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Opinión

¿PsicoCLAPs? (II), por Alejandro Moreano

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Poner en marcha un programa skinneriano para obtener que un organismo adquiera y mantenga una determinada conducta, no es fácil. Se ejecuta muy bien en laboratorio porque se dan todas las condiciones que facilitan el control pleno de la aplicación de refuerzos y la conducta que se desea implantar en ratas o palomas, sólo es reforzada de manera automática en un espacio de tiempo preciso y no en otro. Sin embargo, cualquier descuido, un retraso, por ejemplo, en el funcionamiento del mecanismo, hace que sea reforzada no la conducta querida sino otra que el organismo emitió durante ese mínimo tiempo antes de la que se trata de implantar lo que da origen a las llamadas conductas supersticiosas no deseadas.

Cuando se trata de hacer lo mismo fuera del laboratorio, en condiciones naturales, y el organismo además es un sujeto humano, el control de las circunstancias no puede ser riguroso, sobre todo si ese sujeto no es un individuo sino un grupo o conjunto social. Skinner elaboró programas de control de la conducta social de toda una ciudad mediana dentro de un proyecto de programación de culturas llegando incluso a ensayarlo en alguna ocasión, pero el resultado no fue como esperaba. No sabemos si el gobierno tailandés quemó las cosechas y aplicó el reforzamiento con comida contra los subversivos, como expuse en mi artículo anterior.

No descarto que algún modificador de conducta formado en la UCV durante el tiempo en que Chirinos y su orientación conductista dominaron en la Escuela de Psicología haya pensado así los CLAP. Si así no se pensaron, parecen encaminados a ese propósito objetivamente. Muchos dirigentes políticos del régimen, desde gobernadores y alcaldes hasta jefes locales, han expresado claramente que las famosas bolsas son sólo para los chavistas, lo cual implica ya un intento de control conductual. La impreparación, el desorden y la incapacidad de un mínimo de disciplina típica de quienes tendrían que aplicarlo, aparte de que el sujeto del experimento tiene conciencia, afectividad y capacidad de libertad, conspiran contra el éxito.

Para Skinner, la conducta se ha de controlar no con castigos –aversivos– sino con refuerzos, cosa que le hizo calificar a Chomsky su teoría de “fascismo sin lágrimas”. En el proyecto de control total del hombre y supresión de su libertad fascismo y comunismo se dan la mano. Poseer todo el refuerzo-comida implica ser dueño de su producción. Si ésta programadamente se ha eliminado y no hay modo de sustituirla, el control acaba en la muerte de los “organismos”.

Está sucediendo.

CIPORAMA@GMAIL.COM

El Nacional

 

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