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Samuel González-Seijas May 30, 2020 | Actualizado hace 4 semanas
Trópico gavilán

@lectordepaso 

No solo la Guacamaya, con su graznido selvático y sus colores de otro tiempo. Tampoco el zamuro, un habitante del aire todavía más viejo, que siempre patrulla en círculos altísimos y marca con su tiza negra dónde se descompone lo vivo, dónde ha caído algo (¿alguien?) muerto. Ni la garcita ribereña del Guaire, tan delicada y frágil como uno la ve, pero que sobrevive de lo que pesca en la corriente sucia de la ciudad. Menos aun las palomas, que ni en las plazas abundan como antes.  

Una ave de signo distinto se ha metido entre los árboles de las avenidas y los filos de los edificios: el gavilán. Ocre quemado sobre una capa de plumas de tonalidad crema, suave como el pasto; dos patas amarillas y el pico de matar se mueven a plena tarde, todos los días del calendario nuestro.

¿Quién que mire con detenimiento, no ha visto este magnífico rapaz cuya aparición frecuente entre nosotros me ha resultado sorpresiva y hasta inquietante? Verlo al acecho, insomne de cazar a plena luz del día, es toda una experiencia. Su estampa, como la de todo animal depredador, de líneas agudas y vuelo súbito como este, le trae a uno figuras de heráldica y emblemas nobles, de leyendas que solo se tienen en la memoria o en el sueño. Sobre todo en una ciudad que perdió sus antiguas imágenes hace tiempo, que no conecta o que le cuesta conectar con sus contenidos primeros, esta aparición inesperada del gavilán la lleva de nuevo hasta un territorio en el que sus habitantes no tienen cómo defenderse. Porque para un caraqueño, probablemente para una buena porción de nosotros, ya el recuerdo del pasado es como una masa oscura o difusa que mientras más lejos está en el tiempo histórico, más desdibujada le resulta. El gavilán parece abrir una puerta imaginaria a una ciudad que fue antes que todo rural, muy anclada a los ritmos de sus primeros días, apegada a actividades de la tierra durante casi cuatro siglos. Por eso, creo, inquieta su bella aparición.

He tenido la fortuna de ver el vuelo de caza de estos pájaros. He visto cómo en una mañana, sobre una colina de Caurimare, dos loros aleteaban para salvarse delante de un gavilán que los seguía. He visto su rayo súbito caer de arriba sobre cuerpos de menor tamaño, que pagaron su descuido con un zarpazo limpio. Sobre todo, en la luz más llevadera de las cinco de la tarde, los he observado tejer sus rutas, marcar su espacio, llamar a su pareja con un pitido como de ferrocarril, metálico y penetrante.    

Allí donde abunde la vegetación, el gavilán estará acechando. Hay que decir también que el gavilán de estos días ha adoptado comportamientos que quiebran esta imagen algo romántica y afectada con la que lo recupero aquí. Ese mismo bello animal, de indiscutible diseño y porte, sabe asimismo comer de los restos humanos, se sabe quitar el disfraz totémico que la imaginación le ha colocado encima y baja hasta el suelo, como muchos de nosotros, a intentar recoger su mendrugo de vida.

He visto gavilanes esperar a que niños desalojen un patio de recreo para abalanzarse sobre los restos de lo que aquellos han comido. Picotean como gallinas pedazos de sándwich, bolsas de galleta, tocones de pan. Detrás del hospital universitario de Caracas, en la UCV, he mirado una bandada entera moverse sobre las cercanías de un container de basura, esperando a las ratas, supongo. Al menos en eso, la naturaleza salvaje de estos alados mantiene su pulso. Y es cuando he visto estas cosas que comienzo a entender que la urbe se ha llenado de animalejos que han hecho crecer, en proporción, la población de estos gavilanes famélicos. Una tensión entre ratas y rapaces se hace hoy más estrecha y uno pudiera libremente ver en esa realidad el símbolo de lo que se cuece colectivamente.

Gavilanes del trópico, que van y vienen, limpien la ciudad inmunda, destartalada y febril. Maten sus presas y vuelvan con el sol de la tarde a su lejano reino. Es, secretamente, mi petición.     

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Asdrúbal Aguiar May 27, 2019 | Actualizado hace 5 años
Ciudad y política, Asdrúbal Aguiar

FORTUNATO J. GONZÁLEZ CRUZ, meritorio catedrático venezolano, miembro de la Academia de Mérida, deja en nuestras manos su más reciente ensayo, escrito a profundidad: Ciudad y Política, con un subtítulo que dice mucho y representa un desafío a la inteligencia, en un momento de fractura profunda, como la que se advierte, en las raíces de la cultura occidental.

No olvidemos que como hijos del Mundo Nuevo somos tributarios de éstas. A lo largo de trescientos años penetran en nuestro cuerpo núbil de amerindios, por más autóctonos que pretendamos ser y declararnos después de 1812.

Fuera de nuestra “psicología de adanes” aún presente y además heredada, algo adicional queda en nosotros de la antigua Hispania que se nutre de lo griego, no solo de lo romano; y tanto se nos traslada ese gen que, revisada nuestra historia colonial, puede constatarse que tenemos un concepto de la vida y un talante cultural propios, virtudes que nos afirman “no para sustituir la espontaneidad vital, sino para asegurarla”, como lo dice Ortega y Gasset.   

El tránsito agonal, más que agonioso, que vivimos los occidentales arriesga hoy la pérdida de nuestro ethos, ya que junto a nuestro ingreso a la llamada cuarta revolución industrial, que acelera la globalización y derrumba las fronteras entre la materialidad y la virtualidad de lo digital, ahora sujeta, incluso, a la esencia biológica del planeta; al punto de romper paradigmas sobre el origen del hombre y su naturaleza. El efecto no podría resultar más devastador si, a tiempo, no le encontramos cauces u odres apropiados a la idea de la relatividad que se impone a todo trance y por obra de lo señalado.

He vuelto varias veces, en algunos escritos míos, sobre el lúcido debate que sostuvieran en la Academia Católica de Baviera, Jürgen Habermas y Joseph Ratzinger en 2004, sobre las bases morales prepolíticas del Estado liberal, recogido luego en un opúsculo que se hace célebre: Diálogo entre la razón y la fe. Aquél, señala la autosuficiencia del mismo Estado, hijo de la razón ilustrada, para resolver dentro de sí y por sí mismo, en el marco de la Constitución y de sus procedimientos, las contradicciones y deficiencias que le puedan aquejar a la sociedad. Éste, por su parte, al destacar el quiebre ético, la pérdida de discernimiento entre lo bueno y lo malo de cara a los fenómenos de la globalización y del poder actual de la ciencia, que optan, ambas, por el citado relativismo, por el todo vale, reclama como tarea de las culturas y en contrapartida “un universal proceso de purificaciones en el que finalmente los valores y normas conocidos de alguna manera o barruntados por todos los hombres lleguen a recobrar una nueva capacidad de iluminación”.

González Cruz, también correspondiente de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales de Venezuela y autor del libro El gobierno de la ciudad (2014), trabaja su escrito mirando hacia el porvenir, arbitrando el método de la vuelta a nuestros orígenes – apela a las enseñanzas de Aristóteles – y destaca lo que nos queda de sustantivo; lo que mal puede admitirse que desaparezca como experiencia de lo humano, como realidad primaria si se quiere, a saber, la de la ciudad.

Sin la ciudad muere la política y no es concebible la democracia. “La ciudad es una de las mejores obras del hombre y es y será sin duda su hábitat fundamental”, afirma el autor, tanto como podemos decir nosotros que el Estado que las reúne es un artificio medieval que despliega sus alas durante la modernidad y se debilita tras los desafíos del siglo XXI; cosa distinta, cabe advertirlo, de la ciudad-comunidad griega mal llamada ciudad-Estado, desconocido éste para entonces y cuya naturaleza y teleología acaso se han perdido bajo los fueros de El Leviatán. De allí su agonía.

De modo que, al considerar este texto fundamental de González Cruz, fácil es advertir lo que se sabe y se olvida, es decir, que “la ciudad consolida la familia como núcleo y les aporta a los humanos el lugar, espacio, territorio, hábitat o urbs para su desarrollo como especie, para fortalecer su dimensión genérica. A partir de entonces la ciudad es el lugar para asegurar su subsistencia, anidar sus afectos; comunicarse, desarrollar y darle asiento a la sociedad, y establecer el taller donde forja su cultura”.

En medio del tsunami que causa la anomia global y la realidad digital, que relaja las seguridades de todos y que mal pueden resolverse, por ser inédito e inevitable el fenómeno, dentro de los estrechos marcos de la razón objetiva y constitucional, cabe preguntar si ¿acaso no es predecible que los ex ciudadanos o huérfanos de la patria de bandera común – lo decimos con Miguel de Unamuno – busquen cobijo, entre tanto, en sus patrias de campanario? Las raíces del hogar, la ciudad, el municipio, sirven, en efecto, como asidero o punto de apoyo inestimable a quienes, con criterio aguzado, pretendan renovarse y participar como actores de la Humanidad totalizante.  

De cara a lo nuestro, no huelga observar que el orden constitucional que se nos impone en 1999, a partir de la felonía que es origen de la tragedia corriente, lo primero que hace es anular la autonomía del municipio. Destruye el acotamiento que nos da el perfil como nación. Es la ciudad, justamente, nuestra primera escuela de la libertad, antes de que formásemos provincias y nos diésemos la Constitución Federal de los Estados de Venezuela, en 1811.

 

@asdrubalaguiar

correoaustral@gmail.com  

Por segundo año consecutivo Caracas es la ciudad más violenta del mundo

caracas

 

En los últimos tiempos América Latina se ha consolidado como la región que registra mayor violencia en el mundo. Así lo refleja el último informe publicado este año por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal (Ccspjp) de México, en el que ubica a Caracas como la ciudad más violenta por segundo año consecutivo.

“Con una tasa de 130.35 homicidios por cada 100 mil habitantes, Caracas fue la ciudad más violenta del mundo al igual que en 2015, condición que confirma la grave crisis de crimen y delito que agobia a Venezuela, además de otros gravísimos problemas”, señaló el Ccspjp.

El estudio fue elaborado con datos de 2016 sobre las tasas de homicidio cada 100 mil habitantes en cientos de ciudades del mundo. No obstante, el informe no incluyó a países que se encuentran en guerra.

El informe también destacó que a la capital se le sumaron Maturín, Ciudad Guayana y Valencia, las cuales han cifras alarmantes de violencia

Luis Ortega Díaz, la ex fiscal general que se rebeló al régimen de Nicolás Maduro y debió exiliarse, alertó a principio de año el preocupante incremento en las tasas de homicidios. La magistrada reveló que durante 2016 en Venezuela hubo 21.752 homicidios. De ese total, 4.667 fueron a manos de efectivos policiales.

-México es otro país que sigue sin lograr detener la ola de violencia. Por eso no resulta extraño que en el informe del Consejo Ciudadano haya dos ciudades mexicanas entre las primeras diez. Se trata de Acapulco, que se ubica en el segundo lugar detrás de Caracas, con un índice de 113 mil 24 homicidios. La otra es Ciudad Victoria -quinto lugar-, con 84 mil 67.

Honduras es la otra nación que aportar más ciudades. Tercera está San Pedro Sula, con un registro de 112, 09 homicidios, y cuarta Distrito Central, con 85,09.

“Existen en Honduras gravísimos índices de criminalidad e impunidad de violaciones de derechos humanos. El país presenta una de las tasas de homicidios más altas del mundo, a pesar de la reducción de estos delitos en los últimos años. Entre los más vulnerables a actos de violencia se incluyen periodistas, activistas campesinos, y lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero (LGBT)”, señaló Human Rights Watch (HRW) en un informe presentado este año.

 

Vea la nota completa en Infobae 

Ago 19, 2016 | Actualizado hace 8 años
Carácter es destino, por Sergio Dahbar

solonino

 

Siempre me ha llamado la atención la idea de ciertos urbanistas que plantean que la calle vacía es una invitación para que el hampa haga de las suyas a discreción. Es una idea poderosa. Si la comunidad toma los espacios abiertos, circunscribe el crimen, lo arrincona, lo reduce. Como suena.

Sé también que esta idea puede sonarle naif a mucha gente que vive en Venezuela hoy. Con niveles de criminalidad desbordados, la mera idea de tomar la calle suena a suicidio colectivo. Quizás eso es lo que quieren que pensemos muchas fuerzas que hoy interactúan sobre la sociedad venezolana para mantener a la gente encerrada y pasiva. Habría ver.

Lo que me interesa destacar son las ideas de Francesco Tonucci (Italia, 1940), organizadas en una entrevista que le hizo la periodista española Anatxu Zabalbeascoa en El País. Psicopedagogo de fama internacional, es el artífice de que muchos niños aprendan en el trayecto que va de su casa a la escuela más de lo que muchas vecen reciben en sus clases.

Tonucci es el creador del proyecto “Camino seguro’’: apela a la organización de los niños para ir juntos caminando a sus colegios. De esta manera, piensa este especialista, se obliga a los adultos a tener cuidado. Es la seguridad más económica. Estas y otras ideas se encuentran en su libro La ciudad de los niños, que en España publicó la fundación Germán Sánchez Ruipérez. Una forma poderosa de recuperar el espacio público.

Pensemos por un momento como funcionan las cosas cerca de nuestra casa. Pocos niños caminan a clase. Son trasladados por sus padres o por guardaespaldas o choferes en carros. No hablan con nadie.

Tonucci plantea algo sensato: “La seguridad producida a partir de medios defensivos es una manera de delegar nuestra responsabilidad. Se la cedemos a la cámara de vídeo o al guardia al que pagamos y la asumimos cuando cuidamos de los niños. Si yo fuera delincuente, sabría que un lugar en el que cuidan a los pequeños no es un buen territorio para actuar. El bandido necesita descuido, abandono, desconfianza, oscuridad y miedo. Por eso siempre recomiendo a los padres que dejen a los niños solos en la calle’’.

Reconozcamos que se trata de una idea a contracorriente del miedo y la paranoia que nos invaden a diario. Somos víctimas de sociedades atemorizadas, sin disfrute social, que sueñan con viajar a otras ciudades donde la gente camina sin miedo y vive de manera normal.

¿Qué dice Tonucci? La autonomía de los niños es “fruto del amor, no del abandono’’. El miedo nos vuelve vulnerables. ¿Suena conocido? No hables con nadie, no te detengas, cuídate de tu sombra… Un discurso que busca la seguridad, pero que construye niños atemorizados y sin felicidad.

¿Quien crea un sociedad con miedo? “La televisión y los políticos’’, afirma Tonucci. Los medios transforman la excepción en norma. 90% de los accidentes contra niños y mujeres proviene del entorno cercano, donde supuestamente se convive con la afectividad: familiares, educadores o parejas, lejos de las calles.

Para este incansable defensor de los espacios abiertos para los más pequeños, el lugar más peligroso es la casa y el carro de sus padres. Llamativo, ¿no? “El automóvil es un apéndice de la casa. Pero si va a urgencias y hace una encuesta verá que 90% de los niños llegan por accidentes de carro y domésticos’’.

Cómo actuar? Si un niño se encuentra solo en la calle y necesita algo, que llame a un adulto. Es primero que encuentre, sin pensar demasiado. Para evitar criterios de selección. Si uno discrimina, y dice a quién se le puede preguntar y a quién no, comienza la paranoia.

Francesco Tonucci ha difundido estas ideas por diferentes países del planeta. Hoy muchas comunidades que siguen sus ideas y los datos explican que ha bajado la inseguridad y los niños son más felices. No es poca cosa.

Celebran programa cultural de integración del barrio y la ciudad en El Hatillo

Mural El Calvario

 

Cerca de mil personas participaron el sábado 19 de diciembre de 2015 en la primera edición de El Calvario Puertas Abiertas, ruta guiada en la que turistas, caraqueños, hatillanos y habitantes de la propia comunidad tuvieron la oportunidad de recorrer el barrio para conocer y disfrutar más de 30 manifestaciones artísticas, culturales y musicales desarrolladas por los propios habitantes del sector.

Organizado por Vive El Hatillo y otras organizaciones,  El Calvario Puertas Abiertas, tuvo la participación de artistas, pintores, escultores, fotógrafos que compartieron con los habitantes de la comunidad y disfrutaron de la presentación del guitarrista Aquiles Báez y el grupo local Mina, Tambor y Clarín. También contó con el apoyo del Fondo Venezolano Americano para las Artes (Vaea), FIA Todo Terreno, la Fundación Arts Connection y el colectivo hatillano de artistas visuales Fundarvit.

“Hemos demostrado en El Hatillo y en el Área Metropolitana de Caracas que nuestros barrios se pueden integrar a la ciudad, que cualquier persona puede subir a un sector popular y sentirse segura, compartir en familia y encontrarse con cualquier talento”, expresó el alcalde David Smolansky desde El Calvario, en el transcurso de una de las seis rutas guiadas que partieron desde el casco histórico de El Hatillo en horas de la tarde.

Ángel Zambrano, director de Hatillo Cultura, comentó que “esta iniciativa es la suma de muchas personas y muchas voluntades. Son 32 paradas, llenas de gastronomía, arte, música y puertas abiertas con vecinos recibiéndonos. En primer lugar quiero agradecer a los habitantes de El Calvario, a Caracas de a Pie con Cheo Carvajal ya que fue su idea, a los estudiantes y profesores de las universidades Simón Bolívar y Nueva Esparta, a las fundaciones, instituciones, artistas independientes y colectivos artísticos, por hacer esto una realidad que la llevamos cocinando desde hace cuatro meses».

«Han venido cientos de personas a descubrir un barrio que es parte de la ciudad, no es algo lejano, esta es la forma de derrumbar la frontera simbólica que existe entre el barrio y la ciudad conociéndolo, entrando a las casas, y compartiendo con esta comunidad», agregó Zambrano.

Maite Arrieta, gerente general de Hatillo Turismo señaló que esta actividad “es un ejemplo de cómo se hace ciudad gracias a la suma de voluntades”, y recordó que Vive El Hatillo es una plataforma que está abriendo las puertas al talento local y que gracias al apoyo de otras personas e instituciones ha hecho posible “que hoy muchos visitantes vengan a El Hatillo y descubran los tesoros que hay detrás de nuestra zona popular y de todo nuestro municipio”.

“Me llamó mucho la atención cómo personas de diferentes orígenes convivían, se conocían y compartían entre sí, y cómo eran lo suficientemente amigables como para invitar a entrar a sus casas a gente que no conocían”, expresó Diego Cravioto, joven mexicano de 21 años de edad que llegó de visita por primera vez a Venezuela el mismo día del evento y recorrió El Calvario hasta participar en horas de la noche en la parranda navideña con la cual se clausuró el evento.

 

D. Blanco Jul 23, 2015 | Actualizado hace 9 años
Caracas malquerida por José Domingo Blanco

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Caracas, la cumpleañera. Caracas, mi casa grande. ¡Nuestra casa grande! Soy un caraqueño nato, aferrado a mi país y a mi ciudad. Ni siquiera las circunstancias más adversas me han hecho pensar en abandonarla. Esa relación extraña entre Caracas y mi soledad de la que no quiero liberarme. Durante un tiempo, en el programa de radio, afectado por el estado deplorable y descuidado que lucía, me dio por hacer una campaña y repetir, una y otra vez, la importancia de que la cuidáramos como quien atiende su casa. “Caracas, nuestra casa grande”: con esta frase pretendía sensibilizar a quienes con el mayor desparpajo del mundo, la ensucian, la atropellan, la descuidan, la agreden, sin importarles que es el lugar donde vivimos. Santiago de León de Caracas se hace añeja y envejece sin gracia. Y aun así, esa Caracas rota, sin dientes, todavía me sonríe.

Caracas, mujer vejada por sus maridos maltratadores, que la atiborran de problemas casi en la misma proporción de años que cumple de fundada. Una ciudad que deja con la boca abierta a quienes la visitan por primera vez por dos razones contrastantes: su hermosura y su violencia. Con su cerro Ávila, que a veces me impide respirar. Cerro imponente y majestuoso que nos abraza sin distingos. Una ciudad donde todavía es fácil ver guacamayas azules surcando el cielo. Una ciudad sumisa y feroz. Un infierno del que el caraqueño jamás se muda.

En Caracas, cada mañana es como la última vez. Un regalo de sobresaltos y embelesamientos de una dama que rechista ante la indolencia de quienes la habitan. Por eso, se encabrita. Para despertarnos del letargo que nos hace indolentes. Para ver si en algún momento, nosotros, que somos sus hijos, sus amantes y sus torturados, reaccionamos. Y la ponemos en el lugar donde debería estar. Le devolvemos los atributos que la hicieron en alguna época “la sucursal del cielo”.

Un rostro tan arrugado y marchito, como el que hoy muestra nuestra ciudad, no se justifica. Apenas cumple 448 años. Y eso no es mucho, si lo comparamos con los muchos que cargan a cuestas las vetustas ciudades del viejo continente. Esas señoras europeas que han sabido engalanarse y despertar en sus habitantes admiración y pasión. Como la del amante, complaciente y enamorado, rendido ante la belleza de su amada y dispuesto a dar todo por ella. La nuestra, la Caracas malquerida, hoy quiere deshacerse de los harapos con los que la hemos adornado. Y arrancar de sus calles ese olor a rancio que la perfuma. Porque Caracas huele mal. Huele a herrumbres y a basura arrojados sin pudor y dejadez en las esquinas.

Somos muchos a quienes nos duele. Pero, son muchos más los que la ignoran. Y nada se logra. Avances y retrocesos de una danza que solo perjudica a Caracas. Que la hace inhabitable.

Alocada. Desquiciada. Que la hace ruidosa y escandalosa. Desbordada en atributos y defectos. Una ciudad que nos hace adictos a su ritmo y que nos enseña a tomar precauciones. Una ciudad donde los niños no necesitan dirección. Pero, donde las calles ya no son los escenarios de sus juegos.

Una urbe de aire contaminado que El Ávila se afana en purificar. Ciudad descuidada que nos imponemos ver con ojos de cariño. Con su río innavegable, que arrastra en su trayecto las miserias que le arrojan. Una capital que atrae al buscador de nuevas fortunas. ¿Qué deseas que te regalemos? ¿Acaso conciencia ciudadana? Muchos a quienes les hice esta pregunta me respondieron que nuevos mandatarios. Otros, mejores ciudadanos. Otros, calles limpias de malandros y de basura. Hubo quien sugirió jardines cuidados o plazas donde sentarse a cualquier hora, sin miedo, a contemplar la vida. ¿Ves? Sólo quieren cosas buenas para ti.  Al final, todos compartimos y nos identificamos con el mismo sentimiento: somos caraqueños que queremos ponernos en sintonía con tus exigencias. Y a pesar de todo, esa Caracas sin nomenclaturas sigue vistiéndose de autenticidad.

Yo, por mi parte, quiero que en la Caracas de mi futuro, todo no sea suficiente.

 

@mingo_1

mingo.blanco@gmail.com

 

Sube la tensión en San Cristóbal, la ciudad rebelde de Venezuela

sancristobal

 

SAN CRISTÓBAL, Venezuela (AP) — A la misma hora que el presidente Nicolás Maduro hablaba por televisión para anunciar sus medidas económicas, Ruth Molina disfrutaba con su hija pequeña en los autos chocadores de la Feria de San Cristóbal. «No quiero perder el tiempo escuchando lo que dice y da lo mismo que lo escuche, porque terminarán poniéndolo por televisión una y otra vez», explicó esta empleada pública de 42 años mientras esperaba que su hija terminase de estrellarse una y otra vez.

En la Feria de San Cristóbal, a una hora de la frontera con Colombia, las luces y la música suenan como si estuviera llena de gente, pero las atracciones lucen vacías, los comerciantes esperan sentados y la gente pasea sin mucho espíritu festivo entre las atracciones y los puestos de comida. «Esta feria antes era impresionante y estaba llena de visitantes. La ciudad se paralizaba y venía gente de toda Venezuela, pero ahora está deprimida. No hay dinero para nada», afirma Ruth con nostalgia. Incluso la banda de salsa contratada toca para un puñado de personas aburridas que ni siquiera se esfuerzan por bailar, en un país que ama su música.

«Lo peor de la situación económica es que ahora los productos tienen un precio, pero cuando Maduro termine de hablar, tendrán otro», ironiza.

El sarcasmo de Ruth cobra sentido cuando Maduro, dos horas después, anuncia que está pensando en subir el precio de la gasolina. Una medida inédita en un país petrolero acostumbrado a pagar más por el agua que por el combustible.

A la difícil situación económica de Venezuela, con una inflación superior al 60% y el precio del barril de petróleo a solo 40 dólares, luego de haber superado los 140 en el 2008, se suma la crisis política de San Cristóbal, conocida como la ‘ciudad rebelde’.

Nada ha vuelto a ser igual desde que hace un año esta ciudad de 650.000 habitantes, a pocos kilómetros de la frontera con Colombia, protagonizara las protestas más duras contra el gobierno de Maduro.

Durante 57 días la capital del estado Táchira estuvo bloqueada por barricadas, las universidades cerraron, los edificios públicos fueron destrozados, escaseaba la comida y el combustible y los hospitales se llenaron de heridos. Sólo cuando el gobierno envió a cientos de soldados, aviones y helicópteros consiguió sofocar unos disturbios que se habían extendido por todo el país. Fue la mayor crisis social vivida por Maduro desde que hace dos años llegó al poder tras la muerte de Hugo Chávez.

Incluso el alcalde de la ciudad, Daniel Ceballos, fue encarcelado acusado de estar detrás de las revueltas.

«Las cosas están peor que el año pasado. En Caracas ahora están empezando a sufrir las colas pero aquí llevamos cinco años haciéndolas», se lamenta José Vicente García, concejal de San Cristóbal y hombre cercano al ex alcalde. «El desabastecimiento es mayor que en otras zonas del país porque además de que no hay papel higiénico, ni azúcar, ni café, hay que sumar la asfixia económica del gobierno que no nos envía los recursos que por ley corresponden al municipio».

Un año después, el espíritu rebelde aflora de nuevo y los rumores que asustan y que corren de boca en boca y a través de WhatsApp hablan de que San Cristóbal se prepara para nuevos disturbios y que los estudiantes sólo esperaran a que termine la feria de San Sebastián que se celebra estos días.

«Buscamos que la gente se movilice y lograr el apoyo de las masas para que no nos pase lo del año pasado», explica Osmel García, militante de Voluntad Popular y uno de los jóvenes que reparten panfletos pidiendo la renuncia de Maduro en las colas donde la gente se agolpa para conseguir alimentos. La entrega termina abruptamente antes de que llegue la policía. «A nadie interesa caer detenido porque las protestas más fuertes están por llegar», explica.

«Lo que sucedió el año pasado fue al mismo tiempo un fracaso y un éxito. Fracaso porque no se lograron los objetivos a corto plazo que nos fijamos (la caída de Maduro) y hubo presos, muertos y heridos. Pero también un logro porque con el encarcelamiento de Leopoldo López se le cayó la careta al gobierno sobre las violaciones a los derechos humanos», afirma Osmel, aludiendo al líder opositor detenido por propiciar las protestas. «Estoy seguro que en cuanto termine la Feria de San Cristóbal esto va a estar más duro» vaticina.

«Los miguelitos (mangueras con clavos) y las papas (explosivos caseros), se preparan al instante. No podemos arriesgarnos a acumular artefactos porque acabaríamos presos y en la cárcel no somos útiles» advierte otro joven que prefiere no dar su nombre por temor a represalias. «Ya están localizados los proveedores de pólvora».

El estado de Táchira es uno de los pocos estados opositores de Venezuela. En las elecciones presidenciales de 2013, Henrique Capriles aventajó a Maduro en casi 26 puntos y en la capital, San Cristóbal, la diferencia se disparó por encima de los 46 puntos. El alcalde encarcelado fue uno de los más votados del país con cerca del 70% de los votos.

En la ‘ciudad rebelde’ pocos dudan que la feria es lo único que retrasa un estallido social que parece inminente.

Para Nellyver Lugo, uno de los rostros más importantes del chavismo, no se puede hablar de estallido social, sino de planes desestabilizadores. «La ciudad de San Cristóbal, al ser un bastión opositor, va a ser utilizada para desestabilizar el país», advierte la presidenta del consejo legislativo de Táchira.

«Sabemos que han estado haciendo ensayos durante el último año. Los mal llamados estudiantes, que en realidad son delincuentes, han hecho pruebas violentas para llevar otra vez al estado al caos y la ingobernabilidad», sostiene. Según el gobierno, los disturbios dejaron cinco muertos, 43 heridos y 5.000 millones de dólares en pérdidas para la ciudad.

Mientras tanto en la calle a las colas habituales se suma el temor. «Lo que aquí vivimos hace un año no lo sabe nadie. Fue el caos absoluto y hemos vuelto a la misma tensión. La situación actual es insostenible y todo el mundo intuye que se está preparando algo», dice Karina García, una abogada que sale con varias bolsas de víveres después de tres horas de cola. Afirma que el miércoles, el café, el jabón y el aceite tuvo que conseguirlos en el mercado negro al doble de su precio habitual.

García representa a esa parte del electorado que siempre votó por Chávez pero que no se identifica con Maduro, que se hunde en las encuestas con el 22% de popularidad, y que hoy saldrá a protestar. «A mí me ganaron con la ideología y me perdieron con la economía», expresa.

Y pone un ejemplo sobre la inflación que se vive mes a mes. «En junio de 2012 compré un carro y me costó 320.000 bolívares y el mes pasado adquirí un refrigerador que me costó más caro que el coche, 345.000 bolívares».

A la hora que terminaba de hablar Maduro, casi las diez de la noche, la música de la feria sonaba con más fuerza y las luces de neón coloreaban el ambiente. Desde la megafonía una voz animaba a divertirse en la que era una de las ferias más importantes de América Latina. La realidad, sin embargo, es que la música sólo sonaba para algunas parejas de novios, varios borrachos y un montón de feriantes que esperaban con los brazos cruzados a que llegasen días mejores.

Arqueólogos desentierran increíbles mosaicos griegos en Turquía (Fotos)

Mosaico

Arqueólogos descubrieron tres mosaicos únicos en la ciudad griega de Zeugma, en el sur de Turquía, cerca de las fronteras con Siria.

La antigua ciudad de Zeugma fue fundada como un asentamiento griego por Seleuco I Nicator, uno de los generales de Alejandro Magno, en el año 300 antes de Cristo. La población de la ciudad en su apogeo fue de aproximadamente 80.000 habitantes lo cual es una enormidad para la época.

En la actualidad, Zeugma está en un 80 por ciento bajo el agua, después de que se inundara con las aguas de un lago artificial. Los mosaicos, que se recuperaron están en excelentes condiciones, y pertenecen al siglo segundo antes de Cristo.

Los mosaicos, hechos de vidrio de color, están siendo protegidos hasta que la excavación esté completa a pesar de encontrarse en excelentes condiciones. Los trabajos empezaron el 2007, pero solo este año ya han descubierto tres mosaicos.

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