¿Me voy o quedo? Por Antonio José Monagas

pregunta

 

En la situación de crisis que vive Venezuela, múltiples problemas han irrumpido su faz como resultado de la desorientación que afecta a quienes poco o nada comprenden cómo los procesos políticos, sociales y económicos son consustanciales con los estadios de crecimiento y desarrollo marcados por la historia contemporánea. Pero también, por la historia de las civilizaciones organizadas. Cuando se suscitan tan graves reveses, las realidades son incapaces de regirse por pautas elaboradas a instancia de un ordenamiento sostenible. Se comportan a instancia de tendencias cuyas direcciones se tornan azarosas. Y por tanto, profundamente conflictivas.

 

Toda crisis con la fuerza para desbalancear las capacidades y fortalezas de una sociedad, generalmente son inducidas por quienes hacen de la política su mejor ocupación. En otras palabras, su más insaciable apetencia. En medio de tan gruesos desarreglos, las confusiones cunden todo el horizonte de una nación. Particularmente, porque oscurecen la visual de una gerencia pública debilitada por las contingencias provocadas por la reticencia de sucesivos problemas.

 

En el fragor de tan dramático estado de hechos, como en efecto acontece en Venezuela, se dan problemas que tocan al hombre en su fuero emocional y personal. Desde luego, empresas, instituciones, gremios, colectivos de toda naturaleza, no escapan de dichos problemas. Estas realidades son abatidas por las bruscas sacudidas que tanto desbarajuste incita. Se instaura una lucha inmisericorde contra la voluntad y las capacidades. Y peor aún, contra proyectos, sueños y esperanzas de vida.

 

Tan pertinente temática, ha sido considerada por profesores de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, de la Universidad de Los Andes, con el propósito de animar interesantes debates entre miembros de la comunidad universitaria. Así se hace necesario concienciar rutas de salida del dilema que ha venido instalándose al amparo de la coyuntura que tiene abatido al país. Más, al reconocer que Venezuela vive una recesión que, como nunca, ha atropellado todas sus manifestaciones.

 

Pudiera ser que la situación venezolana sea estructural lo cual haría que todo empeore. Pero aunque esta sea una postura bastante derrotista, también cabe pensar que todo pueda apuntar hacia una solución vecina. Es ahí donde valen argumentos que convaliden el derecho de tantos venezolanos de asentir su futuro en un lugar que pueda garantizarle una calidad de vida cónsona con sus esperanzas. Por eso, la pregunta de los profesores Cesar García y Heiberg Castellanos sobre “¿me voy o me quedo?” tiene pleno contenido.

 

No es secreto que las aulas universitarias están en crisis porque el país está en crisis. Esa misma crisis, sigue un curso de movilidad cuyas implicaciones políticas lucen bastante inciertas. La incertidumbre, ni siquiera puede ser escasamente definida. Cada vez se complica más, al sumarle los problemas que están causándole al país la diáspora de venezolanos que huyen afanadamente buscando la seguridad, la paz y el sosiego toda vez que dichas condiciones se esfumaron del territorio venezolano.

 

Sin embargo, la pregunta de los profesores García y Castellanos no deja de tener el sentido y la precisión del problema que representa dejar al país en pos de un futuro asertivo, o continuar padeciendo en Venezuela los avatares de la inseguridad. Aunque se diga que “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”. Este aforismo, puede servir para expresar que quienes se quedan serán quienes resistirán los embates a conciencia de que serán los combatientes apostados en la primera línea de combate. Mientras que quienes han partido del país, constituirán la retaguardia. Ellos sabrán dar la pelea bajo otra estrategia igualmente efectiva. Así, entre ambos flancos, reducirán al enemigo hasta su total rendición. Así que bien vale contestarse tan cruda interrogante, ¿Me voy o me quedo?

 

@ajmonagas