El entresijo de una transición: ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario, por Armando Martini Pietri
El entresijo de una transición: ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario, por Armando Martini Pietri

 

La comprometida crisis social de principios morales y éticos, económica e institucional ha generado un consenso que, con la excepción del núcleo duro de la dictadura madurista, que incluso amenaza con quebrar al chavismo por dentro, coinciden en que la situación se ha vuelto inviable e insostenible. La hiperinflación, presión internacional, fuerza ciudadana, represión de la protesta social reivindicativa, presos políticos, saqueo y ruina de PDVSA, ya no se pueden ocultar, el descontento de más del 85% es evidente. ¡Fuera Maduro! es el clamor ciudadano.  

Una tormenta perfecta que azota a Venezuela. Y, a pesar de la aparente fortaleza oficialista, que logró liquidar a sus adversarios -aunque los méritos no le son del todo atribuibles- las potencias críticas contra el régimen siguen esperando se produzca un cambio. No obstante, la especulación de un posible pacto delictivo entre el castro madurismo y un sector infame, sumiso y cooperante de la mal llamada oposición. O, una crisis interna del oficialismo que dé paso a una transición, son de considerarse con seriedad.

Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario, se dice que expresó el finado presidente Pérez en relación a lo que se esperaba hiciera. Podríamos utilizar la misma frase ahora que se habla con insistencia de una transición como salida al desastre castro madurista a una opción diferente de Gobierno. O sea, continuar con la ignominia que padecemos, la contraria sería la ruptura total, la intermedia -“lo contrario”- una transición.

Lo que pocos manifiestan es que esa transformación sería -como otra expresión conocida-, ayer estábamos al borde del abismo, hoy hemos dado un paso hacia delante. Porque la pregunta que se habría de escudriñar y responder ¿transición con quién?

Por un lado, tenemos incapaces hasta para aplicar su propia ideología política y por el otro una oposición -que no toda- contradictoria que a veces dice sí, a veces no, otra afirma con la cabeza mientras proclama distinto a través de micrófonos, niega lo que acepta, y admite lo que niega. En ese penduleo repugnante, los unos y los otros han dejado caer el país en la peor situación de su historia.

Veámoslo desde este punto de vista. Las personas colocan sus ahorros en una entidad financiera, es decir, confían en el banco. Con sus economías se otorgan préstamos y financiamientos. Es decir, los ahorristas son socios, aunque no tengan acciones. Si un partido político se opone a un Gobierno, que con aprensión califica de dictadura y violador de los Derechos Humanos, pero dialoga sin condiciones, se reúne en secreto y aprovecha las “prebendas del poder”, ¿está asociado o no?

Entonces, digamos que el régimen sucumbe, como todo indica sucederá, ¿con quién se organiza y se desarrolla esa transición? Por un lado, están los ladrones, corruptos y represores responsables de la catástrofe; por el otro, los que han ejercido una oposición sumisa, cómplice y cooperante que discute temerosa, critica y blandengue no se enfrenta, y al llamado sus seguidores votaron masivamente el 16 de julio 2017 para que cumpliera un mandato, hicieron lo contrario. ¿No fue eso -para no entrar en detalles sórdidos- un desfalco, un robo descarado a la voluntad de la mayoría ciudadana?

¿Con quién puede organizarse y desarrollarse una transición confiable, creíble y eficaz? Porque además estamos hablando de que, para una alternativa verdadera, quienes estén a cargo serán responsables y garantes de reconstruir una nación que prácticamente no existe, sin producción agropecuaria, un sector industrial operando en mínimos, producción minera reducida a escenarios primitivos, y una industria petrolera cayéndose a pedazos, arruinada e insolvente.

Se resalta mucho que hay políticos honestos y esforzados, pero también hay que resaltar que existen bandidos deshonestos y oportunistas aprovechadores, ¿cuáles son cuáles? “Por sus obras los conoceréis”, señala la sabia advertencia bíblica. La cuestión está en precisar, a los oficialistas e impostores opositores, cuáles son los militantes y dirigentes honrados a carta cabal y cuáles los delincuentes farsantes, porque hasta donde sabemos los partidos actúan, con voces y expresiones corporativas, no cada militante individual.

Entonces, ¿con quiénes se hará la transición? ¿Con los partidos opositores sólo por ser opositores y con los oficialistas que ahora critican a sus camaradas y de quienes fueron cómplices durante años? No estamos negando lo que de bueno hayan hecho, sino preguntándonos quiénes podrán ser los integrantes de una evolución cuyo primer objetivo, inevitable, es sacar a la nación de la hediondez de la corrupción y conducirla a una república democrática sana, honesta, de principios éticos, valores morales y buenas costumbres ciudadanas.

Más que un equívoco, sería una estupidez imperdonable reconstruir un país conservando los mismos pecados y pecadores de siempre, que es lo que hemos renovado irresponsablemente durante demasiado tiempo. Chávez no llegó al poder sólo porque dio un golpe de estado, sino porque la ciudadanía estaba harta de trajines, confabulaciones y connivencias que mientras actuaban en democracia mantenían silencios estruendosos sobre las graves fallas, y afonías tan ruidosas que les impedían escuchar reclamos de la calle. Ciertamente, hubo excepciones, tuvimos políticos coherentes, auténticos que lanzaron advertencias, hicieron reclamos, pero no fueron escuchados.

Insensato e irresponsable pretender una transición con los mismos picaros bribones a los cuales la moral y ética de la inmensa mayoría rechaza y aborrece, los sabe mentirosos, fracasados, incompetentes, encubridores y compinches. Los partidos políticos, sus dirigentes y militantes no están para disfrutar el poder sino hacer del poder un abanico de acciones para forjar y realizar el bienestar social, económico, cultural y moral de un país.

La pregunta que se están haciendo cada día más venezolanos es justamente ésa, ¿transición con quiénes? No obstante, el quid del asunto consiste en dar pasos firmes y contundentes alrededor de la verdadera, valiente y coherente oposición, que expone la verdad sin tapujos ni medias tintas, antes minoría hoy mayoría indiscutible, dispuestos a dar la batalla, para salir de esta humillación colectiva, quitándole la incitativa a la dictadura y sus “opositores” aliados.

 

@ArmandoMartini