Osama Bin Laden archivos - Runrun

Osama Bin Laden

El 11 de septiembre, la inutilidad del terror, la ira y la fuerza
El costo de la «guerra contra el terror», por el 11 de septiembre, es 2 de billones de dólares y más de cien mil vidas humanas

 

@fariasjoseluis

A las 8:55 de la mañana de aquel martes, el repique del teléfono celular interrumpió mi modorra. Era el día de mi cumpleaños y en ese entonces la celebración –aún se podía– comenzaba con la semana. Entenderán por qué la llamada me sorprendió en la cama.

Creí que eran mis hijas para llenarme de alegría con sus felicitaciones, deseos y parabienes, pero todavía adormecido recordé que lo habían hecho a las 12 en punto de la noche, como solían.

Se trataba de mi buen amigo «negro Blanco», siempre entre los primeros en llamar, esta vez no para felicitarme sino para pedirme, con voz agitada y nerviosa, encender el televisor y enterarme de lo que sucedía en Nueva York.

Me pregunté en ese momento qué podía estar pasando tan lejos que fuera de mi interés y sin alcanzar a interrogarlo vino la respuesta:

Un avión acaba de estrellarse contra las Torres Gemelas.

Sin dar crédito a sus palabras, sintonicé CNN en español -su señal todavía era posible por acá- y pude ver de inmediato en repetición cómo un avión, que después supe era un Boeing 767, el vuelo 11 de American Airlines con 92 pasajeros a bordo y 32.500 litros de combustible en sus alas, viajando a 600 kilómetros por hora, se incrustaba entre los pisos 94 y 99 de la torre norte del World Trade Center, desatando una inmensa ola de polvo y una horrenda tormenta de fuego.

Era el primero de cuatro aviones secuestrados por 19 miembros de Al Qaeda para cometer un increíble acto de terrorismo en «pleno corazón del Imperio», según expresión posterior de su principal inspirador, por aquellos días un tal Osama Bin Laden.

A las 9:03, vi la transmisión en vivo de un segundo Boeing 767 de United Airlines estrellarse contra la torre sur. Poco después supe que a las 9:37 el vuelo 77 de American Airlines impactaba la fachada del edificio del Pentágono, en Washington, y que a las 10:03 el vuelo 93 de United Airlines se estrella en un campo de Shanksville, en Pensilvania.

¡Increíble! El más trágico atentado terrorista de la historia. Según datos de la Federal Emergency Management Agency (FEMA), en total murieron 2996 personas, incluyendo a los 19 secuestradores y a las 24 personas desaparecidas:

2606 muertos en el World Trade Center.

189 fallecidos en el Pentágono.

44 muertos en Pensilvania.

El susurro de Card y «el aparente ataque terrorista» de Bush

Días después, en mi afán por informarme de todo lo relacionado con el abominable atentado, pude leer en la crónica de William March, reportero del Tampa Bay Times, publicada el mismo 11 de septiembre, que: «El presidente George W. Bush se enteró del ataque al World Trade Center a las 9:07 a. m. de hoy mientras leía a 18 estudiantes de segundo grado en una escuela primaria de Sarasota para destacar un nuevo programa de lectura». No es ocioso el detalle: unos doce minutos después de mí y de millones de personas más.

La fotografía que acompañaba la crónica de March, por demás elocuente, reseñaba en su nota: «En esta foto del 11 de septiembre de 2001, durante una visita al Emma E. Booker, escuela primaria en Sarasota, el jefe de gabinete de la Casa Blanca, Andrew Card, le susurra al oído al presidente George W. Bush acerca del accidente aéreo en el World Trade Center. (AP/Doug Mills, File).

Refiere March que a las 9:30, Bush se acercó a la audiencia congregada en el centro educativo para dar una breve declaración:

–»Este es un momento muy difícil para Estados Unidos. Hoy hemos tenido una tragedia nacional. Dos aviones se estrellaron contra el World Trade Center en un aparente ataque terrorista en nuestro país».

Y dio cuenta de que el presidente informó que había hablado con el vicepresidente Dick Cheney, el director del FBI y el gobernador de Nueva York:

–He ordenado que todos los recursos del gobierno federal ayuden a las víctimas y sus familias, y que realicen una investigación a gran escala para perseguir y encontrar a las personas que cometieron este acto”.

Por último, Bush pidió un momento de silencio y cerró diciendo:

–Que Dios bendiga a las víctimas y sus familias, muchas gracias.

«La caravana presidencial partió inmediatamente de la escuela y lo llevó al aeropuerto internacional de Sarasota-Manatee. El presidente abordó el Air Force One y el avión partió a las 10:55 a. m.», narra Card.

Ya en Washington, el Bush desconcertado y de rostro sombrío de la escuela había tomado aire para elevar el tono en su segunda declaración del día:

–No se equivoquen, los Estados Unidos cazará y perseguirá a los responsables de estos actos cobardes.

«Incredulidad» e «ira inquebrantable»

Doce horas más tarde, desde la Casa Blanca, es el momento del discurso estructurado. Bush dispone de información para delinear con más claridad la respuesta de su gobierno. Va su breve discurso:

Buenas noches. Hoy, nuestros estimados ciudadanos, nuestro estilo de vida, nuestra misma libertad fueron atacados en una serie de actos terroristas deliberados y mortales. Las víctimas estaban en aviones o en sus oficinas; secretarias, hombres y mujeres de negocios, miembros de las fuerzas armadas y trabajadores federales; mamás y papás, amigos y vecinos. Miles de vidas fueron destruidas por actos de terror malvados y despreciables.

Las imágenes de los aviones que volaban hacia los edificios, de los incendios que ardían, del colapso de inmensas estructuras, nos han llenado de incredulidad, de una tristeza terrible y de una ira callada e inquebrantable. Se pretendió que estos actos de asesinatos masivos asustaran a nuestra nación, llevándola hacia el caos y la retirada. Pero han fracasado; nuestro país es fuerte.

Un gran pueblo ha sido llevado a defender a una gran nación. Los ataques terroristas pueden sacudir los cimientos de nuestros mayores edificios, pero no pueden tocar los cimientos de los Estados Unidos. Estos actos destrozaron acero, pero no pueden mellar el acero de la determinación estadounidense.

Estados Unidos fue blanco de un ataque porque somos el faro más brillante de la libertad y oportunidad en el mundo. Y nadie hará que esa luz deje de brillar.

Hoy, nuestra nación vio la maldad, lo peor de la naturaleza humana. Y reaccionamos con lo mejor de los Estados Unidos –con la audacia de nuestros trabajadores de rescate, con el cariño de los extraños y vecinos quienes acudieron a donar sangre y a ayudar en la manera en que pudieran.

Inmediatamente después del primer ataque, implementé los planes de respuesta a emergencias de nuestro gobierno. Nuestras fuerzas armadas son poderosas y están preparadas. Nuestros equipos de emergencia estaban trabajando en la Ciudad de Nueva York y en Washington, D.C., para ayudar con los esfuerzos de rescate locales.

Nuestra primera prioridad es llevar ayuda a aquellos que fueron heridos, y tomar todas las precauciones para proteger a nuestros ciudadanos en casa y por todo el mundo de más ataques.

Las funciones de nuestro gobierno continúan sin interrupción. Las agencias federales en Washington que hoy tuvieron que ser evacuadas volverán a abrir esta noche para el personal esencial, y estarán abiertas para operaciones mañana. Nuestras instituciones financieras permanecerán sólidas, y la economía estadounidense también estará lista para operaciones.

La búsqueda de aquellos que están detrás de estos actos malvados está en camino. He encauzado todos los recursos de nuestra inteligencia y nuestras comunidades que velan por el cumplimiento de la ley para encontrar a aquellos responsables y enjuiciarlos. No haremos distinción alguna entre los terroristas que cometieron estos actos y aquellos que los protejan.

Estoy muy agradecido a los miembros del Congreso que se me han unido en condenar firmemente estos ataques. Y en nombre del pueblo estadounidense, agradezco a los muchos líderes internacionales quienes han llamado a ofrecer su condolencia y asistencia.

Los Estados Unidos y nuestros amigos y aliados se unen con todos aquellos que quieren la paz y la seguridad en el mundo, y somos solidarios para ganar la guerra contra el terrorismo. Esta noche, pido sus oraciones por todos aquellos quienes se acongojan, por los niños cuyos mundos han sido deshechos, por todos aquellos cuya sensación de seguridad ha sido amenazada. Y rezo por que los consuele un poder superior a cualquiera de nosotros, el que se ha pronunciado a través de las eras en el Salmo 23: ‘Aunque camine por el valle de la sombra de la muerte, no temeré mal alguno; porque Tú estás conmigo’.

Este es el día en que todos los estadounidenses estamos unidos por nuestra determinación a favor de la justicia y la paz. Estados Unidos ha aplastado a nuestros enemigos anteriormente, y volveremos a hacerlo esta vez. Ninguno de nosotros olvidará jamás este día. Seguimos hacia adelante para defender la libertad y todo lo que es justo y bueno en nuestro mundo.

Gracias. Buenas noches y que Dios bendiga a los Estados Unidos.»

«El bien contra el mal»

En sus declaraciones a la prensa del día 12 de septiembre, el presidente Bush dijo: «Los ataques deliberados y mortales que se produjeron ayer contra nuestro país fueron algo más que meros actos terroristas. Fueron actos de guerra”.

La respuesta del gobierno norteamericano ganó forma rápidamente dentro del esquema de valores absolutos: bueno y malo, blanco y negro con los que Bush veía al mundo.

El concepto fue presentado con concisión y claridad: “Estamos en una lucha monumental del bien contra el mal”.

Así, el anterior combate de su admirado Ronald Reagan contra el «imperio del mal» devino en la «Guerra contra el terror».

El 15 de septiembre, en su programa radial, Bush sentenció: «Quienes hacen la guerra contra los Estados Unidos han escogido su propia destrucción».

Advirtiendo:

La victoria contra el terrorismo no se logrará en una sola batalla, sino en una serie de acciones decisivas contra organizaciones de terroristas, y contra los que les dan asilo y los apoyan. Estamos planeando una campaña amplia y sostenida para asegurar a nuestro país y erradicar el mal del terrorismo.  Y estamos empeñados en ver este conflicto hasta su final».

«Nuestro duelo se ha convertido en ira y la ira en resolución»

Pero el anuncio definitivo de la «guerra contra el terror», la declaración formal del presidente George W. Bush, tras considerar que «el 11 de septiembre los enemigos de la libertad cometieron un acto de guerra contra nuestro país», fue el 20 de septiembre, en sesión conjunta del Congreso estadounidense.

En su discurso están los trazos generales de cómo concebía el conflicto que estaba por iniciar: “Esta noche estamos en un país consciente del peligro y llamado a defender la libertad. Nuestro duelo se ha convertido en ira y la ira en resolución».

Le habla al país, al mundo y a los terroristas:

Los estadounidenses se preguntan: ¿Cómo lucharemos y ganaremos esta guerra? Dedicaremos todos los recursos bajo nuestro poder (…) a la interferencia y derrota de la red global de terror.

Esta guerra no será como la guerra contra Irak hace una década, con una liberación decisiva del territorio y una conclusión rápida. No será igual a la guerra aérea sobre Kosovo hace dos años, donde no se utilizaron tropas terrestres y donde no se perdió un solo estadounidense en combate».

Bush preparaba al pueblo norteamericano para una guerra larga, como en efecto lo ha sido:

Nuestra reacción involucra mucho más que la retaliación instantánea y los ataques aislados. Los estadounidenses no deben esperar una batalla, sino una campaña larga, distinta a cualquier otra que hemos visto. Posiblemente incluya ataques dramáticos, que se puedan ver en la televisión, y operaciones encubiertas, que permanecerán secretas aún tras el éxito».

El resto del mundo no podía quedar fuera de la cruzada contra el terrorismo:

«Privaremos a los terroristas de financiamiento, pondremos a los unos contra los otros, los haremos ir de un lugar a otro, hasta que no haya refugio o descanso. Y perseguiremos a las naciones que ayuden o den refugio al terrorismo.

Toda nación, en toda región del mundo, ahora tiene que tomar una decisión. Están de nuestro lado, o están del lado de los terroristas. A partir de hoy, cualquier nación que continúe albergando o apoyando al terrorismo será considerada un régimen hostil por los Estados Unidos.

Nuestra nación ha sido advertida: No somos inmunes a los ataques. Tomaremos medidas defensivas contra el terrorismo para proteger a los estadounidenses».

«Los estadounidenses no deben morir…»

Como enseñanza para quienes por estas latitudes asientan sus esperanzas en una fuerza militar norteamericana o internacional que nos libere de la opresión, va la rotunda declaración del presidente Biden: «Los estadounidenses no deben morir en una guerra que los afganos no están dispuestos a luchar por sí mismos».

La peregrina idea de que los actos de fuerza aseguran soluciones estables es desmentida una vez más, quedando sujeta, si acaso, a circunstancias muy específicas que puedan hacerlas posibles.

«La difusión de valores e instituciones –asienta Eric Hobsbawm– así nunca puede materializarse por medio de la imposición súbita de unas fuerzas externas; a menos que en su punto de aplicación se den ya las condiciones capaces de adaptarlas al entorno y de hacer que se acepte su introducción». Y nos recuerda: «existen muy pocos atajos en la historia: una lección que el autor ha aprendido, entre otras razones, por haber vivido y reflexionado sobre buena parte del siglo pasado».

Veinte años después de «guerra contra el terror», según Los Ángeles Times, el costo es de 2 de billones de dólares y compromisos por 2 billones de dólares más por pagos en atención médica, discapacidad, entierros y otros costos para los aproximadamente 4 millones de veteranos de las guerras de Afganistán e Irak.

El costo humano en vidas, hasta abril de 2021, es de 2448 militares estadounidenses, 3846 contratistas estadounidenses, 66 000 militares y policías afganos, 1145 miembro de fuerzas aliadas, incluidas de la OTAN, 47 245 civiles afganos, 51 191 combatientes del Talibán, 444 trabajadores humanitarios y 72 periodistas.

El argumento humanitario para justificar la invasión armada, sustentado en la promesa de reconstruir el país y dotarlo de instituciones democráticas firmes y duraderas, tiene poderosos mentís en la realidad: en Afganistán la mortalidad infantil se redujo solo en 50 % y apenas un 37 % de las niñas aprendieron a leer.

Aaaahhh, la «Guerra contra el terror» se echó diez años para dar de baja, ahora sí, al «diabólico» Osama Bin Laden. Pero los talibanes han regresado al poder sembrando el terror, destruyendo inhumanamente todo el whisky y el vino que encuentran a su paso y lo peor: cubriendo el rostro de sus hermosas y sensuales hembras.

Al parecer se cierra una era de la seguridad nacional y la política exterior estadounidense dominadas por la ira…

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Recuerdo del 11 septiembre se remueve con temor a nuevas amenazas terroristas
Se cumplen 20 años de los ataques  en Estados Unidos que dejaron casi 3 mil muertos, 25 mil personas heridas, miles de millones de dólares en pérdidas materiales y pánico en la población 
El regreso de los talibanes al poder en Afganistán enciende las alarmas sobre posibles  atentados contra occidente

@franzambranor

El 11 de septiembre de 2001, el nadador australiano Ian Thorpe se levantó temprano con la intención de subir a lo más alto de una de las torres gemelas de Nueva York. En la puerta de uno de los rascacielos, el ganador de medallas olímpicas y campeón mundial se percató de que  había olvidado su cámara fotográfica y se devolvió al hotel donde se hospedada, encendió la televisión y miró  una de la torres arder en llamas. “Eso le salvó la vida”, dijo su entonces representante Frank Turner, quien añadió que, de no ser por ese descuido, el apodado “Torpedo” hubiese sido una de las casi 3 mil personas que perecieron luego que dos aviones fueron estrellados contra el World Trade Center en el mayor atentado terrorista de la historia.

A 20 años de la fatídica fecha, todavía se tejen teorías sobre la preparación de estos ataques, sus protagonistas y la supuesta negligencia de las autoridades de inteligencia estadounidense.

El suceso alteró los protocolos de seguridad en los aeropuertos y desató la invasión de las fuerzas armadas estadounidenses a Afganistán, ocupación que apenas hace un mes se dio por terminada y produjo el regreso de los talibanes al poder. 

“Fue una conmoción desde lo personal, entre el pánico, la conciencia de vulnerabilidad y la indignación, hasta lo gubernamental, en cuanto revelación de vulnerabilidad e incertidumbres en materia de seguridad nacional”. dijo la internacionalista Elsa Cardozo. 

Cardozo expuso que aún hay decenas de preguntas sobre los hechos. “Ha habido desde entonces mucho análisis ex post facto sobre las señales no atendidas, los errores y omisiones en las políticas de seguridad y la idea de invulnerabilidad cultivada desde la superioridad de Estados Unidos como potencia militar tras la disolución de la Unión Soviética y la primera Guerra del Golfo”.

Esa mañana siniestra 

Tres cuartos de hora después de haber despegado del aeropuerto internacional de Logan en Boston (a las 8:46 de la mañana), el vuelo 11 de American Airlines con destino a Los Ángeles y con 92 personas a bordo se estrelló contra la torre norte del World Trade Center en Manhattan. Al principio, los organismos de inteligencia y los medios de comunicación pensaban que se trataba de un accidente, pero el impacto de un segundo avión contra la torre sur del complejo 15 minutos después les hizo caer en cuenta de que la nación estaba bajo ataque. El vuelo 175 de United Airlines, que chocó contra la torre sur, también partió de Boston hacia Los Ángeles y llevaba a bordo 65 personas. 

Luego de una hora del primer atentado, el vuelo 77 de American Airlines que iba de Washington hacia Los Ángeles con 64 personas impacta contra una de las alas del Pentágono, sede militar ubicada en la capital estadounidense y a las 10 de la mañana, la aeronave 93 de United Airlines con 44 personas, cuyo destino era la Casa Blanca, se precipita a tierra en un campo de la localidad de Shanksville, Pensilvania.

Aparentemente, los pasajeros dominaron a los secuestradores e hicieron que el aparato cayera antes de llegar al hogar del presidente de los Estados Unidos.

Mientras todo esto sucedía, el entonces mandatario George W. Bush se encontraba en una actividad con niños en una escuela en Sarasota, Florida. Antes del mediodía de ese 11 de septiembre, las dos torres habían colapsado, ordenaron a todos los vuelos sobre cielo estadounidense aterrizar en el aeropuerto más cercano. El Congreso, la Casa Blanca y el edificio de la Organización de las Naciones Unidas fueron evacuados y Bush declaró “alerta máxima”. 

“Hubo efectos inmediatos y consecuencias mundiales que aún no cesan de manifestarse humana, material e institucionalmente, así lo revelaron las expresiones de solidaridad y los acuerdos y resoluciones internacionales con apoyos de Rusia y China en el Consejo de Seguridad de la ONU, para responder a esos ataques y promover cooperación para prevenir y evitar nuevos atentados”, indicó Cardozo. 

Los responsables

Apenas 72 horas después de los atentados, el FBI identificó a los 19 secuestradores que formaron parte de la operación y revelaron su vinculación con la célula terrorista Al Qaeda y su líder, Osama Bin Laden

En un comunicado que emitió la cadena Al Jazeera, Bin Laden negó su participación en el 11S, pero en noviembre de 2001 soldados estadounidenses encontraron una cinta de video en la ciudad afgana de Jalalabad donde este habla de los ataques y sus implicaciones.

Según funcionarios de inteligencia estadounidense en principio planeaban secuestrar doce aviones para estrellarlos contra las torres gemelas, el Pentágono, la Casa Blanca, el Capitolio, el Empire State en Nueva York, la torre Sears en Chicago y otros cuatro edificios en Boston, Los Ángeles, San Francisco y Seattle

Luego del 11S, Estados Unidos emprendió una guerra al terrorismo que no solo abarcó la ocupación a Afganistán por parte de tropas americanas sino la caceria y posterior muerte a Bin Laden diez años después de los sucesos, el 2 de mayo de 2011, durante el mandato del presidente, Barack Obama. 

La internacionalista Elsa Cardozo aseveró que los atentados del 11S modificaron la política internacional estadounidense.

“En primer lugar, alentó la movilización colectiva, a través de las Naciones Unidas, ante un problema de seguridad propia y mundial, estimuló prevenciones, definiciones y medidas que alentaron confusión y radicalismos frente al mundo islámico y desde éste y en tercer lugar, pero de mucha gravedad, las violaciones de derechos humanos en la guerra contra el terrorismo restaron eficacia y legitimidad a las acciones de la alianza occidental y al liderazgo de Estados Unidos, particularmente en Irak y en Afganistán”, sostuvo Cardozo.

Las consecuencias

Además de los casi 3 mil muertos, 24 desaparecidos y 25 mil heridos, los atentados terroristas del 11S dejaron pérdidas económicas por un aproximado de 10 mil millones de dólares y la adopción de una férrea política de seguridad en aeropuertos y terminales marítimas y terrestres en Estados Unidos.  

La economía americana entró en fase de recesión, bajó la demanda de vuelos comerciales y el consumo, especialmente en sitios con alta concentración de gente. Para aliviar la situación, el Congreso estadounidense aprobó 15 mil millones de dólares para el sector aéreo y adelantó un recorte a los impuestos. 

El polvo originado por las miles de toneladas de escombros causaron enfermedades respiratorias en centenas de personas. Familiares de la cantante Donna Summer dijeron que la muerte de ésta a causa de un cáncer de pulmón en mayo de 2012 se produjo debido a la inhalación de gases tóxicos luego del derrumbe de las torres gemelas. 

Los atentados también ocasionaron daños en la salud mental de los estadounidenses, especialmente en la de los neoyorquinos, acostumbrados a asistir a lugares concurridos donde hay una economía pujante. 

“Las consecuencias se extienden hasta el presente, como lo remueven, para la memoria de la inseguridad y para las políticas de seguridad, la persistencia de ramificaciones de Al Qaeda en la península arábiga, Siria, Libia, el Magreb musulmán e India, así como los temores de su fortalecimiento en Afganistán. De modo menos directo, la huella de aquellos ataques también se encuentra en la dificultad para desarrollar políticas y cooperación internacional en materia de seguridad y de atención al desafío migratorio para evitar el aliento a radicalismos y actitudes antioccidentales”, opina la experta. 

Según Cardozo, el regreso de los talibanes al poder en Afganistán pone en alerta a las naciones de occidente, especialmente al gobierno de Estados Unidos, en torno a una posible nueva amenaza terrorista.

“Ese es un fundado temor, visiblemente confirmado desde el atentado en el aeropuerto de Kabul perpetrado el pasado 26 de agosto por el llamado Isis-K (la vertiente afgana del estado islamico). Fue un ataque no solo contra la operación de evacuación organizada por Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, sino también contra el propio régimen de los talibanes, con quienes llevan tiempo enfrentados, cada vez con más frecuencia y violencia. De allí que quepa esperar tanto más enfrentamientos en Afganistán como la continuación del fortalecimiento del Isis-K”.

La biblioteca de Osama bin Laden revela su interés en EEUU, objetivos y puntos débiles

BinLaden

 

Escondido en una enorme casa en Abbottabad, Pakistán, Osama Bin Laden pidió a sus seguidores en la red Al Qaeda que se concentren en atacar a Estados Unidos y evitar ser arrastrados a una lucha interna entre musulmanes.

 

Documentos desclasificados el miércoles arrojan luz sobre el estado de ánimo del fundador de Al Qaeda, sus debates sobre táctica, la ansiedad ante el espionaje occidental y su obsesión con la imagen pública de su grupo.

Pero varias de las sorpresas surgieron con el material de lectura en inglés de Bin Laden, que incluía libros sobre la estrategia militar de EE.UU. tras los ataques del 11 septiembre de 2001 que él mismo ordenó en Nueva York y Washington.

También figuran libros con teorías conspirativas o cuestiones económicas, y algunos con fuertes críticas a Washington y sus políticas hacia América Latina u otras regiones.

«El foco debe ser matar y luchar contra los estadounidenses y sus representantes», escribió Bin Laden en uno de los documentos ahora revelados.

Esta carta es una de las páginas encontradas por integrantes de un comando estadounidense el 2 de mayo de 2011, cuando invadieron el escondite de Bin Laden en Abbottabad y lo ultimaron a balazos.

Agencias estadounidenses de inteligencia desclasificaron este miércoles más de 100 de esos documentos obtenidos en el archivo de Bin Laden, después de que legisladores ordenaron su divulgación y críticos acusaron a la CIA de esconder material.

Jeff Anchukaitis, vocero de la oficina del director de Inteligencia Nacional, dijo que la divulgación de «una buena parte de los documentos obtenidos en el operativo» era cumplir con la determinación del presidente Barack Obama de «más transparencia».

Pero también obedece a la ley que obliga a las agencias de inteligencia a revisar todo el material sobre Bin Laden para su posible divulgación, añadió.

Los documentos a que tuvo acceso son las traducciones al inglés realizadas por la CIA, aunque no ha habido condiciones de verificar de forma independiente la procedencia del material ni la calidad de la traducción.

La divulgación de este material se realiza poco después de que el premiado periodista estadounidense Seymour Hersh afirmó en un artículo que la narrativa oficial de Washington sobre la búsqueda y muerte de Bin Laden en el operativo comando está plagada de mentiras.

 

Cuidados máximos con seguridad

 

Cubriendo temas que van desde discusiones estratégicas y teológicas hasta detalles mundanos sobre administración o medidas de seguridad, los documentos desclasificados este miércoles muestran la preocupación de volver a atacar a un país occidental, en la forma en que Estados Unidos fue golpeado el 11 de septiembre de 2001.

Consciente de los ataques con aviones no tripulados, Bin Laden se refiere frecuentemente a preocupaciones con la seguridad, y aconseja a sus auxiliares abstenerse de comunicarse por correo electrónico.

En otros documentos, Bin Laden critica a sus seguidores por reunirse en grupos numerosos, y alerta sobre dispositivos electrónicos microscópicos que pueden ser inyectados en objetos o ropas de alguna de sus esposas.

También se concentra en planes para desarrollar un nuevo grupo de líderes dispuestos a asumir los riesgos, y discute detalles sobre el traslado clandestino de uno de sus hijos y posible heredero, Hamza, hacia Pakistán.

En una de las cartas, Bin Laden menciona la oposición pública en Estados Unidos a la guerra de Vietnam, y argumenta que la única forma de alterar la política externa estadounidense es «comenzar a golpear a América para forzarla a abandonar estos dirigentes y dejar a los musulmanes en paz».

Sin embargo, los documentos también revelan divisiones entre los militantes sobre cómo llevar adelante sus campañas.

Bin Laden alerta que conflictos con regímenes en el Medio Oriente podrían distraer a los militantes de golpear al que considera el enemigo real: Estados Unidos.

Para un analista de inteligencia estadounidense, la correspondencia refleja la preocupación de Bin Laden «con la falta de unión en el interior del movimiento yihadista global, que puede conducir la tendencia a su desaparición».

Por ejemplo, Bin Laden fue tomado de sorpresa por los levantamientos en países árabes a partir de 2010, pero presionó a sus lugartenientes a que aprovechen un momento de «revolución» para conseguir penetracón entre jóvenes musulmanes.

 

Estado Islámico y Bin Laden

El brazo de Al Qaeda en Iraq, que más tarde se convertiría en el grupo radical Estado Islámico para superar a la propia Al Qaeda en influencia, también aparece claramente en los documentos.

Bin Laden y su entonces lugarteniente, Ayman al Zawahri, recibieron duros reproches en una carta de seguidores iraquíes, quienes pidieron que denuncien el baño de sangre en Iraq.

El Frente Yihad y Reforma alertó a Bin Laden en una carta de mayo de 2007 que Dios lo responsabilizaría por «bendecir el trabajo realizado por la organización Al Qaeda en Iraq, sin condenar los escándalos que son cometidos en su nombre».

En los documentos, Bin Laden también escribe de operaciones en gran escala, aunque sus seguidores encuentran dificultades para organizar grandes ataques y al mismo tiempo evitar ser blanco de drones y el espionaje estadounidense.

«Poco antes de su muerte Bin Laden seguía concentrado en operaciones en gran escala, al tiempo que otros líderes de Al Qaeda creían que operaciones menores, o incitar ataques de terroristas solitarios, tendrían éxito en desangrar al Occidente económicamente», dijo la misma fuente de inteligencia.

Bin Laden no logró imponerse en la discusión. Después de su muerte, el liderazgo de Al Qaeda hizo un llamado a los ataques solitarios, como defendía Suri.

El grupo Estado Islámico, que fue oficialmente expulsado de Al Qaeda, controla ahora enormes extensiones del territorio de Iraq y Siria, y su propaganda en la red internet es señalada como inspiración para ataques desde París hasta Dallas.

 

Chomsky por dos

El intelectual estadounidense Noam Chomsky, acérrimo crítico de la política exterior de Washington, es el autor de dos de los libros encontrados en el escondite de Bin Laden.

Uno de ellos, «Hegemonía o supervivencia: el dominio mundial de EE.UU.», incluye consideraciones sobre el apoyo de Washington a gobiernos acusados de violar derechos humanos en regiones como Latinoamérica y un capítulo dedicado al «intervencionismo» estadounidense en el subcontinente.

Este libro fue recomendado por el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez en 2006, durante un discurso ante la Asamblea General de la ONU en el que mostró un ejemplar, lo que disparó sus ventas.

Otra de las obras del lingüista Chomsky que tenía Bin Laden es «Ilusiones necesarias: control de pensamiento en las sociedades democráticas».

En sus páginas también hay críticas a la estrategia de Washington hacia el sur del hemisferio, enfocadas en su relación con Costa Rica y Centroamérica desde mediados del siglo XX.

 

* Con información El Comercio PE y BBC Mundo

Alemania estaría involucrada en la muerte de Bin Laden revelan nuevas investigaciones

 

Captura de pantalla 2015-05-17 a las 11.52.10

Medios alemanes acaban de dejar al descubierto más contradicciones en la versión oficial de Washington sobre la muerte del líder de Al Qaeda, Osama bin Laden. Según los periodistas alemanes fue el Servicio Federal de Inteligencia de Alemania, BND, quien proporcionó a EEUU datos sobre el paradero de Bin Laden antes de que las fuerzas especiales estadounidenses lo mataran en mayo de 2011 en Pakistán.

El BND informó a la CIA de que Bin Laden se ocultaba en Pakistán y que las fuerzas locales de seguridad eran conscientes de ello. La inteligencia alemana, a su vez, había recibido estos datos de un informante dentro de la Dirección de Inteligencia Inter-Services de Pakistán (ISI, por sus siglas en inglés), escribe el diario Bild am Sonntag.

Según el rotativo, el reporte del BND confirmó las sospechas que la CIA ya tenía. El diario detalló, además, que Alemania asistió a EEUU en las preparaciones para el operativo monitoreando desde su base en la ciudad bávara de Bad Aibling comunicaciones telefónicas y electrónicas en el norte de Pakistán.

La publicación en Bild am Sonntag llega poco después de que el periodista estadounidense de investigación y premio pulitzer Seymour Hersh presentara sus argumentos en contra de la versión oficial de la Casa Blanca sobre la muerte del ‘terrorista número uno’. Según Hersh, EEUU  no localizó a Bin Laden gracias al seguimiento de su mensajero de confianza, sino gracias a la denuncia hecha por un exoficial de la inteligencia pakistaní que buscaba la recompensa de 25 millones de dólares prometida por Washington.

De acuerdo con el premio pulitzer, las autoridades pakistaníes no solo eran conscientes de que el líder de Al Qaeda se encontraba en el país, sino que la ISI lo tenía preso desde 2006. Es más: prácticamente se lo entregaron a los militares estadounidenses de élite, ya que cuando estos llegaron al recinto donde se encontraba Bin Laden los guardias del ISI habían abandonado las instalaciones.

EE.UU. niega haber mentido sobre la muerte de Osama Bin Laden

OsamaBinLaden

 

La Casa Blanca rechazó en forma categórica las afirmaciones «sin fundamento» del periodista estadounidense Seymour Hersh, quien aseguró que el gobierno mintió respecto de las condiciones en las cuales su país mató en mayo de 2011 a Osama Bin Laden en Pakistán.

«Hay demasiadas inexactitudes y afirmaciones sin fundamentos en este artículo como para responder punto por punto», afirmó Ned Price, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional (NSC).

En un artículo publicado por la revista «London Review of Books», Seymour Hersh afirma que el gobierno estadounidense colaboró con los servicios de inteligencia paquistaníes para llevar a cabo esta intervención de las fuerzas especiales estadounidenses contra la residencia en la que se escondía el líder de Al Qaeda en Abottabad, cerca de Islamabad.

La Casa Blanca siempre afirmó que Islamabad sólo había sido informada después de los hechos. «Es falso, al igual que otros elementos del relato de la administración de Obama», lanza Seymour Hersh al comienzo de su artículo que se basa, dice, principalmente en una fuente: una alta autoridad en retiro de la inteligencia estadounidense.

Al reafirmar que esta intervención fue «un operativo estadounidense de cabo a rabo», Ned Price subraya que «sólo un pequeño círculo» de autoridades estadounidenses estaba al tanto y que el presidente Barack Obama había decidido, desde el principio, no informar a otros gobiernos, incluso el gobierno paquistaní.

Otras de las novedades que apunta el artículo son que de hecho Bin Laden estaba bajo custodia de los servicios secretos paquistaníes desde 2006 en la casa de Abbottabad, y que su salud se había deteriorado hasta el punto de que era un inválido. Lo mantenía recluido para poder utilizar su figura como moneda de cambio con Al Qaeda, y que no sólo conocían la operación que acabó con su muerte sino que llegaron a colaborar, abriendo camino a los Navy SEALs estadounidenses.

‘El asesinato de Osama Bin Laden’, publicado en The London Review of Books, defiende que el ISI contaba con un agente infiltrado en el complejo residencial de Bin Laden y que respondió a todas las dudas de la CIA de cara a preparar el asalto. Pakistán habría ordenado además la salida de todos los guardaespaldas de Bin Laden “en cuanto oyeran los primeros helicópteros” y que se cortase la luz eléctrica en la localidad desde horas antes de empezar el ataque.

«Las mentiras de alto nivel siguen siendo parte del modus operandi de la política exterior de EE.UU., junto con las cárceles secretas, los ataques con aviones no tripulados y las redadas nocturnas de las fuerzas especiales sin pasar por la cadena de mando oportunamente y evitando a quienes podrían echarlo para atrás», sostiene.

Los críticos de Hersh censuran que el reportero se base esencialmente en las declaracioens del ex agente de inteligencia que no identifica. Las fuentes citadas con nombre en el texto por el reportero no contradicen la versión, pero tampoco ofrecen evidencia concreta que la respalde.

Seymour Hersh se destacó en el pasado entre otros por haber revelado datos sobre la masacre de My Lai durante la guerra de Vietnam y el escándalo de la cárcel de Abu Ghraib en Iraq, pero las controversias que generaron varios de sus artículos recientes afectaron su imagen en Estados Unidos.

 

*Con información de El Comercio PE y El País