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Instan a enfrentar las distintas formas de violencia que afectan a las venezolanas
En medio de una Emergencia Humanitaria Compleja, muchas mujeres quedan atrapadas en labores de cuidado y reproducción, sin independencia económica o en medio de ciclos de violencia de género, pero estos son solo algunos de los obstáculos que enfrentan y de los que el Estado no se ocupa, según diversas oenegés 

Las crisis humanitarias aumentan las brechas de género y, en el caso venezolano, afecta a las mujeres de forma diferenciada, explicó Magdymar León , coordinadora de la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa (Avesa), en el conversatorio «Venezuela en Emergencia: Violencia y crisis, dos grandes desafíos que enfrentan las venezolanas», impulsado este viernes por el Observatorio Social Humanitario.

La pobreza es la consecuencia más significativa de la Emergencia Humanitaria Compleja (EHC), pero también están los movimientos migratorios y movilidad dentro del país.  El impacto es diferente en hombres y mujeres porque viven realidades distintas. 

En medio de la crisis y la pobreza, muchas han quedado atrapadas en las labores de cuidado y reproducción, lo cual les quita independencia económica y tiempo para cualquier otra actividad que la mujer desee o necesite desarrollar, aumentando las brechas de género, indicó León. Esto afecta especialmente a aquellas en condiciones de mayor vulnerabilidad, como indígenas, adolescentes, adultas mayores y/o discapacitadas. 

Sobre las vulneraciones de derechos, hay puntos específicos que afectan a las mujeres, como la violencia sexual en la cotidianidad que incluye la extorsión sexual – para obtener medicinas o cruzar fronteras, por ejemplo- y el aumento de la trata y tráfico de personas en los últimos años, ya que los grupos delincuentes ven en las venezolanas vulnerables  «presas fáciles».

En el sistema de salud también son presas de la violencia, pues sólo tres de cada 10 mujeres en edad  reproductiva tienen acceso a métodos anticonceptivos, según estudios aplicados por Avesa en los estados Sucre, Apure y Táchira. Esto genera una incapacidad para controlar salud sexual y reproductiva que se traduce en una planificación familiar deficiente, que a su vez se vuelve un obstáculo para tener un proyecto de vida, incorporarse a la universidad o tener trabajo, que perpetúa los ciclos de pobreza y las mantiene rezagadas. 

En este apartado, la coordinadora destacó la situación de violencia obstétrica en el país por la falta de atención adecuada en los centros de salud y los embarazos adolescentes, consecuencia directa del punto anterior. 

Respecto al acceso a la justicia, hay gran cantidad de trabas en las instituciones, la recepción de denuncias, los procesos legales y la colocación de medidas de seguridad para las víctimas, así como la desconfianza de las víctimas en que haya una «justicia real».

León comentó que en el 2016 la organización llevó un seguimiento de denuncias y «las que llegaban a juicio eran menos del 1% (…)». Sin una adecuada sanción de delitos, se mantiene la violencia y los índices de femicidio. 

Superar la crisis pasa por enfrentar la violencia

Magdymar León, coordinadora de la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa (Avesa), reiteró que es indispensable atender las necesidades y todas las formas de violencia que afectan a las mujeres, pues de lo contrario, difícilmente se podrá superar la crisis.

“Difícilmente habrá desarrollo para el país y democracia, porque son elementos contrarios. En vez de ir hacia el desarrollo, parece que estamos yendo a un proceso de involución y las formas de violencia están coadyuvando a aumentar la brecha”, indicó.

León también hizo referencia a la falta de justicia en el país: “Los índices de feminicidio siguen aumentando, es la punta del iceberg de la violencia física, detrás de ello hay muchas formas de violencia que se están presentando. Tiene que haber sanción a esos delitos», insistió.

El miedo en las calles

La ponente María Luisa Campos, coordinadora general de la organización Resolania, presentó los hallazgos del informe «Solas en la Calle», que aborda la violencia que experimentan las mujeres en los espacios públicos a través de datos recopilados de 397 encuestadas en tres municipios, Libertador, Caracas, y Maracaibo y Machiques, estado Zulia. 

Campos definió el espacio público como «aquel de libre acceso para todo público sin importar su clase social» e incluye centro comerciales, espacios comunitarios, plantas bajas de residencias y el transporte público. 

Sobre los descubrimientos, afirmó que las mujeres experimentan estas violencias desde la niñez, que van desde acoso callejero, exhibicionismo, violencia racial, política y hasta obstétrica. «Todas las violencias son posibles en el espacio público (…) incluido el rapto» , advirtió. 

Un 40% de las encuestadas aceptó haber sido víctima de violencia de género, «sin embargo, cuando se comienza a indagar en qué tipos de violencias son – acoso, tocamientos indeseados, palabras sexuales, etcétera-, el número sube a más de 70%». En entornos urbanos – Libertador y Maracaibo-, las mujeres mencionan haber experimentado exhibicionismo. 

Estas experiencias constantes se traducen en un miedo a transitar el espacio público, apuntó la coordinadora, que terminan en la creación de estrategias por parte de las víctimas para evitar este peligro, como salir en un rango determinado de horas o recorrer rutas más largas y «seguras» para regresar a sus hogares. 

Normalmente, los perpetradores son hombres desconocidos y grupos de hombres, parejas o exparejas, policías y entes del gobierno.

De acuerdo con Campos, esto se relaciona con la crisis venezolana, porque la violencia ocurre mayoritariamente cuando estas mujeres están realizando labores de cuidado como compras de productos básicos, medicamentos, traslado de bombonas de gas o botellones de agua, o cuando se están trasladando a para acceder a sus planteles de estudio. Es decir, durante sus movimientos cotidianos para sostener su vida en medio de una EHC.

Las mujeres indígenas encuestadas – en su mayoría Yukpa- reportaron que uno de los principales perpetradores de violencia son los terratenientes y las violencias más resaltadas fueron la psicológica, obstétrica, racial y políticas, agregó la coordinadora. 

A nivel internacional

La coordinadora de incidencia del Centro de Justicia y Paz (Cepaz), Cristina Ciordia, relató la participación de la organización en el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (Cedaw). 

El rol del comité es tomar los estándares internacionales de derechos humanos (DDHH) para evaluar los reportes que describen el panorama venezolano, enviados por las organizaciones de la sociedad civil venezolana y el gobierno, para realizar un diagnóstico personalizado de acuerdo a las necesidades y urgencias del Estado en pro de alcanzar los más altos estándares en términos de DDHH, en este caso para las mujeres. 

El documento final del Cedaw contiene 58 recomendaciones y tres acciones prioritarias fundamentadas especialmente en los informes de la sociedad civil. «¿Cómo sabemos esto? Porque el informe que envió el Estado dice que todo es perfecto», una situación que no corresponde con la realidad ya presentada. 

Las acciones prioritarias, de las que se deben tomar acción inmediata y reportar  al comité en un lapso de dos años, son la violencia basada en género, la trata de personas, y la salud sexual y reproductiva. Algunos de los títulos más importantes entre las recomendaciones tienen que ver con ‘’la no discriminación, estereotipos de género, participación de las mujeres en la vida política y pública, las mujeres defensoras de derechos humanos, acceso a la justicia específicamente para víctimas de violencia basada en género y  para víctimas secundarias de graves violaciones de los derechos humanos, los grupos desfavorecidos que se consideran pues en su intersección con la feminidad, y el acceso a datos e información pública. 

Estas recomendaciones específicas son esenciales aún si el Estado no coopera,  porque ofrecen a las oenegé una ‘’hoja de ruta’’ con pautas a seguir para avanzar hacia estos derechos y con las que se pueden acercar a  ‘’personas que están en centros de poder, sean directamente del partido de gobierno o de otras instituciones, o sean candidatos o candidatas’’. 

Violencia contra mujeres y niñas que hacen vida en el Arco Minero es una constante
En el Arco Minero del Orinoco, la contaminación por sustancias tóxicas empleadas en la minería ilegal empuja a los indígenas a incorporarse al trabajo minero
Los crímenes en las zonas mineras afectan a las mujeres y niñas de manera diferenciada por razones de género, edad y etnia
ONG alertan que las edades para iniciar el trabajo sexual en el Arco Minero han disminuido de forma considerable, con la participación de ‘niñas de hasta 7 y 8  años

 

La contaminación de las aguas y los suelos por sustancias tóxicas como el mercurio, empleadas en la extracción ilegal de minerales en Amazonas y Bolívar,  ha limitado las actividades agropecuarias indígenas y los obliga a incursionar en la minería. Además, las mujeres y niñas – de hasta 10 años– que realizan labores domésticas y trabajo sexual en el Arco Minero se ven sometidas a condiciones de salud e higiene precarias, según el conversatorio impulsado por el Centro de Justicia y Paz (Cepaz), este 25 de septiembre a través de X Spaces. 

La actividad se tituló «Violencia contra mujeres y degradación ambiental en el Arco Minero» y contó con la participación de Estefanía Mendoza, coordinadora general de Mulier Venezuela, y Eumelis Moya, abogada y coordinadora del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), núcleo Guayana, quienes expusieron los hallazgos de investigaciones realizadas por ambas entidades respecto a la situación de emergencia en el Arco Minero del Orinoco (AMO).

Mendoza indicó que en el noveno informe sobre sobre la Situación de las mujeres y el ambiente en Venezuela en el marco de la revisión del Estado Venezolano ante la Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (Cedaw) destacaron las consecuencias de la minería ilegal como los impactos ambientales, destrucción de territorios ancestrales indígenas y la contaminación general por el uso de sustancias tóxicas – como el mercurio- utilizadas en la explotación de minerales, una situación que vienen denunciando los líderes indígenas y defensores de la naturaleza de los estados Amazonas y Bolívar. 

La investigadora resaltó que la contaminación se está extendiendo y que hay estudios que demuestran la presencia de mercurio en distintos pueblos indígenas, yanomamis, pemones, yekuanas y sanemas, que incluso se ha extendido hacia comunidades no indígenas en El Callao, Isla Ratón y otras zonas de curso del Orinoco. También, manifestó que el Estado venezolano no ha ratificado el Convenio de Minamata sobre el Mercurio y que al ser cuestionados en el CEDAW sobre esto, no ofrecieron respuestas precisas. 

»(…) Desde el 2016 hay una prohibición del uso de mercurio, pero la realidad es que es ampliamente usado para la actividad minera en Venezuela (…) y sin ningún tipo de política pública para atender a los peligros del uso de esta sustancia», declaró. 

En la investigación también se destacó la incorporación de temas como la esclavitud moderna, trata de persona, explotación de mujeres, adolescentes y niñas – especialmente indígenas- en las llamadas «currutelas», y la «violación de derechos generalizada (…)  como ya hemos visto con situaciones como la masacre de Yapacana», ocurrida a mediados de este mes».

Es un panorama que no solo tiene que ver con la falta de presencia del Estado, o sus acciones de corrupción en la zona, sino también con la presencia de grupos armados irregulares, los denominados «sindicatos», que controlan estos sitios  y se vuelven un «paraestado», explicó Mendoza. 

Lo que quedó para los pueblos indígenas

La depredación del ambiente que contamina las aguas y arrasa con los suelos limita las actividades propias de los grupos autóctonos, como la agricultura y la pesca. Esta situación los acerca a la pobreza y, seguidamente, los empuja a la minería como única solución. Según Mendoza, este hecho facilita la «narrativa» de una «minería ecológica» que promueven algunos sectores, especialmente el gobierno. 

»(…) No es solo la atención a la actividad minera  lo que se exige el Estado, sino también la atención a las condiciones generales de la zona, porque solo si existen oportunidades, la posibilidad de tener una vida económica,  atención de salud, garantía de derechos,  es que las personas van a poder dedicarse a otras actividades», concluyó. 

La investigadora advirtió que es necesario exigir al Estado políticas públicas integrales y acciones lógicas para atender esta situación y abandonar este modelo de explotación y saqueo del ambiente a costa del resguardo de nuestros bienes naturales »que tienen un significado tan importante en un contexto de cambio climático».

¿Qué pasa con la mujer en el Arco Minero?

A través de los resultados de la investigación »Formas Contemporáneas de Esclavitud en el Estado Bolívar,  una perspectiva de género-sensitiva», Eumelis Moya aclaró el impacto diferenciado de los crímenes de los que son víctimas mujeres y niñas en los municipios Callao, Roció y Sifontes del estado Bolívar que hacen vida en el AMO, y como la ausencia generalizada de un enfoque genero-sensitivo ha decantado en la estigmatización de quienes hacen vida allí.

Detalló que desde el trabajo doméstico hay un perjuicio de la salud y la higiene por la escasez de agua o el acceso a líquidos contaminados, así como la preparación de alimentos en fogones, cuyo humo afecta sus pulmones y derivan en enfermedades respiratorias. 

En lo que respecta el trabajo sexual, sin importar que la víctima haya ido por cuenta propia o bajo circunstancias engañosas, debe laborar en condiciones de privacidad e higiene poco apropiadas o nulas, a su vez  deben hacer una erogación para su protección y permanencia en esos lugares. Aunado a este punto, se encuentran los matrimonios forzados a temprana edad, donde desde el CDH han calculado un 35% de afectación, »siendo modestos».

Indicó que las edades para iniciar el trabajo sexual han disminuido de forma considerable, con la participación de »niñas de 7 y 8  años que realizan trabajo sexual en las plazas». Agregó como preocupación la propagación de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), con niñas de hasta 10 años en estado de gravedad, junto a las altas cifras de embarazos adolescentes, con un 25% dentro de los embarazos generales reportados en el estado.

»(…) Hablar del tema requiere sentarse, detenerse y empezar a evaluar los segmentos de una manera interseccional», declaró, refiriéndose a la complejidad de la afectación sobre las mujeres, que varía por edades y grupos étnicos. 

La abogada también expresó las dificultades para visibilizar las violaciones a los derechos humanos ocurridas en el AMO, por el peligro que implica investigar la zona con la presencia de los grupos irregulares. Al denunciar los hechos, lo hacen de manera cuidadosa »porque es una responsabilidad muy grande ser voz de las personas que están en esa situación». 

Explicó que a la hora de visibilizar lo que ocurre »hay que hacer muchísimo énfasis (…) con los medios de comunicación de cómo hacer un enfoque que respete esas condiciones, la inclusión, la afectación diferenciada, que se respete la interseccionalidad y se genere en el colectivo la necesidad de no naturalizar las situaciones».

 

Ruta Verde: Queremos que se abra el debate público nacional sobre el aborto
Organizaciones feministas y defensoras de derechos humanos están impulsando el Proyecto de Ley Orgánica sobre Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos
La campaña Ruta Verde busca más de 21 mil firmas para que el debate sobre el aborto sea introducido de manera directa en las sesiones ordinarias de la Asamblea Nacional
Este 28 de septiembre, Dia de Acción Global por un Aborto Legal, Seguro y Gratuito, colectivos y activistas marcharán desde la plaza Morelos hasta el Parlamento 

@ValeriaPedicini 

Venezuela es uno de los países de la región con las mayores restricciones sobre el aborto en su legislación: solo es permitido cuando la vida de la madre está en peligro. No es legal en casos de incesto o violación. 

Es un hecho que las mujeres en Venezuela abortan: en un estudio realizado por Avesa en 2019, se documentó que por cada cuatro partos atendidos en Venezuela, uno es un aborto clandestino. El promedio es de 15 abortos por día, más de 2.200 en el año. 

Pero en Venezuela el tema suele quedarse en las sombras o en círculos de feministas, activistas, organizaciones o movimientos a favor de los derechos sexuales y reproductivos. En parte, por una fuerte presencia de grupos e ideas religiosas, así como una sociedad en la que sigue habiendo una imagen sobrevalorada de la maternidad. 

Mientras el resto de países de América Latina avanzan en la discusión y en la despenalización, en Venezuela el aborto sigue siendo un tabú y un debate postergado en los espacios de toma de decisión. 

Es por eso que alrededor de 25 organizaciones feministas y defensoras de derechos humanos se agruparon en la plataforma social Ruta Verde para impulsar el Proyecto de Ley Orgánica sobre Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos de cara al Dia de Acción Global por un Aborto Legal, Seguro y Gratuito.

El proyecto consta de 18 artículos e incluye una campaña nacional para recoger más de 21 mil firmas de electores del padrón electoral e introducir por iniciativa popular este proyecto de ley en la Asamblea Nacional que fue electa en diciembre de 2020 y que es controlada por el chavismo.

“Esta es una propuesta de ley que surge de la preocupación como colectivas feministas que estamos en los territorios y que hacemos investigación sobre los derechos sexuales y reproductivos. Nos preocupa que no existe atención ni prevención de embarazos no deseados, de los abortos inseguros. Nos preocupan los embarazos adolescentes y las maternidades forzadas debido a este marco de penalización y delimitación con respecto al ejercicio pleno de estos derechos humanos”, expresa Laura Cano, integrante de la ONG Tinta Violeta y de la plataforma Ruta Verde.

La idea surgió inicialmente del Centro de Estudios de Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos (CEDESEX), organización que presentó el proyecto en el marco de las mesas de trabajo que se han venido llevando a cabo en la Comisión Permanente de Desarrollo Social de la AN, a raíz de la marcha multitudinaria e histórica del pasado 28 de septiembre en Caracas. 

“Nos articulamos y fuimos como Ruta Verde para discutir y presentar este proyecto con unos cambios”, asegura Cano. Organizaciones como Tinta Violeta, Faldas R, Avesa, Muderes también hicieron aportes en las disposiciones de los artículos y capítulos del proyecto de ley. 

Cano explica que el proyecto de ley que quieren impulsar desde la Ruta Verde pone sobre la mesa una política amplia de educación sexual: busca garantizar la educación sexual integral en todos los niveles educativos, una sexualidad libre de violencia, el parto humanizado, el acceso a métodos anticonceptivos, el derecho al acceso a los avances científicos en cuanto a la reproducción humana y la prevención y atención de infecciones de transmisión sexual.

“Es un proyecto que desde el primer capitulo se enuncia desde la no discriminación y la no violencia para el ejercicio de estos derechos humanos”, señala la activista. 

Esta propuesta, que deberá ser evaluada y debatida por el Parlamento antes de convertirse en norma, incluye en su capítulo final una disposición derogatoria de los cuatro artículos del Código Penal Venezolano que criminalizan el derecho a la interrupción del embarazo: 430 (aborto procurado), 431 (aborto consentido), 433 (aborto agravado) y 434 (aborto por honor). 

¿Qué es la Ruta Verde?

La plataforma Ruva Verde nació en agosto de 2021 como una propuesta de la organización Tinta Verde. “Surge a raíz de que considerabamos que ya era momento de salir a la calle por primera vez en la historia de Venezuela en defensa del aborto seguro y acompañado como nuestro principal lema. Tiene que ver con el reconocimiento del acompañamiento y tiene que ver con la discriminalización y la despenalización del aborto y el acceso al aborto como un derecho humano”, manifiesta Cano. 

La Ruta Verde está integrada por más de 20 organizaciones feministas y sociales, provenientes de varios estados del país, que tienen diferentes posiciones socio-políticas y territoriales, pero se unieron, desde hace casi un año, por el derecho al aborto. 

El primer gran paso desde la Ruta Verde fue la movilización del pasado 28 de septiembre en Caracas. “Nunca había pasado antes en la historia de Venezuela dentro de la lucha de los movimientos de mujeres y feministas. Ahí hubo más de 400 personas que nos pronunciamos en ese momento”. 

 

Señala que la plataforma también ha permitido romper con la polarización dentro del movimiento feminista, debido a la incorporación de organizaciones con posiciones sociopolíticas diferentes.

“Digamos que desde hace mucho tiempo eso ha venido fracturando un poco el movimiento y a través de esta plataforma se ha podido oxigenar todo lo que tiene que ver con la articulación. Todo tiene un punto en común: que es la defensa de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres”. 

Que se abra el debate

La articulación de diferentes movimientos feministas en torno a la defensa del aborto como derecho ha sido crucial. Esto les ha permitido abrir el debate de la interrupción voluntaria del embarazo no planificado en un primer nivel: en la calle y en espacios más privados, gracias a las sensibilizaciones y jornadas en las comunidades. 

El segundo escalón ha sido impulsar la discusión en las esferas políticas, sobre todo con representantes del Parlamento para que el proyecto de ley sea considerado e introducido de manera directa en las sesiones ordinarias de la Asamblea Nacional. 

“Más allá de que el proyecto sea aprobado o no, queremos que se abra de una vez por todas el debate público nacional y en los espacios de toma de decisión”, afirma Cano. 

Aunque ha habido apertura desde la Subcomisión de Protección Social Misiones y Grandes Misiones para debatir y reflexionar sobre el tema, la representante de Tinta Violeta señala que han notado resistencia en la derogación de los cuatro artículos del Código Penal sobre el aborto

“Nosotras creemos que no podemos seguir avanzando en legislaciones en torno a los derechos sexuales y reproductivos si no se modifica el Código Penal. Con decirte que en Venezuela la pena por el aborto se reduce cuando se realiza en nombre del honor del hombre de la familia. Eso nos parece súper grave, además que nos sigue manteniendo a las mujeres como máquinas reproductoras de bebés.  Reproduciendo el rol de madre, el rol de la sumisión. El rol del patriarcado que domina sobre nuestros cuerpos, sobre nuestras vidas y sobre nuestros destinos culturalmente”. 

Para Cano, la despenalización del aborto debe ser vista también desde las desigualdades: la criminalización que existe en el país sobre el aborto afecta de forma diferenciada a las mujeres, niñas o adolescentes empobrecidas o racializadas

“Ellas son las que van presas por abortar o acompañar mientras que las clínicas privadas se lucran sobre nuestra salud sexual y reproductiva. Por eso nos parece además que esto es una lucha no solo de género sino de clases y de derechos humanos. Un derecho humano que sabemos que hay que pelearlo, hay que lucharlo en las calles con resistencia e insistencia”.

Este argumento lo desarrollaron en el comunicado «En defensa de la vida, exigimos la derogación de los artículos del Código Penal que criminalizan el aborto». Asimismo, en el texto se señala que los abortos clandestinos e inseguros son la tercera causa de mortalidad materna en Venezuela. 

Aunque el proyecto de ley no garantiza la legalidad del aborto, a partir de esta propuesta pueden surgir leyes especiales. Por ejemplo, garantizar el derecho al aborto seguro y gratuito en las condiciones donde sea legal; es decir, cuando esté en riesgo la vida de la mujer gestante. 

“Sabemos que Venezuela, aunque es uno de los marcos jurídicos más restrictivos de la región, permite el aborto por la causal de la vida. Es una demanda de los movimientos feministas de hace varias décadas cómo se lleva a cabo esa causal. No conocemos cuáles son los protocolos médicos, no conocemos cómo se lleva a cabo en la práctica y al mismo tiempo es una causal muy limitante frente a la realidad. Frente a los embarazos producto por violación, a los embarazos en la adolescencia, frente a la falta de políticas públicas y acceso a métodos anticonceptivos de manera gratuita y permanente”.

Es por esto que la campaña de la Ruta Verde contempla nuevamente una movilización este 28 de septiembre, Dia de Acción Global por un Aborto Legal, Seguro y Gratuito, en el que colectivos y activistas feministas marcharán desde la plaza Morelos hasta la esquina La Ceiba, cerca del Parlamento, en el centro de Caracas. 

Este año vamos a volver a salir y esperamos que seamos más de 1000 personas en las calles de Caracas. Nos vamos a pronunciar en torno al aborto legal, seguro y acompañado y exigiendo principalemente, no solo la introducción del proyecto de ley en la plenaria ordinaria de la AN, sino que con este proyecto se abra un debate público nacional, político, ético y de los derechos humanos en estos espacios de toma de decisión”.

La plataforma Ruta Verde pretende entregar su más reciente comunicado a diputadas y diputados de la Asamblea Nacional el día 28 de este mes, al término de la manifestación en Caracas. 

Luisa Kislinger: El Estado dejó sobre los hombros de las mujeres la emergencia humanitaria

CON LUISA KISLINGER COMO EXPERTA en temas de género, la Asamblea Nacional dio un debate y aprobó un proyecto de acuerdo en el que rechaza la violencia contra la mujer venezolana dentro y fuera del territorio nacional. 

La diputada Manuela Bolívar (VP-Miranda) se encargó de iniciar la discusión y presentar a Kislinger, que esperaba sentada al lado de la tribuna de oradores vestida de pantalón oscuro, camisa azul claro y zapatillas negras. Con un discurso escrito en hojas blancas, la internacionalista de la Universidad Central de Venezuela, condenó – ante unos diputados distraídos y hablando en voz baja – que el Estado venezolano dejó sobre los hombros de las mujeres la emergencia humanitaria y aumentó las desigualdades.

Kislinger reclamó que actualmente las colas por comida y medicina están conformadas – en su mayoría- por mujeres, que tampoco tienen garantizados derechos sexuales y reproductivos con una escasez de anticonceptivos de un 80% y un repunte en los femicidios.

«El año pasado de 75 mil denuncias sobre violencia de género solo 1% llegó a juicio. La impunidad es total», alertó.

Al finalizar el discurso, fue acompañada por Bolívar al palco de invitados del Hemiciclo, donde escuchó con atención al resto de diputadas que intervinieron y denunciaron la situación de las mujeres venezolanas.
 
Entre ellas a la diputada María Teresa Pérez (AP-Lara) que aseguró que las mujeres pierden al menos 10 horas para poder comprar alimentos. Igualmente denunció que hay una alta tasa de mortalidad materna y que al menos un 20% está asociada a adolescentes que se practican abortos, porque «les negamos una oportunidad de decidir».
 
Lo importante y lo urgente
 
Sobre esto también habló la diputada Tamara Adrián (VP-Distrito Capital) al asegurar que el Parlamento puede actuar sobre el aborto, el matrimonio igualitario y el reconocimiento a la comunidad LGBTI, porque la trata de personas afecta de forma desproporcionada a mujeres trans y hombres gays. 
 
Adrián reflexionó que estas problemáticas no son solamente importantes si no también urgentes, lo que fue aplaudido por la mayoría de diputados y provocó que las mujeres se levantaran para reconocerla.
 
Las mujeres indígenas también estuvieron presentes el debate con la denuncia de la diputada Nirma Guarulla (MVP-Amazonas), que aseguró que los mineros ilegales y miembros de la Fuerza Armada Nacional que hacen vida en esas comunidades, las violan y no tienen donde denunciar, porque «no hay gobierno».
 
Con el apoyo de todos los diputados se aprobó un Acuerdo en el que se le exige al Estado el cumplimiento del mandato de Naciones Unidas y demás convenios internacionales sobre derechos de las mujeres. Además de incorporar la visión de género en la Comisión Especial de Ayuda Humanitaria, iniciar una investigación para ofrecer cifras sobre la violencia contra la mujer, femicidios y formas de esclavitud moderna.