Aniversario de Caracas archivos - Runrun

Aniversario de Caracas

Alejandro Armas Jul 23, 2021 | Actualizado hace 4 semanas
Mi reencuentro con Caracas
Feliz cumpleaños, Caracas. Es bueno estar de vuelta para celebrarlo contigo. Te quiero

 

@AAAD25

Es algo paradójico, lo sé. Siempre me he considerado un espécimen completamente urbano. Un zoon politikon, pero no en el sentido aristotélico original. No por político, sino por habitante de una polis. No soy como esas criaturas acuáticas que pueden nadar con tranquilidad en aguas dulces y saladas. Sin embargo, casi todo lo que va de mi vida transcurrió en un estuario. En un punto donde ambas aguas se mezclan. En una zona gris. En los cerros del extremo sureste de Caracas, donde no hay edificios altos, ni avenidas anchas, ni centros comerciales entretenidos ni nada típicamente considerado como urbano. “Narnia”, lo llamaban jocosamente mis amigos. Yo mismo pensaba en el Erebor de Tolkien, la Montaña Solitaria dominada por un dragón. Como parte del municipio Baruta y más allá del desolado peaje de Hoyo de la Puerta, técnicamente seguía siendo Caracas. Pero por todo lo anterior, de alguna manera no lo era. Vivía en la ciudad y al mismo tiempo no. Una rara dialéctica hegeliana cuya síntesis nunca he tenido clara. Eso sí, no tengo ningún complejo con haberme criado por esos cerros. Al contrario, tengo hermosos recuerdos de pinos, perezas y noches silenciosas.

Pero Caracas, la ciudad en su verdadera esencia, siempre fue mi pasión y objeto de deseo. El valle citadino, visto por los ojos de un niño ilusionado desde la atalaya de su monte. Tan cerca pero tan lejos. Hasta que el niño se volvió adulto, aprendió a manejar y pudo ir al encuentro de su amante primera, sin pedirle a mamá o a papá (cualquiera que conozca la zona sabrá que el transporte público es muy limitado). Esos fueron los años dorados del romance, con toda la emoción que implica un amor consumado luego de tanta espera ansiosa.

No me importaba que me dijeran que Caracas, como el resto del país, no era ni la sombra de lo que fue antes.

Que no fuera esa Caracas donde rumbear hasta las 3:00 a. m. no era visto como un peligro, adonde Soda Stereo iba para presentarse en el Centro Comercial Mata de Coco, donde el Metro era un lugar para robustecer la cultura cívica en vez de dejarla atrás, en el andén, como novia herida. Y la razón no era que yo pensara que todo eso fuera mentira. Es un hecho. Pero igual no me importaba, porque esa no fue la Caracas que me tocó vivir, sino la de hoy y los últimos años; y como yo no tengo la máquina de H. G. Wells para regresar al pasado, tampoco iba a desaprovechar lo que sí estaba hoy a mi disposición.

Fue así como me volví un habitué del Trasnocho Cultural, de los Galpones de Los Chorros, de la Sala Cabrujas, del Ateneo, de la Concha Acústica de Bello Monte, etc. No me encerré en el este de la ciudad. Por lo menos una vez al mes, daba un paseo a pie por el centro. Normalmente partía del Parque Los Caobos rumbo al oeste por la av. Universidad, hasta los alrededores del Capitolio. Pero también me aventuraba hacia el Panteón Nacional, a las ventas de libros bajo el elevado de la av. Fuerzas Armadas, al Museo de Arte Contemporáneo que para mí siempre llevará el nombre de Sofía Ímber, a los teatros Nacional y Municipal, entre otros rincones. Todas estas cosas a veces las hacía con amigos, y a veces solo. Porque, como entona Anthony Kiedis en Under the Bridge: At least I have her love, the city, she loves me.

Hasta que… Llegaron la separación y el extrañamiento. Me fui de Caracas a la ciudad de ciudades, caput mundi. Nueva York. Si, para un adicto a la vida cultural, la caraqueña es un “tripeo” comedido, la neoyorquina es una sobredosis instantánea. Quien se pierde en sus avenidas infinitas todo el tiempo está embargado por la sensación agridulce de no tener ni en toda una vida el tiempo, ni el dinero, para consumir todo lo que la ciudad del Hudson ofrece. Siempre se acababa el fin de semana (único lapso recreativo para el estudiante) sin haber podido ver un montaje teatral off-off-Broadway, una nueva galería de arte en Brooklyn o una función de medianoche en el célebre Blue Note Jazz Club. Amé Nueva York todo ese tiempo y la sigo amando… Pero siempre añoré mi hogar. No solo a mi familia y amigos. También los sitios de Caracas que adoro. Su verdor eterno y la impresión de estar en una jungla exuberante pero domesticada, cosa particularmente ajena a las selvas de concreto de los países templados, sobre todo en invierno. Y su luz tropikal (sí, con “k”, como diría Diego Rísquez) bañándolo todo.

Para el nostálgico, “volver” es sinónimo de “abrazar” y el más hermoso de los verbos. Bello, como el final de la película homónima de Pedro Almodóvar.

Para hablar de mi regreso, no pienso evocar los verbos de Pérez Bonalde porque sería un lugar común, pese a su calidad. El trayecto en sí mismo fue una verdadera odisea, marcada por un taxi al aeropuerto que nunca llegó a la que acababa de dejar de ser mi casa (¡gracias, Metro de Nueva York, por operar todos los días a toda hora!), tener que cargar solo con algo que era más mudanza que equipaje, la obtención de una prueba PCR negativa cuyos resultados cumplieran con los absurdamente ajustados requisitos cronológicos de Maiquetía y otras dificultades. Pero finalmente aquí estaba, de vuelta a mi Ítaca caribeña.

Desde entonces, he vuelto a gozar de ella como en los viejos tiempos. He disfrutado de montajes de Beckett, Ionesco y Gustavo Ott en el Trasnocho. He visto pinturas de Jacobo Borges en la Galería Freites. He comido churros en las callecitas de El Hatillo y tomado café en la Hacienda La Trinidad. He saboreado diversos rones de esta tierra que los hace sin igual y que tanto escasean en Nueva York, donde lo quisqueyano y boricua domina el mercado de licores caribeños. Por si fuera poco, he podido hacer todo esto junto a una compañera que no es la propia Caracas, sino alguien de carne y hueso a quien he aprendido a querer sin ninguna templanza. Hasta en eso me recompensó la sultana del Ávila por regresar a sus brazos.

Y esa no fue la única novedad. La Caracas a la que volví no es exactamente igual a la que dejé en 2018, acaso el año más catastrófico que Venezuela ha vivido como nación independiente. El desabastecimiento se esfumó junto con los controles de precio que lo originaron. Lo mismo ocurrió por ende con las colas interminables en supermercados y los revendedores. El dólar fluye por todas partes y hasta los buhoneros en el Metro lo aceptan (aunque francamente, considerando la escasez de efectivo, no sé quién tendrá la osadía de cambiar al pequeño y verde Washington por un Cri-Cri). Varios negocios en todos los ramos han cerrado, por desgracia, pero uno no ve la desolación total que cabría esperar de una crisis en empeoramiento constante. Hay emprendimientos nuevos. Y no, me niego a asumir que todos y cada uno de ellos son propiedad de la nueva oligarquía eléctrica, entre otras muchas razones porque varios de ellos son de familiares, amigos y conocidos por cuya honradez y falta de vínculos con el régimen meto mano en fuego.

No pretendo que este artículo sea una oda al conformismo mediocre. Aunque menos que el resto del país, Caracas está mal. Muy mal. Nunca ha dejado de estarlo en los últimos 22 años y varios de sus problemas son incluso anteriores. Para quien pretenda restringirse a la opulencia de bodegones y nuevos restaurantes, las imágenes de la Cota 905 fueron un balde de agua fría. Es imposible pretender del todo que uno está en Monte Carlo cuando a pocos kilómetros hay una zona que más bien parece Afganistán. Aparte, por razones morales no debemos entregarnos al materialismo exclusivo de un puñado de urbanizaciones. No quiero vivir, en palabras de Rubén Blades, en una ciudad plástica, de corazón de oropel y gente que perdió por comodidad su razón de ser y su libertad.

Estas inquietudes metafísicas y existenciales me llevan a recordarle al amigo lector que, además, Caracas es una ciudad a la que pretenden cambiarle su propia esencia para hacerla más afín a los intereses de quienes la tienen en este deplorable estado. Le quieren arrancar sus raíces como capital de una república donde el mestizaje de su gente es elemento unificador, para así encender hogueras de resentimiento racial que mantengan a la sociedad polarizada. Cambiarle el nombre a la principal arteria vial de la ciudad es el gesto más reciente en esa dirección.

Hablando de Francisco Fajardo y de la fundación de la ciudad, no he dicho por qué hoy esta columna dedicada a temas políticos está siendo ocupada casi en su entereza por narraciones y reflexiones más bien privadas. Es que Caracas cumple años el domingo 25 de julio. Aunque no soy ni remotamente el único, quise poner de mi parte con la celebración de su aniversario. Para ello, solo puedo ofrecerle este tributo con mis afectos de ayer y hoy, así como el recordatorio de que hay que luchar por recuperarla a ella y a todo el país. Pero mientras se cumple el objetivo, el mejor regalo que podemos darle es, reflexivamente, recibir lo que ella pese a todo todavía nos da. Seamos agradecidos y reconozcamos el esfuerzo que el organismo entero hace por darle a cada una de sus células algo de sosiego y placer.

Feliz cumpleaños, Caracas. Es bueno estar de vuelta para celebrarlo contigo. Te quiero.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

#PasandoLaCuarentena | Fundación Espacio celebrará el aniversario de Caracas
El proyecto CCScity450 Comunidades es desarrollado por la ONG Fundación Espacio, con el apoyo institucional de la Universidad Central de Venezuela y la Universidad Simón Bolívar

La Fundación Espacio llevará a cabo una serie de encuentros virtuales, con motivo de celebrar el 453º aniversario de Caracas, el 25 de julio.

Las actividades de la Fundación Espacio se programaron del 20 al 24 de julio y se enmarcaron en su proyecto CCScity450 Comunidades, que bajo el título “Entre Comunidades”.

El proyecto surgió de las propuestas ganadoras en el concurso de programas y proyectos de intervenciones urbanas en diez sectores populares de la ciudad, realizado entre 2019 y 2020, y que se han venido implementando en dichos sectores.

Para los interesados, los encuentros buscan generar un espacio de intercambio entre las voces de los ciudadanos que viven en los sectores Catuche, Chapellín, La Charneca, Los Erasos, La Cruz, La Lucha, Las Mayas, La Vega, El Guire y El Calvario.

El objetivo de reunir a estas comunidades es conocer las experiencias y  oportunidades que existen en las zonas a partir de la organización y la participación de actores vecinales, institucionales y organizaciones no gubernamentales que comparten el deseo por mejorar el entorno urbano.

 

Además, en las sesiones dialogarán personas de las comunidades, integrantes de los equipos técnicos que ganaron el concurso, miembros de la Fundación Espacio, aliados e invitados, que darán a conocer el impacto de las propuestas del proyecto que han sido desarrolladas.

Para el día viernes 24, al finalizar los encuentros, se estrenará el micro/documental realizado por Secuencias Ciudadanas (Equipo Plano Creativo) junto a niños y adolescentes, entre 12 y 21 años, de la comunidad de El Calvario de El Hatillo.

View this post on Instagram

[ #EventosCCScity450 ] … En nuestro compromiso por limitar la propagación del #CoronavirusEnVzla hemos decido modificar nuestra acostumbrada celebración del proyecto #CCScity450. Por tanto, en el marco del aniversario 453 de la Ciudad de Caracas, proponemos mostrar a las comunidades de forma virtual dándole voz a las personas involucradas en cada sector y que nos han acompañado durante un año más de actividades en el #EspacioPúblico. … Los invitamos a conectarse por nuestro canal de YouTube y demás plataformas digitales, mediante el cual trasmitiremos un encuentro virtual #EntreComunidades donde contaremos con la participación de líderes y vecinos de las 10 comunidades que formaron parte de #CCScity450Comunidades [#C01Catuche #C02LosErasos #C04LaCharneca #C07LaCruz #C08LaLucha #C09LasMayas #C10Chapellín #C11ElGüire #C12ElCalvario #C13LaVega ] Participantes y ganadores de la convocatoria. Aliados del proyecto e Invitados especiales. … ¡Conéctate con nosotros! … #CCScity450 #CCScity450Comunidades #EventosCCScity450 #AniversarioCCScity450 #EntreComunidades #CCS453 #Caracas #Arquitectura #Ciudad #EspacioPúblico

A post shared by CCScity450 (@ccscity450) on

Sobre el proyecto y la fundación

El proyecto CCScity450 Comunidades es desarrollado por la ONG Fundación Espacio, con el apoyo institucional de la Universidad Central de Venezuela y la Universidad Simón Bolívar.

Además, cuenta con la participación de profesores y estudiantes de ambas universidades, así como de la Universidad Católica Andrés Bello y la Universidad Metropolitana, y el respaldo de una serie de instituciones, organizaciones multilaterales y empresas privadas.

A través de la web, el público podrá visitar virtualmente las comunidades y participar con preguntas o comentarios durante la programación de “Entre Comunidades”, que ofrecerá la Fundación Espacio a través del proyecto CCScity450 Comunidades.

 

Las transmisiones de talleres que se realizarán por el aniversario de Caracas iniciarán todos los días pautados a las 4:00 p.m., a través del live de su canal de YouTube CCScity450.

Para mayor información, los interesados pueden consultarla a través de la dirección ccscity450@gmail.com, a través de la página CCS City 450 o por en las cuentas de Twitter e Instagram del proyecto.

Capriles: Hoy debíamos haber amanecido con millones de huellas plasmadas para el Revocatorio

HenriqueCaprilesRandonski2

 

El gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles, exhortó este sábado a todos los venezolanos a seguir luchando y los invitó a movilizarse a Caracas el próximo jueves 3 de noviembre.

La oposición marchará el próximo 3 de noviembre hasta el Palacio de Miraflores, sede del Poder Ejecutivo en el centro de Caracas, según lo anunciaron dirigentes de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) durante la “Toma de Venezuela” llevada a cabo el miércoles.

Sin embargo, el primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello, aseguró que ese día la oposición no llegará hasta el Palacio de Miraflores.

“Nicolás Maduro seguirá siendo el Presidente de todos los venezolanos, no se vistan que no van. Miraflores es del pueblo, de la patria, no de la burguesía”, dijo el jueves desde Valencia, estado Carabobo.

Capriles también recordó este sábado que hoy los venezolanos debieron haber amanecido con millones de huellas plasmadas para el revocatorio.

 

Caracas, corazón de Venezuela por Asdrúbal Aguiar

caracas2

Celebra Caracas su 449° aniversario; aun cuando deba decir que celebrar resulta algo macabro. ¡Y es que los caraqueños vivimos otra trágica circunstancia que, a buen seguro superaremos y es, en paralelo, tanto o más gravosa que el terremoto de 1812!

Filas de hambrientos desdentados pululan por la urbe. Los muertos de la violencia o por la falta de asistencia desbordan las paredes de la morgue, y la ley de la supervivencia se sobrepone a lo que nos da textura como ciudad, es decir, al hecho cultural, fundado en lazos de afecto y solidaridad.

Unos, desde sus ostracismos, desde tierras lejanas a las que han debido emigrar por la malquerencia de nuestros gobernantes revolucionarios, cantan entristecidos como lo hacía don Andrés Bello hace más de 2 siglos: Amada sombra de la patria mía…/ ¿dónde estáis ahora /compañeros, amigos / de mi primer desvariar testigos?… Otros, pegados a la oración de Andrés Eloy piden la mediación de la Virgen olvidada, Nuestra Señora de Caracas, y optan por orarle otra vez al Nazareno de San Pablo. Piden otro milagro, otro limonero para la cura: ¡Oh, Señor, Dios de los Ejércitos /La peste aléjanos, Señor…!

Entre tanto, mientras un personaje sin documentos se aferra como invasor a la vieja Casona de Misia Jacinta, otro más lúgubre, suerte de Marqués de Casa León, disfruta de su obra destructora. Recrea con su proceder la igual satisfacción que a algunos produce el sismo que sufre la Caracas antañona e impulsa a Bolívar, presa del terror, a gritar su impía frase: “Si la naturaleza se opone…”. Y así cuenta José Domingo Díaz, que el mayordomo de los hospitales, con risa de psiquiatra enajenado, se llena de contento por el derrumbe de la casa de los españoles.

En verdad, Caracas vive épocas de luces y porfiada, cada vez que la tragedia o la traición intentan robarle su primado, renace; se niega volver al estadio previo a su fundación, cuando los primitivos habitantes del Valle de San Francisco, que mide 40 leguas hacia el este partiendo desde Borburata, viven unos de espaldas a los otros, disgregados en grupos al pie del Waraira Repano, el cerro Ávila que miman juglares y cantores.

La cuestión es que esta ciudad capital adquiere conciencia de identidad a lo largo del siglo XVII, cuando se ve dotada – por necesidad y también reclamo de sus habitantes – de instituciones que le permiten autogobernarse; como cuando disfruta de su universidad pontificia, es sede de la Capitanía General, tiene su Real Consulado y hasta una empresa Guipuzcoana que se ocupa de su economía, y que a la par nutre a la capital con navíos de la Ilustración; en otras palabras, el despertar de las fuerzas emancipadoras no vienen de la nada.

Pero esa entidad la pierde Caracas durante el siglo XVIII, desde cuando se ve sometida a la autoridad de Bogotá. Las guerras cruentas que la amilanan y el sueño de la Gran Colombia, dejan un testimonio elocuente. El propio Bolívar, su hijo ilustre, narra el deseo de su hermana de mudarse a los Estados Unidos, porque “Caracas está inhabitable”. Y le escribe a su tío Esteban Palacios con su elegía desde el Cuzco “Ud. lo encuentra todo en escombros, todos en memorias. Ud. se preguntará a sí mismo dónde están mis padres, dónde mis hermanos, dónde mis sobrinos… ¿Dónde está Caracas, se preguntará Usted?”.

Su otro momento de declinación es obra de la malquerencia de Juan Vicente Gómez. No se aclimata y prefiere a Maracay. Será necesario esperar la llegada del ronquito, el general Eleazar López Contreras, para que, asistidos por arquitectos franceses, bajo la guía de Carlos Raúl Villanueva, demos nuestro salto a la modernidad. La Reurbanización El Silencio es un testimonio de amor a los habitantes del Valle de San Francisco, pues hace ciudad y forja ciudadanía.

Pasaran 60 años, hasta 1999, durante los que, todos los presidentes, todos a uno venidos de la provincia, coquetean con la ciudad que es corazón de Venezuela. Le regalan sus autopistas, sus teatros, sus hoteles, su subterráneo, sus conexiones con el resto del país, sus grandes hospitales, su teleférico, elevándole a los caraqueños la expectativa de vida, desde 53 años suben a 74 años, por algo elemental que éstos reclaman a inicios de la democracia: ¡agua, agua, agua!

Nadie podía imaginar que Caracas se viese preterida, una vez más, por la infidelidad y una amante prostituida, La Habana de los Castro.

Ganar la libertad es hoy nuestro mayor deber ciudadano. Expulsar al invasor, una obra de conciencia. Reivindicar nuestra capitalidad, es un deber histórico. La posteridad le hará juicio a nuestra generación. Y a ese desafío me sumo, obligado, por haberle servido a Santiago de León como su gobernador, haber nacido en su esquina de la Fe, y antes de que su actual y celoso cuidador, el Alcalde Mayor, Antonio Ledezma, se viese encarcelado y con él la soberanía de Caracas.

correoaustral@gmail.com