Eduardo Samán: el candidato invisible que se lanzó contra el madurismo - Runrun
Eduardo Samán: el candidato invisible que se lanzó contra el madurismo
El ex candidato a la alcaldía del municipio Libertador, del Distrito Capital, repitió una y otra vez durante toda la jornada electoral, ante las cámaras y lejos de ellas, cómo su postulación había sido ninguneada por un CNE que jamás puso su nombre y apellido en el tarjetón electoral. Sus críticas parecían la de un opositor. Pero esta vez, ese opositor era chavista

 

@loremelendez

–YO TE VOY A DECIR UNA COSA, a mí me parece horrible lo que le hicieron a Eduardo Samán. Me dio rabia, pero yo no vote por él porque la que va a ganar es Erika. Ella es la que tiene la maquinaria, él no.

–Si ni siquiera apareció en el tarjetón… Entonces, nadie votó por Samán, porque nadie sabe qué fue lo que pasó.

–La gente sí  sabe, pero esa fue una jugarreta del CNE para evitar que él participara. Eso es muy feo y pone mal al CNE.

–Y a nosotros, porque Samán es un hombre preparado, de la farmacia…

Diálogo de dos votantes a las afueras del liceo Miguel Antonio Caro, en Catia, Caracas

Fueron 48.010 electores los que lo respaldaron. Aunque su nombre no aparecía en la tarjeta de ningún partido ni salía impreso en las papeletas, aunque la fe de errata que el Consejo Nacional Electoral (CNE) debía publicar en cada centro electoral para informar sobre su candidatura nunca llegó, aunque algunos miembros de mesa desconocían que los votos del Partido Comunista de Venezuela (PCV) y de Patria Para Todos (PPT) iban a parar directamente a Samán, más de 48 mil personas apoyaron la postulación del ex ministro chavista que este año desafió a Nicolás Maduro al lanzarse contra su candidata, Erika Farías, por la Alcaldía de Libertador.

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“Es una vergüenza institucional, una vergüenza nacional, es un proceso democrático con vicios graves. Nunca se publicó una lista de candidatos admitidos. El CNE no respondió a una sola comunicación, violando la Constitución de la República y violando todo el estado de derecho que hay en el país”, señalaba Samán ese domingo, 10 de diciembre, mientras subía las escaleras de la Unidad Educativa Bicentenario Republicano en zapatos deportivos y jeans. Ahí, en esa escuela ubicada al lado de su edificio en Parque Central, estaba su centro de votación y justo en la mesa 11 le tocaba sufragar.

Desde que arribó, poco antes de las 9:30 de la mañana, el también farmaceuta y profesor universitario criticó cada una de las irregularidades que vio: desde la ausencia de volantes que aclararan lo que había pasado con su candidatura invisible, hasta la imposibilidad de que dejaran entrar a los periodistas para que registraran el momento en el que votaba. Su actitud era la de un candidato de oposición, la de uno que desconfiaba de cada decisión del ente electoral, la de uno que –tarde o temprano– declararía que todo el proceso era un fraude. Le pasó como a los dirigentes de la MUD que, en las Regionales de octubre pasado, querían sustituir las postulaciones iniciales por otras y no los dejaron. La diferencia es que, esta vez, era un chavista el que reconocía todas las fallas. Nadie habló, sin embargo, del mural de Samán que esa misma escuela tenía en una de sus paredes externas, propaganda que de acuerdo con la Ley Orgánica de Procesos Electorales está prohibida en cualquier institución de educación preescolar, básica y media.

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Samán, quien durante años estuvo a la cabeza del Servicio Autónomo de Propiedad Intelectual (SAPI) y del Instituto para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios (Indepabis), votó mientras lo grababan con celulares y tablets de un puñado de medios digitales como Venezuelanalysis, Punto de Encuentro y Lucha de clases. No había ninguna televisora allí y por eso denunció que lo habían vetado de las pantallas del Sistema Nacional de Medios Públicos y que las compañías privadas habían hecho lo mismo al evitar que fuese entrevistado en alguno de sus programas. “El único que sí me invitó fue Carlos Croes (periodista y director de Televen) porque no se deja imponer nada”, advirtió. Del colegio se fue a pie hasta otro centro de votación: el Liceo Andrés Bello, en la avenida México, que quedaba a tres cuadras. Allí sí estaban las cámaras que él buscaba.

“La gente viene a votar por mí y no consigue mi nombre”

“Yo vivo en Parque Central, en el mismo apartamento de dos habitaciones que compré en el 96”… “Sí, yo soy revolucionario, pero no estoy de acuerdo con lo que están haciendo”… “Es que yo no estoy haciendo politiquería con mi candidatura a la Alcaldía. Yo voy a trabajar”… “Se está imponiendo una fracción anticomunista en el gobierno”… “Me postularon a mí y se desataron los demonios”… Con frases como estas, Samán le hablaba a sus seguidores allí, en la acera, frente al Liceo Andrés Bello. Durante más de tres horas, saludó de lejos, estrechó manos, contestó a los “profe, ¿cómo está?” y hasta acarició la cabeza de los niños que casi siempre llegaban en los brazos de algún simpatizante. Nunca hubo una marea de gente que lo rodeara y lo celebrara, pero sí quien se le acercaba con respeto a decirle que lo apoyaba. A todos les explicaba que su candidatura, aunque invisible, se mantenía. “La gente viene a votar por mí y no consigue mi nombre”, les decía. Y volvía a recitar los obstáculos a los que se había enfrentado para intentar llegar a ser alcalde de la capital venezolana.

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Eso mismo le comentaba a los reporteros que lo abordaron. Medios internacionales, radios nacionales y páginas web le preguntaban si había encontrado irregularidades en el proceso electoral y él hablaba sobre lo sucedido con su postulación. “Eduardo, mi amor, Dios me lo bendiga y Chávez me lo favorezca”, pronunció una periodista justo antes de grabar su declaración.

“Si él hubiese llamado a la lista del circuito, y hubiese contactado a los psuvistas y a los comunistas, lo hubiésemos apoyado. Pero él se alejó”, reclamaba Carmen Dueñas, una electora de Candelaria que veía de lejos a Samán mientras este hablaba frente a una cámara. “Va a ganar Erika, porque recuerda que ella es legado del presidente Chávez, su alumna, y viene de los predios del Frente Francisco de Miranda, que eso  es muy importante y tiene que ver el trabajo de las personas”, sentenció. A su lado, otra votante aclaraba que al candidato del PPT y el PCV le había faltado calle. “Uno tiene que estar pendiente de su gente”, agregó.

A unos metros de ellas, dos mujeres maduras miraban al candidato con intención de acercársele. Eran sus vecinas. “A él lo inhabilitaron. ¿Por qué? No sabemos. Bueno, el asunto fue que lo sacaron del listado y uno vota por el PPT o por el PCV y no sale el nombre de él, porque a mí me pasó así”, decía una mujer que desconocía que, pese a que no apareciera “Eduardo Samán” en la papeleta, ese voto sí se contaría en su favor.

Una ex alumna de Samán también andaba por esos predios, aunque sin intenciones de llegar hasta donde estaba el hoy ex candidato. Afirmaba que, desde su cátedra en la Universidad Central de Venezuela, llevaba la política hasta la química, que era la materia que él impartía a los estudiantes de primer año de Farmacia. “¿Que cómo lo hacía? Bueno, se las ingeniaba y nos contaba sobre todas sus experiencias en política. Tuvimos más bien nosotros que pagarle a un profesor aparte para que nos enseñara la clase que se supone debíamos ver con él. Como profesor, no me gustó, porque química, de él, no aprendí”, señaló, al tiempo que dudó sobre su nueva posición política que, desde junio, adversaba a Maduro. “No sé qué pensar de que se haya cambiado a último momento, no sé si es cierto o no. Y si lo es, ya sabrá él si lo está haciendo por conveniencia (…) Que quiera a Caracas, no sé. Pero mejor que Jorge Rodríguez va a ser cualquiera”, añadió la muchacha.

Las horas siguientes de Samán transcurrieron entre su apartamento, en Parque Central, entrevistas de radio y recorridos a centros electorales en donde confirmó que sus llamados al sufragio no habían surtido efecto. Horas antes había admitido que una parte de la población acataba la convocatoria a la abstención hecha por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Sin embargo, para él, el grueso de la población no acudió  a las elecciones simplemente porque desconfiaba del CNE. “La gente no ha venido a votar porque se siente indignada”, acotó.

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Mientras, en la sede del PPT en Plaza Venezuela, “los compa”, una decena de jóvenes que se dedicaban a publicar mensajes propagandísticos de Samán en redes sociales, hacían lo suyo desde tablets y teléfonos. Fue así como lograron que durante varias horas se mantuviera de primera en las tendencias de Twitter frases como #HoyGanaSamán o #SamánVictorioso. Pero en la vida real, ninguna artimaña digital sirvió para que el resultado de los comicios favoreciera al ex ministro. A pesar del nerviosismo de las últimas horas, de las críticas contra la prórroga del cierre de los centros electorales, de las esperanzas que aún guardaban algunos militantes y simpatizantes del candidato, Farías se impuso con comodidad ante sus adversarios: más de 493 mil votos y 66,18% de las papeletas con su nombre. Samán, el invisible, quedó en cuarto lugar, con sus 48 mil votos y la preferencia de apenas 6,44% de los votantes del Distrito Capital. La “mitad del chavismo” que esperaba que le respondiera en esta jornada, nunca se manifestó.

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Antes de la lectura del primer boletín del CNE, el candidato se había encerrado durante un par de horas en una de las oficinas del PPT. Samán, quien durante toda la jornada había intentado hacerse visible ante los medios que supuestamente lo censuraban y ante los mismos electores que quería atraer, se mantuvo fuera de foco, en silencio, escondido. Tras los resultados y la tendencia irreversible, convocó entonces a los tuiteros, a los miembros de los partidos que lo apoyaron, a quienes lo ayudaron en su campaña. A todos les agradeció y les recordó los obstáculos que habían atravesado en su intento por ser alcalde: la ausencia de su nombre, la fe de errata que nunca llegó, la desinformación. Todo aquello que lo había hecho convertirse en el postulado que nadie veía ni en los tarjetones ni en las papeletas. Y así, tras reconocer que no había ganado, les dijo: “Yo no me siento derrotado”.

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