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homicidio en la vega

#MonitorDeVíctimas | Mataron a un hombre en La Vega por querer salvar a su gallo
Alonso Guanda fue asesinado a golpes por sus “amigos” cuando les reclamó que habían matado el gallo que su hijo tenía como mascota. Uno de los victimarios se encuentra detenido

@Daigalaviz / Fotografias Carlos Ramírez

 

Una sopa de gallo fue el motivo que llevó a que los amigos de Alonso Triberio Guanda Vergara lo mataran a golpes. La mañana del domingo 15 de diciembre el hombre recibió a cuatro vecinos en su vivienda, ubicada en el sector Los Cangilones de La Vega, y uno de ellos le dijo que se comieran el gallo que su hijo tenía de mascota, él se negó, y sin darse cuenta lo mataron. Cuando reclamó, le dieron el mismo destino que al animal.

Alonso, de 48 años se levantó el domingo de madrugada, como acostumbraba cada fin de semana, según relata su hermana Jackeline Guanda. El hombre trabajaba en un comedor comunitario en La Vega donde se desempeñaba como ayudante de cocina, pero «también mataba tigre arreglando zapatos a los vecinos», explica Jackeline. Como tenía calzados pendientes por reparar comenzó desde temprano a coser y pegar suelas.

Su trabajo como zapatero lo hacía desde el porche de su casa. Mientras ese domingo 15 de diciembre estaba en el quehacer, unos amigos pasaron frente a su casa. Los vecinos caminaron con botellas de licor en sus manos. Eran dos hombres y dos mujeres, quienes saludaron a Alonso al verlo trabajando. Él les respondió el saludo y los invitó a pasar.

Los vecinos aceptaron y Alonso se unió a su celebración. Tomaron licor y con el paso de las horas, él mismo fue a la cocina y les ofreció comida. Todos probaron bocado, pero mientras comían, uno de los amigos le preguntó que porqué no había matado al gallo que tenía en su casa, que deberían comérselo. El animal era del hijo de Alonso de 11 años de edad, era su mascota, luego que una de sus primas decidiera regalárselo.

Ante la insistencia de los amigos, Alonso respondió que no podía matar el gallo, que era de su hijo, que él no se encontraba y que se había planeado cocinarlo para Navidad.

Pasaron minutos y los amigos siguieron tomando licor. En un momento Alonso entró a la cocina de su vivienda y encontró al gallo muerto; lo habían matado de un golpe en la cabeza.

El hombre salió nuevamente al porche y comenzó a discutir con sus vecinos, principalmente, con uno que fue identificado como Rafael blanco, de 48 años, a quien acusó de haber matado matado el gallo. Mientras increpaba a Rafael, Alonso recibió un golpe por parte de otro vecino, un joven de 23 años, quien recibe el nombre Leonelbis Laberti.

Laberti además de golpear a Alonso con sus puños, también le dio un botellazo en la cabeza, cuyo impacto hizo que la víctima cayera en el piso y pegara el cráneo en un muro. Testigos del hecho aseguran que a pesar de verlo inconsciente, y con sangre en su rostro, el joven siguió dándole patadas hasta que su madre, quien también llegó a la casa, le dijo: «Déjalo, hijo. Ya basta. Ese ya está listo». La hermana denuncia que aunque había vecinos de la zona viendo lo que sucedía, nadie hizo nada.

Rafael Blanco, Leonelbis, su madre Nancy, y otra mujer quien fue identificada como Aracely Godoy se retiraron de la vivienda, dejaron el cadáver de Alonso en la sala y se llevaron el gallo muerto.

 

Cocinaron el gallo

Ese mismo domingo, en horas de la tarde, el hijo de Alonso de 11 años llegó a su casa y encontró a su padre bañado en sangre. Llamó a su familia y juntos lo llevaron al Hospital José María Vargas, ubicado en el centro de Caracas, allí lo recibieron y lo ingresaron al área de traumashock, pero los médicos fueron enfáticos en decir que las probabilidades de vida de la víctima eran mínimas. El hombre estaba agonizando.

Alonso falleció la madrugada del lunes. Su hermana cuenta que esa mañana recibió una llamada de de la mamá del homicida, quien le dijo que si le podía decir a Alonso que se acercara a su casa porque le tenía su plato de sopa de gallo.

Se conoció que de las cuatro personas que estuvieron presentes en la muerte de Alonso, solo Leonelbis Laberti ha sido detenido por las autoridades. El joven se encuentra apresado en la sede del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas, de Antímano

 

Las FAES suman niños huérfanos a su prontuario

Reporte Especial Proiuris

TRANSCURRIDO UN MES, EL DUELO QUE TODAVÍA ATURDE a la familia impidió cualquier tipo de celebración por el Día del Padre. El 13 de mayo de 2019, 16 días después del nacimiento de su primer hijo, Víctor Alejandro Rangel Maita, de 32 años de edad,  fue asesinado en medio de una razzia de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) de la Policía Nacional Bolivariana, en la calle 17 de Los Jardines de El Valle.

La orfandad del muchachito podría quedar, literalmente, sellada en su identidad. Los familiares del fallecido aseguran que los funcionarios de las FAES no les devolvieron la cédula laminada de Rangel Maita y que ahora tienen mucha dificultad para registrar el nacimiento del niño. “Mi hermano nunca pudo presentarlo, porque cuando nació el bebé (el 28 de abril de 2019), hubo una protesta frente a la Maternidad (Concepción Palacios). Luego de eso, estuvo haciendo los trámites para obtener la partida de nacimiento, pero no alcanzó a hacerlo”, señaló Viana Rangel.

Los deudos también tienen que lidiar con la versión oficial que se divulgó por varios medios de comunicación sobre lo ocurrido en las Residencia Fenade, aproximadamente a las 9:00 am de aquel 13 de mayo: “Efectivos de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) de la PNB realizaron un dispositivo de saturación y contención de área en la avenida intercomunal de El Valle, con la finalidad de dar captura a integrantes de una banda delictiva que tiene azotada a la comunidad. Sostuvieron un enfrentamiento con varios delincuentes. Los antisociales neutralizados quedaron identificados como Ángel Gabriel Santaella Hernández, Víctor Alejandro Rangel Maita y Jorge Luis Malavé, integrantes de la peligrosa banda “El Brayan”,; a quienes se le incautaron en el lugar del hecho tres armas de fuego. El funcionario herido fue atendido, se encuentra estable de salud y ya fue dado de alta”.

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 “No sabemos qué pasó adentro de ese edificio. Uno de los vecinos dice que mi hermano estaba subiendo las escaleras cuando llegaron los oficiales. Otros dicen que lo agarraron y lo metieron en un apartamento. Yo puedo asegurar que no tenía pistola ni pertenecía a una banda delictiva”, enfatizó la hermana.

Como las autoridades insisten en que Rangel Maita abrió fuegos contra los funcionarios de las FAES, la familia también tiene que lidiar con la escasa posibilidad de que el Ministerio Público realice una investigación eficiente del caso a efectos de determinar, como presumen, que la muerte de Víctor Alejandro Rangel Maita corresponde a una ejecución extrajudicial.

Viana Rangel extraña a su padre, Hugo Rangel, que fue funcionario de la extinta Policía Metropolitana y murió hace dos años: “Mi papá, que era policía, nunca habría podido imaginar que otro policía le matara a un hijo”.

 

 

De la búsqueda a la denuncia

Juliza Ramos esperaba que Víctor Alejandro, su primer novio de la adolescencia y ahora su esposo, regresara a la casa donde ambos residían, en Las Casitas de La Vega. Le dejó muchos mensajes: “Víctor contesta” “Estoy preocupada ¿Dónde estás?”.

Desesperada, a las 9:00 pm, llamó por teléfono a su cuñada. “En ese momento me asusté. Presentía que a Víctor le había pasado algo”, indicó Viana Rangel. Al día siguiente, la familia comenzó a preocuparse aún más, cuando se enteraron de que funcionarios de las FAES ejecutaron un “operativo” en El Valle, precisamente en el sector Los Jardines, donde está ubicada la charcutería en la que Víctor Alejandro trabaja desde hacía cinco años.

Recorrieron puestos policiales y hospitales.  “Cuando mi otro hermano llegó al hospital Pérez Carreño, le informaron que Víctor fue ingresado sin vida por funcionarios de las FAES. De allí nos fuimos a la morgue”, relató.

Rangel Maita fue herido por una bala en el tórax. En el acta de defunción se reseñó como causa de muerte un shock hipovolémico por el impacto de una bala en el tórax.

El martes 14 de mayo, en la comandancia central del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, ubicada en la avenida Urdaneta de Caracas, Viana formalizó la denuncia contra los funcionarios de las FAES y se disponía a completar trámites para que le entregaran el cuerpo de su hermano. “Allí me dijeron que otra supuesta hermana de Víctor ya había hecho las diligencias. Estaba muy molesta. Soy la única hermana de Víctor, hasta donde tengo conocimiento. No me querían tomar la denuncia; es más, creo que pretendían que les pagara algo, no sé. Al final, luego de pelear con los funcionarios, me dieron mi papel para retirar el cadáver de mi hermano”, sostuvo.

En el Cicpc persistían en la tesis del enfrentamiento. Sin embargo, Viana junto con sus hermanos, la desmentían. “Pregunté por la cédula de mi hermano. Nadie sabe qué se hizo. Es más, los funcionarios tampoco me dijeron qué hacer para conseguirla. Su identificación, así como todas sus cosas, desparecieron”, sostuvo.

El estigma de los antecedentes

Dos años antes de ser asesinado, Víctor Alejandro Rangel Maita había sido detenido por funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana. Estuvo dos días desaparecido. Al tercer día, luego de que sus familiares realizaran una angustiosa búsqueda en hospitales, puestos policiales y en la morgue, el hombre llegó vivo a su casa… pero muy asustado.

Para reconstruir aquel primer encontronazo de su hermano con la PNB, Viana recreó el diálogo que tuvo con Víctor Alejandro.

—De broma de mataron, dijo Víctor.

— ¿Pero qué pasó? ¿Te detuvieron? ¿Por qué? ¿Hiciste algo?, le preguntó Viana.

—Fue la PNB. Como vieron que tenía antecedentes, me agarraron en una alcabala. Me pusieron una capucha y comenzaron a preguntarme si yo había secuestrado a alguien. Negué todo. Me ponían la pistola en la sien— relataba Víctor simulaba el movimiento del funcionario que lo habría sometido— Así me mantuvieron dos días, dentro de un carro. Me ruletearon por una zona que nunca pude identificar. Me decían que me iban a matar. Una de las funcionarias me dijo: di tus últimas palabras. Solo les respondí: si me van a matar, háganlo ya.

La historia concluyó con el abandono de Víctor Alejandro en unos matorrales por  Caricuao, luego de que los funcionarios se percataran de que lo habían confundido con otra persona. Según su hermana, le pidieron que no volteara hasta que ellos se fueran: “A mi hermano casi lo matan en esa oportunidad. Se salvó gracias a la obra de Dios. Pero quedó muy asustado”. 

La muerte de Víctor aún no está siendo investigada por funcionarios del Ministerio Público | Foto: Alan Márquez

 

Hace 13 años, Víctor Alejandro, de 18 años de edad para ese entonces, fue detenido por funcionarios de la Policía Municipal de Vargas, por su participación en un robo, junto con otras tres personas.

Inicialmente lo condenaron a 9 años de prisión, pero al final lograron una reducción de la pena a 4 años y medio. “Víctor estuvo preso un año en la Planta (El Paraíso), luego le dieron libertad condicional. Permaneció bajo régimen de presentación durante los tres años restantes de su condena. Cumplió la condena que le impusieron, pero nunca lo sacaron del Sistema de Información Policial (Sipol). Aun cargaba con esa cruz”, dijo su hermana.

No solo los adultos de la familia sufren por la muerte de Rangel Maita. Uno de sus sobrinos, de diez años de edad, lo extraña mucho: “A veces me pongo triste, incluso lloro. Pero sé que está en un mejor lugar”, dijo mientras jugaba con un carrito.

Por caballero le dieron tres puñaladas en La Vega

“Por andar de caballero mataron a mi papá”. Con esta frase y con lágrimas en los ojos la hija mayor de Pedro Mujica explicó el porqué del asesinato de su padre. La víctima se encaró a desconocidos que hirieron con un puñal a una mujer que estaba cerca de él y estos le respondieron con la misma medicina.

Era la madrugada del sábado 25 de mayo, aproximadamente a la 1:30 am, Pedro, de 52 años de edad, se encontraba ingiriendo ron en compañía de unos amigos y conocidos en la calle La Hoyada, de La Vega, municipio Libertador.

En el grupo con quienes compartía se encontraba una dama, de la que se desconoce la identidad, y también estaba ingiriendo licor. De pronto, llegaron varios desconocidos uno de los cuales le llegó por detrás y la hirió con un cuchillo en el estómago. De acuerdo a testigos, la cortada fue tan profunda que se le vieron los intestinos.

Al ver el hecho, Pedro le dijo al sujeto que “por qué había hecho eso, que era una mujer, que se metiera con un hombre“, contaron familiares que pidieron la omisión de su identidad por temor a represalias. Por respuesta, el agresor tomó nuevamente su navaja y la presionó en tres ocasiones en el estómago de Pedro. Luego de agredirlo, corrió hasta un vehículo modelo Corsa, marca Chevrolet, color blanco, que esperaba por él y sus acompañantes.

Los familiares de Pedro dijeron que éste falleció de forma instantánea y fue trasladado por funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Penales y Criminalísticas (Cicpc) a la morgue de Bello Monte.

Respecto a la dama, se conoció que fue llevada al hospital Miguel Pérez Carreño, en La Yaguara, y se encuentra en la Unidad de Cuidados Intensivos, pero estable.
Pedro trabajaba como mecánico de motocicletas y vehículos en un taller improvisado que montó hace unos años en su vivienda. Era casado y tenía tres hijos mayores de edad: un hombre de 20 y dos mujeres de 26 y 30 años de edad, respectivamente.

@Daigalaviz