vueltas alrededor de la parada, e incluso en la parte trasera de la tarima, por un lapso que va entre cinco y ocho minutos. Uno precisó que el dispositivo había despegado desde la parte interior del túnel que pasa debajo de la sede tribunalicia, y que comunica a las avenidas Bolívar y San Martín. Para ese momento, no se permitía la circulación de vehículos por ese corredor. Otro testigo observó que el inicio del vuelo coincidió con el anuncio de Maduro en el sentido de que su alocución estaba por finalizar.

 

Las explosiones

 

La primera explosión ocurrió aproximadamente a las 5:50 pm, de acuerdo con testigos. La aeronave de control remoto estaba en la pista sur de la avenida, a la altura de Parque Carabobo, y fue acercándose en leve descenso, hasta que detonó a 80 metros de la tarima, sobre la tercera asta bandera que estaba en la pista norte, en línea diagonal con respecto al busto de Ernesto Ché Guevara.

“Fue como un destello de luz. Se vio plateado, y de hecho casi no lo pude ver”, explicó una vecina del sector.

Con el estruendo, los residentes se asomaron y pudieron apreciar cómo caían alrededor de la tarima algunos restos del dron.

“Era como papelillo, quedó totalmente destruido”, afirmó el habitante de un edificio ubicado al norte de la avenida Bolívar.

De inmediato, comenzó a salir una humareda desde la acera de la pista sur, donde estaban toldos para oficiales y constituyentistas invitados. El origen del humo no fue precisado por los testigos. Pero sí indicaron que la explosión del dron más el humo bastaron para que se iniciara la estampida.

Antes de las explosiones comenzó a llover. Uno de los camarógrafos de una cadena internacional, Carlos Saavedra, dio por terminada la pauta y caminó a su residencia con la finalidad de cambiarse de ropa. Cuando circulaba a pie entre las esquinas Cristo y Viento, en la avenida Este 12, se percató de que dos sujetos hacían los preparativos para volar otro dron. En ese momento, se escuchó el estruendo ocasionado por el primer aparato. El camarógrafo creyó que estaban culminando la celebración con fuegos artificiales.

Los sujetos que estaban entre Cristo y Viento eran jóvenes. Saavedra pensó que podría tratarse de funcionarios del Gobierno, y optó por grabar el vuelo de ese dron. Cuando el aparato cobró altura entre los edificios, los individuos abordaron una camioneta Chevrolet Orlando negra, donde estaban otras dos personas. El dron, casi de inmediato, comenzó a bajar, pegado a la fachada norte del edificio Don Eduardo. Cuando estaba a la altura del piso 4, perdió por completo la estabilidad y se desplomó sobre el techo del apartamento del piso 1. Aunque parecía desactivado, aún permanecía con las luces rojas y verdes encendidas. Una vecina que lo vio recordó que era “como un arbolito de navidad, pero redondo”.

Poco después de estrellarse, el segundo dron detonó. La explosión abrió un boquete a la pared del apartamento 22 del referido edificio. Saavedra había cesado la grabación, puesto que había perdido de vista a la aeronave, y se retiraba del lugar. Todavía hoy se pregunta cuál hubiese sido el desenlace si en vez de caer en ese techo el aparato se hubiese estrellado en la calle y él se hubiese acercado a hacerle algunas tomas.

 

Las detenciones y el comunicado

 

Los primeros detenidos iban precisamente en la camioneta Orlando. Los agentes de Contrainteligencia Militar, alertados por la detonación que hubo en la avenida Bolívar, recorrían los alrededores y llegaron atraídos por la nueva explosión. Allí vieron a Saavedra aún aturdido. Vieron que tenía el brazalete que le dan a los reporteros gráficos y periodistas cuando van a un acto oficial. Se lo llevaron puesto que era un potencial testigo. Sin embargo, las primeras minutas dieron al camarógrafo por detenido.

A tres cuadras de allí, en la avenida Lecuna, los tripulantes de la camioneta negra fueron aprehendidos. Inmovilizaron sus muñecas con flejes plásticos. Posteriormente, a la 1:30 am del domingo, otras tres personas fueron apresadas en Barinas, cuando iban en carretera hacia Colombia. En total serían siete, aunque a este grupo posteriormente se uniría el diputado Juan Requesens.

Una hora después del incidente en la avenida Bolívar, varios periodistas radicados en Estados Unidos dieron a conocer el contenido de un comunicado donde se anunciaba sobre el inicio de una operación contra el gobierno de Maduro, llamada Fénix. Allí dice que la llevarían a cabo un grupo de militares, tanto activos como retirados. El texto, sin embargo, no hace ninguna referencia explícita al mecanismo mediante el cual se quería ejecutar esta acción.

 

Tres teorías

 

Como se afirmó al principio, una ponderación de todos estos hechos permite trazar tres teorías o posibles explicaciones de lo ocurrido el sábado, durante el acto de aniversario de la Guardia Nacional.

 

1. Una jugada de propaganda. El sistema de intolerancia que se ha instaurado en el país abre la posibilidad de que la violencia sea incorporada por los distintos actores como una forma de comunicación en la acción política. La violencia tiende a escalar, en la medida en que se cierran las compuertas del diálogo democrático. Y tarde o temprano entran en escena los explosivos. La historia está llena de episodios en los que una de las facciones en pugna ha acudido a ellos para hacerle llegar mensajes a la contraparte y al colectivo. También para imponer su voluntad. La voladura del hotel Rey David en 1946 y el asesinato del almirante Luis Carrero Blanco en 1971 son apenas algunos ejemplos. En ambos casos, el objetivo primordial era generar un impacto propagandístico. En el caso del 4 de agosto, hay elementos para pensar que este pudo ser el propósito principal de la acción. La colocación de explosivos en un dron para utilizarlo luego como granada teledirigida es un plan audaz y nunca antes visto en el país. Mucho menos durante un acto militar, donde se supone que prevalece la seguridad. Con lo ocurrido, el grupo que llevó a cabo la operación tuvo por lo menos un notorio debut, que hizo correr en desbandada a las tropas de la Guardia Nacional.

2. Un atentado que fracasó. La ejecución de una acción concertada, en la que participaban de forma casi simultánea por lo menos dos grupos, con utilización de un explosivo rompedor, versátil y de alta potencia como el C4, trasladado en drones hasta los lugares donde se suponía que iban a ser detonados, comporta un alto grado de sofisticación. También un importante costo. Un dron del tipo usado el sábado 4 de agosto cuesta en Amazon entre 4.100 y 4.900 dólares, más unos 550 dólares por el control remoto. De manera que entre los dos aparatos con sus respectivos mandos pudieron gastar unos once mil dólares, sin contar con las erogaciones por el explosivo y la logística que implica el traslado de los equipos y la alimentación de las personas involucradas en el plan. Es, simplemente, demasiado dinero para enviar solo un mensaje. Entonces, habría que entrar en el análisis de un intento de magnicidio. Algo en lo que Venezuela no tiene tradición, a pesar de lo que han jurado Chávez y su heredero. En realidad, el último intento de magnicidio en el país fue en junio de 1960. El objetivo era el entonces mandatario Rómulo Betancourt. Y casi lo logran. Lo demás han sido comadreos que no han llegado al grado de la ejecución. Si la idea era eliminar físicamente a Maduro, cabría preguntarse por qué los perpetradores no acercaron el primer dron hasta una distancia donde la onda explosiva tuviese tal efecto. O dicho de otra forma: ¿por qué el primer estallido fue tan lejos de la tarima donde se encontraba el Presidente? Esto, desde luego, tendrán que explicarlo los ejecutores, si algún día logran aportar su testimonio. Lo ocurrido con el segundo dron, además, sugiere cierta impericia y ausencia de coordinación entre los dos equipos.

3. Un autoatentado. Este era quizá el peor momento en la gestión presidencial. Maduro recién salía del congreso del partido de Gobierno (uno que hasta hace poco intentó reemplazar), y las fisuras en el oficialismo fueron evidentes. Hasta el 4 de agosto la caída podía continuar sin contención alguna. La parálisis nacional es cada vez más profunda, y cada iniciativa gubernamental pareciera ocasionar más rechazo que la anterior. La última, el censo a los vehículos y el registro para obtener el Carnet de la Patria, tenía en pie de lucha a los conductores de transporte público. La hiperinflación asoma para récord de un millón por ciento, y el nuevo cono monetario parece que morirá antes de nacer. Una explosión en cadena nacional, a una altura y distancia prudentes con respecto al mandatario, dejaría algunos lesionados leves, pero especialmente colocaría a Maduro en el rol de víctima. Algunos como Izarra, que desde afuera exigían el reemplazo inmediato del Presidente, ahora quieren congraciarse con él. Al momento de redactar estas líneas, el diputado opositor Juan Requesens ya estaba preso sin fórmula de antejuicio y se anunciaba que pedirían la extradición del también diputado Julio Borges, que no viene al país desde el fracaso de las negociaciones en República Dominicana. De manera que no solo se aprovecha el incidente para cerrar filas, sino también para reorganizar el ataque a lo que resta de oposición política.

 

Estas tres opciones no son excluyentes unas de otras. Pudo tratarse de un atentado fallido, que luego está siendo capitalizado por las fuerzas del Gobierno. Este parece ser el escenario más plausible. Pudo ser también un gesto propagandístico, al cual han contrarrestado con propaganda y acciones de mayor magnitud.

Si lo del sábado fue ejecutado por una estructura ajena al Gobierno, entonces ya Venezuela entró en una nueva fase de escalada en la violencia. Imposible pensar que tanta tecnología y recursos sean entregados en una sola apuesta.

Gobierno borra evidencias del dron que cayó en el edificio Don Eduardo

 

El miércoles 8 de agosto, apenas 4 días después de registrados los eventos calificados por el gobierno nacional como un “magnicidio en grado de frustración”, iniciaron las labores de restauración de la fachada del edificio Don Eduardo, ubicado en la parroquia Santa Rosalía, donde impactó uno de los “drones asesinos” que habría sido utilizado para atentar contra Nicolás Maduro.

Según fotografías divulgadas por César Saavedra y la periodista Antonieta La Rocca, las reparaciones también incluyen el apartamento que sufrió daños por la explosión del aparato volador. La reportera se preguntó “¿cómo puede intervenirse la escena si las investigaciones continúan?”.

El abogado penalista y criminólogo Luis Izquiel explicó a TalCual que “una de las funciones de los cuerpos policiales es la de resguardar el sitio del suceso para evitar que algún elemento sea alterado o desaparecido. Va en contra de la ley modificarlo. Esto fue mismo que hicieron en el caso de Oscar Pérez”, en referencia al chalet donde fue asesinado el policía sublevado y que pasados algunos días del hecho fue derrumbado.

El artículo 35, numeral 8, de la Ley Orgánica del Servicio de Policía y del Cuerpo de Policía Nacional establece como “funciones comunes” a todos los cuerpos policiales la labor de: “Resguardar el lugar donde haya ocurrido un hecho punible, e impedir que las evidencias, rastros o trazas vinculados al mismo, se alteren o desaparezcan, a los fines de facilitar las investigaciones correspondientes”.

La norma jurídica no establece cuántos días la escena del crimen debe ser preservada. “Variará en cada caso, pero igual creo que es muy pronto tres días. Principalmente si tomamos en cuenta la relevancia del asunto”, añade Izquiel.

Mienten hasta cuando dicen la verdad, por Carlos Blanco

 

El atentado de los drones mueve sus hélices en la penumbra de las especulaciones. Si el régimen dice que fue un atentado, la reacción espontánea de la opinión pública es creer que fue un montaje de Maduro para distraer la atención en momentos en que su dominación se tambalea. Todo resulta irreal por la combinación de una explosión, el rostro atónito de Maduro y de los militares de más alta graduación, la cobertura nerviosa de la inmensa masa presidencial con pantallas blindadas y finalmente la corredera de las tropas estacionadas en la avenida Bolívar. Todo parecía un circo, sobre todo cuando en previos desfiles se han mostrado escenas grotescas con representaciones de Bolívar, la Negra Matea y los héroes de la Independencia, todos transfigurados en locutores de grave voz.

El asunto comenzó a tomar otro cariz cuando los periodistas y curiosos reportaron noticias más completas, con la crónica de que las carrerillas fueron genuinas; las palideces se hicieron presente en los generales cuatriboleados y el pánico se enseñoreó en las altas esferas. Parecía que, en realidad, como que un atentado contra los jerarcas habría tenido lugar.

El aspecto al cual quiero referirme en esta nota es que, en la hipótesis de que realmente fue un atentado, el régimen lo ha llenado de tantas ficciones, cuentos, patrañas e historias, que a estas alturas parece mentira. La primera e instintiva reacción de los jefes rojos y del propio Maduro fue acusar de la operación al ex presidente de Colombia Juan Manuel Santos, al imperialismo (Estados Unidos), la ultraderecha, los grupos resistentes y todo bicho con uña opositora o disidente. Sin investigar nada; apenas como espasmo inevitable, el dedo rojo apuntaba hacia los sospechosos habituales, responsables hasta de los cólicos de Maduro. Obviamente, una maquinación de esa naturaleza no está inscrita en la política opositora, porque se sabe, sin necesidad de ser erudito historiador, que toda acción de terror solitario genera una brutal reacción represiva, en la cual los tiranos aprovechan para pasar facturas viejas y nuevas.

La información dada por el régimen ha convertido en sospechosa su propia denuncia y la argumentación que la rellena. Resulta más fácil pensar, después de tantas añagazas desde el poder, que esta es otra más. Y a quienes sí creen en la existencia de un intento de este rango, les comienza a resultar más plausible buscar a los culpables en el marco del descontento interno.

En síntesis, el atentado se ha convertido en un minicidio y en nuevo episodio de la subverdad.

@carlosblancog

El Nacional

Línea de tiempo | Al menos 7 veces ha fallado el anillo de seguridad de Nicolás Maduro

DESDE SU LLEGADA AL PODER EL 19 DE ABRIL DE 2013, el presidente Nicolás Maduro ha visto burlado el anillo encargado de proteger su integridad física al menos 7 veces. El mayor error registrado ocurrió el pasado 4 de agosto, cuando durante el discurso en el acto del 81 aniversario de la Guardia Nacional Bolivariana, en la Avenida Bolívar de Caracas, un drone cargado de explosivo estalló a pocos metros de la tarima donde se encontraba el mandatario y funcionarios de alto rango.

La Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) expresa que la Guardia de Honor Presidencial es la encargada dar “la seguridad, custodia, protección y demás garantías necesarias para su libre desenvolvimiento” al Presidente de la República y su familiares inmediatos. Reconocer a los miembros de la Guardia de Honor es sencillo:, llevan traje verde oliva con detalles rojos y una boina del mismo color. Siempre a las espaldas del mandatario.

Durante los años del gobierno de Maduro, la Guardia de Honor ha crecido en 48%, tanto en estructura como en publicación de nombramientos y delegación de funciones, en comparación a los últimos años del mandato de su antecesor Hugo Chávez. Así lo confirmó la revisión de más de 2.763 gacetas oficiales, como parte del proyecto colaborativo de apertura de datos Vendata liderado por el Instituto Prensa y Sociedad y Transparencia Venezuela.

A pesar del crecimiento de la Casa Militar, y de todas las veces que Maduro ha recalcado que cuenta con “un equipo de seguridad de alto nivel”, desde su toma de posesión ha sido interrumpido por fanáticos, ha recibido mangazos, le han lanzado objetos no identificados a tarima y ha sido caceroleado por poblaciones enfurecidas. En Runrun.es hicimos un recuento de estos momentos y lo traemos en esta línea de tiempo.

 

@kathypennacchio

Reuters: Salvatore Lucchese se adjudica papel en ataque con dron contra Maduro

FOTO: Carlos Julio Martínez / REUTERS

 

BOGOTÁ/CARACAS (Reuters) – Un exjefe de policía municipal y activista de la oposición venezolana dijo que ayudó a organizar una operación para lanzar drones armados sobre una parada militar el sábado, que, según el presidente Nicolás Maduro, fue un intento de asesinato

En una entrevista, Salvatore Lucchese, un activista venezolano que ha sido encarcelado por su papel en protestas contra Maduro, dijo a Reuters que orquestó el ataque con militantes antigobierno y la “resistencia”.

La “resistencia” a la que hace referencia Lucchese es una difusa amalgama de activistas callejeros, dirigentes estudiantiles y exoficiales militares, conocida principalmente por organizar protestas en las que los manifestantes se enfrentaron con la policía y los soldados.

Reuters no pudo verificar de forma independiente las afirmaciones de Lucchese sobre el ataque, en el que dos drones volaron sobre el acto militar en el centro de Caracas. Explosivos cargados en los artefactos no tripulados detonaron, hiriendo a 7 militares e hicieron correr a los asistentes en busca de refugio.

Lucchese, que describió el incidente como parte de un esfuerzo armado sostenido contra Maduro, no quiso hablar de su papel preciso en la operación o identificar a otros involucrados, citando la necesidad de proteger su identidad.

“Nosotros teníamos un objetivo y al momento no se pudo materializar en un cien por ciento”, dijo Lucchese en una entrevista en Bogotá a donde viajó. “La lucha armada continuará”.

El Ministerio de Información de Venezuela no respondió a una solicitud de comentarios.

A principios de este año, Lucchese se separó del partido opositor Voluntad Popular porque no estaba de acuerdo con su diálogo con el gobierno de Maduro.

Juan Guaidó, uno de los líderes de Voluntad Popular, dijo que Lucchese fue expulsado por “diferencias con el partido y la dirección nacional”, pero no dio más detalles.

Guaidó también le dijo a Reuters que Voluntad Popular rechaza el uso de la violencia, una posición respaldada en general por partidos opositores venezolanos luego del ataque.

ENFRENTAMIENTO CON EL GOBIERNO

Maduro culpó del ataque con drones a la “derecha” opositora que, dijo, contó con el apoyo de Colombia. El gobierno de Colombia ha negado cualquier participación.

Las autoridades venezolanas arrestaron durante el fin de semana a seis personas, incluido un sospechoso que había sido detenido por protestas en 2014 y otro buscado por su participación en un ataque a una base militar en 2017.

El gobierno dijo que los drones portaban explosivos plásticos.

Un grupo poco conocido llamado El Movimiento Nacional de Soldados de Franela, que se describe como parte de la “resistencia”, también se atribuyó el fin de semana la responsabilidad del ataque con drones.

Lucchese se negó a decir si está asociado con Soldados de Franela. Un miembro del grupo, que se negó a identificarse por su nombre, no quiso hablar sobre lo que dijo Lucchese en un intercambio de mensajes con Reuters.

El activista de 52 años llamó por primera vez la atención después de ser encarcelado durante diez meses, a partir de 2014, por negarse a detener las protestas contra Maduro.

El gobierno liberó a Lucchese al final de su sentencia en febrero del 2015, de acuerdo con el activista y medios locales.

Reuters no pudo encontrar documentos de su liberación.

Sin dar detalles sobre la ruta, Lucchese dijo a Reuters que abandonó Venezuela en agosto pasado, después de enterarse de que el gobierno buscaba su arresto una vez más, esta vez por traición e incitación a la rebelión militar. La orden fue ampliamente reportada por los medios venezolanos en los últimos meses, pero Reuters no pudo obtener copia de la misma.

Lucchese dijo que ahora reside en el extranjero y continúa trabajando con otros opositores, resaltando que la resistencia armada era la única forma de expulsar a Maduro.

“Ningún dictador sale por una vía pacífica”, dijo a Reuters.

 

Título de caja

Los drones del susto, por Edward Rodríguez

 

“El show debe continuar”. Si de algo estamos seguros hoy, o por lo menos en mi humilde olfato periodístico, es que el show del sábado 04 de agosto en la Av. Bolívar de Caracas no lo montó el gobierno, aunque no se puede descartar que a algún cabeza caliente del entorno de Nicolás Maduro lo pensara en voz alta, no tuvieron el ingenio para montar tal operación arriesgada por demás y sobre todo en un ambiente enrarecido puertas adentro de la llamada “Revolución del siglo XXI”.

Quizás la primera impresión de muchos fue dudar de la situación; aquello parecía inexplicable e increíble, un mandatario que cortaba su discurso en plena cadena nacional de radio y TV en vivo, unas tropas de cadetes de la Guardia Nacional corriendo despavoridos, una primera dama que buscaba sostenerse del escolta que tenía a su lado, la “reacción” de protección a Nicolás con los maletines escudos mientras intentaba seguir hablando a los presentes, y la notoria desprotección de “Cilita”, y del mismísimo Ministro de la Defensa, Padrino López.

A los minutos la noticia corrió como pólvora en las Redes Sociales y en la prensa internacional: dos drones explotaron en el aire cuando iban directo a la Tribuna Presidencial desde donde Nicolás daba un discurso con motivo del Aniversario 81 de la Guardia Nacional.

El humor del venezolano una vez más hizo gala del arte de la burla inteligente con los “memes” que se inventaron sobre la situación y comenzaron a rodar para viralizarse en cuestión de segundos, restándole aún más seriedad y credibilidad al hecho, que valga la acotación rechazo porque no es con violencia como se logran los cambios y mucho menos se llega a un entendimiento.

Recordando las palabras del difunto Hugo Chávez cuando visitó Amuay luego de la explosión que dejó varios fallecidos, heridos y familias damnificadas, “el show debe continuar”, comenzaron las contradicciones en las declaraciones de los funcionarios del gobierno; unos decían que eran dos drones, otros señalaban que eran tres; que tenían C4, etc; a esto le sumamos la “sagacidad” e inmediata detención de unos presuntos implicados en el denominado “atentado” contra Nicolás.

Sólo la prensa libre, aun existente y sobreviviente, dio con las versiones de testigos que corroboraron la presencia de dos drones, eso hizo que la opinión púbica entendiera que no era un montaje del gobierno sino de un grupo que no juega carritos y que sorprendió al jefe de Estado en sus propias narices.

No podemos comparar esa forma de lucha que, repito, no compartimos; con la lucha armada de los Yihadistas islámicos, de Bin Laden y toda  disputa del Medio Oriente, pero sí hay que reconocer que estamos en presencia de algo que no estaba en nuestra cotidianidad desde la pacificación de la izquierda y de la guerrilla venezolana hace más de cuarenta años.

Ahora bien, más que detenciones y palabras de solidaridad con Nicolás,   lo que deben hacer sus “camaradas” revolucionarios es recordar que la violencia genera más violencia y que esos hechos individuales o de grupos minoritarios están queriendo expresarse a su modo y no van a parar en sus objetivos, por lo que los drones de esta oportunidad fueron un susto o un llamado de atención.

¿Cómo frenar la violencia? Sencillo, cambiando el modelo económico, dejando atrás esa idea frenética de mantenerse en el poder a costa de lo que sea, ya lo vivieron en el seno Psuv, unos llegaban en carros blindados y otros a pie y descalzos al IV Congreso del partido celebrado hace pocas semanas.

Deben cambiar el rumbo y así como Rafael Caldera en aquel discurso de reflexión le dio un espaldarazo a los fracasados golpistas de 1992, escuchen al pueblo, a la oposición, a sus adeptos, a la comunidad internacional. Es preferible un susto de drones que un susto de sables o una guerra de guerrillas que se sabe cuándo arranca, pero no cuándo termina.

@edwardr74