¿Tenemos líderes? por Carlos Dorado
Soy un firme creyente de que los verdaderos líderes no surgen de la nada, ni por reacción espontánea. Deben desarrollarse, prepararse y educarse, de tal manera que vayan adquiriendo los conocimientos y las cualidades que debería tener un verdadero y eficiente liderazgo.
Un liderazgo debe ser fuerte; pero no grosero, debe ser amable; pero no débil, debe ser atrevido; pero no abusador, debe ser considerado; pero no perezoso, debe ser humilde; pero no tímido, debe ser orgulloso; pero no soberbio, debe tener sentido del humor; pero sin insensatez. Y sobre todo; debe tener visión de futuro, y que pueda ver las cosas; no sólo como son, sino como deberían ser, y haciendo todo lo posible para que se conviertan en realidad; ya que el verdadero liderazgo es precisamente eso: un fuerte e irrenunciable compromiso con una idea, un sueño, y la visión de un futuro mejor; logrando con sus acciones y su ejemplo, inspirar a muchos otros a soñar más, a aprender más, a hacer más y a ser mejores para así lograr entre todos una mejor sociedad.
Hay la falsa creencia de que para ser un líder se necesitas tener un cargo, o ser poderoso, o influyente. No, para ser un líder en cualquier ámbito, solo se requiere estar preparado y muy comprometido con una idea, para que un grupo, bien sea grande o pequeño, esté dispuesto a seguirlo, porque sienten que se les transmite capacidad, sabiduría, competencia, convicciones, y la energía para materializar esa idea.
La verdadera esencia de un líder no es sólo lo que él pueda hacer, sino lo que motiva a otros para que lo hagan. Sin olvidarse en ningún momento, que no se puede guiar a alguien por un puente, si antes no se ha construido, ya que se le estaría llevando a un precipicio; y peor aún pretender guiar a los demás, cuando se es incapaz de guiarse a sí mismo.
Para esto, se requiere de dos valores fundamentales: coraje y justicia. El coraje, que es esa fuerza indetenible que logra hacer realidad un sueño, a costa de lo que sea necesario, y mirando en todo momento al miedo de frente y a la cara hasta dominarlo y quitarle todo su poder, y aprendiendo del dolor; a sabiendas y con la firme convicción de que ese sueño merece la pena hacerlo realidad, a pesar de las miles de pesadillas que conlleva. Por otro lado; la justicia es esa línea sutil que nos invita a medir a todos con el metro de cien centímetros, sin que podamos darnos el lujo de caer en la tentación de medir a algunos con un metro de noventa centímetros y a otros con el de ciento cinco. La injusticia surge precisamente cuando los iguales son tratados desigualmente, y los desiguales tratados del mismo modo. Por consiguiente, sin coraje y sin un sentido estricto de la justicia, ningún líder puede comandar y mantener el respeto de sus seguidores.
Sin embargo; las sociedades creen con mucha facilidad en aquello que desean, y muchas veces se confunden, y en su afán de lograr sueños imposibles, construyen líderes con ligereza; sin analizar los principios, la preparación y las capacidades de los líderes. Es así que estos sueños terminan convirtiéndose en pesadillas. Como decía mi padre:” Carlos, creer es más fácil que pensar, por eso hay muchos más creyentes que filósofos”
En la vida es tan importante decidir lo que no hay que hacer, como decidir lo que hay que hacer. ¿Nuestros líderes son líderes? ¿Saben lo que hay que hacer? ¿Saben lo que no hay que hacer? ¿Saben en lo que deben convertirse?, ¿Nuestros líderes?…. ¿es que acaso tenemos líderes?
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