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La nueva clase, por Armando Martini Pietri

 

Así llamó Milovan Đilas o Djilas político, revolucionario, escritor yugoslavo, militante comunista, combatiente del movimiento partisano contra la invasión nazi-fascista, y líder del gobierno comunista de Yugoslavia tras la Segunda Guerra Mundial. En un estudio sobre la clase socio-económica de comunistas que iba surgiendo y consolidándose en los países controlados por el comunismo y el régimen soviético. Un análisis del sistema comunista en un libro de teoría política sobre el concepto de la nueva clase. Propuso que oficiales del partido-estado formaran una clase que «usa, disfruta y dispone de la propiedad nacionalizada»

En Venezuela ha surgido, y se consolida, una nueva clase. Sin considerar la parte moral, ética. Son casi todos más jóvenes, mucho más ricos, beneficiarios del poder y de veinte años de complicidad no sólo de la dirigencia chavista civil y militar, sino también nacional y de cierta oposición que, de una u otra manera, ha sido privilegiada y beneficiaria.

El principal inconveniente de esa nueva clase con elegantes oficinas, lujosos autos, confortables apartamentos y casas alrededor del mundo, es qué harán con su dinero no siempre bien habido. Además de lo estricto de las sanciones estadounidenses y europeas, que conforman una firme y eficiente estrategia que muerde feroz e implacable en todos los vericuetos financieros, complicándose la permanente caída económica de su propio Gobierno, torpe, incompetente y desconcertado, empieza a afectarlos. Sin contar los fondos congelados, y vigilancias impuestas a los bancos; ¿de qué sirve guardar millones en cuentas que no pueden ser movilizadas en el extranjero, y en los escondrijos locales se deprecian aceleradamente?

El dinero, y la riqueza actual en general, no son bienes pasivos. Son “activos”, es decir, inquietos, deben movilizarse, usarse. Los vehículos se desgastan y corroen, la angustia cansa, los modales se descuidan y los inmuebles cerrados se deterioran.

Estas líneas no están escritas con gusto, por el contrario, a mucho desagrado, pero con realismo y crudeza, la transición viene sin duda, pero no podrá ser de sólo venganza sino de acuerdos. Habrá castigos, ciertamente, pero también arreglos perversos. Tendrá y se hará justicia, pero no faltaran los pañuelos en la nariz. Ya la economía no es sólo una desgracia para las clases medias y trabajadores, también un enorme riesgo para los que disfrutan de prebendas e inmunidades que se van quedando sin países a los cuales viajar para contar y usar su fortuna, sin oportunidades para transformarlo. Quizás ya no para ellos, pero sí para sus hijos.

¿Dónde están ahora aquellos míticos capos narcotraficantes, mafiosos, ladrones, delincuentes? Muertos o escondidos, pero sus hijos no tienen cuentas pendientes -que se sepa- con la justicia y se han convertido, muchos de ellos, en apacibles empresarios e inversionistas. Que nos guste o no es otra cosa, pero más allá de justicia y venganza, castigo y ajuste de cuenta, está apareciendo y afianzándose una nueva clase mejor preparada -la mayoría, incluso provenientes de colegios y universidades privadas de alto nivel y por encima de toda sospecha-, tienen mucho dinero disponible y a disposición.

Fortuna que necesita el país, pero también el régimen del cual en buena parte ha salido, y que ninguno de los miembros de esa nueva clase está dispuesto a entregar -devolver- al tesoro público. Pero sí a inversiones, apruebe o no, le interese o no, lo comprenda o no el madurismo que, al mismo tiempo, sigue siendo incapaz de resolver nada, requiere y precisa que alguien ponga dinero en el desierto que él mismo ha creado y amplía cada vez que inventa una ocurrencia.

Pero esa nueva clase -igual que los empresarios y emprendedores que siguen quedando en el país- demandan ajustes importantes que el Gobierno tendrá que ingeniárselas para hacer. La nueva clase sí sabe qué hace falta y urge hacerse, cómo hay que manejar ese timón que en este momento gira alocado sin timonel.

Nuevas normas, nuevo control creciente de la seguridad ciudadana, diferente filosofía económica para un régimen que ni siquiera es ya capaz de cumplir promesas delirantes tras un cambio ilógico e irracional de su moneda, porque ahora los precios, salarios y prestaciones se miden en menos unidades pero cuestan mucho más, no hay quien corrija una navegación que entrompa las olas porque ni sabe ni se le ocurre subirlas y bajarlas en diagonal, no hay empresario opositor ni oficialista ni eficiente ni sinvergüenza que pueda poner ni un soberano en ese mar sin capitán ni tripulación.

La nueva clase está entre dos paredes demasiado altas. Sanciones y amenazas en el extranjero, y los errores del Gobierno. En otras latitudes quizás puedan llegar a ciertos acuerdos cooperantes que les permitan movilizar parte de sus dineros. En el país necesitan una economía que les permita poner a funcionar adecuadamente su patrimonio.

Por allí parece venir una transición, luce inevitable y se percibe que no será como políticos y analistas superficiales, adjetivadores de micrófonos y columnas periodísticas, anuncian. El detalle es que los venezolanos de hoy, la mayoría, no son los mismos ni interpretan igual que hace veinte años. Ya no tienen ni mastican ilusiones, ahora quieren y exigen realidades.

 

@ArmandoMartini 

Greivis Vásquez ofreció clase de baloncesto a niños de San Martín

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El concejal de Libertador, Jesús Armas, le dio la bienvenida al jugador profesional de la NBA, Greivis Vásquez, quien realizó una clínica deportiva a 25 niños del barrio Coromoto, ubicado en San Martín, como parte del programa “Baloncesto y Amistad” de la Embajada de los Estados Unidos en Caracas.

La actividad tuvo como objetivo que «niños y adolescentes entre 10 y 16 años tuvieran la oportunidad de practicar diferentes técnicas del baloncesto de la mano de Greivis Vásquez y escuchar consejos sobre este deporte para aprender de la experiencia de un jugador profesional como Vásquez», explicó Armas.

Durante la actividad el jugador de la NBA aprovechó para dirigirse a los niños resaltando que «no importa el estatus social de cada uno de nosotros, lo que importa es que trabajemos extra para lograr nuestros objetivos». Vasquez aseguró que la clave de la vida es «hacer las cosas bien cuando nadie te ve, además de escuchar a los padres y estudiar».

 

 

Tanto Vásquez como Armas resaltaron el orgullo de ser venezolanos y la importancia de trabajar en equipo para conquistar los objetivos. Cada uno ratificó su compromiso con el país y la necesidad de incorporar el deporte en la vida de los niños y adolescente como forma de sembrar valores de paz, disciplina y superación personal a través del esfuerzo propio.

«Hay gente que no va a creer en ustedes, pero recuerden que siempre tienen que soñar en grande y tener confianza en ustedes mismos», fueron las palabras de Vásquez al concluir la clínica deportiva.

El concejal de Libertador, Jesús Armas, agradeció la presencia de Greivis Vásquez, quien además fue el jugador más valioso del Suramericano en la temporada pasada, a esta actividad y ratificó la importancia de este tipo de actividades para disminuir la violencia en la ciudad más violenta del mundo como lo es Caracas, según las Naciones Unidas.

 

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*Con información de nota de prensa

El paraíso de la clase obrera por Luis Ugalde

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La clase obrera va al paraíso (1971) es una gran película italiana del comunista (antisoviético) Elio Pietri. Hoy nos preguntamos cuál es el paraíso de la clase obrera. Se suponía que al otro lado del Muro de Berlín y en China ya vivían en ese paraíso sin explotadores, pero los paradisíacos sorprendieron al mundo derribando el “muro” para respirar libre. Luego nos quedaba Cuba hacia cuyo “mar de la felicidad” nos conducía el Gran Timonel. Hace unos meses hicieron una encuesta secreta en la isla y 75% se atrevió a manifestar que se iría del paraíso si pudiera. Las respuestas revelan una gran desilusión de los cubanos con su “paraíso obrero” y que la gran mayoría sueña con esperanzas fuera de los estrechos muros del régimen actual: libertad personal de iniciativa, de opinión y de empresa, vivienda propia bien equipada, acceso a bienes y servicios de calidad, libre movilidad y libre comunicación por Internet, celular… Luego de 56 años de control del Partido Comunista ateo, 70% tiene una opinión favorable a la Iglesia católica y 49% se confiesa creyente. Total que para la mayoría de los cubanos felicidad es llegar a ser “clase media”.

En Venezuela la “clase media” es la que más está sufriendo, pero los pobres suspiran por ella. Esto es incomprensible para un marxista, para quien las clases son dos, la proletaria explotada y la burguesa explotadora, enfrentadas a muerte sin término medio. Para ellos “clase media” es apenas un “entre tanto”, un “por ahora”, una pasarela  por donde algunos vergonzantes proletarios en ascenso, renegando de su clase, se quieren pasar al enemigo. Por eso un par de ministros de la revolución han advertido sobre esta condición traidora (aunque tal vez sin maldad) de la clase media y el cuidado necesario para que los pobres al mejorar no se “aburguesen”, ni traicionen a su clase, cosa que ocurre fácilmente con un buen trabajo, vivienda, carro, TV, celular e Internet y con paseos a centros comerciales capitalistas o a los paraísos engañosos del imperio… Y reclaman la libertad de viajar y de opinar. Sin querer queriendo, el bienestar y sus ojos de futuro los convierten en “clase media”, los emancipan del gobierno y del partido y pierden todo el deseo de construir el socialismo estatista, controlador y de pobreza perpetua administrada.

Quienes están en el poder al frente de esta miseria creciente no entienden que desde el año 1850 de Marx a 2015 el mundo ha cambiado. Ya no es cierto que el proletario “nada tiene que perder sino sus cadenas”. Hoy la mayoría de los trabajadores europeos tiene más de 12 años de formación y mucho que perder. Lo peor para un trabajador español, francés o italiano es no tener un  empresario con quien poder trabajar.

Por otro lado tampoco tenemos futuro si la empresa es concebida como el negocio del capitalista, cuyas ganancias dependen del incremento en la extracción de la plusvalía del trabajo ajeno. Hoy al empresario no le va bien, a los trabajadores tampoco y no podrán participar en los beneficios del éxito si la empresa no juega en equipo en el campeonato productivo de un mundo globalizado. En equipo se triunfa o se pierde. Al empresario inteligente y con visión no le conviene un trabajador reducido a “fuerza de trabajo”, sino valorado como “talento de trabajo”, preparado a la altura de los mejores del mundo; pero a 14 millones de trabajadores venezolanos les falta en promedio la mitad de los años de buena escolaridad que necesitan. No hay esperanza con este gobierno ciego y empecinado, pero luego la buena gerencia no brotará espontánea y las virtudes del empresario del siglo XXI son escasas y hay que multiplicarlas.

El afán de superación es una buena cualidad y la revolución de las  aspiraciones un hecho que transforma todo, pero se frustra si queda solo en consumismo, sin el complemento de valores humanos de fondo como la solidaridad y prácticas efectivas que llevan a producir juntos y compartir el bienestar común. Necesitamos apostar en serio y nivelar hacia arriba las potencialidades de la población empobrecida que hoy carece de lo fundamental. La gente no aspira a ser millonaria, sino a tener oportunidades y acceso a los bienes y servicios, al respeto y vida digna con empresas exitosas en la que sean valorados por su talento y productividad. Esta “clase media” es el paraíso soñado por los pobres, que es mucho más que salir de este lamentable y desorientado gobierno.

 

El Nacional

 

Aumentan las huelgas en China ante el despertar de clase obrera

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NANLANG, China (AP) — Tímida por naturaleza, Shi Jieying asumió un riesgo el mes pasado al unirse a sus compañeros en una huelga en su fábrica de bolsos, una más del creciente del número de protestas laborales registradas en toda China.

Policías antimotines entraron en las instalaciones de la fábrica, acabaron con la huelga y se llevaron a docenas de trabajadores. Aterrada por la violencia, Shi fue hospitalizada con problemas cardíacos, pero con una voz débil desde la cama donde reposa manifestó una recién descubierta audacia.

«Merecemos una compensación justa», dijo Shi, de 41 años y que gana 4.700 dólares al año por su trabajado en la Cuiheng Handbag Factory en Nanlang, en el sur de China. Hasta hace poco no sabía que tenía derecho a financiación de la Seguridad Social y a un subsidio a la vivienda — dos de los aspectos en juego en la huelga.

«No lo veo como una protesta, solo defendemos nuestros derechos», apuntó.

Más de tres décadas después de que Beijing comenzase a permitir reformas de mercado, los 168 millones de trabajadores migrantes de China están descubriendo sus derechos laborales gracias a la difusión de los medios sociales. Están en la vanguardia de un movimiento de protesta que supone un creciente y difícil problema para el gobierno del Partido Comunista, atento a cualquier indicio de activismo que pueda amenazar su control del poder.

«El partido tiene que pensar dos veces antes de suprimir el movimiento laboral porque sigue manteniendo que es un partido para la clase obrera», dijo Wang Jiangsong, un investigador especializado en ese campo asentado en Beijing.

Sintiéndose explotados por sus empresas y abandonados por el gobierno, los trabajadores organizan huelgas y protestas laborales a un ritmo que se ha duplicado durante los últimos cuatro años hasta superar las 1.300 el año pasado, desde las solo 185 registradas en 2011, dijo el Boletín Laboral de China, con sede en Hong Kong, que recopila información de medios sociales chinos.

«Lo que estamos viendo es la formación del movimiento obrero chino en un sentido real», dijo Duan Yi, el abogado de derechos laborales más importante del país.

Esto provocó represión por parte de las autoridades, y los jefes de las fábricas han despedido a los organizadores de las protestas. Aunque los responsables han ignorado durante mucho tiempo las violaciones de los derechos laborales cometidas por las empresas, activistas dicen que ahora se envían policías — y perros en al menos en un caso — a las plantas para restaurar el orden e incluso reiniciar la producción. También han detenido a líderes activistas y organizaciones que ayudan a los trabajadores acosados.

La legislación laboral china, que entró en vigor en 1995, establece el derecho a un salario decente, períodos de descanso, no contempla exceso de horas extraordinarias y sí el derecho a la negociación colectiva.

Los trabajadores tienen derecho a huelga, pero sólo bajo la Federación China de Sindicatos (ACFTU por sus siglas en inglés), controlada por el gobierno — que según los críticos es básicamente un brazo del ejecutivo que no ha logrado defender a los trabajadores.

Los empleados que se organizan por su cuenta pueden ser arrestados, no por ir a la huelga sino por cargos por alterar el tráfico, los negocios o el orden social. En Shenzhen, el representante de los trabajadores Wu Guijun fue acusado de reunir a multitudes para frenar el tránsito, pero quedó en libertad sin condena tras un año en prisión.

Los trabajadores inmigrantes de las fábricas están quizás a la vanguardia de este movimiento, pero el activismo laboral se está ampliando lentamente entre una clase obrera que, dicho sea de paso, abarca a más de la mitad de los 1.400 millones de chinos.

«La clase obrera no se ha despertado totalmente aún», dijo Qi Jianguang, de 27 años, que fue despedido de su trabajo en una planta de equipos de golf en Shenzhen por liderar una huelga el pasado verano. La falta de una organización eficaz es otro reto. Pero dijo que las peticiones comunes de un trato equitativo y digno están sirviendo para unir a los trabajadores.

La profunda reticencia de las autoridades hacia el activismo laboral va en aumento. En febrero, el jefe del partido de la ACFTU, Li Yufu, advirtió que fuerzas extranjeras hostiles estaban usando grupos de derechos ilegales y activistas para competir para conquistar a los trabajadores, saboteando la unión de la clase obrera y del Estado.

Zhang Zhiru, que dirige un pequeño grupo que ayuda a los trabajadores a defender sus derechos, ha sido acosado por la policía en varias ocasiones. Apuntó que el gobierno continuará frustrando los esfuerzos de este tipo de organizaciones porque considera que «crean problemas».

Pero se mantuvo optimista.

«El desarrollo social y la creciente conciencia de los trabajadores sobre la necesidad de proteger sus derechos empujará la sociedad hacia adelante», dijo.