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Política inteligente, sin teléfonos inteligentes
Para un dirigente político que limita su accionar político a las redes sociales, esto es una tragedia y si ese dirigente político es venezolano, donde solo el 15% tiene teléfonos inteligentes, la tragedia es babilónica

 

@juliocasagar

Gabriel García Márquez relataba en una entrevista, a propósito de su vida en Venezuela como reportero de Elite y otras publicaciones, que el nuestro era un país peculiar. Dijo que aquí, a diferencia de otros países que había conocido, “las cucarachas volaban”. Estudios de mercadeo descubrieron igualmente que «se bebía más Pepsi Cola que Coca Cola y que se fumaban más cigarrillos cortos que largos”.

Pues bien, esas eran algunas de las peculiaridades de nuestro pasado. Una de nuestros días, ocasionada por la dramática situación que nos ha hecho vivir este régimen de pesadilla que nos ha tocado, es que, a diferencia de nuestros países hermanos, en Venezuela solamente el 15 % de sus habitantes tiene teléfono inteligente.

En efecto, el país que fue mejor comunicado de la América Latina, ha visto decrecer paulatinamente su capacidad de estar interconectado. La crisis económica que afecta a nuestras familias no da para comprar o reparar teléfonos inteligentes.

Paradójicamente, una parte muy importante de nuestra dirigencia política, homologando los comportamientos de otras latitudes, se ha afincado para su comunicación, y para sus análisis, en los recursos de unas redes que, en realidad llegan a muy poca gente.

Ojalá que no se pretenda dar un debate afirmando la importancia de estar en las redes y de acceder a la comunicación digital; y a reforzar la idea de que la guerra híbrida de hoy en día se da en el espacio cibernético más que en las trincheras on the ground. En eso estamos de acuerdo y es un tema inobjetable. Lo que está en discusión es su pertinencia y su peso específico en un país como Venezuela, con la situación que hemos descrito.

Todos sabemos que las redes, e internet en general, están manejadas por algoritmos que son órdenes que se dan a los aparatos que usamos, basadas en cálculos matemáticos sobre nuestros hábitos de consumo, nuestras costumbres, nuestras pertenencias sociales, políticas y religiosas. Eso es lo que hace que si estamos leyendo un interesante artículo sobre el arte cubista, por ejemplo, de repente nos salga un banner anunciándonos la última oferta de pizza y de hamburguesas con papitas fritas. Basta que hayamos usado alguna aplicación para hacer un pedido, para que seamos víctima de un bombardeo inclemente de propaganda para que volvamos a consumir lo que ya una vez consumimos.

Así trabajan los algoritmos y eso es bueno para vender pizzas y hamburguesas, pero no necesariamente para hacer política.

Esta realidad es una de las cosas que hace inducir a los usuarios de las redes a manejarse en burbujas de iguales, es decir, entre gente que opina parecido, que come parecido, que va a los mismos sitios, que se interesa por cosas parecidas etc., etc.

Para un dirigente político que limita su accionar político a las redes sociales, esto es una tragedia. Y si ese dirigente político es venezolano, la tragedia es babilónica. Ese dirigente está limitando su análisis y su comunicación únicamente al círculo al que él pertenece, con el agravante de que aquí ese círculo se escoge de entre solo un 15 % de la población.

Hace algunos meses publicamos una nota que se intitulaba LA POLÍTICA ES ANALÓGICA, NO DIGITAL y, hace algo más de un año, otra intitulada LA VIDA NO ES UN ALGORITMO, que pretendían poner en evidencia esta realidad y que hacia énfasis en otro enorme error de una importante fracción de nuestra dirigencia que había abandonado el contacto personal (el único que a nuestro juicio obra prodigios en la comunicación política) en favor de Instagram y Facebook; que había dejado de estar con la gente de carne y hueso; y había sustituido esa presencia por el selfi con la gente como backing de escenografía.

Ojalá que esta reflexión no se asuma como una lucha chimba de lo nuevo contra lo viejo, porque no es así. Se trata de un simple llamado de atención a la necesidad de regresar al olvidado terreno del insustituible contacto personal y la lucha social. Tomemos por ejemplo la siguiente realidad: mucha gente se sorprende de que se hagan convocatorias por las redes para actividades que, a veces, tienen más “likes” en el “flyer” en el que se llama al acto, que gente presente. La verdadera razón es que, además, esos llamados solo son vistos por menos del 15 % de las personas.

No hay dirigentes de carne y hueso activando entre la gente, dando la palmadita en el hombro para que el vecino vaya, o despertando a la vecina para que se vista a acudir a la cita; y tampoco, lo cual es peor, hay muchos dirigentes que no se han probado en sus comunidades en luchas concretas a quienes los potencialmente convocados agradezcan algo o que les admiren por algo. Es muy difícil atender a una invitación de quien no se conoce, no se aprecia o no se admira.

Ya sabemos que para un dirigente opositor en Venezuela es cuesta arriba el trabajo que en otros países es relativamente normal. Aquí tenemos la represión, el control social del régimen, la inseguridad personal, la escasez de recursos de movilización incluyendo la falta de gasolina, la precariedad económica y, para colmo ahora, la pandemia. Pero eso solo debe aguzarnos la inteligencia para agenciarnos los medios alternativos de comunicación y de relacionarnos con la gente.

El otro asunto que es necesario plantear es el de la formación de nuestros dirigentes. ¡Abramos el debate! Hace muchísimos años en nuestros partidos casi ha desaparecido la discusión de ideas, la formación política, el estudio. Dejamos que se cuele gente que llega para colmar aspiraciones. Y las aspiraciones, que son claves en la política, cuando están en la cabeza y el corazón de un dirigente formado y con conocimiento de su misión, son virtudes. Pero cuando esas aspiraciones están en la cabeza y el corazón de alguien que desdeña la formación, los valores, el compromiso, el resultado es lo que estamos viendo al frente del Estado venezolano.

De manera que son muchos los desafíos que tenemos por delante y lo relevante es que, además de muchos, debemos resolverlos rápido y con inteligencia. De que hagamos esto correctamente, va a depender en mucho lo rápido o lento que salgamos de esta pesadilla.

Un ítem sobre este tema, en los continuos encuentros del liderazgo opositor, que culmine en un esfuerzo por la formación de nuestros dirigentes y sobre la manera de comunicarnos con nuestros ciudadanos, es clave y necesarísimo en este momento.

Aliados para el cambio

Aliados para el cambio

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Carta abierta al político desconocido

@vjmc

Me atrevo a escribirte y designarte de alguna manera. “Político desconocido” es una calificación que podría tener muchas acepciones. La primera es la más obvia pues es la que alude al hecho de que todavía no sé quién eres. Pero no es solamente por eso que te llamo así. Hay otro significado que se mezcla y que no puedo dejar de mencionar, no te reconozco porque hace rato que la dedicación a la política se ha envilecido hasta hacerla extraña a los ojos de los ciudadanos. ¿Si no eres político, entonces qué eres? Por ahora no vamos a aventurarnos a una respuesta apresurada. Aunque prometo que al final del texto tal vez tenga algún criterio que quiera compartirlo contigo.

Si tuviera que comenzar por una pregunta, esa no sería otra que preguntarte por el país. Pero no aspiro a que me respondas con uno de esos informes que, en el peor de los casos, llenas de estadísticas a las que les falta correlación y alguna determinación causal. Me refiero más bien a una conjura.

Te pregunto por el país para recordarte que la política deja de tener sentido si no tiene como referente algo más que tus propias aspiraciones.

Me refiero al país que has perdido, que se ha alejado de tus preocupaciones y que ahora luce nada más como una excusa para mantener tu estatus. ¿Y el país? debería de ser para ti esa trompeta que te convoca a una realidad un poco más amplia que el cálculo chiquito, ese que te ronda como falsa conciencia cuando actúas con criterio de cerebro reptiliano, calculando cómo quedas tú ante cada giro de la situación.

Como no tiene sentido hablar en el vacío nos vamos a referir al caso venezolano. Vamos para veintitrés años de una derrota tras otra. Como bien sabes, en política el que gana se lo lleva todo. Los segundos puestos resultan vergonzosos. Pero en nuestro caso hay un elemento que hace peor toda la trama de esta época. El país institucional fue desguazado. Y la tendencia nunca fue otra que instaurar un socialismo totalitario, una versión aun más escalofriante de lo peor del castro-comunismo.

El vacío totalitario

El vacío totalitario

Fuiste ciego ante las evidencias, o te faltaron cojones (perdona lo escatológico) para asumir lo que venía. Decidiste acampar en el campo yermo de libertades y derechos y esperar a que cayera el maná del cielo. Asumiste la ruta electoral, perdiste cada oportunidad, decidiste comprar a granel toda la argumentación provista por el régimen y te atrincheraste en unas cuantas gobernaciones y alcaldías.

La confianza que el país depositó en ustedes fue derrochada con cada oportunidad en la que aflojaron. Me refiero a cuando dejaron de cumplir con lo prometido o jugaron a dos bandas, diciendo una cosa al país y haciendo otra muy diferente.

Por cierto, eso lo tomaron como costumbre, y así pervirtieron toda relación con los ciudadanos. En el fondo, escenificar la política, decir los discursos que convienen, adular al populacho y en simultáneo tener las mejores relaciones posibles con un ecosistema criminal voraz y depredador, terminó por engullirlos. No vale la pena aludir a hechos y circunstancias concretas que todo el mundo conoce.

Tampoco insistir en la corrupción en la que han caído y el daño que les ha provocado el tener como excusa la emergencia y la supuesta persecución para no rendir cuentas, ni presentar un plan, ni siquiera para dar excusas razonables. Ni siquiera por falso decoro intentaron presentar un argumento que vaya más allá de ese gemir falsario que invocan cada vez que dicen haber dejado el pellejo en la lucha. A mí, en lo particular, me gustaría más eficacia en los resultados, y superar tanto esfuerzo chucuto y esa sospechosa insistencia en hacernos recorrer el mismo camino que nos conduce al mismo barranco.

Lo cierto es que ahora tenemos que lidiar con el peligroso vacío político. Vale la pena intentar definir mejor el concepto. Me refiero a la muy peculiar situación en la cual lo que se ha intentado hasta ahora no funciona y lo nuevo que podría funcionar todavía no ha aparecido. Y eso envuelve no solo a las estrategias fallidas sino al elenco del fracaso que las ha protagonizado. Te incluye a ti.

El vacío tiene como indicadores concretos la desafección y el hastío que en este momento muestra la sociedad, que decidió vivir al margen.

También se representa el vacío en que nadie los ve a ustedes como parte de ninguna fórmula salvífica. Nadie imagina que la solución a la que ellos aspiran sea provista por ustedes. Ni mejoras en la libertad política ni en el bienestar social pasa por lo que ustedes hagan o dejen de hacer. El vacío es también un abismo de desencuentros, similar a esa gran sima que impide el encuentro o comunicación entre los que están en el seno de Abraham y los que sufren el lugar de los tormentos.

Es un vacío de legitimidad que ya no tiene ni origen ni desempeño a los cuales aferrarse. La gente sabe que a ustedes se les agotó el tiempo y las oportunidades y está a la expectativa de cualquier oferta diferente. El vacío es peligroso porque es el espacio propicio para los oportunistas, los demagogos y los falsos profetas. Pero esa amenaza no es condición suficiente para seguir intentando lo mismo con los mismos. Al fin y al cabo, veintidós años es tiempo suficiente para el veredicto: fallos en peso y tamaño, tibios y mediocres, pendencieros, pero no valientes, y totalmente ainstrumentales.

El vacío es de sentido y de propósitos. La política y los políticos han abandonado los porqués trascendentales y hecho absolutamente vanos tanto los esfuerzos como los sufrimientos de millones de venezolanos. ¿Vale la pena acaso arriesgar algo si ustedes son los directores de una orquesta desafinada, atonal, de desertores de la decencia y de farsantes del coraje? La política carece de metas y se mantiene en un “mientras tanto” que ya no satisface, porque los tiempos de Dios, que son los de la realidad concreta, son cada día más veloces y arrebatan vida y capacidades al hombre histórico que todos somos, condenados a la pobreza, el miedo y la precariedad de una existencia desgastada en este deshacer.

¿Cuál es la intencionalidad del hacer político en este momento? Lo que dejan colar es un grito muy deshonesto de rendición que recuerda al sagaz “compañeros, por ahora no hemos podido cumplir con las metas que teníamos planteadas”. Solo que ustedes ni siquiera lanzan el “por ahora” que resultó tan funesto en la boca del demagogo. Ustedes se hincan y en la posición más cómoda posible se entregan a esa violación ritual en la que sacrifican a todo el país. No hay trascendencia alguna en esa declaración de convivencia descarada en la que comparten lecho tiranos y tiranizados, víctimas y victimarios, violadores y violados. Ustedes se quebraron en la esencia del alma.

Son conciencias resquebrajadas e irrecuperables. Es difícil esperar algo más de ustedes, entre otras cosas porque tampoco les queda pudor.

El vacío también es de propósito. Y en este caso la culpa es absoluta de parte de quienes han dirigido fallidamente la lucha. Porque ustedes quieren dar por visto todo este sufrimiento. Los cientos de miles de muertos por violencia. Los que han sido víctimas de las ejecuciones sumarias practicadas por los cuerpos represivos.

Los que se suicidaron al ver que no podían salir de la trampa. Los que han padecido hambre, los que han sido golpeados por la injusticia, los presos y los presos políticos, víctimas de una ausencia absoluta de derechos y garantías. Los que decidieron irse porque a su puerta llamaba la desolación. Las familias destruidas en el transcurso. Los niños abandonados, sin educación y sin mañana. Las universidades devastadas. Las industrias saqueadas. El vacío de propósito que ustedes pretenden al pasar la página y al tratar de convivir con el mal, nos niega el derecho a darle sentido a todo este sufrimiento colectivo. Ustedes tienen las almas rotas.

Porque no se trata solamente de formar parte de los afortunados que tal vez sobrevivan. Es poder gritar un ¡nunca más! que sirva de consigna y amuleto a las generaciones por venir. Es escribir la historia con adjudicación de responsabilidades. Es tener claro quien lo hizo mal y quien intentó hacerlo bien. Pero a ustedes les falta honestidad para ir más allá del sinsentido del acuerdo concupiscente y de la ominosa declaración de que están fatalmente condenados a ser la comparsa del falso realismo que impone un compartir obsceno que los transforma en meretrices de una tiranía que cabalga un ecosistema criminal siempre dispuesto a asimilarlos a ustedes. Por eso el vacío es de sentido, de propósito y de coraje moral.

Los traidores

Los traidores

Insisto, el vacío es un constructo que implica el dejarlos de ver. El abandonar sus caminos. El no sentirlos como necesarios. El comprender el fraude implícito en un mensaje que ha perdido valor. El asumir con dolor que ustedes malversaron tiempos y oportunidades. Que se vendieron ustedes, y que ahora también quieren vender la verdad, para encubrir al mal, para volverlos “ángeles de luz” a aquellos que merecerían una eternidad de oscuridad, llanto y crujir de dientes.

Creo que me equivoqué al pedirles alguna vez que concretaran una estrategia de liberación. Para los efectos de la libertad, el signo de toda acción promovida por ustedes es la improvisación, pero para mantener el statu quo, todo parece cuadrar perfectamente, tanto que es casi imposible imaginar que el fracaso sea producto de mera incapacidad. Las delaciones y la imposibilidad de adelantar ningún curso de acción sin que el primero en conocerlo sea el régimen son las medidas de las tuberías subterráneas que comunican y permiten el flujo de una relación que no se reconoce públicamente, dada la necesidad de mantener esa ilusión de que el totalitarismo no es tal, porque sigue habiendo lucha política.

Empero la coreografía está agotada, y los guiones ya los conoce todo el mundo. Combaten sin hacerse demasiado daño. Les toman rehenes sin que corran demasiado peligro. Lo he dicho otras veces, esta coreografía de “lucha libre” donde toda la confrontación es espectáculo de simulación solo conserva su sentido si mantiene buenos niveles de credibilidad aparente. Esa época ya pasó.

Ustedes se han hecho acompañar de una sociedad civil cuyas expresiones han sido penetradas y vencidas por la complicidad, el origen de los recursos que manejan y las ganas de no dejar de morder tajantemente el trozo de poder correspondiente. Entre ellas y ustedes no hay ni debates ni exigencias. Una lamentable comparsa que asiente y consiente todos los garabatos que se intentan.

El Frente Amplio, la última consulta “popular”, el desgaste de las organizaciones de los empresarios, las universidades e incluso la iglesia, todos lucen aferrados a un salvavidas sin poder evitar el naufragio.

No hay una referencia al país sino al ustedes, como si ceder, negociar y unirse sean los únicos verbos de la política buena. Han tratado de recitar un catecismo “apendejeado” donde el perdón no exige ni contrición, ni enmienda, ni penitencia.

En el caso de los dirigentes de los empresarios, “botaron tierrita” y rompieron filas. Encabezan una negociación ineficaz hacia una situación imposible. Ellos sueñan reconectarse dentro de la lógica de un país y todas las modalidades de hacer empresa, la cubana, sin duda la más lambucia, la rusa que es la más mafiosa, la china que es la más despiadada, y otras que mejor es no nombrarlas. Ellos son parte de ese repertorio del fiasco en el que han desempeñado todos los papeles posibles, desde el bufón hasta el tirano, con el aplauso de quienes esperan que sigan siendo los benefactores indulgentes y alcahuetas de lo que ustedes se inventan.

Por eso, si les preguntamos a los venezolanos, la mayoría estaría muy de acuerdo en cerrar el teatro y clausurar el vodevil que ustedes no se cansan de interpretar. Por eso vivimos la época del vacío. Un país buscando nuevos intérpretes, agobiado de la farsa y a la expectativa de un obrar que los salve del péndulo cuyos extremos son la tragedia y la farsa.

¿Y la libertad qué? Sigue siendo una tarea pendiente que requerirá de los ciudadanos una revisión existencial, incluida la reflexión sobre el que hacer y un nuevo hacer. El tiempo perdido solo servirá para aprender. Tal vez la consigna más sana sea que “volvamos a comenzar nosotros, mientras ustedes se hunden en el mar del olvido”.

Ustedes no son políticos. Son embaucadores que se juegan al país en cada dado que lanzan irresponsablemente.

victormaldonadoc@gmail.com

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Venebarómetro: 45,5 % de los venezolanos come dos veces al día

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La encuesta Venebarómetro publicó su estudio para el mes de diciembre este lunes. Las cifras advierten que el 87.4 % de la población consideran que la situación del país es negativa, y de estos, el 43.5% considera lo que se vive como «muy mala».

La encuesta fue realizada en base a 1200 personas encuestadas. De estas, el 69.5 % que para febrero afirmó comer tres veces al día, para este diciembre solo la mitad de ellos, el 34.3 %, puede continuar haciéndolo. Asimismo, el 45.5 % confirmó comer únicamente dos veces al día, y el 19.8 % puede hacer una sola comida en la jornada.

Con respecto a la cantidad de comida que ha comprado en los últimos tres meses, a comparación de lo que solía comprar hace unos años, casi la mitad (48 %) compran un cuarto de lo que solían comprar; aproximadamente un tercio de la población (35.6%) puede comprar la mitad de la comida que compraba antes y sólo un 1.8% compra la misma cantidad de alimentos que hace unos años.

A la pregunta acerca de si ellos o algún familiar ha perdido peso recientemente por no poder comprar la cantidad de alimentos necesaria, un 78.4 % respondió que sí lo han hecho.

País, protestas y Maduro

La opinión de los venezolanos se encuentra dividida acerca de su disposición a protestar. Cerca de un 31 % está muy dispuesto a protestar ante la escasez de alimentos, la inseguridad y el alto costo de la vida, mientras un 36.6% está nada dispuesto a hacerlo. Un 22.9 % responde que quizás saldría y un 8 % indica que quizás no lo haría.

A pesar de esto, solo el 12.6 % de la población considera positiva la situación del país, de los cuales únicamente un 0.2 % piensa que es «muy buena». De los encuestados que se identifican con el oficialismo, un 66.2 % entiende como negativa la situación.

Para el 61.4 % de los venezolanos, el gobierno del presidente Nicolás Maduro se ha convertido en una dictadura, indica la encuesta. Además, 67.2 % opina que Maduro debe salir de la presidencia lo más pronto posible.

Referéndum revocatorio versus diálogo

Al haber suspendido el referéndum revocatorio, por lo cual el 57.6 % considera a Maduro y su gobierno responsable, el 63.1 % de los venezolanos sienten que sus derechos han sido violados. Sin embargo, la mayoría (39.3 %) no se encuentra dispuesta a protestar por esta razón.

Respecto al diálogo como método para producir un cambio en Venezuela, casi la mitad de los ciudadanos encuestados (48.6 %) no cree que pueda lograrlo y el 49.9 % se siente frustrado con el diálogo.

Liderazgo político

Entre los principales líderes políticos, a quien las personas ven de manera más favorable es a Leopoldo López, seguido de Henrique Capriles y en tercer puesto, Henry Falcón. Los más desfavorables líderes políticos para la población son Diosdado Cabello, seguido de Nicolas Maduro y Vladimir Padrino López de tercer lugar.

Dic 17, 2014 | Actualizado hace 9 años
Civilidad por Ramón Guillermo Aveledo

rafael-Arraiz

Una sociedad bien cohesionada “Es una obra reformista y moderada”, ha escrito el académico y estadista español Gregorio Peces-Barba, uno de los padres de la Constitución de 1978 y quien fuera presidente del Congreso de los Diputados la primera vez que hubo mayoría socialista en esa cámara. Es en la introducción a su libro La España Civil, el cual dedica a quienes considera sus apóstoles, el poeta Antonio Machado, “caminante no hay camino, se hace camino al andar” y a los republicanos Fernando de los Ríos y Manuel Azaña, de cuyas angustias en el establecimiento de un régimen de convivencia democrática y parlamentaria sabemos por la historia y porque lo dejó contado en sus Diarios, un proyecto en el cual se empeñó en meter a los socialistas, por entonces enredados en las disputas ideológicas entre revolución y reforma entre los liderazgos de Besteiro, Prieto y Largo Caballero, ya llamado “Lenin español” por áulicos que ya estaban pasados al comunismo. Peces-Barba dice de sí mismo que es “un socialista liberal que rechaza el extremismo, el fanatismo y la imposición”. Espécimen incomprensible para vernáculos socialistas del siglo XXI, que consideran esas tres barbaridades como si fueran virtudes teologales.

El cuento viene a cuento porque en la línea de Lo Afirmativo Venezolano, el importante libro de Augusto Mijares que nos invita a volver a creer en nuestra fuerza de pueblo, ha publicado Rafael Arráiz Lucca su nueva obra Civiles, en la cual nos habla de esos héroes de la ciudadanía cuyas hazañas no son exaltadas ni sus méritos reconocidos, porque no ocurrieron en el campo de batalla, aparentemente el único escenario para que un miembro de este pueblo pacífico se gane una placita.

Roscio, jurista y político de nuestra Independencia. El cura Madariaga del 19 de Abril. Los sabios Bello, Vargas, Rojas, Alvarado y Gil Fortoul, compañeros estos dos en el Colegio Concordia de Don Egidio Montesinos en El Tocuyo. Artistas, Tovar y Tovar, Reverón y el arquitecto Villanueva, en cuyo arte se puede vivir. Intelectuales con pasión de Venezuela, Arráiz y Picón Salas. Dos escritores que se dejaron tentar por la política y se atrevieron a la aventura del poder, Gallegos y Úslar. Un empresario de espíritu pionero, Ricardo Zuloaga. Y varios líderes políticos, cuya lucha dio forma a nuestra contemporaneidad: Leoni, Betancourt, Caldera y Pérez.

Leerlo complace, provoca el pensamiento y educa.

@aveledounidad

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