Las mentiras se pagan
En el célebre, popular y clásico cuento infantil, a Pinocho le crecía la nariz por mentir, en la realidad política a los mentirosos se les sale la fechoría charlatana por los poros, sudan perversión, huelen mal y apestan. Bolichicos, burócratas corrompidos, sinvergüenzas y politiqueros de pantaletas bajas que han cohabitado, mantenido al régimen -con retribución a la autorización del bandidaje-, están conscientes que los montones de dinero robados se pueden perder si el castrismo madurismo continua como va; seguirá equivocándose, perdiendo la simpatía ciudadana, al punto de que unas elecciones bien hechas, sin tribunales electorales desacreditados y pre-pagados, le resultarán desastrosas, no hay ni siquiera chispazos de esperanza en el rojo y desfigurado panorama.
De allí que el colaboracionismo cohabitante insiste en votaciones sin el cese de la usurpación ni condiciones, es decir, con Maduro en el poder, acompañado de su banda de verdugos, cleptómanos y desequilibrados que vienen ejecutando la invasión del país para sus patronos cubanos. Difícil de creer, sin embargo, la verdad siempre se impone. El “establishment” rojo rojito patibulario ha estado claro. De no ser ellos los que sustituyan al chavismo, éste puede continuar; no se admiten outsiders, y si aparecen, hay que demolerlos sin compasión.
La dictadura, aconsejada por la fría desfachatez castrista, empuja a los cómplices corrompidos y traficantes a comprar su propia red de difusión, contratan voceros sólidamente financiados, para afirmar en un acto de magia macabro que los antagonistas complacientes son desordenados, embusteros e incompetentes, elaboran lo que suele llamarse una “matriz de opinión” para sembrar dudas y angustias tanto en la población como en los dirigentes, al mismo tiempo que construyen con riqueza sucia, favores y micrófonos dispuestos, un estorbo pequeño, demacrado, que en realidad es su servil empleado, afirmando que los formales adversarios son ellos, que dialogan exitosos con una tiranía dispuesta a cogobernar para felicidad de todos. ¡Patéticos, pero dañinos!
Al mismo tiempo, dan rueda libre, liberan a sus tétricas y tenebrosas fieras disfrazadas, ofrecen fortuna a los enclenques mentales, sin artritis y poco solidos diputados que aparecen lealmente de oposición para abrirles las agallas de ambición, codicia y necesidad, atestar sus cuentas, prometiendo liderazgo parlamentario si logran que Guaidó pierda la elección en la directiva de la Asamblea Nacional el 5 de enero de 2020, para que la presidencia la ocupe uno de ellos rodeado con gasas de gloria y poder, comprometiendo vanidades de una inaceptable posición en la prolongación de la tiranía.
Rechazan con furia a la verdadera oposición que no transige, valiente, sin ambigüedades, coherente, que sólo acepta plena libertad y democracia, eficiente y dedicada a la reconstrucción del país, que no dialoga con criminales, encubridores ni corruptos. Pero el amancebamiento mórbido, conveniente, asustadizo, con aparentes temblequeos; soñadores y fantasiosos de bienestares personales, egoísmos malsanos y egocentrismos orgásmicos que los hacen caer en tentaciones indebidas, sólo tratan de simular para que los opositores verdaderos, honestos, ciudadanos de principios éticos, valores morales y buenas costumbres, crean que son defensas de espacio, toma de posiciones, y no de billetes con groseros privilegios y mugrientas prebendas.
Pero las mentiras y fallas se pagan. El interinato las cancela con pérdida de la confianza popular. Sus indecisiones, debilidad con las malas compañías, peligrosamente rodeado de lo peor, mientras parlamentarios embozados no logran ocultar por completo su traición y terminan expuestos al público por rumores primero, un periodista que exhibe nombres y detalles después. La verdad persistentemente sale a la luz. Aunque sea débil, es un bombillo que nunca se apaga.
Las mentiras, felonías, indignidades, traiciones se pagan, y no sólo con narices más largas.