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CNP: El 15 de enero había presión para que no se informara

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Tinedo Guía, presidente del Colegio Nacional del Periodista, se pronunció este martes en contra de las agresiones a la que han sido sometidos los profesionales de la prensa y los medios de comunicación.

“El 15 de enero había evidentemente una presión en los medios para que no se informara. Dos periodistas en el estado Lara por aplaudir unas declaraciones en la procesión de la Divina Pastora los mandaron a suspender en su canal, ellos decidieron renunciar”, dijo Guía.

Guía también se refirió sobre lo que consideró la autocensura de los medios de comunicación y ofreció un balance sobre el ejercicio del periodismo en Venezuela durante el año 2017.

“La autocensura no es admisible en el ejercicio ético del periodismo. 2017 finaliza con 69 medios de comunicación cerrados, emisoras de radio que han sido cerradas”, explicó.

También pidió a la ciudadanía no agredir a los periodistas por la censura en el país, sostuvo que el deber de los profesionales del periodismo es llevar la información, no aprobarla.

“Hacemos un llamado a la ciudadanía que entiendan que el trabajo del periodista es llevar la información a la salas de redacción y la línea editorial del medio es la que decide que va en pantalla. Quien agrede a un periodista no quiere a la democracia”, puntualizó.

 

IPYS presentó su informe 2016 sobre la censura y autocensura en Venezuela

IPYS Informe 2016

 

Por tercer año consecutivo, el Instituto de Prensa y Sociedad de Venezuela presentó su informe sobre el ejercicio de periodismo en el país. La presentación de los hallazgos estuvo a cargo de la directora ejecutiva de IPYS, Marianela Balbi y de la directora de libertades informativas de la organización, Mariengracia Chirinos.

El estudio contó con una muestra de 252 periodistas de medios privados, independientes y comunitarios. Abarcó las principales tendencias y patrones del ejercicio de la libertad de expresión y el derecho a la información durante el año pasado.

«Esta investigación comprende las 10 categorías de monitoreo e investigación de IPYS Venezuela, que se inspiran en los estándares nacionales e internacionales de libertad de expresión acceso a la información pública, las normativas que afectan libertad de expresión, las agresiones contra periodistas y los ataques a los medios de comunicación, las obstrucciones de la libertad en la red, el uso abusivo del poder estatal en materia de comunicaciones, la censura previa, la censura interna, la censura indirecta y la impunidad», explican en su página web.

 

IPYS Estudio 2016

 

Principales hallazgos 

 

86% de los consultados llegó al consenso de que el principal problema para el periodismo en Venezuela lo representa el cierre de las fuentes de información de interés público, manejadas por instancias estatales y no estatales. Este grupo ha enfrentado la opacidad a ritmos diferentes. Para 51% de los periodistas el cierre de fuentes de información fue una dificultad de alta frecuencia, mientras que para 23% ocurrió medianamente y para 12% fue poco frecuente.

Con alta, mediana y poca regularidad, 87% los periodistas fueron afectados por las negativas de funcionarios a ofrecer declaraciones sobre informaciones de interés público. A 48% de este grupo, esta situación le ocurrió con una alta frecuencia. Esta misma práctica fue asumida en el sector no estatal de la sociedad, pues 75% de los consultados indicó que también recibió negativas constantes de voceros de instituciones privadas e independientes a ofrecer declaraciones sobre asuntos de interés público.

Mientras tanto, 82% evidenció que el fenómeno de la opacidad se manifestó a través del ocultamiento y las dificultades para acceder a documentos y datos oficiales relacionados con el acontecer de la política, la economía y el ámbito social del país.

La opacidad tomó diversos matices y copó los espacios de la deliberación pública. Tanto así que llegaron a ser recurrentes las restricciones para el acceso y la consulta de contenidos en internet, de acuerdo con la opinión de 57% de los consultados, quienes refirieron haber tenido este tipo de impedimentos en diversas frecuencias.

Censura 2016

 

De acuerdo a la percepción de 74% de los periodistas que participaron en esta investigación, los organismos de salud pública están entre las principales instituciones que aprietan el tornillo de la opacidad en Venezuela. Al menos 45% de ellos tuvieron obstáculos con alta frecuencia para hacer su labor periodística en centros de asistencia médica en el país.

Esta práctica de opacidad también involucró a otros actores de la salud del sector privado. Las empresas de la industria farmacéutica también se negaron a rendir cuentas sobre el manejo de medicamentos en el país, según la percepción de 54% de los encuestados.

Opacidad 2016 IPYS

 

 

Los periodistas -en distintas escalas- se toparon con prácticas de opacidad, principalmente, en grupos de manifestantes violentos (58%); partidos políticos (58%) y también en empresas productoras, distribuidoras o comercializadoras de alimentos (57%).

Los periodistas percibieron las dificultades más reiteradas de acceso a la información entre los proveedores de la industria petrolera e industrias básicas (22%); bancos y casas de bolsa (20%); las empresas importadoras (19%); y los movimientos paraestatales (15%).

Los periodistas que contribuyeron con este estudio, ubicaron en primer lugar a los organismos de salud pública. Con altas recurrencias aparecieron las instituciones del poder ejecutivo: los ministerios (42%); los organismos tributarios (31%); la Presidencia de la República (30%); las gobernaciones (29%); la Fiscalía General de la República (29%); la Contraloría General de la República (22%); y la Defensoría del Pueblo (22%).

 

IPYS 2016 Opacidad

 

 

Puede consultar el informe completo siguiendo este enlace.

Cartografia de la censura y la autocensura por Marcelino Bisbal

censuramedios

 

La información se ha vuelto un factor estratégico en estos tiempos. Nunca, como hoy, el componente información-comunicación había sido tan significativo y trascendente para la vida y la buena salud de las sociedades contemporáneas. En tal sentido, la información se constituye en un bien público para los ciudadanos y la sociedad en general. Carecer de información es andar a tientas a la hora de movernos, de tomar decisiones y de desarrollarnos como individuos.

La información no solo es importante para saber y conocer qué es lo que se debate en la esfera pública, es también requerida para la comprensión de la vida y es además un elemento clave en los procesos de producción, distribución y uso (consumo) de los bienes y servicios tanto materiales como simbólicos. En consecuencia, los límites que se impongan a recibir buena y sana información es afectar al sistema social en general. ¿Por qué? Es que, tal como nos lo apunta el sociólogo español Manuel Martín Serrano, las afectaciones al sistema informativo y comunicativo se constituyen en afectaciones al sistema social, porque no son modelos causales, sino mediacionales.

Hay un juego de alianzas entre estar informado acerca de lo que acontece y el intervenir en lo que acontece. Esto nos habla del valor del periodismo y de la comunicación en general. El escenario informativo y comunicativo del presente, cada vez más mediado por nuevos y sofisticados instrumentos tecnológicos, es de tal riqueza y complejidad a la vez que el hecho de estar informados nos hace partícipes del presente en el sentido de que “los acontecimientos sociales no son objetos que se encuentran ya hechos en alguna parte de la realidad y cuyas propiedades y avatares nos son dados a conocer de inmediato por los medios con mayor o menor fidelidad. Solo existen en la medida en que esos medios los elaboran”, nos dirá el argentino Eliseo Verón. Con otras palabras: la información se ha convertido en el espacio en donde la sociedad se ve y produce su propia realidad, nuestra realidad.

Caemos así en el tema de la censura y la autocensura. Temas críticos en la Venezuela de hoy y que implican el no conocimiento de lo que ocurre en el país con los actos del gobierno y sus consecuencias, con la comprensión de los más diversos y variados problemas de la vida pública. En conclusión, estamos frente a una sociedad y una ciudadanía que está desinformada o mal informada; que conoce algunos hechos a medias; que la información como bien público se ha desvirtuado; que el registro de los aconteceres no es siempre cierto porque las fuentes informativas no son confiables o porque se tiene miedo a decir la verdad ante presiones oficiales o privadas… El resultado presente en esta Venezuela, repleta de problemas que van desde la economía, la política, lo social y cultural y hasta la misma intimidad, es que poco a poco hemos ido perdiendo la deliberación social tan necesaria para el reconocimiento y la construcción del Ágora griega o el Foro romano como los lugares donde se reunían los ciudadanos con las autoridades para escuchar y ser escuchados.

Desde este contexto de principios nos parece importante destacar una investigación llevada a cabo por el Instituto de Prensa y Sociedad (IPYS) por segundo año consecutivo sobre el tema del periodismo venezolano y las presiones a las que está sometido. El primer trabajo (2014) tiene por título  Propietarios de la censura en Venezuela. Esa investigación llegó a la conclusión de “la opacidad en los procesos de compra-venta de la mayoría de los medios de comunicación”. Y demuestra también “cómo las ventas estuvieron forzadas por un conjunto de presiones contra los medios por su línea editorial como la apertura de procesos judiciales y cierre de fuentes de información. Tras el cambio de propiedad se evidenciaron modificaciones de la línea editorial y esfuerzos por silenciar a periodistas críticos. Una constante fue la disminución de las unidades de investigación en impresos y en televisión. Otra, la renuncia y despido de muchos periodistas”.

Ahora, esta organización no gubernamental, que tiene como objetivo la promoción y defensa de la libertad de expresión, por un mejor periodismo y por el derecho a la información y comunicación, nos ofrece otra valiosa investigación que se orienta al análisis de la censura y autocensura en el país. Su título: Estudio 2015: censura y autocensura en periodistas y medios de comunicación. Periodismo en arenas movedizas. El trabajo configura una cartografía sobre el tema a través de la consulta a 227 periodistas de medios privados, independientes, comunitarios y estatales. Abarcó 16 estados del país. ¿Conclusión?

-“Pese a que se han abierto nuevos espacios independientes y el periodismo ha tomado un respiro con nuevas iniciativas que han derivado en el cambio de la configuración del ecosistema de medios del país, el temor ha copado los espacios en los que debe de prevalecer la máxima expresión. Así se ha avanzado hasta llegar a un periodismo cohibido, domesticado, complaciente, indulgente. Un periodismo sigiloso”.

-“Los estrados francos para la denuncia y el escrutinio público se han debilitado ante las incesantes presiones. Algunas veces excesivas, otras veces menudas. En ellas se imponen las coacciones que logran distorsionar la naturaleza del periodismo como fuerza de contrapoder, un oficio indispensable en cualquier democracia”.

-“Esta es la manera en la que gira el círculo de la censura, a la velocidad de una sociedad desvirtuada, carente de independencia, pluralidad, diversidad y calidad informativa, condiciones fundamentales para garantizar la salud de la deliberación pública”.

Muchas veces se le critica a los periodistas-comunicadores de ser muy críticos y de ser más reactivos que propositivos. Sin embargo, el estudio nos presenta unas propuestas ofrecidas por los mismos periodistas encuestados: 1-La necesidad de formular una ley de acceso a la información pública (97% lo afirma). 2-Una ley de protección a los periodistas (93% lo pide). 3-Establecer una ley de reserva de fuentes (90% de los encuestados). 4-Necesario generar una ley de medios de servicio público (87% lo considera necesario). 5-Una ley de Internet (85% lo plantea). 6-Imprescindible una ley de infracciones civiles (60% la ve necesaria).

El des-orden ha ido de menos a más y a una velocidad sorprendente. El des-orden ha pasado de su ocultamiento a la absoluta transparencia. El des-orden ha salido de la privacidad de sus actos hasta enseñorearse como rutina… La fiesta y el encantamiento se acabaron. En tal sentido sería bueno recordar aquello que apreciara la filósofa política alemana Hannah Arendt en La condición humana (2005, Paidós), cuando nos expresa que “lo público es lo que puede ser visto y oído por todos, es lo que recibe la mayor publicidad posible”.

 

Marcelino Bisbal

El Nacional 

Censura, autocensura y vergüenza por Daniel Fermín Álvarez

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La censura no tiene lugar en democracia.  Es un acto aborrecible, denigrante, que sale de las entrañas de la prepotencia del poder.  También de sus temores, el temor a la verdad, a la diversidad, el temor a quedar en evidencia.  La censura busca aplastar, negar los hechos y, más allá, la mera duda sobre los hechos.  De los censurados busca el desánimo, la derrota, el sentimiento de insignificancia.

Peor que la censura es la autocensura.  Por temor al censor, al poderoso, se agacha la cabeza, en un acto que es a la vez indignante y profundamente vergonzoso.  Cree el que se autocensura estar a salvo, cuando en realidad sienta el peor de los precedentes, uno que otorga al censor todo el poder para manipular a su voluntad a su víctima, a la que sabe ahora dominada y vencida.

En Venezuela hemos conocido de sobra ambos fenómenos.  Hoy los medios no existen.  No en su condición natural.  Si hay un temblor, no lo reportan hasta que el gobierno no lo haga, no vaya a ser que los multen.  Se acabó la cobertura en vivo, de lo que sea.  Los casos más sonados ruedan ampliamente por la mensajería celular, días antes de que algún medio se atreva a reportar una noticia ya vieja, que no es novedad para nadie, en su versión más diluida.

Así, la sombra ominosa del silencio lo cubre todo. Hablar con cuidado, escribir con cautela.  No te metas en eso, deja eso así.  El abuso hace de las suyas, arremete ante la estrategia de la pasividad, ante la contradicción fulminante según la cual lo que hay que hacer es no hacer nada.  Pasar agachado es la máxima para medios, empresas, universidades y particulares que se suman a la lista de víctimas del insaciable censor.

Pero el silencio no logra nada, sólo alimenta el gran tumor del miedo y la metástasis del atropello.  Y, así, lo contagia todo… En esto no hay honor ni prudencia.  Sólo miedo.  Lo que ignora la víctima, o se hace el que lo ignora, es que su postura acomodaticia nada logra.  Todo lo contrario, su silencio lo hunde más en el abismo, su inacción es un profundo golpe contra la esperanza.

Nuestro pueblo indómito, el del cuero seco, el parejero, el del derecho a pataleo, hoy ve cómo sus referentes éticos y morales abordan resignados el tren hacia el silencio, con la vana esperanza de que en el trayecto pare por gracia o cambio del conductor.  Nada lograrán, sino perpetuar la afonía por atrofia, matar la pluma por la artritis al principio impuesta y luego autoimpuesta.

El silencio nunca servirá para nada.  Ante la censura, como acto injusto e impúdico, alzar la voz.  Ante la autocensura, vergonzosa e indignante ¡alzar la voz! Alzar la voz por la dignidad, por lo bueno y justo.  Alzar la voz por Venezuela.  Basta de silencio.

 

@danielfermin

Entendiendo el autoritarismo comunicacional por Marcelino Bisbal

HegemoníaComunicacional

 

I

La idea que moviliza este artículo es dar cuenta del conjunto de relaciones –autoritarias en su mayoría– que se han tejido entre el gobierno de Nicolás Maduro y el sector de los medios de comunicación y sus profesionales. Esas relaciones parten de lo que dejara instituido el proceso encabezado, desde 1999, por el entonces presidente Hugo Chávez Frías hasta su desaparición física en marzo de 2013; es decir, casi catorce años. Los primeros diagnósticos que se publicaron están muy bien reflejados en algunos libros que se hace necesario revisar para comprender este momento al que hemos conceptualizado como de autoritarismo comunicacional o de dictadura mediática, como refiere el filósofo Fernando Rodríguez.

Debemos mencionar, en primer lugar, Hegemonía y control comunicacional (Editorial Alfa, UCAB, 2009). Este primer ensayo-diagnóstico intenta dar luces de lo que fue la institucionalización –en palabras del régimen– de la tan nombrada hegemonía comunicacional, o de ver cómo la confrontación se fue convirtiendo en medio gubernamental y especialmente presidencial. En el libro se plantea, como idea central, que “…el gobierno juega al miedo de los venezolanos y de los medios (…) En ese sentido, los medios se han convertido en piezas claves y cajas de resonancia de la mediación social y política del presente (…) Y todo ello se suscita a través del análisis crítico, reflexivo y dialogante con el Estado-Comunicador y la hegemonía comunicacional que se ha propuesto instaurar en el país”.

Vendría después el ensayo de Andrés Cañizález: Hugo Chávez: la presidencia mediática (Editorial Alfa, 2012). Ya está consolidada la llamada hegemonía comunicacional. El gobierno, en funciones de Estado, cuenta con una gran plataforma de unidades comunicacionales desde las cuales emprende lo que Umberto Eco llamaría el populismo mediático. Se nos dice en ese texto que “más allá de la consolidación de un aparato mediático estatal sin precedentes en la historia democrática de Venezuela, el presidente Chávez gobierna desde una dimensión mediática. Dos espacios son expresión de esta acción. Por un lado está el uso de las cadenas nacionales de radio y televisión, y por el otro su programa dominical ¡Aló, Presidente! Durante sus extensas intervenciones mediáticas, el presidente no solo hace anuncios, sino que toma decisiones de política pública (…) Se trata de un hecho sin precedentes: el presidente Chávez gobierna desde lo mediático”.

El otro libro que es de obligatoria mención es Saldo en rojo. Comunicaciones y cultura en la era bolivariana (UCAB, Fundación Konrad Adenauer, 2013). Nos da cuenta, con lujo de detalles, de todo ese proceso de creación de un nuevo régimen comunicativo. Se trata de una publicación que nos ayuda a entender cómo el gobierno de antes (1999-2013), y el de ahora, conciben al sector de las comunicaciones y la cultura, donde el control social está presente combinando la represión jurídica, la represión impositiva, la represión publicitaria, la represión informativa e incluso estableciendo mecanismos de supresión de libertad de comunicación. Desde las páginas de Saldo en rojo nos damos cuenta con gran precisión de aquello que expresara el escritor Alberto Barrera Tyszka: “Este gobierno puede improvisar en todo menos en las comunicaciones. Llevamos catorce años viendo cómo se reproduce mil veces un guión”.

II

Hablar de comunicación, mejor vamos a hablar de comunicaciones, implica hablar de política y sociedad. Porque una comunicación libre, una libertad de comunicación, una libertad de expresión y un derecho tan fundamental y totalizante como es el derecho a la información y comunicación, significa entender y visualizar la calidad de la vida política que prevalece en una sociedad. Como nos lo expresa claramente el sociólogo chileno José Joaquín Brunner: “Existe una conexión profunda entre el sistema político prevaleciente en una sociedad determinada y el régimen comunicativo que aquel en parte condiciona y al cual necesita para subsistir”.

¿A qué viene esa idea-fuerza? Hoy estamos en presencia de un nuevo régimen comunicativo. La comunicación social –léase mejor información– y los medios por donde ella circula han ganado en estos ya casi diecisiete años un papel estratégico para el poder instaurado desde 1999. La idea casi exclusiva de la comunicación dentro de una economía abierta y competitiva empezó a cambiar desde los inicios del régimen chavista. Pero en el tiempo también empezarían a cambiar las comunicaciones libres, abiertas y plurales. En la denominada era bolivariana la subordinación de los medios y sus comunicaciones con respecto a la política ha sido una constante impuesta desde la cúspide del poder. Hoy, el debate político para el mundo oficialista se juega en y desde los medios, de ahí que el gobierno haya querido imponer lo que denominamos un nuevo régimen comunicativo.

Este nuevo modelo de estructura comunicacional ha intentado, con éxito, la ruptura, reorientación y reorganización del régimen comunicativo anterior, especialmente de los llamados medios públicos y los medios comunitarios y/o alternativos –nunca tan gubernamentalizados y partidizados como en el presente– con la única función de asegurar un orden fundado en controles oficiales para inducir en la sociedad la idea de que el hombre nuevo está naciendo y, al mismo tiempo, llevándose por el medio la memoria del pasado político, la historia del país, su cultura, su identidad y hasta las actitudes de tolerancia y pluralismo.

El tiempo ha transcurrido y en estos años, hasta el presente, las comunicaciones y las políticas públicas impuestas para ellas han sido de mayor control y regulación; de creación de mecanismos jurídicos que han significado intimidación y autocensura; de diseño de una amplísima plataforma mediática de carácter hegemónico y el establecimiento de una narrativa y arquitectura simbólica que ha logrado convencer a una parte del país. En definitiva, la operación que se puso en marcha desde los sucesos de 2002 se conecta con la idea expuesta en el Brasil de 1934, en plena dictadura de Getulio Vargas, cuando un grupo de intelectuales cobijados en el gobierno le dijeron a este que “los medios de comunicación no deben pensarse como simples medios de diversión, sino como armas políticas sometidas al control de la razón del Estado”.

Lo que ha venido ocurriendo en el tiempo, que nos ponen de manifiesto los textos referidos antes, es la pérdida de un periodismo crítico, plural e independiente; las restricciones a la libertad de comunicación y de información; el escandaloso secuestro de la radio-televisión pública; el asalto a Conatel para convertirlo en una entidad más política que técnica; la creación de leyes que controlan contenidos incómodos para el gobierno; la discriminación publicitaria hacia los medios que son críticos; el caso de RCTV; la concepción de las telecomunicaciones para la construcción de una sociedad socialista; el intento sostenido de querer imponer un modelo cultural distinto de corte personalista, autoritario y militarista; la cooptación política de los medios comunitarios; el ataque y agresiones físicas contra los profesionales del periodismo; la intimidación, hostigamiento judicial, restricciones administrativas y detenciones arbitrarias de periodistas; el uso de información para desprestigio de medios y periodistas…

III

Lo que hemos llamado autoritarismo comunicacional se refiere a un gobierno que esquizofrénicamente profesa una idea del poder como valor absoluto y que alienta acciones y procesos en diversos ámbitos de la vida que van en una dirección muy distinta a la de considerar a la libertad de comunicación, a la libertad de expresión y a la libertad de pensamiento como piezas fundamentales de la democracia.

Comunicaciones dependientes y subordinadas al poder. Eso es lo que hoy tenemos dentro del des-orden que nos toca vivir y que se quiere imponer como cultura. Porque el autoritarismo, así como la democracia tienen una significación  cultural.  De aquí se desprende la importancia de las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre. Desde allí, saliendo airosos con el triunfo político y electoral, podemos empezar a imaginar un futuro democrático, hecho que nos merecemos. De suceder lo contrario el autoritarismo se impondrá aún con más fuerza y con más des-orden. De TODOS nosotros depende que eso no suceda.

 

El Nacional

Diccionario de la libertad de es presión por Laureano Márquez

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AUTOCENSURA: Censura que se hace desde un vehículo en marcha en contra de una periodista o periodisto.  La autocensura se produce por el temor a ser arrollado  y termina uno diciendo: “mejor no cruzo la calle, porque vienen muchos carros”.

CENSURA: Casi lo mismo que la anterior, pero sin carro. Se entiende claramente con un ejemplo preciso: ese tema del que todos queremos hablar esta semana, pero que uno dice, mejor no me meto en problemas no vaya a ser que venga y tal y después la persona se moleste y diga: “ah bueno tú te lo buscaste y eso y ahora atente a las consecuencias”… ¿no sé si me explico?

CONSEJO EDITORIAL: ¡Mejor te callas y no cubras esa noticia salida en periódicos del exterior!

DEMANDADO: Persona que debe enfrentar en los tribunales la demanda del demandante. Demás esta decir que en los tribunales el demandado está a merced de… de…

DEMANDANTE: Obviamente el que demanda,  ya se sabe, ese mismo.

DERECHO A REPLICA: Aquí:___________________________________________________________

DIFAMACIÓN: ¡Famación!… La difamación viene del hecho de difundir una información para perjudicar el prestigio y la honorabilidad de una persona.  Es un concepto difícil, especialmente cuando el difamado es a su vez difamante y más aun sí el difamado se difama a sí mismo.  Muchas veces se usa el argumento de la difamación, para eludir la verdad. Ojo que no es el caso y si lo es ni me pronuncio.  Esto no es autocensura, ni censura, sino que uno tampoco quiere ser demandado por el demandante.

EFECTO ESCALOFRIANTE: Es lo que hace que no te provoque en determinadas ocasiones como comunicador emitir tus opiniones.  Es cuando miras para otro lado, como quien dice. Claro que cuando un sistema está completamente corrompido, ya no van quedando lados hacia los cuales desviar la mirada sin que veas algo.

ÉTICA: Normas morales que funcionan en una sociedad. Pero no perdamos mucho tiempo en esta definición completamente inoperante en el contexto contextualizado.

INFORMACION VERAZ: Dícese de la información comprobable. Si es veraz, veras  lo que te sucede como periodista.

LIBERTAD DE PENSAMIENTO: Puedes pensar lo que quieras mientras no lo digas y si lo dices que sea a favor.

LIBERTAD DE PRENSA: Libertad que tiene el que maneja los hilos del poder y otorga los dólares para prensarte por la vía del papel.

MEDIOS: (VER MIEDOS)

MIEDOS: (VER MEDIOS)

OLIGARQUIA: Gobierno de unos pocos. Pocos y los mismos por mucho tiempo. Es decir, ¿no sé si me explico?

OPINION PÚBLICA: Aquello que opina la colectividad cuando opina. Muchas veces la opinión pública se hace en privado, sobre todo cuando el ciudadano ha sido privado de la libertad. Que nadie está diciendo que sea el caso (porsia).

REVOLUCION PACÍFICA: Proceso político en el que los periodistas tienen la seguridad de que serán perseguidos, golpeados y encarcelados.

RUMOR: Noticia no confirmada, que a muchos produce risa.

VOTO: La única posibilidad que va quedando de es presión. No la pierdas.

ZAPEAR: Dice el diccionario que es cambiar de canal de televisión utilizando el mando a distancia. Realmente es ejercer el mando a distancia usando un canal de televisión para controlar la justicia.

 

@laureanomar

CNP: La prensa independiente es indispensable en un gobierno democrático

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El Colegio Nacional de Periodistas denunció que el gobierno ejerce cada día más acciones para poner fin a la prensa libre.

Con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa, que se celebra este domingo 3 de mayo, la directiva del CNP precisó que entre las limitaciones se cuentan la falta de acceso a las divisas para adquirir el papel periódico, el no acceso de los periodistas y los medios a la fuente oficial, la persecución e intimidación de periodistas, la utilización de la justicia como mecanismo de amedrentamiento y la no renovación de concesiones a los medios radioeléctricos.

Estas medidas, de acuerdo con el gremio, persiguen generar la autocensura entre los profesionales de los medios de comunicación.

La directiva del CNP exhorta al gobierno a poner fin a estas acciones «que atentan contra la prensa independiente, indispensable de los gobiernos democráticos en el mundo».

SIP: Venezuela tiene la ley más perfecta para la censura de América Latina

ENVÍO DE PAPEL DESDE COLOMBIA PARA PERIÓDICOS VENEZOLANOS

Vía El Carabobeño

El presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP, Claudio Paolillo, señaló a Uruguay, Costa Rica y Chile como los países latinoamericanos en los que se asegura una mayor la libertad de expresión, frente a Venezuela y Ecuador, que cuentan con la ley «más perfecta para la censura de América Latina».

La SIP denunció también que el Gobierno venezolano sigue negando divisas para la compra de papel para los medios impresos, lo que ha provocado problemas de escasez de papel en 30 periódicos y otros 12 rotativos dejaron de publicarse por ese motivo.

«Ahora el problema es que te enfrentas a gobiernos que se manifiestan democráticos y no respetan ni la separación de poderes, ni la libertad de expresión ni las garantías individuales», matizó. Paolillo ironizó al decir que Cuba «está fuera de concurso» y en cuya Constitución «está prohibido que haya libertad de expresión».

Con el convencimiento de que la mayoría de países americanos velan por el derecho a poder informar y opinar libremente como «elemento básico para el funcionamiento de una sociedad democrática», el periodista remarcó la «pendiente hacia la baja» que desde hace alrededor de una década está sufriendo la libertad de expresión en buena parte de América.

Las bandas de narcotráfico, la trata de personas, la corrupción y la inacción de los gobiernos son a su juicio los factores responsables de una situación que los últimos meses ha dejado un saldo de 11 periodistas asesinados.

«Es demasiado, al no tratarse de países en guerra», manifestó Paolillo, tras remarcar que «el problema» es que los delincuentes se sienten «inmunes», porque los gobiernos son «absolutamente incapaces de atraparlos y de identificar a los autores materiales e intelectuales de los crímenes».

Honduras y Paraguay registraron cada uno tres asesinatos de periodistas, mientras que en México sucedieron dos casos más y un informador fue asesinado en El Salvador, Colombia y Perú.

«Se mata a un periodista, pero también una idea u opinión que esa persona tenía para dar al resto de la sociedad», señaló el comunicador, para alertar de la «autocensura», que, a su juicio, esa situación genera entre los compañeros de las víctimas, que no quieren correr «la misma suerte» que ellos.

Ayer se celebro el «Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de los Crímenes contra los periodistas» y el presidente de la Asamblea General de la ONU, Sam Kutesa, llamó a todos los Gobiernos del mundo a garantizar la seguridad de los periodistas y a perseguir los crímenes que se cometen contra ellos.

«La primera responsabilidad los asesinos y la segunda de los Gobiernos, que son incapaces de investigar los crímenes», insistió Paolillo.

En ese sentido, sentenció que «ejercer el periodismo en México, en Honduras o Guatemala es tarea de alto riesgo» y destacó que en algunos estados mexicanos no solamente se sufre la «negligencia e inacción de los gobiernos», sino también la «complicidad de jueces, fiscales y gobernadores locales que están coludidos con los delincuentes y son parte del esquema delictivo».

Como portavoz de la SIP, reclamó la «federalización» de los crímenes contra los informadores, es decir, que sean jueces o fiscales federales y no locales los que realicen la investigación de los crímenes, para evitar que estén «imbuidos del clima de miedo de una localidad pequeña».