La distinción en nuestro “mundo feliz” - Runrun
La distinción en nuestro “mundo feliz”
La propaganda roja, pero antes metafóricamente gris como en todo cosmos totalitario, ahora no recuerda tanto a Orwell, sino a Huxley y su “mundo feliz”

 

@AAAD25

El temor de millones de venezolanos durante los primeros casi 20 años de gobierno chavista fue el de una distopía totalitaria. Una segunda pesadilla estalinista tropical, modelada según la primera en la más grande de las Antillas. Había buenas razones para albergar ese miedo. El régimen se volvía no solo cada vez más intolerante al disenso, sino que además sus tentáculos ideológicos envolvían a un creciente número de aspectos de la sociedad: la agricultura, la prestación de servicios públicos, la educación y hasta la investigación científica. Además, llegó un momento en el que los ojos de Chávez eran omnipresentes, un recordatorio de la extensión incontenible del credo oficial y de los mecanismos para garantizar su cumplimiento, tal como la mirada del “Gran Hermano” en 1984.

Ahora el chavismo parece haber desechado el proyecto totalitario y optado por una forma diferente de régimen no democrático. La propaganda roja, pero antes metafóricamente gris como en todo cosmos totalitario, ahora no recuerda tanto a Orwell, sino a Huxley y su “mundo feliz”. Las imágenes de la parroquia 23 de Enero adornada con murales de Alí Primera y otros íconos de la extrema izquierda fue desplazada por una de nuevas torres empresariales en Las Mercedes, casinos y desarrollos turísticos destinados a la clientela más exclusiva.

El ethos no es de lealtad a la doctrina revolucionaria y de “pobreza digna” pese a las maniobras arteras del enemigo capitalista e imperialista que impiden la prosperidad prometida, sino de consumo desenfrenado de bienes en un país que dizque acaba de salir del averno económico. La ubicuidad del rojo metafóricamente gris fue reemplazada por una paleta de colores más diversa que una pintura de Matisse o Derain, que se manifiesta en las luces nocturnas de los edificios de oficinas y en las vallas en autopistas promocionando parrilleras, pantalones o cirugías mandibulares.

Por supuesto, como veremos más adelante, mucha de esa publicidad viene de negocios legítimos que solo están tratando de vender sus productos y servicios como cualquier empresa. En cambio, aquello que quizá sea el epítome del “mundo feliz” chavista es algo indisolublemente ligado a Miraflores. Me refiero al nuevo estadio de béisbol en La Rinconada. Aquellos juegos de la Serie del Caribe vaya que generaron polémica sobre el proceder ético de los ciudadanos en esta Venezuela de perestroika bananera.

En cuanto a mí, no creo que ir al estadio a ver batazos y fildeo en sí mismo sea un pecado. Abstenerse muy a duras penas sería un gesto efectivo de oposición al chavismo. Ya gritar a los cuatro vientos que el estadio es una maravilla por la que hay que agradecer al gobierno, mientras los hospitales del país están en estado calamitoso, pues es otra cosa.

En fin, los defensores más empecinados, no solo del estadio en sí mismo, sino de su celebración como un gran logro del chavismo sin reparar en las implicaciones morales de tal manifiesto, invocaron una afirmación peculiar para justificarse: es fútil tener escrúpulos sobre las obras del gobierno porque, de todas formas, absolutamente todo en Venezuela está contaminado por dinero malhabido. No hay ente, con o sin fines de lucro, que no sea una lavadora del dinero de la nueva casta oligárquica.

Si vas a uno de los conciertos que vuelven a realizarse en Caracas, ten la certeza de que los organizadores son enchufados. Si invitas a tu pareja a cenar en un restaurante, sobre todo si es nuevo, puedes apostar fuerte contra locha a que el propietario es testaferro de un cabecilla del PSUV. Así que ya recitarle panegíricos a Maduro por el estadio no es diferente. Como se podrán imaginar, semejante laxitud moral va de la mano con las narrativas de los “opositores” traficantes de conformismo, empeñados en negar que es urgente un cambio político en Venezuela.

Curiosamente, este mismo razonamiento, pero orientado hacia una narrativa contraria, lo usan esos señores que se ufanan de ser los únicos verdaderos opositores al chavismo y que expresan esta pretendida quintaesencia opositora señalando de peón del régimen a todo aquel que muestre, aunque sea, un segundo de gozo en Venezuela. Porque, ay, si no somos infelices las 24 horas del día, no nos creerán que este país es un infierno y nadie se apiadará de nosotros ni vendrá a nuestro rescate.

Entonces, esos videítos en Instagram en Eco, la nueva discoteca de El Rosal, te convierten en un colaboracionista de la misma talla que Philippe Pétain o Vidkun Quisling. ¿El viaje a Los Roques o a Canaima? Pues, así como en aquella película de David Lynch el protagonista es convertido en una borradora, tu visita a Francisquí o al Roraima implica, inequívocamente, tu metamorfosis en detergente para los dólares de algún enchufado, si es que tú mismo no eres uno.

Pero resulta que ambas posiciones son fácticamente incorrectas. Ergo, no sirven para justificar ni el nihilismo moral ni el afán inquisidor. La firma Ecoanalítica ha estimado que las actividades económicas, digamos, no legítimas representan 20 % del producto interno bruto venezolano. Es una cifra alarmante que expone cuán grande es el negocio sucio en el país. Pero no podemos perder de vista que eso significa que 80 % corresponde a una economía limpia. De manera que, en realidad, es mucho más probable que, con cada transacción que usted haga en Venezuela, no esté coadyuvando al delito, consciente o inconscientemente. Eso incluye los emprendimientos recientes, objeto especial de suspicacia por aparecer en medio de un entorno desolado. ¿Pero es acaso inconcebible que personas que hicieron fortuna antes de la debacle, y se abstuvieron de invertirla en Venezuela durante lo peor de la crisis, ahora lo hagan por el estímulo de menos regulaciones ruinosas?

El «todo en Venezuela está machacado por dinero sucio» es el pretexto para la gente a la que le da pereza mental hacer el esfuerzo por distinguir entre lo honrado y lo inmundo. Claro, ese esfuerzo no lo puede abarcar todo, pero hay herramientas al alcance para un conocimiento parcial. La principal es la prensa que se ha dado a la tarea de ponerle la lupa a los flujos de dinero en la elite gobernante, cosa que ha pagado con censura y hasta persecución. Medios como Armando Info, El Pitazo o este que usted lee ahora.

Así que la información está ahí, al alcance de un clic. Quien no quiera tomarse la molestia de consultarla y sobre la base de eso decidir qué consume, pues eso ya es su decisión.

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