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En Gaceta Oficial corrigen precio de harina panadera tras acuerdo de 25 artículos

 

 

El precio de la harina de trigo panadero acordado este 22 de agosto entre el gobierno y la agroindustria, varió considerablemente, según pudo observarse en la Gaceta Oficial N° 6397 publicada este jueves 23 de agosto.

Un kilo de harina de trigo panadero estaba fijado en un principio en 52 bolívares soberanos, sin embargo, en la Gaceta aparece en 20 bolívares soberanos.

Otra de las variaciones que se aprecian es la presentación del atún en lata que pasó de 170 gramos a 140 gramos, no obstante, el precio se mantuvo igual.

Este miércoles 22 de agosto el gobierno nacional publicó un listado de precios acordados presuntamente con la agroindustria.

 

En Gaceta nuevos precios de los alimentos fijados por el Gobierno

 

El gobierno bolivariano publicó en la Gaceta Oficial No: 6.397 Extraordinaria, los nuevos precios de 25 de 50 rubros alimenticios acordados por el vicepresidente de la República Bolivariana Tareck El Aissami.

Entre los rubros que destacan están la harina precocida de maíz que pasa a tener un precio de 20 bolívares soberanos el kilo, la azúcar a 32 bolívares soberanos el kilo, el kilo de arroz en 42 bsS, el café molido a 60 bolívares soberanos la presentación de 500 gramos.

El kilo de carne costará 90 bolívares soberanos, mientras que el de pollo beneficiado quedó fijado en 78 bsS.

El litro de leche tiene el precio de 48,50, el litro de aceite comestible en 36 bolívares soberanos, y la margarina en 39, 50 la presentación de 500 gramos.

 

386824983 Gaceta Oficial Extraordinaria 6 397 Precios by Yeannaly Fermin on Scribd

 

*Con información de Unión Radio y La Patilla

Desaparición del trigo y muerte a los cachitos

Paola Martínez | @mpaolams

Sabrina D’Amore | @Sabridamore

“PASE QUE HAY PAN”, se escucha decir desde la calle a un hombre con camisa de la Sundde. Adentro, unas 50 personas hacen cola para recibir tres canillas. Los ojos de Chávez siguen el proceso desde la gorra del hombre detrás del mostrador, quien empaqueta los panes y mira con desconfianza a los panaderos. También observan desde la franela de una mujer que ordena la cola para acelerar el proceso de pago. A pesar de sus intentos, la fila de clientes continúa creciendo hasta que el fiscal de la Sundde anuncia que se acabó el pan.

En 35 minutos, 720 pan canilla son vendidos y dentro de poco se repetirá el mismo proceso. Este es el ciclo de una panadería del centro de Caracas tras la implementación del Plan 700, que pone a la Superintendencia de Precios Justos (Sundde) como los vigilantes de la harina. Pero es un caso atípico, pues no todas las panaderías de la ciudad han sido fiscalizadas y no todas cuentan con suficiente harina para mantener una producción estable.

Con la intención de frenar a las supuestas mafias que originan la “Guerra del Pan” y la “Guerra Económica”, el Gobierno Nacional inició el 14 de marzo el despliegue de inspectores asesorados por la Sundde, junto con representantes de la juventud bolivariana y de los Clap, en las 709 panaderías de Caracas para supervisar la elaboración y venta del producto. De acuerdo a el superintendente William Contreras, en cuatro días las ventas aumentaron más de 1500%.

¿Muerte a los cachitos?

Las largas filas continúan formándose rápidamente en las panaderías cuando sacan bandejas de pan a la venta, a pesar de todos los intentos por parte del Gobierno y sus organismos para acabar con ellas.

El día a día de los panaderos tuvo que cambiar por esos intentos, obligándoles a usar 90% de cada saco de harina en la elaboración de pan canilla y francés, mientras el restante queda a libre disposición de la panadería para preparar lo que desee. La política parte de la tesis del Ejecutivo de que algunas usan la materia prima para producir “dulces y cachitos y nada de pan para el pueblo”, que entre otras razones, pesaron para detener a los encargados de La Condesa.

“Ayer me regañaron por hacer cachitos”, contó un panadero a Runrun.es, cuyo establecimiento, ubicado en el centro de Caracas, está bajo la fiscalización. Él explicó que allí elaboran la cantidad suficiente de pan canilla y francés, pero estos vuelan de las vitrinas, a diferencia de los cachitos, galletas y tortas que no salen con tal rapidez.

La decisión del Sundde afecta igualmente a aquellos establecimientos famosos por hornear cierto tipo de pan o preparar un dulce especial, como la panadería Torbes ubicada en la avenida Baralt, con antigua tradición en la elaboración de pan andino.

El diario El Nacional reseña que los clientes de la Torbes «sin falta, antes de salir se detienen ante el mostrador y preguntan si no va a salir en algún momento del día el pan aliñado o el camaleón, dos clásicos que hicieron famosa a esta tradicional panadería que lleva 68 años horneando el mejor pan dulce andino de Caracas. Los trabajadores se encogen de hombros y dicen que no, y señalan el cartel con los precios de los tres tipos de panes que están obligados a vender a partir de la medida de intervención de la Superintendencia de Precios Justos en varias panaderías de la ciudad».

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La verdadera guerra económica: falta de importación de trigo

Venezuela es uno de los países más consumidores de trigo y, dadas nuestras condiciones ambientales, el 100% debe importarse y la actividad importadora depende directamente y en su totalidad del Gobierno. Una fuente de la industria del trigo, que prefirió no identificarse, explica que el problema empieza a darse cuando este sector se queda sin divisas suficientes para garantizar el flujo de mercancía necesario para satisfacer la demanda nacional.

El consumo histórico en Venezuela es de 360 mil toneladas de trigo mensuales, sin embargo actualmente solo está llegando al país entre 30 mil y 60 mil toneladas cada 45 días, apenas el 16%. “Lo ideal es lo que ocurría cuando el gobierno entregaba los dólares a la empresa privada. Eso permitía que mientras hay 120 mil toneladas en el país, ya 120 mil estén en tránsito y 120 mil en proceso de compra. Así se garantiza que el inventario de seguridad tendrá un reemplazo a medida que se vaya acabando”, argumenta la fuente experta.

A esto se suma que lo poco que está llegando se está quedando en Caracas, y la situación es aún más aguda en otros estados del país. Juan Crespo, presidente del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Harina (Sintraharina), confirma la situación y explica que otro factor que influye actualmente es que las compañías exportadoras de trigo no están otorgando créditos a Venezuela debido a la coyuntura económica que atraviesa el país.

Esto ha ocasionado, según la fuente experta en la industria, que varios buques contenedores de trigo se hayan quedado varados por meses en aguas internacionales cercanas, como Aruba, Curazao y Bonaire, esperando que se cierre el ciclo de pago para arribar a puerto venezolano. También hay que resaltar que el producto que llega a las panaderías es un producto terminado, es decir, este trigo debe desembarcar e iniciar su proceso de conversión en harina en los distintos molinos, que actualmente son 15 en todo el territorio, según Crespo.

El presidente de Sintraharina explica que luego de que el trigo llega al país, es trasladado en gandolas hasta los molinos, donde reposan dos días para limpiar la mercancía y hacer exámenes de salubridad. Posteriormente se realiza el proceso de molienda y luego la harina resultante va a los centros de distribución, también manejados por el Estado, donde se empaquetan y se distribuyen.

Por su parte, José Sánchez, presidente de la Asociación de Panaderos en Caroní La Espiga Dorada (Asopacedo), enfatiza que desde el gobierno se anunció que cada panadería recibiría 300 sacos de harina de forma mensual, lo cual en efecto sí sería suficiente para una panadería promedio; sin embargo, lo que está llegando es un 15% de esa cantidad. Además, destaca que “de llegar esos 300 sacos, no serviría de nada si no se garantiza la reposición mensual de ese inventario”.

Mucho es preocupante, poco también lo es

Una panadería del centro, de las más grandes, vendió 3.900 pan canilla durante el primer día con fiscales en sus puertas, entre 10 y 15 por ciento más que su producción normal. “Es que yo vendo mucho pan, porque no me conviene tener tanta harina”, dice el dueño del establecimiento, quien pidió que no se publicara su nombre, por temor a represalias. Es suerte –tener excedentes de harina– no la tienen las demás panaderías de la ciudad.

Afirma que en su depósito tiene más de 400 sacos de harina que la Superintendencia Nacional de Gestión Agroalimentaria (Sunagro) le ha asignado a través de los molinos encargados de la distribución. Tener tal cantidad le preocupa. “Me ven tanta harina y me meten preso”, dice y agrega que el hecho de que un organismo gubernamental le de tal cantidad de materia prima no detiene su preocupación.

En el caso contrario, una panadería que cuenta con charcutería y almuerzos ejecutivos, ubicada en Los Palos Grandes, necesita 30 sacos de harina diarios para poder llenar sus anaqueles. Sin embargo, solo recibe 17 cada dos semanas, afirma su gerente. Una panadería más pequeña de la misma zona requiere 10 sacos para poder atender a su clientela, pero la encargada afirma que tiene buena suerte si consigue 15 al mes. Ambos negocios deben recurrir al bachaqueo. El Plan 700 y la Sundde no los han visitado, ni para fiscalizar, ni para ofrecerle insumos.

Una panadería cerca de la avenida Fuerzas Armadas que sí está fiscalizada, recibió solo ocho sacos de harina la semana pasada. Estos podrían haberle alcanzado para producir pocas cantidades de pan durante varios días, pero los fiscales de la Sundde que vigilan el lugar lo obligaron a hornearlos todos. “Mañana verás como consigues más harina”, dijeron al panadero.

Alejandro Armas Mar 24, 2017 | Actualizado hace 3 semanas
Obregado, panaderos

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La arremetida del Gobierno contra las panaderías sería digna de colarse como ilustración al concepto de “salvajada” en cualquier diccionario. Resulta completamente indignante atestiguar la humillación y criminalización a la que son sometidos encargados y trabajadores de estos negocios, casi siempre pequeños, por fiscales de la Sundde y colectivos chavistas. La actitud de estos denota la soberbia de quien se sabe protegido por el poder y está facultado para pisotear a quien le dé la gana.

Los panaderos se valen de los cada vez menos medios de comunicación libres de control oficialista para alertar a la población que están bien lejos de contar con suficiente materia prima para satisfacer la demanda de pan. ¿Y por qué? Porque los molinos que transforman el trigo en harina a su vez tienen muy poco de este insumo. De nuevo, ¿por qué? Porque el trigo no se cosecha en Venezuela y hay que importarlo. Tercera vez, ¿por qué? Porque el Gobierno monopolizó la importación de alimentos mediante su control cambiario y, tras años de despilfarro y corruptelas, ahora está corto en moneda verde. La falta de transparencia en el manejo de esas divisas, en teoría propiedad del público, es tal que no se informa desde hace años a quién le dan dólares, cuánto le dan y cómo se usan.

Pero, está prohibido pensar en juego sucio por ese lado. Nos exigen creer que si hay una mafia en este país es la de los panaderos, unidos en una especie de asociación perversa con el único propósito de hacer pasar hambre al pueblo y generar malestar social que desestabilice la gloriosa e inmaculada revolución bolivariana (me doy cuenta mientras escribo que he recreado tantas veces el discurso victimista de este gobierno nefasto, que ya me resulta repugnante repetirlo hasta en sentido sarcástico).

Por insólito que parezca, ¡todavía hay gente que les cree! Son cada vez menos, pero los hay, prueba viviente del grado de alienación al que es capaz de llegar el ser humano. Por ejemplo, en el contexto de la emblemática panadería de la avenida Baralt tomada por “colectivos panaderos” (a la cual, aunque sus ocupantes aseguran que la medida durará no más de 90 días, cambiaron el nombre y pegaron en las paredes afiches de Chávez), una señora de la zona manifestó su total apoyo porque “el pueblo no puede permitir que portugueses y extranjeros le roben la comida” (en honor a la verdad, otro vecino le replicaba frente a las cámaras de la prensa que “los verdaderos ladrones están en Miraflores”).

Admito que me causaron una conmoción profunda las palabras de la mujer. Siempre he considerado a Venezuela en líneas generales como una nación generosa con quienes llegan de otras tierras. Es muy lamentable cómo el chavismo ha impregnado de xenofobia a unos cuantos de sus habitantes. Xenofobia que, por cierto, de marxista no tiene nada. Se asemeja más al fascismo y sus derivados hoy tan en boga en el Viejo Continente. Es más fácil seducir a las masas con un sentimiento de nacionalidad inherentemente grandiosa y destinada a un porvenir de gloria no logrado hasta ahora por la mezquindad de extranjeros, que poniéndolas a leer Miseria de la filosofía.

Los venezolanos tenemos mucho que agradecer a las diferentes oleadas de inmigrantes que ha recibido a lo largo de nuestra historia. Los portugueses, italianos y españoles que arribaron de forma masiva en los años 40, 50 y 60 no son la excepción. Fueron ellos quienes, por ejemplo, nos contagiaron por primera vez el gusto por el fútbol. Nos han deleitado con sus gastronomías y hecho aportes considerables a la nuestra que, como prácticamente todo lo venezolano, es inherentemente mestiza y multicultural. Sin embargo, pienso que tal vez su aporte más importante fue el valor del trabajo duro como fuente de riqueza y superación. Eso no quiere decir que antes de su llegada no hubiera venezolanos trabajadores. Pero sí debo decir que su ejemplo fue un impulso de esta manera de pensar en medio de una cultura acostumbrada por demasiadas generaciones a la prosperidad fácil por obra y gracia de la renta petrolera.

Recordemos que muchos de esos inmigrantes desembarcaron en La Guaira o Puerto Cabello con una mano adelante y otra atrás. Venían de las partes más pobres de Europa occidental, de países devastados por la guerra y regímenes totalitarios. Aquí comenzaron con emprendimientos pequeños que, con años de esfuerzo, les permitieron progresar individualmente a la vez que aportaban a la sociedad con productos y empleos.

El caso lusitano fue el más marcado en cuanto a inmigración en búsqueda de mejores vidas se refiere. Portugal entró al siglo XX con un atraso considerable en comparación con otros países europeos. No era una nación industrializada, como Alemania, Gran Bretaña o Francia, sino rural. Al igual que España, en algún momento entre los siglos XVIII y XIX se estancó en contables aspectos económicos y sociales. El incuestionable prestigio político del que gozaron las dos monarquías ibéricas luego del descubrimiento de América era cosa del pasado. Y aunque Portugal mantenía grandes colonias en África y pequeños enclaves en Asia, al comienzo del siglo pasado era un jugador menor en el tablero imperialista (en una época en la que tener colonias era símbolo de prestigio para cualquier potencia que reclamara para sí tal condición).

Aunque, a diferencia de su vecina, Portugal no pasó por una guerra civil, igualmente cayó en manos de una dictadura fascista incluso antes que España. Fue el llamado Estado Novo, gobernado con puño de hierro por António de Oliveira Salazar entre 1932 y poco antes de su muerte en 1968. Su sucesor no pudo mantener el control del país y fue removido en la Revolución de los Claveles de 1974, momento a partir del cual Portugal se transformó en la democracia que es hoy. Pero en el ínterin, durante esas más de cinco décadas en un ambiente de pobreza y represión, muchísimos lusos decidieron migrar a América Latina. La mayoría, por razones obvias, se trasladó a Brasil. Pero Venezuela fue el segundo destino más escogido por ellos, a pesar de que había otras naciones con mayor calidad de vida en la región.

Los portugueses aquí son asociados sobre todo con panaderías, abastos y supermercados. Aunque quizás abusar de ello resulte en un estereotipo, no es mentira que ellos se inclinaron particularmente por estos negocios. Y ahora, luego de tanta dedicación y contribuciones a una Venezuela mejor, esos panaderos portugueses (y no portugueses) están en riesgo de que les quiten todo. Para colmo, los sacan de sus propios locales en medio de ofensas xenofóbicas.

El chavismo no solamente pretende que los panaderos sean sus chivos expiatorios en la escasez de comida. Arremete además contra ellos porque simbolizan lo que más detesta: el progreso como resultado del trabajo individual, sin dependencia del Estado o lealtad a un proyecto político. Si hay un empresario ideal en la psiquis revolucionaria, es ese que hace grandes negocios con el Ejecutivo para satisfacer los deseos del mismo, todo esto sobre la base del monopolio gubernamental sobre los dólares (de ellos se vieron unos cuantos ejemplares en el Poliedro ayer).

Si algo bueno se ha visto de esta “guerra del pan” es la reacción de la comunidad de Altagracia a la toma de la panadería en la Av. Baralt. Dese el año pasado varios estudios de opinión pública han detectado un rechazo abrumador entre los venezolanos a más expropiaciones. La gente se ha dado cuenta de qué ha pasado con Clorox, Aceites Diana, Lácteos Los Andes y Café Fama de América, solo por poner cuatro ejemplos. Está harta de eso y lo demostró el martes en la noche exigiendo que la panadería fuera devuelta a sus dueños. Al chavismo no le quedó más remedio que reaccionar con el único recurso de control que le queda: el miedo, las amenazas de violencia por grupos parapoliciales que, encapuchados cual asaltantes de bancos, se metieron en los edificios para exigir el cese de la protesta, bajo el grito de “las calles son del pueblo, no de la burguesía” (pregúntese usted qué burguesía vive en Altagracia, a menos que el oficialismo asuma que la población de la parroquia, donde la oposición duplicó a los rojos en las últimas elecciones, por eso se “aburguesó”).

Aquello fue un gesto noble de la gente y, sobre todo, muy esperanzador. Si el propietario de esa panadería y otros deciden irse a Portugal, y nadie puede culparlo si es así, espero que se lleve como último recuerdo de Venezuela, no los insultos del lumpen, sino el grito de justicia y aprecio elevado esa noche en Altagracia. A esos panaderos la mayoría de los venezolanos les dice obregado.

@AAAD25

Borges: amenazar a las panaderías no es la solución a la crisis alimentaria

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Julio Borges, el presidente de la Asamblea Nacional, señaló que es el gobierno el que controla las importaciones y la asignación de divisas en el sector de alimentación, por lo que es el Gobierno el responsable de que a las panaderías no se les otorgue suficiente harina.

El parlamentario resaltó que el Gobierno controla la mayoría de los espacios de producción en el país, por lo que el desabastecimiento generalizado de los productos básicos cae en su responsabilidad. Un control mayor sobre los controles productivos solo acentuará los niveles de corrupción, desabastecimiento y pobreza en el país, explicó Borges. “El Gobierno controla todas las importaciones y la asignación de divisas en materia de alimentación por lo que es ilógico que pretendan que las panaderías puedan vender pan si no se les otorga la harina correspondiente”.

«Siguen condenando a los venezolanos a pasar hambre y amenazar a las panaderías no es la solución a la crisis alimentaria que hay en el país», comentó tras preguntarse “¿Cuánto creen que tardará el pan en desaparecer de la mesa de los venezolanos, si el Gobierno continúa con estas políticas?».

El parlamentario aseguró que todo los venezolanos saben muy bien que no existe ninguna guerra económica, y agregó que es imposible que las panaderías produzcan pan si no tienen materia prima.

Desde la Asamblea Nacional, los diputados están trabajando para atender la crisis alimentaria mediante un plan de trabajo que pretende aprobar el Proyecto de Emergencia Alimentaria, continuar con las denuncias acerca de los Clap, visitar tierras y fábricas expropiadas, así como identificar y sancionar a quienes están involucrados “en acciones que han llevado al venezolanos a morir de hambre”, afirmó Borges.

*Con información de nota de prensa

Sundde inspecciona producción de pan en panaderías de Caracas

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Con la intención de garantizar la producción del pan y su distribución en las panaderías de las 22 parroquias de Caracas, este martes 14 se realizó un despliegue de 3.900 funcionarios para inspeccionar las 709 panaderías privadas.

Funcionarios de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), Policía Nacional Bolivariana (PNB), Superintendencia de Precios Justos (Sundde) y Superintendencia Nacional de Gestión Agroalimentaria (Sunagro) participaron en la inspección. El operativo también contó con representantes de la juventud bolivariana, de los Comités Locales de Abastecimiento Productivo (CLAP) e integrantes del Poder Popular que han recibido un extenso curso de formación para tal tarea, de acuerdo a información del Ministerio de Comunicación.

El superintendente William Contreras puntualizó, de acuerdo a las informaciones que la Sundde publicó en su cuenta de Twitter, que «el 90% de la materia prima debe ser destinada para la producción del Pan Canilla y Frances».

En días pasado fueron juramentados los integrantes del equipo del Plan piloto 700, que tienen como objetivo afrontar las presuntas mafias en el sector panadero que impiden que el pueblo acceda de forma directa al producto.

Además, con esta política se prevé crear 10 panaderías para incrementar la producción de pan en el país, tarea que contará con el apoyo del Frente de Panaderías de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap), que en total constituyen 114 centros de producción artesanal y familiares que recibirán próximamente trigo pandero.

 

 

*Con información de Unión Radio y Prensa Mippci

Fevipan: Suministro de materia prima es vital para el abastecimiento nacional

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Ante la situación que atraviesa el sector de la panificación en el país, el presidente de Fevipan, Tomás Ramos López, sostiene que “El continuo suministro de materias primas es vital para el abastecimiento nacional efectivo y congruente”.

En este sentido, Ramos considera que el único camino para avanzar al respecto es trabajar junto al Estado enfocados no sólo en asegurar la fluidez oportuna y eficiente de las importaciones del trigo panadero, sino también en la constante distribución del resto de las materias primas.

La máxima autoridad de Fevipan, destacó que el objetivo debe ser normalizar las actividades de esta importante Industria, evitar que los molinos paren sus actividades y nivelar los inventarios de todos los insumos, pues no sólo de harina se hace el pan.

Por otra parte, detalló que se requieren mensualmente para la producción de este alimento, sólo en harina panadera cuatro barcos de 30 mil toneladas, en azúcar 6500 TN, margarina 1500 TN, 700 TN de levadura y manteca vegetal 2250 toneladas.

Al mismo tiempo, se planteó que para garantizar una producción continúa de pan como lo solicitó a la Superintendencia para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde),  durante una reunión sostenida hace meses con Fevipan, se deben generar y optimizar la logística de distribución que garantice la materia prima.

De este modo, recalcó  que los panaderos han sido expuestos ante matrices de opiniones, manifestó que continuarán trabajando hasta encontrar un diálogo abierto con el gobierno nacional, ya que a su juicio tienen la responsabilidad de garantizar el pan en la mesa de los venezolanos siempre y cuando cuenten con la materia prima.

 

Logística intermitente

Ramos detalló que a puerto venezolano solo ha ingresado un barco,“El Dragonera”, en febrero, lo que permitió a los molinos arrancar sus actividades temporalmente pero de no llegar una embarcación con trigo panadero en los próximos días se paralizarán nuevamente. “Al 9 de febrero habían en existencia en los molinos solo 18 mil toneladas de trigo panadero y se necesitan 120 mil”.

Consideró que, al igual que los panaderos, los molinos nacionales también han hecho un excelente trabajo frente al escenario que están atravesando, pero sus limitaciones por la falta de materias primas también les ha impedido trabajar a plena capacidad.

 

Unificar esfuerzos

El presidente de Fevipan, hizo énfasis en la importancia de coordinar los esfuerzos, no en buscar culpables sobre la realidad del sector, sino en atender sus necesidades, pues la situación ha obligado al cierre de panaderías en varios estados del país, generando fuertes situaciones irregulares, y ha llevado a muchos panaderos a tener que blindar sus negocios, ante este panorama.

Ramos pidió a todas las asociaciones para que trabajen en comunicación y coordinación constante con todos los jefes de las Zonas Operacionales de Defensa Integral (ZODI), para ir atendiendo estos problemas.

Finalmente, Ramos solicita una vez más, una reunión entre Fevipan, el Presidente de la República, Nicolás Maduro, el Vicepresidente, Tareck El Aissami, y el Mayor General, Vladimir Padrino López, y el Ministro de Alimentación, Rodolfo Marcos Torres, para brindarles información certera de la realidad del sector y poder actuar en las soluciones que la Industria requiere para que éstas sean implementadas y así garantizar el pan, al que siempre ha estado acostumbrado el pueblo venezolano.

Sundde publicó los nuevos precios del café, la azúcar y la harina de maíz

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Este 21 de diciembre, la Superintendencia de Precios Justos publicó seis providencias con los nuevos precios del azúcar, el café, el maíz y la harina precocida.

De acuerdo con las providencias, el kilo de azúcar pasará a costar 460 bolívares; el kilo de la harina de maíz precocida, 639 bolívares; el kilo de maíz blanco y amarillo, 200 bolívares y el kilo de café premium 3.185bolívares.

 A continuación mostramos el detalle de los precios:

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Con información de La Patilla