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La deriva y el naufragio, por Armando Armas

Una embarcación está a la deriva cuando no hay control y carece de rumbo haciendo más alta la probabilidad de hundimiento o naufragio.

Esto es Venezuela hoy en día: Un pais a la deriva. Estamos a merced de las olas de ira, rencor y frustración de nuestros compatriotas más necesitados y de vientos huracanados de un contexto global cada día más complejo que soplan en función de las grandes potencias mundiales que manejan sin escrúpulos sus intereses de poder político y económico.

Una tripulación que está a la deriva puede sacar lo peor y/o lo mejor de sí misma y de sus integrantes. Pueden asumir una actitud de “sálvese quien pueda” con lo cual la desconfianza y el individualismo serán las actitudes predominantes. El resultado: alguna probabilidad de supervivencia de uno o algunos de los integrantes marcada por el trauma.

Pero también se puede escoger otro camino. Se puede tomar conciencia de la urgencia de la situación, decidir sobre la necesidad de poner el respeto a vida humana como valor fundamental y decidir sobrevivir en conjunto y trabajar en equipo para lograrlo, tomando en cuenta los riesgos y los peligros latentes claro está. Hacer todo lo posible para llegar a buen puerto o ser rescatados sin morirse deshidratados o por inanición en el camino.

Duele en el alma ser testigo de como una situación de “deriva” motivó a decenas de jóvenes venezolanos a aventurarse al mar en busca de un destino mejor y que el resultado haya sido el naufragio de la embarcación y la muerte de varios de ellos.

El naufragio de los jóvenes que salieron de las costas del estado Falcon el martes pasado evoca la desesperación de todo un país que se desintegra día tras día de una manera desgarradora y que, a primera vista, no deja otra opción que huir de el a como de lugar. El Irse del país es, tristemente, el tema de conversación más popular entre jóvenes -y no tan jóvenes- venezolanos por estos días y es, sin lugar a dudas, la materialización de la actitud de “sálvese quien pueda” en este contexto.

Nos estamos desintegrando como sociedad y el naufragio de Venezuela se traduciría en la muerte y la perdida de todo tipo de esperanzas de salir airosos de esta tragedia por la cual estamos atravesando.

Encontrar un rumbo, designar un capitán, dilucidar los roles de la tripulación, maniobrar las olas y aprovechar las corrientes de vientos a nuestro favor es lo que hará que nuestra situación de deriva no se convierta en un naufragio y que más bien logremos -UNIDOS- en paz y en democracia ser recordados como una generación que logró el más espectacular de los milagros: el milagro del rescate de Venezuela.

El tiempo apremia así que manos a la obra.

Categorías: Opinión

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