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Otros tips sobre las elecciones
El opositor que arriesgó tanto por la libertad no saldrá a votar con la promesa de que se resolverá el problema de la cloaca, sino por superar la pesadilla chavista

 

@juliocasagar

En 1941 tuvo lugar en Venezuela un evento electoral que, en la jerga de hoy en día, podría haber sido calificada como una farsa y una operación de blanqueamiento del gomecismo y sus remanentes. Efectivamente, con una Constitución gomecista, con un sistema electoral antidemocrático de segundo grado, el mismo que había “elegido” al Benemérito y a López Contreras, se presenta al proceso electoral la candidatura de Rómulo Gallegos. La “elección” se realizó y, en aquel Congreso, Medina Angarita obtuvo 130, por 13 del autor de Doña Bárbara.

La de Gallegos fue obviamente una candidatura simbólica.Y creo que el propio Rómulo Betancourt, en uno de los mítines de la campaña, la llamó así. Además añadió, con su genio dialéctico, la característica de “lírica”. No he podido conseguir el discurso, pero siempre me llamó la atención la expresión y por eso la traigo a colación.

Lo cierto, es que detrás de aquella decisión de participar, en medio de todas las condiciones adversas, había la voluntad política de utilizar aquel evento para acometer una de las tareas más importantes de la historia política contemporánea de Venezuela: construir un partido y darle organización al sentimiento nacional por la democracia, el voto directo y las reivindicaciones sociales. No cabe ninguna duda de que esta candidatura “simbólica”, y la campaña que la acompañó, fue clave en su elección en 1948 con el mayor porcentaje con el cual se ha elegido un presidente en Venezuela: el 80 %.

En efecto, en aquel mismo año 41, y al calor de esa campaña, se funda Acción Democrática. Luego sus dirigentes se proponen, ejecutando un plan político, darle forma a la sociedad civil de la época (esa que Miquilena preguntaba con qué se comía). Formaron la Confederación Nacional de Trabajadores (CTV), la Federación Campesina de Venezuela (FVM) y la Federación Venezolana de Maestros (FVM). Incluso, fue tal el mimetismo en el proceso de constitución de estas organizaciones sociales con el “partido del pueblo” que, hasta sus símbolos y logotipos son casi copiados del de Acción Democrática.

Es cierto que para este trabajo los adecos tuvieron la “ayudita” del Partido Comunista de Venezuela. ¿Cuál ayudita? Pues que como siempre, obedeciendo las directrices internacionales del aparato partidista soviético, el PCV resolvió desertar de la lucha social venezolana para apoyar a Medina, con el argumento de que era un gobierno que apoyaba a los aliados contra Hitler. De allí nació la consigna de “Con Medina contra la reacción” sugerida por Earl Browder (el del browderismo).

Como dijimos, con este forfait a favor de AD, dejaron este campo y el de la oposición completamente libres al partido de Betancourt y Gallegos. De allí, y de la clarividencia política de sus fundadores, viene al arraigo popular de Acción Democrática.

Pero regresemos al ejemplo de la campaña electoral del 41 y de cómo la usaron los adecos para construir esa alternativa y extrapolemos el ejemplo a la actual campaña electoral que tiene lugar en este momento en Venezuela.

Creemos que cabe hacernos la pregunta ¿las fuerzas democráticas venezolanas están utilizando la campaña electoral para promover la lucha por la recuperación de la democracia y la libertad en Venezuela? Lamentablemente (salvo en casos aislados) no pareciera que es así. Si revisamos el contenido de las campañas de la mayoría de los líderes opositores, debemos concluir que están diseñadas para un país que tiene condiciones democráticas normales.

Son campañas separadas del eje central de la principal lucha de la oposición venezolana que es la de organizar a los venezolanos para salir de la pesadilla madurista.

Hay movilización de cuadros y dirigentes ciertamente. Hay un esfuerzo para salir de las catacumbas y eso es positivo, pero no pareciera que hay direccionamiento hacia la organización popular y social en función de los objetivos estratégicos.

La abstención, que es el principal adversario, no parece que ha sido enfrentada con la narrativa correcta. Es cierto que los ciudadanos quieren mejorar su calidad de vida y que los servicios que dependen de gobernadores y alcaldes sean prestados a cabalidad (sería absurdo que un candidato no hiciera referencia a estas realidades). Pero también es cierto es que esos temas no son los que movilizan al opositor que aún no está convencido de ir a votar.

El opositor que marchó, que dejó en el asfalto la suela de varios pares de zapato, que animó a vecinos a la protesta política y que arriesgó tanto por la libertad no saldrá a votar con la promesa de que se resolverá el problema de la cloaca desbordada o del hueco frente a su casa. Ese votante quiere sentir que su voto es parte de un proceso para superar la pesadilla y eso, lamentablemente en muchos casos, no ha sido planteado con claridad. Ese opositor quiere, además, que las posiciones que se obtengan serán bastiones para recuperar la democracia.

Un audio y una tragedia

Un audio y una tragedia

Finalmente, hay que anotar que, como las desgracias nunca vienen solas, a esta falencia de narrativa política de las campañas se ha sumado la incompresible carrera hacia el “autosuicidio” de la oposición. Una oposición que ha escogido, justamente, estar en una campaña electoral para decretar la “hora loca” de los dimes y diretes, las acusaciones mutuas y la lucha por los intereses particulares.

De esta manera, se ha destruido una de las pocas ventajas competitivas que habíamos logrado con el rescate de una tarjeta unitaria. No era fatal hacerlo tan mal. Pero en muchos casos lo estamos haciendo. Ojalá, en estos pocos días, se rectifique y se reoriente la estrategia. Estamos a tiempo.

No obstante, como hemos dicho en notas anteriores, el 22 de noviembre seguirá habiendo una Venezuela con los mismos problemas. Habrá un número importante de líderes con posiciones conquistadas. Y que pueden ser (dependerá de ellos) una parte del capital semilla para la refundación de la oposición democrática.

La comunidad internacional, como le han expresado al presidente Guaidó, continuará apoyando nuestra lucha democrática. El objetivo estratégico seguirá planteado.

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