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Morir en casa por COVID-19: el peor escenario
Algunas de las personas que fallecen por coronavirus en su hogar no consiguen cupo en hospitales, clínicas y CDI
Para retirar un cadáver de un domicilio es necesario contar un certificado de defunción expedido por un médico 
Solo servicios velatorios autorizados por el gobierno pueden recoger en casas cuerpos de muertos por COVID-19

@franzambranor

 

Cuatro días en la morgue de Bello Monte pasó el cadáver del esposo de Sandra* antes que esta pudiera cremarlo en el Cementerio General del Sur. Todo comenzó con una gripe que en pocos días pasó a una fiebre de 42 grados que no le bajaba con nada, eso encendió las alarmas ese jueves en la noche. Sandra buscó ayuda en hospitales centinelas y CDI y no la consiguió. A los que asistió le dijeron que no podían recibirlo. “En cada sitio que fuimos no encontrábamos la manera de hacerle pruebas ni que pudieran examinarlo para poder saber qué hacer, nunca le hicieron el test del COVID-19”, dijo Sandra. 

Con mucha impotencia y miedo, a Sandra no le quedó otra que quedarse en casa suministrando a su esposo infusiones e inhalaciones con eucalipto. 

Cuatro días después falleció. “Era un hombre de apenas 52 años, no tenía enfermedad preexistente, pero si era una persona con sobrepeso”.

Sandra sentenció que dentro de toda la tragedia que significó perder al padre de sus dos hijos, el procedimiento fluyó. «La misma noche que murió fueron a la casa miembros de Protección Civil, luego se presentó una comisión del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) que me explicó el procedimiento, el cual consistía en esperar a los trabajadores del Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses (Senamecf). El cuerpo lo vinieron a buscar al mediodía del día siguiente”.

“Hubo personas que me dijeron que había tenido suerte, porque conocían a familiares que esperaban hasta veinte días para que les entregaran el cadáver. La misma gente del Cementerio General del Sur estaba sorprendida”, añadió Sandra.

El único dinero que debió desembolsar Sandra fueron 20 dólares por concepto de la caja donde reposan las cenizas de su esposo. “Para mi eso fue mucho porque no tenía como costearlo, pero escuchando todo lo que conversaban las demás personas, creo que quejarme está de más. Corrimos con suerte de cruzarnos con personas de buen corazón tras la muerte de mi esposo, pero cuando estábamos peregrinando para que lo atendieran fue rudo, nos sentíamos con mucho miedo y abandonados”.

Una cruz a cuestas 

La madre de Carlos Guerrra no murió de COVID-19, pero igual tuvo que someterse a un largo peregrinar para conseguir tratamiento domiciliario y posteriormente efectuar la cremación en Caracas. Por tratarse de una enfermedad bronco respiratoria, Carlos se vio obligado a buscar oxígeno para su mamá. “La situación fue desesperante, el ‘no hay’, ‘estamos colapsados’ y ‘no podemos atenderla’ fue la constante”.

Finalmente consiguieron oxígeno, pero la saturación no subió a los niveles requeridos por lo que le indicaron una serie de exámenes que lamentablemente no pudo practicarse a tiempo porque muchos laboratorios estaban preparándose para el asueto de Semana Santa.

La mamá de Carlos murió en su hogar la madrugada del martes 30 de marzo. Una funeraria en El Rosal fue a recogerla la tarde de ese día y no fue sino hasta el domingo 4 de abril que pudieron cremarla. 

Carlos indicó que en todos los lugares donde fue a reportar el deceso de su madre le preguntaban con insistencia si la causa había sido COVID-19. 

“Fue una odisea por el colapso de funerarias y cementerios. En el Registro de Baruta nos tocó hacer cola desde las 4 de la mañana para agarrar uno de los cupos diarios que entregan en el Cementerio del Este. Al final fueron 6 horas y media solo para pagar la cremación en el cementerio y tres más, seis días después para retirar las cenizas. La verdad es terrible todo lo relacionado con los trámites. El dolor se va transformando en una mezcla de rabia, resignación e indignación ”.  

Carlos sostuvo que el desborde en el camposanto es notorio. “Allí había una cola para los casos que eran de COVID-19 y otra para los que íbamos por casos diferentes, ambas largas, pero la de coronavirus era impresionante”.

¿Qué hacer si un enfermo con COVID-19 muere en casa?

Todo un proceso 

Javier Montoya, presidente de la Asociación Profesional de la Industria Funeraria (Asoproinfu) sostuvo que retirar un cuerpo de un domicilio por cualquier causa es un asunto en extremo delicado. “Sin certificado de defunción no se puede buscar ningún cadáver, eso es una norma. En los casos de COVID-19, las funerarias deben esperar el certificado y llevarlos inmediatamente al crematorio porque no pueden permanecer allí, los crematorios comienzan a trabajar a las 7 de la mañana, incluso hay algunos que les ha tocado trabajar las 24 horas”.

El primer paso que debe dar el familiar de una persona que muere en casa es conseguir un certificado de defunción, firmado por un médico. 

“En teoría debería ser emitido por un infectólogo, inmunólogo o internista si el paciente murió por COVID-19”, dijo Jaime Lorenzo, director de Médicos Unidos por Venezuela.

Lorenzo sostuvo que con el informe médico, el cadáver del fallecido por COVID-19 no necesita pasar por una morgue para la autopsia de rigor. El documento es suficiente para que los trabajadores de la funeraria acudan a retirar el cuerpo. 

“Ese certificado médico lo dan clínicas, hospitales y CDI, ninguna funeraria lo puede expedir”, aclaró Montoya.

Una vez que se cuente con el certificado se debe acudir a una prefectura para solicitar el acta de defunción, en el caso de que la persona no disponga del certificado médico, entonces es necesario solicitar la intervención del Senamecf, porque son ellos los que deben constatar la causa del deceso. 

De acuerdo con Montoya, el gobierno ha exigido a las instituciones que aceleren la marcha en vista de la demanda. “Han puesto énfasis en que los procesos y trámites sean expeditos, tanto en las prefecturas como en los registros adscritos al Consejo Nacional Electoral, que son quienes dan los permisos para la cremación”.

Solo algunas funerarias designadas

De acuerdo a un trabajador de una funeraria que opera en las inmediaciones de la morgue de Bello Monte, quien no quiso identificarse, solo cinco servicios velatorios están autorizados en el área metropolitana y sus adyacencias para retirar cadáveres que hayan fallecido por COVID-19 en sus hogares: Cementerio del Este, Funeraria Vallés, La Loira, Jardines El Cercado y El Cristo en Catia.

“Ellos son los que tienen el equipo y el personal entrenado y capacitado para eso, el resto no nos metemos con eso porque es muy delicado. Nosotros para retirar un cadáver en un domicilio por causas naturales lo primero que pedimos es un informe de un médico debidamente autorizado para ver la causa, incluso hay quienes exigen una prueba de despistaje de COVID-19 al cadáver para cerciorarse”. 

Montoya indicó que las autoridades gubernamentales autorizaron a las funerarias que cumplen estrictamente con todos los protocolos de bioseguridad. “Son celosos para dar los permisos porque de eso depende la salud del pueblo”.  

Obligatorio tener dólares

“Pagamos 280 dólares por el traslado y el tiempo que estuvo en la funeraria y $326 por la cremación”, dijo Carlos Guerra, quien perdió a su madre a finales del mes de marzo. 

“El costo depende de la estructura de costos de cada funeraria. La cremación oscila entre 300 y 500 dólares”, sostuvo Javier Montoya, presidente de la Asociación Profesional de la Industria Funeraria.

Montoya manifestó que las funerarias debieron hacer una inversión considerable para atender a los fallecidos por la pandemia. 

“La carroza donde se traslada el cuerpo debe ser desinfectada en cada proceso, todo el personal tiene que estar protegido con mascarillas, trajes especiales, lentes, guantes dobles y botas de seguridad. Los costos de los productos que se utilizan son elevados, aquí no se produce ninguno de los instrumentos que son usados para la bioseguridad, son materiales que se consiguen en divisas y eso afecta la estructura de costos de cada funeraria”. 

De acuerdo a la Cámara Nacional de Empresas Funerarias, hay 18 crematorios a nivel nacional y Caracas cuenta con siete de ellos. 

Montoya sentenció que el mantenimiento de un horno crematorio es costoso. “La gente cree que eso es prenderlo y ya. Un horno cuesta entre 90 y 100 mil dólares, es decir, hay una inversión importante detrás de eso.Todos los hornos tienen planta eléctrica, la mayoría emplean gasoil o gasolina que obviamente es difícil de conseguir. Hay que desinfectarlos todo el tiempo. Aunado a eso, se necesita personal calificado, no cualquiera puede operar un horno crematorio”. 

Un riesgo quedarse en casa 

Lorenzo indicó que un paciente con síntomas de leves a moderados podría someterse a un tratamiento en casa. “Hay médicos que están atendiendo a domicilio a las personas con el debido protocolo”. Pero aseguró que los casos severos de COVID-19 no deben permanecer en sus hogares. “Es necesario hacer lo posible por hospitalizar”. 

El dilema es que algunas personas pasan de tener leves síntomas a agravarse de una manera acelerada y los familiares no saben cuándo actuar. También la preexistencia de otras enfermedades, especialmente de carácter respiratoria hacen que el pronóstico pueda ser de extremo cuidado.

El director de Médicos Unidos por Venezuela sostuvo que la escasez de personal calificado para atender a pacientes, especialmente en los hospitales es un problema de salud pública. “Hay que recordar que ha habido una migración de profesionales de la salud debido a los sueldos miserables, especialmente en los hospitales públicos. Y no solo estoy hablando de los que se van del país, también de aquellos que se ven obligados a dedicarse a otra cosa porque sencillamente el dinero no les alcanza, además que a diario exponen sus vidas y la de sus familiares”. 

La segunda ola de coronavirus que vive Venezuela ha provocado el colapso de los hospitales y clínicas debido a la inmensa cantidad de contagios. “Estamos a nuestra máxima capacidad, desbordados, a finales de 2020 la cosa había bajado, pero ahora retrocedimos, es horrible”, dijo una enfermera de La Clinica Floresta en Altamira, Caracas.

Desde el 1 hasta el 11 de abril murieron en Venezuela 176 personas, de acuerdo a cifras del gobierno de Maduro, un promedio diario de 16, alcanzando la cifra récord por día de 20, el pasado 10 de abril. 

* Nombre ficticio a petición de la entrevistada

Máximo dos horas velan a muertos en funerarias
Permiten grupos de diez o menos personas con tapabocas y guantes 

@franzambranor

El tío de Alonso tenía dos días que no levantaba el teléfono de su casa. Vivía solo en Caracas, por lo que Alonso decidió ir a visitarlo. No contestó el timbre y Alonso optó por solicitar la ayuda de Protección Civil para abrir la puerta del apartamento. Una vez adentro la sospecha que poseía Alonso se convirtió en certidumbre, su tío tenía varios días muerto.

Debido a la pandemia del Coronavirus y al estado de alarma decretado por Nicolás Maduro, la familia decidió cremarlo y no velar el cadáver. “Pensamos que no eran las condiciones adecuadas, cuando esto pase le haremos un Novenario, porque ni misas se pueden efectuar”, dijo Alonso.

En su cuenta de Twitter, Yulianna Uzcategui escribió que su padre había fallecido en Mérida y ella estaba en cuarentena en Portuguesa por lo que no podía asistir al sepelio. De la misma manera Miliber Mancilla colocó en la red social que los padres de una amiga no podían venir a Venezuela al entierro de su hija.

Despedida con restricciones

En época de COVID-19, los funerales se hacen con máximas restricciones y algunos incluso no llegan a efectuarse.

Freddy Méndez de la funeraria Virgen Morena en el centro de Caracas explicó que en medio de la cuarentena solo se está permitiendo dos horas de velación y máximo 10 personas en la capilla con sus respectivos tapabocas y guantes.

Aunque la Cámara Nacional de Empresas Funerarias y Afines (Canadefu) no ha emitido un comunicado oficial, se estima que si hay sospecha de fallecimiento a causa de Coronavirus, el cadáver debe pasar directo al crematorio.

Canadefu está integrada por 220 afiliados a nivel nacional, 85% son funerarias y 15% fabricantes de ataúdes. 

“Las autoridades todavía no nos han dicho como es el protocolo a seguir. La situación es muy compleja. Estamos teniendo la máxima cautela y exigiendo actas de defunción con motivos de muerte antes de prestar el servicio”, dijo Méndez.

Héctor Bastidas de la Funeraria Previsabel XXI en San Martín sentenció que no están llevando a cabo actos velatorios desde hace poco más de una semana.

“Solo preparamos los cadáveres y los llevamos al cementerio”, indicó Bastidas.

Aseveró que dejaron de hacer funerales porque en un par de ocasiones oficiales de policías se acercaron a deshacer las reuniones, asegurando que estaban prohibidas por el decreto de estado de alarma.

Tanto Méndez como Bastidas temen por la posibilidad de que en Venezuela se presente una situación similar a la de Europa con una cifra de fallecidos que supere la oferta funeraria. De la misma manera les preocupa la salud de quienes trabajan en este gremio.

“No sabemos qué pueda pasar con este negocio ante esta amenaza de la pandemia”, manifestó Bastidas.

De acuerdo con el especial de IAM Venezuela, 297 toneladas de bronce han sido robadas de Venezuela. Estatuas, lápidas y campanas son despedazadas por una mafia que trafica este material y arrasa con el patrimonio cultural del país.

 

UN ESCRITOR SIN BRAZOS, un prócer sin cabeza, una diosa mutilada, son algunas de las 6.812 piezas vandalizadas en el territorio venezolano. Se trata de 297 toneladas de bronce patrimonial hurtadas en 12 estados el país, según ha registrado el equipo de IAM Venezuela (Institutional Assets and Monuments). La investigación, iniciada en enero de 2017, se encuentra reunida en el especial multimedia El robo del bronce publicado a finales de 2018.

Según las cifras arrojadas por la investigación, hasta noviembre de 2018, los 297.000 kilos de bronce conmemorativo venezolano se traducen en un millón setecientos ochenta y dos mil ciento ochenta dólares de ganancias para los delincuentes, tomando como referencia el precio promedio de 6 dólares por kilo de bronce fundido que se paga en Cúcuta (Colombia).

Gracias al constante monitoreo sobre patrimonio cultural, IAM Venezuela encontró un patrón de saqueos en el país. Entre los delitos se incluyen el robo de bustos, estatuas de cuerpo completo, campanarios, accesorios, placas de identificación y robos masivos de lápidas funerarias.

El saqueo sistemático, que apunta hacia la destrucción de la memoria colectiva del país, parece responder a mafias organizadas, según afirma IAM Venezuela en su trabajo especial de investigación El robo del bronce.

¿Por qué se ha desatado en los últimos años la mafia del bronce?, ¿qué rutas toman los traficantes?, ¿cuáles son las ciudades más afectadas? y ¿a dónde van a parar las piezas patrimoniales del país?, son interrogantes que se abordan en este especial.

Entre los hallazgos están que las lápidas funerarias y los bustos son las piezas más robadas, y Mérida el estado que más ha sufrido el saqueo de su patrimonio.

En cuanto al destino de las piezas robadas, se afirma que salen del país por los cuatro puntos cardinales para ser vendidas en Colombia, Trinidad y Tobago, Curazao, y en el mercado asiático.

IAM Venezuela es una plataforma sin fines de lucro de la fundación Arts Connection, creada Andreína Fuentes, artista y curadora que trabaja por la difusión y preservación del patrimonio cultural.

El especial El robo del bronce (robodebronce.com) fue coordinado por Ana María Carrano, Milagros González y Nilda Silva, quienes junto a una red de colaboradores y fotógrafos han registrado y documentado por todo el país el robo y  la destrucción del patrimonio artístico.

Los vecinos hicieron una colecta para tratar de cubrir los gastos del velorio.                        Cortesía

Una familia residenciada en el Camino de los Españoles, sector Quenepe, de Maiquetía, en el estado Vargas, se vio en la obligación de velar a un familiar en un colchón colocado en la sala de su casa, debido a que no cuentan con los recursos para pagar la urna, los gastos del velorio.ni el sepelio.

Según un reporte publicado en el diario La Verdad del estadoVargas, la señora Yolanda Morales murió de manera natural este lunes en su casa, a pesar de que los llamaron, ninguna institución o encargados de hacer el levantamiento del cadáver se presentó al lugar, por lo que entre todos se organizaron e hicieron una colecta para pagar a un empleado de la funeraria a fin de que la preparara en su propia vivienda.

Familiares y vecinos aseguran que mantendrán el cuerpo en el lugar, hasta que completen el dinero. “Pero no es fácil, porque viven en pobreza extrema y ni pidiendo a vecinos de otros sectores podremos completar el monto”, que asciende a 17 millones de bolívares, manifiestó Oscar Angará, vecino de la familia afectada.

“Decidimos pedir una colaboración entre todos los habitantes del barrio para por lo menos enterrarla. Ahorita la tenemos en un colchón en la sala de su casa. La Gobernación nos apoyó con cinco millones de bolívares, pero el presupuesto es de 17 millones 584 mil y la familia no tiene de dónde sacar ese dinero”, dijo otra vecina conmovida por la situación.